Disclaimer: Los personajes son de Stephenie Meyer y J.K. Rowlin.

Yo solo me entretengo con ellos.

Capítulo 01.

-¿Estás seguro de que es esta casa?

-Ya es la quinta vez que me preguntas eso, y es la quinta vez que te voy a responder con un sí.

-¿Notas eso?

-¿Los hechizos alrededor?

-Sí.

Los jóvenes que discutían aparentaban tener entre dieciocho y veinte años.

Ambos eran altos, atléticos y muy atractivos.

El más alto tenía el pelo negro revuelto y y los ojos color abellana, y el otro tenía el pelo negro liso un poco por encima de los hombros y los ojos grises.

-Ya sabes, que los hechizos no son impedimento para nosotros.

-No es eso lo que me preocupa.

-Si es por el mocoso…

-¡No le llames así!

-De acuerdo, cálmate. Solo lo hago para cabrearte.

El joven más alto gruñó molesto.

El menor le puso una mano en el hombro.

-No te preocupes. Todo saldrá bien. Pronto tendrás al pequeño entre tus brazos y nadie te separará de él.

-¿Y si me tiene miedo? ¿Y si no me quiere? ¿Y si prefiere quedarse con esos muggles?

-Según mis fuentes, esa gente no le trata bien. Y no debes preocuparte. Si ha salido a ti, seguro que más que tenerte miedo, lo que sentirá será curiosidad.

-Gracias Regulus.

-Estos Gryffindors… No sé como sigo contigo.

-Porque me has cogido cariño.

-Piérdete James.

Los amigos sonrieron y se dieron un abrazo.

-Ya se han dormido. -Dijo Regulus.

James retrocedió unos pasos.

-¿Y tú fuiste seleccionado para Gryffindor? Pues vaya.

-Sí. Mira donde me llevó eso. A casi ser asesinado por un loco y por si no fuera poco, convertido en un vampiro por el hermano menor de mi mejor amigo, el cual se suponía que estaba muerto.

-No te quejes Cornamenta. Por lo menos sigues aquí para poder hacerte cargo de tu hijo.

-Lo s´é. -Suspiró James.

-Además, cuando tengamos todo arreglado, podrás encontrarte con el otro padre de Harry.

-Tienes razón. Pero… ¿Cómo reaccionará? ¿Estará horrorizado? ¿Me odiará?

-James. Un paso a la vez.

-Además, si te odia, siempre puedes recurrir a Demetri. Le gustas.

-¡Cierra la boca Alec!

Otro vampiro se les había acercado. Era bajito, atlético, tenía cara de ángel, el pelo rubio y los ojos rojos ocultos detrás de unas lentillas azules.

-Esto de alimentarme solo de animales es un suplicio. -Se quejó Alec.

-¿Qué haces aquí? -Quiso saber Regulus. -¿Dónde está tu hermana Jane?

-En Volterra.

-¿Y por qué estás aquí?

-Aro me dio permiso para venir. Además, ya sabéis que quiere conocer al pequeño de James.

-Alec… no voy a llevar a Harry a Volterra. Al menos, no todavía. Tal vez dentro de un año o dos.

-Soy consciente de eso y Aro también lo es. Pero… Necesitaba estar aquí. Ya sabéis…

Se acercó a Regulus y le pasó un brazo por la cintura.

El Black se dejó hacer.

-Te he echado de menos. -Le dijo el rubio.

-Y yo a ti Alec.

-Venga ya. -Protestó James. -Si hace solo unos días que os habéis visto.

Regulus apretó los dientes.

-Es mi compañero James. Y es difícil y doloroso estar separados.

-Sí, sí. Ya lo sé… Es solo que… No importa. ¿Entramos?

Regulus asintió.

-¿Vienes?

Alec dudó.

-Mi control no es tan bueno como el vuestro.

-Si por mí fuera, permitiría que te comieras a los muggles estos, pero si lo hicieras, sospecharían y no sería agradable. -Dijo James.

