Cap. 20
Todo o nada.
El aire que aspiraba por mis fosas nasales hacia un sonido al entrar y salir de ellas, debido a lo enojado que estaba.
Mis puños estaban cerrados con fuerza, tanta que sentía mis uñas clavarse en mis palmas.
Camine con velocidad hasta donde estaba el motivo de mi furia.
—¡¿Fuiste tú?! —Le grité a Anna que estaba con varias chicas.
—¡Pues si! —Respondió con el ceño fruncido.
—No es necesario que mientas Anna. Yo fui la que planeo eso —Dijo Tamao, la amiga de Pilika. La miré asombrado. No esperaba que ella pudiera enfrentarme.
—¡¿Porqué?! ¡Maldición! —Explote.
La tomé de los hombros.
—¡No te atrevas a tocarla Ren! —Me alejo Anna de un empujón.
—Ren, no te desquites con ella —Yoh me afirmo de los brazos con un semblante serio.
—¿Me preguntas porque lo hicimos? ¿Es que no viste lo mal que estaba Pilika todo este tiempo? —Anna negaba con la cabeza.
—¡Pero era algo que yo tenía que hacer! ¡Yo tenía que decirle! —Mi corazón latía muy acelerado.
Kanna venía caminando hacia mi enojada.
—¿Y eso cuando sería? ¡Tamao te escuchó cuando le dijiste a Horo que te habías arrepentido de decirle a Pilika! —Dijo Kanna apuntándome acusadora.
—¿No le ibas a decir? —Cuestionó Yoh haciéndome sentir más culpa.
—¡Si lo haría! Pero a mi tiempo —Hablé con los nervios de punta.
—¡Ren han pasado meses! No puedo creer lo egoísta que eres —Anna parecía decepcionada de mí.
—¿Es que te divertía jugar con los dos hermanitos? ¿No te querías quedar sin pan ni pedazo? —Kanna se cruzaba de brazos.
—Siempre creí que eras un buen novio con Pili. Pero con el tiempo uno ve cómo son en realidad las personas. Y tú eres un infiel que fue capaz de meterse con su hermano —Habló Tamao de manera fría. Cosa que jamás se veía en ella.
Me quedé en silencio.
No dije nada. Tampoco la mire a la cara. Porque ella tenía razón.
Sentía todo mi cuerpo temblar. De pronto unas ganas de vomitar horribles me invadieron.
—¡Di algo Ren! ¡Admite que eres basura! —Le dijo Kanna.
—¡Ya cállate! —Jale mi cabello con frustración.
Anna me miró unos segundos.
—Quiero que sepas que nunca quisimos que Pilika viera tanto, nuestra idea era solo que los viera juntos. No pensamos que se pondrían a hacer "cosas" en la escuela.
Escuchar eso solo me hizo sentir más imbécil.
—Vete.
—Espero aprendas a no jugar a dos bandos —Habló la rubia retomando su seriedad habitual.
—Más vale que-
—Kanna, déjalo. Debe enfriar su cabeza y asumir lo que pasó —Soltó Anna continuando su camino.
Apreté los ojos con fuerza y le di un golpe a la pared de la escuela.
Me encogí en mi lugar.
—¿Necesitas hablar? —La voz de Yoh fue suave y cálida a pesar de todo.
Solté un suspiro agotado.
—Aún no. Quiero estar solo.
—Entiendo.
Se apoyó a mi lado con calma.
—Pero piensa que el humano es un ser que comete errores. Muchos. Aún eres joven, todos nosotros lo somos. Tienes tiempo para aprender de ellos, Ren.
Sin esperar una respuesta de mi parte se fue por el corredor.
Esto era una mierda.
Saqué mi celular y vi si había mensajes de Horokeu, pero no tuve suerte. Desde ayer que no me escribía nada y hoy no vino a clases, Pilika tampoco.
Ayer su mamá los vino a buscar a la escuela y se los había llevado antes de que acabaran las clases. Lo más probable es que ya supiera todo y lo tenga castigado. Debe estar intentando arreglar la situación de sus hijos, pero… ¿cómo arreglas algo así?
¿Qué les dices a dos hermanos que estaban saliendo con la misma persona?
Y todo porque yo no quería terminar con ella. Horo me lo había dicho, él quería que terminara mi relación sanamente.
