Título: Ojos bien abiertos
Fandom: Marvel MCU
Pareja: Tony/Peter, pero antes leve Tony/otro y Peter/otra.
Resumen: Tony cree que Peter todavía es virgen a sus 21. Como regalo de cumpleaños, quiere ayudar a que deje de serlo y se lo lleva a un bar a ligar. Pero Peter sólo está de acuerdo con la mitad de ese plan.
Advertencias: Porn. Voyeurismo (ambos se miran teniendo sexo con otras personas).
Fanfic divido en DOS partes.
1. Tus ojos hablarán con la verdad aun cuando todo lo demás sea mentira
A esas alturas del partido, no era ningún secreto que el joven estudiante de biofísica, Peter Parker, era el protegido del industrial millonario Tony Stark. Así que, para bien o para mal, el chico Parker se había ganado cierta fama entre los periodistas, los paparazzi e incluso entre la gente de alta sociedad del círculo neoyorquino en el que Tony se movía.
Esto no tenía nada que ver con que su alter ego fuera Spider-Man.
Su identidad como súper héroe continuaba siendo un secreto estupendamente guardado, hasta ese momento solamente conocida por Tony, Happy, y un par de amigos del chico. La prensa sólo sabía lo básico de su vida, encontrándola incluso aburrida a tal grado que se preguntaban qué era lo que Stark veía en él para considerarlo especial. Corrían apuestas de gente que juraba que Parker seguramente era su hijo bastardo.
Otros rumores, unos que Tony se encargaba por cualquier medio de silenciar para no hacer sentir mal a Peter o a May, juraban que era su amante y mantenido. Rumores que se asesinaban ellos mismos porque Peter solía no aceptar ni un solo centavo proveniente del bolsillo del señor Stark. Cualquiera que investigara un poco podía saberlo: Parker era sólo un joven de clase media baja que vivía con su tía en un humilde apartamento en Queens y cuyo mayor mérito era ser un estudiante sobresaliente en la Empire State University. Sí, sí, el muy terco y orgulloso había rechazado la oferta de Tony de incorporarse al MIT, y todo porque no quería alejarse de su precioso Nueva York… No que a Tony le molestara mucho tener al chico así de cerca, por lo que no se quejaba demasiado por la negativa y menos porque era como la doceava vez que el chico rechazaba un ofrecimiento de su parte. Sí, Tony los estaba contando, muchas gracias. No abundaba la gente por ahí capaz de decirle que no. Quizá solo Pepper. El Capi. Y Parker, por supuesto.
Es que, ¿qué podía saber un jovencito como Parker acerca de nada en la vida? Tony creía que era bastante inocente para su propio bien.
Tony casi podía apostar también a que era virgen.
(El pensamiento le causaba un cosquilleo en el estómago cada vez que acudía a su cerebro. Un cosquilleo que Tony prestamente ignoraba y pretendía que jamás había existido. Justo como en ese momento: pensamiento negado y enterrado en el fondo de la mente; pasemos a lo siguiente.)
La leve fama que Peter se había ganado como el protégé del multimillonario Tony Stark fastidiaba al chico a niveles inimaginables y divertía a Tony también en la misma medida. Era tanta la molestia que Peter sentía ante eso, que se había empeñado en entrar a la Universidad a estudiar su grado en biofísica utilizando solamente los recursos con los que pudo contar según sus méritos, sin aceptar ayuda alguna de parte de Tony o de su fundación para becas.
Tony nunca lo reconocería delante del chico (de hecho se mostraba bastante ofendido cuando el tema salía a relucir) pero la realidad era que se sentía muy orgulloso de él. Por lo tanto se había dedicado a ayudarle por otros medios secretos. Por ejemplo: adquiriendo a través de un "presta-nombres" el edificio de apartamentos donde vivía Peter con May para poder, sin que ellos lo sospecharan siquiera, reducirles el alquiler a un precio casi risible, a una tarifa que no sufrieran en pagar. Tampoco eran casualidades las numerosas veces que May ganaba concursos en páginas de ventas por internet o en los supermercados sin que ella recordara haberse inscrito siquiera para participar.
Si Peter sospechó alguna vez de Tony, no lo demostró. Eso sólo hacía que Tony confirmara que Peter era demasiado ingenuo para el mundo en el que vivían. ¿Cómo podía el joven siquiera sobrevivir a una sola noche en Manhattan trabajando como Spider-Man?
Eso era un misterio.
Así como la cuestión de si continuaba siendo virgen o no.
Demonios, ¿por qué Tony seguía preguntándose eso?
Estaba observando atentamente a Peter y, quizá culpa de la gran cantidad de Bloody Maries que ya se había echado al organismo, se tomó la (estúpida) libertad de marinar aquella idea en su cabeza. La pensó atentamente. La masticó al revés y al derecho. Veamos… Conocía al chico desde hacía más de cinco años. En aquel entonces, Tony estaba bastante seguro de que Peter ni siquiera había recibido su primer beso, ya ni hables de sexo. Con el pasar del tiempo, Tony le había conocido a algunas chicas con las que Peter intentó tener algo, pero con las que nunca resultó nada bien. Liz, Gwen, una tal Mary Jane… Culpa total de su doble vida como Spider-Man.
Así como con Tony y su Iron Man.
—Nada mejor para arruinarte la vida sexual que ser un súper héroe, ¿cierto, Parker?
Peter escupió su Coca-Cola.
