Apoptosis Parte I


El frio atesta su rostro, agrietando sus labios sensibles y pálidos, su vista se pierde entre imágenes borrosas de niños jugando y sólo alcanza a oír sus risas distorsionadas. No siente sus manos ni ninguna parte de su cuerpo; su aliento que se dispersa en el aire es lo único que lo mantiene en la realidad. Y en una centésima de segundo siente una presión en el abdomen que le devuelve los pies a la tierra.

—Hey Stan. —ve a Kenny a un lado suyo, sus manos rozan cuando toma la barra lateral de la rueda giratoria, e inevitablemente, observa con ímpetu aquellos guangos ojos a los que son atravesados hilillos dorados debido al viento invernal; el rubor de su rostro, aun por el frio, le contrasta demasiado bien. Y, piensa que nunca lo había visto tan de cerca como ahora.

— ¿Qué sucede?

— ¿No te parece que nos faltan otros dos?

Stan permanece dubitativo unos segundos; seguía con la cabeza en las nubes al parecer.

— ¡E-es cierto! Desde la fiesta he tratado de comunicarme con Kyle pero, hasta el momento no ha contestado ninguno de mis mensajes.

— ¿No has hablado a su casa?

—No… no puedo, él me contó algo que parecía importante, pero asumí que ya estaba delirando con tanto alcohol y, creí que seguía enojado. Supongo que soy un mal amigo. —aprieta su agarre a la barra, y Kenny lo ve temblando en medio de la nieve.

Por inercia Kenny sujeta su mano temblorosa, viéndolo con ojos compasivos. —Te acompaño a la casa de Kyle, después de todo en parte es mi culpa que no hayan podido terminar su conversación. Y, ¿también podríamos ir a la casa del culón? Vomité su abrigo y me obligó a mandarlo a la lavandería. —pronuncia apático señalando la prenda, como si en verdad no lamentara lo que hizo.

—Oh cierto, tampoco he sabido nada de Cartman.

Fue entonces que ambos asumieron que ninguno había intentado contactar a Eric.

(Sus ropas se hallaban manchadas; apenas si podían sentir sus extremidades y el álgido aire les desgarraba los pulmones.

Lo que una vez fue una enorme llamarada ahora se encontraba enterrada en la nieve; sin importar a donde mirara, todo se hallaba cubierto de nieve. Cuando intentó buscar algún otro sobreviviente no veía más que cuerpos destrozados y nieve tornada de un rojo intenso. Asqueado de tal escenario se retira cubriéndose la boca.

Y por muy difícil que le pareciera, ahora su mayor prioridad era sobrevivir junto a Eric Cartman.)

En medio de todo, Kenny apaciguaba su mundo.

No recuerda la última vez que estuvieron ellos dos solos; quizás fueron meses, quizás años. Lo que si recuerda es lo gratificante que es, porque cuando estaba con Kenny, aunque fueran sólo unos momentos, sentía como si sus problemas no existieran. Tal vez por en ocasiones llegaba a preferir estar con él que con Kyle.

(Y aún así seguían siendo mejores amigos.)

Stan de a momento rueda sus ojos al perfil de Kenny; siendo éste consciente, pero sin prestarle mucha atención. Él en cambio acorta la distancia entre ellos; y sus manos rozan descuidadamente, y no dicen nada. Sin embargo−

Kenny se da cuenta primero, y toma la muñeca de Stan para evitar que continuara caminando. Él por un momento siente el corazón salírsele del pecho.

—Stan, mira. La casa de Kyle.

— ¿Qué pasa?

Y lo ve. A un hombre que en su vida había visto parado enfrente de la puerta de los Broflovski. Ambos mantienen su serenidad ya que no era la primera vez que personas desconocidas se aparecían en el pueblo. No obstante, aquel hombre les produce una sensación horrible, como si debieran tener extremo cuidado en siquiera acercársele.

Kenny toma la iniciativa y arrastra a Stan de vuelta al parque.

— ¿Y ahora qué hacemos?

—Esperaremos a que se vaya ese viejo, no es como si nos incumbiera lo que está pasando.

— ¿Y si mejor regresamos otro día?

—Te tienes que disculpar con Kyle, hoy. —enfatiza fijando su vista en él. Stan siente como si su madre lo estuviera regañando.

—No tengo opción, ¿verdad? —suspira, y luego asoma un poco su rostro entre los arbustos procurando no hacer demasiado ruido; cuando vuelve a ver la casa de su mejor amigo la halla desolada. El extraño hombre se había ido. —Vamos Kenny. —ahora Stan es el que toma de su muñeca y, por precaución ve a todas direcciones en busca de que realmente ya no estuviera ese hombre.

