Disclaimer: No soy Jotaká, no soy Warner. Inherentemente Harry Potter no me pertenece. Lástima.
Este fic ha sido creado para el "Amigo Invisible de Verano 2017" del foro "La Madriguera".
Para Kao, con mucho cariño y nervios :)
LAS MEMORIAS DE UNA PRINCESA SIN CORONA
...
CAPÍTULO 02 | SEGUNDO AÑO.
Todos los tigres han salido,
no me importa, les oigo aullar,
les dejo que me atraviesen corriendo.
¿Puedes ayudarme a que no me importe?
– To be human – Sia ft. Labrinth.
…
Como predijo Leta esas vacaciones fueron iguales a las anteriores, tal vez con un pequeño cambio; mientras se hospedaron en Italia su madre le ordenó vestirse con una elegante túnica lila y su padre la llevó con él, donde terminó por dos horas siendo amable con los hijos de los compañeros de trabajo de su padre, la morena aún trataba de adivinar por qué su padre hizo eso, ya que siempre que iban a Italia se la pasaba con una institutriz. Pero su mente no retuvo mucho eso y se esmeró en escribirles cartas a Newt. Cuando sus padres le habían preguntado sobre sus amistadas, por supuesto se esperaban que soltara apellidos importantes, había dicho que era amiga de Newt Scamander, su madre había hecho un comentario despectivo sobre la madre de Newt y su padre le había ordena hacerse de amigos más apropiados, ahora Leta tenía una nueva obligación: hacerse de amigos suficientemente importantes para satisfacer a su padre. Sin embargo no demostró su inconformidad con esto, simplemente asintió y continuaron con su cena.
Cuando arribaron en King's Cross los nervios comenzaron a subir por su garganta, pese a que en las cartas Newt se había mostrado alegre por su reencuentro, esa sensación de ansiedad no la dejaba en paz, Leta lo había asociado a su falta de experiencia en el campo de la amistad.
—Me escribirán —ordena su madre y sus hermanos asienten—. Y espero escuchar de tus amigos, Leta.
La morena asiente captando el trasfondo en la orden de su madre: amigos que provengan de familias importantes, si no, habrá consecuencias.
Su padre se despide con las mismas palabras frías ordenándoles mantenerse lejos de los problemas y apenas pone un pie en el tren sus hermanos caminan en sentido contrario y Leta enfila hasta el final del tren, según la última carta, había acordado con Newt encontrarse en el último compartimiento.
Leta abre la puerta del compartimiento y su postura, que se había ido relajando conforme más se acercaba al compartimiento, se vuelve rígida y observa calculadoramente al joven de cabellos negros que estaba justo al lado de Newt.
—¡Hola, Leta! —Saluda su pelirrojo amigo y la morena asiente sin dejar de observar al moreno—. Oh, casi lo olvidaba. Él es Sebastián, un amigo. Sebastián, ella es Leta Lestrange.
Con el tiempo Leta había aprendido que a Newt poco le importaban los apellidos, para el importaba más la clase de persona que se era, y el que llamase a su amigo por su nombre de pila y a ella la enlazase con su apellido le dejo un nudo en la boca del estómago.
—Leta Lestrange, un gusto —habla educadamente y el moreno se levanta y le extiende la mano, los modales eran parte del vivir de Leta y una dama jamás le ofrecía la mano a un hombre antes que el lo hiciese y por la mirada del amigo él también lo sabía.
—Sebastián Nott —responde y el apretón de manos termina.
La morena echa los hombros para atrás, reconoce el apellido. Los Nott eran una familia con la que su padre tenía negocios, lo que se traducía a que los Nott eran supremacistas de la sangre. La clase de amigos que Leta debería tener y que se preguntaba cómo Newt lograba conseguir. Hasta ahora su pelirrojo amigo había conseguido hacerse amigo de una Lestrange y un Nott, ¿qué seguía?, ¿un Max, Zabini o, y un escalofrío la recorre, un Black?
—¿Te ayudo con el baúl? —pregunta Newt totalmente ajeno a el ambiente tenso entre los otros dos y sale del compartimiento para comenzar a guardar el baúl de la morena—. ¿Me hechas una mano, Seb? Esto está pesado, no sé qué metes aquí dentro.
