Capítulo 18

El final de esto es el comienzo de nuestro futuro.

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Este es nuestro final… No debes llorar

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El mundo como lo conocemos no es un lugar tranquilo. Existía injusticia en todo el mundo, personas malas intentaban hacer daño y aquellos héroes de la justicia parecían haber desaparecido con el tiempo. Las heridas que debían sanar se hacían más grandes y las perdidas llevaban al mejor de los hombres a una espiral de locura que terminaba por corromper aún más la poca cordura que la sociedad tenía.

La justicia había sido un pensamiento que muchos compartían; algunos esperaban que sus gobiernos controlaran todo, pero otros se veían incapaces de esperar un segundo más tomando así la justicia en sus manos. Una de estas personas era Tokisaki Kurumi, quien deseaba desde sus inicios un mundo donde la justicia se impartiera. Ella aún tenía esperanzas en su corazón de ver un futuro diferente, uno donde la justicia fuera para los débiles, donde los fuertes perecieran ante sus crímenes y que todo esto acabase.

Antes de ser un espíritu, ella era humana, una mujer que perdió todo por culpa de alguien cuyos deseos egoístas terminaban por herir a otras personas, aplastando los sueños que estos tenían… Ella era un espíritu nacido del poder de aquel ser, que pese a todo lo que le había provocado, de cierta forma era el causante de todo lo que ella estaba enfrentando ahora.


― ¿A dónde se fueron?

― ¡¿Dónde están Shido y la Reina?!

― ¿Acaso fueron sellados ambos?

― ¡Tonterías! ¡Shido no puede perder así!

La incertidumbre en los corazones de las chicas crecía. Hasta hace unos momentos, ellas se enfrentaban a la Reina Blanca, quien había tocado una fracción del poder del Espíritu de Origen.

― ¿Qué crees que haya pasado? ―le preguntó Kurumi a su clon.

―No lo sé―respondió el clon―, pero parece ser que él ha encontrado la forma de usar a Zafkiel con sus poderes.

―Entonces va a intentar hacer lo que nosotras siempre intentamos.

―Intentará saber quién es la Reina Blanca con ayuda de los poderes que la Reina robó… Shido-san es de temer, hermanita―un fuerte orgullo se mostró en los ojos del clon de Kurumi, quien sentía en el fondo de su corazón que su amado chico podría hacer algo en lo que ellas siempre fallaban―. El podrá salvarnos.


Dentro del espacio al que habían sido llevados, la Reina Blanca se hallaba recostada junto a Shido en una hermosa playa disfrutando de la brisa del mar. Este suceso, que no tenía contemplado, estaba haciendo que su corazón se tranquilizara olvidando por completo lo que estaba haciendo en un principio.

Shido, al verla tan tranquila no pudo evitar sonrojarse, admirando así su belleza y acariciando esa suave piel que solo ella poseía. Sus ojos se posaron en el bello cuerpo de su acompañante, mirando de arriba abajo, analizando cada centímetro de ella sin poder evitar un sentimiento de admiración que crecía con cada segundo que la admiraba.

―Ara, ara. Parece ser que mi amado Shido-san no deja de admirar mi belleza ―la voz de Kurumi hizo que Shido saliera del trance en el que se encontraba―. Dime, ¿en verdad me amas?

―Al fin de cuentas, creo que yo ya te conocía, Kurumi.

―Te he dicho que no me llames así… Dios, creo que no podré hacer que cambies.

Shido entendía que ella detestaba ser llamada igual que su verdadero "yo", por lo que no debía referirse a ella como Kurumi. Aquello comenzaba a causarle un poco de conflicto, pero dicha situación le traía recuerdos muy gratos de cuando conoció a Tohka y todos los problemas que surgieron a partir de ese momento. Aun cuando no fue su primer contacto con un espíritu, el simple hecho de haber conocido a Tohka había traído consigo un sinfín de aventuras que hasta hoy en día guarda en su corazón.

