¡Hola a todos!
Bien, antes de empezar quiero aclarar que este es mi primer fic, y espero que sea de su agrado.
Esta historia tratará sobre Pokemon Reloaded, un juego fan creado por F3R y sus colaboradores, solo que será una versión mía sobre los hechos y algo diferente al juego real.
Espero que les guste y cualquier cosa que piensen pueden dejarla en un review, aceptaré cualquier consejo u opinión.
Ahora sí... ¡Empecemos!
Capítulo 1: "Una aventura más allá de nuestro mundo"
Un fuerte viento azotó los restos de una gran ciudad en ruinas. Justo allí, arrodillado en medio de una de las calles, se encontraba un joven de aproximadamente quince años. El chico de cabello negro estaba cabizbajo, con su cuerpo temblando y su respiración algo forzosa.
El viento se hizo aún más fuerte que antes, provocando que el joven alzara levemente su mirada hacia el frente, donde tres figuras habían aparecido.
Una de ellas era similar a un gran dragón anaranjado, de inmensas alas y con unos intensos ojos de color rojo, acompañados de un negro tan oscuro como un abismo. A su lado, estaba otro joven de cabello azabache y con una bufanda celeste, tenía una mirada inexpresiva pero a la vez muy intimidante. La tercera figura era similar a un caballero, solo que tenía una forma más femenina, junto con un par de alas puntiagudas plateadas y rojas. Y desde su casco se asomaba un mechón de cabello rojizo el cual cubría la mitad derecha de su rostro. Al igual que el dragón, los dos jóvenes tenían un brillo carmesí en sus ojos, solo que los de la chica eran mucho más intensos.
El dragón soltó un feroz rugido, provocando que el joven arrodillado tuviera que ponerse algo firme para evitar ser arrastrado por el grito. El de bufanda celeste, que justo se encontraba al lado del dragón, acarició su lomo y lo palmeó tratando de tranquilizarlo.
– No lo hagas, nosotros no somos quienes deben hacerlo – dijo con un tono neutro observando al dragón, el cual solo gruñó con ligera molestia – "Él" es quien debe encargarse.
Otro viento se hizo presente, provocando que el ambiente se tornara algo más pesado y sombrío. Acompañado de eso, un pequeño nubarrón se formó en el oscuro cielo por encima de ellos, donde justo en su centro una gran figura de color negro puro descendía con lentitud. Aquella forma era similar a un fantasma, tenía un "cabello" de color blanco el cual cubría una parte de su rostro, dejando a la vista un ojo de un color carmesí mucho mayor a quienes estaban rodeando al joven. También poseía una especie de collar violeta en el cuello, con varias puntas afiladas.
El fantasma una vez que descendió hasta donde todos se encontraban dirigió su fría mirada hacia el joven de cabello negro, el cual solo se mantuvo en silencio mientras los otros estaban alertas.
– Eres un idiota – le dijo al chico mientras se le acercaba – ¿Realmente creíste que podrías hacer algo? Abandonaste este mundo hace tanto tiempo… ¡¿y ahora quisiste hacerte el héroe?! – Le gritó en la cara, provocando que el joven retrocediera un poco, pero sin mirarlo al rostro.
Los otros dos estaban atentos de hasta el más mínimo movimiento de su rehén, dispuestos a matarlo si hacía algo sospechoso. La chica de hecho ya había desenfundado un sable que llevaba consigo, la cual tenía un gran filo y brillaba como un diamante.
– El gran Lucas Drake… no resultaste más que una farsa… ¡solo eres un niño estúpido! ¡Que cree en algo tan irreal como la esperanza! – Gritó el espectro, sujetando con fuerza la cabeza del chico y forzándolo a que lo observara directamente – pues… ¡esta es la verdad! Y la verdad… ¡es que eso no existe!
Y tras aquello, el fantasma lanzó al joven varios metros hacia unos escombros, los cuales se rompieron debido al violento impacto. Luego de eso, el ente frunció el ceño para después extender su brazo y lanzar un potente rayo de energía violeta oscuro, el cual impactó contra el lugar donde el joven había sido lanzado.
– ¡Muere! – Gritó mientras con su ataque borraba todo lo que antes había quedado de los escombros, volviéndolo todo cenizas.
– ¡AHHH!
Lucas se despertó de golpe, exaltado y con la respiración a mil por hora. Sudaba frío y no entendía lo que le pasaba. Con algo de prisa buscó en su mesa de luz sus lentes y se los colocó logrando así despabilarse un poco.
– ¿Qué…? ¿Qué fue…? – Se preguntó en voz alta, viendo su habitación de un lado a otro – ¿Solo…? ¿Fue solo un sueño…? – Se levantó de su cama lentamente, buscando con la mirada su ropa que por el impulso había quedado repartida por el suelo.
Lucas era un chico de unos catorce años, de cabello negro corto y de unos ojos café oscuro. Usaba unos lentes cuadrados de color negro.
Lucas terminó de vestirse, colocándose una remera casual de color marrón claro junto con unos pantalones azules. Luego de eso, dirigió su mirada hacia un reloj que tenía colgado sorprendiéndose de que fueran las ocho de la mañana, había despertado justo a tiempo.
Él vivía con su padre y su madrastra en Buenos Aires, Argentina. Su madre hacía tiempo que se había separado de su pareja, pero así y todo no dejaba de ver a su hijo en varias ocasiones.
