El tema 3 de la semana DekuTodo!

Fortuito

Era sólo un barista más de una cafeteria, uno de tazas express y con vestimenta impregnada de olor café. Sus días caían en las ordernes monotonas, las miradas petulantes y las risas sofocadas sobre la porcelana.

Le gusta la calma, el Jazz y el sabor a rosquilla.

Tenía gustos, a palabras de su mejor amiga, poco atractivos para lo demas. Midoriya no creía eso, gustaba de figurillas de acción y de averiguar que comic salia en la nueva venta para añadirlo a su nueva colección.

Le gustaba el aroma a café de sus ropas, le gustaba extenderse en largas charlas con sus amigos, gustaba de después de una larga jornada laboral sumergirse en su sofa viejo y ver series de Neftlix durante todo el día.

Midoriya se creía un hombre sencillo y de sueños simples, alguien que quería heredar la cafetería de sus padres, sin embargo, guardo un secreto un entresijo.

Cada noche, cada velada, lo molesta al darle una interpretación consisa, algo que llega y se desvanece con las primeras horas del amanecer.

No recuerda voces no recuerda rostro, sólo está ahí, desangrandose por una herida dolosa y tratando de aferrarse a la vida.

Es un sueño, lo acompleja, lo deja pensativo y deseoso de un resultado. Quizá quiere una respuesta.

Lo tiene cada noche, sin faltarle a las horas del reloj.

El se muere, siente el alma que se desvanece, sus ojos se escurecen y la presencia a su lado se vuelve más lejana, Midoriya siente la nostalgia, quiere levantar las manos, pero estas son pasadas como el plomo, en cambio, sólo siente su cuerpo humedecerse bajo las ropas sanguinolientas.

Sus manos deberían estar frías, pero algo la sostiene, tiembla mucho, Midoriya quiere calmarlo con una sonrisa, pero la ceguera es fuerte y su dolor persevera.

Midoriya sólo deja una muerta sonrisa, y un deseo en sus adentros de querer encontrarse.

Y por muy dentro, Midoriya quiere creer que si se encontrarán.

Que sus almas se buscarán, que se hallaran como dos fragmentos que intentan unirse.

Puede que sea imposible pedirlo que este cese, Midoriya se siente como un loco soñador que delira este encuentro.

Es tonto, casi absurdo como pedir la nieve en el verano.

O eso quiso creer.

Las chispas saltaron de inmediato, el roce fue casual, un fortuito encuentro entre el pedido del café y la otra persona. Pero, para Midoriya fue como abrir un universo.

Se vinieron como lluvia de estrellas, recuerdos que no pertenecen a él, o quizás si, pero lo ha estado callando.

Principe, caballero, un reino en peligro y una promesa.

Un ataque inminente, y el que se muere sin poder cumplirla.

Podemos encontrarnos en otra vida, escucha muy adentro de él.

Lo estaré esperando, por muy tonto que le suene, casi puede escuchar al otro decir.

Shouto, se esculpen en el.

El principe Shouto.

Ese día Midoriya duerme, tan bien, dejandole una sensacion gustoso al día siguiente.

No tiene idea de que sucede, bueno, tal vez si.

Tiene que ver con el y esas chispas que brotan desde el fondo, todavía se sienten cálidas, como si nunca se hubieran ido, como si cuerpo lo estuviera esperando, como si sus manos lo estuvieran ansiando.

Quizá, sólo quizá, son los retazos de una vida pasada que seguían acunándolos hasta querer abrigarlos, obligándolos y haciéndolos encontrarse nuevamente. Esas eran las cadenas que lo ataban. Porque de sólo verlo, Midoriya piensa que el es capaz de traer el invierno en el verano.