—¿Perdón? —masculló mientras se ponía completamente rojo. Tony arqueó una ceja mientras lo miraba interrogante. Por alguna razón extraña, a Peter le cohibía mucho hablar de temas sexuales con Tony. Cualquiera hubiera creído que esa generación venía más abierta de mente.
—¿Estás seguro de que no quieres un cóctel? —le preguntó Tony, cambiando de tema—. ¿Sabías que este bar fue el primer lugar en América donde prepararon la Bloody Mary, copiándole la idea a los parisenses? ¡Carajo, chico, no reservé la famosísima mesa 55 en el Bar King Cole para que tú terminaras tomando soda!
Peter, todavía sonrojado, agachó la cabeza. Miró su elegante vaso con Coca-Cola y hielo picado mientras ponía expresión culpable y se rascaba la nuca en un gesto adorable.
Aprovechando la distracción del chico, Tony se permitió observarlo sin reparos. Peter se veía increíblemente apuesto. Vestía un traje barato con una corbata tan pasada de moda que Tony no se la pondría jamás por nada del mundo, pero… por algo que iba más allá del entendimiento del millonario, Peter, a pesar de todo, se veía muy bien.
Demasiado bien. Era de ésas personas que podían vestir costales de papas y verse exquisitos, como si la ropa permitiera, de alguna rara manera, adivinar el cuerpazo que se escondía debajo. Podía ir con los pelos alborotados como si no se hubiese peinado después de la ducha, y aun así verse como si su look fuese a propósito; o, al revés, peinarse al estilo nerd (como en ese momento) y aun así verse sensual. Quizá el chico no se daba cuenta, pero era tan tiernamente atractivo que no cejaba de recibir miradas anhelantes de parte de muchas mujeres (y hombres) a su paso. Especialmente de parte del viejo lobo Stark.
Como pensó Tony antes: demasiado ingenuo para su propio bien.
—Lo siento mucho, Tony, pero es que no me gusta el sabor del alcohol —se disculpó Peter (oh sí, finalmente le llamaba sólo "Tony". A éste le había costado años quitarle la fea costumbre de que le dijera "señor Stark")—. Además, no quisiera que gastaras tanto… Imagino que este sitio es carísimo —finalizó Peter mirando a su alrededor.
El King Cole, instalado en la planta baja del antiguo hotel St. Regis, era un bar que se caía de elegante, famoso por ser el sitio donde, sin falta, consumirías los cócteles más costosos de la ciudad. Ahí donde Peter y Tony estaban sentados era la famosa mesa 55, un pequeño y hermoso lugar para cinco personas donde el consumo mínimo debía ser de al menos 2,500 dólares la noche, incluyendo bebidas, cena y una botella de champán.
Y hablando de champán, Tony iba a conseguir que Peter bebiese al menos una copa para que la celebración valiera un poco la pena.
No que Peter supiera lo que Tony estaba gastando en su pequeña fiesta y no era como si Tony pensara decírselo. Se suponía que estaban celebrando el cumpleaños número 21 del chico (acontecido la semana anterior) y por eso justamente, se suponía que Tony lo había invitado a beber. Nunca contó con que, llegada la edad reglamentaria, Peter se declararía abstemio.
No beber alcohol es lo mejor que puede hacer, déjalo, le susurró la vocecita de su conciencia mientras Tony le daba vueltas al que, juraba, iba a ser su último cóctel. De ahí en adelante, sólo cena y… quizá un poco de champán. Le hizo un ademán al camarero, quien se acercó de inmediato. Tony le ordenó una gran variedad de platos sin permitir que Peter le echara vistazos a los precios del menú.
—Tony, espera… —iba a comenzar a decir Peter, pero Tony lo calló con un "shhh".
—Por cierto, te ves bien. Me gusta tu estilo, chico.
Peter resopló con sorna.
—Sí, claro. Tony Stark llamándole "estilo" a un traje comprado en la barata de una tienda departamental.
—Oye, Peter —dijo Tony con voz suave y sincera, y quizá algo en su tono convenció a Peter porque éste levantó la mirada desde su vaso de soda y clavó sus grandes ojos brillantes en los de él—. Si digo que algo me gusta, es porque realmente me gusta. Tú sabes que yo no miento ni exagero, ni tampoco doy falsos halagos. Conozco mejor que nadie tu situación financiera y sé que te esfuerzas, te concedo crédito por ello. Eres brillante y lo más importante en este momento es tu educación; los trajes caros de sastre llegarán después. De hecho, estoy convencido de que algún día te irá mejor que a mí, ya lo verás. Puedo visualizar un edificio en medio de Manhattan con las grandes letras P. I. brillando en rojo neón.
—¿P. I.?
—Sí, de "Parker Industries". ¿No te gusta? Ya te veo haciéndole competencia a mis Stark Phones o algo así de genial. Y más vale que me creas, no por nada me llaman "el Futurista".
Peter volvió a resoplar pero esa vez fue con alegría genuina.
—Sí, no suena mal… No suena nada mal —dijo y miró a Tony a los ojos sin agregar nada más. Su mirada estaba llena de tanto cariño y agradecimiento que Tony se sintió sobrepasado.
Sobrepasado y sucio… Porque él quería… Oh Dios, si tan sólo Peter supiera lo que Tony quería no lo miraría con esa gratitud y respeto.
Tony no lo soportó y miró hacia otro lado.
