Harry salió corriendo tras Hermione, con aquella absurda carta en el puño. ¿En serio se contaban las mujeres ese tipo de cosas por escrito? ¿Descubriendo cuáles eran sus planes para que se los pudieran arruinar las unas a las otras? Y encima lady Ginevra esperaba que lady Hermione estuviera feliz por ella.

Menos mal que no lo estaba. En cuanto la vio caminar por el pasillo con los hombros erguidos, supo que no estaba disfrutando precisamente de la buena suerte de su amiga.

Lady Hermione parecía tan decidida que casi se olvidó de lo rota y abatida que la había visto antes. Casi.

- Tú -oyó cómo llamaba la atención de un lacayo que llevaba un jarro de agua por el pasillo en dirección a los dormitorios-. Asegúrate de que el carruaje de viaje esté listo con nuestros caballos mas rápidos y resistentes. El que va sin escudo.

Siguió caminando antes de que al sirviente le diera tiempo a balbucear un si,milady. Harry aceleró el paso para ir a la par. ¿Cómo podía moverse tan rápido? Prácticamente iba corriendo, pero uno nunca lo diría al ver su elegante porte deslizándose por las escaleras. El dobladillo de su vestido apenas se agitó.

Una doncella que llevaba unas cuantas velas se hizo a un lado en cuanto la vio bajando los últimos escalones.

- Préparame una bolsa de viaje

- ¿Yo, milady?

- Si, tú. O Hannah si cree que puede hacerlo ahora mismo. Una bolsa pequeña. Con prendas sencillas que pueda ponerme yo misma.

Harry se apiadó de la aterrorizada doncella y le quitó las velas.

- Que Dios le bendiga -susurró la muchacha antes de alejarse corriendo por la parte trasera de la casa.

Si iba tan rapido para encontrar a Hannah, solo podía desearle la mejor de las suertes. Supuso que Hannah era la doncella que vio salir llorando de los aposentos de lady Hermione. No le hubiera sorprendido que estuviera escondida en el rincón mas recóndito de la casa, lamiéndose sus heridas.

Dejó las velas en una mesa cercana y salió disparado a través del vestíbulo para alcanzar la figura de Hermione, que ya se había alejado, pero se detuvo en seco en cuando la vio pararse frente a las mismas puertas por las que había desaparecido Dean cuando llegó a Granger House. No iría a contárselo a toda esa gente, ¿verdad? La reputación de Ginevra quedaría totalmente comprometida.

Lady Hermione asomó la cabeza al salón.

- ¿Neville?

Harry parpadeó, sorprendido. Había usado un tono meloso y bobalicón. ¿Dónde estaba el general que había ordenado a los sirvientes que se prepararan para la batalla de hacia solo unos segundos? Ahora tenia delante a una mujer de suaves maneras que sabia que era bienvenida y cuál era su posición. Ninguno de los presentes en aquel salón se imaginaria que estaba pasando nada malo.

- Hermano, ¿puedo hablar un momento contigo?

- Hermione, tenemos invitados -replicó Neville con exasperación y condescendencia a partes iguales.

Lo supo al instante. Hermione quería que su hermano la viera como una niña, que la tratara como si fuera incompetente. ¿Cuántas veces se habia salido con la suya porque su familia simplemente pensaba que no quería o no podía hacer algo?

En su pecho floreció algo que jamás creyó que llegaría a sentir por aquella joven: respeto. Ninguno de los espías que conocia, ni siquiera Ron, podía modificar su carácter tan rápido como aquella dama. De pronto se dio cuenta de que Hermione le impresionaba por algo mas que su apariencia. Era desconcertante.

Neville salió al pasillo, cerrando la puerta tras él. La mirada indulgente que lanzó a su hermana era ahora una combinación de amor y crispación.

Hermione le agarró las manos.

- Tienes que salir ahora mismo. Tienes que salvarla.

La preocupación sustituyó a la irritación en los ojos del duque.

- ¿Qué sucede?

- Ginevra se ha escapado. Tienes que detenerla, Neville, y traerla contigo de vuelta a casa antes de que se arruine la vida.

