5. Dulce y Salado

Deidara se encontraba experimentando el mejor orgasmo de su vida, que incluso superaba a sus más locas fantasías juveniles, los ojos azules oscureciéndose por el placer. Ojos que muy pronto, entrarían en contacto con una mirada. Olvidado temporalmente de la necesidad de conocer la cara de Tobi, sus ojos oscurecidos se fijaron en el techo. Ese momento le dio a Obito la serenidad para concentrar su chakra y aplicarse un genjutsu a sí mismo. Primero, tapó su único ojo con una velada capa de negro, como eran sus ojos antes de despertar el maldito sharingan que nunca se había ido. Inmediatamente y con rapidez ninja, tomó la barbilla de Deidara, obligándolo a mirarle de reojo directo a su ojo derecho. Por la posición, el ojo de Deidara que hizo contacto con él fue el derecho, aquel que no tenía entrenado en genjutsu. Aunque con semejante orgasmo, su guardia estaba más que baja.

Una simple mirada le atrapó en su genjutsu, y Deidara no vio más que un ojo negro como el carbón mirándolo con deseo. Ahora sólo debía mantener la ilusión mientras terminaba de follárselo como un animal, y su enorme chakra le hizo la tarea muy sencilla.

Cuando Deidara le miró, alcanzó a entrever ese cabello grueso, corto y rebelde sudado, un hermoso ojo negro como la noche que brillaba, una línea debajo del mismo. Como pudo, se giró y se besaron desesperadamente, chocando sus dientes contra los del otro, haciendo sangrar sus labios, encontrando sus lenguas con desesperación, aprendiendo a besar sólo durante la segunda cogida de la vida de ambos. Acarició como pudo esa parte del rostro, áspera y con cicatrices que evidentemente eran de guerra y no de nacimiento.

Obito sintió que se derretía en la boca de Deidara y se vino con violencia dentro suyo de nuevo. Qué mal, nunca le había preguntado si podía venirse dentro de él o no… ¿Qué no se suponía que debía ser así? ¿O quizás había pasado los límites? Qué importaba, sus gemidos y los de Deidara desmintieron todas sus dudas.

En la habitación, de repente sólo se escuchaban fuertes jadeos y velados suspiros. Seguía sosteniendo a Deidara, acariciando sus costillas con la mano, mientras el rubio tenía un brazo hacia atrás, agarrándose firmemente de sus cortos cabellos que tanto le gustaban. Lentamente, fue saliendo de Deidara. Y el chico se dejó caer sobre el futón despreocupadamente. Obito se quedó prendado de ese cabello rubio como el oro, totalmente mojado y extendiéndose en cascada por su espalda, brazos y costados.

Se inclinó, corrió un poco la rubia melena, le besó el cuello. Deidara se dio vuelta ignorando unas pequeñas punzadas en su recto y pasó sus brazos tras su nuca. Se miraron por un breve momento o por largos minutos, una eternidad que se les hizo efímera.

Deidara acarició la piel asimétrica de su amante. Tobi era más apuesto de lo que hubiese apostado, incluso con ese cuerpo escultural. Acariciando con detallismo de artista los surcos de sus cicatrices, le susurró.

–Eres lindo, hm–. Lo que nunca le diría es que su cara le parecía una obra de arte.

Obito se puso rojo de nuevo. Compuso una torpe respuesta al paso.

–No, tú eres lindo Deidara senpai, además, tus ojos son azules y…

–¿Y qué? ¿Eso hace que el tuyo sea feo?– de nuevo la impaciencia.

–Yo… Estoy tuerto, y tú eres, tú eres…– se empezó a trabar con su propia saliva. Por el cortocircuito que era su mente en ese momento, sólo se le atravesaba la palabra "ángel".

Deidara sonrió con esa superioridad que le era tan característica, y que tanto le gustaba a Obito. Esa seguridad que creía que a veces nunca tendría. No para sonreír, al menos.

–¿Te parezco exótico por ser rubio y de ojos azules? No te confundas, yo no soy nada de eso, yo soy único, el único artista de lo efímero– le obligó a acercarse a su rostro –. Y me gustó hacer katsu contigo– terminó en un susurro.

Obito estaba en jodidos problemas, ese violento revoloteo en su estómago no lo había sentido desde los doce años. Sintió la necesidad inmediata de devorarlo a besos y caricias, pero se contuvo. Obito seguía siendo Obito, y Akatsuki seguía siendo Akatsuki. Quizás dañar un poco su orgullo lo pondría en su lugar, aunque en el futuro dudara de ello. De todos modos, era algo que quería decirle, porque Obito también era Tobi, un troll de primera cuando se trataba de su supuesto senpai.

–Te vi tocarte diciendo mi nombre, y aunque me calentabas cada vez más, aguardé hasta que tú te rindieras y me entregaras tu virginidad por tu cuenta para ver desmoronarse tu orgullo– sonrió con sorna. Tampoco es como si le estuviera mintiendo.

