Hola, hola, Luna de Acero reportándose. Segunda y última parte... disfruten...

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de Isayama Hajime.

Advertencias: Angs + Angs, luego el fluff y las flores, lean bajo su propia responsabilidad, fin del comunicado.

.

.

"Hay tres cosas que no se pueden ocultar por mucho tiempo:

El sol, la luna y la verdad".

Buda

.

.

— ¿Ya empiezas de nuevo? –preguntó Lucy mirándolo con reproche. Eren se servía el whisky con parsimonia-. Son las once de la mañana, Eren.

—Ya, tranquila, no es como si me estuviera emborrachando, es solo una medida… Es sábado, Lucy, dame un respiro –luego procedió a encender un cigarrillo.

Su mujer se acercó, se sentó a su lado y puso una de sus finas y suaves manos sobre la de su esposo, lo miró preocupada.

— ¿Qué sucede, Eren? Estás diferente, es como si día a día mi marido fuera desapareciendo de a poco. Y no me dices nada, te cierras como una ostra, me duele, me duele no poder hacer algo.

El hombre bajó la mirada, mientras la sonrisa de gato de feliz se mantenía estoica.

—Yo en verdad estoy bien, Lucy. Siempre insistes con eso de "estás diferente", tal vez eres tú la que está cambiando. No maté a nadie, cariño, estoy tomando una maldita medida de whisky y nada más –se levantó, llevándose el vaso con él y se puso a mirar por la ventana, luego suspiró y se giró más controlado-. Nada sucede, todo está bien, en serio. Lamento haberte hablado así.

La mujer se acercó y lo abrazó por la espalda.

—Confía en mí, por favor…

— ¿Estás usando ese horrible perfume con olor a limones de nuevo? Es asqueroso, me da náuseas –dijo alejándose un poco y mirándola con reproche.

—Me lo regaló Levi antes de viajar. A mí me gusta.

—Lo detesto, tíralo, te compraré tres frascos de cualquier otro.

—Es un regalo, no lo puedo tirar –exclamó ella con evidente tono de molestia.

—Entonces mantén tu distancia hasta que se termine.

—Estás tan enojado, y te descargas conmigo –dijo ella acertadamente.

—El niño está llorando, iré a verlo.

—No, no si bebes whisky a esta hora –su esposa se giró enojada y se fue escaleras arriba, Eren suspiró cansado.

Terminó el trago, dejó el vaso sobre la mesa y tomó las llaves del auto, necesitaba dar una vuelta y despejarse. Mañana tenían el bautismo de su precioso y perfecto hijo. Michael Jaeger. Estarían todos… todos excepto él.

Después de dos largos años había aprendido a convivir con ese sentimiento angustiante, entre muchos otros que no se permitía mostrar. Simplemente tapaba todo, con trabajo, eventos sociales, vino, whisky, cigarros finos, sexo vacío, con lo que fuera que estuviera a mano. El dolor lo atacaba por temporadas.

Había días que era más fácil, había otros días que era muy, muy difícil. Esa sonrisa era una pesada carga ahora. Había cortado casi todas las comunicaciones con Erwin, no quería saber, no quería enterarse de nada porque todo dolía… respirar dolía…

Fue de nuevo al lago. Daba largas caminatas y lejos de todo y todos, se consentía de tanto en tanto con extensas jornadas de lágrimas. Debería estar feliz, disfrutando de su bello hijo que era un ángel, hermoso como un amanecer sobre las doradas costas de Marruecos. El dinero no le faltaba, su esposa, devota, bella y siempre diligente, era la envidia de más de uno. El espejo le devolvía una imagen que todos tildaban de distinguida, guapa y atractiva. ¿Qué más le podía pedir a la vida? Si tenía la vida perfecta. Se apoyó contra un árbol, mientras sollozaba con intensidad.

Golpeó la corteza con fuerza. Dos putos años y dolía cada vez más. Como una espina que se incrusta y se engrosa, como el ácido que corroe profundo, esa herida no paraba de crecer y sangrar. Lo recordaba bien, hacía un año atrás, estuvo parado frente al aeropuerto, en la fila para comprar los pasajes a París. Había salido del trabajo y había ido directo a ese lugar, para luego entrar en razón y volver a su casa.

¿Qué estaba haciendo? ¿Qué tal egoísta y malcriado podía ser? ¿Cuánto más podía durar el calvario? Se refregó la cara para quitar el resto del agua y prendió un cigarrillo. Respiró profundo tratando de dominarse. Ya había sido suficiente, era hora de comportarse como el hombre que era y afrontar las cosas. Disfrutar de lo que tenía, que era muchísimo y dejar de lamentarse.

Con ese pensamiento emprendió el regreso. Además debía estar espléndido para el día siguiente en el que debería recibir a todos los parientes y fingir que era el hombre más feliz del mundo.

—0—

Se estaba arreglando la corbata en el espejo de cuerpo completo de su vestidor.

— ¿Estás seguro? –Dijo su mujer mirándolo y levantando una ceja-. Mmm, creo que la de rayas rojas y negras se te vería mejor.