Los ojos de Neville adquirieron un brillo especial. Harry había contemplado esa mirada en mas de una ocasión, mientras el duque meditaba sobre algún posible negocio.

No le cupo la menor duda de que en ese momento estaba sopesando todas las posibles complicaciones.

- ¿Cuándo? ¿Con quién? ¿A dónde se dirige? ¿Va a caballo o en carruaje?

Harry hizo una mueca de disgusto. No le había dado tiempo de leer toda la carta pero Hermione fue mas rápida. Le arrebató la carta y con lágrimas en los ojos, se la entregó a su hermano.

- Me llegó esta carta de su parte. Está loca. Debes detenerla.

En ese momento, Dean también salió al pasillo.

- ¿Qué está pasando?

- Lady Ginevra ha cometido un error colosal .-agitó la carta en el aire-. Ahora mismo iría a buscar a su padre, pero ya llevan una hora de camino.

- Por no hablar de que su padre es malisimo montando a caballo y que no tiene carruaje propio -comentó Dean haciendo una mueca mientras leía a toda prisa la carta.

- ¿Quién es su misterioso D? -masculló el duque disgustado.

- Lord Draco. Han sido inseparables estas últimas semanas -respondió Hermione con dificultad.

Harry volvió a mirar a la joven, que había sacado un pañuelo para enjugarse los ojos. Sabia que debía centrarse en el problema que se traian entre manos, pero solo podía pensar en la fascinante revelacion que había descubierto sobre lady Hermione… ¿O es que quizás no sabia nada realmente?

Neville dobló la carta, usando el pulgar y el dedo para marcar aun mas el pliegue.

- Tengo que ir a por ella

- ¿Y dejar que los mayores chismosos de Londres se pregunten por qué te marchaste sin mas? -replicó su hermano, quitándole la carta- Mejor voy yo. Nadie me echará en falta.

- Tenemos que darnos prisa. A esta hora podría estar a mitad de camino de Escocia -instó Hermione apretando el pañuelo hasta que los nudillos se le pusieron blancos.

- Apenas se habrá alejado unos pocos kilometros. Y eso suponiendo que saliera a la hora que dijo que lo haria.

El destello que emitieron los ojos de lady Hermione hubiera podido hacer un agujero en el pecho de Neville si de verdad se creía lo que había dicho. Harry se apoyó contra la pared, contemplando el intercambio de la familia con creciente interés.

- Da igual, tenemos que salir de inmediato

- ¿Cómo que tenemos? -replicó Dean con los ojos como platos- Iré mucho mas deprisa sin ti

- ¿Y qué haras cuando la encuentres? ¿Cómo la llevaras de vuelta a su casa? - apuntó ella con los brazos en jarras.

Dean frunció el ceño y se dio por vencido.

El lacayo, que Hermione había mandado para avisar de que prepararan el carruaje, entró en el vestibulo, intentando no parecer demasiado curioso sobre el asunto, aunque no lo consiguió.

- Milady…

- Charles, asegúrate que tengan listo el carruaje de viaje. El que no lleva el escudo -ordenó Neville.

El sirviente miró a la hermana y al hermano alarmado y confundido a la vez. Harry apretó el puño contra la boca, con la esperanza de que la presión de los dientes mantendría a raya la carcajada que amenazaba con salir de su garganta.

Hermione enarcó una ceja

- Ahora mismo, milord -se escabulló a toda prisa.

Harry negó con la cabeza. Cuando había entrado por la puerta de aquella casa, hacia tan solo una hora, habría jurado que Hermione estaba bajo la influencia de su hermano. Ahora tenia muy claro que en esa familia ella controlaba su propio destino… a sabiendas de que presentía que le ocultaba algo. Lo notaba y estaba muy cerca.

¿Significaba aquello que se había equivocado en todas las otras cosas que había pensado de esa dama?

Dean se tocó el pañuelo del cuello.

- Me cambiaré de levita y de pañuelo. Todo lo demás pasará desapercibido, pero no queremos que parezca que estamos saliendo de la ciudad a toda prisa.

- Prepararé una pequeña bolsa - replicó ella, siguiendo a Dean hasta las escaleras.