– ¿Me pregunto… qué habrá sido eso? – Se preguntaba mientras se vestía. Al terminar, dirigió su mirada a su Netbook, la cual descansaba en una parte alejada de una mesa de luz que tenía al lado de su cama – esa cosa… parecía un… – sacudió bruscamente su cabeza ante aquella idea – es una estupidez… – dijo en voz baja, para después escuchar a su padre llamarlo.
– ¡Lucas! – Gritó el adulto, golpeando la puerta de su habitación – ¡Arriba!
– ¡Ya voy! – Le respondió dirigiéndose a la puerta. Antes de salir, le dio un vistazo a todo su cuarto, para cerciorarse de que todo estuviera en su lugar. Su habitación era algo simple, tenía un ropero, unos estantes, una tele, entre otras cosas. Lo que si destacaba, era una foto que tenía en uno de los estantes, la cual mostraba a Lucas unos años atrás sonriendo frente a un parque. Justo delante de la misma, se encontraba una pequeña cinta de color rojo algo desgastada. Miró al suelo por un momento, para después finalmente salir de allí.
Durante el desayuno, Lucas se mantuvo en silencio, apenas si le había dicho "buenos días" a su padre o siquiera le había dirigido la palabra. Todo aquello no pasó desapercibido por el adulto, quien también notó algo extraño en su hijo.
– Estás muy pálido – le dijó, provocando que el joven obtuviera su atención por un momento – ¿Estás bien?
– Si… – respondió para después seguir con su desayuno – solo tuve una pesadilla… no recuerdo bien que era, pero no es nada importante… no te preocupes – le sonrió a su padre, el cual no quedó muy satisfecho con aquella respuesta pero no insistió más, no quería molestarlo demasiado solo por una pesadilla.
Una vez finalizado el desayuno, ambos se despidieron no sin antes que el adulto le avisara que lo tendría que esperar a la salida del colegio, debido a que ese día trabajaría hasta muy tarde. Lucas le dijo que no tenía ningún problema y una vez que su padre se fue, comenzó a organizar sus cosas para la escuela.
Su uniforme constaba de una camisa blanca, unos pantalones grises y un par de zapatos de color negro. La camisa traía consigo el logo del instituto junto con el escudo del país.
La escuela a la que iba se encontraba algo alejada de su casa, por lo que debía viajar un largo trayecto en autobús para llegar. Y debido a sus estrictos horarios el joven a veces debía rezar para llegar a tiempo.
Pero ese día era diferente. En lugar de correr hacia la parada del autobús y así poder tomar uno más rápido como solía hacer, el chico caminaba en silencio y con la mirada perdida en el suelo. Pensando en aquel extraño sueño que había tenido.
El cómo estaba rodeado por aquellas cosas.
Como lo tenían aprisionado y amenazado.
Y como aquel ser lo borraba con ese ataque.
Lucas entonces pudo recordar donde había visto aquellas cosas antes. El dragón se trataban de un Charizard y el fantasma un Darkrai, aunque este era diferente a los que conocía, ya que los ojos normales de estos eran celestes y los de su sueño eran rojos, además de que lo que fuera que llevara en su cuello normalmente era rojizo, pero este era violeta.
No comprendía la razón de aquel sueño, siempre había visto a esos seres como un método de entretenimiento tanto en juegos como en la serie de la TV. Además de que nunca había visto algo como eso hasta entonces.
Hundido en sus pensamientos no supo en qué momento fue que llegó a la estación del bus y una vez allí esperó pacientemente a que llegara. Milagrosamente, no demoró mucho en aparecer y casi vacío por lo cual encontrar asiento no fue tan difícil.
Durante el viaje, el joven observaba por la ventana del vehículo las cosas pasar tratando de despejar su mente. Pero no podía, aquella escena no desaparecía de su cabeza sin importar cuanto se esforzara.
Una vez que llegó a su destino el joven se bajó y caminó un par de calles hasta llegar a la entrada del instituto. Pero justo antes de ingresar, un destello azul cruzó el cielo a una gran velocidad sorprendiéndolo. Se quedó en su lugar aún sorprendido intentando saber si lo que había visto fue su imaginación o no, pero al no ver nada más intuyó que fue lo primero.
Sin dar más vueltas al asunto, el chico ingresó al instituto. El lugar no era nada del otro mundo, aunque si era un establecimiento muy grande. Tenía varios edificios diferentes en los cuales practicaban diferentes actividades, tales como natación, futbol, entre otros. El área de estudio se encontraba justo en el centro, por lo cual tenía un largo trayecto por delante.
Tras unos minutos de caminata, el joven llegó a su escuela y al ingresar subió al piso superior de esta. Allí fue hacia un bufet que trabajaba ahí y compró algo para comer.
No fue hasta que salió del local cuando cayó en cuenta de algo, estaba completamente solo. No había ni un solo alumno ni maestro en todo el edificio.
– ¿Dónde están todos? – Pensó confundido, hasta que vio a uno de los tantos profesores que tenía – disculpe… ¿dónde está todo el mundo?
El adulto lo miró sorprendido.
– ¿Qué hace a esta hora alumno? Hoy se tenía que entrar a las dos de la tarde – le indicó a Lucas, dejándolo algo pálido ya que recién eran las once de la mañana.
