La noche en la que la catedral de Notre Dame fue destruida, también fue la última noche que se le vio a aquel que tanto le temía la ciudad, al igual que aquella mujer de la cual no sabían nada.

Ladybug, así la nombraban los medios debido al atuendo que ella portaba, habia desaparecido en la oscuridad de aquella trágica noche llevándose así a la destrucción de París junto con ella.

Las especulaciones no se hicieron esperar durante el resto de la semana; Preguntándose si ambos habían acabado con sus vidas mutuamente o si ambos habían huido como cómplices.

El que desaparecieran no dejaba tranquilos a los parisinos ni al resto del mundo, pues el saber que podían existir personas con aquellas habilidades era de temer, preguntándose de donde habían salido.

Muchos aclamaban a Ladybug como la heroína de la historia, mientras que otros la comparaban con el felino, asegurando que era una cómplice de él.

Ellos por su parte, simplemente se entregaron a las sombras donde solo ellos podrían encontrarse, asegurándose que nadie fuese capaz de reconocerlos.

Adrien aún tenía miedo, no quería dañar a Marinette por ningún motivo como lo habia hecho anteriormente, no podía confiar en sí mismo de manera plena pero no tenía opción; Él mismo lo habia admitido, necesitaba de ella.

Después de pasar aquella noche con ella a su lado, regreso en medio de la madrugada a su propio hogar, asegurándose de no interrumpir el sueño de ella.

Cuando llegó a su hogar le sorprendió ver a su padre sentado sobre la silla de su escritorio, dormido en una posición incómoda nada propia de él.

Habia desaparecido, habia destruido un lugar sumamente importante para él y no habia regresado. Su padre se encontraba preocupado, y eso le hizo incrementar su sentimiento de culpa.

Sin que él lo notara, Plagg se acercó al mayor de los Agrestes, dando leves golpecitos en su rostro con el único propósito que despertara y viera a su hijo, hacerle saber que estaba bien.

Y que de ahora en adelante lo estaría.

Cuando se reincorporo de su posición, no dudo en levantarse y tomar a su hijo entre sus brazos y abrazarlo. Habia dejado que él cargara con su peso logrando simplemente que este experimentara penas que nunca debieron llegar a su vida.

Plagg no tardó en explicarle un poco de lo ocurrido con ayuda de Adrien. Su hijo aun podía correr peligro, pero mientras estuviese cerca de la creación ella sin darse cuenta ayudaría a drenar toda la energía que de la destrucción que su cuerpo habia absorbido por el sistema de defensa del Miraculous.

Por su parte, Adrien se disculpó por sus actos. Sí bien, no toda la culpa podía caer en sus hombros debido a que habia actuado siendo controlado por los deseos de destruir, habia destruido algo que significaba mucho para su padre.

― Adrien, ningún lugar vale más que tú vida ― Contestó su padre, sintiéndose completamente asfixiado por todo la información que recibía.

Pero su hijo estaba ahí, él no le seria arrebatado, tenía que estar tranquilo.

Las ojeras en el rostro de Gabriel eran visiblemente aterradoras, pues tener el peso de la situación que vivía con su hijo por su mente testaruda y el tener pronto que decirle adiós al amor de su vida, le quitaban el sueño.

Aun así, pudo notar como en la mirada de él se encontraba un rastro de alegría.

No hizo falta preguntar la razón, pues no habia duda que aquella que habia salvado a su hijo era la respuesta a ello.

[…]

Su cuerpo comenzaba a sentir impulsos, creados de la nada con el mero propósito de cumplir el papel que el Miraculous le dictaba debido al desbalance que el mismo habia creado; Sus deseos de destruir no habían cesado, y estos amenazaban con salir de manera peligrosa.

Si bien ambos no hablaron mucho al respecto sobre sus identidades e intentaban mantener su cercanía al margen durante las clases, las cosas habían resultado más difíciles de lo que ambos habían previsto.

La primera semana en la que vivieron con aquella situación habia sido difícil.

Marinette podía observar la espalda de Adrien en cualquier momento, logrando que su corazón se acelerara cuando lo veía estremecerse en su asiento o incluso haciendo movimientos repentinos. En cuanto eso sucedía, lo único que podía hacer era colocar su mano sobre su hombro e inclinarse, inventando una vaga excusa para intercambiar palabras; Desde pedirle un lápiz hasta solicitarle que inclinara la cabeza para distinguir ciertas letras en el pizarrón.

