Capítulo 9. Él tendría al mundo a sus pies quizá con un sencillo ademán.

La galería de arte de Yakov Feltsman era un hervidero de exclamaciones de asombro y risas felices que habrían bastado para embriagar a cualquier artista con el espumoso vino en el que a veces el éxito solía convertirse.

Caminara por donde caminara y fuera a donde fuera, los aplausos seguían a Victor Nikiforov quien sin embargo, no podía sentirse del todo feliz ante las muestras de aprobación y alabanza que las personas estaban haciéndole con respecto a su más reciente colección de arte. Y es que Victor sabía que aquello era de aquel modo porque la causa de todo aquel sentimiento que se escondía en sus cuadros estaba a miles de kilómetros de distancia de sus brazos preparando lo que sin duda alguna sería el discurso de despedida más conmovedor del universo, un discurso que seguramente Victor no escucharía porque la graduación de Yuri sería en dos días y él no podría estar ahí.

Una sonrisa triste apareció en los labios del ruso al tiempo que una fotógrafa le pedía posar al lado de un cuadro donde Yuri Katsuki sonreía mientras acariciaba a un pequeño cachorro que era solamente la representación de tinta y papel de Vicchan y cuando la mujer quedó satisfecha con la imagen que había capturado, Victor cerró los ojos recordando la llamada que había mantenido con Yuri minutos atrás, una llamada que había tenido que durar un poco menos de lo acostumbrado porque en Japón era demasiado tarde y Victor no quería que Yuri durmiera mal, no cuando el chico estaba a unos cuantos días de presentar su examen de grado. Pero es que Victor había necesitado escuchar la voz dulce y adormilada de Yuri diciéndole que lo amaba y que todo saldría bien, sí, era un idiota por necesitar esas cosas con toda el alma pero extrañaba a Yuri, lo extrañaba tanto que su ausencia dolía como una herida fresca en su corazón.

Pero Yuri, como él, estaba en el lugar que necesitaba estar, allá en Hasetsu donde su amado estaba a punto de graduarse y convertirse en un médico veterinario de verdad.

El ruso sonrió un poco más felizmente al pensar en eso, en el hecho de que Yuri estaba también muy cercano a cumplir su más grande sueño. Días atrás, el muchacho Katsuki también le había dicho que la respuesta positiva del Hospital Veterinario de Tokio había llegado ya por correo. Yuri le había dicho con una voz que contenía en sí toda la felicidad del universo que en Septiembre de aquel año los dos estarían juntos de nuevo en Tokio y en aquel justo instante Victor no tuvo corazón para decirle a su amado que probablemente aquello no sería posible puesto que Chris había estado molestando con el hecho de que una gira alrededor del mundo hablando de su trabajo en prestigiosas universidades de arte era lo que tenían que hacer a continuación.

Victor había discutido fieramente al escuchar la propuesta de su agente y a pesar de que se había negado rotundamente a aquello, él sabía que Chris seguiría insistiendo y si no era Chris, sería Yakov y lo cierto es que Victor no tenía la menor gana de hacer aquel viaje que se le hacía de todas formas innecesario porque a él las conferencias sobre arte siempre lo habían aburrido al grado de que se había quedado dormido en más de una. Y es que él sentía en el fondo de su corazón que el arte hablaba por sí mismo y que era una tontería intentar descifrarlo y describirlo para los demás cuando lo hermoso del arte es que podía significar lo que fuera que el observador quisiera que significase. En una pintura, por ejemplo, las personas veían sí quizá algo de lo que el pintor había querido expresar pero el cuadro en conjunto tenía sentido hasta que el observador vaciaba en él toda su historia, hasta que el observador ponía en el trabajo del artista algo de su propio corazón.

Y si a Victor no le gustaba escuchar a otros hablando de sus cuadros mucho menos le apetecía hablar de los suyos y torturar con ello a oídos jóvenes a quienes, Victor estaba seguro, tampoco les importaba lo que él tuviera que decir porque todo eso que él quería expresar sus trazos y figuras lo decían mejor que él.

Victor suspiró pensando en que ya encontraría la forma de zafarse de todo eso. En aquel momento, lo único que él quería era que la exposición terminara así como las interminables preguntas acerca del origen del modelo de los cuadros que a pesar de todo, Victor respondía con una sonrisa misteriosa porque hablar de Yuri siempre le hacía sentirse alegre. Pensar en él, en Yuri, era después de todo lo que le había dado la fuerza suficiente para soportar el estrés de los últimos días que habían sido una pesadilla de verdad pero todo eso estaba por terminar y aquello reconfortaba a Victor a final de cuentas.