– ¿Co-cómo? – Le preguntó sin poder creerlo, a la vez que dejaba caer lo que había comprado.
– Hoy se organizaba la "Expo" ¿acaso se olvidó? – Cuestionó mirándolo con seriedad, pero a la vez con ligera burla.
Lucas se quedó de piedra en donde estaba y con los ojos abiertos como platos.
¿Cómo podía ser tan tonto? Lo había olvidado por completo, había olvidado que ese día era la expo que hacían cada año. Se destensó un poco al recordar que con su grupo ya habían hecho su parte, pero suspiró algo agotado por su torpeza.
La "Expo", como así lo llamaban, consistía en una muestra pública de los alumnos sobre proyectos que habían hecho durante todo el año, ya fueran personales o por petición de los profesores.
Luego de darse un fuerte golpe en la cara, Lucas decidió caminar por la escuela para matar el tiempo en lo que la expo comenzaba. Cerca de la una y media de la tarde se encontró con John, uno de sus amigos.
John era un chico de 14 años, tenía ojos verdes opacos y su cabello era marrón oscuro tendiendo a negro, con una tez algo pálida y ligeramente robusto.
Cuando se encontraron, John le preguntó el por qué estaba allí tan temprano, ya que si sabía algo de su amigo era que de puntual no tenía nada y, al escuchar el motivo, no pudo evitar reírse por su torpeza como tampoco aprovechar eso para hacerle burla. A Lucas no le molestó tanto ya que admitía que su torpeza no podía ser mayor.
Pasado ya un tiempo, la Expo finalmente comenzó.
Tanto Lucas como John se dirigieron hacia su respectiva sección, la cual compartían. El único inconveniente fue que estuvieron casi toda la tarde sin hacer prácticamente nada. Debido a que nadie entraba a echar siquiera un vistazo.
Lucas estaba que en cualquier momento se dormiría en donde estaba, aunque era una suerte que por lo menos podía hablar con algunos de sus amigos y compañeros de curso. Ya que la mayoría le había tocado estar en su misma sección. Ese era el caso de Zeke.
Zeke era el mejor amigo de Lucas y su compañero de asiento. Era un chico de unos 13 años, de cabello negro un poco más claro que el de Lucas y unos ojos castaños. Al igual que su amigo, Zeke usaba unos lentes, solo que estos eran un poco más pequeños.
Ambos se llevaban muy bien pese a ciertas complicaciones, ya que de lo que Zeke más destacaba era el ser un chico energético pero muy poco responsable, llegando a meter en problemas a Lucas cuando de trabajos en grupos se refería o cuando la parte más importante siempre la tenía él. Mientras que Lucas solía muchas veces ser alguien un tanto cortante cuando no se sentía de buen humor.
Lucas no era alguien de tener muchas amistades y por eso agradecía las que tenía, sobre todo la de Zeke ya que era con quien más hablaba seguido de John.
– Esto es aburrido – mencionó Zeke bostezando con mucha pereza – de haber sabido me hubiera quedado en casa.
– Yo también… – respondió Lucas igual de cansado, observando lo que estaba exponiendo y se suponía debía explicar – y pensar que preparamos esto para nada… encima nos costó mucho trabajo hacerlo – cerro los ojos un tanto cansado para luego observar a su amigo – como sea, ¿y…? ¿Qué tal vas con tu novia? – Preguntó para intentar distraerse con algo.
– Ya no sé – respondió con desgana mientras se cruzaba de brazos – últimamente tuvimos muchos problemas y discusiones, tal vez esto no funcione.
– Si no te sentís cómodo no sigas, relaciones así no llevan a ningún lado – aconsejó, para luego mirar al suelo – y pensar que este ya tuvo varias novias… y yo ni siquiera tengo el valor de hablarle a ella…
Pero sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Zeke le habló.
– Gracias Lucas, lo tomaré en cuenta pero… ¿por qué tienes esa cara? – Le cuestionó al ver el rostro un tanto frustrado de su amigo.
– No es nada – dijo desviando la mirada, pero sabía que tenía que cambiar de tema rápido antes de que su amigo insistiera más – cambiando de tema, ¿estas al tanto de dragon ball?
– No del todo, ya no recuerdo por donde me quedé – respondió Zeke – igual yo esperaré hasta que termine para poder ver todo de una.
Lucas solo negó con la cabeza a la vez que sonreía. Zeke también sonrió y zanjaron allí el tema.
O al menos eso pensaba.
– ¿Volviste a pensar en ella verdad? – Soltó repentinamente, alarmando al chico a su lado quien lo miró alterado.
– ¡¿Qué?! ¡¿Cómo?!
– Eres casi un libro abierto Lucas – explicó Zeke recostándose en su asiento y utilizando sus brazos como apoyo – si sigues como ahora no vas a lograr nada, tu forma de ser no creo que le atraiga.
– ¡Zeke! – Gritó Lucas sonrojado, llamando la atención de al menos la mitad del salón incluida la del docente a cargo. Apenas se dio cuenta desvió la mirada avergonzado.
– ¿Qué le pasa a Lucas? – Preguntó Minho, uno de sus compañeros que se encontraba cerca de ellos.
– Está pensando en una chica – respondió como si nada sonriendo.
