Sus ojos se centraron nuevamente en la fina y perenne nevada que cubria todo lo que alcanzaba a admirar de un manto puros y blancos copos de nieve, el aire todavía hacia que su piel se erizara completamente incluso a pesar de tener ya una semana en aquella fortaleza abandonada de la mano de los dioses, los murmullos llegaron a ella como cada mañana que sus hijos luchaban contra las cadenas que los mantenían atados a la tierra, haciendo que se mordiera el labio impotente.

-Alteza…- La suave y siempre melancolica voz de su doncella lleno sus sentidos haciendo que se girara para ver la oscura piel de la mujer resaltar contra las gruesas telas que las protegían del frio, suspiro al ver esos grandes ojos admirarla con devoción, poco habia logrado ocultarse todos esos días de su siempre servicial doncella.

-¿Ya van a recibirme los Stark?- Interrogo cruzando sus brazos apretando la pesada piel que la protegía aun mas contra su cuerpo, la recién llegada asintio haciendo que una incomodidad bailara pesadamente en su estomago. –Has que los liberen, necesitan volar y cazar y no estaremos mucho tiempo mas en este lugar- Ordeno empezando su marcha altiva hacia el salón de reunión de la fortaleza del norte.

-Alteza los Stark han prohibido que…- Su voz se detuvo al ver como los ojos violetas de la ultima de su familia se clavaban en ella llena de furia.

-Soy Daenerys de la Tormenta, Madre de Dragones, Reina de Meereen, apenas termine mi audiencia nos marcharemos asi que sus prohibiciones no tendrán validez bajo ningun concepto- Hablo conteniendo la inconformidad que el trato de los norteños le estaban brindando.

-Como ordene- Hablo la mujer inclinándose y desapareciendo rápidamente por uno de los pasillos que daban hacia los patios internos de la fortaleza que habia sido asiento de la familia Stark por casi ocho mil años.

El murmullo de las personas se hizo cada vez mas fuerte en sus oídos, poco habían cambiado los habitantes norteños que la recibieron días atrás, siempre la miraban intensamente buscando secretos y debilidad en ella, Daenerys nunca les permitiría obtener ninguno de ellos.

-Alteza- La profunda voz de su inmaculado la hizo centrar su mirada en el hombre de piel cobriza y casco representativo de su guardia personal, las heridas de su ultima batalla marcaban en líneas rosadas su piel expuesta y podia notar que todavía le molestaban a tal grado que estaba segura no podría volver a luchar.

-No deberías estar de pie los maestres lo han advertido- Hablo en tono bajo, sus ojos encontraron aquel rostro que se suavizo ligeramente esquivando su mirada, el hombre negó y se inclino empujando una de las pesadas puertas que le darían acceso a la sala de reuniones.

-Bienvenida mi señora- La profunda voz de un hombre de cabello oscuro sentado en medio de un alto estrado llego a ella, sus ojos se centraron en el, sus facciones se mantenían ocultas bajo las sombras de los braseros ubicados en los extremos del amplio salón, solo habían dos personas junto a el, una mujer de piel palida como la nieve y de un extravagante cabello rojo y un hombre mayor de cabello y barba blanca, la molestia acudió a su cuerpo obligándose a mantenerse tranquila apreto las manos a cada lado de su cuerpo y avanzo hasta colocarse justo en medio del gran salon.

-Alteza Lord Snow, Reina de los Andalos y los Rhoynar y los Primeros Hombres, Señora de los Siete Reinos y protectora del Reino, La Reina Dragon- Hablo alzando su barbilla para mirar fijamente a los oscuros ojos del hombre, la intensidad con la que parecía intentar leerla atravesó su cuerpo creando un escalofrio obligándola a refugiarse bajo las pesadas pieles.

- Invernalia se ha declarado independiente de los Siete Reinos Daenerys de la Tormenta- La suave y desconfiada voz de la mujer de cabello rojo respondió a su reto silencioso haciendo que ella se girara para verla fijamente, sus facciones estaban contraídas en una tensión que Daenerys pudo interpretar con facilidad.

-¿Qué guerra es la que necesita de mi presencia y la de mis dragones?- Hablo por encima de la voz de la pelirroja, escucho el siseo amenazante de la mujer pero sus ojos ya se habían desplazado de ella hacia el hombre que estaba entre sombras, sus rectos rasgos se endurecieron todavía centrados totalmente en ella haciendo que sus ojos oscuros brillaran sobre ella.