La Reina Blanca lo admiró también por unos momentos. Hace mucho tiempo que no veía una sonrisa llena de alegría sin que nada perturbase su corazón. Ella hizo de sus manos unos puños, algo dentro de ella comenzaba a molestarla y eso eran los sentimientos que había encapsulado en su interior, intentando borrar todos esos recuerdos que una vez compartió con Kurumi. De repente, las manos de Shido se posaron sobre sus puños haciendo que se sorprendiera, sonrojándose y provocando que ella mirase a otro lado.

―Tranquila, yo también me siento así a veces.

― ¿Cómo crees que me siento?

―Como si todo doliera y el mundo en el que crees vivir solo te lástima más y más.

― ¿Cómo sabes eso?

―Porque es el mundo lleno dolor y odio en el que estuve, donde me di cuenta de lo estúpido que era al no ver más allá de mis emociones. Me he dicho tantas veces que estaba mal el tener sentimientos por ustedes, que simplemente era un error el haberlos desarrollado y que al final, solo las encaminaría por un camino lleno de sufrimiento, uno que no deseaba cursar… Pero, a fin de cuentas, yo era ese camino, White.

Lo ojos de la Reina se abrieron ligeramente tras escuchar esa última palabra.

― ¿Cómo me has llamado?

―White… Te he llamado White.

La Reina Blanca estaba sin palabras en ese momento. Shido le había llamado por un nombre del cuál nunca pensó llegar a escuchar, simplemente estaba sorprendida de que a él se le ocurriera algo así.

―Me acabas de poner un nombre que hace referencia a mi título. Vaya, parece ser que me has impresionado mucho más que antes, Shido-san―dijo ella, tomando valor para sostener la mano de él y llevarla directo hacia su rostro con el fin de sentir el contacto de su piel―. ¿Y cuál sería mi apellido?

―Tokisaki, ya que eres la hermana de Kurumi―contestó Shido―, y eso nada lo puede cambiar―finalizó él, acercando a la Reina mucho más cerca suyo.

El tiempo pasó y ambos hicieron más actividades juntos en la playa. Se divertían como nunca lo habían hecho. Desde hermosos castillos de playa, hasta nadar en el bello mar que estaba a escasos metros suyos; ninguno sentía el tiempo pasar y simplemente se limitaban a disfrutar de su cita.

Ambos decidieron tomar un breve descanso, recostándose cerca de las grandes palmeras que otorgaban sombra cerca de la playa. Una vez ahí, los dos se dispusieron a sacar unas toallas que se hallaban dentro de una de las mochilas, recostándose sobre ella y estando juntos mientras admiraban las grandes nubes que se formaban sobre ellos. Shido pronto comenzó a relatarle algunas cosas a White quien parecía mantener algunos recuerdos que Kurumi poseía, pero que le causaban evidente curiosidad.

Shido sabía que ambas no eran el mismo ser, al menos no de la forma en que el creía en un inicio, pero entendía que el corazón de ambas era el mismo y por eso pensaba que la mejor forma de ayudarla era otorgándolo confianza. Sus relatos no eran más que las experiencias cómicas que había tenido a lo largo de este tiempo en compañía de las chicas, sintiendo nostalgia conforme las contaba logrando así sacarle algunas risas a White quien intentaba inútilmente mostrarse seria.

―Así que mi amado Shido-san también es Shiori-san―habló White, riendo ante lo que le había contado su cita―. Parece ser que hay cosas de las que no me acordaba o que Kurumi evitó que viera cuando me incrusté en ella. ¿De verdad te gusta vestirte de chica?

―Bueno, ya me he acostumbrado por culpa de Miku―confesó Shido―, pero prefiero mantenerme así.

―Fufu; creo que dejaré de lado mi misión de matar a las chicas si me dejas verte vestido de Shiori-san, pero con orejas de gato.

