¿Qué paaaaaaasa?

¿Me echaron de menos? ¿Un poquitín? ¿Sí?

Naaaa a quien engaño. Supongo que por aquí se entretienen lo suficiente como para no acordarse de mí.

Bueno... hace ya como 5 semanas que publiqué el primer capítulo de esta historia... y mi intención no era tardar tanto. Me gustaría poder decir que fue por que estaba muy ocupado y me fue imposible. Pero mentiría. Es cierto que tuve cosas que hacer y algún asuntillo, pero también es cierto que hubo muchos días en los que simplemente no me apetecía escribir. Y cuando me sentaba ilusionado con ganas de crear algo ... pues solo salía bazofia. Claro estar escribiendo tantas cosas a la vez tampoco es que ayude en realidad.

Y no es que esto me parezca bueno ... creo que he bajado mucho el nivel con respecto al primer capítulo. Creo haberla regado, pero en mí opinión este capítulo no era el mejor de la historia, aún así no estoy contento. Pero en fín, no es como si en el momento de publicar cualquier cosa me gustara.

Sigo con demasiados proyectos abiertos y eso podría seguir haciendo que me retrase. Lo siento pero ... ya no se le puede hacer nada. A veces me viene una buena historia y comienzo a escribirla sin pensar en que ya tengo demasiados primeros capítulos empezados que ni siquiera he publicado. Espero que esta situación no acabe conmigo.

Pero no seamos pesimistas ... ¡No es mi estilo!

A RESPONDER COMENTARIOS

El caso es que quiero agradecer la en mi opinión muy buena acogida que tuvo esta historia. Son muchos comentarios que responder esta vez, así que pienso tomármelo con calma.

WolfScorpio: ¡Gracias! Po acabó regándola si ... es lo que pasa por hablar sin pensar. Espero que lo que sigue de la historia te siga gustando. Por cierto, yo sigo al pendiente de la tuya ... ¡Así que no te olvides de continuar escribiendo! (nótese la hipocresía de que sea yo el que diga eso).

laiger0: me alegra que te guste, siempre es un gran apoyo que la gente valore tu trabajo.

Rayber The Lotus Flower (Lin): ¡HE RECIBIDO UN MALDITO COMENTARIO DE LIN! (danza de la victoria ... un poco ridícula) ¡Me siento honrado! Bueno, al caso... el capítulo fue empalagoso desde luego, pero nada que una buena película de terror no arregle (digo como si hubiese encontrado una buena película de terror los últimos 15 meses). Me alegra que vayas a leer mi historia, siempre es alentador tenerte entre el público jajajaja. Leeré las historias de Rayber siempre que pueda, no solo para saber más de tí ( que también, me intrigas un poco ...). ¡LA PIZZA IMAGINARIA ESTABA DELICIOSA! ... aunque la peli que la acompañara fuese una asquerosa montaña de basura ( en el mal sentido ).

Beetween the notes: jejeje trasnochar por estar leyendo fics... todos lo hemos hecho alguna vez admitámoslo. Toda persona ha metido la gamba alguna vez mientras hablaba al decir algo que definitivamente sabía que no debía decir. Es parte de los que somos... idiotas sin suerte. Lo importante es tomárselo con humor ... y encontrar alguna recóndita forma de solucionarlo. Gracias, las conversaciones son parte muy importante en el desarrollo de una historia, me alegra que te gusten. Espero que no tuvieses muchas ansias ... porque me tardé un montón. Espero seguir sabiendo de ti.

TheAlienHeart: en realidad... yo estoy de acuerdo con ambos. Si se puede decir que Tigresa tiene motivos para estar enfadada... pero también se puede decir que es una respuesta un poco exagerada al problema. Ambos puntos de vista son defendibles en mi opinión. A veces es difícil para nosotros entender a las mujeres, pero seamos sinceros, en ocasiones ni siquiera lo intentamos realmente. Cuando una mujer tiene la personalidad de Tigresa ... pues tampoco ayuda al entendimiento. Me alegra que te gustara la historia. Espero no regarla con este fic, me esta costando avanzar con el, no quisiera acabar metiendo la pata (estilo Po jajaja). Espero que este capítulo también te guste.

Scart: Po siempre será Po ... y le queremos por ello. Además es gracioso jajajaja

Guest (1): ¡No prometo nada! ... yo como autor me reservo el derecho a matar personajes de forma unilateral ... No te tomes esto a mal pero ... me alegra que sufrieras ... ¡Eso significa que lo hice bien!

Guest (2): estoy en ello, la historia continua ... lentamente pero continua.

Guest (3): jejejejeje ... perdón. Espero no tardar tanto esta vez ... espero.

Guest (4): quizá tengas razón. Supongo que en realidad todo depende del punto de vista.

copitopanda (guest): ¡EL DOLOR ES NECESARIO! Espero que este capítulo también te guste ... el sufrimiento PODRÍA llegar luego jejejeje...

