00. Prologo
Caminando con sus manos escondidas de su pantalón Jōnin, siente su frente sudar detrás de la tela de su hitai-ate y lamentablemente para él, ser uno de los mejores ninjas de Konohagakure no lo exime de la capacidad sudorípara frente al sol quemando sobre su cabeza.
Odio. Sudar.
Rápidamente, una lluvia de ideas pasa por su calurosa cabeza cuando piensa en lo que debería estar haciendo en este mismo instante en vez de estar caminando hacia el hospital de su aldea.
Odio perderme un entrenamiento
Una imagen de un hombre rubio, con seis largas líneas horizontales adornando sus mejillas y sonrisa boba cruza por su mente. Todo es culpa de él, como siempre, después de todo fue él quien le recomendó justo este día realizarse el chequeo médico que debe realizarse cada seis meses si quieres seguir ejerciendo como Ninja.
Como el mejor ninja.
El hospital es un gran edificio que justamente, queda al final de la aldea, encima de una loma. Quien sea que haya sido el arquitecto de la aldea claramente no tenía fija sus prioridades, dada la lejanía desde la puerta de entrada a la aldea hasta el recinto hospitalario. Abriendo una puerta de vidrio, el olor a antiséptico, enfermedad y gente se impregna en su nariz. Arruga el ceño.
Odio los hospitales.
Con la misma vitalidad con la que arrastro sus sandalias ninjas hacia el lugar, se acerca al mesón de las enfermeras, sacando un papel frente a una muchacha de cabello café y ojos grises, quien le sonríe con un marcado colorete en sus mejillas.
— Buenos días, Sasuke-kun — Saluda la muchacha, tomando el papel en sus manos — ¿Vienes por el chequeo médico?
Si sabe para que viene, ¿para qué pregunta?
Parece que la muchacha se da cuenta de su error, porque sus mejillas se colorean aún más.
— Déjame revisar que médico está disponible — Murmura detrás de la pantalla de un computador.
Sasuke Bufa. Puede sentir el nerviosismo de la muchacha incluso con el mesón interponiéndose entre los dos. Antes era unas sensación que le molestaba— como todos parecían perder las dos neuronas que tenían en su cabeza por su causa – sobre todo las mujeres – pero lamentablemente ya se ha acostumbrado a este trato diferente, y a la inutilidad que parece perseguirlo cada vez que una de estas muchachas no hace lo que se le pide.
— S-s-solo tenemos a Haruno-San disponible, Sasuke-Kun — La muchacha no lo mira, habla con la mirada puesta en la pantalla —, Todos los demás médicos están ocupados. ¿Te molestaría que ella te atendiera?
— Lo que sea
Su voz es fría, grave, aterciopelada. A la muchacha le recorre un escalofrió cuando escucha un entre tono de enfado en esa simple frase, y tecleando con una rapidez vertiginosa, le devuelve el papel con una mano demasiado temblorosa.
— Segundo piso, es en la oficina de Tsunade-Sama
Sasuke toma el papel y sin siquiera agradecer, se marcha con la misma parsimonia, alejándose de la enfermera a pesar de sentir la penetrante mirada de ella en su nuca. La olvida, como olvida a todo el público femenino que tiene el agrado de acercarse a él y son solo un par de pasos más adelante, se percata lo extraño de la situación. Aquella oficina no ha sido utilizada desde que la mandamás accedió a convertirse en la Hokage de la villa, ni siquiera su secretaria, Shizune, ha querido utilizarla.
En el camino por el hospital, puede escuchar las enfermeras suspirar, hablar a sus espaldas y hasta sentir sus mejillas coloradas. Sus ojos hambrientos, mirarlo. Esta es otra situación molestosa, pero que como todo en la vida de él, ha sabido ignorar.
No entiende por qué su indiferencia, parece, generar el efecto contrario y querer acercase más a él.
Una enfermera – quizás, la que tiene más agallas – se acerca a él cuando alcanza el segundo piso.
— ¿A dónde te diriges, Sasuke-Kun?
