Lo sé, soy una persona inconstante. No tengo excusas. Simplemente no me quede quieta el tiempo suficiente como para ponerme a escribir nada.

Más allá de eso, espero que sepan disculparme y que disfruten el nuevo capítulo.

Advertencia: nada que ya no sepan.

Disclaimer: La última vez que vi mi documento no aparecía como J. K. Rowling, así que (obviamente) Harry Potter no me pertenece. Yo solo utilizo a sus personajes para mi historia.


Cómo conquistar a un Gryffindor y no morir en el intento

Capítulo 6: De aliados inesperados y vejetes entrometidos

Los cambios en Hogwarts se dieron rápidamente, pero nadie fue capaz de darse cuenta de ello al principio.

Comenzó al día siguiente de que el grupo de Slytherin decidiera sentarse en la mesa de Gryffindor. En principio sólo fueron un par de personas que decidieron hacer la prueba más, al no recibir ninguna amonestación, a la hora de la cena las cuatro mesas estaban completamente mezcladas.

Eso ocasionó que se dejaran de lado ciertos prejuicios con respecto a los Slytherins, quienes empezaron a sentarse con los alumnos de otras casas con quienes sentían más "afinidad", construyendo poco a poco amistades que, si bien no lograban que abandonaran del todo su vieja mentalidad, si lograban que vieran que no todo lo que les habían enseñado fuera totalmente cierto, y contribuye a que la mayoría de ellos se volvieran "neutrales".

- Por lo menos ahora podrán volver a los dormitorios- comentó Hermione durante una cena a mediados de septiembre.

- Lástima, ya me estaba acostumbrando a los ronquidos de Ron- dijo Blaise, ocasionando que todos se rieran.

Sin embargo, no todos se habían adaptado al cambio. Un grupo de Slytherins (liderados por Pansy y Crabbe) seguían oponiendo resistencia, y no dudaban en atacar a los "traidores a la sangre" cuando los encontraban solos.

Esto provocó que, a su vez, los demás Slytherins los hechizaran como represalia, por lo que tuvieron que ser trasladados de sus dormitorios a habitaciones en desuso para evitar nuevas confrontaciones.

A su vez, aún había miembros de las otras casa que desconfiaban plenamente de los Slytherins, y evitaban comunicarse con ellos más de los necesarios. Si bien eran mucho menos violentos y peligrosos, podían llegar a ser bastantes groseros e intransigentes.

- No entiendo por qué actúa así- comentó Harry una vez que Ernie se despidió de ellos de mala gana cuando Draco se acercó al grupo.

- Ya se le pasará. Ya verá que su actitud no tiene sentido, y se disculpará por haber sido tan descortés- dijo Hannah a la vez que Justin asentía.

Ambos habían aceptado a Draco y sus amigos casi de inmediato, y no podían entender la actitud de su compañero.

- Si tu lo dices...- comentó Ron con un tono que no dejaba a dudas de que dudaba que no fuera cierto.

Aun así, el grupo no tenía mucho tiempo para darle vueltas al asunto. Las clases de sexto año eran muy difíciles; y si alguno albergo esperanzas de que Sirius no fuera tan duro, pronto tuvieron que abandonarlas.

La primera clase de Defensa contra las Artes Oscuras con Sirius inició con un ambiente bastante tenso y expectante. La mayoría de los alumnos parecían intimidados ante su presencia, y Harry pensó que era porque muchos de ellos habían crecido creyendo que Sirius era uno de los mayores seguidores de Voldemort. Aun así, pensó para sí mismo, no se ve tan aterrador como la primera vez que yo lo vi. Ese día, Sirius llevaba ropa parecida a la usada por los punks de los '70 bajo una túnica negra abierta.

Si Sirius notó algo, no dio señas de ello. Leyó los nombres de la lista (muchos de ellos, ex-participantes del ED), dándose tiempo para comprobar que no se olvida de ninguno; para después apoyarse contra su escritorio y mirarlos antes de hablar.