—Pero cómo demoran con la cena, para los precios que tienen en el lugar deberían…
Se silenció porque acababa de percatarse de que alguien los estaba observando desde los bancos del bar.
Tony se fijó bien mientras Peter parloteaba algo acerca de lo que había pasado en la fiesta que May le había organizado en su apartamento el fin de semana anterior. Tony fingía que escuchaba, pero en verdad estaba devolviéndoles la mirada a los que, a su vez, estaban comiéndoselos con los ojos a Peter y a él. Eran una pareja, un joven y una chica, ambos en sus treinta y tantos, completamente hermosos y bien vestidos. La chica, de piel bronceada y ojos enormes, traía un vestido de diseñador color plata con la espalda descubierta. El joven acompañante no se quedaba atrás: vestía un lindo traje oscuro a cuadros y un jersey debajo. Ambos captaron la mirada de Tony y sonrieron con complicidad. Tony les devolvió la sonrisa y los saludó con un ademán de mano, y, de ese modo, el destino de aquella velada quedó sellado.
—¿Los-los conoces? —tartamudeó Peter, desconcertado de la actitud tan amable de Tony hacia la pareja.
—En absoluto —respondió Tony poniéndose de pie—. Pero oye, ¿sabías que los bares son el mejor sitio para ligar con desconocidos? ¿Qué dices a eso? Yo escojo al varón y tú te quedas con la dama, ¿de acuerdo? No conozco mejor manera de celebrar tu mayoría de edad —finalizó y le guiñó un ojo.
Estupefacto, Peter frunció el ceño y abrió la boca para decir algo. Tony sabía que iba a decir que no, así que se apuró a invitar a la pareja a sentarse a su lado antes de que el chico pudiera hacer nada para evitarlo
El Bar King Cole era un sitio tan popular en Nueva York que, a pesar de sus altos costos, siempre estaba abarrotado y era toda una hazaña conseguir un banco, ya ni hablar de una mesa como en la que Tony y Peter estaban sentados.
Tony no daba paso en falso. Si había reservado esas sillas lo había hecho también para eso… para conseguir compañía. Había planeado que, quizá con un poco de suerte, esa noche podría darle a Peter algo más que su primer cóctel y una copa de champán.
Resultó que la chica se enamoriscó de inmediato de Peter, reconociéndolo como "la brillante promesa de las Industrias Stark" y cayendo redondita a sus pies. Peter casi se incendia en combustión espontánea cuando, en medio de la charla, se dio cuenta de que la joven no sólo era hermosa, sino que era profesora de una prestigiosa universidad de California. Tony, por otra parte, conocido ampliamente por ser bisexual, concentró su atención en el joven acompañante. La conversación fluyó por los sitios seguros que había que frecuentar cuando estás en plan de "ligue de sólo una noche", y la verdad era que a los cinco minutos ya se había olvidado de todo lo que el otro le estaba contando.
Sólo recordaría que se llamaba Charlie Lambert y que se dedicaba a trabajar en la banca.
La cena y el champán arribaron y, quizá por el nerviosismo que sentía, Peter ahora sí se puso a beber con ganas, apurando la bebida burbujeante como si fuera agua. Tony, lo más discretamente que podía para no incordiar al joven con quien hablaba, no dejaba de echarle constantes miradas a Peter. Se debatía entre la culpa, la preocupación y la curiosidad. Su lado científico estaba preguntándose si Peter acaso podía ponerse ebrio, si sus poderes de rápida sanación no quemarían el alcohol en la sangre del mismo modo como le pasaba al Capi, por ejemplo.
—¿Tú y él están juntos? —le preguntó Lambert en un momento dado cuando ya casi habían terminado de cenar.
Tony era consciente de que durante varios minutos no había hecho otra cosa más que comerse a Peter con los ojos, sintiéndose un tanto celoso de lo bien que éste estaba manejando su conversación con la chica cuando él, en cambio, estaba aburriéndose como una ostra con Lambert, el banquero de California que a veces hacía surf. Había pensado que nadie se daría cuenta que sólo tenía ojos para Peter y que prefería mil veces conversar con él pero, por lo visto, estaba equivocado.
—¿Que si estamos juntos? —preguntó, haciéndose el tonto—. Bueno, claro. Venimos juntos al bar. Estamos celebrando su cumpleaños, ya te había dicho, ¿no?
Charlie Lambert le sonrió indolentemente como diciéndole que no estaba engañándolo. El joven, con su barba de tres días y cabello rubio, realmente era atractivo aunque estaba comenzando a demostrar que también era un entrometido y engreído. Tony intentó con todas sus fuerzas mirarlo solamente a él y no a Peter quien, al otro lado de la mesa, charlaba animadamente con su acompañante, Tony no podía recordar el nombre. ¿Katherine, quizá? Era algo con K.
—Me refiero a que si son pareja —insistió Lambert.
—¿Parker y yo? —preguntó Tony y se rió falsamente—. No, en absoluto. Sólo somos… amigos. Amigos de ciencias y tecnología, si quieres entenderlo mejor. Es una relación de trabajo tipo mentor y aprendiz. Descubrí al chico y a su gran intelecto, le ofrecí un internado en mi compañía y una beca para la universidad, la cual ni aceptó, y es todo. No es más que una futura inversión para mi empresa —añadió, dándose cuenta de que estaba dando demasiadas explicaciones. Se aclaró la garganta y finalizó—: ¿Te has perdido los chismes de las revistas?
