V


No ejercía resistencia alguna mientras era encaminado por los pasillos de lo que había sido su hogar desde hace cinco largos y dolorosos años de su existencia. Se observaba tranquilo, demasiado para la calma en los corazones de los aldeanos y embargo, él solo estaba ansioso.

Sería la noche de su renacimiento.

Llegó hacia la plaza principal en unos minutos, seguido de antorchas y gritos encolerizados por todas las muertes y calamidades ocasionadas por un mero capricho de su soberbia. Los gozaba como los mejores cánticos de ángeles que le daban la bienvenida recordando las maravillas diversiones que había disfrutado hasta el final de sus días. ¿Por qué no? Ya no le quedaría nada en unos minutos más, cuando vio a su ''amado'' rey esperándolo con su verdugo a la distancia.

Ohh, no sabía que a Eijiro le gustaba la ironía.

Estaba seguro que sus padres estarían conscientes de su ejecución y tratarían de detenerlo con uñas y dientes, si es que no los hubiese condenado a la misma guillotina hace dos semanas atrás solo porque podía.

Estaba tan cegado de poder en ese entonces… Tan cegado con su propia desesperación de que todo actuase lo más rápido posible.

Estaba feliz de que toda su provocación hubiese dado frutos antes de volverse loco con su propio martirio.

Fue levantado hacia su majestad con las pocas prendas que llevaba que apenas le permitían cubrir su cuerpo, mostrando la cicatriz en su hombro derecho como un mero recuerdo del día en que todo cambio con él.

El día en que Bakugou Katsuki fue maldecido por su propio amor. Perdiéndolo todo.

Kirishima lo observaba decidido, ya no quedaba ningún sentimiento de admiración o cariño hacia la persona que se había convertido, solo deseaba su final, sencillo, rápido.

¿Algo que quieras decir antes de condenarte al infierno?

¿Te vas a follar a Denki esta noche o me llorarás por unos minutos? — Consultó con sarcasmo, Eijiro desvió la mirada, desilusionado ante la persona que tenía en frente. Él sabía muy bien que estaban juntos desde hace años, en silencio por respeto a su persona. Ahora no quedaba nada de eso. —

Todos estos años traté de hacer algo por ti, de cambiarte, de darte algo de felicidad. Pero tu deseaste esto, Katsuki. — Susurró con tristeza, dando la orden al hombre a su lado. —

Perdóneme, señor.

No te preocupes. — Sonrió mientras lo colocaba en su posición. Las maderas eran mucho más incomodas de lo que pensaba. Sin embargo, antes de dejar caer la cuerda, Katsuki susurró, con una voz que desde hace mucho tiempo, sonó liberada. — Tsuyu-chan, te regalo mi corazón.

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No estaba dando resultado.

Habían pasado días buscando a la criatura a través de las montañas en las cercanías del reino y el Jabberwocky no había vuelto a aparecer. Muchos se habían dado por vencido aludiendo que posiblemente murió a causa de un desangramiento producto de la batalla, otros que simplemente tuvo que cruzar el océano en pos de un sector menos conflictivo. Pero Katsuki estaba seguro que solo estaba buscando el momento ideal para volver a atacarlos y llevárselos como alimento.

Sea lo que fuese, solo tenían una semana para seguir buscando y volver al reino en búsqueda de provisiones y nuevo equipo, debido a los complicados terrenos que debían de atravesar durante el camino.

— Sí que estás empeñado en llevarte su cabeza, mi señor. — Comentó Izuku al entrar a la campaña de planificación, en el cual solo el conde se encontraba ordenando las coordenadas del mapa en búsqueda de una nueva ruta. — Los demás están cenando, ¿no comerás?

— Ya lo hice. — Respondió sin más, no tenía deseos de dirigirse hacia él directamente. Izuku sin más, se acercó a su lado, tomando con cuidado el instrumento de sus manos. —

— ¿Qué te parece si nos dirigimos hacia el sur?

— Ya hemos pasado por ahí, pedazo de mierda. — Argumentó frustrado, estaba demasiado cerca de su propio cuerpo. Él solo sonrió, con esa inocencia seductora que le hace perder los estribos. —

— Es verdad, pero pudimos ver unas grandes marcas alrededor de los caminos, puede que se esté resguardando ahí.