– ¡Zeke! – Gritó nuevamente Lucas, aunque esta vez un poco más bajo. Estaba por golpearlo cuando el nombrado levantó su dedo índice frente a él mientras sonreía.
– Ah no, ¿recuerdas lo que pasó la última vez? – Preguntó con tranquilidad pero con una mirada desafiante.
Apenas lo hizo se dio un fuerte golpe en la cara y desvió la mirada molesto. Había olvidado que se lo debía, ya que una vez por error reveló un secreto de Zeke y lo hizo pasar bastante mal. Esta era su venganza.
Frustrado, se dejó caer sobre su asiento soltando un fuerte bufido y se cruzó de brazos en silencio.
– ¿Y? ¿Quién es esa chica? – Le preguntó Minho a Zeke en voz baja, tapándose la boca para aguantar la risa – ¿Acaso es Lucía? – Cuestionó mientras observaba a dicha chica, la cual se encontraba algo de allí.
Lucas al oír eso levantó la vista para ver a la susodicha, quien estaba -aparentemente- enviando mensajes con su celular.
Lucía era una chica de unos 14 años, de cabello castaño claro y unos ojos cafés.
En el caso de Minho, él era un chico de 13 años, un poco alto para su edad y con el cabello negro oscuro. Tenía ojos de color marrón claro y una tez algo morena.
Lucas la observaba, debía admitir que al principio le pareció linda, pero luego se dio cuenta que su actitud no era de su agrado. Era un poco competitiva y arrogante, por lo cual poco a poco fue perdiendo el interés.
Aunque antes de eso, él la veía para tratar de olvidar a aquella chica que le gustaba pero que estaba aún más lejos de su alcance. Tanto por la distancia como por el tiempo, y todo por culpa de las mudanzas.
Sus pensamientos fueron nuevamente interrumpidos por Erik, otro de sus compañeros como también uno de sus amigos.
Erik era un chico de unos 13 años, de cabello castaño oscuro y ojos verdes. La mitad izquierda de su rostro estaba cubierta por una caída de su cabello. El chico tenía una baja estatura para su edad.
– Oye ¿quién es la chica de la que habla Zeke? – Le preguntó curioso mas no obtuvo alguna respuesta de su amigo – vamos, nos dejó a todos con la duda y no quiere decirnos.
Lucas se volteó a ver a su amigo, quien sonreía mientras a su alrededor algunos chicos intentaban sacarle información.
– No es algo que te importe – respondió molesto Lucas.
– Claro que sí, ¿no somos amigos acaso?
Lucas solo suspiró, para luego darle un leve cabezazo a la mesa. Erik entendió que no podría sacarle información alguna, por lo que se retiró nuevamente con los de su grupo.
Cuando lo dejaron en paz, Zeke se acercó a Lucas y le movió el hombro. Tardó un poco en responder, pero cuando lo hizo le dedicó una de sus peores miradas.
– ¿Satisfecho?
– Algo, pero todavía no es suficiente – respondió con un tono arrogante, para luego sonreír con sinceridad – es broma, lamento haberte hecho pasar por esto.
– No es nada – dijo soltando un suspiro – me lo merecía de todos modos.
Ambos conversaron por un rato sobre otras cosas, pero no pudieron continuar ya que Zeke recibió una llamada de su madre pidiéndole que regresara a casa. El chico se extrañó un poco por aquella petición, pero igualmente aceptó. Se despidió de sus amigos y le avisó al profesor que se encontraba de turno la situación, este pareció comprenderlo y le permitió retirarse.
– Genial… ¿ahora qué? – Pensó resignado Lucas al ya no tener nada con que matar el tiempo.
Las horas pasaban y Lucas se moría de aburrimiento, hasta que a John se le ocurrió jugar con sus Netbooks. El chico se negó al principio, pero terminó cediendo ya que este le explicó que nadie les iba a decir nada, pues nadie pasaba por allí y el profesor también estaba en su mundo.
Al encender la máquina, tanto Lucas como John se dirigieron a una carpeta que tenían en el escritorio, con el nombre de "Pokemon Reloaded".
– Tengo un nuevo equipo que seguro aplasta al tuyo – le dijo desafiante.
– De seguro son puros dragones, ¿sigue tu Garchomp ahí o ya lo cambiaste? – Le preguntó, ante esa pregunta John se molestó un poco.
– ¡Sigue! ¡Si sabés que es el mejor! ¡Nunca le ganaron!
Lucas solo suspiró, para luego sonreír con arrogancia.
– Que yo recuerde, en nuestra última pelea mi Dragonite lo venció como si nada – le respondió, a lo que John miró hacia otro lado como haciéndose el desentendido.
– Suerte… – murmuró molesto para después poner su Netbook sobre la mesa – esta vez va a ser diferente. Carga ese equipo y pongámonos a pelear.
Los dos entraron al juego, y llevaron a sus respectivos personajes a los CP (Centros Pokemon) para cargar sus equipos y así pelear en una misma PC. Una vez transferidos ambos equipos, los dos se prepararon.
El equipo de Lucas estaba compuesto por: Sceptile, Infernape, Swampert, Dragonite, Krookodile y Electrode.
El equipo de John constaba de: Garchomp, Haxorus, Hydreigon, Charizard, Kingdra y un Darkrai.