—Por eso justamente lo pregunto. Además, por la manera en que no le quitas los ojos de encima —continuó diciendo Lambert, sonriendo con burla asesina—… Es obvio que quieres con él algo más que amistad.
Tony lo miró duramente, sintiéndose un tanto protegido detrás de sus costosas gafas con tonos rojizos desde las cuales podía comunicarse de inmediato con FRIDAY y pedirle un misil que cayera directo encima de aquel imbécil llamado Lambert. Podía ser guapo, pero también era todo un idiota al fin y al cabo. ¿Era muy tarde para cambiarlo por la sexy profesora universitaria?
—Me temo que no puedo competir contra él por tu atención, Tony —continuó diciendo Lambert en voz baja, poniendo una mano encima de la pierna de Tony y deslizándola hacia arriba, casi tocándole la entrepierna. Tony pasó saliva, comenzando a excitarse por puro acto reflejo. Vaya con el atrevimiento del mequetrefe—. ¿Hay algo que podamos hacer al respecto? —susurró Lambert completamente sugestivo.
—Supongo que… Mmm. ¿Y tú qué relación sostienes con… Katherine? —le preguntó Tony, tomando la mano de Lambert por debajo de la mesa y alejándola de su pierna. Que estaban en un lugar público, por Dios. Lo que menos quería era una foto de él con la mano de aquel californiano encima de una evidente erección.
—Es Katrina. Somos esposos. Turistas en busca de aventuras… si entiendes lo que quiero decir.
—Ah. Swingers —resopló Tony e hizo una mueca. No era la primera vez que se cruzaba con una pareja de casados donde ambos querían todo con él. Solo que ahora, ella ni siquiera lo había volteado a ver porque sólo tenía ojos para Peter Parker.
Charlie Lambert asintió.
—Si lo quieres poner bajo esa etiqueta… —dijo encogiéndose de hombros. Bajó la voz y se inclinó hacia Tony, susurrándole en el oído—: Katrina y yo tenemos habitación en el hotel. ¿Por qué no nos acompañan? Deja que ella y tu chico se entretengan un rato. Que nos dejen ver. Mientras tú y yo nos divertimos también. Quizá, entonces, en medio de la pasión… —se alejó y miró a Tony a los ojos. Le brillaban con deseo—. Quizá entonces el chico Parker permita que tú y él tengan algo.
—El chico es heterosexual, hasta donde yo sé —dijo Tony simplemente, obviando la enorme lista de motivos por los que creía que Peter jamás se fijaría en un viejo como él aparte de aquel "minúsculo" detalle—. Pero, por lo demás… tu propuesta es interesante.
Charlie le sonrió y Tony le correspondió. No había nada más que agregar. Tony le echó un rápido vistazo a Peter y lo encontró mirándolos fijamente con el ceño fruncido. Al verse descubierto por Tony, Peter de inmediato apartó la mirada y se concentró en su copa de champán, la cual se empinó de un trago. El camarero estuvo enseguida a su lado llenándosela otra vez. ¿Cuántas copas llevaba ya?
Tony entrecerró los ojos. Entonces sintió la mano de Charlie otra vez, ahora encima de su rodilla. Se giró hacia él.
—¿Qué dices entonces, Stark? ¿Pagas la cena y vamos? —le preguntó el descarado.
Tony lo pensó rápidamente. Analizó pros y contras. El chico quizá era virgen, ¿era justo para él exponerlo a esa experiencia? Pero no. No podía ser. Tenía 21 años, un cuerpo de campeonato y un encanto capaz de derretir ambos Polos. No había ninguna jodida manera de que fuera virgen.
¿Verdad que no?
El pensamiento de Peter teniendo sexo con cualquiera de las novias que Tony le había conocido le aguijoneó el alma de tal modo que lo hizo decidirse a aceptar aquello que Lambert le ofrecía. No podía irse a casa así como se sentía. Así de… excitado, frustrado. Enojado. Furioso con el universo, con la puta suerte de haber nacido 30 años antes, con él mismo por permitirse haber caído así. Tenía que desahogarse de alguna manera. Y como sabía que con Peter jamás podría ser… Ni hablar, tendría que usar al señor Charlie Boca Floja ahí presente.
Después de asegurarse con una rápida mirada hacia debajo de que no quedaba rastro de la inoportuna semierección de hacía un rato, se puso de pie lenta y elegantemente.
—No necesito pagar ahora mismo, tengo cuenta abierta. Mira con quién estás tratando —le dijo a Lambert con una sonrisa engreída mientas se abotonaba el saco con manos firmes y seguras—. Peter —dijo, dirigiéndose al chico quien lo miraba con los ojos como platos de tan abiertos y asombrados—. Charlie y Katrina han tenido la absoluta delicadeza y amabilidad de invitarnos otra botella de champán en su habitación. ¿Qué dices a eso?
Peter tartamudeó algo que sonaba a negativas y excusas, pero finalmente nadie, ni Tony, ni Charlie ni Katrina le hicieron caso. El pobre chico terminó siendo arrastrado casi contra su voluntad hasta el ornamentado y viejo ascensor del hotel por aquellas dos hienas, Charlie y Katrina, y el peor chacal de todos los tiempos, Tony Stark.
