The storm before the calm

Las gotas suicidas se estrellaban una tras otra como si su objetivo principal fuese romper los vidrios de aquella ventana circular, una muy peculiar forma, pero más peculiar era la escena dentro de la pequeña habitación.

La temperatura dentro de aquel armario que era utilizado como recamara, era totalmente opuesta a la del inclemente exterior azotado por la tupida lluvia.

Mientras que afuera uno corría el riesgo de morir congelado bajo la fría tormenta, dentro el calor era tan sofocante que los vidrios estaban totalmente empañados.

Asi mismo los ruidos dentro no podían ser más diferentes a los del exterior, mientras afuera había un concierto, interpretado por los miles de litros que caían al suelo, interrumpidos de vez en cuando con el estruendo de un relámpago al herir al cielo. Dentro…

Dentro, dos voces cantaban una sinfonía distinta, una canción echa de ambas respiraciones agitadas, que solo paraba para dar suaves gemidos, grititos contenidos, y gruñidos en voz baja.

Los cuerpos en la pequeña cama se movían al ritmo de la lluvia, por ahora era ligero y constante, los relámpagos iluminaban la oscura habitación, permitiendo que la chica gritara su pasión, mientras se abrazaba a la espalda de su hermano, enterrando sus uñas y trenzando sus piernas alrededor de la cintura del niño.

Él encima, sostenido su peso con sus delgados brazos trataba de aguantar la pasión de su hermana, cada segundo más difícil que el anterior, se sentía tan bien estar dentro de ella, y esos rasguños en su espalda mañana dolerían, pero hoy… hoy eran puro placer.

Un nuevo relámpago rasgó el cielo, tintándolo todo de purpura eléctrico…

- ¡Lincoln! -la muchacha gimió el nombre en el oído de su amante.-la voz ronca por la pasión era imposible de distinguir.

…y después el rugido del trueno por fin alcanzo a su hermano en el cielo, ahogando la respuesta del niño de cabellos blancos.

Ambos aceleraron ignorando que la lluvia estaba muriendo afuera, ahora tenían un ritmo propio, una canción única, ese armario era su pequeño mundo, nada ni nadie importaba, solo ellos dos, y su lujuria.

Lincoln enterró su rostro, entre los senos de su hermana, tratando de medir el tamaño de estos dos montes perfectos pero su mente no podía hacer comparación alguna… estaba por correrse, asi que embistió más salvajemente mientras mordía uno de los pezones, quería… no, necesitaba que ella llegara junto a él, jamás se perdonaría acabar antes que su amada.

Ella gimió muy alto, estaba funcionando, la fémina comenzó a mover sus caderas al encuentro de las embestidas de su hombre, perdiéndose en el fuego que crecía dentro de ella concentrándose en esa hoguera en su vientre, él era tan bueno… era su segundo orgasmo de la noche, estaba tan mojada, en todos sentidos, todo su cuerpo estaba bañado en sudor, el clima dentro del armario era húmedo y caliente, como un baño de vapor, le encantaba.

Lincoln no estaba mejor, también estaba transpirando, más de lo que jamás podría lograr en su clase de deportes, su corazón latiendo al ritmo de los aleteos de un colibrí amenazaba con explotar, su reparación se hacía cada vez más errática, jadeando en busca de oxígeno, elemento escaso en ese aire saturado de jugos y esencias del sexo.

La lluvia que parecía haberse calmado, se trasformo en una tormenta de súbito, anunciándose con un rayo que cayendo hasta el suelo muy cerca de la casa Loud, hizo estremecer el mundo, los dos amantes no resistieron más, era como si la misma naturaleza los apoyara, y aprovechando el ruido, y la iluminación gratis, ambos se besaron, ella lo oprimió más aun hacia su cuerpo, el niño no soportando más se dejó caer mientras la abrazaba por los hombros enterrándose lo más que pudo, ella bañando el vientre y las sabanas con una lluvia de amor líquido, él llenándola de su esencia directamente en el centro de su ser.

Ambos rompieron el beso desesperados por respirar, se ahogaban en tanto deseo, Lincoln aún se descargaba en ella, asi que se aferró al hermoso cuerpo de su chica, como un náufrago a la orilla, ella aun montada en su propio orgasmo, mordió el hombro del niño, mientras sus piernas dejaban libre la cadera de su amante, sin que ella pudiese detenerlas, para temblar al aire con espasmos casi dolorosos, gimió mientras probaba la sangre de Lincoln… amó esa sensación, perder el control total de su cuerpo, y solo disfrutar de correrse como una puta, solo él fue capaz de eso, solo su Linky fué capaz de ello.