Neville echó un vistazo hacia el salon, sin duda temiendo los rostros curiosos que se encontraría a su regreso.

- ¿Qué les vas a decir?

El duque abrió mucho los ojos con semblante serio. Después se encogió de hombros.

- Nada

- Debe ser agradable ser un duque

- Tiene sus momentos -se alisó la levita y agarró el pomo de la puerta del salón mientras Hermione bajaba corriendo las escaleras.

Harry envidió en silencio las ventajas de una posición como la de Neville. ¿Cómo seria vivir sin tener que dar explicaciones a nadie? Sencillamente fascinante. El duque arqueó las cejas al observar la bolsa de su hermana pero no mencionó nada y desapareció salón adentro.

- ¿Estás listo? -preguntó lady Hermione.

Harry parpadeó confuso. ¿Se estaba refiriendo a él?

- ¿Listo para qué?

Hermione rodó los ojos con fastidio.

- Para venir, evidentemente

Dean se unió a ellos. Llevaba una levita de color tostado en lugar de la negra que usaba por la noche.

- ¿Quieres que Harry nos acompañe?

Su sorpresa fue mayor que la de Dean. ¿Por qué demonios tenia que ir? No era de la familia y apenas había intercambiado unas breves palabras con lady Ginevra en un par de ocasiones.

Hermione fue hacia la puerta. La fuerza con la que apretaba la bolsa de viaje fue la única señal externa de la angustia que debía estar sintiendo por dentro.

- Si recibes algún golpe mientras rescatas a lady Ginevra de las garras de lord Draco, necesitaremos que el señor Potter nos acompañe a casa. Es cierto que no seria la situación ideal, asi que intenta que no te dejen fuera de combate.

Le gustaba creer que tenia una idea aproximada de como pensaba el sector mas dócil de la sociedad, pero estaba empezando a pensar que no las entendía en absoluto. Si la mente de todas las féminas funcionaba como la de lady Hermione, era una maravilla que cualquier hombre pudiera mantener una conversación razonable con una mujer.

Dean cruzó el umbral de la puerta con un encogimiento de hombros.

-¿Quieres unirte a nosotros en esta pequeña aventura? Al menos me proporcionarás una agradable compañia.

Dean la taladró con la mirada mientras tomaban asiento en el carruaje. Seguro que estaba furioso con ella por el golpe bajo que acababa de darle. Su hermano estaba muy orgulloso de su destreza como púgil y lord Draco no era precisamente conocido por estar en buena forma. Pero lo cierto era que necesitaba al señor Potter en ese viaje. Tenia que vigilarlo de cerca. Aun se estremecía al pensar en su encuentro en el dormitorio. Demasiado cerca. El corazón le latió con fuerza.

Apretó los dientes y envió lo mas lejos que pudo sus temores. Con su hermano en el carruaje, no podía arriesgarse a iniciar una conversación prometedora con el señor Potter. Tendría que esperar. En el fondo, su presencia la ponía nerviosa pero era mejor que nada. Se sentía muy incómoda teniendo que confiar en aquel hombre insufrible.

Mentirosa

Alejó ese pensamiento con dureza. Se dio cuenta de que, en vez de salir directamente de Londres, el cochero cruzó la plaza y se metió mas en la zona Mayfair.

- ¿Dónde vamos? Esto no es North Road -se apartó de la ventana mientras el cochero conducía por la calle . Si la veían en aquella parte de la ciudad su reputación se vería seriamente comprometida.

- Tengo que recoger algo -respondió el señor Potter.

El carruaje torció en Pall Mall y él descendió de un salto del vehículo. Hermione quiso cambiarse de asiento para evitar ser vista y poder ver mejor pero cuando se quiso dar cuenta, el ojiverde volvió rápidamente. El carruaje arrancó mientras él cerraba la puerta. En su mano llevaba un pequeño zurrón de cuero.

- ¿Qué es eso? -preguntaron los dos hermanos al mismo tiempo con indudable curiosidad.

- Espero que no tenga que deciroslo -replicó, escondiendo el zurrón entre su cadera y la pared.

Nadie dijo nada del asunto, a pesar de lo absurdo de la situación.

