Capítulo 1: La chica de la enfermería.
Quedaban exactamente 4 minutos en el reloj y ambas preparatorias estaban igualadas en el marcador.
Se había pedido el último tiempo muerto. La entrenadora no iba a desperdiciar estos 60 segundos. Tenía que animar a su equipo para que dieran lo mejor de sí en lo que quedaba de juego. Ella sabía que las chicas podían salir vencedoras, solo necesitaban un último apoyo.
- ¡Hay que salir por esos puntos! – Luna alzó la voz y el equipo la escuchó detenidamente. – ¡Todos los ataques dirigidos a la derecha! – La mujer se había percatado a lo largo del juego que la defensa por esa parte de la cancha era más débil. Así que deseaba que todas las maniobras del equipo fueran por ese sector. - ¡Yaten, usa toda tu velocidad y rebasa a esas chicas! ¡Necesito que entregues los balones a Haruka y Makoto! –
- ¡Está bien! – Entendía a la perfección el rol que ella cumplía en el grupo. Era la más ágil y quien podía escabullirse entre las otras jugadoras.
- ¡Unazuki y Akane, contengan a Fujiwara y Murakami! – Con el número 17 y 23 respectivamente, ambas jóvenes seguramente estarían preparadas para gestar contraataques letales. Deseaba prevenir esos contraataques, ya que el retroceso era un punto débil que aún tenían que repasar. - ¡Combinen con Yaten tanto a la hora de atacar como para defender! -
- ¡Por supuesto, entrenadora! – Ambas chicas acataban las órdenes.
- Haruka y Makoto, ustedes conocen muy bien su misión. – La mujer tenía a las dos jugadoras frente a ella. Estaban agotadas, había sido un encuentro duro hasta el final, pero sus miradas mantenían la misma fuerza del inicio. Sonrió a las dos jóvenes. – Hagan lo que saben hacer. –
- ¡Claro! – Haruka estaba ansiosa por salir a la cancha. – ¡Vamos a ganar este juego! –
- Cuente conmigo, entrenadora. - Fue la apagada respuesta de Makoto.
Luna quedó observando a la castaña. Le causó admiración el hecho de que no haya reaccionado explosivamente al mismo tiempo que lo hizo su compañera de ataque.
Entonces notó que la chica sostenía su tobillo con una de sus manos.
- ¿Aún te duele, Makoto? –
- ¿Ah? – Se había dado cuenta. - ¡Me siento de maravilla! – Sabía bien que estaba mal mentirle a su entrenadora, pero ella más que nadie deseaba continuar jugando. Si le revelaba a la mujer que su tobillo aún dolía, seguramente iba a ser reemplazada. – Estoy a mi cien por ciento. –
Luna tenía el presentimiento de que Makoto no estaba diciendo la verdad. Pese a eso, decidió dejarla jugar.
- ¡Nuestro pase a los cuartos se decide ahora! – Se levantó del suelo y apuntó al grupo. - ¡Confío en que podrán inclinar la balanza a nuestro favor! –
Las jugadoras dejaron sus puestos en la banquilla. Las toallas fueron tiradas al suelo y las botellas de agua volvieron a la hielera. Las cinco guerreras estaban preparadas para el enfrentamiento que iba a desatarse en estos últimos minutos de juego.
Sonó el silbato del árbitro y el tiempo muerto se daba por acabado.
- ¡A ganar! – Gritó Haruka.
- ¡Vamos! – Contestó con la misma energía el resto del equipo.
Ambas preparatorias volvieron a la cancha. En un extremo estaban las cinco jugadoras del equipo de Odaiba. Eran todas veteranas de tercer año y tenían gran experiencia en competencias, por tal razón resultaron ser fuertes contrincantes. Al otro lado estaban las representantes de Azabu. Al frente iba Haruka, quien portaba la responsabilidad de ser capitana. Atrás seguían Makoto como su escolta y Yaten en la posición de alero. Unazuki ocupaba el puesto de ala-pívot, dejando a Akane como la pívot del equipo.
- Dejaron finalmente entrar a la grandota. – Haruka se percató al instante del cambio que se había realizado en el equipo contrario. La única chica que no había jugado en todo el encuentro estaba ahora en la cancha. - ¿Qué estarán tramando? –
- Seguramente desean resguardar la defensa. – Fue el comentario que hizo Yaten mientras revisaba sus medias. – Deben estar asustadas. –
- No lo sé. - Unazuki observaba preocupada a la singular jugadora del equipo contrario. – He escuchado muy malos comentarios de esa chica. – Si eran realidad, quizás corrían peligro. – Dicen que cada vez que entra la 8 de Odaiba, una contrincante sale del campo con una lesión. –
Makoto prestó especial atención a las palabras de su compañera.