- Estoy seguro de que muchos de ustedes me conocen, aunque no por cosas buenas. Habrán oído hablar a sus padres de mi supuesta traición a los Potter, de i escape de Azkaban y fueron "testigos" de mi intromisión en Hogwarts hace unos cuanto años. Sobre lo primero, todo lo que diré es que fue completamente falso. Sobre lo demás no pienso decir ni una palabra- y les lanzó una mirada que dejaba en claro que las preguntas sobre el tema tampoco serían bienvenidas-. Estoy aquí para enseñarles a defenderse; y es lo que pienso hacer. He leído los informes de los otros profesores (si es que se puede usar esa palabra para ellos), y he hablado con el profesor Lupin sobre lo visto en clase. Debo decirles que su programa es el único que tiene sentido- hubieron murmullos de aprobación-, y que perdieron mucho tiempo por culpa de esa harpía del ministerio- más murmullos y algunas risitas-; pero también sé que muchos de ustedes no se quedaron con los brazos cruzados, así que espero que no tengan muchos problemas.

Harry pasó la mirada por los ex-miembros del ED que estaban en la clase, y vio que la mayoría lucían orgullosos.

- Aun así, no crean que va a ser tan fácil- continuó Sirius-, No importa qué tan serias hayan sido esas prácticas, la mayoría está lejos de saber lo que un verdadero duelo; y eso es algo de lo que deberían estar agradecidos- el orgullo casi palpable de la mayoría disminuyó-. Pero, cambiemos de tema. ¿Alguno sabe qué son los hechizos no-verbales?- la mano de Hermione fue la primera en levantarse-. ¿Hermione?

- Los hechizos no-verbales son encantamientos que no son necesarios pronunciar para que funcionen- respondió la castaña.

- Exacto. La magia no-verbal es bastante difícil de realizar y requiere una buena dosis de práctica, ya que es necesario tener mucha disciplina y concentración mental. De todas formas, esta clase de magia supone una gran ventaja. ¿Alguien puede decir por qué?

Nuevamente fue Hermione quien contestó:

- Porque tu adversario no sabe qué clase de magia vas a realizar y eso te proporciona una ventaja monetaria.

- Diez puntos para Gryffindor. Básicamente a eso dedicaremos la clase de hoy. Formen parejas e intenten lanzar encantamientos sin hablar. Los que lo logren al final de la clase, recibirán una recompensa.

Todos se pusieron en parejas y comenzaron a practicar. Sirus caminaba entre los grupos y les daba consejos o aclaraciones de lo que debían hacer.

Pronto, Harry tuvo que admitir que no era nada sencillo. Él y Ron se encontraban practicando juntos, y ninguno fue capaz de lanzar ningún hechizo.

Los que sí fueron capaces de hacerlo fueron Hermione, Draco (quienes practicaban juntos), Theo, una chica de Ravenclaw y, para sorpresa de la mayoría, Neville (él alegaba que le había salido solo al ver que el hechizo de Theo había funcionado). Los cinco recibieron una rana de chocolate cada uno al final de la clase, y fueron los únicos que no tuvieron tarea.

Los demás profesores también empezaron a enseñarles con magia no-verbal, y le daban más tarea a quiénes encontraban diciendo los hechizos por lo bajo.

Con todo eso, el grupo esperaba con ansias la llegada de la clases de Pociones y la nueva actitud de Snape, pero (como en el caso de Sirius) pronto se vieron decepcionados.

- Tal vez la mayoría de ustedes se sorprenda de poder cursar esta materia este año- había empezado tras comprobar la lista-; pero no se dejen engañar. Los ÉXTASIS de Pociones son bastantes más complejos que todo lo que han visto hasta ahora, y aquellos que no puedan seguir el ritmo a las clases deberán abandonarlas, y no volver nunca más.

Y les mandó una mirada llena de maldad a Ron y a Harry.

- Por ahora, comenzaremos con algo sencillo: un filtro de la muerte en vida. Las instrucciones- sacudió la varita y las instrucciones aparecieron en el pizarrón-. ¿Qué están esperando?

La clase pasó de forma lenta. Pese a que Harry y Ron habían mejorado bastante sus habilidades gracias a las lecciones que Severus les había dado en verano, él no se abstuvo de hacer comentarios sarcásticos acerca de sus pociones. Tampoco prestó la menor atención a la poción de Hermione y si se dirigía a Draco, era sólo para hacer comentarios hirientes.

- ¿Qué le pasa?, ¿volver a Hogwarts lo convirtió nuevamente en un malnacido o qué?- se quejó Ron mientras se dirigían al Gran Comedor.