-Iré con vosotros. Así, si alguien se despierta, puedo incapacitarle con mi don. Así, no tendréis que usar la magia.

Regulus sonrió y le dio un suave beso en los labios.

-Habrías sido un gran Slytherin.

-Concuerdo contigo. -Comentó James.

Saltaron la verja del Jardín y treparon hasta una ventana.

Regulus se aseguró de que no había nadie en esa estancia, y dio el visto bueno.

Antes de entrar, Regulus les cubrió con un escudo que impedía a los demás verles y escucharles aunque gritaran en sus oídos. Ese era uno de sus dones.

Alec abrió la ventana y los tres vampiros entraron en la casa.

-Vamos a dividirnos para encontrar al niño más rápido. Cuanto antes nos vayamos, mejor. -Explicó Regulus.

James y Regulus subieron las escaleras, y Alec buscó por la planta baja.

El vampiro dudaba que allí hubiera alguien, pero prefería evitar la tentación y si subía, tendría a los humanos demasiado cerca.

Estaba concentrado en los sonidos de la casa, cuando captó un pequeño quejido.

El sonido se repitió.

No podía explicarse por qué no lo habían oído antes.

Se encaminó a las escaleras y entonces captó otra cosa.

Un rolor embriagante a sangre humana… Sangre humana y algo más.

Olfateó con más calma y lo notó.

La sangre no le llamaba a probarla porque no olía como la sangre humana normal. Tenía un pequeño toque a… vampiro.

Entonces supo que estaba oliendo la sangre del niño al que habían ido a buscar.

Siguió el olor hasta una pequeña puerta debajo de las escaleras.

-Creo que lo he encontrado. -Dijo.

Segundos después, tenía a James a su lado y a Regulus detrás.

-¿En la alacena? -Preguntó Regulus. -¿Cómo va a estar en la alacena?

-No me extrañaría que la hermana de Lily haya sido capaz de algo así.

James se acercó y abrió la puerta con lentitud.

Regulus amplió el escudo por si acaso al niño le daba por gritar.

Harry era un pequeño de tres años y medio.

Se había pasado todo el día limpiando las habitaciones de Dudley y solo le habían dejado comer un trozo de queso.

Su tío Vernon había llegado a casa y como al pequeño no le había dado tiempo de acabar las tareas, le había pegado y le había encerrado en su habitación debajo de las escaleras.

Tenía mucha hambre y frío. Además, le dolía la espalda y no podía dormir.

Estaba echo una bolita sobre un colchón viejo tapado con una delgada sábana raída.

Sabía que no debía dejar escapar ningún sonido, pero no podía evitarlo.

Escuchó como se abría la puerta de la alacena y se asustó.

Se encogió aún más y se tapó la cabecita.

-¿Harry?

Esa voz no era la del tío Vernon. Era una voz que sonaba como una canción.

Pero aún así, no le gustaban los desconocidos y se quedó callado.

-¿Estás seguro de que es este? Se le ve muy pequeño. -Dijo otra voz.

-Será que esos humanos no le han tratado como se debe. -Comentó una tercera voz.

-¿Serán esos hombres malos que tía Petunia dice a Dudley que no se acerque? ¿Esos que se llevan a los niños malvados?

Harry se encogió aún más y se echó a temblar con más fuerza.

-¿Cervatillo?

Esa palabra le sonaba. Sentía que la conocía. Que la había escuchado antes.

-¿Sabes quién soy Cachorro?

-(Venga Cachorro. Ven con papi. Vamos a ver a Canuto. ¿Qué te parece mi Cervatillo?))

El pequeño recordó esa voz. Solo que ahora era un poco diferente. Más dulce. Como el caramelo que le había dado la profesora Miller.

Se destapó la cara y no vio nada.

Entonces alguien dijo algo, y salió una luz de un palo.

-¿Papá? -Preguntó el pequeño algo dudoso.