Él le agradecía en aquellas ocasiones, pues el simple tacto de ella podía mantenerlo en la realidad, y escuchar su voz alejaba aquella horrible sensación, que con el paso de los días juraba que podía experimentarla en más de una ocasión, y en cada una de estas era obvio que la intensidad aumentaba.

Pero nada malo pasaba, él lograba soportar el dolor del cual Plagg le habia comentado.

Después de todo, lo merecía. No lo habia escuchado, y solo podía pensar que era algo mínimo ante todo lo que habia hecho, pues en muchas ocasiones habia disfrutado crear ese caos a costa de las personas, que en su mayoría, no eran inocentes. Siempre habia procurado hacer sus objetivos a aquellas personas que no hacían ningún bien y solo parecían una plaga, cosa por la cual al principio a Marinette le habia parecido ver algo de bondad en él.

Tocó de manera insistente la trampilla, lo suficientemente fuerte para que ella pudiera escucharle. Se habia escabullido de su habitación sin la ayuda de Plagg y arriesgándose a una gran caída, recorriendo las heladas calles de París al anochecer, llegando poco antes de la hora habitual de ella para salir a su terraza, trepando con cuidado por una escalera de emergencia del edificio adjunto.

No podía arriesgarse a ser Chat Noir si ella no estaba cerca.

― Parece que ya lo has entendido ― Una extraña voz lo sacó de sus pensamientos, dirigiendo su mirada hacia la salida de una chimenea, misma que él habia ocupado para vigilar a Marinette.

Se sintió un poco asfixiado al reconocer al anciano, pues hacia no mucho tiempo él le habia reñido un poco por espiarla (aunque él al principio lo negara).

Tragó saliva al percatarse que, aquel anciano no le hablaba a Chat Noir, con quien habia intercambiado un par de oraciones; Era Adrien Agreste.

Por la mirada que él le dedico, supo que el sabia de alguna manera su secreto.

― Sí, solo era un chico confundido ― Se atrevió a responder, mientras su flequillo cubría sus ojos.

Recordó cuando tuvo el encuentro anterior con él, y si bien no pudo recordar sus palabras exactas, sí el contexto que estas implicaban.

Se suponía que él encontraría su anhelo cuando entendiera las cosas, según él.

¿Realmente habia ocurrido?

Dirigió su mirada hacia la trampilla, sabiendo bien que Marinette se encontraba ahí; Alguien que habia llegado a su vida de una manera tan simple que al principio no le habia tomado mucho en cuenta, pues era algo callada por temor a estropear las cosas con sus palabras y su acento algo torpe aun, para después quedar prendado de la sinceridad de ella y de su manera de pensar hacia él, haciéndole ver que realmente tenía un propósito, comprendiéndole a pesar de sus breves encuentros.

Sanándolo.

Luego, pensó en su madre. En pocos días le daría el adiós definitivo a la esperanza de que ella viviera en conjunto de su familia después de un largo lapso de tiempo tortuoso, esperando que ella encontrara la paz.

Su anhelo al principio era hacer realidad su más profundo deseo, que ella volviera a su lado. Pero, cuando poco a poco y sin saberlo el mismo, fue aceptando la idea de que eso nunca ocurriría, un nuevo anhelo habia nacido en él.

Que ella estuviera en paz, que le perdonara por todos los pecados que habia cometido en su nombre y que por fin pudiera descansar. Y, por supuesto, que él y su padre también encontraran la paz por sí mismos, mirar hacia el futuro.

Y de cierta manera, habia logrado alcanzar aquello.

― Aunque no lo supieras, quizás ese era tu verdadero anhelo, aunque te negaras a verlo ― Comentó el anciano, sonriendo a medias― Has creado un gran desastre, uno que casi te cuesta la vida, ahora ambos deben resolverlo y restaurar lo que has fracturado ― Musitó con mirada seria.

― ¿Qué se supone que quiere decir eso? ¿Quién es usted? ― Preguntó por fin, sin apartar la mirada de él.

― Eso deberás averiguarlo, más bien, ambos deberán hacerlo, Chat Noir ― Soltó, poniéndose de pie gran equilibrio ― Cuando eso ocurra, Plagg y Tikki los guiaran a mí, pues necesitan mi guía ―.

