Pensando en ti – A
(…) Rápidamente sacó un llavero de su empapado pantalón, introdujo la delgada llave en el fino y reluciente cerrojo y abrió la puerta, metió a Juvia dentro y cerró la puerta detrás de sí.
– Gray-sama, ¿quiere tomar un baño caliente?, Juvia irá a preparar el baño – preguntó la chica, dejando el pequeño, preciado y delicado regalo sobre la mesa de centro que había en la salita de estar. No quería sonar desanimada, después de todo el solo hecho de vivir con Gray ya era algo más que suficiente para ella, al menos por ahora.
– Juvia – la llamó el mago, esta vez sonando más tranquilo, pero aquel nombre pronunciado por él tuvo tal carga emocional, que un leve escalofrío recorrió la curvilínea espalda de la chica, la que se volteó rápidamente al sentir sus pasos acercarse a ella.
– G-Gray-sam-hmmm – había empezado a hablar, pero Fullbuster no la dejó terminar, tomándole el rostro con ambas manos para, por fin, poder besarla lentamente, saboreando aquellos labios que tanto gustaban nombrarlo.
Poco a poco el beso fue tomando intensidad, Gray, dejándose llevar por el calor del momento, le fue quitando de una en una las prendas a Juvia, sin dejar de besarla en ningún momento, sintiendo el placentero ronroneo que, de vez en cuando, surgía de la garganta de la chica, y sin darse sus ropas húmedas por la lluvia estaban esparcidas en el suelo de la salita de estar, y él se encontraba levantándola del suelo para apoyarla en su cuerpo, sujetándola firmemente entre sus brazos para llevarla al cuarto que compartían. El tener el cuerpo de Juvia tan apegado al suyo y casi en su totalidad desnudo, lo estaba encendiendo de una manera que ni él había imaginado alguna vez.
– Mierda, las camas son un poco angostas, pero servirán – le susurró en el cuello, dejándola suavemente sobre su cama para posicionarse sobre ella y, poco a poco, dejarse consumir por su intenso, apasionado y loco amor.
Antes de comenzar a besarla, o a tocarla siquiera, se quedó un par de segundos observándola detenidamente. Quería grabar en su retina cada pequeño y gran detalle de ese curvilíneo y voluptuoso cuerpo que respiraba agitado de excitación bajo su cuerpo, sin embargo, aquella mirada le recordó a Juvia que había olvidado un detalle importante; la ropa interior erótica que le habían recomendado las chicas en el gremio.
– Hum, Gray-sama, Juvia no trae la ropa adecuada para la ocasión, ¿quizá debería ir a ponerme alguna otra cosa? – dijo nerviosa, sintiendo cómo su piel se erizaba al contacto con los gruesos dedos del mago de hielo. Quería que su primera vez con Gray fuera algo realmente significativo, algo bello y apasionado, pero sobre todo quería transmitirle todo su amor.
– Juvia… – dejó salir Gray con una leve risa, besándole suavemente los labios para luego agregar con tono juguetón – Para lo que tengo planeado que hagamos, no vamos a necesitar ropa… Teniéndote así frente a mi realmente me molestaría que llevaras alguna otra prenda aparte de esas seductoras y pequeñas bragas, y ese sujetador que tan bien sé cómo quitarte por el simple hecho de que, a veces, cuando no te das cuenta, me quedo observándote cuando te cambias para ir a tomar una ducha – susurraba al mismo tiempo que sus besos recorrían desde los labios al glóbulo del oído, y de ahí hacia su clavícula.
– P-Pero… Juvia quería sorprenderlo con su lencería sexy – jadeó la joven maga de agua, resistiéndose a dejar salir los pequeños gemidos que tenía atorados en la garganta.
– Hey, ¿no lo notas?, tu cuerpo es lo único que necesitas para sorprenderme – le dijo apoyando su frente con la de ella para entonces rozarle su creciente miembro en su zona íntima, mientras que una de sus manos recorría ágilmente desde sus glúteos hacia su espalda, llegando al broche del brasier solo para desabrocharlo y lanzar aquella prenda lejos de su vista. Tenía la necesidad de, por fin, observar aquellos redondos, suaves y enormes senos que en una sola ocasión había tocado por accidente.
– ¡Gr-Gray-sama…! – gemía Juvia al sentir el roce del miembro de Gray con su intimidad, eso y las caricias que el mago había comenzado a esparcirle en los senos la estaban volviendo loca, y sin resistirse sujetó el rostro del mago con ambas manos para besarlo desesperadamente, pasando sus manos por esos cabellos que tanto deseó tener entre sus manos, recorriendo de su nuca hacia su espalda, notando cada firme músculo bajo su suave tacto, hasta que llegó a su trasero, ese redondeo y duro trasero que tantas veces soñó con tocar, pudiendo hacerlo ahora.
– Mierda, Juvia… No sé cuánto más pueda aguantar así – le susurró, lamiendo y chupando uno de sus pechos, al mismo tiempo que una de sus manos le recorría del cuello hacia el ombligo y de ahí, delicadamente, la introdujo en sus húmedas bragas, palpando y sintiendo la humedad y el deseo de Juvia, por lo que sin previo aviso le quitó rápidamente las bragas y las lanzó hacia algún lado al azar. Lentamente posicionó su hinchado y ganoso miembro en la mojada entrada de Juvia, sentía unas locas ganas de embestirla una y otra y otra vez al instante, pero se contuvo porque sabía, de boca de uno de los chicos – ejem, Gajeel – que la primera vez de las chicas se debía ser delicado dado que les incomodaba y dolía un tanto.
