Disclaimer: La narración, toda mía, todo lo demás... no me pertenece.

Genre: General/Romance.


Capítulo 1


Una mujer a los veintitrés años no se dedica a espiar a un hombre, eso es demasiado obsesivo para una persona.

Al menos, ese era el modo en que la pelirroja, recostada en su cama con el teléfono móvil en su mano, trataba de convencerse. La joven únicamente revisaba la página principal de la red social del hombre del que estaba enamorada, admirando la imagen que tenía como su foto de perfil, en la que un sujeto joven de cabellos castaños, mirada fría y sonrisa prepotente, veía a la cámara, usando un distinguido traje gris, cortado a la medida, con una mano en el bolsillo de su pantalón.

Ella miraba embelesada al joven de aire inmaculado, atractivo, no como muchos, con porte muy atlético, tal como sabía que tenía.

Kotoko Aihara no lo espiaba, únicamente admiraba su figura y se deleitaba con la fotografía con la que Irie Naoki, su amor desde la preparatoria, había modificado su perfil, después de tres meses sin hacerlo. El cambio había sido, exactamente —miró el reloj—, doce minutos atrás.

Ella había pasado de estar escribiendo anotaciones para lo que sería su primera novela, a observar la admirable imagen nueva del jefe de proyectos de Pandai, la empresa en que ella tenía un trabajo de medio tiempo como mensajera, cuando no era mesera en el restaurante —no tenía muchas cualificaciones—. Tal suceso habría pasado desapercibido si diariamente no diera diez miradas a la cuenta de Irie-kun, pero era lo que hacía y por ello pudo ver el momento exacto en que la foto cambió.

Hay que tomar en cuenta que Kotoko no espiaba, revisar solo formaba parte de su rutina, en una nada aburrida vida (era demasiado torpe como para eso).

Los enormes y expresivos ojos marrones de la joven se posaron ensoñados en el hombre, con una de sus constantes pérdidas de la realidad, en que imaginaba que se habría atrevido a confesarse a su antiguo compañero de instituto y en la actualidad ambos estarían por casarse. Él, triunfante como lo era en su empresa, tras graduarse de Tokio, y ella, con su novela romántica ya acabada y publicada, un éxito en ventas.

Pensaba que habrían superado la separación de estudiar en universidades diferentes, y serían la pareja más envidiada de Japón.

Kotoko, con una sonrisa entre bobalicona y meliflua, bajo los influjos de la fantasía, delineó la fotografía de su amor, de pies a cabeza, y entonces su teléfono defectuoso, por los golpes a los que ella lo sometía con sus caídas, se detuvo en la página, volviendo rápido a la vida.

No antes de que un "Me gusta" se le escapara.

En medio del reducido apartamento, Kotoko profirió un grito, que agitó a los vecinos de la casa del al lado, a los pájaros a la ventana, y a las personas que pasaban por el vecindario en ese domingo que tenía de descanso.

Ella brincó en la cama, alarmada, y soltó el teléfono, que cayó al suelo con un ruido seco, sacando la batería contenida en su interior.

—¡No, no, no! —exclamó la atemorizada Kotoko, dándose de bruces contra la madera del piso, cuando quiso asomarse.

—¡Deja de alterarte, niña, que quiero escuchar la televisión! —vociferó la vecina de junto, sin preguntarle por su estado, acostumbrada a su torpeza.

—¡Sí, Yoshida-san! —respondió Kotoko, retornando a la realidad tras el golpe. Ajena al dolor al que estaba habituada, cogió con premura el teléfono blanco con pantalla rota, y se apresuró a retornarlo a su estado servible, para después encenderlo.

Ella dio vueltas alrededor de los pequeños metros cuadrados de su habitación, en el apartamento que compartía con su padre, esperando a que los interminables minutos que tardaba en funcionar el aparato, concluyeran.

Kotoko sabía que estaba en un enorme problema y trataba de llegar a un modo de solucionar aquello. No cualquier día se escapaba un "Me gusta" a la persona que espiabas.

—¡Una solicitud de amistad! —celebró la joven, como si esa fuera la respuesta a sus plegarias, sonriente.