-¡Has respondido a nuestra pregunta con creces!- dijo una alegre voz masculina interrumpiendo los pensamientos del ruso. Aquella voz provenía de un hombre alto y esbelto de ojos azules y cabellos oscuros que respondía al nombre de Georgi Popovitch, uno de los amigos pintores más antiguos de Victor quien también había formado parte de la reunión en la que todos habían apostado a que Victor no sería capaz de mostrar al amor en sus cuadros.

-Oh Georgi, sé que jamás tuviste fe en mí pero me alegra haberte dejado satisfecho- dijo Victor saludando a su amigo con sincera alegría- ¿Qué se siente tragarte tus palabras, querido? ¿Qué opinas de mi representación del amor? ¿Imaginaste que mi perfecta colección tendría este impacto?

-La verdad no- dijo el hombre observando maravillado el cuadro de Yuri que estaba más cercano a los dos, un cuadro donde el joven japonés estaba parado delante de una ventana, su cuerpo cubierto de forma parcial por una sábana blanca que le daba cierta sensualidad al cuadro- ¿Vas a contarme a mí quién es el chico de los cuadros? Se rumorea que es el amor de tu vida ¿es de verdad? ¿Cómo pudiste encontrarte con él cuando no estabas buscando amor de verdad? Creo que antes de tu modelo ni siquiera pensabas que el amor fuera posible ¿No es así?

-Es un misterio, en realidad no sé cómo lo hice- dijo Victor recordando en seguida aquel primer día en el que sus ojos azules se habían posado sobre la perfecta figura de Yuri Katsuki-. Mi Yuri es un misterio, es un ángel y los milagros así jamás tienen una explicación razonable…

-¿Tu Yuri?- dijo Georgi riendo divertido-. De verdad estás enamorado ¿no es así? Eso explica que tus cuadros hablen de amor de verdad. Creo que pintaste tu propio corazón sin miedo alguno, Victor…

-Amo a Yuri con toda el alma- dijo Victor Nikiforov con seguridad-. Él es una obra de arte en sí mismo. Si al menos pudieras verlo en vivo, Georgi, tendrías que concederme que a su lado todos estos cuadros no son sino una pobre imitación de todo su encanto…

-Ok, ok ya entendí. Estás enamorado hasta los huesos y espero que me invites a la boda- dijo Georgi-. Lo cual me lleva a hacer la pregunta obvia, querido ¿Por qué demonios no trajiste a tu musa contigo? Habrías causado un revuelo enorme con ello ¿sabes? La gente que compra tus cuadros no de decir que hubieran pagado el doble de las fortunas que te han ofrecido por ver de frente a la belleza que has pintado…

-La belleza de mi Yuri es algo que no puedo compartir con el mundo entero así como así- dijo Victor en tono bromista aunque la verdad se sentía bastante celoso cuando los comentarios de la gente que observaba su obra subían de tono con respecto a lo que le harían o no a Yuri de tenerlo frente a ellos-. Además él es demasiado muy tímido, estoy seguro de que se sentiría incomodo en medio de tanta gente y sobre todo eso, el amor de mi vida está ocupado ahora mismo. Él será un médico veterinario pronto ¿sabes? No podía distraerlo, sus estudios son algo primordial para él…

-Esperaré al día de tu boda entonces para conocerlo- dijo Georgi sin poder evitar sentirse conmovido por las palabras de Victor-. En fin, Chris dice que estarás de gira muy pronto ¿estás listo?

-Claro que no, sabes cómo odio esas cosas…- dijo Victor sintiendo molestia de verdad al recordar la brillante idea de su gente-. Pero Chris no deja de insistir en que es necesario ¿Para quién lo es, de todos modos? Estoy seguro de que todos podríamos retirarnos cómodamente ahora con las ganancias que ésta colección tendrá ¿No crees? Además, quiero estar con Yuri, debo estar con Yuri. Búrlate de mí todo lo que quieras pero no soportaré un día más lejos de él, no me siento capaz de estar lejos de él y creo que no lo estaré jamás…

-Oh Victor, no me puedo burlar de un hombre enamorado, siempre me han gustado las historias de amor y lo sabes- dijo Georgi sinceramente-. Mira, si no quieres hacer la maldita gira manda a todo al mundo al diablo, puedes hacer eso sin problema alguno…

-¿Puedo?- dijo Victor como si aquella idea de verdad no le hubiera pasado antes por la mente.