—Podría ser, la probaré –aceptó mientras desanudaba la actual.

—Por cierto, ¿sabías que Levi se recibe la semana que viene? ¡Qué chico inteligente! Mi hermano dijo que terminó la carrera en tiempo récord.

—Oh, qué bien… Sí, me parece que esta corbata es mejor.

—Oye, ¿no lo sabías? –Preguntó mientras se acercaba con dos vestidos-. ¿El salmón o el durazno?

—Para mí son iguales –dijo mirando las prendas, ante la cara de fastidio de Lucy señaló el de la derecha, de todas maneras todo le quedaba bien.

—Te pregunté si no sabías que se recibía.

—No, la verdad que no.

—Eren… ¿ustedes se pelearon o algo? –preguntó su mujer sacándose el camisón para ponerse el vestido.

— ¿Por qué piensas eso? Mmm, no, no me gusta esta corbata, probaré con la crema de pintitas moradas.

—Dios, no, esa es horrible, ¿y la roja con los relojes? Esa no la usaste nunca.

—Es verdad, esa es buena –comentó mientras revolvía en el corbatero para ubicarla.

—Es decir, no quiero ser pesada, pero ustedes vivían pegados, él venía a casa casi a diario, y ahora ni siquiera se cruzan un saludo.

—Los chicos crecen, cariño. No quería distraerlo de… sus estudios. ¿Y bien? –pidió su opinión saliendo del vestidor.

—Sí, esa es perfecta. Al menos salúdalo, eres su tío favorito, quedaría mal que no le enviáramos un regalo o una felicitación apropiada. Extraño a esa sabandija.

—Ok. Escoge un regalo adecuado y se lo envías por parte de los dos.

—A veces eres tan frío. Como sea, buscaré un regalo, pero tú lo llevas al correo.

—Sí, sí, bien, mientras terminas de embellecerte iré con Michael.

Se festejaba su cumpleaños, nuevamente la casa sería invadida con todos los parientes. Le llevaron costosos y finos regalos, los cuales agradeció deshaciéndose en elogios. Aunque realmente hubiera deseado una nota, una postal, un mensaje siquiera de ese precioso joven que estaba convirtiéndose en adulto allá lejos.

Todo marchaba a la perfección, hasta el momento de la torta. Las luces se apagaron, y el pastel ingresó con sus velitas encendidas, mientras todos aplaudían y cantaban el feliz cumpleaños. Eren siguió manteniendo su sonrisa.

—Pide tus deseos antes de soplarlas, cariño –la dulce voz de su esposa se filtró en su oído.

Entonces ahí, rodeado de sus afectos, frente al fuego de las velas, en su interior, desde lo más profundo surgió el único deseo que en verdad quería que se cumpliera. Se quedó petrificado, mientras todos los sonidos, los flashes de las cámaras, todo se apagaba para él. "Quiero verlo… quiero ver a Levi…" Y de inmediato caía en cuenta que lo había perdido completamente y que probablemente ese deseo iba más allá de simplemente volver a encontrarse. "Quiero amarlo otra vez y que me ame…", "quisiera tener… otra oportunidad".

Sopló las velas y todos aplaudieron ruidosamente. Se excusó y salió corriendo al baño, donde llegó agitado a devolver la comida. Seguido de un estruendoso ataque de llanto que tuvo que acallar hundiendo la cara en una toalla.

—Eren, ¿estás bien? –dijo a los minutos su mujer, golpeando delicadamente la puerta.

—Lo siento, cariño, creo que me cayeron mal los tacos. Ya salgo, discúlpame.

—No te preocupes, mi cielo. Tómate tu tiempo, iré al salón. Llámame si me necesitas.

Trató de respirar profundo y calmarse, unas horas más, un poco más, debía resistir.

—0—

— ¿Qué es esto? –preguntó cuando Lucy puso la enorme caja sobre su maletín.

—El regalo.

— ¿Por mi cumpleaños?

—No, bobito, ya te lo di el domingo, éste es para Levi, ¿ya lo olvidaste? Esta semana se recibe.

—Oh, eso.

—No te olvides de despacharlo hoy mismo, no quiero que le llegue después de su graduación, no sería adecuado, y por favor, mándale un mensaje aunque más no sea.

—No… no tengo su número de celular, lo cambió cuando se fue.

—Te lo mando –dijo la mujer tomando su celular. Eren suspiró.

—Bien, me voy al trabajo.

—Que te vaya bien, cariño –su mujer dejó un cálido beso en su mejilla.

—Adiós, hermoso –saludó Eren a Michael, el niño sonrió candorosamente y se rió.

Eren era gerente de una concesionaria de autos importados. Llegó y aceptó el café cargado que le acercó su secretaria. Luego se dispuso a internarse en todas las reuniones, mails por responder y quehaceres de la empresa.

Para cuando se hicieron las cuatro de la tarde, tomó su saco y el maletín para regresar. Entonces recordó la entrega en el correo al ver la caja en el asiento de adelante. Revisó su celular, tenía el número de Levi y su dirección, como si la vida le estuviera clavando puñales por todo el cuerpo.