- Debe ser mentira. – Yaten reía y no podía creer lo crédula que era Unazuki.
- Debemos tener precaución con todas las de Odaiba. – Comentó Akane mientras caminaba hacia la línea de fondo. – No queremos que una de nosotras termine lesionada a estas alturas del campeonato. –
- ¡Claro que no! – Respondió de forma extraña Makoto. - ¡Nadie se va a lesionar! –
Akane se posicionó al final de la cancha para realizar el saque de fondo.
- ¡Siempre al ataque, chicas! – Ordenó Luna desde su lugar al lado del banco.
El árbitro concedió el balón a Akane y el saque se realizó pulcramente. Fue recibido por las seguras manos de Yaten. La joven avanzó con la pelota a través de la pista mientras observaba la disposición que tomaban sus compañeras. Vio pasar rápidamente a Akane, quien rebasó la línea del centro y se posicionó en territorio rival con el resto del equipo.
Yaten sonrió al ver que todas habían sido inmediatamente cubiertas por sus respectivas marcas.
- Esto no va a ser sencillo. – Más siempre que las cosas eran fáciles, todo se volvía algo aburrido. – Así que la 8 de Odaiba entró para contener a Makoto. –
La castaña estaba desplazada hacia la banda derecha y trataba de quitarse de encima a la otra jugadora. Pero le era imposible, no importaba cuántas veces lo intentara. Esa chica era literalmente una muralla.
- Espero que las palabras de Unazuki no se hagan realidad. – La de cabellera platinada pasó la media línea y se topó de frente con su primer obstáculo: La capitana de Odaiba. – ¡Lo siento! Pero no tengo intenciones de luchar directamente ahora. -
Cuando Unazuki pasó por su espalda, Yaten entregó el balón y decidió moverse en dirección contraria.
La pelirroja se plantó en la línea de tres puntos y visualizó la situación actual de sus compañeras. Notó que Makoto seguía teniendo complicaciones con la 8 de Odaiba, mientras que Yaten no se quedaba quieta, siendo perseguida a todas partes por la capitana del otro equipo. Akane se encontraba paralela a ella al otro extremo de la línea de tres, pero tampoco podía lanzarle un buen pase. La situación de Haruka no era mejor: Estaba siendo cubierta por dos jugadoras al mismo tiempo.
- Solo me queda intentar un tiro de tres puntos. – La especialidad de Unazuki. - ¡Debo darle la victoria a mi equipo! –
Levantó los brazos y flexionó ligeramente las rodillas. Sus ojos clavados en el aro, su brazo alineado perfectamente para realizar el tiro. Era ahora o nunca, el tiempo corría en contra.
- ¡Ni lo pienses! –
La alta figura de la 8 de Odaiba apareció frente a Unazuki justo cuando el balón abandonó su mano. La jugadora interceptó el lanzamiento, y todo hacía parecer que la jugada del equipo de Azabu terminaba allí, pero Yaten aceleró lo más que pudo y recuperó el balón.
- ¿En qué momento llegó frente a mí?- Unazuki no pudo moverse de su posición debido a la impresión.
- ¡Esta tipa es muy rápida! – Pero Yaten inmediatamente notó el error del equipo rival: Makoto estaba sola. - ¡Ahora es nuestra oportunidad! –
Haruka entendió la jugada al instante y se desmarcó en cosa de segundos, lista para recibir el balón. Sus contrincantes desearon adelantarse, pero la rubia resultó ser más veloz. Además, no era ella quien terminaría esta jugada. Apenas tomó el pase, giró el torso y liberó el balón. Las dos jugadoras se sorprendieron de ver que fue Makoto la que obtuvo el esférico.
- ¡Cuidado! – Fue el grito de Akane.
Lo único que pudo ver la castaña fue la sombra enorme de alguien que terminó embistiendo su robusta complexión contra ella justo cuando había saltado para encestar. El golpe la dejó sin aire y la hizo perder el equilibrio. En un afán por caer de pie, Makoto terminó aterrizando con su tobillo adolorido.
Fue allí que sintió su mundo derrumbarse.
- ¡Falta! -
La escolta del equipo de Azabu cayó sentada y dejó escapar un grito desgarrador. Inmediatamente llevó ambas manos a su tobillo, pero terminó por retirarlas, ya que el contacto causaba más dolor. Sus compañeras se acercaron preocupadas por ella.