Kenny hace lo mismo. Observa con cautela sobre todo a los puntos ciegos, puntos que fácilmente podrían pasar por desapercibido; y entonces, pasa. Por el rabillo del ojo percibe a lo lejos un automóvil negro retirarse justamente cuando ellos salieron de su escondite. Una parte de Kenny presiente que no debe de pasar de largo ese suceso.

— ¿Qué crees que les haya dicho ese sujeto? —inquiere Stan, cortándole el hilillo a Kenny.

—Ni idea. Me gustaría preguntar, pero siento que no es buena idea.

—Tienes razón. —Stan se aclara un poco la garganta antes de proceder a tocar la puerta de los Broflovski, Kenny en cambio, se torna inseguro de lo que van a hacer, como si algo malo estuviera por suceder.

El sonido del timbre le parece eterno y fúnebre. No pasaron más de cinco segundos para que fueran atendidos, y−

—Stan, Kenny… —la voz quebradiza y el rostro enrojecido de Gerald debido al llanto excesivo alerta a sobremanera a ambos. —Ustedes… ¿Cuándo fue la ultima vez que vieron a Kyle? Él… un hombre que dijo ser encargado del avión en que viajaba nuestro hijo, vino… a darnos la noticia de que había sufrido un accidente… que al parecer fue un ataque terrorista porque explotó en medio de la nada, y… que aún no han localizado en donde fue que se estrelló. —como puede formula oraciones entendibles, ya que el inmenso llanto le impide siquiera hablar. —Que tenemos que estar preparados ya que es muy poco probable que… haya sobrevivido por el tipo de accidente que fue.

Por su parte, Kenny permanece en su lugar temblando y con los ojos bien abiertos que bien podría soltarse a llorar en cualquier momento; y Stan, no puede creer en absolutamente nada de lo que acababa de oír.

«Kyle.»

Aparece como una ráfaga, tan esporádica y poco creíble que, por un momento cree habérselo imaginado.

«¿Cartman?»

«Kyle, ¿dónde estás?»

No había duda. Otra vez puede oír su voz, y eso le tranquiliza. Tan rápido como puede termina de coger las cosas necesarias de entre los escombros; debía irse ya y de igual manera podía regresar de nueva cuenta a inspeccionar cualquier cosa que les fuera de utilidad. Sin embargo−

Un fuerte dolor atraviesa su abdomen, obligándolo a llevarse una mano al lugar de la punzada y a caer momentáneamente entre quejidos y maldiciones.

«¡No te muevas, carajo! ¡Llego en un momento, culón!»

El bramido súbito de Kyle ocasiona que Eric despertara de golpe. La pérdida continua de sangre le estaba provocando adormecimiento, y el pánico a verse completamente desolado le hizo moverse por puro reflejo; aún con el insoportable dolor. Empero, el grito de Kyle lo había tranquilizado por completo. Y le obedece, casi a punto de llorar.

Cuando Kyle arriba los restos carbonizados de lo que una vez fue un avión, lo primero que hace es dirigirse a donde había resguardado a Cartman; el lugar más apartado de la nieve, pero no lo suficientemente cálido.

Sin decir ni usa palabra, Kyle procede a desempacar las provisiones que había encontrado, que de entre ellas se encuentra un mini estuche de primeros auxilios; (cuando lo encontró en verdad estaba agradecido con quien fuera por tal milagro).

—Quítate el abrigo. —espeta Kyle con una pequeña botella de alcohol en mano.

— ¿Pero qué−? —Cartman despierta de forma estrepitosa, debido a que recién se percata de la presencia de Kyle.

— ¿¡Quieres que cure o no tu herida, culo gordo!? Demonios. —más que frustración, su voz evidencia un cierto tono avergonzado; Cartman lo nota al ver que evita su mirada, y en consecuencia, responde a su queja levantándose sus prendas aún húmedas de sangre.

Al principio, Kyle duda; en verdad no quiere hacer eso por todo lo que ha derivado su relación, y, sin embargo, al observar el gran tamaño de la herida es que, no tiene con qué excusarse. No era profunda, por suerte, pero abarcaba casi la mitad de su abdomen. Por lo que empieza a aplicar el alcohol etílico de forma horizontal. En respuesta de aquello, un fuerte quejido es expresado por parte de Eric; en cambio, Kyle ahoga su propio dolor tanto como le es posible.

En ese momento lo recuerda. Eric había olvidado que comparten el sufrimiento, y ahora tolera cuanto puede el dolor. Kyle concluye su labor al fijar con cinta varias gasas a lo largo de toda su herida.