-Los caminantes blancos mi señora, la larga noche se acerca y con ella la muerte de todo lo que conocemos- Hablo despacio, sus ojos sobre ella y su profunda voz la estremeció, Daenerys mordió su labio ante el adjetivo y se cruzo de brazos prepotentemente.

-Rumores… Tyrion me advirtió de esto- Confeso todavía sin atreverse a despegar su atención del hombre por el que decidió dejar su propia coronación para dirigirse al Norte, hacia la cuna del invierno que se alzaba sobre todo Poniente. –Si cree que…- Su voz fue interrumpida por el estruendo de las pesadas puertas al abrirse.

Dos soldados norteños envueltos en gruesas pieles grises sujetaban firmemente por los brazos a su doncella, Missandei parecía avergonzada pero sus delicados rasgos se mostraban serenos, su guardia personal se movio con pesadez alzando su lanza para emitir una amenaza silenciosa hacia los hombres que la mantenían prisionera.

-Alteza, la mujer quería liberar a las bestias- Explico uno con voz pastosa logrando que la ira se desplazara velozmente por su cuerpo, sus pequeños pero rapidos pasos la llevaron del medio del salón hasta quedar justo frente a los soldados.

-¡Liberenla ahora!- Exigio al tiempo que con un movimiento de mano retiraba la lanza de su inmaculado, su menuda mano cubierta por gruesos guantes blancos atraparon una de las muñecas de un soldado jalando para que liberaran a la doncella. –Me ha traido aquí Lord Snow para insultarme- Casi grito al ver que no cedían ante su orden.

-Liberenla- La profunda voz lleno todo el aire de la estancia logrando que las manos que atrapaban a Missandei desaparecieran en un segundo, el calor llego a su rostro y con un agil movimiento se giro para encarar al hombre del Norte.

-¡Mis dragones no son bestias! Arrodillese ante mi y podre marchar a la Fortaleza Roja, no quiero volver a saber de este lugar- Solto acida viendo la imponente figura del llamado Rey del Norte, todo el parecía totalmente ajeno a su ataque de ira, pero sus ojos negros la veian fijamente haciéndola sentir ofuscada.

-El Rey del Norte no se arrodilla- Lo escucho responder, retrocedió dos pasos irritada de los casi veinte centímetros que los separaban, sus ojos se centraron en el hombre y sin darle ninguna respuesta se dio la vuelta dispuesta a marcharse de aquel frio lugar.

Su inmaculado se movio sigiloso a su alrededor lo sintió alzar su lanza apuntando a algo que estaba detrás de ella, se movio ligeramente para ver de reojo que el imponente hombre habia avanzado hacia ella pero se habia detenido abruptamente ante la amenaza silenciosa de su guardia personal.

-Missandei- Llamo con voz baja dejando de ver al Lord del Norte para centrarse en su doncella la cual avanzo con pasos rapidos y gráciles hasta su posición. –Has que la guardia este preparada para nuestra partida- Ordeno haciendo que la mujer asintiera y con una reverencia avanzo delante de ella para lograr abrir una de las pesadas puertas del salon.

-Espere por favor- Pidio la profunda voz haciendo que la lanza a su lado se alzara, probablemente amenazando al hombre que todavía se atrevía a dirigirle la palabra. –Digale que no le hare daño-

-Gusano gris solo piensa en mi bienestar, no bajara la lanza ante usted- Respondio prepotente todavía avanzando a través de los ahora despejados pasillos, podia sentir el cuero de las botas desplazarse muy cerca de ella haciendo que a su vez su inmaculado se moviera en círculos siempre adelantándose a la cercanía que el hombre deseaba realizar.

-¿Gusano gris?- La pregunta floto entre ellos haciendo que ella detuviera su marcha por la sorpresa que logro captar en la pesada voz, se giro obligándose a soportar la diferencia de estaturas un poco mas.

-Es el nombre que el decidió mantener una vez que lo libere de los bondadosos amos- Explico con voz suave, odiando revivir la vida de su inmaculado antes de su llegada. –No le permito ningun comentario mas con respecto a el ni sus compañeros- Se adelanto a decir al ver como los delgados y palidos labios del hombre se habían abierto ligeramente.