-Claro que puedes- dijo el otro hombre-. Mira, los agentes suelen hacer estas giras por publicidad pero esta colección no la necesita, tu colección habla por sí misma, la gente siente amor al mirar tus cuadros porque eso es lo que sientes tú. Además, como bien lo has dicho, Yakov y Chris son más ricos ahora gracias a ti así que prácticamente puedes pedirles lo que sea, incluso que sean los pajes en tu boda con Yuri y te juro que lo harán de buen grado. Mira Victor, ya no estamos en edad de negarnos la felicidad ¿No lo crees? Y si tu felicidad está en Japón y no aquí o en cualquier otra parte del mundo ¿Qué demonios haces aquí perdiendo el tiempo? Ve con tu Yuri y apóyalo, amalo y pídele matrimonio. Y claro, no te olvides de invitarme a la boda o te juro que no te perdonaré si me dejas al margen de una historia de amor como la tuya…

-Siempre has sido tan sabio, Georgi- dijo Victor con ganas de abrazar a su amigo por las palabras que le había dedicado-. Tienes razón, tengo que irme de aquí. Mi trabajo aquí está terminado…

-Espera ¿Vas a irte ahora?- dijo Georgi con aire divertido al ver que Victor se había tomado sus palabras de forma literal.

-Ahora o nunca mi amigo, ese es mi lema- dijo Victor con decisión-. Si te preguntan por mí diles que no me has visto. Ya me las arreglaré mañana o cuando Chris vaya por mí a Hasetsu a punta de pistola pero eso ahora no me importa tanto. Voy a reservar el vuelo a Japón más próximo que encuentre y quizá pueda llegar a la graduación de mi Yuri ¿no crees? ¡Oh Georgi! ¡Vas a ser el padrino de mi boda, te lo juro!

Sin esperar ni un minuto más, Victor abrazó a Georgi con fuerza y se despidió de su amigo con palabras de agradecimiento que hicieron reír al otro pintor mientras veía como Victor esquivaba a miles de personas en su camino hacia la salida. El joven Popovicth reía sin poder evitarlo y se preguntó suspirando con algo de nostalgia si también para las personas como él llegaría alguna vez la oportunidad de sentir amor por alguien del mismo modo en el que Victor parecía sentirlo por el chico de los cuadros quien, sin duda alguna, tenía al mundo y a Victor Nikiforov de cabeza por él, aunque la vedad, el más afectado de todos era Victor Nikiforov. Georgi sonrió de forma alegre y deseó que Victor siguiera feliz, eso era todo lo que él podía desear para su amigo.

Por otro lado, Victor corría como si su vida dependiera de ello. Se sentía libre y de pronto se dio cuenta de que eso era así porque por primera vez en su vida no haría lo que los demás querían que hiciera sino que iba corriendo en pos de su felicidad. Sí, Yuri le había dicho que los dos volverían a verse hasta que a ninguno de los dos le faltaran sueños por cumplir, hasta que ninguno de los dos sintiera arrepentimientos por dejar de hacer cosas pero Victor estaba seguro de que él ya había cumplido aquella parte del trato.

Él ya era el pintor que siempre había soñado ser y en aquel instante lo único que quería hacer, era poder estar con Yuri y a su lado poder cumplir nuevos sueños que no podría cumplir estando lejos de él…


Los dos amigos reían alegremente mientras el viento de la tarde intentaba arrebatar de sus cabezas el birrete negro que ambos habían estado usando durante la ceremonia de graduación donde Yuri había leído aquel discurso de despedida tan conmovedor.

El chico de los ojos marrones reía alegremente porque después de mucho tiempo uno de sus más grandes sueños era real, por fin podía llamarse médico, por fin era lo que siempre había querido ser y él estaba seguro de que toda la gente que lo amaba estaba orgullosa de él. En especial su hermana mayor quien caminaba directamente hacia él con un enorme ramo de lirios blancos entre sus brazos. Mari caminaba con una sonrisa brillante al lado de la maestra Minako quien, aunque jamás había sido una mujer sentimental, en aquel justo instante sentía verdaderas ganas de llorar de orgullo por su pupilo. Después de todo, aquel chico era para ella como un hijo y la mujer estaba segura de que de haber podido estar ahí, Hiroko Katsuki habría llorado de felicidad al ver la sonrisa en los labios del nuevo médico veterinario quien ahora corría con rapidez para poder encontrarse con ellas.

