Díez años después.

-La última vez que las Lamias fueron avistadas, fue en la cercanía del lago Kikuri, justo al oeste del puente. Se sabe que una de ellas ha estado secuestrando a los jóvenes pescadores, y que la otra al parecer ha estado acechando a la ya mencionada. Hay rumores que la Lamia que secuestra a los jóvenes está involucrada a una secta que planea abrir una puerta a Gehenna. ¿Cuál es la orden?

Preguntó un exorcista al Paladín. El paladín se rascó la cabeza y miró a su compañera.

-Shura, quiero que lleves un escuadrón de rastreo y otro de contención. Tenemos que detenerlas.

Shura bostezó.

-Como digas Sr. Soy Paladín. Solo no te quejes si llego tarde a la fiesta. Eso sí, no beban si mi o los parto en dos.- Amenazó con una sonrisa y se retiró.

Rin le agradeció.

Los días en la "Nueva Orden del Vaticano" eran llenos de actividad, los demonios estaban cada vez más activos, pero no eran ningún problema para el joven Paladín. Rin caminó por los pasillos de la torre de exorcistas en Berlín. A cada paso, caras amigables lo saludaban y alababan por lo destacado que resultó ser. Rin era el Paladín, y podría decirse que el mejor Paladín que haya existido, o bueno eso decían los medios, él sabía que el mejor era Shiro.

Meses después de haber escapado del Vaticano, Lightning demandó a la orden por violencia y abuso, incluyéndose como culpable. Por no decir que la mayoría de los exorcistas de alto mando habían fallecido en la fallida ejecución del noveno hijo de Satanás, los demás miembros e incluso los Grigori y Angel, fueron sentenciado por uso inadecuado de la violencia, tortura infantil, intento de homicidio a inocentes, experimentación humana-demoniaca sin justificación y ser responsables del fallecimiento del exorcista Yukio Okumura de apenas dieciséis años. A partir ahí, la orden quedó sin liderazgo, pero los demás exorcistas no involucrados tomaron sus medidas y llegaron a acuerdos y reglas muy diferentes a las que solía tener la organización. Lewin Light fue sentenciado a cadena perpetua, pero él no se molestó en asumirlo. Shura y los amigos de Rin, quedaron libres de toda sentencia por complicidad, en cambio fueron aceptados nuevamente conservado sus puestos. Shura se volvió una de los nuevos líderes. Para Rin no fue tan sencillo: al principio se resistió a regresar a trabajar con exorcistas por gran resentimiento. Sus amigos le alentaron a volver. Pasado varios meses de pura reflexión, decidió que volvería; fin de cuentas lo había prometido y estaba seguro que si se volvía a ser Paladín su padre y hermano estarían orgullosos. Y con gran empeño se volvió exorcista de bajo nivel hasta que en un parpadeó se volvió el Paladín.

Su primera petición fue que le entregaran los ojos de Yukio, pues el chico sabía que aún estaban siendo escondidos desde el incidente; primero se negaron objetando que eran propiedad de La Nueva Orden del Vaticano, pero no se quedó tranquilo y levantó demandas y saco todo su privilegio como Paladín para que se los dieran. Finalmente se los entregaron. Dentro de su recipiente aún mantenían el brilló azul intenso de la llama que se dibujaba en la pupila. Rin sentía la calidez que emitían, y desprendían un extraño poder que le daba cosquillas a Rin. Incluso podía sentir la presencia de Yukio, pero era la presencia del Yukio que tenía miedo. Incineró los ojos justo igual como había hecho con el cuerpo de su hermano, y de la misma forma, dejó que la ventisca se llevara sus cenizas a la libertad. Las cenizas emitían brillos azules hermosos. Un gran espectáculo. Con esto Rin se sintió libre. Sintió que dejó libre a Yukio.

Siguió caminando por el pasillo hasta que se detuvo frente a una puerta. Con una llave mágica la abrió y…

-¡Feliz cumpleaños Rin!

Rin sonrió. Si bien ya sabía por medio de Shura que le iban a hacer una fiesta sorpresa fingió que no sabía.

-Chicos de verdad se los agradezco.

Todos estaban en la casa humilde de Rin. Todos sus amigos y su esposa Shiemi. Afuera nevaba, era 27 de diciembre y todo estaba frío. Pero no ahí, no ahí adentro donde Rin partía su pastel de cumpleaños acompañado de sus amigos. Todos reían, comían y compartían anécdotas. Shura llegó después para levantar más el alma de la fiesta. La fiesta fue increíble. Pasado un rato, todos se reunieron en una mesa para decirle las bendiciones a Rin. Bon le bendijo por su futuro hijo que nacería en dos meses, Shima le bendijo por ser un afortunado por casarse con Shiemi, Konekomaru le dijo muchas cosas lindas, Izumo se limitó un felicidades y gracias por nacer (eso era suficiente para alegrar a Rin), Shiemi lo beso en la mejilla, Shura (totalmente ebria) le hizo una llave en la cabeza y le dijo que estaba orgulloso de su alumno idiota. Al terminar todos, Rin se incorporó.

-Gracias de nuevo chicos.- Se aclaró la garganta.- Yo quiero darle mis bendiciones a mi hermano Yukio…-todos sonrieron al escuchar el nombre del que una vez fue su amigo.- le mando mis bendiciones y las de ustedes, porque hoy cumplíamos veintiséis años. Y estoy seguro que el esta tan feliz como nosotros. Él fue el mejor hermano que nadie pueda tener, mi mejor amigo y la mejor persona que tuve la fortuna de conocer. Brindemos por él.

Todos se levantaron e hicieron un brindis por Yukio.

Rin sonrió. Miró por la ventana la nieve que bailaba lentamente hasta caer y acumularse en todas las superficies.

-Felicidades Yukio.

Y casi como un silbido creyó escuchar la voz alegre de su hermano.

-Igual Nii-san.