Si hubiera terminado como correspondía no estaría pasado esto.
Soy un estúpido.
Supongo que no podré volver a ver a la cara a la señora Usui. Ni a Pilika…
Solo esperaba ver a Horo y pronto…
Encogí mis piernas y metí la cabeza entre mis brazos.
Ojalá todo fuera un sueño y en que cualquier momento la alarma me despierte.
Espero sea luego.
El día paso solitario. Evité a todos mis amigos. No podía enfrentarlos, estaba avergonzado, todos ya sabían lo ocurrido. Y no solo ellos, si no que gran parte de la gente de mi escuela estaba al tanto del "chisme del momento", me miraban feo y cuchicheaban entre ellos cuando me veían pasar.
¡Estaba harto!
Me alegraba que ya teníamos que irnos a nuestras casas, así no tenía que verle la cara a nadie más.
Inconscientemente me fui por el camino cercano a la casa de los Usuis. En realidad, tenía la esperanza de verlo, aunque fuera de lejos.
—¡Tú! ¡Maldito Ren! —Hao venía de frente a mí por la calle.
Lo que faltaba.
—No estoy de ánimos idiota. Ándate.
—¡Es tu maldita culpa bastardo! —Me gritó furioso tomándome del pecho de mi polera.
—¡Ya lo sé, soy la peor escoria de todas! ¡Ya!
—¡Por tu culpa se irá! —Me zamarreó dejándome anonadado.
—¿Que dijiste?...
—¡Que se va imbécil! ¡Se va de la ciudad de vuelta con su papá!
Mis ojos se abrieron hasta más no poder. Sentía como se ponían vidriosos al instante y mi respiración se agitaba.
Esto no podía ser.
—No es verdad…
—¡Pero lo es maldición! —Gritó Hao con lágrimas en los ojos.
Lo empujé con fuerza sacándolo de mi camino y me puse a correr tan rápido que mis plantas dolían al chocar contra el suelo. Tenía que ver a Horo. Tenía que hablar con él.
No podía irse. No podía abandonarme de un momento a otro.
No me quedaba nadie. Solo él.
Divise un auto saliendo de la casa de los Usuis. Me cayó como un balde de agua fría.
Enseguida entendí que ahí dentro iba Horokeu. Mi amado Horo. Al cual ya no vería.
Corrí en dirección al automóvil haciéndole señas con mis manos, engañado por la estúpida esperanza de que se detuviera y que Horo se bajara.
Pero esto no ocurrió. La señora Usui me ignoró por completo.
Vi como el cabello celeste se asomaba por la ventana. El rostro de Horokeu estaba tan triste como el mío.
Nos miramos por unos segundos y su mamá de pronto bajó la velocidad. Supuse que a petición de él.
—Te extrañare Ren —Dijo con un aire de nostalgia. Sus ojos lucían apagados. Me pregunté qué habrían hablado con su madre.
—No te dejare ir tan fácil. Yo te quiero tanto —Mi voz salió en un hilo quebrándose al instante en llanto.
La velocidad del auto volvió a subir haciéndome comenzar a correr más rápido otra vez.
—¡Te quiero tanto que no te imaginas Horo! —Grité a todo pulmón viendo como los labios de este pronunciaban un "yo también" que quedó grabado en mis ojos.
Me detuve observando cómo se alejaba de mí. Como se hacían más pequeños y difíciles de divisar en el camino.
Mis lágrimas no dejaban de gotear por mi cara. Mi corazón se apretaba y mis manos temblaban.
El sonido a mi alrededor se había apagado. Solo estaba yo parado en ese lugar vacío.
A veces me sorprendía lo egoísta que podía llegar a ser.
Debido a mi egoísmo había perdido a dos personas importantes en mi vida.
Horokeu y Pilika.
¡Otra vez ando por aquí mi gente! Bueno, ya vamos llegando al final de este fic, que siempre me demoro como 84 años en actualizarlo, pero esta vez no lo hice tanto jkdkjd Le he agarrado cariño a esto, pero bueno, todo tiene un final ;(
Sin más me despido. Espero que este 2020 nos deje de traer sorpresas XD con eso de Anonymus ya no sé qué verga nos espera después kjfaj ¡Se me cuidan!