Lucas al ver a ese Darkrai recordó la pesadilla que tuvo, la cual casi había logrado olvidar. Una expresión de ligero terror se formó en su rostro, cosa que no pasó desapercibida por John.
– ¿Te pasa algo?
Lucas rápidamente se reincorporó, tratando de fingir que no pasaba nada.
– Nada, no es nada – respondió para después observar la pantalla – ¿Empezamos?
Ambos asintieron y comenzaron el combate.
La batalla comenzó muy pareja, pero se centró más entre Dragonite y Garchomp, en donde el dragón volador estaba envenenado y con poca vida, mientras que el otro solo tenía la vida baja. Con un fuerte ataque de Enfado, Dragonite consiguió vencer al dragón de tierra, pero cayó debilitado por el envenenamiento.
– Doble K.O… – dijeron ambos al mismo tiempo, hasta que John saltó con una sonrisa – ¡Igualmente mi Garchomp sigue siendo mejor!
Luego de eso el siguiente pokemon de John salió al combate, el cual se trataba de Darkrai, Lucas intentó nuevamente ocultar su preocupación preguntándole a John el porqué de usar a ese legendario.
– No tenía a quien poner… – se excusó.
La pelea continuó, para sorpresa de Lucas, con una victoria arrasadora del Darkrai una tras otra. Básicamente, había derrotado al resto del equipo él solo, quedándole Sceptile como último oponente.
El pokemon planta fue llamado al combate pero, para sorpresa de ambos, quedó estático en su lugar al igual que Darkrai. Ninguno de los dos podía mover a su respectivo pokemon.
– ¿Qué pasa? – Preguntó confundido John, forcejeando un poco con las teclas para que su Darkrai reaccionara.
Los dos estaban atentos a la pantalla, donde repentinamente esta comenzó a mostrar varios glitchs y errores por todos lados. Luego de eso, se escuchó un grito seguido de un "Screamer" con la cara de Darkrai, para que después la pantalla se apagara.
Ambos retrocedieron por el susto, que aunque no fuera la gran cosa, los tomó completamente desprevenidos.
– ¡¿Qué ra…?! ¡¿Qué diablos fue eso?! – Preguntó John completamente alterado. Pero se sorprendió al ver a su amigo.
Lucas no decía nada, pero estaba respirando rápido casi hiperventilando.
Lo había visto, en lo poco que había durado, había notado como los ojos de ese Darkrai eran rojos como el de su pesadilla.
No podía ser, ¡eso nunca había existido! ¡No tenía ningún sentido!
¡¿Y desde cuándo ese juego tenía "Screamers"?!
– Oye, en serio… ¿estás bien? ¿Tanto te asustó? – Le preguntó, esta vez preocupado al notar que su amigo no se había movido desde el susto.
Lucas retrocedió de donde estaba, miró a su alrededor notando la extrañada mirada de todos en el salón, como sin entender que le pasaba. John se le acercó pero el chico se alejó.
– Necesito… solo necesito un descanso… – informó, para luego salir rápido del salón dejando a todos intrigados.
– ¿Qué le pasa? – Se preguntó John viendo por donde su amigo se había ido. Pero antes de hacer algo escuchó un ruido por una ventana que tenía cerca. Al dirigir su mirada allí no pudo ver nada, pero juraría que había escuchado una risa.
Mientras tanto, con Lucas
Él chico caminaba medio tambaleante y torpe entre la gente. A su alrededor, todos lo miraban confundidos, pero él los ignoraba.
– ¿Qué fue eso…? ¿Qué está pasando? – Se preguntaba a sí mismo sin entender nada.
Primero había tenido ese sueño raro, luego ese screamer de la nada, ¿algo más?
Y para su mala suerte, sí.
Por andar perdido en sus pensamientos terminó chocando con alguien que venía de frente también distraído, cayendo ambos al suelo. Mientras se disculpaba y ayudaba a levantar a esa persona, que resultó ser una chica, se llevó una ligera sorpresa al ver de quién se trataba.
– ¡Hola Lucas! – Saludo la joven.
– No… no puede ser… – dijo, a la vez que se le formaba una sonrisa – ¡Sarah!
Se trataba de su amiga de la infancia. La chica era de su misma edad, con el cabello color dorado y de ojos celestes. Al igual que Lucas, ella también usaba lentes, los cuales eran de un color violeta oscuro. Ellos se habían conocido en la primaria, pero por temas de mudanza no pudieron volver a verse.
Lucas no podía estar más feliz, desde hacía mucho tiempo que quería volver a verla.
– ¡Hola! ¿Cómo estás? – Le preguntó alegre el chico, pero en eso, lo asaltó una duda – un momento, ¿qué haces aquí? ¿Cómo sabías de esto?
Sarah solo se rió por lo que dijo su amigo, dándose cuenta de lo despistado que era.
– Ay Lucas, algunas cosas nunca cambian – dijo negando un poco con la cabeza – fuiste tú quien avisó a todos por Facebook que hoy era la "Expo" de tu colegio – le dijo, avergonzando mucho al chico.
– Lo siento… se me olvidó…– se disculpó rascándose la cabeza nervioso.
– No importa – le respondió con una sonrisa – sabes… mi mamá está ahora trabajando cerca de aquí y me dejo venir por mi cuenta pero, no conozco mucho este lugar… ¿quieres dar una vuelta conmigo y mostrarme? – Le preguntó, sorprendiéndolo – además podríamos charlar un poco más.
