Y entonces sucedió.
Izuku se acercó lentamente hacia el rostro de Katsuki para unir sus labios con los de él en un delicado beso.

Cabe decir que Bakugou no tenía ni la más mínima idea de que le iban a besar.

[…]

—¡Y entonces, el joven príncipe, besó a la muerta princesa como despedida~! —narró Aoyama provocando que todos se quedasen en silencio contemplando cómo Izuku se aprovechaba de los labios vírgenes de la bella Blancanieves.

—¡Izukuuu! —exclamaba la madre de Midoriya con lágrimas de orgullo e ilusión en sus ojos al ver que su preciado hijo había besado a Katsuki.

—Oh, esto sí que no me lo esperaba —reía Mitsuki—. ¡Ya tendré con qué joder a mi hijo!

—Midoriya, estás muerto —sentenció Todoroki poniéndose de pie.

—Mejor hay que apartarnos... por si acaso —murmuró Jirou llamando la atención de sus compañeras y señalando al caballo blanco estaba andando a dos patas.

—¡Y así, con aquel beso lleno de amour, la princesa se despertó mágicamente~! —prosiguió Yuuga, el cual estaba en el mismísimo centro del escenario destacando más que nadie y soltando brillitos.

Midoriya se separó de Bakugou con nerviosismo y pudo contemplar cómo aquella dulce Blancanieves tenía el ceño fruncido, el rostro rojísimo y los ojos abiertos cómo platos; en cualquier momento iba a explotar... literalmente.

—¡¿Q-QUÉ MIERDA HAS HECHO, DEKU?! ¡MUERE! —gritó levantándose por completo y explotando todo el escenario.

—¡E-Era parte de la obra! —se excusó Izuku tratando de evadir las continuas explosiones.

Mientras tanto, dentro de la casita...

—¿Trajiste el condón? —inquirió Kirishima.

—Ah, ¡sí! Aquí está... —respondió Denki mientras rebuscaba en sus bolsillos.

Pero fue en vano; el condón había desaparecido.
Alguien se lo había llevado. A saber quién...

—¿Kaminari...? —se preguntó el pelirrojo al ver el rostro atónito de su rubio.

De repente un ruido les hizo reaccionar; la casita se estaba cayendo a trozos y se podían oír muchísimas explosiones y gritos.

—¿Soy yo o en la casita habían dos enanitos semidesnudos a punto de follar? —inquirió una de las madres que se hallaban en el público.

—¡JAJAJAJAJAJA! ¡Me encanta! —se reía Monoma mientras señalaba el escenario en el que se podía ver cómo Bakugou explotaba todo, los enanitos huían despavoridos, el caballo perseguía con la mirada al príncipe para matarlo y un árbol seguía en el medio soltando brillitos—. ¡Es penosamente patético!

De repente el caballo congeló los pies de Midoriya, inmovilizándolo, y se dirigió velozmente hacia Katsuki para cargarlo estilo princesa y llevárselo fuera del escenario.

—¡Pero, de repente, el caballito blanco se puso de pie y se escapó con Blancanieves para ser felices para siempre~! —improvisó Aoyama al ver el giro de acontecimientos.

¡A-Así no es la historia! —exclamó Momo al ver que la situación se había salido un poquito de control—. D-Debo de hacer algo...

Mágicamente... Bueno, no.
Gracias a Sero, Todoroki fue retenido mientras trataba de escapar con un Katsuki explosivo en brazos y se los llevaron de nuevo al escenario.

El telón se volvió a bajar.

—¡Chicos, esto no puede acabar así! —dijo Yaoyorozu mientras contemplaba el desastre que había ocurrido en el escenario.

—Bakugou es mío —aclaró Shouto negándose a soltar al rubio que se sacudía cómo poseso intentando escapar de sus brazos y que no dejaba de gritar.

—¡P-Pero yo soy el príncipe! —agregó Izuku reclamando lo que le pertenecía.

—¡Tranquilos! Tengo una idea... —informó Momo dispuesta a explicar al respecto.

—Pero antes, diles a esos que se pongan algo —añadió Jirou sintiendo vergüenza ajena mientras señalaba a un enanito rubio y a otro pelirrojo que estaban semidesnudos.

—¡Aquí está, encontré el condón! —exclamó Kirishima luego de haber rebuscado entre los escombros.

Después de que Kaminari se enteró de que Ashido fue la que robó aquel preservatido, arreglaron el escenario, se prepararon y se pusieron de acuerdo para terminar la obra como era debido.

—¡ME NIEGO! —se quejó Katsuki bastante harto de todo.

—Las fotos... Bakugou —le susurró Kirishima, haciendo que el rubio chasquease la lengua y aceptase a regañadientes.

Ahora sí que sí iban a dar un digno final... más o menos.