El muchacho pasa olímpicamente el tono meloso con que la chica pronuncio su nombre y le muestra el papel de su cita médica. La chica lo lee rápidamente y se lo entrega nuevamente.
— Entra al módulo 3, llevaré tu ficha clínica para que Haruno-San te atienda.
Sasuke es el primero en darle la espalda a la muchacha— una costumbre de él — y abre la puerta de la oficina indicada. Al entrar, casi puede sentir alegría y dicha al experimentar una agradable sensación de frio. Entra de golpe, cerrando la puerta detrás de sí, para que aquel glorioso aire no se escape.
Se queda ahí, esperando que la doctora lo atienda, y después de unos momentos, se acerca a las sillas situadas frente a un escritorio y toma asiento mientras espera.
¿Qué tanto puede cambiar su cuerpo en seis meses? Las revisiones médicas de usuarios con kekkei genkai son más rigurosas de las que se realizan en el restante de los shinobis, es una regla impuesta desde tiempos antiguos, una regla que odia con su vida, pero que ha aprendido a seguirla, por orden de su propia madre.
Siente la puerta abrirse, se da media vuelta para recibir a su doctora.
— Lamento la demora — Una muchacha de delantal blanco varias tallas más grandes entra a la habitación, en sus manos sostiene un portapapeles a la altura de sus ojos para leer el nombre del paciente —, Uchiha-San.
La muchacha baja la carpeta y por primera vez se miran a los ojos. Sasuke sabe que ella no es de aquí, la banda con el símbolo de Sunagakure la delata. Sin embargo, aquello no es lo que más llama su atención, si no que su cabello rosa pálido, y sus ojos verdes brillantes, casi tan claros como los del Kazekage, Gaara.
— Es el pelo, ¿verdad? — Le sonríe ella, al cerrar la puerta detrás de sí —, todos me miran con la misma cara y no, no me lo tiño, es de nacimiento.
No puede creer que la gran proeza de la medicina tenga el cabello rosado y sea una cabeza más baja que él. Debajo del gran delantal blanco, lleva un chaleco de corte oriental burdeo y una falda anudada a la altura de su cintura café claro, colores característicos de la gente de Suna.
El repiqueteo de sus tacones ninjas resuena en la habitación, acercándose a su paciente.
— Por favor, desnúdese desde la cintura hacia arriba y diríjase hacia la pesa — La chica apunta la pesa colocada a un extremo de la habitación, mientras camina hacia su escritorio — Le prometo que esto será rápido
El pelinegro – a regañadientes – hace lo que es pedido. Se quita su chaleco verde militar, sacándose inmediatamente la polera negra que siempre lleva debajo, mientras la muchacha de cabello rosa anota unas cosas rápidamente en su ficha.
Cuando sus pies tocan el frio metal de la pesa, la muchacha ya está a su lado anotando su peso.
— ¿Ha realizado cambios en su dieta recientemente, Uchiha-San? Ha bajado cinco kilos desde el último chequeo medico
— Hn — Sasuke evita responderle, pero ante la insistente mirada de sus ojos verdes, sabe que ella espera una respuesta — He tenido muchas misiones.
Ella asiente, anotando otras cosas en la ficha clínica, pasando a su lado, con su lápiz apunta el tallímetro al lado de la balanza, en la que el muchacho suspira cansadamente mientras con su espalda toca la fría pared.
— Mismo tallaje — Le comenta, anotando rápidamente el número en su ficha clínica — La próxima vez que venga este paso será innecesario. Siéntese en la camilla.
Sasuke odia recibir órdenes.
Y lo hace notar con cada rechinar de dientes, o con los gruñidos que otorga ante cada – afectuosa – petición. Sin embargo, la muchacha no parece inmutarse en lo más mínimo y la ve sacar un estetoscopio del bolsillo de su bata médica y depositar su ficha clínica a un costado de la camilla. Se calza las olivas del instrumento en las orejas, mirando los ojos de su paciente.