-Disculpe mi atrevimiento- Murmuro roncamente inclinándose ligeramente ante ella, el aire escapo de sus labios sin poder evitarlo creando un vaho que golpeo el palido rostro del llamado Rey del Norte.

-Si quiere discutir algo Lord Snow dirigase a mi como se debe- Reclamo cruzándose de brazos, vio el grueso cuerpo del hombre ponerse rigido pero al ver el ligero asentimiento de su cabeza ella se giro hacia su guardia personal. -Dejanos y dile a Missandei que libere a mis dragones, asi lo ordena Lord Snow- Su voz se suaviso al dirigirse a su siempre leal guardia, vio la preocupación pasar fugaz por el rostro cobrizo de su inmaculado y se obligo a liberar sus brazos avanzando dos pasos hacia el.

-Alteza… Un hombre quiere mantenerse a su lado- Su voz fue suave como si quisiera evitar ofenderla por lo que se estaba atreviendo a proponer, ella suspiro y toco el hombro cubierto por sus escasas armaduras asintió hacia el sintiéndolo relajarse en su posición.

-Lord Snow permítame unos minutos mas- Pidio con cortesía girándose ligeramente hacia el hombre que parecía analizarla insistentemente, los ojos negros dejaron de admirarla y se encontraron con los suyos haciéndola sentir incomoda una vez mas.

-La esperare en el patio principal, donde yo mismo vigilare que sus dragones sean puestos en libertad- Hablo con voz suave, su ancho cuerpo se giro en un movimiento que ella supo apreciar como agilidad de un verdadero guerrero, un extraño calor acudió a su cuerpo obligándola a centrarse en lo que haría antes de volver a encontrarse.

-Vamos… Missandei debe estar preocupada- Hablo dejando escapar un suspiro, el viento frio del Norte la golpeo aclarando totalmente sus ideas y permitiéndole arrepentirse internamente de haber dejado a su Mano en el Sur, cuando el hombre le habia pedido permanecer a su lado para explicarle como eran los hombres del Norte. "Son hombres totalmente diferentes a los que he conocido hasta el momento" Se dijo recordando cada una de las palabras de su consejero, empezó su marcha con paso decidido, sabia que debía resolver las diferencias con los señores del Norte si deseaba gobernar de forma pacifica todo lo que la vida le permitiera.

-o-o-

Las palabras bajas y cadentes que escaparon de la boca altanera de la Conquistadora de los Siete Reinos lo hizo detener su marcha, se giro viendo como el pequeño cuerpo de la mujer de cabello platinado pareció liberarse de la postura rigida que habia mantenido desde el primer momento que habia llegado a Invernalia, se habia obligado a esperar una semana entera antes de aceptar verla, estudiando desde las sombras su comportamiento, descubriendo cuan altas y gruesas llegaban a ser las murallas que ella habia edificado a su alrededor, sus ojos se encontraron con los desconfiados del guardia personal de la Reina Daenerys lo vio fruncir el ceño pero igualmente se giro justo cuando el cabello de la mujer se movio simulando una cortina nevada del invierno venidero, sus pasos volvieron a ser seguros y su cuerpo volvió a erguirse con la seguridad que le daba su línea de ascendencia, los conquistadores de Poniente, trescientos años de historia que terminaban en ella.

-Es molesta- La suave voz llego a sus sentidos haciendo que volviera su atención hacia donde salía la voz, su medio hermana estaba parada cerca de una de las columnas, su cabello rojo brillaba sobre sus ropas negras resaltando la palidez de su piel. –No se porque decidiste esperar tanto para convocarla- Volvio a quejarse liberando su cuerpo para empezar a caminar junto a el.

-No sabia si podia confiar en ella- Confeso dejando que su cuerpo se moviera hasta el patio principal, las corrientes de aire frio atacaban con fuerza la fortaleza pero el sabia que ninguna tormenta podría arrodillar la casa de los Stark.

-No puedes confiar en ella- Le corrigio cruzándose de brazos, se coloco a su lado dejándolo guiar el camino. -¿Estas seguro que es necesario?- Se atrevió a interrogar haciendo que el centrara sus ojos oscuros en ella.