Finalmente, la pantalla estuvo estable y ella se sentó en el suelo, abriendo la aplicación e ingresando rápido el nombre de Irie Naoki, al que envió una solicitud de ser amigos, esperando que ese fuera un modo de disimular el error que había cometido.

Solo entonces se le ocurrió a Kotoko que él no la conocía como para aceptarla, y la invadió el terror y la vergüenza.

Lanzó un chillido que obtuvo la queja de su vecina.

Muy lejos de allí, ajeno al predicamento actual de la accidentada joven, el sujeto de sus pensamientos, Naoki Irie, el exitoso futuro heredero de Pandai, en su propio apartamento (al que se había mudado el último año de su carrera, cansado de la intromisión de su madre y deseoso de libertad), regresaba a sentarse frente a su ordenador, tras haber ido a su impoluta cocina por algo de beber.

El castaño, tomando de su té verde, observó que en la esquina de la pantalla aparecía una notificación de su página social, misma que abrió por curiosidad y necesidad, y de la que casi nunca recibía nada. Eso le extrañó a Naoki, por lo que presionó el cuadro blanco, donde marcaba que no una, sino dos notificaciones, habían entrado en el lapso de diez minutos en que se había ido.

Si era una respuesta a haber cambiado su foto, como su contraseña, casi media hora atrás, tal vez no valía tanto la pena.

Sin embargo, como ya lo había abierto, decidió revisar qué era.

Casi como si se tratara de una bomba de confeti, a Naoki le llovieron notificaciones de "aprobación" de su foto de perfil, que ignoró. Esa era la primera notificación, donde todas las reacciones se habían acumulado.

La segunda, se trataba de una solicitud de amistad.

El nombre de la persona, por completo, le fue desconocido, pero la persona en la foto de perfil no lo era.

De no escuchar su nombre, o no interesarse por él, Naoki no lo conocía, pues contaba con memoria eidética y algo así no pasaría desapercibido. No obstante, el rostro de aquella joven le era familiar.

La patosa, pensó aquel poniendo los ojos en blanco. Chica torpe que no sabía por qué se mantenía en la plantilla de trabajo de su padre. Si fuera él, la habría corrido, y si seguía allí cuando tomara las riendas, lo haría.

Claro que, a pesar de su torpeza, ella el trabajo lo hacía, tal vez a base de esfuerzo.

Indiferente, rechazó la solicitud.

Estimaba que debía ser un método ridículo de ella de ponerse en contacto con él.

Naoki se había dado cuenta que, como muchas otras, Aihara —de la que ahora sabía su nombre— sentía interés por él. Los ojos, todo el rostro de ella, eran tan obvios, que solo un estúpido no se habría percatado del hecho.

A alguien como él, le traía sin cuidado. Una estúpida mujer más interesada. Lo mismo de siempre.

Con aburrimiento, cerró la página del navegador e hizo lo mismo con su ordenador, yéndose con su taza negra hasta el sillón de cuero en la sala, para sentarse ante el televisor, pasando aquella nimiedad al basurero en su mente.

Para una persona desinteresada como él, aquello era nada.

La joven, por su parte, pasó toda la tarde y noche en apuros.


NA: ¡Nueva historia!

Primero que nada, aseguré una vez que no buscaría humillar a Kotoko; aquí, sí, estará detrás de él, así que habrán de aguantar un poco algunas cosas, pero luego se irá. Es prometido. Me frustra que ella no pare en algún momento.

Aclarado ese punto; la historia está en progreso, y me cuesta un poco más escribir porque abarco una narración de tercera persona, para que así veamos desde diferentes perspectivas. Iba a publicar cuando tuviera terminado, sin embargo, consideré que, si hay retroalimentaciones o sugerencias, bien podría agregarlas, o corregir. Tengo bastantes ideas, y capítulos preparados, de cualquier modo. Quizá cortos, aunque espero que valgan la pena.

Las características físicas son del anime, pese a que en mi mente los esté pensando como INK: Love in Tokyo.

Espero que se animen a seguir y comentar, ¿serán personas lindas, sí?

No doy fecha de actualización porque me dará presión y me bloqueará.

Karo.