— Respire hondo, Uchiha-San — Calza el instrumento al centro de su pecho, donde siente el latir pausado del corazón de él, ella cierra los ojos para escuchar mejor su latido, y cuando los abre, se saca las olivas de sus oídos, tomando nuevamente su ficha clínica — Tiene el corazón de un hombre de cuarenta y cinco años, si no se alimenta bien, la próxima vez que venga al chequeo será de un hombre de cincuenta
Sasuke gruñe.
¿En verdad puede calcular esa edad solo escuchando los latidos de su corazón?
Le quiere responder que su corazón no es tema de ella, pero lo obvia. Y ve como la muchacha saca un termómetro del bolsillo de su bata.
— Colóquese esto debajo del brazo, por favor — Le tiende el termómetro frente a los ojos de color obsidiana que posee el shinobi. El demora un poco en aceptar el aparato, lanzando numerosas dagas a los ojos aguamarina de ella.
Ella sostiene su mirada. No se inmuta. Es tan paciente como él.
No se compara en nada a los niños mimados que atiende por las mañanas en pediatría, claro que no, el hombre frente a ella es incluso peor. Los hombres grandes – Shinobis poderosos, cabe destacar – son pésimos pacientes a la hora del chequeo médico. Sasuke Uchiha es solo un nombre más de la larga lista que ha tenido que soportar desde que ha sentado su cabeza en convertirse en la mejor ninja médico, y la paciencia es una habilidad blanda que ya ha sabido adiestrar.
Una parte de él – muy, muy, muy escondida - está sorprendida que ella le sostenga la mirada sin siquiera pestañear. Ni siquiera los Jōnin con que trabaja a menudo pueden con ello. Le dará crédito a la muchacha rosada.
Tiene agallas.
— Hn — Responde quejica, tomando el termómetro entre los dedos de la muchacha.
— Pensé que quería seguir jugando a las miraditas, Uchiha-San — Le reprende ella con una sonrisa juguetona, una que nadie antes le ha otorgado con tanta libertad — Comenzaremos con el examen de los nervios craneales.
La kunoichi camina hacia el lavabo del extremo opuesto de la habitación, comenzando a lavarse las manos, para luego sacar dos guantes blancos del dispensador colocados en la pared. Escucha como ella se calza los guantes y como estos parecen ser varias tallas más grande cuando ella debe ajustarlos desde sus muñecas para que no se resbalen.
— Tocare parte de su cara — Le responde, la punta de sus dedos a centímetros de sus ojos — Si siente algún malestar, avíseme.
Su toque es suave, y a la vez profundo. Comienza desde la frente del shinobi, bajando por sus sienes, remarcando los pómulos, mejillas hasta finalizar su recorrido en el mentón. En la punta de su nariz siente un dolor, y ella le sonríe cuando el junta sus ojos, visiblemente molesto.
— Eso se supone que debe haber dolido, Uchiha-San — Ella aleja sus manos, mostrando un pequeño senbon, la aguja metálica que utilizo para infligir dolor — Todo bien con el par trigémino y facial, pasaremos a revisar los otros. Páseme el termómetro, por favor.
Sasuke se saca el termómetro debajo del brazo, mientras ella lo recibe con sus manos enguantadas. Ella da un suave silbido de sorpresa, hasta guarda el termómetro en su bolsillo.
— Si no supiera que los Uchiha usan jutsus de fuego, le diría que guardara reposo debido a una altísima fiebre, treinta y nueve centígrados — Recita, escribiendo los resultados en la ficha, luego levanta las hojas para ver los registros médicos pasados — Aun así, hay una leve alza de temperatura en el último trimestre, progresiva — Devuelve las hojas a su lugar y observa a su paciente, sacando una linterna de su bolsillo — ¿Ha usado el Sharingan más de lo debido, no, Uchiha-San?
Una parte muy pequeña de Sasuke se maravilla con lo astuta que es la doctora, y solo se limita a asentir, indiferentemente.