En cuanto salieron del ascensor y comenzaron a caminar por un corredor cuyos muros estaban cubiertos de pinturas y adornos en color dorado, Katrina y Charlie se adelantaron para guiarlos a su cuarto. Fue entonces cuando Peter aprovechó para tomar a Tony del brazo y tratar de razonar con él.
—Tony, esto… Esto en serio no me parece una buena idea —le susurró con aprensión—. Mejor volvamos al bar.
Peter buscó los ojos de Tony con los suyos, pero éste tenía la vista fija en la mano que Peter tenía sobre la manga de su traje.
Pensó en la fuerza súper humana que el chico poseía y un escalofrío recorrió su cuerpo.
Demonios.
—Por favor, Peter —le dijo con una sonrisa fingida, liberándose del agarre del chico y pasándole un brazo por encima de los hombros: Peter ya había crecido y era más alto que él, ya no era tan sencillo alcanzarlo bien—. Esto… —dijo Tony y meneó la mano como abarcando el área y el par de personas que caminaban delante suyo—, esto es uno de los beneficios más bellos de la edad adulta. El sexo libre y sin compromiso. El sexo casual con una sexy profesora californiana que jamás volverás a ver en tu vida y a quien no le deberás nada. Sé que tienes tus reservas, pero te prometo que mañana me lo agradecerás.
—Es que no entiendes, Tony. Justamente es eso lo que no… Yo preferiría que… Que tú y yo…
Peter se interrumpió porque la pareja anfitriona se había detenido ante una puerta que Lambert ya estaba abriendo con una llave electrónica. Los invitaron a pasar y Peter titubeó. Tony juraba que el chico estaba planeando salir corriendo, así que lo apretó más en su abrazo y lo empujó hacia dentro del cuarto. Katrina entró enseguida y Tony le siguió.
Al pasar junto a Charlie, Tony se las ingenió para informarle en voz muy baja que él iba a pagar el champán y cualquier otro consumo derivado de la "cita" en su habitación. Eso bastó para que el hombre le dedicara a Tony una encantadora y bastante prometedora sonrisa. Oh sí, aquello iba a terminar con resultados favorables, Tony lo presentía. Quizá no le caía del todo bien, pero… sexo era sexo. Y Charlie era atractivo. Y se veía bastante entusiasmado con la idea de hacerlo con Tony, si es que algo se podía deducir del modo en que, en cuanto entraron al cuarto y cerraron la puerta, se le echó encima.
Charlie apretó a Tony contra una pared de la habitación y lo sostuvo ahí mientras le sonreía depredador. A unos metros de ellos, Katrina soltó una risita y Peter jadeó con algo que parecía indignación.
—¿No íbamos a ordenar más champán? —dijo Tony con los ojos muy abiertos. No estaba acostumbrado a ser la presa en el jueguito sexual del gato y el ratón. Normalmente él era el que daba semejantes pasos y además, de maneras mucho más amables y discretas.
—Al diablo con el champán —susurró Charlie—. ¿Sabes que Katrina y yo hemos venido ya cinco veces a Nueva York con la pura esperanza de cruzarnos en tu camino? Pregúntale, tú eres una de las fantasías con las cuales me masturbo casi a diario.
Tony y Peter se giraron a ver a Katrina y ésta sólo asintió con gesto resignado.
—Se compra todas las revistas donde sales y dura horas en el baño con ellas y una botella de lubricante. Así que supongo que es verdad —dijo la chica encogiéndose de hombros.
Tony regresó sus ojos a Charlie.
—Okaaaay. Eso fue como… demasiada información. Pero no negaré que me siento halagado —dijo Tony y frunció el ceño—. Supongo.
Charlie lo miró con sorna una vez más y entonces se le arrojó encima para besarlo.
—¡Ahhh, Tony! No… —exclamó Peter.
Tony, con los ojos entreabiertos y luchando por respirar en medio de aquel beso salvaje del cual era víctima, miró que Peter los estaba observando boquiabierto.
Se preguntó por qué… Quizá era simplemente la perspectiva de una aparente orgía lo que ponía nervioso al chico, Tony no tenía idea… ¿O es que acaso era homofóbico y se estaba horrorizando de ver a dos hombres besarse? Pensar en eso lo hizo enojar. Entonces algo vengativo cruzó su alma como relámpago, algo que era casi cruel pero bastante satisfactorio. Se sentía bien. Se sentía bien estar haciendo sufrir a Peter, por la razón que fuera. Que pagara un poco de lo mucho que Tony sufría a diario al saber que jamás podría tener nada con él.
Ese sentimiento revanchista lo hizo tomar a Charlie entre sus brazos y corresponder el beso con similar pasión.
No cerró los ojos porque no quería perderse la reacción de Peter. El chico miraba a Charlie devorar la boca de Tony con creciente horror. Pero eso no le duró mucho, pues a su vez se vio de pronto acorralado contra la puerta del cuarto por la linda Katrina, quien de inmediato comenzó a besarlo. No con la misma pasión y fuerza, pero sí con mucha determinación y ternura. Tony, con un golpe de celos mayúsculo, se dio cuenta de que a Katrina realmente le gustaba Peter. Y bueno, ¿a quién no? ¿Quién, con un poco de sentido común y ojos en la cara, no gustaría de alguien tan adorable como Peter Parker? Era una suerte que Katrina fuera una mujer casada y que su lugar de residencia estuviese hasta el otro lado del país porque si no… Si no, Tony no sabría cómo podría soportarlo.
