Fin del camino

Capitulo 1

Sus finas y blancas manos acariciaban con cuidado una y otra vez, aquel trono de hierro. Las espadas superpuestas eran un recordatorio de aquellos insensatos que osaron oponerse a su antepasado, Aegon el Conquistador.

La habían comparado con él, solamente en una versión femenina. Ella llegó con sus dragones a Poniente, y Poniente tembló. Por un lado, el temor de la Lannister a perder su trono, y por el otro un bastardo que volvió a tener esperanza en cuanto la vio a ella.

Se decía muchas cosas, que ella era el "príncipe que fue prometido", que iba a morir, que estaba loca de remate, que sus dragones traerían el caos a Poniente. Tantas, que la mujer sólo sonrió ligeramente y apoyó su mano en la espada que había traído el fin de la larga noche, aquella espada legendaria portadora de luz.

Desde pequeña había escuchado las leyendas de como Azor Ahai portando aquella espada derrotó a los caminantes blancos y devolvió la paz al continente. Pero que aquella victoria tuvo un gran sacrificio: la mujer que amaba.

En su caso no fue así. Lo recordaba como si hubiese sido ayer...

Las tropas se encontraban agrupadas en rededor del castillo negro. El muro tenía una fisura muy grande y todos temian que de un momento a otro pudiera romperse definitivamente. Allí estarían sin más protección y a expensas de los espectros.

Una muy abrigada Daenerys bajó con rapidez de las escaleras del segundo piso y se encontró cara a cara con el lobo blanco.

- Su Majestad, las tropas ya se encuentran reagrupadas y hemos quemado a los que perecieron en el ataque - informó con seriedad Jon Snow.

- ¿ Cual debería ser nuestro siguiente movimiento ? - preguntó ella mirándolo directo a los ojos.

- Acabar con su rey. O jamás los venceremos. Hay que ir a buscarlo y luchar. Bran, mi hermano, me ha contado que él sabe donde se esconden los Otros. Lo ha visto en sus visiones de verdevidente.

La reina ya se había enterado de que el niño Stark era un tipo de vidente. No le costó trabajo creerlo puesto que ella misma había sufrido a manos de brujas, eternos, y quien sabe que más cosas. Sus dragones eran la prueba viviente de que la magia existía. Y ella tampoco podía arder. Por sus venas corria sangre mágica y poderosa.

Simplemente asintió y tocó la mejilla de Jon, acarició con su pulgar esa herida nueva que había sufrido en la última batalla. Lo miró fijo a los ojos y le dijo:

- Iremos juntos. Mis dragones y yo te acompañaremos. Prepara caballos y lo necesario para que los mejores guerreros y espadachines del reino vayan con espadas de vidriagon y acero valyrio. Deja un contingente aquí y manda cuervos a todo Poniente y que recen a sus dioses por nosotros.

Jon la miró con dulzura. Habia incado su rodilla y su corazón ante ella. Tomó la mano que estaba posada en su mejilla y la besó con ternura. Era su reina y era su amor. Era un secreto a voces. Todos sabían cuantas noches habían pasado juntos desde que se conocieron, pero hacían como si no pasara nada.

- No Daenerys, tu no irás. Eres la Reina de Poniente y no puedes arriesgarte así. Acepto un dragón que Bran pueda controlar, pero tú no...

- Jon - interrumpió ella - debo luchar contigo. Acaso crees que te dejaré ir solo a luchar contra esa cosa? No te dejaré. No ahora que por fin te encontré. Estamos juntos en esto.

Jon solamente negó con la cabeza y le dio un casto beso en los labios. Entonces tomó ambas manos de la mujer y las maniató. Ser Jorah Mormont apareció por detrás y Jon se la entregó.

- Cuídala - le dijo al hombre, dio media vuelta y se fue.

- No puedes hacerme esto - se quejó ella sacudiendo sus brazos, intentando soltarse - Te juro que si no vuelves vivo, te voy a resucitar solo para quemarte vivo Jon Snow. ¿ Me haz escuchado? - sus gritos se fueron apagando, giró la cabeza y le dijo al oso - Ya perdí la cuenta de las veces que me traicionaste. Y las veces que juraste ya no volver a hacerlo.

- Perdone. Pero el joven Rey tiene razón. Usted es la esperanza del reino. No puede morir- dijo y la condujo a su cuarto. Cerró la puerta tras ella y la aseguro.

Todo estaba listo para la gran batalla que se avecinaba. La última probablemente.

continuará...