— No le diré que tiene estrictamente prohibido utilizar el Sharingan, porque Naruto-Kun me advirtió lo cabezotas que usted puede llegar a ser, sin embargo, le recomendaría, como su doctora, que evite lo más posible los jutsu de fuego y el uso prolongado de su kekken gekai.
Las cejas de Sasuke se juntan en una línea media. ¿Pero que se cree esta…?
¿Naruto-Kun?
— Siga la luz — Afirma ella la linterna a una distancia prudente de sus ojos, cortando todo tren de pensamientos que el pelinegro haya podido pensar. Ella traza líneas invisibles con la punta de la linterna sin prenderla, arriba-abajo, de lado, oblicuas, hasta que se detiene y se acerca aún más a la cara del muchacho — Tiene ligeras dificultades para la observación lateral, seguramente por fatiga muscular, le recomendaré, también, que después de sus importantes misiones desactive el sharingan si no lo utiliza para pelear — Toma el soporta hojas de nuevo, realizando rápidos apuntes con su lápiz — Itachi-San tiene una vista de un viejo de noventa y dos debido a esto mismo. Le aconsejo no seguir los pasos de su hermano mayor... ahora recuéstese en la camilla.
— Detente — Dice el, a regañadientes — No hare nada de lo que me pides, el Sharingan…
— Es el orgullo de los Uchihas, lo sé — Sostiene ella, pasando el peso de una pierna a la otra, colocando sus manos en sus bolsillos — Pero también tienen orgullo en las batallas que han ganado, y le puedo asegurar, Uchiha-San, que comenzará a perder batallas si no cuida su vista
La arruga en la frente de Sasuke se relaja, pero no se disuelve, y a regañadientes, se estira en la camilla que hace un momento estaba sentado.
— Mantenga los ojos abiertos, la luz puede molestar — Le dice ella, agarrando el parpado superior e inferior del hombre con dos dedos, manteniéndolo el ojo abierto, mientras que con su otra mano apretar el botón para encender la linterna.
Una luz ilumina sus ojos, Sasuke sabe que es para evaluar el reflejo corneal. Ella repite el procedimiento tres veces más en cada uno de sus ojos.
Ella suspira, apagando la linterna.
— Para su suerte, es solo fatiga, si tuviese problemas del nervio, el reflejo corneal estaría abolido- una buena noticia, sin duda alguna.
Una pequeña sonrisa se posa en los labios de la muchacha pelirosa cuando esta anota los resultados en la ficha. Luego, lleva su mano enguantada al gran bolsillo de su delantal, desde donde saca un bajalenguas.
— Abra la boca y saque la lengua — Comanda, acercando el palo de madera a su boca, generando una depresión, con la linterna se ayuda para analizar los componentes intraorales — Diga una vocal
Sasuke se debate entre comenzar a realizar los sellos de su katon cuando su voz emite una sencilla A, y se entretiene con la imagen mental del cabello de la muchacha hecho cenizas por culpa de él.
La doctora apaga la linterna y bota el baja lenguas al basurero más cercano, seguido de sus guantes. Ella se frota las manos, quitándose el exceso de talco en sus pequeñas manos y sacando nuevamente su lápiz, comienza a escribir los resultados.
— ¿Cuántos años tienes?
La chica continua escribiendo pero una pequeña sonrisa se asoma en sus labios. Sasuke no puede creer que sus pensamientos fueron verbalizados de forma tan transparente. A veces tiende hacer eso, y ni siquiera se da cuenta.
— Diecisiete
— Eres joven
— Usted también — Termina de escribir, depositando la carpeta en el respaldo de la camilla. Mirando los ojos del paciente acostado, comienza arremangarse las mangas de su delantal — Comenzaremos con la prueba de chakra, por favor, haga lo que yo le diga.
La muchacha deposita sus pequeñas manos en los abdominales de Sasuke, y él puede sentir lo frías que están. Le genera un pequeño espasmo, ella le sonríe, disculpándose.