– Juvia – susurró ronco contra su cuello, apoyándose sobre sus codos para no dejar caer su peso sobre ella, casi como pidiéndole permiso para penetrarla.
– Gray-sama, me está volviendo loca, Juvia quiere sentirlo dentro de su ser…– le susurró tan o más ganosa que él, mordiéndole levemente una de sus orejas, y no fueron necesarias más palabras para que por fin se entregaran el uno al otro.
Juvia se sentía como en uno de sus tantos sueños eróticos en los que Gray se lanzaba contra ella y le hacía el amor salvajemente hasta el amanecer; en la ducha, en la sala de estar, en la cocina, en cada rincón de su pequeño pero acogedor hogar. La diferencia era que esta vez era real, tanto que, por un instante quiso llorar de felicidad. Su tan preciado y querido Gray-sama la estaba correspondiendo, y no necesitaba las palabras para hacerlo, no si la besaba y la tocaba de la manera en que lo hacía o, mejor dicho, no pudieron pronunciar palabras coherentes en el largo tiempo que se tomaron para amarse desenfrenadamente.
Gray había entrado en la intimidad de Juvia lentamente, sintiendo un placer que jamás en su vida pensó que podría sentir. La primera embestida la hizo lenta y extensa, sintiendo lo apretada que estaba Juvia, viendo además que esto le había causado cierto malestar, pero que rápidamente se le pasó, pudiendo embestirla una segunda, tercera y cuarta vez de manera consciente y delicada, pero su cordura no dio para tanto considerando el tipo de situación en la que se encontraba, eso acompañado de los eróticos gemidos que la maga de agua dejaba escapar a ratos, lograron que simplemente se dejara llevar y comenzara a mover sus caderas cada vez más rápido y profundo, queriendo más y más de esa mujer que tanto tiempo había suplicado por su amor, la que le rodeaba la cintura con las piernas queriendo sentirlo incluso aún más dentro de su ser.
– ¡Gray-sama! – gemía extasiada, besando de vez en cuando sus labios, pero Gray no era capaz de articular más que roncos y suaves gemidos, completamente entregado al placer. Duraron así solo un par de minutos más antes de que Juvia se corriera con un suave gemido que nombraba al hombre que la apresaba con su fuerte cuerpo, lo que provocó que, a su vez, él también se viniera de manera estrepitosa, gimiendo salvajemente el nombre de Juvia.
– Gray-sama, eso fue… Increíble – decía la maga de agua, entre cansada y aún excitada, abrazando el cuerpo del chico que se había dejado caer sobre ella.
– Sí… Definitivamente debimos hacer esto antes – contestaba él, apoyando su rostro sobre sus suaves y blanditos pechos, pero cuando su respiración se hubo calmado se levantó un poco, la besó apasionadamente, sacó su miembro del interior de Juvia y se recostó junto a ella para poder sostenerla entre sus brazos. Si no iba a decirle tan específicamente con palabras que la amaba, al menos quería demostrárselo con acciones. Pasado unos minutos de una pequeña charla casual, ambos se durmieron relajadamente, con sus respiraciones acompasadas y sus corazones latiendo como uno solo. Sin embargo, al despertar, ambos seguían igual de deseosos.
– Gray-sama, Juvia quiere volver a hacer el amor con usted – le susurró algo avergonzada, apoyando su rostro en sus firmes pectorales.
– Que coincidencia, yo también quiero, pero ¿estarás bien?, quiero decir, acabamos de hacerlo por primera vez y, eh… ¿No será un poco incómodo para ti? –
– No, no lo será, estoy segura de ello – contestó la chica, comenzando a besarlo lentamente, saboreando cada rincón de la boca de Gray, mientras que a su vez se montaba en su regazo delicadamente, notando que al parecer él estaba incluso más excitado que ella.
– No se diga más entonces – y diciendo esto, sin querer esperar más, comenzó a hacerle el amor lentamente. Quería disfrutar más de aquel placentero acto, sobre todo por las impresionantes sensaciones que podía tener y por lo bien que se sentía el ver que Juvia se sentía igual que él.
– Juvia, las últimas dos semanas no he parado de pensar en ti, no sabes cuantas pesadillas he tenido contigo, recordando aquella vez que casi mueres por mi culpa… Y todo era porque tenía miedo de decirte lo que realmente sentía… Aunque no es que ahora lo haya dicho, pero creo que quedó más que claro… Juvia, yo, eh… Me dormía pensando en ti, cuando no te dabas cuenta me levantaba solo para sentarme junto a ti y verte dormir plácidamente. Debes saber, Juvia, que tu cálido, firme y constante amor caló profundo en mí, y grábalo bien en tu ser, Juvia, porque no lo repetiré… Yo también te quiero y quiero que no te separes nunca de mi lado – le dijo luego de que se quitaran las ganas de amarse tan apasionadamente, aprisionándola entre sus brazos, sintiendo cada parte de su piel junto a la suya. No volvería a dejar que nada ni nadie volviera a hacerle daño alguno a su chica.
– Gray-sama, Juvia siente que podría morir de felicidad… No, morir no, Juvia siente que podría vivir mil años de felicidad solo con esas palabras… Gray-sama, lo amo con todo mi ser, y no dude que estaré siempre a su lado, usted es el mayor tesoro que tiene Juvia en su vida – susurró Juvia, cerrando inconscientemente sus párpados, lo que sentía tan pesados que le fue inevitable cerrarlos unos instantes, pero solo eso bastó para que cayera en un profundo y cálido sueño (…)
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[F I N]
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Bunny D. Loxar~