Hello everyone!

¡Como siempre terminando los fics en último momento xD!

Bueno, estoy feliz de estar en este reto. Cuando tuve que elegir el personaje quería algo distinto y escogí a Pansy Parkinson. En primera instancia, había decidido escribir -y lo hice- algo más sad, pero una idea mucho más happy surgió ;)

Con respecto a la historia: Tiene un poco de drama, un poco de futuro romance implícito. Una pareja que he estado descubriendo de a poco.

Espero que les guste.

Bye.

P/d: Amo a Sia y cuando escribía escuché mucho la canción Helium, así que, sí, solo porque me gusta la puse al principio.


Este fic participa en el Reto #19: "Después de la guerra" del foro Hogwarts a través de los años.

Disclaimer; los personajes y los lugares de esta historia pertenecen a J. K. Rowling, excepto los que han sido creados por mí.


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Capítulo 1. Un paso a la vez

Sí, quise jugar rudo.

Creí que podría hacerlo yo sola, pero incluso "Superwoman" necesita el alma de "Superman".

(Sia – Helium)

Pansy corrió, escaneó y evitó a cuanto muggle se le pusiera en frente. Bufó por lo bajo cuando vio una cantidad exorbitante de gente alrededor.

Maldición.

Maldito Theo y su estúpida idea de reunirse con ella aquí. Su amigo -y desde hace unos pocos segundos ex-amigo, conste- estaba afanado en comprar ropa muggle. Ropa muggle. ¿Qué jodidos tenía en la cabeza?

Además, se suponía que ambos irían a algún café a conversar. Después de todos estos años, Pansy pensó que sería recibida con algo más de entusiasmo, pero se encontró con que solo Theo estaba en Londres.

Bufó nuevamente con algo de exasperación.

Luego del término de la guerra, se había refugiado en un pequeño apartamento en Oslo. Estos últimos cinco años estuvo forjando un camino que jamás pensó recorrer: trabajar, levantarse temprano y desvelarse por algo, no estaba en sus planes.

De hecho, nada del último tiempo estuvo ni en sus más insólitos planes.

Las cosas cambiaron drásticamente para todos, para todos los que eran incapaces de pensar más allá. La guerra fue un golpe duro y bajo para sus estúpidos pensamientos, para sus expectativas.

Fue necesario.

Tan necesario que ahora está ahí, en un Centro Comercial muggle, esperando a Theo. Y aunque ciertamente vivía rodeada de ellos, aún les tenía un poco de manía, poca, muy poca, en comparación a su pasado.

De solo pensarlo le dio escalofríos.

Se movió por la sección de hombres, seguramente él estaba ahí. Habían quedado hace media hora e iba algo retrasada, pero Theo tendría que ser paciente. Mal que mal, su vuelo había llegado hace muy pocas horas.

Recorrió algunas secciones y…

Entonces, lo vio.

Sonrió un poco y caminó presurosa a su encuentro, él estaba de espaldas.

Theo tenía razón, necesitaba urgentemente un cambio de vestuario. Estaba vistiendo horrible.

Cuando estaba a solo unos pocos pasos, decidió taparle los ojos con sus manos.

¿Era su idea o Theo había cambiado demasiado en estos cinco años?

Primero, la ropa -horrible a su gusto.

Segundo, el perfume. La última vez que recordaba, él usaba un perfume más amaderado, no ¿Frutal?

Tercero, su piel. El tacto de sus manos contra la piel se sentía diferente. No podía explicarlo.

Theo se tensó y con algo de fuerza se deshizo de sus manos.

Y…

Pansy casi se desmaya ahí mismo.

Mierda.

Ahora entendía las diferencias.

Oh. Oh. Oh.

No era Theo, era… era…

Potter.

El aludido ni siquiera se fijó en ella, se puso las gafas y siguió mirando hacia otro lugar.

Pansy se acercó un poco cautelosa y curiosa hacia él y lo que estaba mirando.

Cuando dio con el objetivo entendió el estupor del hombre que estaba a su lado y el porqué se había quitado las gafas.

Si su corazón dio un vuelco ante la lástima, el de él estaba destruido en mil pedazos.

A más de diez metros estaban: Ginny Weasley y un hombre totalmente desconocido para ella, besándose. Frunció el ceño. En realidad, se estaban comiendo a besos. Con ansiedad y afano. Con hambre.