El telón se volvió a abrir dejando ver a los enanitos, felices, alrededor de la princesa.

—¡La joven Blancanieves, había revivido por el poder del amour~! —narró Aoyama con entusiasmo.

—¡No estaba muerta! —exclamó Ochako.

—¡Está viva... genial! —agregó Kaminari fingiendo felicidad.

—¡Y todo gracias a los príncipes! —añadió Kirishima.

De repente se pudo ver entrar a Midoriya y Todoroki, ambos vestidos elegantemente como los dichos príncipes de la obra.
El príncipe se había multiplicado.

—¡Y así, Blancanieves, agradeció a sus bellos amantes el haberle salvado la vida~! —seguía Yuuga.

—Gra... Gra... —intentaba decir Bakugou con el ceño realmente fruncido y como si le estuvieran obligando; era algo muy difícil para él.

Vamos, Bakugou, ¡no es tan difícil! —animaba Kirishima.

—¡Yo ayudaré! —agregó Hagakure—. ¡Tú solo finge que estás hablando!

Katsuki abrió la boca e hizo como si estuviera hablando mientras se podía escuchar alto y claro la voz de una mujer.

—Gracias por salvarme, príncipes, os amo —se pudo escuchar al Google traductor.

—Fue un placer —respondió Todoroki con cara de póker pero con brillos de felicidad en sus ojos mientras sostenía la mano izquierda de Bakugou.

—¡E-Eso mismo! —agregó Midoriya intentando no quedarse atrás y sosteniendo la otra mano de Katsuki, el cuál parecía estar cada vez más enfadado.

—¡Así que, al final, Blancanieves se fue con sus príncipes...! ¡Pero no sin antes despedirse de los siete enanitos con un beso a cada uno en la frente~! —expresó Aoyama con una brillante sonrisa.

Bakugou no iba a poder soportar tanta tortura.

—¿De verdad tiene que besarnos en la frente? —inquirió Kaminari con cierto temor—. No quiero que me la explote...

—Yaomomo ha hecho estos cascos especiales para cada uno, ya sabéis, por si acaso... —agregó Jirou ofreciéndole a cada enanito un casco de metal, resistente a las explosiones, para ponérselos en la cabeza.

Y así, los siete, con sus respectivos casquitos, se pusieron en fila para recibir el tan preciado beso en la frente de la bella Blancanieves.

—¡MUERE! —gritó Bakugou antes de besar, en contra de su voluntad, el casquito de Kirishima y poniendo su mano en él para soltar una pequeña explosión—. ¡MUERE! —continuó de la misma forma seis veces más.

Luego de tal castigo, más para los enanitos, cada príncipe se colocó a un lado de Bakugou y lo sostuvieron de cada brazo.

—¡Así que, al final, Blancanieves se despidió de los siete enanitos mientras se alejaba junto a sus príncipes! —narraba Yuuga cada vez más emocionado por el final—. ¡Y vivieron felices para siempre, tuvieron muchos hijos y se casaron! ¡Y colorín colorado, este cuento se ha acabado, y yo, el más bello árbol, un aplauso me he ganado~! —finalizó brillando y esperando que la gente le aplaudiera.

Pero nadie le aplaudió.
Bueno, la madre de Izuku lo hizo, pero eso no cuenta.

Y así, el telón se bajó, dejando al poco público bastante atónitos por lo que acababan de contemplar.

—¿Blancanieves se va con el primero que encuentra? —inquirió la madre de Jirou.

—Mi Izuku... ¡Crecen tan rápido! —lloriqueaba Inko emocionada.

—¡A todos! —exclamó Yaoyorozu alzando el telón para pasar y presentándose al público—. ¡Nos gustaría mucho saber su opinión sobre esta obra! ¡Les entregaré unas hojas para que puedan rellenarlas! —finalizó dispuesta a pasar por cada asiento y entregar dicho papel.

En aquella hoja se podían leer las siguientes preguntas:

¿Cuál ha sido el personaje que mejor ha actuado?

¿Cuál ha sido el mejor momento de la obra?

Escriba qué aspectos cree que se pueden llegar a mejorar.

—¡JAJAJAJAJA, genial! —reía Monoma mientras pensaba en qué respuestas maquiavélicas dar.

—¡Mi Izukuuu! —seguía exclamando la madre de Midoriya rellenando todo el rato la hoja con la palabra "Izuku".

—Voy a suspender a todos —suspiró Aizawa.

Y así, sí que sí, finalizó la maravillosa obra de la clase 1-A... pero no sin antes terminar con cierto acuerdo.

—¿Tienes las putas fotos? —inquirió Bakugou, en los vestuarios, a su cómplice pelirrojo.

—Por supuesto —respondió Kirishima con una sonrisa.

¿De quién serían las fotografías?

Hagan sus apuestas.

¿FIN...?