- ¡Por supuesto que no!- lo defendió Harry-. Sólo que aún tiene un papel que desempeñar, ¿recuerdas? Hubiera sido muy sospechoso que de repente nos tratara a todos bien. Además, Draco y yo ya habíamos sido advertido que iba a tener que hacer eso.

- Fue peor de lo que pensé- comentó Draco, un tanto decaído-. Siento haberme reído de ustedes durante tantos años.

- Ya no tiene importancia. El pasado, pisado- dijo Ron restándole importancia.

- Tampoco le prestes mucha atención a lo que dice Severus. Sabes que no piensa nada de eso- lo consoló Hermione, sacándole una sonrisa.

Las clases no eran la únicas preocupaciones del grupo. Harry, Ron, Ginny y Draco tenían que practicar para sus equipos de Quidditch, que se sumaba a las obligaciones de delegados de Hermione, Draco y Ron.

Por si fuera poco, los primeros días de octubre se anunciaron clases de duelo opcionales impartidas por los profesores Sirius Black... y Severus Snape.

- Tendremos que ir para evitar que se maten- comentó Draco cuando se sentaron en el Gran Comedor luego de leer el anuncio.

- ¿No te parece un poco exagerado?- preguntó Neville, un tanto nervioso.

- Créeme, no lo es- respondió Harry.

Pese a la convivencia en Grimmauld Place, ni Sirius ni Severus había hecho el menor intento de llevarse bien. Y el hecho de volver a Hogwarts convertidos nuevamente en iguales parecía haber empeorado todo. No sólo era la evidente tensión entre ambos en la mesa de los profesores, sino también que su padrino había decidido (de forma casi unilateral) enseñarle algunos "secretos de Hogwarts" que no aparecían en el mapa, lo que evitaba que muchas veces pudiera ir a hablar con Severus. Lo que más destacaban de esos momentos es que Sirius les enseñaba a Harry y sus amigos (que se terminaron uniendo casi sin querer a las salidas) a convertirse en animagos.

Para contrarrestar las horas que su padrino le robaba, Severus lo "castigaba" por cosas sin sentido, lo que ocasionaba que Harry tuviera muy pocas noches libres para los entrenamientos de Quidditch (sus tareas podía realizarlas en el despacho de Severus).

Blaise negó con la cabeza.

- ¿Cómo es que Dumbledore no ve venir el desastre?- preguntó.

- Tampoco es que pueda hacer mucho, ¿no crees? Ni siquiera está en la escuela- respondió Theo.

- ¿Cómo?- preguntó Harry, dirigiendo la vista hacia la mesa de los profesores.

Era verdad. El asiento que ocupaba Dumbledore en la mesa de los profesores estaba vacío. Asombrado, Harry se preguntó cómo es que no lo había notado antes.

- Lleva así unos cuantos días- comentó Hermione.

- ¿Dónde estará?- preguntó Daphne.

- Supongo que estará buscando algo- dijo Hermione.

- ¿Algo cómo qué?- preguntó Ginny, a lo que la castaña se encogió de hombros.

- Esto va a terminar mal, se los aseguro- vaticinó Ron.

Mas ese no fue el caso. Tal vez fuera para dar un buen ejemplo o porque ninguno quería molestar a Dumbledore (o a McGonagall, quien los supervisaba desde lejos), pero la clase pasó con relativa calma (el grupo la comparaba con el desastre resultante del segundo año... y tenían mucho que agradecer). Si bien las intenciones de ambos profesores eran hostiles (ambos respaldados por el argumento de que querían demostrar lo que era un verdadero duelo), ninguno le causó un verdadero daño a su adversario.

- Es decir, tu estrategia no funcionó como querías- comentó Remus a su pareja una de las pocas veces que pudieron verse sin que hubiera una misión de por medio.

Sirius puso una cara parecida a la de un niño que no consiguió lo que se proponía.

- ¡Se suponía que debía usar uno de sus trucos sucios! ¡Mi plan perfecto para que Harry se diera cuenta de la clase de sabandija que es no funcionó!- refunfuñó.

El licántropo rodó los ojos, y decidió besar apasionadamente a su pareja para que olvidara el tema por un buen rato.

Por el entusiasmo con que este le correspondía, podía dar por zanjado el asunto por unas cuantas horas.