Era un poco raro estar besando a alguien que evidentemente se derretía por él y mantener los ojos abiertos para no perderse detalle del modo en que Katrina y Peter estaban haciéndolo a unos pocos metros de ellos. Pero Tony no podía evitarlo.
Tendría que haber sabido que eso era una mala idea. Tendría que haberle hecho caso al chico.
—Oh, Peter, estás tan… —Tony escuchó que Katrina decía. La joven estaba pasando sus manos por encima de la camisa de Peter, acariciando sus pectorales y su bien formado estómago—. Pero, ¡por dios! ¿La universidad y el internado con Stark te dejan tiempo para el gimnasio? —exclamó ella mientras forzaba sus dedos con uñas largas en el vientre de Peter, como si quisiera aprenderse de memoria cada recoveco, cada curva de sus músculos.
—Te-te sorprenderías de lo bien que aprovecho mi tiempo —respondió Peter entre besos, abriendo los ojos.
Entonces, miró hacia Tony y lo descubrió observándolos. Tony, medio ebrio y completamente furioso, no fingió que no estaba viendo. Le sostuvo la mirada a Peter mientras continuaba besando a Charlie como si no hubiese un mañana, casi como si fuera un reto. Peter frunció el ceño con desconcierto y jadeó cuando Katrina comenzó a desabrocharle su gastado cinturón de piel y el botón del pantalón.
Ver a la chica acariciar así a Peter estaba haciendo alucinar a Tony de pura rabia pero también de deseo. Era como si esa mujer tuviera en su mente cada una de las fantasías prohibidas de Tony y estuviera llevándolas a cabo no sólo para deleite de ella, sino para el de Tony también quien gracias al descaro de aquella pareja de swingers, podía ver en vivo y en directo cómo Peter se besuqueaba con alguien. Podía ser testigo de cómo Peter estaba siendo desnudado por alguien… Tony jadeó cuando Charlie le mordió el labio inferior, cómo reclamándole por atención. Fue entonces que Tony decidió no quedarse atrás. Mientras Katrina terminaba de abrir el pantalón de Peter sin dejar de besar al chico, Tony comenzó a hacer lo mismo con su pareja.
Llevó las manos al bonito pantalón de Charlie y procedió a abrirlo. Escuchó a Charlie gemir en agradecimiento y acto seguido se empujó contra las manos de Tony, demostrándole su bastante endurecido entusiasmo. Continuaron besándose, con mucha dureza, casi como si se tuvieran odio. Y Tony… Tony simplemente no podía quitarle los ojos de encima a Peter.
Peter estaba también siendo arduamente besado por su pareja del momento pero, al igual que Tony, tenía los ojos abiertos y fijos en él. Estaba mirando la manera en que Charlie lo besaba y se restregaba contra su cuerpo, frunciendo el ceño y, por alguna razón, molestándose por ello. Katrina terminó de abrirle la ropa, dejó caer el pantalón y los calzoncillos de Peter hasta sus rodillas y Tony abrió más los ojos para no perderse detalle de la semidesnudez del chico. Vio a Katrina tomar la erección de Peter con ambas manos, todo sin dejar ni un segundo de besarlo. Peter cerró los ojos momentáneamente, pero volvió a abrirlos casi enseguida.
Y de inmediato, los clavó en Tony.
Tony sintió que su excitación subía de 0 a 100 en cuestión de milisegundos. En medio de las brumas de las sensaciones que estaba experimentando, sólo podía ser capaz de pensar que a Peter lo estaba masturbando una joven hermosísima y sin embargo el chico sólo tenía ojos para él. Tony no pudo evitarlo. Bajó de un tirón la ropa de Charlie para dejarlo en idénticas condiciones a las de Peter y también comenzó a acariciarlo.
Charlie jadeó, se retorció entre sus brazos y casi se desploma al piso. Tuvo que sostenerse de los hombros de Tony para no caer. Tony acariciaba su erección con la misma velocidad y el mismo ritmo con el que Katrina lo hacía con Peter, en un movimiento mímico no totalmente inconsciente, sin prestarle casi ninguna atención extra a su pareja porque su mirada estaba totalmente puesta en el chico Parker.
Tony, descarado y envalentonado por las circunstancias y sin pensar en las consecuencias futuras, en los problemas que eso podía acarrearle en su amistad con Peter, bajó los ojos del rostro del chico directamente hacia la erección de éste, llenándose la vista, disfrutando aquel espectáculo y queriendo grabar a fuego en su memoria lo que estaba sucediendo. Seguramente esa sería la única vez que podría ver a Peter así… Y no quería perderse ni un detalle. Gimió contra la boca de Charlie pero no por algo que éste le hubiese hecho, sino porque apenas sí podía soportar estar mirando por primera vez la desnudez de Peter Parker, el jovencito que había asolado sus sueños y fantasías durante años completos.
Era… Bueno, no podía decir que la situación era perfecta, porque claro que no lo era. Perfección hubiese sido que esas manos que acariciaban solícitas a Peter fueran las suyas y no las de alguien más, que fuera su boca la que besara a Peter en vez de la de Katrina… Pero desde hacía décadas Tony había aprendido de muy malas maneras que no se podía tener todo en la vida.
Y sin embargo… Estar ahí viendo eso, viendo los dedos delgados y largos de Katrina bombear de arriba abajo aquella erección absolutamente deliciosa y endurecida, brillante en la punta, enrojecida y oh Dios Tony casi casi eyacula sólo de estar observándolo.
