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Marauder! Crack
Visitas
La enfermería suena a jazz. Es domingo y el gramófono muggle de Remus desgasta el vinilo, raya a raya, minuto a minuto. Tiene una colección extensa de discos y podrían estar escuchando Abbey Road pero es muchísimo más divertido poner a Charlie Parker y asistir al recital de quejidos de Sirius contra esa música absurda que suena siempre igual, para atrás y para adelante y otra vez lo mismo. ¿Cómo coño distingues una canción de otra, lunático?
- Con el oído para escuchar que a ti te falta para cantar, Canuto.
Y más tomaduras de pelo. Sobre si le ponen drogas que le hacen tan gracioso y si está dispuesto a compartir las pociones que le untan en la herida para comprobar si es contagioso tanto humor.
- La enfermera es guapa, Sirius- dice Peter- a lo mejor no le importa atenderte también a ti.
- Nunca le ha importado que sean guapas. ¿Nadie se acuerda de la estudiante de intercambio que vino el año pasado? ¿Annie... cómo se llamaba, Peter?
- Annies Horribilis – responde Peter, sin poder aguantar la risa.
- Oye, subnormales envidiosos de mierda, ¿os digo yo lo feos que sois cuando os levantáis por las mañanas?
- De hecho, sí.
- Cállate, Remus. No les defiendas.
La hora de visita es eso: UNA HORA de visita pero la enfermera no se basta para sacarles una vez que ha concluido y en vista de que la mejoría de Remus es consistente, no tiene fiebre y ya ha remitido el peligro, les deja quedarse un ratito más que pronto se convierte en toda la mañana. Cerca de la hora de comer, el estómago de Peter emite un rugido escandaloso y Sirius todavía se está riendo –alguien se ha tragado el león del escudo de Gryffindor- cuando se abre la puerta para que Lily Evans llene la habitación de luz.
- Esa enfermera loca casi no me deja visitarte- dice, antes de darse cuenta de que le miran los cuatro amigos y un gramófono que trompetea sin descanso. – Ah, hola- y acto seguido. – Puedo volver más tarde.
Dicen "no" al mismo tiempo. Dos voces pero James suena más exaltado que Remus.
- No, en serio. Nos vamos nosotros.
- ¿Ah, sí? – pregunta Sirius, sin ninguna intención aparente de moverse.
- ¿A comer? – Peter parece esperanzado.
- No hace falta que se vaya nadie- concluye Remus. – Aunque los que tienen hambre pueden hacerlo cuando quieran, Peter.
Lily medita en el umbral. Salir o quedarse. La habitación está llena de chicos que le miran. El ambiente es intensamente masculino y se siente como una intrusa, pero hay algo, una invitación en la mirada de Remus y algo más intenso, una súplica –por favor, quédate- en James Potter que no se siente capaz de ignorar. Toma una decisión y cierra la puerta. Sirius le deja la silla que está más cerca pero Lily se sienta en el borde mismo de la cama, aérea y leve. Mira fijamente a Remus, como si le examinara detenidamente para asegurarse de que no hay nada que los doctores no hayan visto. Parece que se da por satisfecha y que se anima a abrazarle con suavidad, para no hacerle daño. Cuando se separa, solo se escucha a Charlie Parker.
- Estoy bien, Lily. No es para tanto.
- ¿Seguro? – le tiembla la voz.
- Dicen que en una semana puedo ir a clase de nuevo.
Sirius interrumpe el momento murmurando y lo dice contento, como si no diera crédito. Es preocupante, añade James, en el mismo tono. Lily se permite sonreír y saca una tableta de Honeydukes, escondida dentro de la túnica.
- Chocolate, a cambio de que me digas qué demonios te ha pasado.
Más que nadie en Hogwarts, Remus está acostumbrado a guardar secretos, por eso sabe que llega un momento en que seguir escondido es una crueldad intolerable. Llega un momento en el que callar es mentir y no hay excusa.
- Me han pegado tiro- intenta decirlo sin dramatizar.
- ¿Qué! – pero la tempestad verdosa en la mirada de Lily le asegura que no ha terminado de conseguirlo.
- Soy un hombre lobo, Lily. Parece que a la pobre chica le van a salir los ojos de las órbitas.
- ¿Qué!
Y Sirius como siempre tiene que decir algo. Nunca se sabe si para evitar incomodidades o para echar leña al fuego.
- También le gustan los tíos.
- Repite eso – Lily no da crédito.
- Que le gustan los tíos- repite.
La mirada de Lily podría fulminar a un hombre corriente. A Sirius apenas le traspasa.
- Eso ya lo sé, Black. – Toda la atención de Lily es para Remus. - Repite otra vez lo del lobo.
Esa mañana, suena Charlie Parker, "el pájaro", mientras Remus Lupin, el lobo, cuenta su historia y Lily se siente como la chica más idiota del universo porque si todas esas enfermedades coincidiendo con la luna llena no le habían hecho darse cuenta, que le llamaran constantemente "Lunático", al menos, tendría que haberle llevado a sospechar algo. Se siente estúpida pero por encima de todo ello, se siente más intensamente unida que nunca a Remus. Como si comprendiera al fin una pieza vital para entender el puzzle de su mejor amigo. Al finalizar la visita, se despide de él con un beso suave y casi fantasmal sobre los labios que deja a James sin palabras, a medio camino entre la fascinación y los celos y a Sirius con la mosca detrás de la oreja.
El perro ladra antes de que la chica se haya acabado de marchar.
- Así que le dijiste a Evans que eras marica antes que a mí.
- Eso me temo. Y es raro que lo hiciera porque con tu sensibilidad para los sentimientos, tenía que haber recurrido a ti el primero.
Sirius ignora el sarcasmo.
- Hay que joderse.
James parece hundido.
- A lo mejor le digo yo también que me gustan los hombres.
Peter le da una palmadita en la espalda pero no le consuela. La imagen de los labios de Lily besando suavemente la boca de Remus le sigue incordiando y se resiste a dejarle en paz. A Sirius le pasa tres cuartos de lo mismo pero no es por celos, obviamente. Obviamente. Es porque, coño, le dijo que le gustaban los tíos a ella antes que él. ¡Antes que a él! ¡Y a una chica! Es como cagarse en el espíritu de los merodeadores, ¿no? Pff, a saber qué más le habrá contado que él no sabe.