Hermione se encontraba en la biblioteca terminando su tarea para Pociones, desviando cada tanto la mirada hacía Draco. El rubio y ella habían acordado ir a estudiar juntos en la biblioteca (Neville y Theo decidieron ir a repasar para Herbología, mientras que Daphne ayudaba a su hermana menor con Transformaciones en la sala común de Slytherin, y Blaise se había negado en ir a la biblioteca), pero el Slytherin no había pasado de escribir el título del ensayo.

- ¿Pasa algo, Draco?- le preguntó, cautelosa, esperando que el rubio no estuviera tan perdido en sus pensamientos como para no oírla.

El joven soltó un ligero respingo, y la miró con los ojos muy abiertos.

- Acabo de recordar algo de cuando fui al despacho de mi padrino la primera noche- dijo, y algo en su tono la hizo pensar en que era algo muy importante.

De forma instintiva, Hermione puso su mano sobre la de Draco, y le indicó con un gesto que continuará. El joven se tranquilizó un poco por el gesto, pero no perdió del todo su inquietud.

- Bueno, esto te parecerá un poco absurdo pero, ¿sabes que Harry y yo nos encontramos en medio del camino? Al principio me pareció algo raro, pero no le di mucha importancia, y recién lo acabo de conectar con otra cosa que note: Severus lo estaba esperando- dijo, más rápido de lo normal.

Aunque al principio no entendió la exaltación de su amigo, al final la maga entendió lo que quiso decirle. Pero, ¡era imposible!

- ¿No insinuaras...?- comenzó, abriendo mucho los ojos.

- No lo sé; la verdad, no lo sé- respondió Draco, pasándose la mano libre por su cabello-. Sé que es absurdo, por el tema de la edad y que seguramente son solo amigos... pero también tiene sentido... ¿no?

Hermione reflexionó durante unos momentos. Algo de sentido tenía. Eso explicaría, por lo menos, el humor cambiante del profesor en el año pasado, además de la ira que sintió cuando se internaron en el Bosque Prohibido y el cambio de actitud hacia Harry durante el verano.

- ¿Crees...?- empezó, mirando hacia su alrededor para asegurarse que no hubiera nadie cerca-, ¿crees que son pareja?

- No lo sé, no lo creo- negó Draco-. Dudo de que mi padrino haya revelado sus sentimientos, y que Harry se haya dado cuenta de ellos.

- ¡Pero Harry tiene que saberlo!- exclamó la joven, recibiendo una mirada de desaprobación de Madame Pince.

- ¿Qué? ¡No!- dijo el rubio en voz baja-. ¡Ni siquiera sabemos si estamos en lo correcto!

La Gryffindor se mordió el labio, pensativa. Era verdad: ellos sólo tenían la ligera sospecha de que el profesor estaba enamorado de su amigo; pero algo muy dentro suyo le decía que así era.

- ¿Y si hacemos algo para comprobarlo?- propuso.

- ¿Algo cómo qué?- preguntó el Slytherin, a lo que ella se encogió de hombros. El rubio lo pensó durante unos segundos-. Esta bien, acepto. Pero con una condición.

- ¿Cuál?

- Sea cual sea la respuesta, apoyaremos a mi padrino con esto.

Hermione le sonrió.

- Dalo por hecho.


Harry esperaba pacientemente a la llegada de Severus. Ambos habían recibido una citación por parte del director la semana anterior (pese a que el hombre no se encontraba en la escuela), y el pocimista había insistido en que fueran juntos desde la torre de Gryffindor. La razón era obvia: aunque Harry llevará la capa, siempre había una posibilidad de que esta fallara, y la presencia del profesor podía ser la diferencia entre un verdadero castigo o un "castigo".

Aun así, Harry estaba algo preocupado. Hacía unos días, Sirius había ido con el director a una misión secreta, pero solo Dumbledore había vuelto ese día. Pese a lo prometido por su padrino, este no se había dejado ver en todo el día, y Harry estaba preocupado de que estuviera seriamente herido.

Por otro lado, la ausencia de Sirius significó un incremento en el tiempo que pasó con Severus.

Con una pequeña sonrisa, Harry recordó la visita que le había hecho el día anterior.