Volvió a gemir y cerró los ojos, sintiéndose sobrepasado.
El pobre ingenuo de Charlie, quizá creyendo que el estado de Tony era a causa suya, gimió también de emoción y comenzó a acariciar a Tony por encima del pantalón.
—No —jadeó Tony y le quitó las manos de un golpe nada amable—. Todavía no.
Para callar las protestas de Charlie, Tony lo besó con más fiereza. Usó una mano para acariciar su miembro con energía y la otra mano la llevó hasta sus nalgas. Introdujo los dedos entre la cavidad tibia de ambas y apretó. Charlie gimió, pero entonces Tony abrió los ojos y miró de nuevo a Peter, y sólo a Peter. Esto… esto lo hago pensando que te lo hago a ti, maldito muchacho, fue lo que pensó.
Lo que le sorprendía era que Peter también lo estuviera viendo sólo a él a pesar de estar siendo besado y acariciado por una entusiasta Katrina. ¿Sería posible que…?
Entonces, sin avisar y causando igual conmoción tanto en Tony como en Peter, Katrina dejó de besarlo y se dejó caer de rodillas delante del chico. Era una visión grandiosa: aquella hermosa y elegante mujer enfundada en un costoso vestido de diseñador hincada ante un jovenzuelo humildemente vestido con un traje de tienda departamental, con los pantalones hasta las rodillas y una ostentosa y bonita erección entre sus piernas semidesnudas y perfectas. Ante el asombro mayúsculo de Peter, Katrina se devoró su erección de un solo bocado y comenzó a chuparlo con frenesí.
Tony gimió largamente ante el espectáculo. Vio a Peter cerrar los ojos, apretar las manos en puños y golpearse la cabeza contra la madera de la puerta. Tony, sin quitar los ojos de ese punto donde podía ver la boca de aquella maldita suertuda comiéndose el miembro más bonito del universo, del chico más encantadoramente adorable, genial y perfecto; y Tony estaba muriéndose, muriéndose de lujuria y de deseo contenido, pero sobre todo muriéndose de envidia y celos y rabia porque él quería con todas sus fuerzas ser esa boca, él… Y entonces Tony, deseando tanto eso que no podía tener, agarró una de las manos de Charlie y la llevó hasta su cara y comenzó a chuparle tres dedos en un movimiento y ritmo idénticos a los que Katrina sometía a Peter en aquella mamada de locura infernal que estaban viviendo.
Peter abrió los ojos de repente, miró a Tony y no se perdió eso. No se perdió el hecho de que Tony estaba chupándole los dedos a Charlie pero mirándolo a él, y aparentemente Peter supo, aparentemente Peter se dio cuenta de cuál era la intención de Tony porque gimió, entrecerró los ojos, se retorció y enterró los dedos en la madera de la puerta como buscando un punto de apoyo sin tener que tocar a Katrina más de lo estrictamente necesario.
Tony y Peter se miraron a los ojos. No podían dejar de hacerlo. En ambos ardía un infierno que no podía describirse con palabras, un incendio que arrasaba todo a su paso y los dejaba convertidos a ellos dos y a sus infortunadas parejas en nada más que cenizas irreconocibles, en cuerpos calcinados. Tony intentó con todas sus fuerzas decirle tanto con la mirada. No sabía si resultaría, si Peter lo entendería, si el chico después de eso jamás querría volver a saber nada de él. Pero Tony estaba harto de callar.
Necesitaba confesarse.
Necesitaba sacárselo del alma. Necesitaba…
Peter se arqueó contra la boca de Katrina, se puso rígido, gimoteó larga y roncamente y se corrió dentro de la boca de la chica. Sin cerrar los ojos. Sin dejar de ver hacia Tony ni un maldito segundo.
Tony no podía dar crédito a lo que sus ojos veían. Aquello era… sencillamente hermoso y perfecto. Peter, con la camisa arrugada por encima de su cintura, Katrina acariciando ansiosa cada músculo definido de su abdomen y torso, chupando fuerte y duro, bebiéndose hasta la última gota de semen mientras Peter se desmoronaba entre ella y la puerta, empapado de sudor, su cabello castaño y hermoso pegándosele en mechones contra la frente y sienes, su boca torcida en un rictus de placer, cerrando sus ojos finalmente, sus manos aferrando la puerta… Tony escuchó sendos cracks, como madera quebrándose, joder, el chico está rompiendo la puerta, pero ya no pudo pensar en nada más.
La mano de Tony se cerró bien duro alrededor del miembro de Charlie y lo hizo eyacular. Aliviado de que el otro finalmente hubiese terminado, Tony se dejó perder apenas con algunos segundos de diferencia de Peter, se sintió al borde, sabía que iba a correrse sin tocarse, con la simple visión que tenía enfrente, con Peter desfalleciente contra la puerta y Katrina liberando finalmente su miembro agotado, dejando un rastro de saliva y semen entre el chico y sus labios…
Era el mejor porno que Tony hubiese visto jamás. Lo último que vio antes de cerrar los ojos fue que justamente Peter estaba abriendo los suyos y, de nuevo y como durante todo ese tiempo, miraba directamente hacia Tony y no a la chica que acababa de darle placer.
