¡Hey, hey, hey! ¡Aquí vuelvo al fandom de Gormiti! :D

¿Sabeis? El fic de "La sexta señora" me da cierta nostalgia porque fue el primer fic que escribí aquí, en fanfiction. Voy a ser sincera, ahora Gormiti ya no me fascina tanto como me fascinaba cuando tenía 12-14 años, lancenme lo que quieran, eso no cambiara la verdad u-u.

Pero este fic es sin duda muy importante para mi... y ya no aguanto que esté tan mal escrito, que tenga tantos saltos en el tiempo y un montón de tramas diferentes sin pies ni cabeza que, reconozco, fueron creadas únicamente para llamar la atención y distaban muchísimo de mi idea original. Tanto que se me fue completamente de las manos y abandonarlo ya no era solo una opción. Siento mucha vergüenza de mi misma por este trabajo que en su día me ilusionaba tanto...

Mi primer trabajo se merece más, mucho más.

Así que he decidido remodelarlo, hacerlo verdaderamente decente y comprensible, hacer que al leerlo la impresión no sea de "¿qué?", si no de "wow".

He mejorado mucho en los cinco años que llevo en el mundo de los fics y aunque no soy J. K. Rowling (tampoco deseo serlo, que conste) es obvio que ya estoy a cinco mil años luz de la fanfictioner que fui. Ahora me entrego a los personajes que manejo, con cada palabra vivo y muero por ellos con todo el amor que les tengo. ¿Toby, Jess, Nick, Lucas y mi primera OC Tamara iban a quedar marginados, como si nunca hubieran significado nada para mi? ¡Oh, Dioses, no!

Así que a esto viene el título con el "2.0", índica que es una versión mejorada, sería sinónimo de "remake". Para las hermosas personitas que seguían con tanto amor el primer "Sexta señora" y me dieron los primeros impulsos a escribir y a mejorar, gracias de todo corazón, estas mejoras y cambios no van solo por mi, si no para vosotros. Os merecéis una historia decente. Muchas cosas cambiaran, otras se mantendrán, sin embargo no os preocupéis: personajes tan importantes (y queridos, yo lo sé :3) como Támara (ya que sin ella no habría historia) y Eddie no han desaparecido, ¡por supuesto que no!

Ahora si, los dejo con la historia y no los entretengo más.


— LA SEXTA SEÑORA 2.0 —

Prólogo: El Fin


La oscuridad se cierne en los cuatro pueblos de Gorm. No han sido testigos de nada, sus habitantes tampoco, sin embargo lo saben.

Los Orbes están negros, ningun tipo de poder emana ahora de ellos. Las joyas más importantes de todo ese mundo se han vuelto poco menos que baratijas y los Gormitis del Volcán, sobrevolando por encima de toda esa conmoción, grandes sonrisas de victoria en sus horribles caras, las lanzan a los pies de los pobres Gormitis de a píe, quitándoles toda esperanza. Hasta los más fuertes no pueden reprimir las lágrimas de impotencia, mientras tratan de poner a sus familias y a ellos mismos a salvo.

Desean con todas sus fuerzas clamar por venganza, pero saben que eso no es posible, ya no.

Las aguas no se mueven, el oleaje ha desaparecido. El líquido ni siquiera reacciona ante los agitados pasos de los Gormitis del Mar, los cuales escapan en tropel de este para seguir mantenimiento sus vidas... los que pueden. Hundidos bajo el oceano ya ni siquiera ellos pueden respirar. Un gran número de ellos encontró en su antes plácido hogar su ahora tumba acuática y en cuanto los supervivientes logren salir a la superficie, ¿qué les espera fuera?

En el pueblo del Bosque todo se encuentra en calma. Ya no existe viento, ni tan siquiera pequeña brisa, que mueva las hojas de sus arboles, los cuales ahora caen calcinados bajo la lava con el mismo efecto de una película muda, solo que sin música de fondo que se cargué la estética del momento, ni un cartel en el que se pueda leer "Oh, no!". El shock es tan fuerte, la pérdida tan grande, que ningún Gormiti del Bosque se atreve a decir palabra ni a soltar quejido alguno. Ellos siempre han sufrido en silencio y ese momento más que ningún otro no iba a ser una excepción. Algunos se mueven entre las espesura que todavía queda intacta, mucho más rápido que normalmente, queriendo salvarse de ese hogar que ahora era una muerte segura. Los habitantes del Bosque que perecieron fueron, en su mayoria, los más ancianos, que ya no deseaban vivir más en vista de lo sucedido y decidieron morir a la vez que lo hacía el lugar que les vio nacer.

El pueblo del Aire se ha, simplemente, evaporado. No queda ya rastro de un solo Gormiti alado, ni pruebas de que hubieran existido alguna vez tampoco.

En el pueblo de la Roca todo se desmorona. Sin el poder del Orbe, la tierra tiembla y de milagro no se parte en dos. Sin embargo casas, altos valles, montañas y desfiladeros... todos se desmoronan hacia abajo, pues ya no hay poder alguno que los mantenga y las grandes rocas en las que se dividen caen asesinando a varios de los Gormitis de la Roca, dentro de lo malo de forma rápida, que no fueron lo suficientemente rápidos o que cayeron por culpa de los temblores y ya había sido demasiado tarde para incorporarse, pues su propia piel de piedra no fue suficiente contra aquél Armagedon.