Los ojos achinados de Deidara se abrieron como si de un personaje de anime se tratara. Un sonrojo repentino inundó sus mejillas, y un aura asesina hizo pesado el aire.

Obito-Tobi decidió cortar el aire con la navaja de un beso corto y travieso robado a los rosados labios de su compañero. El aura de Deidara no hizo más que aumentar.

–Suéltame– exigió, no podía seguir atrapado en sus brazos.

–Oh vamos, Dei-senpai-chan, Tobi quiere dormir apretadito con usted para mañana repetir los ejercicios.

Ah, otra vez del cinismo de voz sexy al cinismo de voz chillona. Provocativo siempre. Tobi era malvado, seguro por eso se había fijado tanto en él. Maldito bipolar de mierda.

–Tobi…– resonó con voz trémula. Bueno, sería su uke, pero aun así tenía una voz que sabía darle escalofríos a Obito de vez en cuando. Todo dependía de la entonación, si gemía la verdad que no le molestaba nada, pero si le llamaba así...

–Vístete depravado, me vuelvo a mi futón.

¿La había sacado barata? Por un lado era un alivio, pero por el otro ya no quería dormir sin su nuevo capricho color sol. Entendiendo que se había pasado de la raya, pero que Deidara no lo mandó a volar luego del sexo, de repente sintió cosquilleos en su estómago. Sí, el chico se había enamorado de él, si no se había enamorado estaba en proceso de ello y se tomarían de las manos en público, aunque se estuviese metiendo en su propio futón, muy pronto le pediría dormir juntos con tanta nieve afuera, abrazados, apasionados, inseparables, dos corazones latiendo al ritmo de uno, y por qué mejor no contentarlo ya, ponerse al menos los pantalones y colársele allí mismo. El sexo y la sensualidad de Deidara habían dejado a Obito más estúpido de lo que normalmente era en cuestiones del corazón.

–Debiste revisar tus pantalones, están llenos de C1, idiota. Katsu.


El kamui le había salvado la vida a Obito innumerables veces, aunque nunca creyó que allí le haría falta una buena provisión de ropa interior para futuras ocasiones.

Fin.


Al final ni yo misma entendía si ambos eran totalmente vírgenes antes de esto o no -escritoraimprovisadaydesveladadeyaoi-. Al menos el culito de Dei lo era xD Pero para ser justos, digamos que Obito no tiene nada de que alardear. Están al mismo nivel, sólo quiso hacerle un poco de daño como defensa automática por las cosas que estaba sintiendo. Que al final se creara un romance en su cabeza sólo nos demuestra que cuando se trata de Dei puede ser un cabeza de chorlito.

-*-Alpha, me gusta que Dei tenga 16,5. También lo considero bastante bien dentro de lo normal, aunque bastante específica resultaste ser (a quién engaño). ¿Cuánto le damos todo el fandom a Obito? Sé que tú tienes uno de diecinueve y medio (que tienes con los 5 milímetros restantes?), yo le doy un poco más para justificar la diferencia que sintió Dei en este fic *perv* Sí, a Obito le pone el culito de Dei. ¿En este caso sería "beso rubio"? #malisimo. Qué bueno alimentar a tu headcanon. ¿Has descubierto referencias a tus obras en Get Down? Porque las hay. Me alegra que notaras lo de la edad. Supongo que fue su culpa por tirarlo a su futón y despeinarlo como si fuera una mascota. Tobi, te cagas (o te la disfrutas... ya no sé qué escribo).

La lógica de Sasori es única, quién necesita genitales que te puedan debilitar en una batalla (imaginar un momento un golpe de Sakura... en las partes bajas. Auch). Por supuesto, "¿Para qué quiero un pene? Yo quiero un helicóptero de cuchillas en mi espalda :v" #lógicasasoriana #sasoriputoamo #esesiquenopiensaniconelculoniconlaverga xD

-*-Akira, me encanta que puedas visualizar todo como una película. Esa era la intención inicial, a muchos tantos detalles les pueden parecer vulgares, pero aquí necesitaba que se visualizara bien toda la experiencia. Si así lo has vivido, puedo terminar el fic con gran felicidad :D Y ya que has visto todo como en una epifanía (?), dime cuánto mide Obito :p PD: tú grita mija, luego les enseñas el fic y huyes para siempre (ok, no).

Espero que hayan disfrutado esta historia. Si quieren un epílogo, sólo tienen que decirlo e intentaré escribir algo bien entretenido. Si quieren más lemon, sólo deben darme tomatazos para que suba mi producción. Si quieren más ObiDei, visiten también las historias de "Deidara" y "Madara". Hay mucho TobiDei de la época en que se creía que Tobi era Madara, así que sólo hay algunos cambios de nombres. Nada alejado del enmascarado "senpaaaaaaai!" ni de los enojones "hm!".

Hagamos crecer esta comunidad. Si el ObiDei crece, tú creces, yo crezco (?). Crecen las ganas de Dei de permitirle a Obito repetir. ¡Y olé!

Ha sido un katsu, digo un gustazo.