Condujo hasta el correo, pero no se bajó del auto. Se quedó en blanco afirmándose del volante por un largo rato. Al fin, armándose de valor encendió el motor y se dirigió al aeropuerto.

—0—

E – Hola, ¿cómo estás? ¿Tanto tiempo, no?

Miró la pantalla de su celular mientras se mordía la una del pulgar. Se fijó que las palomitas se pintaron de azul, lo había leído.

L – Hola

E - ¿Así que vas a recibirte? Acabo de enterarme, ¿eres una especie de genio, o qué?

L - ¿Qué quieres?

E – Tan comunicativo como siempre, sólo quiero saludarte adecuadamente…

Mientras Levi pensaba qué responder, una llamada entrante de ese odioso número, un número del que jamás esperaba una comunicación, comenzó a sonar. Frunció las cejas, suspiró y atendió.

—Bonjour.

—Increíble, hasta tienes acento francés y todo, ja –se burló el de cabello castaño.

— ¿Qué mierda quieres, viejo?

—Me preguntaba si podría hacerte una visita un día de estos…

— ¿Estás borracho o empezaste a drogarte?

—Extrañaba tus maltratos, aunque los prefiero en persona. ¿Sabes? Estaba pensando en ir a felicitarte por tu gran logro.

—No. No quiero verte –responde tajante, casi como una orden-. Además no tengo tiempo, entre la fiesta de graduación y el casamiento con Erwin, apenas si puedo dormir pocas horas.

Hay un silencio importante, Eren no sabe qué decir. Está demasiado impactado. Debatiéndose entre ser diplomáticamente correcto y decir lo que quiere decir pero se le agolpa en la garganta.

— ¿Eren? –Levi se sorprende ante el silencio, sabe que una persona no cambia tanto en dos años, aunque él se sienta completamente diferente. Cierra los ojos al escuchar el suspiro que retiene y por primera vez las cosas no marchan como el esperaba. No es la reacción normal de ese hombre, ¿qué está pasando?

— ¡Qué bien! –dice con una voz muy diferente a la que usa normalmente, a esa que tapa todo, esta es una voz distinta, una que más bien lo expone hasta los huesos-. No te molestaré más, cariño. Lamento haberte interrumpido de… tus actividades. Bueno, espero que todo salga bien y-

—Eren.

—Me voy, se me hace tarde también. Descansa. Adiós.

El hombre está parado justo frente al edificio donde vive Levi, con el regalo bajo un brazo y todas las esperanzas deshechas. Se gira y busca un taxi para ir al hotel, mañana partirá temprano, a explicar su ausencia y recibir las quejas. Al menos no se mortificará pensando que no lo intentó.

Tiene que ir a dos hoteles más alejados hasta que al fin encuentra lugar, hay un evento en la ciudad de las luces y todo está ocupado. Al fin puede darse un baño y se tira a descansar. El jet-lag y todo el alboroto le consumieron las energías, ni siquiera puede llorar apropiadamente. El celular está apagado. Cierra sus ojos y cae rendido.

Al otro día tiene una larga, larga charla con su esposa. No explica demasiado, solo escucha los gritos y los reclamos. Dice la verdad que está en París, no explica mucho más, indica que le dirá todo una vez que arribe a la casa.

Desayuna con muy pocas ganas, el regalo está algo arrugado para entonces. ¿Qué carajos le habrá comprado Lucy? Piensa. Sería bueno pedir un mensajero en el hotel que se lo lleve. No tiene ganas de seguir cargando con esa pesada cosa.

Luego de enviar el paquete se toma otro taxi para ir al aeropuerto. No piensa en nada absolutamente, es como si la mente se le hubiera vaciado de pronto. Él que siempre tiene en claro lo que debe hacer, ahora sólo sabe que debe comprar los pasajes de regreso y nada más. No tiene ningún paso a seguir, todo lo que ha construido hasta ahora, todo lo que ha hecho, es como un castillo de cartas que acaba de desplomarse.

Se queda en la fila de personas para comprar un viaje directo. Tiene el fracaso pintado en todo el rostro, no ve las horas de estar arriba del avión.

— ¡Eren! ¡Viejo escarabajo de los desiertos! –El de cabellos castaños levanta la cabeza y abre los ojos de par en par, no puede ser posible. Erwin se acerca con una sonrisa inmensa y lo palmea en la espalda-. ¿Viniste a París y no me avisaste? ¿Qué pasa contigo?

—Oh, bueno, hola, Erwin, es que… fue un viaje muy… corto y…

— ¿Levi lo sabe?

—No, es que, ya me vuelvo y… era un viaje muy corto –repitió como un loro-. Solo vine a buscar unos papeles de unos autos, era una operación delicada como para dejar que los del correo pudieran perderlos.

— ¿Tan corto que no puedes saludar a los amigos? No jodas.