-Sam me lo ha dicho Sansa, solo el vidriagon y el fuego de dragon es capaz de acabar con los caminantes blancos- Volvio a explicar cruzando y deteniéndose de golpe, bajo el murmullo aterrado de casi todos los habitantes de la fortaleza del Norte podia escuchar el siseo grotesco de las bestias que estaban encadenadas en el centro del lugar, sus grandes cuerpos cubiertos de escamas que parecían mas bien una armadura perfecta, eran seres nacidos del fuego y la prueba de ello era que a su alrededor no habia nieve, el suelo estaba totalmente seco, la piedra negra parecía brillar bajo los cuerpos de los dragones.

-¡No se acerquen!- Pidio Sansa en voz alta siendo la primera en reaccionar, la vio tomar la ancha falda de su vestido y caminar hacia la primera fila de sirvientes que estaban mas alejados de las bestias. –Dejen que sean los forasteros los que se encarguen de ellos- Ordeno neutralmente haciendo que las personas poco a poco abrieran el circulo que se habia formado alrededor de las bestias pero estaban lo suficientemente lejos para no ser alcanzados ni por sus garras ni sus grandes hocicos escupe fuego.

-Hagan caso a su Señora norteños- La suave voz pareció burlarse haciendo que el se girara y viera a la pequeña mujer platinada sonreir altanera, con cierta curiosidad avanzo hasta situarse casi frente a los grandes dragones. –Missandei- La escucho llamar haciendo que la mujer cobriza se acercara a paso rápido, apreto sus labios incomodo al verla desprenderse de las gruesas pieles que la protegían del frio.

-Alteza ¿Esta segura?- Escucho a la doncella murmurar haciendo que la Reina se girara y con una sonrisa calida asintiera, escucho su voz hacerse ronca y todos los inmaculados se movieron con agilidad poniéndose delante de todos los curiosos que estaban en el patio, alzando sus escudos para proteger a las personas de lo que pudiera pasar.

-Lord Snow- La escucho nombrarlo haciendo que el volviera a encontrarse con esos ojos de extraño color, eran ahora de un tono violeta claro, iluminando todo su palido rostro. –Espero que no le moleste que mis dragones cacen en sus dominios- Dijo avanzando sin ningun tipo de protección hasta quedar a solo unos centímetros del rostro de la gran bestia negra.

-Alteza…- Se atrevió a llamarla haciendo que ella se girara para mirarlo con curiosidad. –No creo que sea…- Se corto al ver como sus rasgos delicados se transformaban en un gesto de furia y en un idioma que el no conocía le hablo al dragon negro haciendo que este sorprendentemente bajara la cabeza y por primera vez desde que habían llegado recogiera definitivamente sus alas.

-Drogon regresa a mi- La escucho susurrar en la lengua corriente justo cuando sus pequeñas y palidas manos llegaron a la gruesa cadena que ataba al dragon a la tierra, el acero pesado creo un eco profundo al caer a la piedra del patio de Invernalia y fue entonces que el supo que habia tomado la decisión correcta.

-Los dioses nos protegan- Escucho la plegaria en la voz melodiosa de su media hermana pero no pudo girarse a verla, la bestia negra lanzo su cabeza hacia atrás y exhalo una columna negra con vetas rojas de llamas golpeando el cielo haciendo que la onda derritiera toda la nieve que por siglos habia cubierto perennemente la piedra de la fortaleza de Invernalia.

-Vuela- Pidio nuevamente la menuda mujer que retrocedió dos pasos sonriendo y viendo absorta el espectáculo que debía admirar cada que sus bestias se elevaban, las alas se abrieron y en dos segundos el gran cuerpo desapareció en el cielo. –Rhaegal… Viseryon…- Los llamo en tono de reproche haciendo que los aullidos de los otros dos se detuvieran al ver como su hermano mas grande habia volado lejos de sus cadenas.

El dragon de bello color crema movio sus alas intranquilo haciendo que hilos dorados centellearan a su alrededor, sus ojos que parecían oro fundido se oscurecieron al centrarse en la pequeña mujer ante el y al igual que su hermano se quedo quieto esperando el suave y calido contacto de la piel de la mujer sobre el.

-Vuela y regresa a mi- Pidio nuevamente en la lengua corriente y se atrevió a darle un beso en la punta del hocico haciendo que una columna de humo la rodeara completamente, el dragon habia detenido el fuego antes de que escapara de su boca llenando el ambiente con el aroma a fuego, el eco de las cadenas golpeando la piedra fue lo siguiente que todos pudieron sentir antes de ver despegar al segundo dragon que se limito a dar vueltas alrededor de la fortaleza.