Guest (5): jejejeje espero no haberte hecho esperar más de lo necesario.

Gracias a todos de nuevo por tomaros la molestia en comentar. Quisiera no tardar tanto esta vez en actualizar, en fin ... quisiera.

Disclaimer: Kung Fu Panda no me pertenece, y no hago esto con ánimo de lucrarme.


¿Quién?

Suspiró con fuerza y volvió a encaminarse hacia su armario. Dio media vuelta y fue hacia su cama, y hacia su armario y hacía su cama. No podía estarse quieta, no podía. No quería. Estaba poniéndose histérica, y no la gustaba tener que "esperar" en su cuarto hasta no se sabe que. La situación la molestaba y ya había perdido la intención de ocultárselo al resto, quería saber lo que pasaba y quería saberlo ya.

Puso sus manos detrás de su espalda y siguió dando vueltas en su habitación, de un lado a otro. Llevaba tanto tiempo haciéndolo que la dolían los pies. Pero no soportaba la idea de sentarse hasta que alguien tuviese la decencia de explicarla que es lo que estaba pasando. Llevaba dándole vueltas todo el día y nada tenía el menor sentido. Todo el mundo se comportaba como si se hubieran dado un golpe en la cabeza. ¡No existía la menor razón lógica para que se comportaran de esa forma! Si llegaba a descubrir que esto era alguna ocurrencia de los totalmente idiotas machos que vivían con ella ya podrían prepararse para tener que andar con las manos lo que les restaba de vida.

Suspiró de nuevo, estaba cansada. La dolía la cabeza y tenía la boca pastosa de no comer ni beber nada en todo el día. Por no hablar de que tenía la garganta irritada de haber gritado a todo el mundo esta mañana … ¡Y todavía no sabía por que!

Se sentó en la cama, ya se sentía un poco estúpida de caminar todo el tiempo hacía ninguna parte. Se juró a sí misma que como nadie la explicase algo en una hora derribaría una de las endebles paredes y obtendría ella misma las respuestas de lo que estuviese pasando. Apretó los dientes con fuerza al darse cuenta de que como le habían candado la ventana del cuarto, no tenía ninguna forma de darse cuenta de cuando había pasado una hora. Su oreja tembló al percibir murmullos provenientes del final del pasillo. Intentó entender lo que decían, pero su corazón estaba tan acelerado que no le permitía afinar tanto su oído. Maldijo en voz baja, tantos años entrenando en ese palacio y ahora era precisamente ahí donde sus agudos sentidos la fallaban. Pero si pudo saber una cosa: eran las voces de Víbora y el Maestro Shifu.

"Hija…"

El recuerdo de esa palabra la hizo apretar los dientes con más fuerza, y arrugar su nariz. Lo que fuese que estuviese pasando no la hacía ninguna gracia … ¡Ninguna gracia!

Sus ojos se dirigieron hacía la puerta cuando sintió que alguien estaba al otro lado. No, alguien no, Víbora…

- Tigresa… - La serpiente habló desde el otro lado de la puerta. – Voy a pasar. ¿Te parece bien?

- Sí, Víbora. – La felina no ocultó el enojo en su voz al responder. – Pasa de una maldita vez.

Oyó como la puerta se desbloqueó desde el otro lado. ¿La habían encerrado de esa forma? ¿Por qué no la habían metido en una de las celdas del sótano si tal era su intención? Definitivamente alguien iba a recibir una soberana paliza por esto.

La serpiente entró lentamente al cuarto cargando una bandeja con ella. Cuando hubo cerrado la puerta, se dio la vuelta y colocó la bandeja en la cama de la felina, justo al lado de ella.

- Te traje un poco de arroz y agua. – Comentó la reptil, usando una voz muy suave. – Debes de tener hambre.

- Estoy bien. – Respondió ella de forma fría. Mintiendo claro está. Mataría por apurar la jarra de agua hasta el fondo. – ¿Podrías explicarme de una vez que os pasa a todos?

- No hasta que comas y bebas algo. – Respondió Víbora, con firmeza, pero de forma suave. – Ayer no probaste bocado en todo el día y eso no puede ser bueno.

- ¡Qué ridiculez! – Exclamó Tigresa al levantarse de la cama. – ¡Almorzamos y cenamos juntas Víbora! ¡Y lo sabes muy bien!

- Bebe y come. Después, si quieres hablemos.

Le molestaba el tono de la reptil, pero no parecía quedarla más remedio que hacerla caso. Se sirvió un vaso de agua y se lo acercó a los labios, un poco ansiosa… pero antes de probar el líquido, observó la sonrisa de la reptil. No le gustaba esa sonrisa. Algo dentro de ella le dijo que olfateara el agua, y lo hizo, no se molestó en ocultarlo.

- ¿Crees que le hemos echado algo a la comida? – Víbora pareció entristecerse.