Sí, no habían sido testigos de la batalla que había iniciado esa horrenda masacre, pero era obvio que, a pesar del número superior y contra todo pronóstico, habían perdido la guerra.

Sus Señores, sus héroes, estaban ahora muertos y no había nadie que pudiera tomarles el relevo.

Y ello significaba que ahora incluso el mayor de todos los Elementos era vulnerable y se había quedado sin aliados.

Había llegado el fin.


El Templo de Luminor ya no era lo mismo, sin duda. No había gritos ni tampoco horror como en el plano fisico de Gorm, pero la calidez moría a cada segundo, al igual que la hospitalidad del Señor más poderoso de todos. Y ahora también el único.

— Ríndete Luminor —habló el gran Obscurio, la entrada de ese sagrado templo siendo violada por el mero hecho de su horrenda presencia, las paredes de luz solar, al igual que los Orbes anteriormente, se infectaban en negro, acencuando la figura del gran villano con claro oscuros. Iba desarmado, dando un claro ejemplo de todos los Gormitis de Lava, que siempre cantaban victoria antes de tiempo—, tus Señores de la Naturaleza no van a venir a ayudarte: han muerto —la frialdad con la que dio la noticia, sorprendentemente, no fue lo que más dolió. Obscuro soltó una risa gutural, sin embargo Luminor no se movió, ni pensaba hacerlo pronto—. Comprendo que quieras seguirles, pero estaría loco si deseara darte el descanso eterno —el Gran Señor o, mejor dicho, el Gran impostor de la Lava, trató de encontrar una mirada llena de pánico bajo el casco de la armadura de Luminor, pero no lo consiguió, dato que lo irritó sobremanera. Tomó el cuello del Señor de la Luz, pero ni con eso su adversario reaccionó—. Vamos a ver que tal te sienta vivir en la misma prisión sin paredes en la que tú mismo querías desterrarme a mi, traidor.

El portal fue abierto a una orden muda de Obscurio, un gran boquete en el suelo que se lo tragaba todo, menos a ambos.

— Has batallado durante siglos para hacer tuyo un mundo entero que ahora destruyes —Luminor habló por vez primera, con una calma que estaba muy lejos de sentir—. ¿Crees que vale la pena?

¿Valia la pena? Oh, sí. ¿Era acaso suficiente? No, de eso nada. Gorm fue solo el principio. Con la mayor orma de su zapato ya destruida, hacerse con otros mundos sería tanto sencillo, como su razón para vivir.

— ¿No vas a defenderte, luchar por tu elemento? —preguntó Obscurio con un deje de diversión, Luminor respondió con su silencio— Cobarde.

El Gormiti de Lava lo llamaba cobardía, pero en realidad era pura previsión. Luminor, con todos los siglos que cargaba a sus espaldas, sabía muchas cosas, una de ellas era que todo fin acarreaba un nuevo principio. Y él quería estar presente cuando el pueblo de la Lava recibiera su merecido en ese nuevo capítulo.

Sin más su archienemigo, de espíritu devorado por la oscuridad, soltó su cuello, permitiendo que cayera al vacío, hacía la desesperación. Ni siquiera en ese momento el Gormiti de la Luz se derrumbó, al menos psicológicamente hablando.

Sin él último de los Señores presente, Obscurio ya se sentía completo, lo que deseaba, ya lo había conseguido. Y por consiguiente ahora comenzaba a desear otras cosas.

Su vista se clavó en la entrada delante de él, esa que sabía perfectamente bien que solo dirigía a un solo lugar.

El Templo del Viejo Sabio.


— Despierte, por favor, se lo suplico, despierte... —la voz de Razzle era ahora un fantasma de lo que había sido, desde que... desde que... eso, el pobre anciano había caído a los altibajos de su edad al saber que sus cuatro hijos habían caído en batalla, se había desvanecido en el suelo de su Templo.

Anque seguía respirando y Razzle muy atentamente había colocado una almohada bajo su cabeza, el anciano seguía sin despertar, aunque el pequeño dinosaurio se había dejado la voz repitiendo lo anterior una y otra vez.

El sonido de la Gran Destrucción de Gorm de fondo no ayudaba en nada a sus nervios.

El sonido del portal abrirse, teniendo que ver al destructor salir de él a partir del Templo de Luminor terminó de matarlo en más de un sentido, pero no en el literal.

El Gormiti de Lava no tuvo problema alguno en tomar al dinosaurio y a pesar de los gritos, quejas y mordidas del ser verde, Obscurio se lo llevó lejos del inconsciente anciano por la fuerza.

Deseaba un nuevo mundo que cayese bajo su yugo, eso iba a tener.


Los Orbes no estaban, sin embargo, tan muertos como todos creían, más bien al igual que la Bella Durmiente, se encontraban en estado de reposo, a la espera de que nuevos héroes los despertasen.

Héroes de los cuales sus rostros se vieron reflejados durante unos segundos, en un rápido destello de luz, enmedio de toda aquella muerte.

Los rasgos de su raza recordaban a los del Viejo Sabio. No eran Gormitis, sin embargo humanos tampoco.

Simplemente Señores de la Naturaleza.