―No es gracioso―contestó Shido con pena―, además de que no tengo forma de vestirme en un lugar así.

White se cruzó de brazos mirando fijamente a Shido quien sentía temor ante el rostro enfadado que ella le daba.

― ¿Seguro? Esas mochilas no las hemos examinado por completo―dijo ella, señalando hacia las mochilas que habían encontrado al llegar―. Estoy segura de que podré conocer a la famosa Shiori-san en persona.

Shido estaba a punto de objetar, pero fue inútil. White había ido directamente hacia las mochilas de donde sacaron las cosas. Ella sabía que no encontraría nada, puesto que solo estaba jugando un poco con su amado caballero, pero tan pronto abrió la mochila su boca se abrió en señal de sorpresa mientras una de sus manos se metía dentro y sacaba una peluca del mismo tono que el cabello de su acompañante junto a unas sandalias de plataforma y un bikini oscuro.

― ¿C-Cómo llegó eso ahí? ―dijo Shido, sudando de miedo ante lo que se encontró la Reina.

― N-No lo sé, Shido-san. Juro que no esperaba encontrarme esto―respondió ella, sorprendida por hallar algo así en algo que ya antes habían inspeccionado.

― ¿¡Acaso todo el universo gira en torno a Shiori-san?!

White soltó una risa tras ver el rostro de preocupación de su amado caballero. Había algo en este mundo en el que entraron que evitaba que usaran sus poderes y que, de alguna forma, también les daba cosas que no esperaban encontrar. Tras pensarlo un poco, decidió darse el gusto de verlo vestido como la chica a la que todo el mundo deseaba conocer al menos una vez en su vida.

Sus deseos fueron transmitidos hacia él, quien de inmediato se negó a hacer algo como eso, por lo que ella siguió tratando. Después de ver que sería inútil, decidió usar un truco que tenía en su memoria, uno que jamás pensó usar, especialmente, porque se trataba un truco del clon de Kurumi.

―Entiendo, Shido-san―comenzó a hablar ella en un tono triste―. Sé que no debo seguir insistiendo, por lo que no es necesario que cumplas uno de mis deseos―siguió hablando, pero esta vez con un tono más quebradizo―, solo que pensé, que como estábamos aquí, podíamos divertirnos juntos y podías mostrarme más cosas para familiarizarme con todo y poder así adaptarme para poder estar contigo.

―White…

―Iré a dejarlos dentro de la mochila, y perdona el ser molesta―dijo ella, comenzando así su caminata hacia la mochila, pero dejando un aire de tristeza en el ambiente.

De repente, el corazón de Shido se quebró al escuchar ese tono de voz derrotado y triste que su compañera mostró. No estaba en sus planes hacer algo como eso, pero el verla tan esperanzada en tener un recuerdo como ese, un propio, simplemente le partía el alma y lo hacía pensar una y otra vez en la petición que ella le había pedido.

―Me voy a arrepentir de esto―susurró―. ¡Espera, White!

La nombrada paró su andar y se volteó para regresar a verlo.

―Shido-san, no tienes que decirme que no quieres…

―Espera, déjame terminar―pidió él, acercándose así a su compañera quien tenía la mirada baja―. Por favor, mírame―White, con algo de temor, alzó su mirada, sorprendiéndose al verlo feliz―. Quiero hacer recuerdos con White como los que deseo hacer con Kurumi-chan; sé que hay cosas que deseas ver, sé que Shiori causa curiosidad…

Él tomó aquella peluca de las manos de White quien observaba con cuidado cada uno de los movimientos que él hacía.

―Y sería un buen momento para traerla―dijo Shido ya con la peluca puesta y haciendo su voz mucho más aguda―. Sólo no vayas a mirarme con ojos llenos de lujuria―advirtió él con pena.

