Esta historia está inspirada en "A Song Of Ice & Fire" de George R.R. Martin y en la Serie "Game of Thrones" de HBO. Los personajes no me pertenecen, ya que son propiedad de George R.R. Martin y de dicho canal televisivo.


Game Of Thrones: La Danza del Dragón y el Lobo Blanco.

Capítulo I: Mi Reina.

Esta historia comienza a raíz del rescate del grupo que se había marchado al otro lado del Muro por parte de la Reina de los Dragones, Daenerys Targaryen, quien en su acto heroico perdió a uno de sus hijos, el dragón Viserion, en manos del Rey de la Noche.

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Daenerys.

Aún me encontraba anonada, pensando en la parte más alta del Muro, observando el paisaje helado del otro lado… Finalmente Jon Snow tenía razón. El enemigo en el Norte es real y muy peligroso. Posee un ejército espeluznante y un poder desconocido. Los recuerdos no paraban de martirizar mi mente… El recuerdo de Viserion cayendo desde el cielo, rugiendo del dolor causado por la lanza del Rey de la Noche… Muriendo frente a los ojos de su madre. Fue algo que nunca imagine que viviría. Nunca pensé que algo sería capaz de derrotar a cualquiera de mis tres hijos. Por más que quiera no puedo esconder mas mis lagrimas… No quiero que nadie me vea en este estado, ni siquiera Ser Jorah y mucho menos Ser Davos… Tyrion me lo había advertido, pero no podía hacer otra cosa, ellos fueron a sacrificarse por el bien de Poniente, no podía abandonarlos a su suerte, hubiese sido una Reina cobarde que se queda quieta mientras las personas que estima se sacrifican, y esa no soy yo. Sabía que Jon Snow había cruzado el Muro anteriormente, pero esta vez era distinto, había ido con un grupo muy chico… Hubiese sido un milagro que lograran regresar solos. Jon Snow… Mi cuerpo se estremece al recordar cómo le hacía frente ferozmente a cada ser que se interponía en su paso y su semblante al ver caer a Viserion, obligándome con su mirada a partir sin él. Dejándolo a merced del ejercito de los muertos… No podía negarlo más, ese hombre había tocado una fibra en mi interior que creí que se había perdido con la marcha de Khal Drogo. Su determinación y su lealtad hacía su gente me habían llamado mucho la atención. Aún estaba intrigada por lo que Ser Davos había comentado el día en que se atrevió a no inclinarse ante mi cuando nos conocimos, el haber recibido un puñal en su corazón por su gente sonaba a algo poético e imposible, pero viniendo de él sabía que podría ser cierto... Al parecer estoy destinada a alejarme de los hombres que generan en mi este tipo de sentimientos, primero fue mi Sol y Estrellas y ahora Jon Snow, el Lobo Blanco que se había sacrificado por mi seguridad y la de los demás.

- Mi reina, debemos partir hacia Dragonstone Comentó suavemente Ser Jorah cuando finalmente logró encontrarme, poniendo su mano sobre mi hombro mientras yo limpiaba las lágrimas que había derramado.

- Solo unos minutos más… - Susurré, sin dejar de observar hacía el otro lado del Muro, en donde se encontraba mi enemigo, el ser que me había arrebatado a uno de mis hijos y a un hombre audaz quien había comenzado a despertar sentimientos dentro de mí, aquel enemigo que pronto conocería la furia del Dragón.

- Khalessi, no tenemos más tiempo, la flota ya esta listaInsistió mi incondicional amigo, cuando de repente comenzamos a escuchar un sonido proveniente de las puertas del Muro que anunciaban la llegada de alguien.

Con desesperación dirigí mi vista hacía el camino que separaba las puertas con el Bosque y allí divise como un caballo se dirigía a toda velocidad con lo que parecía ser un hombre. Al ver aquello, me dirigí a toda velocidad hacía la entrada, esperanzada y aterrorizada con lo que podría llegar a encontrar.

Una vez ya frente a la puerta, me encontré con los rostros ansiosos y preocupados de Ser Davos Seaworth, Gendry, Tormund Giantsbane, Berric Dondarrion y Sandor Clegane al ver entrar a aquel caballo, cargando el cuerpo herido de Jon Snow.

Ser Davos corrió rápidamente a tomar su cuerpo para comprobar su estado y ya una vez que todos creíamos que ya no era más que un cadáver, comenzó a gritar.