Se miraron durante una décima de segundo antes de que Tony jadeara, gimiera y se corriera directamente dentro de sus pantalones y sin haberse tocado siquiera, imaginando tan fuertemente que podía sentir, como un miembro faltante, como un dolor fantasma, la erección de Peter entre sus labios, los músculos de su abdomen bajo sus dedos, el toque de sus manos no en la puerta, sino en su cabello.
Tony apretó los dientes y ahogó un gruñido, placer y amargura a partes iguales invadiéndolo, dejándolo, al terminar, más vacío e infame de lo que se había sentido jamás.
Cuando todo terminó, Tony se quedó muy quieto y callado, negándose a abrir los ojos. No quería hacerlo. Presentía que algo (todo) había cambiado entre Peter y él, que algo se había roto y perdido para siempre…
Pero sabía que no podía posponerlo más.
Los abrió justo a tiempo para mirar a Charlie frente a él riéndose y quejándose del desastre en el que había quedado la ropa de ambos, pero a Tony no podía importarle menos eso. Inmediatamente, sin escuchar siquiera las palabras de Charlie, sus ojos buscaron a Peter. Para su decepción, el chico ya no estaba mirándolo.
Síp, tal como lo pensé, pensó Tony con el corazón hecho pedazos. Bien merecido te lo tienes, grandísimo estúpido.
Peter estaba rojo como tomate y era evidente que hacía un esfuerzo muy grande para no ver a la cara a nadie en la habitación. Ante la mirada atónita de Katrina, quien obviamente esperaba una retribución después de lo que ella acababa de hacerle a él, Peter se subió sus calzoncillos y pantalones a toda prisa, se acomodó la ropa lo mejor que pudo y empujó levemente a la mujer para quitársela de encima.
—Peter, ¿pero…? —comenzó a preguntar ella pero Peter no se quedó a escucharla. Abrió la puerta y salió corriendo de ahí.
Tony, a su vez, empujó a Charlie para salir detrás del chico.
—¡Peter! —lo llamó aun a sabiendas de que Peter ya iba muy lejos como para escucharlo. Tony traspasó el umbral a otra prisa y miró a ambos lados del pasillo: por supuesto, no había rastros de él. Ni idea de si había ido hacia arriba o hacia abajo. Con Peter y sus poderes arácnidos, cualquier dirección era buena para huir.
Y vaya que huía rápido. Tony no pensaría en alcanzarlo sin su armadura puesta, ni en sus más locos sueños. Frustrado, golpeó con el puño el marco de la puerta del cuarto.
—Mierda, mierda, ¡mierda! ¿Qué he hecho? —masculló entre dientes, odiándose más que nunca, odiando la sensación húmeda de sus calzoncillos, de su pantalón hecho un desastre por culpa de su maldito degenere, odiando haber arrastrado a Peter ahí.
—¡Stark! —escuchó que Lambert le llamaba desde el interior de la habitación—. Deja que el chico se vaya si quiere. Nosotros podemos continuar la fiesta acá. —Se calló y esperó por unos segundos, pero Tony no le respondió nada—. ¿Stark? ¿Qué mierda estás haciendo?
—Magnífica pregunta —respondió Tony para él mismo y caminó directo al ascensor sin ni siquiera molestarse en cerrar la puerta del cuarto, la cual tenía las marcas de los dedos de Peter perfectamente grabadas en ella (verlas le producía un extraño dolor en la boca del estómago). Que les costara a ese par de imbéciles pagar por los daños.
En su camino por el corredor, miró de reojo hacia una ventana muy alta y estuvo seguro de que vio pasar algo rojo y azul a toda velocidad volando por el exterior.
Volando no. Colgado de una telaraña.
Peter.
El corazón le dio un vuelco. Cerró los ojos y suspiró profundamente mientras esperaba por el ascensor. Tenía el corazón desbocado y le costaba tranquilizarse: tuvo que recurrir a los ejercicios de respiración aprendidos hacía años para evitar ataques de ansiedad. Se quitó el saco para usarlo, doblado por encima de un brazo, como escudo protector de la mancha que traía en los pantalones. Cada paso que daba era una tortura, una incomodidad y un recordatorio de la tontería que acababa de hacer, pero al mismo tiempo lo aceptaba gustoso como parte de su expiación. Quería matarse ahí mismo. Pocas veces se había odiado tanto y, mira, en serio eso ya era decir.
Soy el imbécil más grande del mundo… Lo sé yo, lo saben todos. Todos menos Peter. Pero definitivamente ya se ha dado cuenta.
Tal vez ya era hora.
Salió del ascensor y evitó la mirada de la gente en el lobby del hotel mientras se dirigía presto a la calle a buscar su auto con el acomodador. Se sentía como la Cenicienta que regresa a casa vestida con andrajos a continuar con su miserable existencia después de haber conocido al amor de su vida; el sueño de tener un joven amigo que lo idolatraba terminando por fin al marcar el reloj la implacable media noche donde se rompía el encanto, donde finalizaba toda fiesta, donde se resquebrajaban todas las esperanzas. Donde te dabas cuenta de que la vida en realidad siempre había sido y continuaba siendo una reverenda mierda.
Como siempre, como le pasaba constantemente, lo bueno no le duraba. Las personas tarde o temprano descubrían que Tony Stark era un ser humano egoísta y despreciable y se iban. ¿Quién podría culparlos?
Nadie. Absolutamente nadie. Instinto de supervivencia, le llamaban.
nota: gracias por leer! Próximamente, la segunda y última parte.