Adrien estuvo a punto de responder, pero al escuchar como la trampilla se abría dirigió su mirada hacia ella, encontrando a Marinette, quien le observaba curiosa pues la expresión de asombro seguía en su rostro.

Devolvió su mirada hasta el final de la chimenea, él anciano habia desaparecido, tal como en aquella ocasión.

― ¿Adrien? ¿Cómo llegaste hasta aquí? ― Preguntó ella, tocando la mejilla de este por inercia.

Esta se encontraba helada por el gélido viento que azotaba a París por las noches. Lo tomó de la mano, incitándolo a pasar.

Él de un salto se tiró sobre la cama de ella, pues la trampilla daba directamente a esta.

Agradeció el calor del lugar, no sin olvidar el extraño encuentro que habia vivido, nuevamente en la azotea de ella.

Plagg no tardó en salir, refugiándose en la cabeza de ella, observando de reojo a su portador. Habia escuchado toda la conversación que él habia tenido, y sabía que pronto le pediría respuestas, pero por desgracia no podía ofrecerle todas. Solo esperar que él sanara, seguir las órdenes del guardián.

― Este chico está completamente loco ¿Sabías eso? ― Se quejó él, siendo abrazado por la pequeña Kwami que se habia posado a su lado mientras rodaba los ojos.

Plagg le otorgó una mirada cómplice a Tikki, sus miradas llegaban a decir mucho más de lo que sus palabras alguna vez lo hacían. Ella entendió levemente la situación, más no le sorprendió. El guardián habia estado al pendiente de ambos, y estaba segura que la situación se habia resuelto tal como él habia planeado.

Marinette sonrió levemente ante el comentario de Plagg, para después mirar a Adrien.

― Estas helado ― Susurro ella con dificultad, pasando sus manos por los hombros de él de manera repetida, intentando infundirle algo de calor ― Tiene que existir una buena razón para que llegaras así, cuando escuche que golpeabas ahí arriba tuve miedo de que algo malo estuviese pasando contigo o algo así ― Sus palabras se amontonaron, hablando demasiado rápido como para que él entendiera la mitad de lo que decía.

Él cubrió los labios de ella con un dedo de manera delicada, pidiéndole que parara con la mirada.

― No podía dormir ― Confesó, dejándose hacer ante las manos de ella ― Necesitaba algo de tranquilidad, y, tú sabes ― Las palabras se atoraron en su garganta de manera torpe, sintiéndose ansioso.

La paz la comenzaba a encontrar con ella de una manera que en ocasiones le daba miedo. Temía tocarle y que desapareciera de su vida.

Pero al ver sus ojos observarle con la misma intensidad que él lo hacía, sabía que eso era imposible.

Marinette sonrió ante sus palabras. No fue difícil para ella hacerse la idea de que su compañero de clases y aquel que de alguna manera le buscaba fuesen la misma persona, pues aunque antes no lo hubiese visto, la esencia en sí de ambos era la misma, aunque la habia conocido de una manera muy diferente.

Se sentó en la cama, levantando con suavidad el cobertor con el cual ella solía cubrirse, palmeando a un lado de ella con timidez, invitándole a colocarse a un lado.

Adrien lo hizo, envolviéndolos a ambos con el cobertor, pegándose al cuerpo de Marinette.

No sabía lo que tenían, tampoco podían saber que era aquello que habia nacido entre ellos durante los tiempos difíciles, pero iba más allá de una simple complicidad al saber el secreto de cada uno.

Un cariño que se habia formado tan rápido como una chispa, pero podían jurar que era mucho más duradero que esta.

― ¿Puedo quedarme un momento? ― Preguntó, sintiendo como el cuerpo de Marinette se amoldaba al suyo. La cabeza de ella se habia colocado bajo su barbilla, sacándole una suave risa por el cosquilleo que su cabello provocaba en su cuello.

― Quédate hasta el amanecer ― Murmuró, sintiendo como el cuerpo de él se estremecía a su tacto.

Quizás era la energía de la destrucción saliendo de él y entrando a su cuerpo para purificarla, o quizás eran los nervios de él ante la situación.

Desde ese día, hasta el viernes por la noche, él se escabullo hasta la habitación de ella, sintiendo como su cuerpo se llenaba de una paz inexplicable.

La semana más difícil de su vida habia llegado, y él poco a poco encontraba el camino.

[…]

El sábado no demoro en llegar, y con él, sus abuelos llegaron a París.