-Alejese- La advertencia lo hizo volver a su cuerpo, se giro para ver como el delgado cuerpo de la doncella se habia acercado a el sin que pudiera sentirlo. –Ellos no se sienten comodos con los desconocidos y suelen quemarlos- Explico haciendo que el miedo se arremolinara en el fondo de su estomago.

-¿Que idioma esta usando para los dragones?- Interrogo a la mujer tomandola de la muñeca, la sintió estremecerse por el miedo pero no aparto la mirada como cualquier otra doncella hubiera hecho.

-Alto Valyrio mi señor- Respondio al tiempo que volvia a girar su rostro hacia la menuda y platinada mujer que ahora estaba acariciando el costado de la larga cara del dragon de un hermoso color verde, este a diferencia de los otros dos estaba enroscado y pareció despertar completamente ante las palabras profundas y suaves que le dedicaba su madre.

-¿Tu señora no teme que la ataquen?- Pregunto viendo como los ojos de un bronce tan brillante se centraban en el justo cuando abria sus alas y el fuego escapo de los lados de su hocico, el fuego amarillo con vetas verdes le sorprendió pero Daenerys no pareció molestarle el calor al que probablemente estaba expuesta.

-¿Teme usted que la bestia que lo acompaña lo ataque?- Le devolvió la pregunta haciendo que el se dignara a centrarse en el rostro cobrizo de la doncella, debía admitir que era una hermosa mujer, de rasgos delicados y exóticos, de pomulos altos y ojos curiosos, su fidelidad por la madre de dragones saltaba a la vista.

Una onda de calor exploto a su alrededor haciendo que el se girara horrorizado hacia el centro del patio y justo en ese instante todas las voces a su alrededor se unieron en plegarias a los viejos dioses, el cuerpo palido de la madre de dragones estaba desnudo y la gruesa tela caia alrededor de sus pies todavía en llamas.

-Rhaegal… Cuida de tus hermanos- Pidio la suave voz de la reina todavía viendo fijamente al rostro de la gran bestia verde, este todavía dejaba escapar el fuego a través de sus fauces abiertas y parecía intranquilo pero la cadena ya no estaba en su cuello y alzando su cabeza se concentro en el dragon blanco que daba vueltas varios metros por encima de su posición, esperando por el.

-¡Alteza!- La voz de Missandei lleno el espacio abierto justo cuando la vibración de las alas del dragon verde golpeaba a todas las personas a su alrededor, alzo vuelo y desapareció a los pocos segundos dejando a una totalmente expuesta madre de dragones.

-Estan molestos- Aclaro dejando que las pieles cayeran sobre sus hombros y fue entonces que sus ojos se centraron en el, de un intenso y brillante violeta parecían reclamarle silenciosamente el suceso. –Tienen una semana atados, sin poder cazar a su conveniencia y siendo vigilados por personas desconocidas… Agradezca a los dioses Lord Snow que no decidieran incendiar a nadie solo por mera diversión- Su voz altanera escapo de su pequeño cuerpo sorprendiéndolo gratamente.

-Mis disculpas- Dijo neutralmente inclinándose ante ella, mas por la vergüenza de ver demasiada piel de ella que por el respeto que ella seguramente suponía habia causado en el. -¿Quiere que pospongamos la reunión?- Agrego en voz profunda alzándose toda su estatura y viendo directamente el redondeado y palido rostro de la mujer ante el.

-He esperado suficiente para escucharlo hablar- Dijo acomodándose las pieles sobre sus hombros y empezando a caminar hacia el interior de la fortaleza. –Missandei buscame botas para cuando termine de hablar con Lord Snow- Ordeno mirando de reojo a la doncella que asintió y desapareció en pocos segundos.