- ¡Vive! ¡Ayúdenme ahora a cargar su cuerpo para llevarlo a un lugar en donde podamos tratarlo! – Exclamó, logrando que Gendry, Tormund y el Perro se acerquen para cargar a Jon Snow.

- ¡Llévenlo a mis aposentos en el barco para que lo atiendan ahora mismo! – Ordené, aún preocupada por el estado de salud de aquel Stark, ganándome la mirada de todos y su asentimiento.

Luego de aquello, lograron acostar a Jon Snow sobre mi amplia cama. Gendry y Ser Davos comenzaron a desvestirlo ya que su ropa se encontraba totalmente mojada provocando aún más frio en su cuerpo. Una vez que quitaron sus vestimentas pude observar el torso de Jon y comprobé que lo que había dicho aquella vez Ser Davos era cierto, tenía una gran herida provocada por un puñal en su pecho, en la zona de su corazón al igual que muchas otras alrededor de su abdomen. Davos y Tormund se ocuparon de templarlo nuevamente colocándole trapos con agua caliente sobre su frente y tapándolo con varias pieles para recobrar el calor en su cuerpo y salir de aquel estado hipotérmico.

- ¿¡No hay algún maestre en este lugar!? – Pregunté aún sin quitar mi semblante de preocupación.

- Lamento decirle que no Alteza, pero no se preocupe, Jon ha salido de situaciones peores que esta y gracias a mi estancia en el Lecho de Pulgas se un poco acerca de curaciones – Me contestó Ser Davos sonriéndome, pude notar que aún se encontraba algo preocupado al igual que yo, pero al mismo tiempo un brillo de esperanza en sus ojos salía a flote.

- Este anciano tiene razón, yo también he atendido casos como estos con los Hombres Libres, después de todo llevábamos viviendo toda nuestra vida de aquel lado del Muro… - Agregó el hombre de la barba roja, mientras terminaba de colocar las pieles a Jon – Este maldito… Tiene más vidas que un puto lobo. Sin dudas le gusta ser un grano en el culo para nosotros– Comentó dirigiéndose a Davos mientras se reía.

- No deberías manejar ese vocabulario frente a ella, Tormund – Recriminó Ser Davos con una sonrisa.

- Veo que no mentías cuando dijiste que Jon Snow había recibido un puñal en el corazón Ser Davos… ¿Podrías terminar de contarme esa historia? – Pregunté con un notorio interés en su respuesta ante la atenta mirada de él y del pelirrojo.

- Mi lady, como seguramente debe saber, Jon Snow fue el Lord Comandante de la Guardia de la Noche – Respondió, por lo que yo asentí, ya que sabía acerca de aquello gracias a Tyrion – Él era de los pocos que había visto al Ejercito de los Muertos, por lo que como Lord Comandante decidió dejar pasar al Pueblo de los Hombres Libres a este lado del Muro – Agregó, cuando Tormund se sumó a su relato.

- La Guardia de la Noche se dedicó a cazarnos durante siglos, al igual que nosotros nos habíamos dedicado por todo ese tiempo a matar cuervos. Pero Jon sabía que teníamos aquel enemigo en común, y sin cooperar no tendríamos opción frente a los Muertos. Por ello decidió viajar a Casa Austera, del otro lado del Muro en donde llevamos a cabo una reunión con los jefes de todos los clanes de los Hombres Libres, allí después de una larga discusión decidimos unirnos e ir hacia el Muro, en donde Jon nos daría el paso a Poniente. Antes de partir nos atacó el Rey de la Noche junto a su ejército. Fue una masacre de la cual escapamos por muy poco. Luego Jon nos dio el paso, la mayoría de los miembros de la Guardia lo consideraron un traidor y por ello un grupo de esos hijos de puta lo emboscaron en una noche y lo traicionaron, asesinándolo a sangre fría. Jon dio su vida no solo por nuestra alianza, sino por las familias de los Hombres Libres y los niños, que sabía que morirían del otro lado del Muro… Este imbécil se sacrificó por nosotros. Hizo lo que ningún cuervo antes que él había hecho, logró que los Hombres Libres lo respetaran y confíen en el, término con nuestras diferencias y nos trató como iguales, no como Salvajes. Ese es Jon Snow, el Rey en el Norte y Libertador del Muro – Concluyó Tormund con su relato mientras observaba orgulloso el rostro de Jon.

