3.
Erica Reyes no era el tipo de chicas que demostraban sus verdaderos sentimientos, por lo menos no desde que decidió tomar la mordida, y muy pocas veces demostraba lo que sentía, solo si era cerca de Boyd e incluso Stiles, pero nunca tan fuertemente como en esos momentos.
No tenía control sobre si misma, era como si toda cordura en ella se había desplazado lejos y lo único que quedaba en su cabeza era el persistente pensamiento de que no podía respirar.
Ella no podía respirar.
Boyd había sido herido, estaba casi muerto, con un agujero en el estómago y marcas de garras sobre su pecho, allí, donde el corazón se alojaba, brotaba la sangre incesantemente, incapaz de detenerla. Melissa hacia todo lo posible para mantenerlo vivo, porque incluso para un hombre lobo era difícil resistir a eso sin perder tanta sangre.
Derek seguía allí fuera, luchando con un alfa de otro paquete, con ayuda de Scott, Isaac, Jackson e incluso Lydia, que estaba haciendo un gran trabajo junto a Cora y Allison. Ethan y Aiden mientras tanto estaban a los alrededores de la cabaña, haciendo guardia de cualquier amenaza que se acercara demasiado allí donde los humanos estaban. Donde los más débiles e incapaces de defenderse se hospedaban, esperando noticias de los hombres lobo o la Banshee y la cazadora.
Erica había llegado a la cabaña cargando el cuerpo de Boyd sin problemas, completamente ensangrentada y algo herida, directo a Melissa, quien había pedido que lo dejara en una habitación mientras había enviado fuera a todos, menos a Stiles, quien sorprendentemente sabía más de medicina que de lucha.
Pero Erica había sido dejada fuera también, y hacia una hora y medía que no sabía lo que los otros estaban haciendo y se veía incapaz de controlarse, con la cabeza entre sus manos y sentada en el suelo a un lado de la puerta que llevaba a la habitación donde tenían a Boyd. Podía escuchar los débiles latidos de su compañero junto a los veloces de Melisa y Stiles.
En algún punto el aire se veía incapaz de llegar a sus pulmones y las lágrimas manchaban sus mejillas mientras observaba sus manos llenas de la sangre de Boyd.
Si ella no hubiera sido tan débil, Boyd no habría sido distraído para poder salvarla. Boyd posiblemente moriría esa misma noche y todo por su culpa.
Su respiración se volvió errática y un sonido extraño se escuchaba de su pecho, y era como volver a ser la humana débil e inútil que tanto había odiado ser.
— ¡Erica! — escucho débilmente, como si la voz viniera de algún lugar lejano.
Intento observar el rostro difuso que se mostraba ante ella, hasta que logro enfocar el ceño fruncido de Stiles en preocupación.
Erica gruño, intentando alejarse, intentando que el aire viniera a ella.
— ¡Erica, respira, respira, todo esta bien! — gritó Stiles, intentando poner sus manos en sus brazos para mantenerla allí, sentada en el suelo, intentado calmarla.
Pero Erica no escuchaba, sus garras lastimaban a si misma al rodearse con sus manos, en un intentado de abrazarse y ocultar sus lágrimas, sus gruñidos casi animales opacaban cualquier sonido a su alrededor.
— ¡Maldición, Erica! — gruñó Stiles sin saber qué hacer.
Miró a su alrededor, buscando algo que mantuviera a Erica estable, que la regresara a ella misma, a la chica engreída y segura de sí misma.
Y se le ocurrió algo estupido, increíblemente estupido.
Stiles aspiro una bocanada de aire y abrazo a la chica con todas sus fuerzas, entre sus brazos temblorosos, al tiempo que dejaba escapar un grito de voz entrecortada, acercando sus labios al oído de la otra.
— ¡Había una vez un barquito chiquito, había una vez un barquito chiquito…! — soltó por todo lo alto.
Erica se congelo entre sus brazos, tensando su cuerpo.
— … ¡Que no sabía, que no sabía, que no sabía navegar!
Escucho los pasos de su padre llegar rápidamente por el pasillo estrecho en el que se encontraban y cuando levanto la vista hacia él, lo vio quedarse estático a mitad de camino, como si no supiera cómo reaccionar.
— ¡Pasaron un dos, tres, cuatro, cinco, seis semanas…!
Y Stiles podría haber seguido cantándola hasta el final, pero la risa de Erica, al principió suave y calmada le detuvo, hasta que se convirtió en una risa histérica, sus hombros revolviéndose convulsivamente y alejándose de sus brazos lentamente.
Por primera vez, Erica logro escuchar el corazón de Boyd, los latidos aumentando, un suspiro de Melissa que termino sacando cualquier duda de su cabeza y cuando la risa se detuvo y logro mirar a Stiles, ella sonrío engreídamente.
— ¿Puedes terminarla para mí? — preguntó.
Su corazón se sintió caliente cuando Stiles sonrío enormemente, antes de volver a cantar a todo pulmón.
La cabaña, en aquella noche, con una pelea a metros de allí que sabían con toda certeza que ganarían, se volvió repentinamente cálida y sin nada de tristeza en ella.