—Cartman, escucha. —espeta, al momento de desempacar toda la ropa que llevaba en la mochila. —No sé donde estamos, y este tiempo que estuviste dormido fui a ver si había algún otro sobreviviente, —da un gran suspiro, frotándose la sien y encogiéndose en su asiento—. Al parecer estamos solos en esto.

Kyle hace una evidente mueca de disgusto. —Como sea, estuve caminando por veinte minutos y no encontré el mínimo indicio de actividad humana que no fuera la nuestra. A como lo estimo, bien podríamos estar a cientos de kilómetros de la civilización, si es que la hay−

Cartman empieza a abrigarse con las nuevas prendas dadas, soltando leves quejidos cada que rozaba la herida sin querer. Kyle permanece hecho un ovillo en su asiento, prosiguiendo.

—Nuestra situación actual es esa. Tenemos dos… no, tres opciones. Uno, nos podemos ir ahora mismo; lo que conseguí es más que suficiente para sobrevivir, pero… El problema más grande es tu herida, si se llegara a complicar no sólo tu estarías limitado, sino también yo. Además, en el botiquín que encontré sólo hay suficiente para un cambio más.

Cartman no dice nada al respecto.

—Dos; quedarnos aquí a morir de inanición; o por hipotermia, lo que pase primero. Literalmente estamos a la mitad de la nada y, no creo que haya mucho que hacer.

Eric estando a nada de abrir la boca, Kyle le toma la delantera:

—O tres; esperar a que te cures por completo y hasta ese momento salir a buscar la civilización. Si lo piensas bien esa es la opción más factible; si fuéramos a morir al menos hacer el intento, ¿no?

—No.

— ¿Qué?

—Quiero decir, ¿no has intentado usar tu teléfono, judío despistado? El mío creo que lo perdí.

— ¿Pero qué−? Aunque lo tuviera dudo mucho que tenga recepción aquí. Además, si no fuera porque alguien me trajo aquí inconsciente, tal vez lo hubiera traído, gordo de mierda.

Sin querer, ambos se habían destensado un poco.

— ¿No sería mejor pedírselos personalmente? —inquiere Kenny con una expresión no muy convincente acerca de la situación.

— ¿No viste lo destrozados que estaban? Pedirles una cosa así sería como escupirles en la cara. —murmura Stan reacomodando la cuerda que se halla enredada en su abdomen.

—Entiendo eso. Pero si nos descubren será peor a que si se los hubiéramos pedido. —-kenny se balancea incómodo sobre la rama del árbol.

—Por eso huiremos si vemos que se despiertan. —Stan exclama tan alto su seguridad que, Kenny no tiene de otra más que confiar en él.

—Ok; sólo procura darte prisa. —suspira Kenny jalando de la cuerda, dándole estabilidad a Stan quien ya se halla en el aire.

—Más hacia la derecha; ¡falta poco!

Kenny suelta quejidos ahogados por soportar casi todo el peso de su amigo, ni siquiera puede hablar, pero obedece las indicaciones de Stan tan rápido como puede. Después, suelta un gran suspiro al sentir sus debiluchos brazos descansar. Ahora, debe cerciorarse no ser vistos por nadie.

Por su parte, Stan da un salto para entrar a la residencia; saca su linterna de bolsillo y camina de puntillas rogando siempre no hacer crujir el suelo. Siente el corazón oprimírsele cuando ve la cama de su mejor amigo vacía; da unas grandes bocanadas de aire y prosigue con su objetivo: encontrar alguna pista.

El estar ahí significaba todo o nada. Si no encuentra la más mínima pista que lo llevara a Kyle era probable que jamás lo pudiera volver a ver. Porque vamos, por muy molesto que estuviera con él no sería capaz de irse sin decir nada, ¿cierto? Esa situación le hace levantar demasiadas sospechas y nada lo convence realmente.

Esculca cada rincón meticulosamente, por más incómodo que fuera debía haber algo. Revisa libros, muebles, debajo de la cama y el colchón… no encuentra nada llamativo, y se empieza a desesperar. Deja caer sus piernas y manos al lado del escritorio, sólo siente polvo y pelusas, y… un papel.

Indiferente, dirige la luz al dichoso papel que esperaba fuera basura, estando a nada de arrugarlo y dejarlo donde lo había encontrado, fueron en especial dos palabras las que captaron su atención "almas gemelas". Stan abre tan grande los ojos que, olvida por segundos parpadear. Rápidamente hojea lo que aparenta ser un folleto y, bingo, la aguja en el pajar; un número telefónico se lee al reverso del folleto.