No intercambio muchas palabras con ellos cuando llegaron a la ciudad, ambos eran personas de negocios, nunca tuvo una verdadera comunicación con ellos más que llamadas por cortesía. Quizás era un pequeño rencor que tenían con su padre traspasado a él, pues su madre habia preferido una vida en París, lejos de ellos.

Cuando llegaron, su abuela lo observo a la distancia. Pudo notar como sus ojos parecían ponerse húmedos mientras más tiempo lo miraba. Quizás ahora podían ver algo de su madre en él, pues no habia duda que sus genes estaban presentes en él.

Al llegar a la torre médica, se encontró rápidamente con Nino y Alya quienes habían estado esperando por él. No se atreverían nunca a dejarle solo, y él lo sabía bien, después de todo, eran sus mejores amigos.

Habían estado ahí para él cuando su madre le habia sido arrebatada, estaban ahí para él en esos instantes también.

Sus abuelos fueron los primeros en pasar, estos al salir se encontraron con él, abrazándolo con firmeza, transmitiéndole sentimientos que él nunca pensó que ellos tendrían para él.

El rostro de su abuela era muy similar al de su madre, al igual que sus ojos. Así que cuando la vio sonreírle a él con una dulzura tan poco usual en ella, no pudo evitar ver en ella a su madre.

Lo mismo ocurrió para ella. Dejándose llevar en el mar de emociones, sintiéndose culpable de la barrera que habia construido con la familia de su hija. Pero no habia manera de volver el tiempo atrás, solo restaba que ella y su marido observaran al futuro, intentando reparar algo de aquella fracturada relación con el esposo de su hija y su único nieto.

Su padre le siguió, pasando en silencio a la habitación, no sin antes disculparse con Adrien con su mirada. Habia cometido tantos errores, pero esperaba que aquello fuera el primer acierto en años, dejar descansar al amor de su vida, no atándola más al mundo terrenal con una máquina.

Adrien entró a la habitación que resguardo a su madre por tanto tiempo alrededor de las ocho de la noche, dificultándose el caminar hacia ella.

― Lo siento ― Murmuró cuando pudo tomar su mano entre ella ― No culpes a mi padre ¿De acuerdo? Yo fui quien insistió, y, aunque las cosas resultaron mal para mí ― Relató con suavidad, esperando que le escuchara, aunque sabía que era imposible ― Encontré a alguien, y las cosas mejoran poco a poco, después de todo, el amor lo cura todo ¿No? ― Murmuró trastabillando un poco ― Creo que es amor, aun no lo sé del todo, quiero descubrirlo ― Confesó, sonriendo con delicadeza.

Dejar ir a su madre, y la esperanza con la que habia vivido durante un gran lapso de tiempo era difícil. Pero era lo correcto.

Observó por la ventana casi por instinto, descubriendo en la oscuridad unos brillantes ojos azules intentando pasar desapercibidos, cuidándole desde la distancia.

Marinette sabía sus miedos, sus inseguridades, y estaba ahí para protegerlos de estos desde la distancia durante aquella noche.

Cuando salió, los médicos no tardaron en entrar para llevar acabo el procedimiento.

Sus amigos le abrazaron cuando sintió que flanquearía, todo su ser se estremeció por aquel remolino de emociones, y tuvo miedo de que las cosas se salieran de control.

Pensó en Marinette, que ella estaba allá afuera, cuidando de él, Ladybug, como muchos le llamaban.

Y con ese solo pensamiento, se permitió llorar.

[…]

Subió ansioso las escaleras hasta el último piso de la torre médica, sintiendo la fría ventisca sobre su cuerpo. Pudo observar el pequeño cuerpo de ella, al fondo, admirando la ciudad bajo sus pies.

A su lado, la pequeña Kwami de ella parecía decirle algo, pero se giró hasta él, callando de repente y sonriendo levemente, llamando la atención de ella para que se percatará de su presencia.

Marinette extendió su mano hacia él, quien con pasos apresurados se acercó hasta ella para poder tomarla y atraerla hacia su cuerpo.

Se aferró a ella, sintiendo como su corazón se desbordaba al tenerla cerca.

Hundió su nariz en el hueco que se formaba entre su cuello y hombro, aspirando el aroma de ella, encontrándolo tranquilizador.

Ambos se separaron en cuanto escucharon un par de disparos a la distancia, alarmándolos.

Se miraron durante unos segundos, y después a la nada.