– ¡Claro! – Dijo sin pensarlo dos veces – no tengo problema, después de todo nadie iba a donde yo estaba exponiendo.
Los dos comenzaron a recorrer todo el lugar, siendo la chica guiada por el joven. En el camino le contó todo lo sucedido desde que se dejaron de ver. Le contó sobre todos los lugares a los que fue, sus experiencias en la escuela, sus nuevos amigos como también enemistades.
Recorrieron diferentes salones, saludando de paso a algunos compañeros de Lucas. Vieron diferentes partes de las instalaciones, así hasta llegar a una zona un tanto apartada, la cual usaban comúnmente para clases de educación física y torneos de futbol. En esa zona se encontraba muy poca gente exponiendo algunas cosas al aire libre, ya que no entraban en ningún otro lugar.
Mientras tanto con John
– El idiota si no viene va a estar en muchos problemas… – pensaba el chico mientras le explicaba a unas personas que entraban sobre lo que estaba exponiendo. Sin saber cómo, la gente empezó a entrar de a montones y a preguntar de todo, John no podía estar ni 2 minutos sin tener que dar la misma explicación una y otra vez.
Lucas iba a estar en serios problemas si el profesor se enteraba de que no había regresado.
– ¿Tienen idea de a donde se metió? – Le preguntó a sus compañeros de al lado cuando pudo.
– Si vos no sabes… – le respondió uno, para después seguir con lo que estaba haciendo.
– Erik… – llamó al chico, quien se encontraba cerca suyo junto a Minho.
– No lo sé, en lo poco que me dejaron salir no lo vi – respondió con tranquilidad – pero será mejor que vuelva antes de que se entere el profesor.
John se levantó, tomó la Netbook suya y la de Lucas para que nadie se las llevara o hiciera algo, y se acercó al profesor.
– Disculpe… ¿puedo retirarme un rato? No será por mucho.
– Está bien – le respondió serio el adulto.
Pero justo cuando estaba por salir, Erik lo detuvo.
– ¿A dónde vas?
– Voy a ir a buscarlo.
– Guau… ¿John preocupándose por Lucas? ¿Estás bien? ¿No te golpeaste la cabeza? – Preguntó con burla, a lo que el chico solo lo miró con enojo.
– Me importa poco lo que le pase. Pero si se mete en algún problema nos lo va a dar a todos. Y quiero ahorrarme el sermón – explicó molesto para luego abandonar el salón.
Mientras tanto, con Lucas y Sarah
Ambos se encontraban sentados frente al área en donde se realizaba educación física. La ligera brisa y la sombra del lugar lo hacía un sector relajante. Lucas estaba sobre el pasto descansando, estando Sarah a su lado.
– Es muy lindo este lugar – dijo ella con una sonrisa, observando todo a su alrededor.
– Si, fue algo difícil entrar aquí, pero no me arrepiento de nada – respondió también con una sonrisa, observando el paisaje.
– ¿Y cómo te fue? – Le preguntó, confundiendo un poco al chico – ya sabes, cuando te mudaste y cambiaste de escuela, ¿cómo te fue allí?
Pero se sorprendió al ver que el chico había bajado la mirada.
– No quiero hablar de eso. Es… algo que quiero olvidar…
Ella se le acercó un poco preocupada.
– Tranquilo, puedes decírmelo – pidió, pero Lucas se negó, por lo que dejó de insistir.
– Lo bueno es que en este lugar… – dijo mirando al cielo – las cosas son un poco diferentes… para bien…
Queriendo aliviar un poco el ambiente, siguieron hablando un poco más sobre otras cosas. Y mientras ellos hablaban, alguien los observaba.
– Así que aquí esta ese idiota – murmuró molesto John hasta que notó a la chica que estaba con Lucas – ¿Y ella? – Se preguntó sorprendido al no reconocerla.
Estaba sorprendido de ver a su amigo con alguien, más con una chica, ya que ninguna le hacía caso, o por lo menos él no trataba de hablarles. Lucas no solía juntarse con nadie que no fuera muy conocido suyo, lo cual hacía eso más extraño todavía.
Se encaminó hacia él para avisarle sobre el inconveniente, pero a medio camino se le ocurrió hacerle una broma. Sabía de antemano que Lucas era alguien que si se lo molestaba bien se enojaba con facilidad, por lo que dejó las computadoras en el suelo y a paso lento se fue acercando.
Mientras tanto, la mente de Lucas era un caos, como si se tratara de una mesa de debate. Desde hacía tiempo que Sarah le gustaba, era ella de quien Zeke se estaba refiriendo antes. Nunca había tenido el valor de decírselo. Allí mismo tenía una oportunidad de oro y que probablemente jamás se repetiría. No quería perder aquella chance, pero tampoco tenía el valor suficiente.
– ¡Díselo! – Gritaban unas voces dentro de su cabeza.
– ¡No tendrás otra oportunidad así! – Gritaban otros – ¡El que no arriesga no triunfa!
– ¡No lo hagas! – Se opusieron otros – ¡Podrías arruinarlo!
– ¡Díselo ahora, Mocoso!