— Manos de médico — Le responde, al tiempo que sus manos comienzan a emitir una luz brillante verdosa, del mismo color de sus ojos — Active el Sharingan
Él lo hace en menos de un segundo. Ella cierra los ojos mientras aumenta la fuente de su Shōsen Jutsu, analizando la fluencia del chakra y comparando la perturbación de esta con el dōjutsu del famoso clan activado.
El chakra de los médicos siempre es distinto. Sasuke, después de años luchando en el campo de batalla, ha experimentado estas sensaciones de primera fuente, siendo constantemente sanado y salvado por distintos médicos de Konoha. Sabe que la única característica en común es el color verde suave del jutsu, pero las sensaciones siempre son distintas: Algunos tan calientes que queman, otros tan fríos que llegan a ser desagradables. Algunos han sido pulsátiles, otras mantienen un ritmo continuo, unas son electrizantes, Sasuke lo atribuye a la naturaleza del chakra de cada médico.
El chakra de esta médico, en particular, es… agradable. Es continuo, pero tiene un ritmo lento, y a pesar de sus manos frías, solo puede sentir un efecto placebo emanando por todo su cuerpo, relajando cada fibra muscular desde su pecho hasta las distintas extremidades. Es como una menta que viaja por sus venas, comenzando con un calor que paulatinamente se vuelve frio y deja un efecto refrescante por doquier.
Lo único que no logra relajar, son sus ojos, que observan la cara de concentración de la chica. Ella va moviendo sus manos con el jutsu activado en distintos puntos vitales – Su corazón, sus riñones, sus pulmones – hasta repartir a distintos puntos de sus extremidades, verificando cada articulación de cada extremidad.
Esta parte, justamente, es la que más odia del examen médico, pero mentalmente, le dará la razón al dobe al recomendar a esta muchacha para el examen, pero nunca se lo dirá, no a viva voz, por lo menos.
(En verdad tiene unas manos maravillosas.)
Ella abre los ojos, al mismo tiempo que el jutsu desaparece. Sasuke se da cuenta que sus músculos están flojos, bordeando la hipotonía y hace mucho—mucho tiempo no se sentía de este modo, totalmente relajado.
— Eres ambidiestro — Le comenta ella, su voz en una especia de trance — Puedes manejar los cuatros componentes del chakra: Fuego, tierra, viento, agua, pero prefieres el rayo. Tu rotula izquierda está más gastada que la derecha, por lo que debes aterrizar siempre con esa pierna. Me atrevería a decir que hace poco combatiste con dos espadas, los músculos de tus brazos están adoloridos por este nuevo peso, sobre todo el pronador y braquiorradial, debes utilizar espadas más ligeras si quieres aumentar la velocidad de tus movimientos. Tu fuerte es el Genjutsu, pero sobre abusas del Sharingan con él.
Ella observa los ojos negros de él con una confianza que muy internamente le abisma. ¿Es que la muchacha es bruja o qué?
Muchos han sido los enemigos a los que se han enfrentado, pero solamente ella ha sido capaz de verificar con demasiada precisión su estilo de combate sin siquiera una sesión de entrenamiento de por medio, toda aquella – gran – deducción la realizó con un poco de chakra médico.
Por primera vez, la muchacha de pelo rosado le parece peligrosa.
Ella parece de salir de su trance, sonrojándose levemente mientras carraspea, tomando el porta papeles con manos temblorosas. Evita observar al paciente que tiene frente a ella y anota sus conclusiones rápidamente en las hojas.
