SIENTO LA TARDANZA. Tengo razones válidas por las que he tardado tanto, lo prometo.

Agradezco la paciencia que me habéis tenido!

Bueno, os dejo el nuevo cap. A lo mejor pensáis que se me ha ido la olla, pero no desesperéis! Todo tiene sentido, ya lo veréis.

Sin más dilación, disfrutad del cap!

Fuego

Ya habían pasado varias semanas desde ese incidente, y ya apenas sabían el tiempo que llevaban en el barco. Como rutina, Lucy se sentaba en la mesa que había en cubierta, disfrutando de la compañía de los demás.

A veces los más peleones entrenaban. Lucy no se metía, porque sabía que siempre iban a más, por lo que se quedaba aparte, viendo como Natsu y Gray se mataban.

Erza seguía navegando. A veces salía de la sala del timón para respirar aire fresco, y Lucy la observaba con admiración. Su pelirroja melena ondeaba al viento y la veía madura, y valiente. Desde luego, ella era la jefa del grupo, la que más se lo merecía.

Wendy, por su parte, junto con Charle, se dedicaba a sentarse con Lucy, hablaban de cosas en general, y de lo mucho que echan de menos al gremio.

—Yo… La verdad es que echo mucho de menos a Romeo— dijo Wendy con un pequeño sonrojo. Lucy no pudo hacer otra cosa más que sonreír. Son muy buenos amigos, y aparte se les ve algo más. En el gremio se fijó en como ella miraba a Romeo, y viceversa, en cómo se sonrojaban los dos cuando hablaban, con sonrisas tímidas.

Qué bonito era amar y ser amado.

Lucy pensó en su propia situación. No había ninguna novedad con respecto a Natsu, y este no había dado a ver cualquier otra señal. No sabía muy bien qué pensar.

— ¡Lucy! ¡Ven y pelea conmigo! — dijo Natsu de repente.

— ¡Ni en broma! — contestó esta. Natsu la iba a tirar por la borda, ella lo sabía. Natsu se quejó un poco y volvió a pelear con Gray.

En lo que respecta a la señal que apareció en su muslo, no está segura de lo que es. Sin embargo, tiene sus propias sospechas.

Lucy recordó entonces una cena hace unos días.

—Lucy, la marca, ¿sabes algo? — preguntó Erza.

—No realmente. Tengo la teoría de que al modificar el libro de Natsu algo de E.N.D. se metió en mí, de alguna manera. Es posible que algo de E.N.D. resida en mí, y por eso la marca, para explicarlo de forma más fácil. Mis enfrentamientos dentro de la cúpula a lo mejor eran una prueba, para ver si era apta, o algo así— contestó. Es lo único que podía dar casi por hecho. Sin embargo, no sabía si le había proporcionado más poder, no lo había probado. Tampoco sabía las consecuencias de la marca.

Erza la miró, pensativa y visiblemente preocupada. Los demás la miraron igual. No sabían nada de lo que podía pasar, y había que estar preparados por si tenía algún tipo de efecto inesperado.

Lucy captó las miradas.

—No pasa nada, chicos. Yo me encuentro bien, y no parece que por ahora corra ningún peligro— dijo con una sonrisa. Los demás se la devolvieron, y siguieron cenando, y charlando de cosas más triviales.

Volviendo al presente, era un día soleado, en el que no hacía demasiado calor como para derretirse.

— ¡Chicos, tierra a la vista!— gritó Erza. Gray subió inmediatamente a la cola, para ver mejor.

A Lucy no le hizo falta subir tan alto. Comprobó que, efectivamente, una elevación se alzaba encima del agua. Sin embargo, lo único que se veía encima del suelo era una colina. No había árboles, ni plantas, parecía.

—Vamos a desembarcar para explorar, chicos. Además, ¿no tenéis ganas de pisar tierra firme?— dijo Gray con ansia, habiendo bajado en seguida. Todos asentimos con ganas.

Anclaron el barco, se subieron al bote, y se dirigieron a la isla.

— ¡No se mueve! — gritó Natsu nada más pisarla. Happy se tiró al suelo, que era más blandito que el del barco, siendo tierra.

—Pero es extraño… No hay árboles, no hay ningún rastro de vida. Solo esa gran montaña ahí en medio— dijo Wendy. No estaba muy lejos, estaba, literalmente, a la mitad de la isla.

—Es verdad. Podemos explorarla, a ver si descubrimos algo— contestó Erza. Todos estuvieron de acuerdo.

Gray fue el primero en empezar a subir. Con su magia creó un puente de hielo que conectaba la tierra con la cima de la montaña.

—Muy útil, Gray— comentó Erza. Gray puso cara de interesante.

—No hay nada que no pueda hacer— dijo él.