Había recibido un "castigo" por parte de Severus (qué había consistido en ayudarlo a hacer el inventario, tarea que no tardaron mucho en completar), por lo que estaban los dos en el despacho del pocimista, compartiendo un momento de silencio bastante cómodo como para romperlo.

El problema fue cuando, al terminar con los deberes de sus asignaturas, el Gryffindor había comenzado a pasear por el despacho distraídamente. Hasta ese momento no había notado lo poco y nada que dejaba entrever el lugar de la personalidad del mayor.

- Cuéntame algo sobre ti- le pidió, sentándose en la silla más próxima al Slytherin.

Severus enarcó una ceja, apartándose un poco del muchacho.

- Te he dicho todo sobre mí- repuso con tono seco, pero con gesto suave.

Harry negó.

- Nunca me has dicho cuál es tu libro favorito, o la banda que más te gusta...

- ¿Y de verdad quieres saber eso?- cuestionó, con voz conmovida que Harry no notó.

- Yo te lo he dicho- respondió Harry, sonriendo.

El pocimista suspiro, pero no parecía molesto.

- ¿Qué quieres saber?

Desde allí empezaron a hablar de los gustos (y disgustos) del Slytherin. Por la forma en que el pocimista se expresaba, le pareció que hace mucho tiempo que no hablaba de ello.

Harry se preguntó si estaba bien sentirse tan orgulloso de ser el primero en años al que el mayor le confiaba todo eso.

Un sonido fuera de la Sala Común le hizo volver al presente. Miró el mapa del merodeador, que le dejó saber que Severus lo esperaba del otro lado del retrato.

Poniéndose la capa, salió al pasillo para encontrarse con el pocimista.

- Estoy aquí- dijo, tirando de la capa al mayor.

Snape gruñó.

- Vayamos a ver qué quiere Dumbledore.


Dumbledore miraba fijamente hacia el techo de su despacho. Había sido una suerte haber ido con Sirius y Remus a la cabaña. La reliquia que se encontraba allí era una tentación muy grande como para dejarla pasar, y no quería imaginarse las consecuencias que hubiera tenido si hubiera ido solo.

Por otro lado, tenía que decidir qué hacer. Las nuevas circunstancias hacían que algunos de sus planes tuvieran que cambiar, pero tampoco podía hacer cambios totales hasta que todo acabara por acomodarse.

Aunque, si ellos se dieran cuenta...

Desenvolvió un caramelo de limón con pesadez. No podía forzarles a nada, pero tal vez podía llevarlos por el camino correcto...

La puerta del despacho se abrió, dejando ver a un inexpresivo Severus y a un impaciente Harry.

- Mis muchachos, me alegra que hayan podido venir- comentó con su jovialidad habitual.

El pocimista gruñó, convocando otra silla cerca del escritorio para Harry. Al director no se le escapó que la silla estuviera más cerca de lo que normalmente lo hubiera hecho.

- Como recordarán, les dije que estas "clases" eran fundamentales para derrotar a Voldemort, y quiero que tengan presente ello en todo momento- les dijo, convocando su pensadero y vertiendo el contenido de una botella en él. Notó que tanto Harry como Severus se veían ligeramente incómodos ante el objeto, por lo que les sonrió con calma-. Sé que ambos han tenido malas experiencias con esto, pero no les pediría que entraran si no fuera absolutamente necesario.

- ¿Tiene algo que ver con la profecía, señor?- le preguntó Harry. Severus y él ya se habían acercado a la vasija.

- Lo tiene todo que ver, y a la vez nada- respondió mientras los tres se inclinaban y eran absorbidos por el pensadero.

El recuerdo era de un hombre del Ministerio de Magia que había ido a visitar a la familia Gaunt por un crimen cometido contra un muggle. Los tres acompañaron al hombre durante la interacción.

Harry se movía más, preguntaba cosas e intentaba interceder cuando la discusión subía de tono, olvidando completamente que se trataba simplemente de un recuerdo. Severus, por otro lado, se mantuvo en silencio, observándolo todo.

Cuando el recuerdo terminó, los tres fueron expulsados del pensadero, y cada uno volvió a su asiento en silencio, reflexionando acerca de lo que acababan de ver.

- Marvolo...- susurró, entonces, Harry.

- Si, me alegra que hayas caído en ese detalle, Harry- comentó Dumbledore-. Aquel hombre era el abuelo de Dumbledore.

