Notas de Autor:
Hola y bienvenidos a esta que será mi primera historia de South Park. Mi manera de escribir nunca ha sido hilarante o ha poseído el humor característico de la serie. Sin embargo quiero aventurarme en el fandom puesto que ninguna de las historias que he leído aquí ha acabado por satisfacerme del todo —seguramente porque no he buscado con profundidad—. Espero hacer un buen trabajo ya que bueno, eso es lo que me propongo lol.
Advertencias Generales:
[CraigxTweek] Si bien se menciona algo de otras parejas estas no serán el foco de la obra puesto que sólo se los toma como un punto de partida y no tengo la pretención de profundizar en ellos —de momento al menos—.
[Posible Ooc] Soy relativamente nueva en el fandom, por lo que no puedo garantizar una personalidad 100% acertada. Sin embargo haré todo lo posible para que así sea.
[Disclaimer] South Park y todas sus locuras pertenecen a Trey Parker y Matt Stone no a mi. Si me perteneciera el Creek sería ca... oh espera...
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Prólogo: Tarde de silencios
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Miró a las asiáticas sentadas en aquella escalera y lo que observó le generó un escalofríos. Las miradas que antes se posaban sobre Tweek y él mismo —junto con los dibujos, historias y comentarios—, hoy se dirigían a otras personas. Ahora las asiáticas, luego de pasado casi un año desde su incorporación a la escuela primaria de South Park, habían elegido a un nuevo par de chicos para centrar su atención.
—¡No! —fue el grito que el chico del chullo azul escuchó cuando vio a Stan con las pinturas entre manos—. ¿¡Las asiáticas me escogieron!? —espetó asustado, recordando las palabras que su padre le había contado meses atrás. Kyle, quien se encontraba a su lado, estaba atónito balbuceando palabrería sin sentido, hasta que finalmente pudo hablar.
—E-esto no significa nada… —alcanzó a murmurar coherentemente el judío mientras sus ojos impresionados examinaban el papel en el que aparecía Stan lamiendo provocativamente su propio cuello. Recordaba lo que había leído cuando había investigado sobre el término y él estaba seguro que definitivamente ni él ni Stan eran maricas. Observó al chico a su lado y ambos se distanciaron unos pasitos, sólo por sí las dudas, sintiendo un hormigueo creciente por la incomodidad. Ellos no eran homosexuales, se lo habían aclarado un millón de veces al gordo de su amigo por ejemplo. Y, aunque lo fueran, ¿por qué coño las asiáticas los emparejaban a ellos dos? ¡Eran súper mejores amigos e incluso Stan tenía novia!¡No tenía sentido! Había un código tácito escrito que prohibía ese tipo de cosas.
Sin embargo, la elección de las asiáticas no era lo que ahora le estaba revolviendo el estómago a Craig. Eso le importaba una mierda, al igual que la situación que estaban pasando los «súper mejores amigos». Si fuera por él todos podían recibir la seña de «fuck you» proveniente su dedo medio e irse a tomar por culo, lo que le preocupaba era otra cosa. Miró a Tweek, quién estaba situado un poco más lejos puesto que había ido a dejar sus cosas en el casillero. Todo el día había sido de aquella manera, profesores, alumnos e incluso algún padre que irrumpía en la clase habían fijado su atención en la nueva «pareja». Y cuando recibió la mirada del rubio —entendiendo la situación en la cual se encontraban— no supo como reaccionar, optó por hacer lo de siempre: ir hasta él y tomar su mano, aunque tal vez con un poco más fuerza que de costumbre.
—Hablaremos en casa bebé —le dijo entonces al rubio quien asintió mientras un ligero tic se apoderaba de su ojo.
Al dejar atrás al grupo de chicos de su salón, escucharon las burlas dirigidas hacia la nueva pareja, el llanto de Wendy por «vivir engañada durante su noviazgo» y sintieron que la presión de todos ya no se encontraba sobre ellos. Sí, para ambos, algo como esto hubiese sido la situación ideal en los primeros días de su fingido noviazgo pero llegados a éste punto ya no estaban tan seguros y eso les provocaba una extraña sensación a la denominada «primera pareja homosexual de niños en South Park».
Cuando abandonaron la escuela, el camino a la casa de Craig se hizo más largo que de costumbre, si bien ambos habían llegado a comprender el silencio del otro por pasar tanto tiempo juntos ahora no estaban del todo seguros sobre qué decirse. Incluso estaban impactados por la inminente posibilidad que se asomaba ante sus ojos. Ni bien llegaron se adentraron a la residencia. La señora Tucker recibió con una sonrisa a la pareja.
—Hay una jarra de café lista en la cocina —dijo entonces la mayor con su vista enfocada en el rubio, ya que luego de tantas visitas siempre lo esperaba con un poco de la bebida preparada para él. Quería aparentar ser una buena suegra después de todo. El café de Laura no era tan bueno como el que los padres de Tweek comenzaron a preparar luego de la llegada de Harbucks a su ciudad pero el niño usualmente agradecía el gesto de la señora dirigiéndose de inmediato a buscarlo. Hoy, por el contrario, no tenía ganas de consumir café.