— ¿¡Y por qué no lo dijiste antes!? — Tomó sus cosas para dirigirse hacia el líder de la campaña y desviar el camino, Izuku solo se incorporó de hombros, restándole importancia. —

— Porque necesitaba estar seguro para decir algo así, es una bestia impredecible, y considerando su desaparición en los últimos días, es lo más probable.

— Tu… — Antes de que el golpe llegase a su cuerpo, Izuku lo tomó de sus hombros para entregarle un dulce beso en los labios. Katsuki quedó estático, sabía a carne recién horneada. — No hagas eso.

— No hay nadie viendo, Kacchan.

Lo odiaba demasiado.

Luego del almuerzo, desviaron el camino en pos de las palabras de Izuku. Estaban seguros que el chico no se equivocaría. Era el consejero del rey y el aparente estimado del Conde de corazones, algo casi imposible de evocar, su confianza influenciaba las decisiones del equipo.

Izuku no se equivocó, encontraron a la bestia un par de horas después devorando con saña a un pobre alce que jamás tuvo la posibilidad de arrancar ante sus garras. Parecía herida por la última batalla y aparentemente cansada, momento ideal para atacarla a matar.

Y fue lo que hicieron apenas consiguieron la orden del líder de la campaña.

El Jabberwocky se defendía con desesperación y violencia, elevando a más de una persona hacia los cielos para dejarla caer con intenciones de acabar la contienda que la agredía. Katsuki con la habilidad de un asesino desviaba sus garras y atacaba la carne más dulce del animal, haciéndolo retroceder poco a poco. Estaban cansados, ambos, y ninguno deseaba dejarse caer ante la fuerza del otro.

Lo que no pudieron prever, fue que en un ataque contra sus alas la bestia mordiese el cuerpo de Izuku Midoriya.

Lo vieron en cámara lenta, cuando lo levanto en pos de evitar que uno de los hijos de un dulce y viejo monarca fuese atacado en su lugar, y tan rápido como subió, bajo sobre su mandíbula, cerrando con fuerza sobre su propio cuerpo.

Quedaron estáticos, Bakugou Katsuki ardió de ira y desesperación, tanta, que no se dio cuenta cuando comenzó a correr y cortar de un solo movimiento, la cabeza magullada del desgraciado animal, botando el cuerpo de la persona que se había convertido en su más grande tesoro.

En su motivación para vivir.

— ¡Lo ha conseguido! ¡Ha matado al Jabberwocky!

— ¿El señor Izuku está vivo aún?

— ¡El reino está en paz nuevamente!

Katsuki lo sacó de las fauces de la bestia, su cabeza estaba cortada de par en par y solo la nuca de su piel la mantenía levemente unida a su cuerpo.

Su corazón latía con furia, no había latido en su sistema, no había color en su dulce piel.

La rana.

Caminó con su cuerpo sin vida hacia el bosque, sin escuchar los halagos y gritos de emoción de la gente a su alrededor. Los odiaba, los odiaba en un estado enfermizo que lo único que deseaba era matarlos a uno y cada uno de ellos.

No necesitó decir nada para encontrar el pozo en medio de todo el bosque, recordando las palabras de su amado si deseaba invocarlo en un momento de profunda desesperación. Debía funcionar, el hidromiel debería curarlo de toda herida mortal.

Debía funcionar…

Necesitaba devolverlo…

— ¡Rana! — Gritó en una voz fragmentada, dejando en el suelo con sumo cuidado el cuerpo de su amado. — ¡Rana!

— Katsuki… — Salió con pausa de su hogar, viendo con tristeza la escena en frente de ella. — Ya ha ocurrido.

— ¿¡De qué mierda hablas!? ¡Sálvalo! — Gritó atormentado de que su sangre pasase a través de sus manos. La chica sin embargo solo se colocó a su lado, cerrando los ojos del chico. — ¿¡Qué haces!?

— No puedo sanar este tipo de cosas. El espejo me lo mostró, se lo advertí a Izuku-chan. Pero jamás me escuchó.

— Advertir… — Repitió sin entender, la chica lo observó con esos ojos negros sin profundidad. —

— Si encontraba su motivo de vida, moriría por él. Era parte del destino que tú lo matases, Katsuki-chan.

