El mero hecho de saber que Dante estaba durmiendo a la derecha de la cama me emocionaba. Han pasado dos meses desde que… Bueno desde que me di cuenta de que estaba enamorado de él.

Noto como Dante me aprieta de la mano pero no abro los ojos. Noto también como respira la tranquilidad del ambiente y siento la necesidad de acariciarlo. Su pelo huele a una mezcla de té verde y menta. Siento su piel suave bajo mi tacto y su templanza. Me cuesta aún creer que sea el mismo Dante con el que trabé una buena amistad hace tiempo. Es cierto, ni Dante, ni yo somos igual a cuando nos conocimos. Hemos pasado por muchísimas tormentas antes de llegar a ser como ahora y aunque quisiera que pararan, sé que siempre vendrán más. Nunca terminan. No es todo de color de rosa, hay infinidad de colores, tanto claros como oscuros. Así que creo que es de eso de lo que trata nuestra vida: de colores claros que iluminan nuestra vida y de colores oscuros que nos hacen madurar, aprender y cambiar. Para mí, Dante ha iluminado mi vida en tantos sentidos que apenas me he dado cuenta en todo este tiempo que hemos pasado juntos. Y ahora estoy feliz porque le tengo aquí y ahora en frente de mí.

Siento a Dante moverse poco a poco, sin abrir todavía los ojos. El agarre de nuestras manos unidas por nuestros dedos entrelazados se hace un poco más fuerte. Y entonces abre los ojos y se encuentran con los míos. Y me siento tan tranquilo, tan pacífico como el mar en calma por la noche. La mirada de Dante tenía ese poder sobre mí, un poder relajante y a la vez te hacía sentir vivo. Ese era otro de los secretos del universo que había descubierto a su lado.

-Buenos días-dice con voz aún adormilada que me hace sonreír-¿de qué te ríes?

-De nada. Estás adorable recién despertado.

No contestó nada, simplemente me miró algo sonrojado y bostezó.

-Son las diez, hora de levantarse-digo en su oído mientras él sigue medio enfurruñado abrazándome como si fuera un peluche.

-No me apetece, Ari.

-Pero deberíamos levantarnos antes de que lleguen tus padres y me vean aquí.

-Les da igual. Eres mi novio y este es mi cuarto. A lo mejor tus padres se lo dicen a los míos. ¿Piensas que si les dices que vas a dormir aquí vamos a dormir separados? Anda ya, no lo creo. Además, no van a llegar todavía, es temprano.

-¿Cómo lo sabes?

-Me lo dijeron antes de irse. Vendrán por la tarde. Ahora déjame dormir un poquito más.

-Bueno, yo debería ir a echarle de comer a Piernas.

-Tus padres le pueden echar hoy. Quédate conmigo, Ari-murmuró en tono de súplica.

-Pero, Dante…-me interrumpió.

-Solo hoy, Ari-dijo esta vez abriendo los ojos y posando una de sus manos sobre mi pecho.

-De acuerdo. Solo hoy.

-Bien-sonrió complacido y me dio un casto beso en los labios.

Tras decir eso se quedó callado y quieto. Abrazándome con la respiración cada vez más relajada. Y yo solo puedo pensar que me gustaría alargar este momento para que dure para siempre. Que ojalá Dante no se vaya jamás de mi lado, porque si por mí fuera me gustaría quedarme junto a él todo lo que me permita la vida.