—Y… ¿qué haces aquí? Digo…

— ¡Esto es una puta casualidad! –exclamó su amigo muy feliz-. Vine a ver la reservación para mi luna de miel…

—Oh, sí, creo que Levi lo mencionó… en algún momento. Por cierto, felicidades.

—De seguro ya te llegaron las invitaciones, no pensaba que ibas a poder venir, pero verte aquí me da esperanzas. Oye, vamos a almorzar, yo te invito.

—Me encantaría pero es que… mmm, el avión sale en dos horas y… Mira Erwin, te juro que la próxima vez te aviso, de verdad.

El rubio lo miró con una misteriosa sonrisa y luego le palmeó el hombro.

—Lo entiendo, pero debo confesarte que me duele que hayas venido y ni siquiera podamos compartir una copa.

—Te lo compensaré, Mister Perfecto.

Se abrazaron afablemente y se despidieron haciéndose promesas de verse nuevamente. Eren ahora sí sentía que quería tener una máquina que lo teletransportara de inmediato.

Erwin salió del aeropuerto y marcó el número de Levi. No le atendió a la primera, con seguridad a esa hora estaría en la universidad, pero le insistió un par de veces, hasta que finalmente escuchó su respuesta.

—Ya estás molestando tan temprano, cejón, te dije que me iba a encargar del catering y eso es-

—Cállate y escucha. Acabo de salir de aeropuerto y no vas a creer a quien encontré aquí.

—No lo sé, ¿a Papá Noel?

—Ja, ja, ja, no, pero casi. Estaba tu tío, o debería decir tu ex amante.

— ¿Qué?

—Oh, ahora sí tengo toda tu atención, ¿verdad? Pues sí, está comprando su pasaje de regreso, creo que el avión sale en dos horas, tal vez deberías tomarte un taxi ya mismo. No me expliques, ni me digas nada, está aquí, y sinceramente no le creo la pobre excusa que me dio. Apúrate, o se te va el tren… o debería decir el avión. No me des las gracias, te devuelvo el favor por tanta ayuda.

Erwin cortó sin darle tiempo a réplicas, sonrió feliz, en cierta manera se sentía como si fuera una especie de cupido gigante. Estaba en sus vacaciones, por lo que buscó su auto para ir a su casa, donde seguramente Mike lo estaría esperando con una suculenta comida casera. Ese hombre francés y alto que le robó el corazón un año atrás, o mejor dicho que le ayudó a repararlo luego de que el intento con Levi no llegara a buen puerto. Se detuvo en una cafetería y compró esa caja de bombones suecos rellenos de crema y whisky que eran sus favoritos. Internamente esperaba que esos dos idiotas se encontraran y hablaran de una buena vez. Él ya había hecho su parte.

Eren se pidió un café, el avión estaba demorado al menos dos horas más. Revolvió el azúcar prácticamente sin ganas, mirando como la negra superficie se desfiguraba por los movimientos de su cucharita. Se sentaron frente a él y al fin levantó la cabeza enarcando una ceja.

Levi estaba con la punta de la nariz roja y algo agitado. El pelo un poco más largo, sin su característico corte militar, las facciones más maduras y un estilo de vestimenta puramente francés. Eren se quedó perplejo.

— ¿Por qué no me dijiste que estabas aquí, idiota? Te mandé algunos mensajes, ni siquiera te dignaste leerlos –le largó con molestia y luego llamó a uno de los mozos, en perfecto francés le pidió una taza de café con leche.

—Bueno, estabas ocupado, cariño –se recompuso Eren cruzando las piernas y restableciendo de alguna manera su postura de control.

—Te ves como la mierda –eso le sacó la primera semi sonrisa al de ojos verdes.

—Probablemente, no traje equipaje para cambiarme. Aunque sí me bañé. ¿Recibiste el paquete?

—Sí, es un regalo espantoso por cierto, siempre tuviste mal gusto para elegirlos.

—Oh, no fui yo… en realidad… bueno no importa… ¿Cómo fue que tú…? –dijo moviendo el dedo índice dando a entender que quería saber cómo supo de su presencia.

—Me avisó el idiota de Erwin. ¿Por qué viniste?

—Te lo dije, quería felicitarte personalmente.

—Y yo soy la reina de Inglaterra –dijo cruzándose de brazos.

—Pues no lo sé, estás siempre lleno de sorpresas, particularmente pienso que una corona te sentaría muy bien.

—Basta de juegos, Eren. Te tomaste un puto avión de doce horas para venir aquí y luego irte como si nada. Tu esposa me llamó esta mañana y me dejó varios mensajes de voz, estaba bastante alterada. Por lo que deduzco que te largaste sin avisar a nadie. Tú no eres así.

—Bueno, es verdad –dijo tomando un sorbo del café con absoluta tranquilidad-. Yo no soy así, o tal vez, siempre fui así y recién ahora me estoy permitiendo algunas concesiones.

—Estás loco de remate –Eren sonrió completamente esta vez y asintió despacio-. ¿A qué viniste?

—Quería verte.

—Oh, así de la nada, después de dos años te levantaste un día y dijiste: ¿creo que visitaré a ese idiota?