- Entonces, esa mujer...- comenzó Severus.

- Merope Gaunt, la madre de Voldemort. Y, como adivinaran, el hombre que fue atacado por Morfín era Tom Riddle padre.

- ¿Cómo es posible que...?- empezó el pocimista, pero él mismo encontró la respuesta a su pregunta-. Usó una Amortentia, ¿no es así?

- Es probable- respondió Dumbledore con un asentimiento-. Lo importante aquí es que, una vez libre de su padre y su hermano (ambos fueron arrestados y enviados a Azkaban), usó sus dotes mágicos que hasta entonces había mantenido ocultos, y logró hacer que Tom Riddle se enamorara y huyera con ella.

Sin embargo, en algún momento antes del nacimiento de su hijo, Tom abandonó a Merope. Tal vez Merope dejó de tratar de controlarlo creyendo que se quedaría a su lado por el bien de su hijo, o que la amaba sin el uso de ningún artilugio. Las razones no están del todo en claro, pero creo que lo más determinante de todo fue saber que se trataba de una bruja.

Severus miró hacía el suelo. Dumbledore supuso que esa parte de la historia le hacía recordar un poco a la de sus propios padres. Harry también debió haber pensado lo mismo, ya que tomó una de las manos del pocimista.

Este lo miró primero sorprendido, más luego agradecido por el gesto.

- ¿Y qué pasó con Merope?- preguntó Harry, aun sin soltar la mano del pocimista, y sin hacer un gesto de retirarla pronto.

- Debo decir que la pobre no pudo reponerse del abandono de Riddle. Abandonada por el amor de su vida, desesperada, sin lugar a donde ir, embarazada y sin dinero, vendió su única posesión de valor (el relicario de su familia), y fue a parar a un orfanato en el Londres Muggle, donde murió luego de dar a luz a su único hijo- respondió el director.

- Pero, ¿por qué? Tenía un hijo recién nacido que la necesitaba, ¿por qué se dejó morir?- inquirió Harry, molesto y pensando en el sacrificio de su propia madre.

- ¿Acaso te compadeces de Voldemort?- preguntó Dumbledore.

Harry se quedó callado, sin saber qué responder. El anciano asintió.

- Es algo complicado, Harry. Debes entender que el único deseo que tenía Merope en esta vida era estar junto con Tom Riddle y, cuando este la abandonó, también lo hizo su deseo de vivir, aun si fuera por su propio hijo- dijo el anciano con calma-. El amor, Harry, no sólo es nuestro mayor aliado y fuente de consuelo en los momentos más oscuros, sino también aquello que puede llegar a destruirnos- agregó, dirigiendole una mirada intensa al maestro de pociones.

Severus, quien se había mantenido al margen de la conversación, no se le pasó por encima la mirada que le dirigía el director. Sabía lo que esa mirada le reprochaba: el casi haberse dejado consumir por su amor por Lily, y el no haber declarado aún su amor por Harry. Si a eso le sumaba el hecho de haber encontrado muchos paralelismos entre la historia de Merope Gaunt y su propia madre... era evidente que no podía ocultar su molestia.

Harry también captó la mirada que el director le daba a su profesor, y se le estrujó el corazón al pensar que, posiblemente, el Slytherin siguiera completamente enamorado de su madre. (Y una pequeña parte de él, muy en el fondo de su mente incluso para ser debidamente reconocida, sintió un poco de celos por ello).

- Pero, bueno, el tiempo apremia señores, y nosotros tenemos otro recuerdo que observar- anunció el director, sacando de sus pensamientos a Harry y a Severus.

Como si recién cayeran en cuenta de ello, ambos separaron sus manos.

- Quedamos en que Merope, desolada, llegó al Londres muggle, donde tuvo a su hijo, Tom Riddle hijo. Antes de morir, ella dejó sus indicaciones de cómo debía llamarse el niño, y luego fue dejado en el orfanato muggle, donde vivió sus primeros años de vida.

- El próximo recuerdo, entonces, debe ser de cuando vayan a entregarle su carta, ¿no es así?- dedujo el pocimista.

- Exacto- respondió el anciano, vertiendo una nueva botella en el pensadero.

- Profesor, ¿de quién es el recuerdo?- no pudo evitar preguntar Harry, que ya estaba inclinado sobre la vasija.