Al cabo de un rato, Dean empezó a hablar de deportes; algo que vino fenomenal.

Cualquier cosa con tal de que mantuviera a los hombres entretenidos. No tenia ni la mas remota idea de cómo sacar de ese atolladero a Ginny. Su mente no paraba de hilar distintas formas para ayudarla. Por ahora sin éxito.

¡Qué insensata había sido su amiga!

- Estamos a una hora de Londres. Deberíamos empezar a mirar dentro de las posadas. Tendrán que detenerse en algún lugar para cambiar los caballos o cenar algo. Puede que ni siquiera hayan llegado muy lejos, pensando que cualquiera que fuera detrás de ellos pasaría de largo.

El camino hacia Gretna Green estaba repleto de posadas y los hombres discutieron durante un buen rato en cuáles deberían parar, ya que tardarían demasiado si pasaban por todas.

Tambien hablaron sobre quién debería entrar y preguntar por lord Draco. No podían mencionar a Ginevra o arruinarían su reputacion, con independencia de si la encontraban o no esa noche.

Al final, Hermione se quedó en el carruaje con un lacayo haciendo guardia en la puerta mientras su hermano y el señor Potter iban de posada en posada. Habian decidido que levantarian menos sospechas si daban la sensación de que tenían pensado reunirse allí con lord Draco. El ardid, sin embargo, requería que invirtieran un poco mas de tiempo del que a ella le hubiera gustado.

Después de salir de la cuarta posada, los hombres regresaron al vehículo con aspecto sombrio.

- ¿Y si no han venido por este camino? -Dean se inclinó hacia delante para apoyar los codos sobre las rodillas- Ginevra creía que iban a Gretna Green, pero ¿y si no han ido allí?

El señor Potter se encogió de hombros.

- Hay otros caminos que llevan a Escocia. Pueden contraer matrimonio en cualquier ciudad pasada la frontera.

Suponiendo que lord Draco tuviera la intención de llevarla a Escocia. Los hombres intercambiaron una mirada, sin expresar en voz alta aquella preocupación, pero Hermione supo exactamente lo que estaban pensando. Dejó caer los hombros. Aquello era el fin.

- Podrian estar en cualquier lugar, ¿verdad?

Dean asintió. De pronto se le veia agotado y derrotado.

- Y eso suponiendo que se hayan dirigido al norte. Draco es lo suficientemente rastrero para llevarla hacia el oeste el tiempo suficiente como para comprometer su reputación y así obligar a que el padre de Ginevra le ofrezca mas dinero con tal de que el escándalo no salga a la luz.

El carruaje se sumió en un intenso silencio que solo se rompió cuando el señor Potter tamborileó con los dedos sobre su rodilla. Era un hábito un tanto zafio, pero agradeció que parecía mas pensativo que angustiado.

De pronto lo vio parar y acercarse un poco mas a la ventana para mirar fuera.

- ¿A cuánto estamos de Elstree?

- A unos ocho kilómetros mas o menos. Pero eso es hacia Londres. Ya paramos alli, en Flying Pig, ¿te acuerdas?

Harry negó con la cabeza.

- El abuelo paterno de Draco posee una casa en Elstree. No me puedo creer que me olvidara de ese dato. No sé con cuanta frecuencia suele ir Draco alli, pero seguro que el personal de servicio no cuestionaría su derecho a usarla, ¿verdad?

- El señor Malfoy falleció hace unos años. Lo mas probable es que cualquier casa que tuviera ahora esté en otras manos -aportó Hermione.

- No, no murió -declaró Harry con una sonrisa en los labios- aunque sí que estaba bastante molesto con la eleccion de marido que hicieron sus hijas y los esfuerzos de su mujer para que acabara en una carcel de deudores, así que tuvieron de que dejar el pais.

Dean se estaba riendo mientras sacaba la cabeza por la ventana y ordenaba al cochero que diera media vuelta y volviera a Elstree.

- ¿Y dónde fueron? -preguntó con curiosidad.

El señor Potter dio rienda suelta a su sonrisa. Mientras veía cómo se le iluminaba todo el rostro, a Hermione le entraron unas tremendas ganas de sonreír también.