―Oh, se nota que me quieres, Shido-san―una hermosa sonrisa pronto se formó en el rostro del espíritu quien llevó sus brazos alrededor del torso del joven―. Y gracias por darme una hermosa imagen que guardaré con anhelo en mi corazón.

―Lo dices como si esta fuera la última vez que nos veremos, White.

―Lo siento, es mi forma de ser.

Shido no dijo nada, prefiriendo mantener la esperanza de que esas palabras no tuvieran mayor relevancia.

Tras unos minutos oculto detrás de un follaje, Shido finalmente apareció usando el atuendo que su querida White le había pedido usar. Al verlo, ella no pudo evitar sonrojarse con fuerza ya que verlo así le causaba un fuerte cosquilleo en su estomago que la hacía sentir relajada y feliz, no como un síntoma de enfermedad que él pudiera malinterpretar si expresaba dicho pensamiento.

Los dos decidieron reanudar sus actividades, pero esta ocasión serían White y Shiori. Las actividades que hicieron fueron relativamente pocas, no pasaban de ser actividades de relajación como admirar el paisaje o hablar un poco más. Para hacer todo más divertido, White propuso que ambas se maquillaran por simple diversión a la que Shiori acepto. Primero iba a ser Shiori quien maquillara a White y después esta le regresaría el favor.

―Espera―habló White―. Antes que hagamos esto, déjame buscar una cámara.

― ¿De verdad crees que habrá una cámara dentro de las mochilas? ―cuestionó Shiori―. Si la hay, voy a maldecir este mundo.

―Oh, vamos. ¡Lo amas! ―White sabía que era mentira todo lo que su acompañante decía ya que se estaban divirtiendo hasta ahora―. ¡Mira! ―exclamó ella con alegría tras sacar de la mochila una cámara fotográfica antigua.

―Este mundo en verdad quiere cumplir todos tus caprichos.

―Ara, ara; ¿acaso a ti no se te cumplen? ¿Yo no soy un capricho para Shiori-san?

―Deja de jugar conmigo. Sabes perfectamente que no me resisto a eso.

― ¿A qué?

―A lo que haces

― ¿A lo que hago?... ¿No será a mí, Shiori-san?

El espíritu no pudo contenerse y en ese momento llevó sus labios directamente hacia los de su pareja uniéndose así en un beso que en un principio les extrañó, pero con el paso del tiempo las dejó cada vez más maravilladas, haciendo que sus cuerpos se relajaran y disfrutando del afecto que se tenían guardado.

Después de unos instantes se separaron y fue en ese momento que White decidió ponerle fin a su juego, retirándole aquella peluca a su caballero quien estaba sin habla por tal acción. De repente, el ojo izquierdo de Shido comenzó a sangrar y un aura comenzó a rodearlos a ambos. La playa donde ambos se encontraban pronto comenzó a desaparecer y en su lugar, una gran sala llena de personas apareció.

―Un palacio―ambos habían notado la belleza del lugar, pero no entendían nada de lo que pasaba.

Aquel lugar era un salón de eventos igual al que los cuentos de hadas describían en sus historias. Cuando se vieron nuevamente, pudieron observar que sus atuendos eran igual al de los nobles de aquellas historias que terminaban encontrándose. El ambiente era alegre, diferente al que habían dejado, pero que de cierta forma los hacía sentir como en casa.

El sonido de una orquesta pronto se hizo presente. Todas las personas a su alrededor tomaron una pareja comenzando así un baile mientras ambos observaban asombrados. White, quien sentía curiosidad por esto, acercó sus dedos a los de Shido, pero en cuanto ella los tocó, este tomó su mano.

― ¿Mi Reina desea un baile? ―preguntó él, besando la mano de ella en señal de cordialidad.

―Ara, ara; eso es muy formal de tu parte, Shido-san―dijo ella con júbilo―. Pero sí, deseo tener un baile, mi príncipe.

― ¡Pues vamos!

― ¡No corras! ¡Estoy usando zapatillas!