¡Que maldita!

Por puro instinto agarró con fuerza una de las mangas de la chaqueta de Potter, pero no se inmutó. Estaba pegado viendo aquello.

Ni siquiera ella misma se explicaba la razón por la que quería sacarlo de ahí, que no siguiera viendo aquella patética escena.

Insistió. Insistió hasta que Potter la miró.

Había dolor, rabia y muchas preguntas que Pansy no podía contestar.

—¿Qué mierda quieres, Parkinson? —siseó.

La última vez que Potter estuvo frente a ella fue en el juicio donde declaró que a pesar de que quiso entregarlo, entendía que había sido presa del pánico.

Por la prensa rosa se había enterado de su hermosa relación con la jugadora de Quidditch, Ginevra Weasley.

—Solo quiero que dejes de mirar. Te ves patético —ni siquiera estaba pensando en lo que le decía.

Potter apretó la mandíbula y contestó:

—De hecho, soy patético por confiar en ella.

Se alejó y caminó evitando a todos.

Pansy tomó una decisión.

—¡Potter!

Exclamó intentando alcanzarlo. Él estaba llegando a la salida.

—¡Potter! ¡Potter! ¡Harry!

Se detuvo.

Su nombre en sus labios era distinto, sabía distinto.

Harry.

Caminó hacia él con la inseguridad a un flotando.

—No quise decir lo que dije. No te considero patético. Es solo que yo le hubiese plantado la cara.

—Me lo merezco.

—¿De qué hablas?

Al parecer, él decidió sincerarse con una extraña en un extraño lugar muggle.

Pansy se preguntó, ¿Por qué lo estaba haciendo?

Nunca habían sido amigos o algo parecido, se llevaban absolutamente mal, muy mal, en Hogwarts. De hecho, Pansy recordaba los miles de sobrenombres hacia él. Recordaba lo cruel que había sido en sus años en Hogwarts.

Definitivamente, Harry Potter había pasado página con el pasado, al menos eso esperaba Pansy.

—He estado trabajando demasiado, mis horarios cambiaron debido a que un Auror enfermó, y Ginny insiste en que me tome vacaciones para organizar la boda y otras cosas.

Pansy abrió la boca, pero él siguió.

—Además, creo que tiene razón.

—Espera —lo interrumpió—. Se que no somos precisamente amigos, pero, vamos, estás trabajando por un buen motivo. Después, cuando todo eso pase, podrás recuperar tu horario, ¿No?

Se encogió de hombros.

—Además, esa no es justificación para lo que te hizo.

—En realidad, lo suponía. Hoy se hizo una verdad. La seguí, pensé que vendría a ver algo de la boda, pero…

—Si lo estás pensando, no debes perdonarla. Podrás quererla y toda esa sensiblería a la que están acostumbrados los Gryffindors, pero una traición es una traición…

Por primera vez, Potter parpadeó y se dio cuenta de con quien se estaba sincerando y hablando.

—Yo…

Ella movió la mano dándose cuenta de lo que había pasado por su cabeza.

—No se lo diré a nadie, pero, Potter, deberías ser más inteligente que ella. Déjala. Déjala tú primero ni siquiera necesitas exponer que sabes lo de su engaño.

—Pero nos vamos a casar.

Era idiota, Pansy estaba segura. Si alguien la hubiese engañado… uff… estaría pensando en cómo destruirla a ella y, sobre todo, a su novio. Potter era demasiado blando y Gryffindor.

—¿En serio quieres casarte con alguien que te fue infiel en el noviazgo? Pensé que tenías un poco más de sentido común.

—La amo, Parkinson. Estamos juntos desde… desde que salimos de Hogwarts.

—Y ella a ti no. Quien engaña no ama. Potter, escucha, no tengo idea de que ha sido de tu vida, ni mucho menos cuantas horas trabajas al día, pero nada justifica lo que vimos.

Él no dijo nada.

Pansy le palmeó el hombro.

—Si te hace sentir mejor, no lo hagas ahora, pero debes terminar con ella.

—Hoy le iba a decir que en dos meses más mi trabajo disminuiría y podríamos ponerle fecha a la boda —movió la cabeza.

—¿Dos meses dices?

Él asintió.

—¿Sabes dónde estaré yo? —no respondió— en Francia, organizando un desfile de moda —parpadeó—. Hablando de eso… —lo miró de pies a cabeza— creo que puedo encontrar algo que te anime.