- Makoto, ya viene la ayuda. - Unazuki trataba de consolar a la otra chica. - ¡Vas a estar bien! –
- ¿Cuánto te duele? – Akane estaba arrodillada al lado de la castaña.
- No importa... - Respondió la joven tratando de disimular. - ¡Hay que continuar! –
- ¡Alto allí! – Luna entró al campo acompañando al personal de atención. Corrieron para llegar al lado de Makoto e inmediatamente comenzaron a revisar su tobillo. La entrenadora notó las muecas que iba haciendo la chica mientras era atendida. – Está dicho, tú no continuas. –
- ¡No puede hacer eso! – Gritó enojada la castaña. - ¡Quiero jugar! –
- ¡Y yo quiero que tu tobillo no termine pulverizado! – Respondió la mujer con la misma energía que utilizó su jugadora. – Por favor, escúchame... -
- ¡Esto fue tu culpa! –
La entrenadora reconoció la voz como perteneciente a Haruka. Buscó a la capitana y la encontró encarando a la 8 de Odaiba. Supo que las cosas no estaban bien, ya que Yaten estaba reteniendo a la rubia. El árbitro estaba entre cada jugadora y pedía que los ánimos se calmaran.
- La falta fue ya fue cobrada. – Informó el hombre que dirigía el juego. – No es necesaria su presencia. –
- ¡Lo que hizo fue completamente vil! – Haruka estaba furiosa. - ¡Lesionó a mi compañera! –
- Ella se lesionó sola. – Respondió tranquilamente la jugadora envuelta en la falta. – Alguien tan débil no debería estar jugando competencias tan importantes. – Dicho esto, marchó lejos del caos y se reunió con su equipo.
- ¡Maldita hija de…! –
- ¡Ya cállate! – Yaten le tapó la boca antes que comenzara a hablar estupideces. - No ganamos nada discutiendo... –
- ¡Haruka! – Llamó Luna a la capitana. – Makoto quiere decirte algo. –
La rubia se calmó y dejó atrás la pelea. Agradeció a Yaten, quien siempre la retenía cuando perdía los estribos. Si no fuera por ella, habría terminado golpeando a la jugadora rival.
Caminó hasta llegar al lado de la castaña. Frunció el ceño cuando notó que Makoto estaba llorando mientras el personal de atención conversaba con la entrenadora. Le aconsejaban reemplazar a la jugadora. Makoto había terminado con un esguince en su tobillo y no tenía fuerza para continuar.
- Koto... - Usó el apodo cariñoso que le tenía a la chica.
- Lo siento. – Intentó ocultar su rostro, pero la rubia ya había notado sus lágrimas. – Fui irresponsable y entré con el dolor en mi tobillo. –
La revelación tomó por sorpresa a la capitana.
- ¡Solo quería ser útil para el equipo! – Pero ahora había arruinado todo.
- No te disculpes. – Haruka se agachó al lado de su amiga. Makoto, quien conocía hace años, terminó convirtiéndose en una de las personas más cercanas a ella. Verla de esta manera la hacía sentir infeliz. – Eres una parte fundamental del equipo. Ahora, con esta lesión, solo quiero que descanses y te repongas. –
Makoto asintió mientras secaba las últimas lágrimas que caían de sus ojos.
- ¡Por favor, ganen! – Era la única petición que tenía la joven.
- Eso dalo por hecho. – Dijo Haruka mientras levantaba su pulgar.
El personal de atención decidió llevar a la joven lesionada hasta la enfermería de la preparatoria. Luna realizó el cambió y la suplente tendría la obligación de lanzar los tiros libres. Haruka animó al equipo y aseguró a todas que la castaña iba a estar bien.
- No es necesario que me acompañen adentro. – Aseguró la jugadora una vez que llegaron a la puerta de la enfermería. – Yo puedo entrar sola y decirle a la enfermera lo que ocurrió. –
- Está bien, Makoto. – Las dos jóvenes que la acompañaron le aconsejaron que descansara. - ¡Vendremos a verte apenas sepamos cómo terminó el juego! –
- Estaré esperando por todas. – Se despidió de las otras dos y suspiró una vez que se encontró sola. – Duele como mil demonios. –
Golpeó la puerta unas cuantas veces y esperó a que la enfermera apareciera. Pero pasó un largo minuto y nadie salió a recibirla. Entonces Makoto volvió a golpear, con más fuerza que la primera vez, pensando que antes no la habían escuchado.