– ¡Ya cállense! – Gritó Lucas, silenciando a todos –…– hubo un minuto de silencio hasta que – ¡Esta bien! ¡Lo hare!
De nuevo en la realidad, Lucas estaba con su puño en alto mirando a la nada, lo cual confundió a Sarah.
– ¿Lucas? ¿Qué te pasa? – Le preguntó, devolviéndolo a la realidad.
– ¡Nada! ¡Nada! – Negó un poco avergonzado, haciendo sonreír a la chica.
– Bueno, no era para tanto. Aunque te veías gracioso estando como en la luna – agregó riéndose un poco. Lucas le siguió el juego.
Cuando terminaron, los dos se miraron, el caos volvió a la mente de Lucas.
– ¡Hazlo ya! – Gritaron todos en su cabeza.
– Okey… – pensó, para después mirar a la chica – Sarah…
– ¿Si?
– Yo… este… – dijo muy nervioso y dudoso, sin saber que decir para no arruinarlo – tu…
– ¡HEY TORTOLOS! – Le gritó sorpresivamente John sacudiendo desde los hombros a Lucas con mucha fuerza, dándole un susto casi de muerte no solo a él, sino también a Sarah.
Apenas se recompuso, Lucas miró con muy molesto a John, el cual estaba que explotaba de la risa.
– ¡¿Qué te pasa idiota?! – Le gritó realmente enojado.
– ¡Oye! ¡Solo fue una broma! – Respondió John, pero recibió un golpe de parte de la chica – ¡¿Y tú qué?!
– ¡Te pasaste! Casi nos matas del susto – Le recriminó, a lo que John solo bufó.
– Como sea… ¡hey! – Le gritó a Lucas quien volteó la mirada aún molesto – ¡Tenemos que volver al salón!
– ¿Para qué? Si nadie va para allá.
– Todo lo contrario – aclaró tomándolo por sorpresa – está viniendo mucha gente y si no vas, nos meterás a todos en problemas.
Lucas se sorprendió y alarmó por lo que dijo John, por lo que decidió acompañarlo.
– Perdón, pero tengo que volver – le dijo a Sarah un poco apenado – nos vemos después… – se despidió, saludándola mientras se iba – espero…
Cuando estaban regresando, John levantó las Netbooks que se había traído. Pero al hacerlo se sorprendió de que ambas vibraran.
– ¿Qué…? – Dijo confundido Lucas al verlas. Sarah por curiosidad se acercó.
– ¿Qué pasa? – Preguntó ella.
– No lo sé, de repente comenzaron a vibrar y… – pero no termino de hablar, ya que repentinamente la pantalla de las máquinas comenzaron a emitir una potente luz dorada, que hasta se podía ver con las pantallas bajas.
John bajó ambas al suelo, aún sin entender que pasaba, y las abrió, cubriéndose de aquel brillo casi segador que salía de estas.
Sarah se acercó, pero repentinamente notó como de su bolsillo salía también una luz. Al revisar el origen, notó que se trataba de su celular.
– ¡¿Qué demo…?! – Gritó ella, pero de repente la luz se hizo más fuerte. Tanto que la cegó por completo – ¡Ha! ¡No veo nada! – Gritó, a la vez que dejó caer su celular.
– ¡Sarah! – Lucas la sostuvo antes de que se cayera – ¿Estas bien?
La chica se frotó un poco los ojos, mientras que Lucas la examinaba. No era nada, solo fue la sorpresa.
Los tres dirigieron sus miradas hacia los aparatos electrónicos, los cuales no paraban de emitir esa poderosa luz. La chica comenzó a preocuparse por lo que colocó su cabeza en el pecho del chico mientras lo abrazaba, buscando protección. Lucas se sonrojó ante eso, pero correspondió el abrazo. John rápidamente se les acercó aterrado, ya que de un momento a otro, una especie de esfera dorada había salido de la nada y los estaba rodeando.
– ¡¿Qué es esto?! – Gritó asustado al ver que las paredes de luz comenzaban a contraerse. Los tres se alejaron lo más posible y se colocaron en lo que sería el centro, observando como cada vez el espacio se hacía más chico. Las computadoras fueron consumidas por la luz y se desvanecieron cuando esta pasó sobre ellas, preocupando a los chicos al creer que lo mismo pasaría con ellos. Cuando ya prácticamente las paredes de luces estaban sobre ellos solo pudieron cerrar los ojos, esperando lo que ocurriría – ¡AHH! – Todos sintieron un gran ardor por todo su cuerpo, para luego de unos segundos no sentir nada.
–… … agh…
Abrió los ojos lentamente, sintiendo a la vez una suave brisa que recorría su rostro. Oyó también el sonar de algunas aves, cantando al son de una canción tranquila y relajante. El césped sobre el que se encontraba era sumamente suave y fresco.
Todo eso le hacía poder ignorar el fuerte dolor de cabeza que tenía, el cual comenzaba lentamente a desvanecerse.
Pasaron unos segundos hasta que recordó todo lo ocurrido.
– ¡AHH! – Gritó Lucas levantándose de golpe, despertando a sus dos amigos y espantando a las aves que antes cantaban. El chico confundido observó su alrededor mientras sus acompañantes se despabilaban – ¿Eh?
¿En qué momento llegaron a un bosque? ¿Dónde estaba la escuela?