- Por lo que sé, creo que él tiene varias similitudes con usted, Su Alteza. El salvó de una muerte segura a los Hombres Libres, los libero de las grandes paredes del Muro, al igual que usted liberó a todos los esclavos y a los Inmaculados de sus cadenas… - Comentó Davos, provocándome una sonrisa, mientras observaba el semblante tranquilo de aquel Stark.

- Jon Snow… - Susurré para mí misma, mientras no deje de observarlo hasta que Gendry habló.

- Ser Davos, Tormund… El Perro partirá ahora hacía King's Landing con el muerto, mientras que Beric Dondarrion desea quedarse aquí con Jon… Sostiene que es su deber proteger y luchar al lado del elegido del Dios de la Luz o algo así… – Comentó, provocando que Davos y Tormund se marcharan junto al joven para hablar con Sandor Clegane, dejándome a solas con Jon.

Estando sola en aquella habitación con Jon aún inconsciente, me senté en el borde de la cama en donde él se encontraba descansando y comencé a observar el mar desde la pequeña escotilla que había en aquel camarote, sumergiéndome nuevamente en mis pensamientos. El llanto de Viserion aún retumbaba en mi mente… No pude evitar volver a derramar mis lagrimas al recordar dicha escena, sabía que no podría superar la muerte de uno de mis hijos, no hasta eliminar a aquel ser, causante de todo mi dolor. Observé a Jon descansar. Aún dormido su rostro me provocaba calidez, a decir verdad nunca creí que alguien volvería a provocarme esta sensación. Recordé nuevamente su semblante al ver la caída de Viserion y como el Rey de la Noche comenzó a dirigirse peligrosamente con su lanza hacía mi, Drogón y los demás. Ver su decisión para sacrificarse por nosotros en ese momento me volcó el corazón, sin duda allí creí que lo perdería a él también… Tomé firmemente su mano y seguí perdida en mi mente por un largo rato, hasta que sentí como su mano acariciaba suavemente la mía, provocando que mi corazón se acelerara notoriamente.

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Jon.

Siento en mi cuerpo una gran pesadez… ¿Acaso estoy muerto otra vez? Casi no recuerdo que fue lo que ocurrió. La última imagen que se me viene a la mente es la del Rey de la Noche asesinando a Viserion e intentando asesinar a Daenerys junto a los demás… Recuerdo que yo decidí quedarme para darles tiempo para escapar y luego un grupo de muertos provocaron que me caiga en el agua congelada… Después logré salir de allí y mi tío Benjen, del cual creía muerto desde hace mucho tiempo, me salvo, colocándome encima de su caballo para después enfrentar el solo al ejercito de la noche, sacrificándose dándome tiempo para escapar.

Luego quede inconsciente… ¿En dónde estoy ahora? Aún no puedo abrir completamente mis ojos. Estoy acostado en una cama bastante cómoda, ya casi no siento frio y siento una presión en mi mano derecha… Una vez que recupere mi visión por completo, no me quedo más que sonreír y corresponder suavemente a la presión que sentía en mi mano. Allí estaba ella, dirigiendo toda su atención hacía una de las ventanas del lugar, seguramente sumida por completo en sus pensamientos. Esa mujer… Sin dudas en poco tiempo se convirtió en alguien muy importante para mí, si no fuera por ella en este momento estaría luchando la Gran Guerra del lado equivocado, yo al igual que Beric, Tormund, Jorah y el Perro le debemos nuestras vidas... No podía negar que ella causaba en mí una extraña sensación, eso que solo conocí en aquellos pocos días con Ygritte. Su valentía al igual que su gran corazón y sentido de justicia eran cosas que no me resultaban ajenas, eso sin contar que sin duda es la mujer más bella que he conocido, debía admitirlo, me había atrapado con sus garras de dragón y yo ya no quería escaparme.

Cuando se percató de mi mirada, me observó fijamente, regalándome una pequeña sonrisa. Allí fue cuando pude notar sus ojos algo hinchados, con rastros de lágrimas en sus mejillas, por lo que cambié mi semblante y solo pude decir dos palabras.

- Lo siento… Lo siento mucho – Susurré sin dejar de observarla a los ojos, recordando la muerte de uno de sus dragones, a lo que ella negó con su rostro, para luego mirar hacía abajo mientras parecía hacer fuerza para no romper en llanto nuevamente, por lo que tomé su mano un poco más firme, demostrándole mi apoyo – Quisiera cambiarlo todo… Fui un imbécil al ir a aquel lugar… - Comenté, bajando un poco mi mirada.