-Necesito que se una a nosotros para derrotar definitivamente al Rey de la Noche y su ejercito de caminantes blancos- Empezo a hablar siguiendo el ligero paso de la mujer a su lado. –El fuego de sus dragones nos permitirá destruir una gran cantidad de caminantes sin sacrificar demasiadas vidas-

-Lord Snow ¿Espera que crea que dicha criatura existe?- Dijo bajando un tono su voz y deteniéndose antes de cruzar las gruesas puertas que daban a uno de los salones de la fortaleza. –Tyrion dijo que lo escuchara a usted y no a sus aliados-

-Es un Lannister, no deberia confiar en el- Hablo girándose para quedar nuevamente frente a la Targaryen, la vio arrugar la nariz pero no desvio su mirada. –El trono de hierro es algo por lo que no luchare ni ahora ni nunca- Le aseguro bajando el tono de su voz viendo como el pequeño cuerpo se estremeció pero la desconfianza floreció en sus delicadas y únicas facciones.

-¿Y sus aliados?- Pregunto turbándolo, inclino hacia un lado su cabeza dejando que su largo cabello platino se deslizara y creara una cortina sobre la blanca piel con la que se estaba abrigando. –Puedo ver honor en usted Lord Snow pero he visto codicia entre sus habitantes, sus aliados estan deseosos de una lucha de poder y yo no deseo mas muerte innecesaria- Se atrevió a confesar en voz baja viendo como los ojos negros se oscurecían y el avanzaba un paso hacia ella.

-El Norte no se alzara en contra de su derecho sobre el Trono de Hierro Alteza- Dijo solemne en voz profunda, sus sentidos se llenaron del olor a fuego, era un olor extraño ya que siempre desaparecia en medio del hedor de los cuerpos o los leños que se consumían pero esa pequeña mujer lo desprendía tan limpio que hasta le parecía agradable.

-¿Quiere que le otorgue el apellido Lord Snow?- Interrogo sonriendo enigmáticamente haciendo que todo su cuerpo se congelara. –Tyrion me dijo que no es hijo de Lady Stark por lo que no posee el apellido, si se inclina ante mi…-

-No deseo el apellido mi señora- La corto endureciendo su voz y cerrándose totalmente a ella, vio la sorpresa escapar por sus brillantes ojos violetas. –No tengo nada que probarle a nadie, mi madre no era Lady Stark pero mi padre era Lord Eddard Stark, su sangre corre por mis venas y el Norte me ha reconocido como el nuevo Rey del Norte-

-El lobo blanco- Se atrevió a agregar haciendo que fuera el quien se sorprendiera de lo bien informada que se encontraba. –Es fácil esconderse entre sus pasillos Lord Snow ¿Su hermana esta de acuerdo con su promesa de no obtener el Trono de Hierro?- Solto deslizando sus palidas y pequeñas manos por su pecho confundiéndolo.

-Sansa quiere quedarse en Invernalia y yo la protegeré- Hablo tomando entre sus manos las frágiles muñecas de la Targaryen viendo como sonreía pero algo pareció romperse en ella pues no habia ni felicidad ni burla en su gesto.

-El odio Lord Snow es un veneno tan sutil que uno no sabe que lo esta consumiendo hasta que solo puede sentir su sabor- Hablo con voz rota liberando sus muñecas de su fuerte agarre. -¿Cuándo partiremos al Muro?- Interrogo luego de poner distancia entre ambos haciendo que el se sintiera incomodo de golpe, como si hubiera chocado directamente con una de sus murallas.

-Mañana a primera hora- Acepto viendo como ella asentía y girándose empezó una silenciosa caminata por las ahora calidas piedras de la fortaleza, noto como tres inmaculados se acercaban a ella creando un muro de contención y fue cuando su doncella apareció dejándose caer de rodillas le coloco las botas que habia solicitado, la vio quedarse en su posición hasta que la palida mano de Daenerys acaricio su rizado y grueso cabello obligándola a alzar su mirada y con un roce de dedos sobre la mejilla de la doncella esta se puso de pie y asintió sonriendo retomando la marcha que la platinada habia detenido por solo unos segundos, justo cuando el pequeño sequito cruzo en una esquina para internarse en la estancia que le habían otorgado vio las manos de ambas mujeres unirse fuertemente, de una forma que solo lo harian intimas amigas.

Se giro sobre si mismo viendo con cierta sorpresa el grueso cuerpo de su lobo blanco devolviéndole la mirada con aquellos ojos rojos tan inteligentes que a veces incluso creía que lograba entender todo lo que pasaba a su alrededor, incluso el peligroso juego de tronos que se habia detenido momentáneamente.