Besó la cabeza de Izuku en un intento de recomponer su cuerpo destrozado, aun si no podía devolverlo a la vida. Siempre era así, se dirigían a su muerte inminente incluso con ser advertidos. Katsuki comenzó a gritar encolerizado sobre su propio cuerpo, rasgando el pasto, su cabello, el pasto. Estaba en un estado desconsolador que ni siquiera ella podría mejorar. Lo observó gritar por minutos, horas, con el lugar, con el mismo, haciéndose daño en el hombro cuando una de las piedras cayó en su cuerpo al patear una muralla, no deseó cura alguna ante eso. Luego de mucho tiempo, pareció cansarse. Cayendo en la misma posición que su inerte amado.

— Tienes el corazón destrozado… — Afirmó Tsuyu-chan. Katsuki sabía que no se refería al significado, seguramente su corazón se había roto literalmente. Una maldición ante el amor desvanecido, una enfermedad que no tenía cura alguna. — Vivirás eternamente sin volver a enamorarte.

— Ya no quiero volver a pasar por lo mismo… Solo quiero desaparecer.

— Si desapareces es posible que el rey de Corazones muera junto con el reino, se vienen grandes calamidades si no imponen poder por parte de ataques exteriores. Necesitan un líder violento. — Mas el chico parecía no escucharla. — ¿Quieres volver con Izuku-chan? — Katsuki volvió a llorar, en silencio. —

— Solo quiero que él viva…

— No puede traerse de vuelta. — Mencionó con un dejo de tristeza. — Pero puedo librarte del dolor que estás sintiendo.

— … ¿Cómo?

— Dame tu corazón, y te liberaré de la maldición de tu corazón roto.

— ¿Y Deku?

— Él ya no está con nosotros. Pero si tengo sus corazones en mi poder, podré unirlos en el renacimiento. — La mirada de Katsuki, brilló con algo de esperanza y repulsión ante lo que era esa chica. —

— Eres un destino, perra asquerosa. ¡Y jamás le dijiste a Deku que moriría por venir hasta acá!

— Él ya lo sabía. — Respondió sin importarle sus insultos. — ¿Estás de acuerdo, Kacchan? — De pronto, la imagen de su madre se le vino a su mente, recriminándole por lo que haría. Rio levemente, dentro de lo que le permitía su sistema, estaba seguro de eso. Estaba jodiendo su vida en pos de otra que no sabía que sucedería. Pero si estaba Izuku en ella… —

— Acepto.

.

.

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— ¡Señor Bakugou, lo hemos estado buscando por horas!

— ¿El señor Izuku?

— Está muerto.

Respondió, mientras caminaba con paso tranquilo en dirección contraria por la que venía, con un peso mucho más ligero a falta de un corazón ajeno. Solo faltaba el suyo, pero primero necesitaba rendirle cuentas a su gran amigo, a su confidente, a su próximo esposo, Eijiro estaría mucho mejor con el destino que le tenía preparado.

Con los brazos ocupados y un doloroso malestar en su hombro, llevó el cuerpo de Izuku Midoriya hacia el reino para enterrarlo como se lo merecía.

Como un héroe, como su más preciado amado en esta vida y en la otra.

Incluso si con eso debía mancharse las manos de sangre hasta el hartazgo.


T H E E N D ~


No podía dejar esta historia sin final.

Inicialmente y hasta hace unas semanas este fanfic debía tener 10 actos, mínimo. Con un Bakugou que se daba cuenta paulatinamente que estaba enamorado de un Izuku extranjero de toda clase de reino conocido que le hablaba como nadie le había hecho en toda su vida. Con Todoroki acompañándolo como sombrerero que repudiaba a este Conde mañoso. Pero en fin, mencionar la cantidad de cosas que tenía pensado solo hará que mi culpa sea mayor, no pude meter nada de eso porque básicamente me aburrí del Katsudeku.

No por la pareja, sino por quienes lo siguen. Y no me quiero volver como ellas, por lo que este es mi ultimo katsudeku.

Espero de todas formas, que lo que traté de desarrollar para su disfrute haya sido de su agrado, es un final triste, y en la novela es mucho peor. Igual sigo recomendandola, es maravillosa.

Quienes llegaron hasta aquí les agradezco de corazón su cariño y seguimiento, y si por algún casual les gusta el Katsuyu, pues nos veremos pronto, aunque creo que eso es algo difícil considerando el choque de temática. De todas formas, ya saben donde encontrarme.

Adiós. ~