—¿Qué cosa?

—Había quedado con Theo, pero él puede esperar. Entre tú y yo haremos algo con tu ropa.

Potter hizo una mueca ante la idea o ante pasar tiempo con Pansy.

Ella ignoró ambos motivos y lo arrastró por los pasillos.

Se veía absolutamente hastiado y triste, muy triste. Solo quería mandarla al demonio, pero por alguna razón se contuvo. Pansy fingió no darse cuenta y estuvieron casi toda la tarde ahí.

Ese día, casi al anochecer, Theo se presentó en el hotel enfadado. Le pidió muchas, muchas disculpas por no haber ido.

Dos meses después…

Pansy bufó cuando el recepcionista le informó que alguien la buscaba.

Hace dos días había terminado un importante desfile y ahora solo necesitaba recuperar el sueño perdido por las noches en vela.

Se trenzó su largo cabello y se puso lo primero que encontró sin necesidad de maquillarse, quien fuera lo despacharía en un santiamén.

Estaba caminando hacia el lobby cuando sufrió un déjà vu que la hizo detenerse abruptamente.

De espaldas, igual que la última vez, y mirando hacia otro lugar estaba él.

Su corazón comenzó a latir aceleradamente.

¿Qué hacía ahí?

—¿Potter?

Su pregunta salió en un susurro, pero al ser temprano y con la poca gente que había, él la escuchó perfectamente.

Se giró.

Había conservado y seguido alguno de sus consejos en moda.

—Hola, Parkinson —caminó hacia ella arrastrando la maleta—, la última vez que nos encontramos mencionaste que venías a Francia y pensé en que… —bajó la mirada— es que me gustaría visitarlo también.

—¿Cómo diste conmigo?

—No fue difícil. Alguien mencionó un desfile y… solo tuve que buscar el lugar.

Él recordaba lo que le había dicho.

Eso la sorprendió un poco.

—Así fue, aquí mismo —concedió ella—. No pensé que vendrías, que quisieras verme.

Potter suspiró y la miró a los ojos. Sus verdes ojos eran un poco más oscuros que los de ella. Ya no había tristeza en ellos.

—Actuaste como aquella vez —Pansy supo que se refería al pasado—. Sin miedo, con tus convicciones e ideales a flor de piel. Fuiste la persona más sincera a mi alrededor, me sacaste de ahí, y me pusiste en mi lugar. Las cosas que no quería ver y mucho menos pensar, las pusiste en mi cabeza.

Ella hizo una mueca.

—Estaba jodidamente asustada y no quería entregarte a él, pero las cosas se estaban complicando y… —se calló—. No se comparan, pero, al igual que esa vez, solo quería que me escucharan e hicieran lo que yo quería.

—Irónicamente lo hice, terminé con Ginny dos días después de descubrirla. Lo hice sin decirle nada, toda su familia y algunos amigos intentaron hacer en que entrara en razón, pero me mantuve firme. Ella lloró, suplicó y solo ahí le dije que lo sabía todo. Entonces, guardó silencio y lo aceptó.

—No era justo que siguieras a su lado si ella no te amaba. Duele dejar a alguien, pero duele más seguir adelante con algo que sabemos que no funcionará.

—Has madurado, Parkinson.

—Has mejorado tu vestimenta, Potter.

Él sonrió un poco.

Pansy suspiró.

—¿Te vas a quedar en este hotel?

—Sí, creo sí. Debo registrarme.

—Bien, hazlo. Si no estás muy cansado podemos ir a desayunar.

—Genial.

Harry Potter se alejó y fue a la recepción.

Pansy lo vio y se preguntó ¿Qué mierda le estaba pasando?

No tenía idea de lo que estaba haciendo. Potter ahí, con ella, en el mismo hotel e invitándolo a desayunar. Vaya. Al parecer estaba demasiado loca y sin temor al futuro.

¡Qué le estaba pensando!

Entre él y ella.

Entre Potter y ella.

Lo miró de reojo.

No, no. Se negaba.

Se negaba, pero… quizás… quizás Potter fuera lo que necesitaba y ella lo que él necesitaba.

Movió la cabeza.

Un paso a la vez, Pansy.

Un paso.

De cualquier manera, disfrutaría lo que le quedaba de Francia.

Y con compañía sería mucho mejor.