Leta termina de entrar en el compartimiento y se sienta mientras ambos chicos terminan de guardar su baúl, la morena dirige la mirada hacia la ventana y observa distante las industriales casas. Newt no era el chico más sociable del mundo, así que no se lo imaginaba acercándosele a Nott y comenzando a hablar, lo más probable era que el moreno se le hubiese acercado… pero ¿con qué motivos? El chico lucia como uno de tercer curso y Leta sabía que los Slytherins, porque Sebastián Nott no podía ser otro que una serpiente, no eran muy aficionados de hacerse amigos de gente de cursos inferiores y mucho menos de otras casas. ¿Cuál era la razón por la que Nott se hubiese acercado a Newt?
—¿Y qué tal las vacaciones? —pregunta entusiasta Newt y enseguida comienza a sacar muchas baratijas de su capa—. Te traje esto —murmura y se sonroja.
Leta sonríe a medias y acepta la pequeña cajita de madera que le extiende su amigo, con cuidado recorre los raros tallados en la tapa de la cajita, la madera era oscura y muy liviana en sus manos. Su curiosidad puede más que ella y con un dedo abre la caja, apenas puede vislumbrar un fondo de terciopelo negro cuando unas volutas de humo dorado comienzan a formarse frente a ella. El humo se condensa y rápidamente toma la forma de un hada, el hada dorada la mira con sus rasgos finos y de sus labios comienza a sonar una melodía. Leta había estudiado muchos idiomas, incluso podía pasar unas líneas de duendigonza*, y sin embargo le es imposible identificar la lengua de la canción.
—La encontré en una venta de baratijas en El Cairo —comenta Newt y la morena sube los ojos hasta él—. El vendedor dijo que era una vieja herencia que había sido olvidada pero muy querida. Nos habló de una princesa árabe que había sido condenada por una malvada bruja por su belleza y que la única forma de romper el maleficio era un acto de noble valentía —la morena sonríe con sorna al pensar que esa bruja debía haber sido una leona—, la princesa estaba devastada, ya que ningún chico se le acercaba por temor a su padre y los que lo hacían solo eran atraídos por su belleza. Hasta que un día, mientras trataba de huir bajo el amparo de la noche en uno de los camellos reales, un joven la atrapó, la princesa le suplicó que la dejase marchar, que no le dijese nada a su padre. El joven quedó anonadado por su belleza y sin embargo le dijo que no podía hacerlo, que debía informar de su huida o sería castigado, la princesa le rogó y suplicó y, al final, el joven la acompañó en su huida. A medida que el tiempo pasaba la relación entre los dos jóvenes comenzaba a fortalecerse y la princesa comenzó a pensar que ahí estaba la respuesta a su maldición, sin embargo, días antes de que el plazo final de la maleficio se cumpliese, y un día antes de que el joven le declarase su amor, el rey los encontró. Estaba furioso, ¡su hija había escapado con un sirviente!, y sin embargo el joven se adelantó valerosamente y se echó toda la culpa. Dijo que él había manipulado a la princesa para que huyera y, aunque la princesa trató de negarlo, el rey lo condenó. Esa misma noche el sirviente fue ejecutado y la princesa lo miraba desde su torre, con la cajita de madera que le había regalado su amor tiempo atrás, lanzando sollozos desgarradores. Se dice la princesa fue liberada esa noche de su maleficio, no hay mayor muestra de noble valentía que entregar tu vida por la mujer que amas, y sin embargo una condena mucho mayor cayó sobre ella: un corazón roto. Desde entonces las notas de esa canción se escuchan acompañados de incesantes sollozos en aquella torre cuando la luna está en su punto más alto: la maldición de la princesa maldita…
Leta deja que las palabras la envuelvan y baja la mirada lentamente hasta el hada que da una última vuelta, mientras una dolorosa nota se sostenía, y desaparece en una nube de polvo dorado. ¿Por qué esa historia le ocasionaba un peso en el pecho?
—Es obvio que ese vendedor solo quería obtener más oro —dice Nott y Leta recuerda que no están solos en el compartimiento y parpadea ahuyentando las lágrimas.
—Mi padre dijo lo mismo —ríe Newt y Leta cierra la cajita.
—Muchas gracias.
—No hay de qué.