-¡Felicidades, doctor!- dijo Mari ofreciendo el ramo de flores hacia el joven quien sin esperar ni un segundo más se abrazó a ella con fuerza, del mismo modo en el que Yuri solía abrazarse a ella cuando tenía miedo y el terror atacaba en medio de las noches de tormenta.

-No lo habría podido lograr sin ti- dijo Yuri sin soltar a su hermana-. De verdad no habría podido Mari, no habría podido ser un médico sin ti…

-Claro que habrías podido, mi pequeño- dijo Mari sintiendo que el nudo en su garganta se apretaba más-. Eres el orgullo de nuestra pequeña familia ¿sabes? Eres un hombre fuerte que no dejará de cumplir ninguno de sus sueños, así que no me agradezcas niño tonto. Siéntete feliz de lo que has logrado y sigue soñando en grande. Cuando un sueño se cumple Yuri, uno debe saber que no es el final de un camino sino que éste apenas empieza…

-Mari…- dijo Yuri realmente conmovido-. Te amo, hermana mayor.

Mari se abrazó con más fuerza a Yuri y los dos se quedaron así un largo rato mientras Phichit y la maestra Minako los observaban sabiendo que ese era un momento especial para los dos. Después de todo, aunque muchas personas los amaban, era cierto que Mari y Yuri habían sido todo el uno para el otro durante aquellos días en los que la tragedia había golpeado a su puerta.

-¡Hey, yo también quiero abrazos!- dijo la maestra Minako llamando la atención de los dos hermanos-. Venga colega, déjame felicitarte por ser el mejor medico de tu generación. Espero vivir muchos años para ver todo lo que vas a lograr, Yuri Katsuki…

El joven Katsuki sonrió al escuchar las palabras de quien era su mejor maestra y su ejemplo a seguir y también se abrazó a ella con fuerza diciéndole sin palabras de todo el agradecimiento que su corazón estaba sintiendo porque Minako había sido quien lo había ayudado a descubrir ese amor y esa pasión por los animales que le había ayudado a un niño perdido y asustado a encontrar su lugar en el mundo.

-¿Vamos a celebrar todos juntos en Yutopia esta tarde?- dijo Phichit uniéndose a la algarabía de la celebración de la que él también era parte-. Después de todo, esta también es mi graduación como mesero. A partir de mañana Yuri y yo inauguraremos el refugio para animales y empezaremos a trabajar como médicos de verdad y quisiera despedirme de Yutopia como se debe…

-¿Embriagándote hasta olvidar tu nombre?- dijo la maestra Minako riendo alegremente-. Menos mal que tu familia podrá venir a visitarte hasta dentro de dos semanas, si hubieran venido hoy dudo que les hubiera gustado verte en el decadente estado en el que sueles perderte cuando bebes, Phichit.

-Mamá está acostumbrada a que me ponga demasiado feliz cuando bebo- dijo Phichit sin sentir vergüenza alguna de su ser-. Además, esas batallas épicas de baile al lado de Yuri siempre serán legendarias en la mente de cualquiera que nos haya visto bailar en Yutopia después de una noche de juerga en honor del final de la temporada de exámenes…

-¡Oh no menciones eso, por favor!- dijo Yuri quien era especialmente bueno para reprimir las cosas vergonzosas que acontecían cuando se ponía ebrio-. Aun trato de recuperarme de la vergüenza de haber bailado semidesnudo en medio del bar aquella vez en que alguien propuso hacer una competencia de pole dance…

-Por cierto… ¿ya saben quién hizo aparecer un tubo de la nada?- dijo Mari riendo al recordar aquella noche de juerga que Yuri y su mejor amigo habían tenido al terminar los exámenes finales de su segundo año en la escuela de veterinaria.

-Es uno de los misterios más grandes del universo- dijo Phichit riendo divertido- ¿Qué te parece si hacemos una segunda edición de ese baile, Yuri? No te preocupes por Victor, no le diremos nada, no va a enterarse y si se entera me aseguraré de grabar miles de videos para que te perdone ¿qué opinas?