-Sí Cerbatillo. Soy papá.

Harry sonrió y se echó a los brazos de James.

Tiritó porque su papá estaba muy frío.

-Salgamos de aquí. -Pidió James cogiendo en brazos a su hijo. -Necesita un hechizo calefactor y no me fío de hacerlo aquí.

Alec y Regulus asintieron y salieron de la casa.

Corrieron a velocidad vampírica, y unos minutos después, estaban muy lejos de Surrey. En una casa de tres habitaciones que habían comprado con una identidad falsa.

James llevó al pequeño a una de las habitaciones y le curó las heridas con hechizos y pociones.

-¿Tienes hambre?

Harry dudó. No sabía qué debía decir.

Su estómago rugió y James rió.

-Eso es un sí.

Fueron a la cocina y el joven le preparó un gran vaso de leche con chocolate y galletas.

Se habían asegurado de hacer la compra antes de ir a por el pequeño.

El niño se acabó la leche y su padre le dio un zumo de naranja.

-Nunca van a hacerte daño de nuevo. -Comentó James. -Vamos a estar siempre juntos y en unos días, volveremos a ver a Lunático y después a Canuto.

Regulus y Alec entraron en la cocina.

-¿Te acuerdas de ellos Cachorro? Canuto te llevaba en su lomo tú te divertías mucho.

Harry asintió.

-¿Tienes sueño?

-¿Nuto?

-No Harry. Yo soy Regulus. El hermano pequeño de Canuto.

Harry le miró durante un rato.

-Guluz.

-Eso suena a gusiluz. -Rió James sin poder evitarlo.

-Puedes llamarme tío. -Dijo Regulus rápidamente.

-O Serpiente. -Apostilló James.

Harry asintió mirando a su padre.

-Piente.

-Preferiría que no me llamaras así.

-Piente. -Repitió el niño.

Regulus iba a replicar, pero se fijó en la sonrisa del pequeño y decidió dejarlo estar.

Entonces miró a la otra persona.

-Yo soy Alec.

-Alec. -Repitió Harry.

El vampiro más bajito sonrió ampliamente.

-Papá. ¿Nuto?

-Él no está aquí. Pero en unos días le traeremos. ¿De acuerdo?

Harry dio un gritito de emoción.

Después se tapó la boca muy asustado.

James se acercó y le revolvió el pelo.

-Yo también tengo ganas de ver a Canuto.

Harry sonrió y levantó los brazos.

Su padre lo levantó y le llevó a su nueva habitación.

-Duérmete Cervatillo. Mañana iremos a comprar ropa y otras cosas para ti.

Harry ovedeció y se quedó dormido escuchando tararear a su padre.

James suspiró.

Alec y Regulus entraron sigilosamente para no despertar al niño.

-Quiero matar a esos jodidos Dursley. ¿lo habéis visto? Tiene miedo de todo. No… no puedo creer que haya gente que pueda hacerle esto a un niño inocente.

-Cálmate James. Ya está con nosotros y con paciencia y cariño, volverá a ser el chiquillo alegre que recordabas.

El animago asintió.

A la mañana siguiente, Harry se despertó y abrió los ojos.

Sonrió al comprobar que seguía en la habitación donde le había dejado su papá.

Le buscó, y al no encontrarlo se asustó.

Alguien entró en su campo de visión.

-Alec. ¿Papá?

-Está en la cocina preparando el desayuno. ¿Vienes?

Harry asintió y bajó de la cama con mucho cuidado.

Alec le tendió unas zapatillas y le ayudó a calzarse.

Después, ambos salieron de la mano.

-Hola enano.

-Oa Piente.

-¿Vas a desayunar?

-Cí.

James salió de la cocina y Harry corrió a sus brazos.

El mayor le llenó la carita de besos.

-¿Has dormido bien?

El menor asintió.

-Me alegro. Ahora, a desayunar.

Nota: ¿Qué parejas queréis que haya?

¿Alguna sugerencia?