- ¿Qué rayos? – Nadie se dignaba a aparecer. – Supongo que la enfermera no está. –
Decidió entrar igualmente, ya que deseaba descansar un poco. Acababa de jugar un partido completo y estaba lesionada, así que acostarse en una camilla le vendría bastante bien.
- Con permiso. – Abrió la puerta con cuidado y asomó primero la cabeza.
En el momento descubrió que la enfermería no estaba abandonada. En efecto, alguien parecía estar almorzando sentado frente al escritorio que usualmente solía utilizar la enfermera. Era una joven estudiante. Parecía ser de estatura pequeña y complexión delgada. Su cabello era azulado y su tersa piel ponía en vergüenza a las bellas muñecas de porcelana.
Y por lo que podía ver, estaba muy ocupada con un emparedado y no se había percatado de su llegada.
- Disculpa, ¿sabes dónde está la enfermera? –
Sobresaltada, aquella chica pegó un salto del asiento. Volteó lentamente y se encontró con la castaña recargada contra la puerta. En su boca quedaban migajas de su emparedado, así que utilizó un pañuelo para limpiarse. Pero después no respondió a la pregunta de Makoto, cosa que molestó a la jugadora.
- Te hice una pregunta. –
- Ella no está. – Respondió con voz temblorosa la desconocida. – Salió a una reunión con el señor director. –
- ¿Y qué se supone que haré ahora? – La pregunta había sido para ella misma, pero la chica respondió de todas maneras.
- Puedes pasar y usar la camilla. – Apuntó a un rincón de la habitación. - Se trata de tu pie, ¿verdad? – Había notado que la castaña no apoyaba uno de ellos. - ¿Eres jugadora de…? –
- Baloncesto. – Respondió anticipadamente. – Y me hice un esguince en el tobillo. –
- ¡Santo cielo! – Eso causó la inmediata reacción de la otra estudiante. – Por favor, pasa y recuéstate. –
Haciendo caso a lo dicho, Makoto entró en la habitación y caminó a paso lento hasta llegar a la camilla. La desconocida preguntó si necesitaba ayuda para subirse, pero la jugadora respondió que no era necesario.
Finalmente podía recostarse y descansar un poco.
- ¿Y cuánto tiempo se tomará la enfermera? –
- No estoy segura. – Respondió la otra estudiante. – Pero partió hace un rato atrás, así que no debe faltar mucho para que vuelva. –
Makoto simplemente asintió y cerró los ojos.
- Espera, deja que te ayude con algo. –
Volvió a abrirlos cuando sintió el helado toque de un dedo sobre su pierna. La chica desconocida tenía una almohada en sus manos, presumiblemente de la otra camilla, y parecía estar esperando algo. Además, sus mejillas estaban rojas.
- ¿Qué ocurre? –
- Bueno, comentaste que estás acá a causa de un esguince. – O algo así había escuchado ella. – Lo mejor que puedes hacer es mantener tu pie elevado. –
- ¿En serio? – Makoto no sabía eso. – Bueno, supongo que sabes de lo que hablas. -
- ¡No es eso! – Terminó ruborizándose aún más. – Setsuna siempre hace esto cuando alguien viene con un esguince. –
- Debes pasar mucho tiempo acá como para llamar a la enfermera por su nombre. –
Y la pobre chica terminó completamente roja.
- Es solo que ella es amiga de mi madre. –
- Ya veo. – Eso explicaba la confianza que tenía con la enfermera. – Supongo que algo suave ayudará a que mi tobillo no esté incómodo. – Así que con algo de esfuerzo y dolor, levantó la pierna y dejó que la otra estudiante pusiera la almohada abajo. – Muchas gracias. -
La sonrisa que floreció en los labios de la chica fue del deleite de Makoto.
- No hay problema. – Contestó tímidamente. Luego, titubeando, apuntó hacia la silla que estuvo ocupando hace no mucho. – Yo voy a estar leyendo. Si necesitas algo, solo háblame. –
Nuevamente asintió en silencio y cerró los ojos. Pero al instante sintió la necesidad de preguntar algo, así que tuvo que hablar.
- ¿Cómo te llamas? – Preguntó antes que la chica comenzara a leer.
- Ami Mizuno. –
*Los personajes utilizados en esta historia pertenecen a Naoko Takeuchi.*
Nota : Akane, compañera de equipo de Makoto, es Akane Karasuma, forma civil de Sailor Lead Crow.
Nota 2: Luna es humana en esta historia. Pero si quieren imaginarse a una gata mandando a un equipo de baloncesto, yo no soy quién para detenerlos.
¡Gracias por leer!