Lincoln dejo su refugio entre los pechos de su amante para gritar de dolor al sentir su piel herida, y aun asi dos últimos disparos fueron provocados por aquella mordida.

El grito de su hermano, la obligo a soltar a su presa, ambos gimieron en la oscuridad, disfrutando de los últimos instantes en el nirvana.

Aun con sus respiraciones desatadas y sus corazones desbocados, pero con más control del resto del cuerpo, los amantes se miraron a los ojos, o al menos trataron, la oscuridad era absoluta,sin salir del profundo abrazo en el que estaban ella de nuevo trenzo sus piernas para mantenerlo dentro, aunque el chico estaba perdiendo dureza.

Lincoln besó los labios de su hermana estaban empapados en sangre… su sangre, y en un arrebato de enojo se lanzó a ellos… no era un beso, una dentellada abrió el labio inferior de la hembra, haciéndola gritar, grito que fue cortado por un beso profundo de Lincoln, ella sorprendida al principio, no respondió aun cegada por el repentino dolor, pero después se unió al vulgar beso, un beso llenos de sangre, sangre que los unía como familia, un beso digno de un lugar en el infierno, pero joder un beso lleno de placer.

Cuando ambos decidieron que o terminaban aquella pelea de lenguas y labios o morían ahogados, por fin se separaron…

Lincoln salió de ella y se dejó caer pesadamente a lado de ella, mientras cerraba los ojos y respiraba ferozmente.

La chica también trataba de llevar aire a sus pulmones y un poco de cordura a su cerebro, había quedado algo atontada después de ese orgasmo.

Ambos sintieron como sus cuerpos se resentían ante el frio, que en cuanto tuvo oportunidad comenzó a invadir el cuarto.

Lincoln juntando toda su fuerza de voluntad se estiró hacia el suelo buscando sabanas y cobijas, para después arroparse junto a su pareja.

Ella agradecida se abrazó a él, recargándose en su delgado pecho, ahí recordó de golpe que, aunque en la cama era todo un hombre, seguía siendo un niño.

-Linky…-el murmullo quedaba un poco ahogado por la tormenta, la voz era susurrante escondiendo la identidad de su dueña, pero aun asi el niño respondió con un gruñido, delatando que pronto estaría en la tierra de los sueños. -debo irme…

-Quédate…-el pequeño albino se aferró aún más a su hermana, pero negando con la cabeza decidió hacer la pregunta más importante de la noche- ¿quién eres?

-no puedo Linky… quisiera, pero no podemos… lo sabes- ella comenzó a besarlo en el rostro dejando manchitas de sangre, su labio abierto aun le dolía y sangraba, pero no era por dolor que la joven comenzó a llorar.-perdoname.

Lincoln murmuro enojado, pero finalmente la libero de sus brazos.

-Descansa…- la chica tomo su pijama del suelo y abrió muy lentamente la puerta para ver el pasillo a oscuras, la tormenta había cortado la corriente-te amo Linky

-Yo también te amo…-murmuro Lincoln mientras exhausto cerraba los ojos y se dormía casi al instante.

El desayuno, corría a cargo del único hijo varón de la casa Loud, lo cual alegró el día de todas sus hermanas, pues sabían que recibirían sus huevos cada una de su manera preferida, una a una, ocho de las diez hermanas llegaron y todas comenzaron a comer contentas mientras platicaban, gritaban en realidad, sus planes para ese día.

- ¡Luna! -la exclamación fue de Lynn quien fue la primera en verla llegar- ¿qué le sucedió a tu labio?

Luna se tocó la parte mencionada, mientras hacia un gesto de dolor.

-Anoche me dio, sed y bajé por un vaso de agua, bro, pero me tropecé con las escaleras.

- ¿Igual que Lori?-Lenny pregunto con su típica expresión despistada-anoche ella también bajo por agua y se lastimo el labio, algo malo debe pasar con las escaleras.

En ese instante la mayor de las hermanas entro a la cocina, y al casi chocar con su hermana rockera, ambas se quedaron mirándose sus respectivos y heridos labios, mientras Lincoln les entregaba a cada una sendos desayunos, negándose a mirarlas a la cara y salía corriendo del cuarto mientras se tocaba el hombro.

The storm before the calm

Anathema