Y enseguida ambos hombres comienzan a hablar de Quidditch y las clases del colegio y Leta se acerca más a la ventana del compartimiento. Sus ojos no dejan de admirar el labrado en la cajita de madera y, buscando que ese vacío en su pecho se fuese, la guarda entre su capa.
Durante el viaje en el tren apenas hace algunos comentarios, más por educación que nada, y cuando llegan a Hogwarts se despide rápidamente de sus compañeros y se marcha a su mesa. La cena transcurre como un sueño y antes de que se diese cuenta estaba acostada en su cama, cerrando sus ojos y tratando de buscarle una razón a la angustia causada por la historia.
La princesa maldita.
¿Acaso había más ironía?
—Ese libro no te servirá de mucho —comenta apenas despegando la vista de su grueso tomo sobre Criaturas Mágicas.
—¿Y cómo sabes eso? —pregunta mosqueado su acompañante.
Los exámenes finales se acercaban y Leta se encontraba, naturalmente, con Newt en la biblioteca.
—Asumo que lo que quieres es hacer el ensayo de Transformaciones, que deberías haber hecho hace días, y yo cuando hice el mío, que lo hice al día siguiente de que lo mandasen, consulté ese mismo libro y la información es más detallada y concisa en el quinto tomo.
—Vale.
La morena levanta la mirada de la explicación de la reproducción de los doxy y observa el montón de pergaminos regados sobre su mesa, las filas de libros alineados en el borde de la mesa le ofrecían una pequeña muralla que los separaba del resto de la biblioteca y el tintero de Newt estaba medio vacío, mientras que el lado de Newt lucía totalmente revuelto y desordenado el de Leta estaba limpio y ordenado y su tintero completamente lleno, ventajas de hacer las tareas después de que las mandasen. Por muy Ravenclaw que fuese su amigo tenía la mala costumbre de dejar los deberes a último minuto, afirmando que la desesperación era la madre de las ideas, y casi siempre Leta terminaba ayudándolo con las correcciones.
—¿Me prestas tinta? —pregunta el pelirrojo haciéndola sobresaltarse—. La mía se ha acabado.
—Sí, claro.
Leta le pasa el tintero a Newt, que le sonríe agradecido, y se muerde el labio inferior mientras observa hacia el frente. Lo único que su campo de visión le dejaba ver eran unas cuantas filas de estantes y, a varios metros de ellos, una mesa atestada de tejones. La morena escudriña entre los huecos de los libros en su mesa y distingue unas cuantas capas con el sello verde. Desde que habían comenzado las clases Sebastián Nott se había dejado caer junto a ellos muchas veces, casi siempre manteniendo largas conversaciones con Newt y lanzándole miradas, Leta aseguraba que él pensaba discretas, de vez en cuando y sin embargo el moreno nunca se le había acercado a ella sola, ni en la Sala Común. A la semana de comenzar las clases Leta le había mandado una carta a su madre, con el mayor cuidado posible, donde la decía que se había hecho amiga de Sebastián Nott. Al día siguiente Leta recibió una carta donde su madre le afirmaba que estaba feliz por su nuevo amigo y que debía buscarse amigas de su edad ahora.
Leta no era idiota, ella conocía de la tradición, familiar y el acercamiento de Sebastián Nott, junto a su mayor "participación" en las reuniones comerciales de su padre durante las vacaciones, era sumamente sospechoso. No era una Slytherin solo por su apellido, había unido los puntos y el resultado era llanamente grotesco...
—Oye, ¿ya terminaste el ensayo de Pociones? —pregunta Newt y, otra vez, consigue sobresaltarla.
—Sí, no fue demasiado complicado —responde y los grandes ojos azules de Newt la miran suplicantes.
—¿Me lo prestarías? —Leta alza una ceja y Newt mejora su mirada de escarbato** a medio morir—. No es para copiarte, solo quiero tomar unos puntos de referencias para… ¡el profesor ni lo notará!
—Pensé que eras demasiado noble como para copiarte, Newt Scamander —susurra la morena con burla.
—Yo soy un águila, no un león, Leta —bufa el pelirrojo y la morena sonríe de medio lado—. Me los vas a prestar, ¿sí o no?