(—)

¿Disculpa?

Una voz femenina es la que le contesta; Stan y Kenny oyen postrados en la parte trasera de la escuela.

— ¡Dije que quiero saber dónde está mi amigo!

Perdón niño, pero no sé de lo que me estás hablando, y para empezar, ¿cómo conseguiste este número?

— ¡Eso no importa! ¡Necesito saber donde está Kyle!

¿Dijiste Kyle? ¿Eres amigo de Kyle Broflovski?

— ¡Si! ¿Ustedes… saben si está bien? Un hombre le informó a su familia que… había sufrido un accidente. —su voz se quiebra de a poco.

—…

— ¿Hola?

Niño, tenemos que discutir esto en persona. Di cualquier punto y ahí estaremos.

Stan duda; pero al hallarse entre la espada y la pared no tiene otra opción más que acceder.

(—)

Cuando la respiración se le corta por segundos, instintivamente lo primero que hace es tomar la mano de Kenny. Sin importar nada, se aferraría en cuerpo y alma al único mejor amigo que le quedaba. Podrían privarlo de su libertad sí, pero no de él; no de Kenny.

No puede hablar ni ver, pero sabe que están siendo transportados. Por muy raro que le parezca, en ningún momento tuvieron la intención de separarlos; eso le tranquiliza, y, sin embargo, ahora se da una mejor idea de lo que había pasado. Kyle seguramente se halla secuestrado por estas personas.

— ¡Lo sabía! ¡Sabía que ustedes lo habían secuestrado! ¡¿Dónde está Kyle!? ¡Al menos díganme que se encuentra bien!

Stan se retuerce y jalonea de sus ataduras. La única lámpara de la habitación le lastima los ojos y le impide ver con claridad las figuras humanas que están frente a él.

—No… ¿Sabes? Creo que deberíamos de dejar de hacer eso, siempre piensan que los secuestramos. —la figura esbelta murmura al que parece ser su compañero. Ninguno oye, pero saben que no deben esperarse nada bueno.

—Escucha pequeño, yo soy con quien hablaste hace un momento. —da un paso a la luz. —Permíteme que me presente, soy Jin-Kyong y este es mi esposo Fakhr. La razón por la que los hemos tenido que traer de esa forma tan… particular es precisamente para que nadie sepa de nuestra localización. En cuanto acabemos de hablar los regresaremos a su pueblo. Y en cuanto a tu amigo; Kyle, él y su alm-, otro amigo acudieron a nosotros hace unos años. No podemos darles demasiados detalles pero, hace unos días Eric vino con nosotros a pedir que lo mandáramos a la India junto con Kyle. —la mujer hace una larga pausa. —El problema es que, eso es todo lo que sabemos. En ningún momento se nos informó de algún accidente, porque, tenemos acceso a ese tipo de información. De hecho, lo raro es que ustedes lo hayan sabido antes que nosotros-

— ¿Có-cómo? ¿Eso quiere decir que-

—Antes mencionaste a un hombre. Dime, ¿cómo era? Es de suma importancia que nos digas todo, ya que, si es como sospechamos y no corresponde a ninguno de nuestros miembros, bueno…

—Él era… alto; traía una gabardina y un sombrero que le cubría casi todo el cuerpo. Lo vimos de lejos por lo que yo no alcancé a verlo muy bien.

Kenny masculla algo ininteligible para ambos adultos.

—Oh cierto, tenía barba y era castaño, ¿en serio también traía un bastón? Eso no lo vi.

Mientras, la pareja ve expectante el cómo se entienden tan bien sin ser almas gemelas; algo conmovedor para ellos.

—Supongo que es todo lo que tenemos.

—Necesitamos algo más específico, ¿alguien más aparte de ustedes lo vio?

—Oh sí, los padres de Kyle y… sí, ¿no Kenny? También la mamá de Cartman lo debió haber visto. —Kenny afirma expresivo, siendo él el que completaba la mayor parte de la información.

—De acuerdo chicos, si se enteran de cualquier cosa, llámennos. Los ayudaremos en todo lo que podamos. Supongo que ahora querrán irse a casa, ¿no?

Friccionar su cuerpo parece inútil. Los vientos helados golpean con fuerza su piel expuesta, porque sin importar que cargara con kilos de ropa nunca iba a ser suficiente.

Entonces, juzga que debe tratarse de un lugar bastante lejano por tal clima; quiere pensar tanto como pueda, pero siente como el frío le congela las ideas. Rápidamente baja su manga lo suficiente y la vuelve a subir; las cinco de la tarde en punto (y agradece tanto haber encontrado un reloj funcional).