- Yo no – Me contestó firmemente, captando mi atención – Si no hubiésemos ido, no lo hubiera visto por mi misma… Hay que verlo para creer – Agregó, mientras tomaba mi mano fuertemente – Ahora lo sé… Los dragones son mis hijos y esto no quedará así. Vamos a destruir al Rey de la Noche y su ejército, y lo haremos juntos Jon. Tienes mi palabra– Comentó con una gran determinación, ganando mi asentimiento.

- Gracias, Danny – Atiné a contestar, causando una suave risa en ella, que fue como música para mis oídos.

- ¿Danny? Hace mucho tiempo que no me llaman así… Si no me equivoco mi hermano ha sido el último y el no era la compañía que deseaba… - Respondió, observándome con una gran sonrisa mientras acariciaba mi mano, causando que me ponga un poco nervioso pero pude esforzarme para que no sea evidente.

- Esta bien, no te llamaré Danny… - Susurré, clavando mi mirada en la suya - ¿Qué te parece "Mi reina"? – Pregunté de repente, dejándola sin palabras, provocándole una gran sorpresa – Me encantaría inclinarme ahora, pero ya has visto mi estado… - Agregué con una sonrisa.

- ¿Pero qué pasará con toda la gente del Norte que te apoya? – Preguntó, aún asombrada.

- Ellos te verán cómo eres y sabrán valorarte y te apreciaran, al igual que yo Daenerys – Contesté, sin dejar de observarla - Arriesgaste tu vida y tu seguridad para rescatarnos de una muerte segura en el lugar más peligroso que existe. Eres una mujer con mucha compasión y un gran sentido de justicia, además de valiente y de un gran corazón por sobre todas las cosas… Ahora lo veo claro, no podría no inclinarme ante ti, ya que es evidente que los Siete Reinos encontraran la paz que buscamos durante tanto tiempo bajo tu reinado. Déjame servirte y ayudarte a lograr lo mejor para Poniente, mi reina – Concluí, manteniendo mi mirada sobre sus ojos, hasta que de repente la noté emocionada y se lanzo hacía mi, abrazándome ante mi sorpresa.

- Espero merecerlo y ser digna de todas tus palabras, Jon– Susurró, provocando mi sonrisa para luego corresponder su abrazo.

- Lo mereces, eso tenlo por seguro – Respondí aún sonriendo, observándola fijamente a sus ojos.

- Estaré orgullosa de tenerte a mi lado, Jon Snow – Agregó, respondiendo a mi mirada – Tú también eres un hombre muy valiente y de gran corazón. Te sacrificaste por mi y los demás para que pudiéramos escapar del Rey de la Noche, al igual que te sacrificaste para salvar a las personas del Pueblo Libre, dándoles paso a este lado del Muro cuando eras Lord Comandante, recibiendo luego un puñal en tu corazón… - Comentó, provocando mi sorpresa y al percatarse de ello, ella solo sonrío Ser Davos y Tormund me contaron todo lo que sucedió luego de que yo preguntara al verte esa gran cicatriz en tu pecho – Agregó, tocando suavemente mi cicatriz, sin dejar de observarme.

- Solo hice lo que creía correcto… - Contesté, ganando su sonrisa y aumentando mi nerviosismo – Y por lo otro, nunca me hubiese perdonado si te pasaba algo Daenerys… Yo… Sin duda confío en que tú eres la respuesta que está buscando todo Poniente ante las injusticias y la tiranía de Cersei Lannister. Por más de que en un principio admito que estuve muy a la defensiva contigo en Dragonstone, me llevo poco tiempo en apreciar tu valía… Y lo último que sucedió reafirma lo que estoy sintiendo e incluso lo incrementa. Eres muy importante para mi Daenerys – Sentencié, provocando nuevamente una mueca de asombro en ella ante mi declaración.

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Daenerys.

Sin duda no podía negar que Jon me había sorprendido con sus últimas palabras. Al escucharlo mi corazón comenzó a bombear cada vez con más fuerza. Lo miré fijamente a sus ojos, con los que me mostraba una gran determinación, esos ojos que me hacían perder en la inmensidad de su ser… Rápidamente los dichos de Tyrion acerca de que Jon se había enamorado de mi se hicieron presentes en mi mente, al igual del recuerdo de cómo yo había ignorado dichas palabras de mi Mano, para que no se percatara de que a mí me estaba ocurriendo lo mismo.