Leta le mantiene la mirada a su amigo y Newt no baja su mirada suplicante, la morena casi quiere reír cuando nota las manchas de tintas en el cuello de la camisa del otro y rueda los ojos.
—Y que sea la última vez, Scamander. No querrás avergonzar a tu casa.
—Como digas, como digas.
La morena le pasa el ensayo al pelirrojo y regresa la mirada a su grueso libro, al poco tiempo el muchacho se encontraba interrumpiendo su lectura para hacerle unas preguntas y Leta suspira arrimando su silla más cerca de la de Newt mientras le responde y le hace unas correcciones.
En todo el mes que llevaba en el castillo Leta no había logrado sentir esa sanción de calma que solo Newt lograba hacerle sentir hasta ese día, entre pergaminos tachados y libros viejos.
—Adivina, adivina, adivina.
Leta se encontraba sentada en uno de los muchos bancos en los jardines traseros con un pesado libro de herbolaría, disfrutando del silencio que rodeaba el lugar, gracias a que los demás estudiantes del colegio habían decido comenzar con las celebraciones por el fin de los exámenes en sus respectivas Salas Comunes.
— ¿Qué? —pregunta la morena cerrando su libro y haciéndole espacio a su amigo.
—¡Saqué un diez en el ensayo de Pociones! —Leta lo mira con una ceja alzada, sin saber a qué quiere llegar, el pelirrojo le sonríe entusiasta y se arrima hasta que pasa su brazo por el hombro de la morena—. ¡El ensayo con el que me ayudaste! Gracias a ti logre superar a ese tonto de Pettigrew.
Leta sabía algo sobre la rivalidad que había entre Archivald Pettigrew y su mejor amigo, los dos tenían un carácter muy diferente pero Leta sabía que estar en la misma casa y pelearse el primer puesto era la principal razón de su discordia.
—En ese caso me debes una, Scamander.
—Siempre te deberé una, Leta —confiesa el pelirrojo y le deja un beso en la mejilla a la otra—. Eres mi mejor amiga.
Leta no sabe cómo interpretar el fuerte sonrojo en sus mejillas y ese sentimiento de incomodidad en el estómago. Seguro aquel experimento con cabello de demiguise*** la había afectado más de lo que ella quería, debía ir donde Madame Pomfrey, por si las dudas.
—También eres mi mejor amigo, Newt.
El pelirrojo asiente y ambos chicos dirigen sus miradas al frente admirando la oscuridad del cielo aumentar y solo se marchan cuando la hora de la cena llega.
El tiempo se le pasa entre las manos y antes de que Leta se da cuenta está de nuevo en el Expreso de Hogwarts junto a Newt.
—¿Me escribirás?
—Claro que sí —responde la morena concentrada en su ejemplar de Las Criaturas Mágicas Más Escurridizas y Difíciles de Localizar.
—¿Lo prometes? —insiste el pelirrojo y Leta levanta la mirada de su libro y enfoca sus ojos marrones en la mirada nerviosa de Newt.
—Lo prometo. Incluso te mandaré unas cuantas fotografías.
—¿En serio?
—Uhm.
Leta vuelve a su libro y Newt se mantiene en silencio un rato hasta que revisa entre su capa y le sonríe a su compañera.
—¿Juegas al Snap explosivo? —pregunta y Leta, luego de un rato, despega la vista de su libro con un «no» en la punta de la lengua pero los brillantes ojos azules la detienen—. Anda, una última vez.
La morena suspira y guarda el libro.
—¿Te ofreces voluntariamente a que te gane en el Snap? No podría negarme a eso.
—Yo ganaré.
—Lo que digas, Scamander.
Para cuando arribaron en la Plataforma 9 y ¾ Leta ya le había ganado tres veces al pelirrojo y este, a su vez, había logrado hacerse de dos victorias.
Ambos adolescentes se levantaron y Leta observo incómoda a su amigo, independientemente de la familiaridad que existía entre ellos, a ella siempre se le hacían difíciles las despedidas.
—Te escribiré, ¿de acuerdo? —dice el pelirrojo luciendo igual de incómodo que ella.
—Yo también lo haré.
Un silencio cae, Leta se seca las manos disimuladamente en la capa y recorre el compartimiento con la mirada unas tres veces, y entonces Newt se acerca y la rodea con sus brazos. La morena deja ir un suspiro de alivio y enrosca sus delgados brazos en la cintura del otro.