—¡Ack! —fue la primera reacción de sorpresa que tuvo el niño puesto que estaba más distraído de lo usual—. D-De momento no me apetece, igualmente gracias —intentó sonar educado y que los nervios que tenía acumulados no explotaran con ella en el recibidor, sin embargo la rápidez con la que salían sus palabras no daba esa impresión. Acto seguido apuró sus pasos, subiendo con rapidez las escaleras de la casa en dirección al cuarto de su novio.
—Estaremos en mi habitación —comunicó Craig ante su impactada madre que ni siquiera pudo realizar el gesto familiar contra Tweek por negarse a tomar su café recién hecho. La mujer llevó una mano a su mejilla mirando a ambos jovenes subir las escaleras con gesto consternado, se acercó al teléfono de su sala y marcó el número de la residencia Tweak.
—¿Helen? —preguntó ni bien su interlocutora levantó el teléfono— ¿es normal que Tweek rechace una jarra de café…?
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La puerta de la habitación fue abierta por Tweek y ambos niños pasaron. Fue Craig quien la cerró momentos después.
—¡Gah! —exclamó Tweek ni bien ambos estuvieron solos en la comodidad de ese cuarto ordenado, los posters de Terrance y Philiph y del espacio exterior pegados en sus paredes y la limpieza contrastaban enormemente con el estado usual de la habitación del rubio. La calma de estar solos hizo que él dejase todo el auto control que había tenido hasta ese momento para aproximarse con ligeros temblores y tics hasta su amigo apretando con sus propias manos los costados de sus brazos—. ¿Qué haremos Craig? —preguntó esperando una respuesta sincera—. Si rompemos ahora mismo no creo que nadie lo note, ¡sería nuestra oportunidad para dejar todo y-y volver a nuestra vida normal!
Y Craig sabía —por supuesto que lo hacía—, que esa era la mejor oportunidad que tendrían. No habló, prefirió mirar a las manos temblorosas que lo sujetaban, pensar en otra cosa.
—Después de todo no somos homosexuales, ¿no? —continuó el rubio esta vez clavando su mirada en los ojos de su mejor amigo.
Pero el chico del chullo se mantuvo en silencio, él estaba consciente de que era la persona lógica de ese dúo. En general, Tweek era quien se dejaba llevar por sus emociones, sufriendo ataques de pánico constantes por ejemplo por las relaciones públicas de su país con Corea del Norte —cortesía del presidente Garrison—, o por cosas más triviales como los gnomos que usualmente robaban su ropa interior. Pero ahora no sabía que decir. Lo lógico era aceptarlo, sin duda alguna además. Debió haber chillado de felicidad. Vamos, que hacía tan sólo unos meses rezaba por tener una oportunidad así, y ahora no le hacía tanta gracia. Sin embargo logró articular sus palabras, sabiendo de antemano que toda esa farsa y lo que significaba se iba a dar por terminado.
—Entonces el juego acabó, ¿no? —Craig aún no entendía porqué esperaba alguna clase de negativa por parte del rubio. Con su vista posada en los ojos del contrario intentó que su mirada no expresase más de lo necesario.
—Sí —murmuró Tweek soltándolo.
—Sí —secundó él mismo sacándose su chullo y rascándose la cabeza. Un silencio incómodo se posó entre ambos, el segundo de aquel día. A Craig no le agradaba.
—Puedes quedarte sin problemas con Stripe #4, te lo regalé después de todo —dijo el rubio aunque él había sido quien lo había comprado— lo veré cuando venga a tu casa, aunque supongo que no será tan frecuentemente como hasta hoy…
—Puedes pedir mi notebook prestada cuando quieras… —dijo por el contrario el azabache— sigues siendo mi mejor amigo Tweek. Lo sabes, ¿no? —comentó, amagando una pequeña sonrisa para él, como siempre.
Tweek asintió, y mandó todo a la mierda acortando la distancia que había entre ambos con un abrazo. Habían pasado un buen tiempo junto, se habían divertido tanto, se habían apoyado el uno al otro, se habían conocido a profundidad. Y ahora todo sería distinto. Tweek no entendía porqué esa presión que había sentido sobre sus hombros ahora se había acumulado en su pecho. Su cuerpo temblaba pero sus ojos se encontraban cerrados con fuerza.
—Tu también eres mi mejor amigo, Craig.
Craig no pudo devolverle aquel abrazo antes de que el rubio decidiera soltarlo y marcharse de su casa. Algo le decía que si lo hacía no lo iba a dejar ir. Desde la soledad de aquel cuarto el único niño presente en la habitación se asomó por la ventana observando marcharse a su mejor amigo. Al perderlo de vista se recostó sobre su cama, hundiendo su cabeza en la almohada.
—Gran día para darte cuenta que te volviste marica —se dijo a sí mismo pensando que Tweek lo odiaría si se enteraba de lo que ahora estaba sintiendo por él. Craig, sin embargo, aún se preguntaba cuando había sido el momento en el que se comenzó a gestar ese sentimiento.
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Notas de Autor:
Y así llegamos al final de este episodio. La historia volverá un tiempo atrás a partir de ahora, así que más que un prólogo es una predicción xD. Un saludo a todos. Sus reviews, quejas, comentarios, ideas, críticas y demás son recibidas.