— Lamento haberlo tuteado, Uchiha-San — Le dice, con su cara escondida detrás de las hojas
— No me importa
— Es poco profesional — Continua, dando pequeñas respiraciones para contrarrestar su postura — Lo citare una vez a la semana para realizar curación a sus nervios ópticos, tanto Shizune-San como Tsunade-Sama podrán atenderlo en este delicado procedimiento. Si siente dolor, molestias, perdidas espontaneas de vista y desvanecimientos de esta, le recomendaría asistir al hospital lo más pronto posible. De todas formas es necesario recalcarle que este tratamiento no servirá de nada si no descansa la vista cuando no se encuentre en misiones…
Escucha la eficiente voz de la mujer hablarle y hablarle sobre temas médicos que a él le interesan un bledo. Son sus ojos, maldita sea, él los utilizará cuanto él quiera. A pesar de ello, no puede dejar de mirar a la muchacha y los músculos de su boca moverse con tal rapidez y eficiencia, hablándole con toda la jefatura del mundo, imponiendo sus opiniones, utilizando ese tono profesional que todos los médicos obtienen tras años de ejercicio.
— … ¿Uchiha-San?
Él levanta sus ojos desde su boca, ella le devuelve la mirada con esos ojos verdes que ahora se han vuelto más atrayentes, más provocativos. Carraspea y mira hacia otro lado, sin entender bien que fue lo último que dijo la pequeña doctora.
— ¿Tiene alguna pregunta, Uchiha-San? — Le repite ella, guardando sus manos en los bolsillos de su delantal
Él no contesta, pero emite un gruñido. A la muchacha le basta aquello para soltar una hoja de la ficha clínica y tendérsela, con la orden médica del tratamiento ocular. Él la recibe y no puede evitar comparar lo grande de sus manos con las pequeñas de ellas.
— Hemos terminado, Uchiha-San, puede vestirse y retirarse — Le propone la muchacha, que camina hacia su escritorio con el portapapeles que contiene la historia clínica de Sasuke y se sienta en su gran silla frente a un pergamino, escuchando el suave sonido de los dedos escribir sobre este.
Se viste en silencio, lanzando cuidadosas miradas hacia la muchacha sentada en la silla, y finalmente guarda la orden medica en uno de los bolsillos, caminando hacia la puerta de la oficina. Antes de abrirla, se da media vuelta.
— ¿Cuál es tu nombre? — Le pregunta, observando a la pelirosa.
Ella se sonroja. El alcanza a escuchar un murmullo de ella, enojado, algo así como ¿Cómo pude ser tan tonta?
— Sakura Haruno — Se levanta ella de su silla, haciendo una pequeña reverencia — Un placer conocerlo, Uchiha-san.
Sasuke asiente y se dispone a salir de la habitación cuando ella lo llama de nuevo. No alcanza a darse media vuelta, pero su mano si alcanza el objeto que ella le ha lanzado con demasiada fuerza.
Mira la redondez que ha agarrado su mano: Una naranja. Èl posa su mirada en la de ella.
— Los pacientes buenos se llevan una naranja, Uchiha-San — Le sonríe.
Un placer, sin lugar a dudas.
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— Oi, teme, el otro día fui al hospital a hacerme el chequeo médico… ¡me atendió una doctora que nunca antes había visto! Liiiiiiiiiinda, debes atenderte con ella
— Hn..
— En verdad te gustará, tiene estos ojos gigantes, bonitos y te habla de cosas de medicina como si entendieras todo pero no entiendes nada… es tan linda
— Hn…
— Y me dijo que hace poco llego a Konoha, es de Su… ¡Oi, teme, no me dejes hablando solo!
— …
— ¡Teme, te da una naranja si te porta bien!, ¡teme!, ¡teme!
Un par de respuestas a preguntas que se deben estar haciendo:
1. Sakura es una ninja de Suna. No formo parte del team 7.
2. En esta historia, Sasuke tiene 18 y Sakura 17. Naruto también tiene la misma edad de Sasuke.
Con el paso de la historia se darán cuenta por qué Sakura está en Konoha y no en Suna
Sasuke es un poco OOC, lo sé, principalmente por que es un fic que se basa en Naruto, pero no completamente en su historia.
Cualquier pregunta que tengan, por favor, haganmela saber por sus rr! Feliz se las contestare! Son un gran incentivo para seguir y poder perfeccionando la historia
Esto es lo que pasa cuando abres una hoja de world mientras escuchas videos de ASMR con roleplay de doctores. Maldito insomnio.
Saludos!