Newt siempre olía a libros, tierra y algo picante
Como le gustaba ese olor.
—Yo… —murmura el pelirrojo y un escalofrío recorre la espalda de la morena gracias al aliento en su cuello—… quería… yo…
—¿Qué? —murmura también, algo en el ambiente que se había creado entre ellos le obligaba a Leta a mantener la misma timidez.
—… quería… —La morena escucha claramente la saliva bajar forzosamente por la garganta del pelirrojo y sin poder evitarlo busca con sus ojos esos iris azules, Newt aprieta los labios y la observa firme—. Te quiero, eso.
Leta claramente escucha como un jadeo sale de ella y el rubor cubre rápidamente sus mejillas y cuello. En su vida había escuchado esas dos palabras, ni siquiera de sus padres, y el calor en el pecho que le producían era a la vez fascinante y aterrador. Y antes de pensárselo habla.
—Yo también te quiero.
Newt suspira aliviado y le ofrece una sonrisa animada mientras la ayuda con su baúl.
—Eso es un alivio, ¿te imaginas lo vergonzoso que sería si solo fueses mi amiga por interés? —pregunta graciosamente el pelirrojo y Leta aprecia su intento de alejar la incomodidad.
—Aquí el interesado es otro.
—Oh, vamos, Lestrange.
—Oh, vamos, Scamander —repite la morena en un tono excesivamente chillón y lastimero.
—Eres insufrible.
—Y tú un despistado.
Ambos jóvenes bajan del tren y antes de que Leta sea consciente de ello Newt la toma de la mano, ¿acaso quería que la sangre se quedase permanentemente en su cara?, y la guía hacia su familia.
—Mamá, papá, ella es Leta Lestrange, mi amiga —presenta Newt como si fuese lo más normal del mundo.
Leta observa aprensiva a los señores Scamander, pese a que había pasado por numerosas presentaciones a sus doce años jamás ninguna le había provocado tal nerviosismo.
—Un gusto, señora Scamander, señor Scamander —dice con respeto, que después de todo era una dama.
—Pero que niña más adorable, ¿acaso no es adorable, Irma? —pregunta el Señor Scamander a su esposa.
Sin embargo, por la mirada que le estaba mandando, Leta podía adivinar que era de todo menos adorable para Irma Scamander.
—Muy educada —dice la Señora Scamander luego de un rato.
Leta observa alrededor y descubre a sus padres, con una mirada muy adusta, a pocos metros de ellos. Ya se imaginaba el regaño que recibiría apenas llegase a casa.
—Ha sido un gusto conocerlos, pero debo ir como mis padres —se excusa, aunque prefiera seguir soportando las miradas frías de la Señora Scamander a que ir hacia la boca del lobo, o hacia sus padres, que era lo mismo.
—Nos vemos, Leta —dice Newt antes de que la morena se marche.
—Sí, nos vemos.
Leta hace una pequeña reverencia hacia los señores Scamander y le sonríe brevemente a Newt.
Pese a las miradas de sus padres estos no mencionan nada de sobre la familia de su mejor amigo y, en cambio, su madre le sonríe y su padre le da una palmada en la espalda.
¿Qué era aquello?
Leta estaba casi segura que el castigo duraría al menos un mes y que sus padres no le hablarían hasta el inicio del curso y ahí estaban ellos, preguntándoles por su año escolar.
¿Qué se estaba perdiendo?
Y a Leta jamás le disgustó más el conseguir una respuesta que cuando llego a su casa, le ordenaron subir a ponerse una nueva túnica de gala verde, y bajar a encontrarse con Sebastián Nott y sus padres.
Ahora entendía perfectamente el acercamiento del moreno.
Cultura general:
*: El idioma de los duendes.
**: Un Escarbato es una criatura que busca tesoros con un hocico largo y delgado.
***: El Demiguise es un ser pacífico, herbívoro que puede hacerse invisible. Se asemeja a un mono con ojos grandes, negros y cabello largo y sedoso.
¡Hola, hola!
Qué bueno que te guste el fic, Kao. Y, Rumi, aquí está la respuesta a tu pregunta XD
Amaly B.