El sonido de los disparos se repitió nuevamente, seguido del sonido de las patrullas activando sus sirenas, transitando con velocidad sobre una de las avenidas principales.

Marinette escudriño el rostro de preocupación de Adrien, como si este comenzara a experimentar sensaciones ya vividas.

El vivido recuerdo de su madre ingresada al hospital por un tiroteo que habia salido de control llegó a él, provocando que un rugido saliera de su boca.

Plagg y Tikki se observaron, curiosos de las reacciones de ambos, pues tenían una leve idea de lo que comenzaba a pasar por sus cabezas.

Estaban destinados a ser portadores, sus mentes eventualmente encontrarían el camino; La protección y el balance.

― Adrien ― Marinette le llamó, logrando que el saliera de sus pensamientos ― Quieres ir y ayudar ― Aseguró, pues lo que él le dejaba ver era claro, siempre lo habia sido.

Chat Noir habia visto por París de una manera extraña. Castigando criminales, haciendo justicia de una manera amarga, logrando que de cierta manera los criminales tuviesen miedo de él, pues eran sus objetivos, no solo aquellos que apuntaban con una pistola.

― Dañe a París, fui llamado un Villano, por más que quiera no puedo ― Se apresuró a decir, pasando un mechón de cabello de ella tras su oreja ― Además, aun no estoy bien ― Agregó con pesadez.

― Sí estoy contigo, lo estarás, te lo puedo prometer ― Aseguró, tomando la mano que el tenía en su rostro ― Un desastre, el caos mismo andando quizás, pero no un villano, fuiste más como un anti héroe ― Comentó, permitiéndose acunar la mano de él entre las suyas ― Puedes ser un héroe, y yo estaré ahí para ti ― Aquello sonó como una promesa.

Adrien observó el cielo por unos instantes, sintiéndose reconfortado una vez más por las palabras de ella.

― Plagg ¿Qué opinas? ― Preguntó con insistencia, él Kwami sonrió.

Se sentía feliz de que su portador hubiese encontrado el camino. Y, aunque aún tenían mucho trabajo que hacer lidiando con el descontrol que él aun tenia, confiaba en las palabras de la portadora de la creación; Si ella estaba con él, las cosas saldrían bien.

Estar juntos era la solución.

― Es tu camino chico, solo hazle caso, es más sensata que tu ― Aseguró con una sonrisa.

Ambos se observaron por última vez, antes de acercarse a la cornisa del edificio.

Sus manos se encontraban entrelazadas, sintiendo como la energía pasaba entre ellos.

Se sostenían juntos, se mantendrían juntos.

Aún tenían mucho camino por delante, aún tenían muchas cosas que aprender y con las que tendrían que lidiar. Aún tenían que conocerse más de lo que lo hacían, complementarse e incluso descubrir los sentimientos que comenzaban a explorar, unos que habían nacido bajo una situación extraña entre ambos.

Pero que terminaron por aceptar.

― Tikki ¡Transfórmame! ―.

― Plagg ¡Transfórmame! ―.

No era el villano de París, ya no. Ahora sería él héroe que ellos no pedían, pero aun así los protegería, intentando enmendar todo lo que habia fracturado.

Y ella estaría ahí, apoyándolo, sanándolo.

[…]

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[No un villano ― Finalizado]

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Este fue el capitulo que más me tomó escribir, pues no queria darle un final triste a Adrien, merecia un nuevo comienzo. Para él su madre es lo más importante, por eso el que tanto él como Gabriel pudieron dejarla ir era importante. Ella fue la razon por la cual se habia convertido en un Villano, y al perder esa esperanza, puede reivindicarse. Esto no quiere decir que París lo amara, ambos. Como escribi arriba, no seran los heroes que París quiere, pero seran quienes esten ahi.

Espero que no les desepcione mi idea de romance para este fanfic, pues no pude encontrar algun espacio para que ambos pudiesen darse un beso sin que lo sintiera forzado, pues tienen muchas cosas de por medio durante todo el fanfic. Los sentimientos estan ahi, pero se expresan de manera diferente.

Llegó al final, y estoy completamente feliz de todo el apoyo que recibio el fanfic ¡Fue probar algo diferente y me gusto! ¡Mil gracias por estar aqui conmigo siempre!

Un gran beso a todos, no saben lo agradecida que estoy por el cariño a esta historia.

Los ama, la señorita puntitos.