Ambos se encontraron en un pequeño hueco en medio de toda la multitud. No les importaba mucho lo que sucedía a sus alrededores, simplemente deseaban perderse en la mirada del otro. Ninguno decía nada, pero las sonrisas que adornaban sus rostros decían más de lo que mostraban.

La melodía cambió al poco tiempo, siendo en esta ocasión más suave y lenta dando así un aire de formalidad y amor que solo las películas podían representar de forma digna. White entonces decidió disfrutar más de este tiempo, acercándose más a Shido y rodeando su torso con sus brazos mientras descansaba su cabeza en su hombro causando así que el joven se sorprendiera.

―Gracias, Shido-san

― ¿Por?

―Por no rendirte conmigo

―White…

―Disfrutemos del baile, ¿quieres?

Los dos decidieron parar la conversación, dedicándose únicamente al baile. Ninguno quería arruinar más este precioso momento, parecía ser que estaban destinados a entablar un baile donde sus corazones eran los que hablaban. El ruido de la gente era opacado y solo la melodía del lugar era lo único que escuchaban.

El tiempo pasó y pronto alguien anunció el fin del tan memorable baile.

― ¡Es hora de los fuegos artificiales! ―anunció un sujeto de cabellera negra alto y con unos peculiares lentes―. Que todas las parejas se reúnan para conmemorar el acto del nacimiento de nuestra amada princesa―tras eso, toda la multitud gritó con euforia dirigiéndose hacia una gran puerta que daba directamente a los jardines del aparente palacio.

Shido sabía que sería algo asombroso decidiendo así tomar la mano de White quien se impresionó ligeramente por el acto.

Ambos se dirigieron hacia la salida del lugar y tras esquivar a muchas parejas y personas adineradas, llegaron a un sitio un poco más tranquilo que dejaba admirar los infinitos jardines llenos de rosas que tenían delante y que de alguna forma brillaban con la Luna.

―Este lugar es hermoso―comentó White totalmente embelesada por la imagen que sus ojos apreciaban―. Tal parece que estábamos destinados a tener un hermoso encuentro, ¿no lo crees, Shido-san?

―Eso parece, mi Reina.

―Ja, ja, ja; parece ser que te ha encantado llamarme de esa forma, mi bello príncipe.

―Tal parece que me has encantado… Tú más que nadie ha dejado a mi corazón encantado.

― ¿Uno que vibra por el polvo de esperanza y magia?

―Sí, porque del universo que amo, todos ambicionan poseer

La Reina soltó una carcajada aún mayor, pero llena de un sentimiento de alegría mezclada con cariño. Ella podía reconocer la canción que su amado príncipe le dedicó, aunque se tratase de una versión que fue adaptada en otro idioma, sin duda era de su agrado y en verdad transmitían lo que sentían en ese momento. El aire poco a poco comenzaba a cambiar y había algo que empezaba a conectarlos cada vez más y más.

No importaba lo que pasó antes, no importaba lo mucho que ambos sufrieron; ellos dos hace mucho tiempo se habían conocido y el estar el día de hoy junto al otro demostraba el fuerte lazo que los unía. Él, como Itsuka Shido, le hizo una promesa a ella, prometió salvarla y jurar que esa oscuridad que la rodeaba se esfumaría para siempre dejando así sus corazones conectados; ella, por su lado, había jurado una vez amarlo a él y solamente a él, ya que su corazón había caído en las suaves manos de su amado príncipe al cual quería amar hasta el último día de su vida.

No sabían si se trataba de todo lo que vivieron en pocas horas, o si se trataba de algo que ya tenían desde hace tiempo. Sus almas yacían conectadas ahora, no solo entre ambos, sino con todas y cada una de las chicas con las que él había formado un lazo. White podía verlo, podía mirar en esos ojos el valor de aquel joven que por muchas ocasiones había tratado de sacarla de ese mundo, que como Tokisaki Kurumi, se había marginado, pensando única y exclusivamente en una misión absurda que no hizo más que dañarla, corromperla y herirla.