– ¿Dónde…? ¿Dónde estamos…? – Preguntó el chico, esperando que la respuesta le llegara por si sola. Sus amigos terminaron de despertarse y, con la misma mirada confundida de Lucas, observaron su alrededor – agh… – el joven se sobó su cabeza al sentir una punzada en esta, el dolor que tenía no había desaparecido del todo.
– No… no lo sé… – respondió Sarah – pero, ¿ustedes están bien? – Preguntó preocupada, a lo que ambos respondieron con un sí.
– Ahora la cosa es, ¿dónde estamos y cómo llegamos aquí? – John dirigió su mirada al entorno nuevamente – es obvio que no estamos en ninguna parte de la escuela, que yo sepa no hay ningún bosque ni nada parecido – dijo, a lo que Lucas asintió – busquemos un lugar alto, tal vez podamos ver en dónde nos encontramos – ambos asintieron a lo dicho por John, por lo cual todos se encaminaron a una dirección al azar, buscando algún lugar que sobresaliera o tal vez encontrar algún indicio de dónde se encontraban.
Durante unos diez minutos caminaron en total silencio, y no solo de ellos. El propio ambiente estaba silencioso, ni siquiera había alguna ave cantando o emitiendo siquiera un sonido. Eso les preocupaba.
Era como si algo los asechara.
Y no estaban tan equivocados.
Un gruñido casi inaudible rompió el silencio que los rodeaba, fue una suerte que estuvieran muy alertas ya que posiblemente no lo hubiesen notado. Los tres observaron a su alrededor en busca del origen de aquel ruido, mirando cada rincón que su vista pudiera alcanzar. Sarah fue quien encontró lo que buscaban, aunque se congeló en su lugar al instante. Un gran par de ojos amarillos los observaban entre las sombras. La chica dio el aviso y los dos amigos se colocaron a su lado, un tanto intimidados por la mirada que recibían.
– ¡¿Qué rayos es eso?! – Preguntó-gritó desconcertado Lucas, haciendo que su respuesta llegara al provocar que aquellos ojos amarillos salieran de su escondite. Ahogó un grito al ver que se trataba de un dragón.
Espera… ¡¿un dragón?!
Al verlo detenidamente, tanto Lucas como John abrieron los ojos como platos. No solo porque tenían a un dragón frente a ellos, sino también por su aspecto y forma. Sus rasgos de murciélago, sus grandes orejas y esa nariz roja. No les cabía duda.
Se trataba de un Noivern, ¡un pokemon!
– Un Noi… Noi… – John apenas podía hablar del shock que tenía. Si antes estaba preocupado o incluso asustado, ahora estaba con el alma queriendo abandonar su cuerpo. Lucas no estaba en condiciones muy diferentes. Sarah por otro lado casi cayó desmallada, es que ¡tenía un dragón frente a ella! ¡Uno real y con aparentes no buenas intenciones!
Los tres chicos dieron un paso atrás sincronizados, pero apenas hicieron eso el dragón soltó un poderoso rugido que por poco y los manda a volar. Gritaron del miedo y corrieron con todo lo que tenían, sin voltearse siquiera y sin saber hacia dónde se dirigían.
El Noivern los siguió volando detrás de ellos. Era veloz, pero aquellos chicos parecían tener propulsores en los pies de lo rápido que corrían. Pese a todo, no fueron lo bastante rápidos y Noivern cayó frente a ellos, haciendo que frenaran de golpe y casi chocaran con el dragón. El murciélago lanzó un rugido, a lo cual fue respondido por un golpe casi involuntario en la cara por parte de John al tenerlo justo enfrente.
Noivern retrocedió un poco por el golpe, pero después observó de muy mala manera al chico. Luego de otro rugido intentó comérselo de un bocado, pero John fue más rápido y logró escapar junto con sus amigos.
Sarah aun en shock era arrastrada por Lucas, quien logró encontrar una cueva en la cual refugiarse. Los tres entraron en ella y al instante tomaron todo lo que tuvieran a su alcance (piedras, ramas, etc) y se lo lanzaron al dragón que intentaba entrar con ellos. Era muy grande para la cueva, pero poco a poco esta comenzaba a derrumbarse, dándole más espacio para entrar.
Al no tener ya nada más a su alcance y al ver que Noivern estaba casi sobre ellos, los chicos voltearon para buscar alguna una ruta de escape, pero se paralizaron al darse cuenta de que no había ninguna. Un callejón sin salida.
– ¡¿Y ahora qué?! – Gritó desesperada Sarah para luego voltear y ver al Noivern, el cual sonreía maliciosamente, posiblemente sabiendo la situación en la que se encontraban sus víctimas.
– Yo no… – dijo en un hilo de voz Lucas, para luego mirar a la chica – no… no lo sé… – ambos ante eso bajaron la mirada. Mientras tanto, Noivern avanzó otro poco. El chico dirigió su mirada hacia el rostro asustado de Sarah y suspiró, era ahora o nunca – Sarah… – la llamó a lo que ella, aún asustada, respondió – si este es el fin… hay algo que quiero decirte… quiero que sepas que yo…
¡PAM!
– ¡Lucas! – Fue lo último que escuchó antes de desmallarse.
Bien, hasta aquí sería el primer capítulo, espero les haya gustado.
¡Nos vemos en la próxima!