- En este caso, mío.

El recuerdo comenzó con un Dumbledore más joven y con ropas menos estrafalarias caminando con su andar característico por el Londres muggle. Harry hizo un comentario acerca de lo bien que se veía el director en esa época, haciendo sonreír al anciano y fruncir el ceño al Slytherin.

Llegaron al orfanato muggle, que era atendido por una mujer joven con aspecto de vivir constantemente estresada. Siguieron al Dumbledore del recuerdo hasta el despacho de la mujer, y a ninguno se le pasó por encima la manipulación sutil del actual director para sacar más información sobre Riddle de la mujer.

Y, finalmente, fueron a la habitación de Riddle. Severus se sintió bastante incómodo al conocer al Señor Tenebroso de niño, más ante las muestras de crueldad sin remordimiento que este aplicaba desde su infancia.

Harry, que ya conocía al Riddle joven por su segundo año, no se sintió incómodo, pero sí sentía rechazo y (aunque no le gustara) cierta fascinación y admiración por lo rápido que se adapta a la nueva información acerca de su origen.

- ¿Usted sabía?, ¿sabía en lo que él iba a convertirse?- inquirió Snape al salir del recuerdo.

- Lo sospechaba. Creía que podía llegar a corregir sus actitudes y llevarlo por el buen camino- respondió el director con su simpleza característica mientras desenvuelve un caramelo de limón.

Severus bufó. Aunque estuviera agradecido con el director por darle una segunda oportunidad cuando nadie más lo hubiera hecho, no podía evitar sentirse frustrado por su negativa a ver los casos perdidos.

- Usted siempre lo vigiló, ¿no es así?- dijo Harry-. Me lo dijo el Riddle que salió del diario: "A Dumbledore nunca le agrade como a los otros profesores..."

- Correcto, Harry. Pero esa una historia para otro noche- contestó el anciano, dirigiendo la vista hacia la ventana-. Creo que ya hemos acabado por hoy- los despidió.

- Profesor, yo... ¿puedo decirle de esto a mis amigos?- preguntó Harry, vacilante.

- Claro que sí, muchacho. En estos momentos, más que nunca, es cuando necesitas a tus amigos- le respondió.

Severus frunció el ceño. No le parecía seguro que información tan importante se divulgará entre jóvenes que no tenían forma de defenderse de ataques legeremantes, pero decidió que era mejor no discutir con el director, y le indicó a Harry para irse.

El ojiverde le obedeció, y se encaminó hacía la puerta junto con él. Sin embargo, antes de salir del despacho, Harry notó dos objetos bastantes peculiares sobre una mesita. Eran el relicario y el anillo que había visto en el primer recuerdo, aunque ahora tuvieran un corte transversal en ellos.

- Señor, estos objetos estaban en el primer recuerdo- mencionó el Gryffindor más joven, haciendo que Snape dirigiera la vista hacia los curiosos objetos.

- Muy atento, Harry- dijo Dumbledore, bastante complacido.

- Pero, ¿no deberían estar también la armónica* o algo parecido?- pregunto, extrañado.

- Buena deducción, pero eso son sólo objetos.

Y con esa respuesta tan confusa, ambos salieron del despacho.


Ya sé que lo largo del capítulo no compensa la espera, pero estoy sorprendida de lo mucho que escribí. Son trece páginas en mi cuaderno (siempre escribo todo a mano primero), y casi nueve páginas en el Word. Creo que estoy un poco orgullosa de mi misma.

Ignorando mi momento de vanidad, espero que hayan disfrutado el nuevo capítulo (si es que alguien queda como para leerlo). Si llegaron hasta aquí, me encantaría que dejaran un reviews con sus opiniones, comentarios, tomatazos o lo que quieran.

También, si tienen alguna pregunta, estaría muy feliz de poder contestarles.

Hasta la próxima (que espero que sea muy pronto).

Pd: ¿Alguien está jugando Hogwarts Mystery? Debo admitir que ya estoy un poco (muy) obsesionada con el juego, jeje.

*: no recuerdo exáctamente cuáles eran los objetos que Riddle le quitó a los niños del orfanato, así que puse lo que me pareció. Si no era una armónica lo que se encontraba entre los objetos, pido disculpas.