—No, en realidad, después de todo este tiempo, al fin junté suficiente coraje para tirar todo a la mierda y venir. Probablemente debería haber venido antes… o no haber venido nunca, no lo sé. Si te soy sincero, no tengo puta idea que hago aquí.

Levi lo miró desconcertado.

—Es la verdad. Quería verte. ¿Para qué? No lo sé, sólo quería verte.

—Bueno, ya me viste –dijo apoyándose en el respaldo de la silla-. ¿Ahora qué?

—En realidad me hubiera encantado verte con una hermosa tanga –le soltó guiñándole un ojo y el otro se ruborizó un poco, pero trató de mantener su mirada de matón-. Por cierto, te queda bien el cabello así.

—Ya deja los halagos baratos.

—Ok, usaré los caros. Estás hermoso, Levi, de hecho estoy tratando de no tener una erección en estos momentos.

— ¡Ya basta! Esto no es un juego. Vengo hasta aquí y me tiras toda esta mierda, me da ganas de golpearte, y no pongas esa cara de pervertido cuando te digo esto.

—Es la única que tengo, Levi –el mozo se acercó para dejar la otra taza y se retiró. El joven no pasó por alto que de pronto empezaba a llamarlo por su nombre-. Está bien, tienes razón, dejaré los juegos, hasta ahora todos conocieron esta máscara en la que llevo trabajando por muchos años, ¿verdad que es muy creíble? La usé tanto tiempo que en algún momento creí realmente que era el verdadero Eren. Y tal vez, desde que te has ido, ya no ha sido tan fácil llevarla puesta –el semblante del de ojos verdes se puso serio-, porque el verdadero yo no es tan divertido, ni es tan altruista y sin duda no es para nada agradable. Y ha estado… gritando y luchando tanto que no pude mantenerlo escondido más tiempo. Pero en este punto, entiendo que tampoco tengo el derecho de venir y mostrártelo, venir a… irrumpir en toda esta vida tan digna que has creado aquí, así que… creo que sería justo preguntarte si en verdad quieres escuchar al verdadero Eren, o simplemente dejemos este encuentro en una bonita charla de familia política y ya. Tú decides.

Levi lo pensó varios minutos, nunca había tenido oportunidad de hablar con Eren seriamente, siempre sus conversaciones eran bastante superficiales, y siempre había estado esperando que él le dijera lo que en verdad le sucedía. ¿Ahora estaba en verdad preparado para escuchar sus verdades? Le tembló la mano al agarrar su taza, debía aceptar que apenas supo que estaba en parís se largó como loco a encontrarlo, ni siquiera lo dudó, pero había pasado tanto tiempo, había enterrado todo su amor y sus esperanzas tan profundo, que no estaba seguro de querer bucear en la profundidad de sus sentimientos. Pero acaso esta sería la última oportunidad de escucharlo. ¿Realmente quería hacerlo?

—Realmente… no sé si quiero escucharte –Eren asintió en silencio-, aunque también es probable que me quede con la duda corroyéndome por el resto de mi vida y eso… me molesta. De todas maneras ya viniste e irrumpiste. Está bien, te escucharé.

Justo escucharon por los altavoces que se anunciaba el pre-embarque del vuelo de Eren, ya que el avión estaba listo y retomaría su horario original. Levi miró al hombre, el corazón latiéndole a toda marcha. Eren suspiró.

—Ese es mi vuelo.

—Rompe el pasaje –el muchacho ni siquiera lo pensó, salió la propuesta sin que pudiera ponerle un filtro-. O me voy contigo o rompes tu pasaje, no me dejarás con la intriga, imbécil.

Eren sonrió, sacó el boleto y lo sostuvo en sus manos.

—Si lo rompo, tendrás que escuchar todo hasta el final. No me detendré aunque me lo pidas.

—Esta… está bien… hazlo, pero no te escucharé aquí. Iremos a mi departamento, tengo mis razones para pedirte eso… ¡No tendremos sexo, ¿está claro?! –dijo de golpe como defendiéndose de un ataque inexistente.

—No te prometo nada –avisó Eren mirándolo con una enigmática sonrisa. Levi bufó. El de cabellos castaños rompió el pasaje en cuatro y lo dejó encima de la mesa.

Terminaron el café y se fueron en el auto de Levi. El más bajo se iba preguntando cómo carajos había terminado en esa situación, pero de alguna manera estaba demasiado nervioso, no de estar a solas con Eren, sino de escuchar lo que tenía para decirle.

No se dijeron mucho en el viaje, hablaron un poco sobre las vistas de París y sobre algunas cosas triviales. Eren estaba feliz, como hacía demasiado no se sentía. Subieron al cuarto piso, el departamento de Levi era de una habitación, algo pequeño, pero ordenado como era de esperarse.

Se sacaron los abrigos, Levi prendió la calefacción y luego lo invitó a sentarse en una pequeña mesa en el comedor, trajo dos vasos retacones y una botella de whisky junto a un cenicero. El hombre sonrió y procedió a encender un cigarrillo.