Debido al nerviosismo y a tantos sentimientos pasando por mi mente y corazón, solo atiné a sonreírle y acariciarle una mejilla dulcemente, antes de responder a su declaración.

- Sabes… Por mucho tiempo, después de perder a mi esposo en mis brazos, creí que nunca más alguien me provocaría sentimiento alguno, más allá de mis hijos… - Susurré sin dejar de mantener su mirada, mientras las imágenes de Drogo, Drogón, Rhaegal y Viserion acechaban mi mente – Durante muchos años me dedique exclusivamente a reclamar lo que me corresponde por derecho y a crecer como mujer y gobernante. He ignorado los sentimientos de hombres que me declararon su amor por ese mismo motivo, creí que nunca me volvería a enamorar de nadie – Agregué, pensando en Daario Naharis y en el mismo Ser Jorah, mientras Jon me observaba expectante – Y he de admitir que la primera vez que te vi no me causaste una gran impresión… A decir verdad, pensé que solo eras un joven con aires de grandeza que jugaba a ser Rey… - Comenté, provocando que se me escape una pequeña risa, al igual que a Jon – Pero ese pensamiento en mí cambio demasiado rápido… Cuando te negaste a hincar tu rodilla hacía mí por lealtad a tu gente… Ver tu determinación y tu valentía para hacerle frente a algo que va mas allá del entendimiento humano… O Ver como no te quejabas por la posibilidad de sacrificarte por tu gente e incluso ser testigo de cómo te sacrificaste por mi y por los demás para salvarnos, sumado a la historia de la cicatriz en tu corazón contada por Ser Davos y Tormund… - Susurré, acercándome cada vez más a su rostro – No puedo negar que todo aquello despertó algo en mi que creí haber olvidado… Admiro como lograste enfrentarte a todas las adversidades en tu vida sin chistar y como con valentía y determinación conseguiste superar cada obstáculo que se te puso en frente… Te admiro y en poco tiempo te convertiste en una de las personas, sino la más importante para mi Jon Snow – Concluí, tomando su rostro con ambas manos para terminar con las distancias que nos separaban y así unir nuestros labios en un suave beso, cerrando mis ojos para experimentar todas las sensaciones que recorrían mi cuerpo, sintiendo sus ásperos labios contra los míos y sus duras manos abrazando mi cintura.

Luego de unos minutos disfrutando ambos del sabor del otro, nos separamos para recobrar nuestra respiración sin dejar de mirarnos a los ojos, por lo que no pude evitar regalarle una suave sonrisa mientras él acariciaba una de mis mejillas y me observaba con un gran cariño en su mirada.

- Daenerys, yo… - Susurró, antes de ser callado por uno de mis dedos en sus labios, interrumpiéndolo mientras no dejaba de sonreír.

- Sabes Jon, debo admitir que se te da muy bien el ser Rey… Sería una lástima que eches a perder esa virtud siendo solo mi Guardián del Norte… - Comenté, sorprendiéndolo totalmente – Además, no creo que tu gente confíe en mí y me acepte tan fácilmente y tiempo es lo que no nos sobra… - Agregué, sin dejar de observarlo, mientras tomé su mano que se encontraba acariciando mi mejilla y la acaricié suavemente – Tyrion me dijo algo cuando aún me encontraba en Meeren y creo que tiene mucha razón, "El mejor modo de hacer alianzas es… Con el Matrimonio"… ¿Qué te parece? – Pregunté, aún sonriendo al mismo tiempo en que él lo hizo también.

- Claro que quiero, Mi Reina - Contestó, para luego tomarme por mi cintura y atraerme hacía él para atrapar mis labios nuevamente con los suyos.

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Bueno, hasta acá llegamos por hoy, espero que les haya gustado, es la primera vez que escribo acerca de Game of Thrones. No podía no escribir algo luego del último capítulo! Intentaré continuarlo lo antes posible, pero no prometo nada ya que estoy bastante complicado con los estudios y el trabajo. Espero sus reviews, cualquier tipo de crítica es totalmente bienvenida. Muchas gracias por leer, les mando un gran saludo y hasta la próxima!