— ¿Que no? ¡Ya veremos! ¿Puedes hacer esto? — preguntó Natsu, a la vez que creaba una palabra entre las llamas que salían de los dedos de sus manos: "Fairy Tail"

— ¡Mira y aprende, cerilla! — exclamó Gray, y creó un bloque de hielo, que a base de un par de palabras, se moldeó dejando ver imágenes exactas de los allí presentes.

—Eso no es nada, cubito de hielo— dijo Natsu. Creó unos fuegos artificiales.

—¡Chicos! Reconozco que por una vez estáis haciendo cosas bonitas, pero estamos en otra cosa— llamó la atención Erza.

— ¡Aye, sir! — dijeron ellos, parando en seguida.

Como el puente era bastante inclinado, al ser la montaña alta, Gray tuvo que ayudar a Lucy, ya que Erza de un salto estaba allí, y Natsu y Wendy subieron con sus exceeds.

A Lucy le costó un poco no resbalarse en el puente de hielo, ya que ERA HIELO. No estaba preparada para ello. Menos mal que las alturas no le asustaban. Además, no quería invocar a ninguno de sus espíritus, porque esta era una nimiedad y había aprendido a guardar su poder mágico.

Natsu, Wendy, los exceed y Erza ya estaban arriba.

—Venga Lucy, agarra mi mano— dijo Gray, con intenciones de ayudarla. Ya estaban casi en la cima, a un paso.

—Gracias, Gray— le contestó con una sonrisa.

De repente, una pequeña bola de fuego los obligó a soltarse. Miraron al único que podía hacer eso, entre sorprendidos y enfadados. Menos mal que justo había llegado y terminado de andar por el puente.

— ¡¿Pero qué diablos haces, pedazo de cerebro frito?! — preguntó Gray enfadado. Natsu se encontraba mirando hacia otro lado, como quien no quiere la cosa.

— ¡Se me escapó! — dijo él poniéndose la mano en el cuello y con cara de inocente.

— ¡De eso nada! ¡¿Qué pretendías?! — preguntó Lucy también enfadada. Se estaban acercando a Natsu, con ganas de pegarle por la imprudencia. Por detrás, Erza se estaba empezando a enfadar en serio.

— ¡Ya basta! — gritó Erza, sacando su espada— Estamos aquí de exploración ¡olvidad vuestras peleas de una vez y poneos serios! — terminó, clavando la espalda en el suelo.

Al hacer esto Erza, una grieta se abrió y atravesó toda la isla por la mitad. Empezó a temblar entera, y tuvieron que agacharse para no caerse.

—Erza, ¡mira lo que has hecho! — gritó Gray.

— ¡Mirad! — gritó Happy, señalando al centro de la montaña. Se estaba abriendo por donde estaba la grieta.

-Esta… ¿saliendo algo? — preguntó Wendy con cierto temor. Todos esperaron, a ver qué era lo que pasaba a continuación, mientras seguía moviéndose la tierra.

De repente, la montaña se partió en dos, lo que provocó que el equipo cayera entre rocas a la superficie de la isla. Lucy decidió invocar a Leo.

— ¡Ábrete, Puerta del León, Loke! — gritó la maga en medio de la caída. Éste apareció y la cogió en brazos a tiempo.

—Aquí para servirte, Lucy, querida— dijo Loke con su típico tono seductor.

—Una alegría verte, Loke— dijo ella con tono de alivio. Por poco y no lo cuenta.

Miró a su alrededor. Parecía que todos estaban a salvo. Natsu y Wendy en el aire, Erza y Gray cerca suya esquivando rocas que caían. La isla dejó de temblar.

Del montón de piedras y restos que había dejado la montaña, salió un monstruo alargado, de color rojo. No tenía pelo, tenía escamas. Era un lagarto enorme, a dos patas, que tenía pinta de peligroso.

— ¡Mierda! — exclamó Gray al verlo. Todos pensamos igual. La próxima vez nos ahorramos la exploración a islas pequeñas sin árboles.

Todos se quedaron muy quietos, esperando a que el lagarto hiciera algún movimiento. Todos, menos un mago de fuego temerario que le pegó un puñetazo en toda la cabeza.

La bestia emitió un gruñido y movió una de sus gigantescas manos para atacar a Natsu.

— ¡Natsu, cuidado! — gritó Lucy. Por poco, Happy lo esquivó.

Erza fue la segunda en saltar, cambiando a su armadura de velocidad. Llegó rápida como nadie para golpear en el torso al monstruo, que por el impacto se tambaleó, a la vez que Wendy, Gray y Lucy los atacaban con sus respectivos poderes, cada uno en puntos diferentes: Wendy desde el cielo, Gray desde la tierra en el costado, y Lucy, fusionándose con Loke, desde tierra también, atacando a las piernas. Era resistente.