—Bueno… empieza… -pidió el más joven sirviendo el whisky.

—Lamento haber venido recién ahora, justo en las vísperas de… bueno tu matrimonio –Levi levantó una ceja y luego sus neuronas entendieron todo, Eren pensaba que él se iba a casar con Erwin, ¿debería aclarárselo? No, tal vez si se lo decía lo atacaría de inmediato y en verdad no iba a dejar que lo tocara ni con el dedo meñique del pie, si hacía falta se lo diría después-. En realidad vengo guardando demasiadas cosas desde hace mucho tiempo. Me impactaste desde el primer día que te conocí, con tus ojos curiosos, tu semblante señorial, como si tuvieras cincuenta años en vez de doce. Siempre fuiste diferente al resto, o eso creí. Ese día… debajo del manzano… es uno de los que más atesoro, no podía creer que tuvieras la valentía de confesarte así –Levi desvió la mirada mientras tomaba un largo trago-. Realmente quería besarte en ese momento.

—Pero me rechazaste.

—No me lo sueltes como un reproche, tenías trece, Levi. Eso era pedofilia.

—Claro, porque no lo fue besarme y manosearme a los catorce y desflorarme a los quince.

—Técnicamente fue a los dieciséis, fue el día de tu cumpleaños. Y admite que me contuve bastante porque eras demasiado precoz, si por ti fuera hubiera sido mucho antes.

—Era joven, tenía las hormonas desbocadas, sólo seguía mis… sentimientos y mis instintos.

—No pude contenerme. Entiendo que no actué como un verdadero adulto, no… me puse límites… y aunque racionalmente acepto que fui un depravado, no siento ni una pizca de remordimiento. No me casé enamorado, Lucy es… fabulosa, en verdad no merece a una basura como yo, pero lo cierto es que sólo buscaba una posición económica favorable.

—Eres despreciable.

—Sí, por eso te lo dije, que te mostraría al verdadero Eren, ese del cual esperaste tanto y te decepcionó tanto.

—No esperaba tanto.

—Sí, sí lo hacías. Lo supe siempre –el de cabellos castaños le sostuvo la mirada, era casi como si pudiera escarbar en el alma de Levi, el más joven se removió en su asiento inquieto-. Siempre esperaste que te dijera algo. Sentado al borde la cama, esperando que te llamara, que te mandara un mensaje, que te buscara. Lo sé muy bien, y sé lo mucho que te debe haber dolido que no lo hiciera. Pero en verdad, no es que yo no quisiera hacerlo, de hecho… muchas veces borré mensajes, me contuve de llamarte, me mantuve en silencio… No quería que fuera un calvario, no quería destrozar a la familia, no me parecía justo. E intentando mantener toda esta… farsa, te terminé lastimando de la peor manera… Lo siento, Levi… no tengo perdón para eso y no te lo pediré tampoco, sólo quiero que sepas que sí me arrepiento. Merecías honestidad, merecías saber qué era lo que de verdad me pasaba…

El de cabellos negros se mordió un poco los labios, mientras sentía que todo el dolor reflotaba, que todo lo que había enterrado empezaba a explotar con fuerza, como un volcán en erupción. Apenas habían comenzado a hablar y ya le escocían los ojos. Pero se lo iba a permitir, esta vez iba a mostrar todo lo que sentía, tal como Eren no iba a ocultar nada.

—Eras mi válvula de escape, la fantasía hecha realidad, ese rincón donde podía oler la libertad y disfrutar sin restricciones. Al mismo tiempo que quería abrazarte, debía alejarte, y decidí que no daría ningún paso hacia ti, que solo esperaría que tú volvieras, que tú me buscaras, que tú hicieras todo… fui… un cobarde. Cuando me decías que querías pasar la noche conmigo, yo siempre pensaba "yo también", cuando me mirabas con tristeza, quería decirte "a mí también me duele", cuando estuvimos juntos la última vez, me quedé contemplándote dormido pacíficamente, pensando "no quiero que este día se termine"… Cuando tuvimos esa cena en casa, donde anunciaron que te ibas a París… hubiera querido levantarme y gritar que te quedaras, que quería que no te fueras… que no podría soportar el dolor de saberte lejos…

Las primeras lágrimas se escaparon de los ojos de Levi, Eren le extendió un paquete de pañuelos de papel que tenía en su bolsillo, los aceptó.

—Continúa –le pidió con la voz afectada.