El calor que los dragones habían liberado fue como un despertar para toda la fortaleza, las murallas lloraban haciendo que las piedras oscuras brillaran como probablemente lo habían hecho el dia que Brandon el Constructor las vio alzarse a su alrededor, la gente hablaba abiertamente a su paso, contando cada detalle del espectáculo que la madre de dragones les habia dado a todos los que tuvieron el valor de acercarse lo suficiente a las bestias mágicas que habían tenido encadenados por una semana completa.

-Fue una demostración de poder Alteza- La gruesa y tranquila voz llego a el haciendo que sus ojos dejaran de detallar el camino que Fantasma le esta marcando y se encontrara con el caballero de la Cebolla, el dedicado y adolorido fiel seguidor de Stannis Baratheon.

-¿Crees que seria capaz de atacarnos?- Solto por lo debajo la duda que habia nacido instantes después de ver como la bestia verde habia mirado a través de el, en una comunión silenciosa que volvió a estremecerlo.

-Los dioses todavía estan conteniendo el aliento con esta Targaryen- Dijo uniendo sus manos en su espalda y con un asentimiento le indico que le seguiría a donde estuviera marchando.

-¿Son tan peligrosos en el poder?- Dijo dejando que su curiosidad hablara por el, vio de reojo como el hombre solo dejaba escapar el aire, el cansancio que podia notar en el hombre no se debía a su edad, solo era el agotamiento que las traiciones y las perdidas dejaban en los hombres, como las suyas propias.

-Si es solo una parte como el príncipe Rhaegar será una buena Reina- Respondio con sinceridad inclinando aun mas su rostro tal vez recordando historias o vivencias de muchos años atrás. –Stannis sufrió mucho el haber elegido su sangre por encima de su Rey, como le era exigido puso sus fuerzas en la Rebelion del Rey Robert y aniquilo lo ultimo que quedaba de la Dinastia Targaryen-

-El Rey Loco asesino sin compasión a mi abuelo y a mi tio… Y el hombre que llama buen príncipe secuestro y violo a mi tia- Recordo apretando las manos en puños tan fuerte que el cuero crugio bajo sus dedos.

-Y Lord Eddard Stark dejo que asesinaran a niños pequeños que no podían defenderse y que eran sobrinos de la mujer que ahora controla los únicos tres dragones de todo el mundo, apoyo el asesinato de su padre y respaldo a Robert Baratheon en Tridente donde su hermano mayor murió defendiendo a su familia- Le recordó el caballero haciendo que sus labios se apretaran en una fina línea por comprender las razones de las altas murallas que esa mujer alzaba contra todo el mundo.

-Ella deberá dejar el pasado atrás si desea gobernar los Siete Reinos y no perecer en el frio invierno que esta por golpearnos con fuerza- Se rindió deteniéndose justo frente al Bosque de los Dioses, el árbol corazon parecía mas acongojado esa tarde que las veces anteriores.

-Alteza háblele únicamente de la batalla por venir- Aconsejo haciendo que sus ojos se desplazaran del arciano hacia el hombre que lo acompañaba. –Puedo ver en su mirada que ha perdido mucho en el camino hacia el Trono de Hierro y mucha sangre inocente gotea por sus palidas manos- Murmuro al hacer una profunda reverencia y girándose para dejarlo totalmente solo con sus dioses.

-¿Cuántos de los rumores que corren de Daenerys de la Tormenta serán ciertos?- Pregunto mirando fijamente a los ojos rojos de su gran lobo huargo, este desvio su mirada y con paso ligero llego rápidamente hacia el árbol corazon que parecía esperarlo impacientemente.

Las hojas rojas se movían suavemente creando un susurro que no alcanzaba a entender, el sigiloso andar de Fantasma era como una canción que lo hacia sentir en casa y protegido, fue consciente del latido de su corazon contra sus costillas y como los ojos del arciano parecían centrarse en el, sus lagrimas rojas parecían recién derramadas obligándolo a andar rápidamente hacia el, dejándose caer sobre sus rodillas intento recordar las antiguas plegarias que muchos años atrás habia aprendido con sus hermanos, educados bajo la tutela de Lord Eddard Stark todos sus hijos recibieron lecciones por igual pero el vacio en su pecho se hizo pesado cuando la mirada desdeñosa de Lady Stark se dibujo claramente en su memoria, recordándole que era y siempre seria un bastardo del Señor de Invernalia y que nunca tendría el derecho de sentarse como Lord y Guardian del Norte.