El lagarto dio un paso en falso, y por poco no aplasta a Lucy. Loke tuvo que empujarla, siendo él pisado y mandado al Mundo de los Espíritus Celestiales por el impacto. Lucy decidió que así fuera.

Tenía que darse prisa, e invocó a Sagitario. El lagarto estaba empezando a caer, cuando le surgió otra cabeza en la espalda. Y, para sorpresa de todos, empezó a echar fuego, dirigido a Lucy, Erza y Gray.

Gray fue el primero en reaccionar esta vez, protegiendose con una barrera de hielo. Sagitario se puso delante de Lucy con la misma intención, mientras que Erza se protegía también invocando un escudo. Natsu bajó a tierra con Happy para ver cómo estaban.

— ¡¿Estáis bien?! — preguntó con alarma Natsu, corriendo hacia ellos y yendo junto a Lucy. Todos contestaron afirmativamente.

— ¡Sagitario! — gritó Lucy, viendo su estado chamuscado.

—Estoy bien, Lucy-sama… Debo descansar— dijo el espíritu.

—Te lo has merecido. Vuelve— contestó ella, cerrando la puerta. Natsu la cogió del brazo.

—No te separes de mí— le dijo él con cara seria. Ella asintió, pero no quería quedarse con los brazos cruzados.

— ¡Cuidado! — exclamó Wendy desde arriba. Otra llamarada iba a por ellos, y Natsu esta vez se la comió.

— ¡Gracias por la comida! — dijo Natsu, más contento.

— ¡Hay que cortar ambas cabezas! — dijo Erza, justo antes de saltar con esa intención. Un brazo se puso en su camino, que la lanzó de nuevo a tierra.

— ¡Happy! — Llamó Natsu— ¡Llévame arriba! —

— ¡Aye, sir!— Lo cogió de la espalda y subieron, quedándose Lucy sola en tierra. Gray había decidido ir por la espalda, para que no se diera cuenta de su presencia.

Natsu decidió atacar directamente a la cabeza que lanzaba el fuego, sujetado por el exceed, pero era una cabeza muy resistente, a la que no le afectaban sus golpes. Un brazo gigantesco del lagarto iba a alcanzarlos, persiguiéndolos, y Happy intentaba esquivarlo como podía.

Por su parte, la maga celestial se sentía inútil, una vez más. Veía a todos atacando, dando lo mejor de sí mismos, y a Natsu en peligro. Tenía que pensar en algo. Entonces, se fijó en un detalle: "¿por qué la segunda cabeza no lanza fuego ahora?".

Miró hacia la segunda cabeza, lo peligrosamente cerca que estaba Natsu defendiéndose, y se dio cuenta de que la bestia estaba cargando su siguiente ataque. A medida que iba abriendo la boca, la luz de la llama se iba haciendo más fuerte, y se iba hinchando su estómago. Los ataques venían del estómago.

— ¡Vienen del estómago! — Exclamó ella, entendiendo. Un golpe en el estómago certero, y el ataque no se produciría, ni ese ni ningún otro. Tenía que ser especialmente fuerte. Miró a su alrededor. Todos estaban ocupados con una parte del cuerpo del lagarto. Solo podía dárselo ella, y tenía que estar segura de que se lo daba bien. Estaba decidida, emocionada, estaba… ¿estaba encendida?

— ¡ESTOY ENCENDIDA! — gritó ella.

Y sus puños se prendieron.

Natsu sintió una fuerza interna que crecía, que sus ataques contra la cabeza se volvían más certeros y fuertes, se sintió más animado y decidido que nunca. ¿Había activado su reserva de poder mágico, tan pronto? No tenía sentido. La criatura se convulsionó, de repente, desapareció la luz que salía de la boca de la segunda cabeza, y cayó al suelo en redondo.

— ¿Qué ha pasado? — preguntó Happy al mago de fuego.

—No lo sé—

Los dos bajaron rápidamente a tierra. Natsu sentía un poder mágico muy fuerte. No podía imaginarse qué estaba pasando. Vio a los miembros de su equipo, mirando todos a un punto.

— ¡Chicos! ¿Qué ha sido eso? — preguntó, siguiendo la dirección de sus ojos. No pudo más que callarse. No le salía palabra.

Delante del cuerpo del lagarto, delante de su primera cabeza, estaba Lucy. De pie, mirando hacia ellos, con mirada seria y preocupada.

De sus puños salían llamas rojas, tan rojas como las del lagarto, tan rojas como las del propio Natsu.

—Chicos… Ya sé qué significa la marca— dijo ella. Los demás asintieron, y Natsu comprendió.