Su andar jamás se detiene, porque sabe que si lo hiciera tan solo un segundo sus piernas no le volverían a responder. Y no puede evitar balancearse en el camino, ya que al parecer la capa de nieve es más densa a comparación de South Park; mucho más densa en realidad.

Kyle a pesar de estar caminando en línea recta no tarda en encontrarse con un terreno rocoso que cubre principalmente las laterales. Kyle al notar que no estaba demasiado inclinado y al parecer fácil de escalar es que, por supuesto intenta subir. Y quizás, solo quizás si pudiera llegar a lo más alto se podría dar una mejor idea a lo que se estaban ateniendo.

Cuando empieza a escalar, pese a traer guantes sobre guantes, aún puede sentir la nieve congelándole las manos. Y luego−

(Luego.)

Un ruido extremadamente familiar le golpea los oídos. No sabe qué tan próximo se encuentra pero, lo escucha demasiado cerca. Escala un poco más para divisar el panorama y, como si de un milagro se tratara, Kyle lo ve.

No lo puede creer, por más que abra sus ojos sigue sin creer que a unos metros de distancia se encontrara un helicóptero con las turbinas deteniéndose. La emoción del momento lo paraliza, pero, no importaba si después de todo ya había llegado la bendita ayuda.

Kyle observa como descienden unas cuantas personas del helicóptero, si bien no parecían rescatistas eso venía siendo lo de menos. Por fin saldría de ese infierno, piensa con brotes de lágrimas en los ojos.

(Sin embargo−)

El hombre más alto y robusto saca un teléfono de antena gigantesca y, no sabe si es el eco del lugar o que el tipo tiene una voz muy potente pero, alcanza a escuchar todo lo que dice.

(—Son dos niños, ¿no?)

La emoción de Kyle aumenta, sabe que estaba hablando de ellos. Cuando estuvo a punto de gritar con todas sus fuerzas, como si en ello dependiera su vida (literalmente) es que, es detenido en seco.

(—Entonces sólo tenemos que asegurarnos que estén muertos, de acuerdo.)

Por instinto Kyle lleva ambas manos a su boca, aunque se congelara los labios.

(—Uno dice que es gordo y el otro pelirrojo, ¿cierto?)

Su cuerpo empieza a deslizarse por la nieve. El hombre cuelga su teléfono.

(—Todos, busquen dos mocosos de aproximadamente catorce años con esas características. Si los hallan vivos, bueno, mátenlos. El jefe quiere a esos dos niños muertos y no nos iremos hasta que nos hayamos cerciorado de eso.)

El corazón de Kyle late raudo como si quisiera salírsele del pecho. No sabe cómo, pero logra hacer que su cuerpo se mueva de forma veloz y constante sobre la nieve; sin importar que tan inestable fueran sus pasos, ni que el rostro ya lo tuviera cubierto de pequeños cristales de hielo; ni nada. Debía llegar con Cartman, rápido.

Siente que pasaron tan sólo unos segundos pero, pronto logra distinguir los escombros que aún soltaban rastros de humo. Ruega porque esos tipos no hayan llegado antes que él y, con las últimas fuerzas que le quedan trepa de un movimiento el destrozado avión.

— ¡Cartman! ¡Cartman, abre los ojos de una jodida vez!

Eric despierta estrepitosamente.

— ¿Qué sucede? ¿Por qué tanto alboroto? —espeta tallándose los ojos, dispuesto a dormirse otra vez.

— ¡No te atrevas a volver a dormirte, gordo de mierda! Nos tenemos que ir, ahora mismo. —zarandea a Eric de los hombros al tiempo que toma de su muñeca para llevárselo, aunque fuera arrastrándolo.

— ¡¿Podrías al menos explicar tus razones, maldito judío?! —se queja al sentir como su herida se abre de nuevo.

Kyle resiente el dolor, por lo que casi lo carga al momento de bajar del avión.

— ¡No hay tiempo de explicaciones, culón! Lo único que te puedo decir por el momento es que, si nos quedamos vamos a morir.

Eric no dice nada. Sabe que la cosa es seria cuando incluso Kyle se ofrece a llevarlo en su hombro y, sobre todo porque en lo único que piensa es en huir.


N/A: antes que nada, una disculpa. soy muy vaga y si soy sincera ya habia pensado en abandonar esta historia, sin embargo aun me gusta el tema que estoy tratando, supongo que por eso el milagro... en fin, si les gusto me pueden decir lo que piensan, ahora si procurare contestar sus reviews! tambien procurare no tardarme tanto en la siguiente actualizacion :)