-Phichit…- dijo Yuri con las mejillas sonrojadas-. No haré eso y no quiero que Victor se entere de que alguna vez lo hice porque sé que él…

-Se moriría de celos, no podría soportarlo- dijo una voz alegre y feliz que en seguida hizo que Yuri y su familia buscaran el origen de aquella voz que ninguno de ellos había escuchado en vivo desde hacía más de cuatro meses-. Reserva ese tipo de bailes para mí, mi Yuri. Créeme, ya tengo que compartirte con el mundo entero gracias a mis cuadros, creo que puedo ser egoísta con esos bailes especiales ¿No crees?

Los ojos marrones de Yuri se llenaron de lágrimas sin que el muchacho pudiera evitarlo pero es que aquel hecho, la constancia de que Victor estaba ahí con él una vez más bastaba para hacer que su corazón latiera aprisa y que todo su cuerpo se llenara de felicidad. Porque Victor estaba ahí con él, porque Victor había cumplido con su promesa y ahora estaba ahí, frente a él, extendiendo sus brazos para recibirlo en ellos y no dejarlo ir jamás.

El corazón de Yuri seguía urgiéndolo a correr al encuentro de su amado y el chico, quien sin esperar un segundo más puso el ramo de lirios una vez más sobre los brazos de su hermana mayor, echó a correr sin que nada le importara y dejó que su cuerpo impactara con el de Victor quien rio complacido al sentir la calidez de Yuri de nuevo en el lugar donde le correspondía estar, seguro entre sus brazos, a solo unos cuantos centímetros de su corazón.

-Hey, no llores mi amor- dijo Victor acariciando la espalda del joven Katsuki-. Se supone que ésta es una sorpresa feliz para ti ¿Por qué no te sientes feliz, mi Yuri?

-Sí estoy feliz- dijo el joven abrazándose más a Victor como si quisiera estar completamente seguro de que el hombre entre sus brazos era real y no solo una ilusión de su mente quien estaba regalándole un pobre consuelo a su corazón que había extrañado tanto el aroma y el calo de Victor Nikiforov-. Estoy muy feliz, por eso estoy llorando…

-Pues no debería llorar, doctor- dijo Victor tomando el rostro de Yuri entre sus manos y besando al muchacho profundamente mientras con sus dedos limpiaba las lágrimas que seguían cayendo por sus mejillas-. Ya estoy aquí contigo y no volveré a irme ¿entiendes? No me iré de aquí al menos que pueda irme contigo, te lo prometo, así que no llores más, mi Yuri, no llores más…

Yuri asintió y sin poder evitarlo, buscó una vez más los labios de Victor porque un beso del pintor ruso era la forma perfecta de asegurarse de que todo era real y de que aquella fiesta en su corazón que Victor siempre desataba con su cercanía era el mejor regalo de graduación que hubiera podido pedir.

-¿Chris y Yakov no van a regañarte por estar aquí conmigo?- dijo Yuri sin separarse de su amado a quien había extrañado con el alma entera.

-Quizá lo hagan pero lo ignoraré- dijo Victor restándole importancia al asunto-. Estoy donde quiero estar ahora, mi Yuri. No habría podido soportar ni un solo día más sin ti…

-Ni yo…- dijo Yuri con las mejillas sonrojadas-. Te extrañé mucho, Victor, te extrañé demasiado.

-Ya no tendrás que extrañarme, te lo prometo- dijo Victor con seguridad-. Dime que quieres que me quede y me quedaré, te daría el mundo entero si me lo pides, si me dices que eso quieres te lo daré.

-No quiero al mundo, te quiero a ti- dijo Yuri tratando de sonreír entre sus lágrimas-. Si eso deseas tú también, quédate conmigo, por favor. Quédate conmigo por siempre y no te vayas.

El hombre de los ojos azules sonrió antes de besar al muchacho que estaba entre sus brazos, pensando que era cierto que Yuri podría pedirle el universo entero y él se lo daría con la sola condición de que Yuri no dejara de amarlo.

Un solo ademán de Yuri bastaba para que él sintiera que era capaz de todo. Así que sin separarse de él, Victor decidió que ya se preocuparía después por los regaños de Chris y Yakov y también por la celebración de la graduación de su amado que Phichit, Mari y la maestra Minako estaban recordándole por medio de gritos divertidos y burlas a las que Victor no quería hacerles demasiado caso.

Porque todo lo que quería en aquel justo instante era sentir a Yuri cerca, muy cerca de él y cuando eso pasaba el mundo entero podía detenerse mil años, cien siglos, la eternidad completa mientras Yuri estuviera entre sus brazos…

FIN.