—No quería usar el "cariño" contigo, era un simple camuflaje. Te hubiera dicho un millón de veces "mi amor", "mi niño pervertido", "Levi". Sólo era una burda manera de mantener la distancia. Todas esas palabras que… me quedaron atoradas en la garganta, que formaron una montaña gigante dentro de mí, se acumularon con el paso del tiempo, se… herrumbraron, se llenaron de polvo y suciedad… Cuando nos despedimos esa mañana… Yo no quería decirte que fueras feliz, yo quería decirte, quédate conmigo, no te vayas, yo… te necesito… -Levi apretó sus ojos y se cubrió la boca tratando de controlar las ganas de llorar como un niño abandonado-. Te diré todo lo que me pasó, llegué a casa y me fui a acostar, a llorar como un idiota, sintiendo que se me desgarraba una parte de mi alma. Te tengo enterrado en mi corazón, desde esa primera confesión. Lo supe, todo lo que aguantaste, todo lo que esperaste, todo lo que también callaste, tus ojos me lo decían todo el tiempo, los mensajes se desbordaban de ti, me llegaban constantemente, y también me dolía ver cómo te decepcionaba no encontrar la respuesta adecuada. Yo quería decirte, "lo siento, no quiero que sufras", pero no pude… dejarte ir, te aferré a mí de la peor manera, seguía alimentando tus esperanzas, porque tal vez en el fondo también eran parte de las mías. Los… deseos, los sueños más… ocultos que tenía… en todos estuviste, siempre, siempre…

Hizo una pausa para fumar y beber un poco. Levi volvió a llenar los vasos.

—Cuando te presenté a Erwin… tuve realmente una gran disputa interna porque… sabía que probablemente fuera la persona que estabas necesitando en tu vida, tan… malditamente bueno y perfecto, mientras que otra parte dentro mío hervía en cólera y celos –se refregó el cabello, algo desesperado al recordarlo-, quién diría que ahora estaría uniéndose a ti de una manera tan seria y… correcta… Realmente deseé que no lo amaras… estás en tu derecho de odiarme por eso, soy un maldito egoísta después de todo. Ahora mismo siento una envidia insana contra él, una envidia que no se merece, pero que no puedo evitar. Yo no vine porque te estuvieras por casar, ni siquiera lo sabía, simplemente no aguanté más… A veces… salía a caminar por algún lugar perdido de la ciudad y dejaba que mis sentimientos me sobrepasaran, y lloré… no lo sé, perdí la cuenta, incontables veces. Me dolía cada vez más. A pesar de que estoy agradecido con la vida por todas las… cosas buenas que he tenido… siempre fuiste la pieza faltante del rompecabezas de mi corazón… no importaba que tan genial fuera todo, me doliste todo este tiempo. Me permitía fantasear… este encuentro, que volvías corriendo a mis brazos –eren cerró los ojos suspirando profundo e imaginando eso-, que nos decíamos todo, que nos prometíamos amarnos sin importarnos una mierda el mundo, o la familia, o las malditas distancias. Tal vez suene cursi, estúpido o meramente infantil, pero así me lo imaginé, muchísimas veces. Y probablemente me lo seguiré imaginando… por el resto de mi vida… Soy consciente que no debería estar aquí después de tanto confesándote estas cosas, pero aunque sea por una vez… -ahora fue Eren a quien empezaron a escapársele las lágrimas-. Por una vez quería hacerlo… quería decirte la verdad, aunque no sirva de nada, aunque sólo sean tristes palabras que no cambiarán el curso de las cosas… yo necesitaba decírtelo… Que me cuesta vivir sin ti… -lo miró a través de sus ojos llorosos-, que todo duele demasiado… que quisiera estar aquí, y ver tu sonrisa, respirar tu perfume a limones pero en tu piel, nunca en la de otra persona, que no hace falta que hagas más nada para recordarte porque al despertar eres lo primero en mi cabeza y al irme a dormir eres lo último. Que muchas, muchas veces quise abrazarte y decirte "te amo, Levi". Eres lo más auténtico en mi vida, siempre lo serás… ¿No es irónico? –habló esbozando una triste sonrisa-, que buscando no atarte, ni herirte, hice que te desangraras, rompí tus alas…

—Eres un hijo de puta, Eren –le soltó Levi secándose las constantes lágrimas.

—Sí, lo soy… incluso ahora te estoy lastimando otra vez, ¿verdad? Pero al menos esta vez no sufrirás solo… Aún no sé… cómo haré mañana para levantarme y seguir, la máscara… se ha agrietado tanto –las gotas rodaban por sus mejillas silenciosas y se acumulaban en su quijada para caer al vacío, una tras otra-, que ya no puedo sostenerla más… no puedo seguir fingiendo que todo está bien… Por cierto… te agradezco, de los dos siempre eres el más valiente, darme este… espacio para poder mostrarte todas mis espantosas verdades… No espero sentirme mejor después de hablar contigo, probablemente sea todo lo contrario, pero te juro que me hubiera muerto si no podía hacerlo… Admiro toda tus cualidades, aunque siempre hablé de tu cuerpo, yo en verdad quería decirte, "eres tan inteligente, eres tan hermoso, tienes un corazón noble, eres interesante, me haces… feliz… aunque sólo tengamos este momento… me haces auténticamente feliz…"

—No sé qué decirte…

—No espero una respuesta, Levi. Soy realista, ya no existe el "nosotros", y aceptar eso… es lo más doloroso que me tocó en esta vida. El tiempo no regresa, ni las palabras que callé, ni los sentimientos que escondí, nada volverá… Ni la felicidad de saberte mío… Nada volverá… jamás… Te amo… te sigo amando con una fuerza inusitada, de una manera desquiciada, de una forma que me ahoga que me hace realmente difícil poder respirar. Lo siento… demasiado drama –dijo secándose el rostro toscamente y carraspeando, para luego prender otro cigarrillo.