―Quiero que te quedes a mi lado―pidió él, tomándola de sus hombros y acercándola más―. Quiero poder tener más recuerdos contigo.

―Shido…

Múltiples imágenes se esparcieron por su mente. Un sinfín de recuerdos llegaban a su alma, recordándole algo muy valioso que por mucho tiempo había negado y que sin duda era lo más importante para ella…

―Yo…

Podía recordarlo, podía sentir esa sensación de sus labios con los de ella. Esta no había sido su primera cita, habían tenido innumerables citas y se habían enamorado en más de una ocasión. Podía verse a si misma como quien realmente era… Ella podía verse como Kurumi, la chica que tanto odiaba y que era la causante de su nacimiento.

―Yo quiero…

Esas sensaciones que su cuerpo recordaba, cada caricia que se habían dado anteriormente. Podía recordar las peleas que tenía con el resto de las chicas, sus salidas con ambas hermanas que peleaban por la atención de su amado y las muchas aventuras que tenían…

―Mi vida… Todo lo que yo quiero…

Habían muchos recuerdos felices, pero también tristes… Todos esos llantos que por tanto tiempo la aquejaron no eran más que los llantos de ellas llorando su cadáver mientras intentaba despertarlo una y otra vez con Zafkiel.

Y fue esa su misión desde un principio.

¿Anhelas poder?

¿Quieres ser una heroína de la justicia?

Salvaré a todos de lo que ella ha creado…

Siempre te voy a querer, Kurumi. Incluso si hoy no podemos estar juntos, mañana lo estaremos.

Puede que no seas tan mala después de todo, Nightmare.

¿Eso significa que Tohka y Kurumi ahora son hermanas?

Yoshino quiere agradecerte por ser tan buena con Shido-kun jeje

¡Seamos buenas amigas! ¿No lo crees, Yuzuru?

Sí… seamos amigas.

Incluso si quieres a Shido, no permitiré que tu seas la primera.

Vaya, me parece que mi amado Darling al fin te ha traído aquí, hermosa Kurumi.

Puede que me haya equivocado contigo, Tokisaki.

¿Las protegerás?

¿Y a él?

Daría mi vida por él

¿Por qué?

Porque lo amo.

¿Y quién eres para decir eso a la ligera?

Yo… Yo soy Tokisaki Kurumi, la chica que hará feliz a Shido-san

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― ¿Quieres estar con Shido?

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―Yo quiero…

― ¿Eh?

―Yo quiero estar con Shido-san.

White había tomado una decisión… Su corazón al fin había tomado una decisión.

El sonido de campanadas indicaba que era hora del acto final de aquel baile. A lo lejos, las personas admiraban la belleza de los primeros fuegos artificiales y la música del lugar nuevamente avivó el calor de sus corazones, atrayendo consigo un nuevo baile que dejaba ver la alegría de sus participantes.

Shido quedó sin habla al ver como White sonreía con dulzura iluminada por las coloridas luces que la pirotecnia ocasionaba y que se reflejaba en su pálida piel. Antes de siquiera poder decir algo, ella llevó su dedo índice a sus labios, evitando así que hablara. Su cerebro apenas y podía procesar lo que ocurría, pero antes de poder darse cuenta de lo que estaba pasando a su alrededor, su mundo recibió la más grande alegría desde que Tohka llegó a su vida.

Te amo, Shido-san

Sus labios se habían conectado con los de White en un beso tan majestuoso que incluso podría opacar el espectáculo que se estaba llevando a cabo a varios metros en el aire. Una fuerte luz comenzó a iluminar el cuerpo completo de White y su vestido pronto comenzaba a desaparecer dejando en claro una cosa…

Yo le pertenezco a Shido-san.

Y entonces todo se volvió oscuro una vez más