- A Canadá. Su esposa sigue amenazando con mudarse a la India y decir que ha enviudado. Él la deja redecorar la casa mientras se ausenta para cazar algún oso y las cosas se calman durante un tiempo.

- Déjeme adivinar: Usted tiene algún tipo de negocio con el señor Malfoy, ¿me equivoco? Por eso sabe tanto.

- No. En efecto. Gestiono sus acciones en la bolsa. Le está yendo bastante bien.

¿Habia alguien cuya situación financiera no conociera este hombre? Ahora entendía todas las conexiones que tenia. Con ese conocimiento podía arruinarlos a todos.

- Canadá se encuentra en el norte de America. Es tan fría y francesa… Un lugar salvaje -murmuró Hermione, estremeciéndose. Se ajustó la falda para cubrirse mejor las piernas.

Dean frunció el ceño.

- Pero si está en Canadá, ¿no estará la casa cerrada?

- Lo dudo. El señor Malfoy la mantiene abierta para que puedan usarla sus nietos. Dice que se merecen un lugar al que poder ir para alejarse de sus padres.

- Parece el sitio perfecto al que acudiría Draco.

Hermione miró por la ventana para disimular su inquietud. Si la pareja había decidido pasar la noche en una casa privada, podria ser demasiado tarde para Ginny. La encantadora pero alocada Ginny llevaba años siendo su mejor amiga en Londres, desde que la otra muchacha había estado a un metro de dos caballeros que terminaron llegando a las manos en Regents Park.

Miró al señor Potter y se la encontró observándola. ¿En qué estaría fijándose? Intuía que iban a hablar muy pronto. En cuanto se presentase la oportunidad. El pánico volvió a asomar la cabeza, amenazando con apoderarse de ella por completo.

- Y diganos, señor Potter, ¿de dónde es usted?

Vio como enarcaba ambas cejas y torcía los labios divertido.

- De Glasgow. Y creo, señorita, que si vamos a convertir en un hábito eso de ir juntos en un carruaje a toda velocidad en medio de la noche, podría empezar a llamarme Harry.

No queria llamarle Harry. Era demasiado para ella. Reconocer que su relación era algo mas que circunstancial podía colocarla en una posición muy precaria. Hasta incluso podía empezar a gustarle ese hombre.

- No seria apropiado, señor Potter

- Oh, basta ya, Hermione -intervino Dean- El hombre ha salido corriendo detrás de tu amiga sin protestar lo mas minimo. Lo menos que puedes hacer es llamarlo por su nombre de pila.

La mueca que hizo aquel hombre odioso se parecía demasiado a una sonrisa.

- Muy bien. Solo cuando estemos solos puede llamarme Hermione y yo le llamaré… -tragó saliva y alzó la mirada hasta encontrarse con sus ojos. Él ya no se reia-… Harry.

Sus ojos no se despegaron de ella mientras asentia.

- Hermione

Sintió un estremecimiento en su interior que bajó por su cuerpo hasta llegar a los dedos de los pies. Y ahora no tenia nada que ver con el pánico y sí mucho con… Bueno, no estaba segura, pero sí era bastante placentero. ¿Estaba pronunciando su nombre con un acento mas marcado de lo normal a propósito? No era la primera vez que lo oía de sus labios. Lo único que había cambiado es que ya no decía el lady delante. Pero le sonó tan intimo…

- Muy bien -La voz jovial de Dean rompió el hechizo-. Y ahora que todos somos amigos y tenemos un destino en mente, ¿qué podemos hacer mientras continuamos nuestro camino con la esperanza de no toparnos con ningún asaltante?


HOLA! SIGO VIVA! DISCULPENME! NO TENGO EXCUSA. NO VOY A ESTAR DISCULPANDOME CADA DOS POR TRES. LA CULPA ES MIA Y SOLO MIA. LA ORGANIZACION ES VITAL PARA ESCRIBIR Y PODER PUBLICAR. PERO QUIERO DEJAR CLARO QUE ESTA HISTORIA CONTINUARÁ HASTA EL FINAL. ES UNA PROMESA!

GRACIAS POR LEERME

DAMA FELINA