—Realmente me cuesta mucho… creer todo lo que estás diciendo. Siempre pensé que… no era demasiado importante para ti. Que podías olvidarme en un dos por tres, que te daba igual si te buscaba como si no. Me jodió mucho que me presentaras a Erwin, como si yo fuera un pedazo de mercadería, una mercadería cuyo dueño quería deshacerse. Me abriste una herida en el pecho, fue entonces cuando decidí irme. Ya no podía soportar tanta indiferencia. Es cierto, esperaba muchas cosas de ti, siempre lo hice, y no me arriesgué más porque no veía ninguna respuesta de tu parte, traté de… matar todos estos sentimientos, traté de mantenerme ocupado, quería superarte, lo intenté… demasiadas veces… Una vez, había bebido de más, y eso que suelo soportar cantidades grandes de alcohol, pero esa vez me excedí. Terminé confesándole gran parte de las cosas a Erwin. ¡Qué patético! Si hasta lloré en su pecho. Poder hombre, no quisiera imaginarme lo decepcionado que se sintió. Al final terminé transfiriéndole mi dolor. Pero también agradezco que estuviera a mi lado, necesitaba apoyo, lejos de la familia sentía que me estaba desmoronando. Ahora puedo decir que siempre lo consideraré mi mejor amigo, hasta el día que me muera. Por eso quise ayudarlo con su casamiento –Eren lo miró y pestañeó un poco sin comprender, Levi suspiró y se secó el rostro-. Erwin no va a casarse conmigo, grandísimo idiota. Se va a casar con su novio Mike, otra excelente persona si me permites la opinión –El más alto abrió grande sus ojos-. Él sí que se merece la mayor felicidad… bueno, ambos.

Levi se empinó el resto de la bebida y miró a Eren con seriedad.

— ¿Qué sientes por mí ahora, Eren?

—Te amo, Levi –contestó sin dudar.

—No me mereces, no mereces ni siquiera que te esté escuchando, viejo depravado, no mereces que te siga amando tampoco.

Eren sonrió mientras sentía que las lágrimas lo atacaban con mayor fuerza.

—Lo sé… lo sé, maldita sea…

Eren se puso de pie y rodeó la mesita para tomar a Levi que estaba algo sorprendido, lo abrazó con fuerza llorando sobre su hombro y luego lo besó desesperado, ambos sintiendo la salinidad de las lágrimas entre el beso.

—Te amo, te amo, te amo, tengo tantos "te amo" acumulados que probablemente vaya a explotar en estos momentos.

—No te exaltes, imbécil, yo no- mmm… -Eren lo cayó besándolo de nuevo, el más bajo sintió que le temblaba el cuerpo, quería golpearlo, quería besarlo, quería arrancarle los cabellos, quería sentir su cuerpo, y también quería darle de puñetazos hasta dejarlo inconsciente-. ¡Te detesto, hijo de puta, pervertido, idiota! ¡IDIOTAAA! –Luego enredó sus brazos alrededor de su cuello y lo besó con ganas, doliéndole cada beso, con la respiración agitada, mordiéndole con fuerza los labios, hasta que incluso lo hizo sangrar-. Fóllame, Eren, ahora mismo, antes que me arrepienta.

Y el mayor no lo hizo esperar…

Luego de que la pasión los desbordó por completo, quedaron con sus cuerpos enredados y sudorosos bajo las limpias sábanas. Eren besaba la nuca y el contorno de los hombros de Levi, quien gruñía de tanto en tanto. Acarició el lugar del tatuaje.

—No lo modificaste –le susurró muy bajo.

—No lo haré… lo intenté… un par de veces pero no pude.

—Te amo, Levi… mi Levi… A ti también te amo, mi agujerito de oro –dijo tocándolo entre las nalgas, lo que hizo que se llevara una feroz bofetada.

—Pervertido de mierda.

—No seas malo, mi amor, él también estaba feliz de sentirme de nuevo, ¿verdad precioso? –volvió a decirle al trasero del más joven.

—Eren, te voy a arrancar las bolas de un mordisco –amenazó el más bajo, pero solo logró sacarle una risotada al otro-. ¿Y ahora como sigue esto? –preguntó con un dejo de tristeza en la voz.

—Quiero estar contigo, todo lo que me permitas… puedo mudarme aquí si así lo quieres…

— ¿Y Lucy?

—Hablaré con ella, le pediré el divorcio.

—Me siento algo… culpable…

—Lo sé, yo también… pero quiero estar junto a ti… y ya no me importa nada…

—Abrázame, inútil… abrázame… y no vuelvas a soltarme…

El amor tiene un costo demasiado alto a veces, pero lo cierto es que nada puede detenerlo cuando se está dispuesto a pagarlo. Eren y Levi estaban dispuestos… y nada los detendría esta vez…

.

By Luna de Acero… aliviada…