- No, pero esta mañana tampoco creía que me encerraríais como a una vulgar ratera… y míranos ahora.

Víbora boqueó un par de veces antes de responder, mientras se acercaba a la felina.

- Estábamos preocupados por ti, Tigresa. Aún lo estamos.

- ¡Pues dejen de preocuparse y explíquenme que diablos está pasando! – Un gruñido escapó de su garganta, ni siquiera se dio cuenta hasta que esta le empezó a doler. Víbora entrecerró los ojos, y volvió a hablar con calma, sin alterarse.

- Cuando comas y bebas. Ese era el trato.

Tigresa comió con lentitud el plato de arroz hervido que la reptil le había traído, después de haber comprobado que no tenía ningún olor extraño. Estaba un poco duro, pero la daba igual, tenía hambre y no tenía mucho sentido que se lo ocultara a sí misma en una situación como esta. Pero sin duda lo que más disfrutó era el agua. El refrescante líquido bajo por su garganta convirtiendo el ardor en un pequeño picor. Picor que desapareció al tomar y soltar aire con fuerza un par de veces. Tigresa se dio cuenta entonces del ansia con la que había ingerido el alimento que la reptil le había traído. Suspiraba agitada como si no hubiera probado bocado en días. Eso era absurdo, no se pasaba el día sin comer desde hace muchos años. Antes de que Po llegara al palacio. Y ese pensamiento hizo que Tigresa se concentrara de nuevo en el problema que la concernía. Miró de nuevo a Víbora, que la miraba satisfecha, sin duda por el hecho de que había comido ese arroz semi-crudo.

- Entonces… ya podemos hablar ¿Cierto? – Dijo Tigresa sobándose la cara, seguía estando cansada.

- Claro. Supongo que quieres hablar de lo de esta mañana …


La picaban los ojos. No había dormido bien. Estaba demasiado enojada como para poder descansar como se debía. Estúpido panda. Encima tenía que robarla sus horas de descanso. Suspiró mientras se incorporaba. En realidad, no podía negarse a sí misma que acurrucada en los brazos de Po había dormido mejor que en toda su vida. Pero eso no quitaba que estuviese enfadada con él. Po debía aprender a pensar en ella, en su vida, en toda su vida, y no solo en él tiempo que compartían. Apretó los labios mientras se colocaba la ropa un poco mejor, ayer en la noche apenas se la había puesto encima antes de dejar solo a Po en el Durazno de la Sabiduría Celestial. Si alguno de sus compañeros la veía así no tardarían en hacer comentarios, y ahora mismo no la apetecía tener que romperles un hueso. Al estirarse para colocar su pantalón pudo sentir de nuevo un pinchazo en su vientre, que hizo que sus piernas temblaran muy ligeramente. Ya no dolía tanto como antes, seguía siendo una incomodidad para tener en cuenta, pero podría entrenar durante el día. Sí Po pretendía que estuviese detrás de él durante su día libre estaba equivocado. Le demostraría a ese panda que seguía siendo una mujer independiente que no estaba ahí solamente para satisfacer sus deseos de cariño. ¿Acaso creía que ella solo existía para darle caricias y besitos? Pues si los quería tendría que disculparse, disculparse como es debido. No un desesperado montón de banalidades como las que le dijo esta noche para evitar que se fuera.

Ese panda iba a aprender a respetarla, y a no inmiscuir sus asuntos personales en las tareas del Palacio de Jade. Ella misma se encargaría de ello.

El gong sonó como cada mañana y ella salió de su habitación, fijando su vista en la puerta del cuarto de enfrente.

- ¡Buenos días, maestro! – Los cinco furiosos saludaron. Tigresa no volteó a ver al panda que estaba al final del pasillo…

- Buenos días, alumnos … - La voz áspera y conocida del panda rojo hizo que Tigresa volteara extrañada. - … vayamos al salón. Hoy deberán aprender …

- ¿Maestro Shifu? – Tigresa no entendía. El panda rojo dejó de hablar y volteó a verla, al igual que sus compañeros.

- ¿Sí? – El panda rojo miró de forma neutral a la felina que tenía una ceja alzada. - ¿Sucede algo?

- Bueno … no, pero … ¿Qué hace usted aquí? – Todos ladearon la cabeza ligeramente tras escuchar a Tigresa. – Con todo respeto, me ha sorprendido verlo.

- Y … ¿Porqué habría de sorprenderte, Tigresa? – Grulla, que era quién más cerca estaba de la felina, mostraba una curiosa expresión en su rostro.

- Bueno … no había vuelto a guiarnos en el entrenamiento … -Tigresa contempló como todos los presentes intercambiaban miradas sin contestarla.

- ¿Cómo? – El Maestro Shifu torció la boca al preguntar, los que lo conocían bien sabían que era un gesto habitual cuando estaba confuso.

- Ya sabe … - Tigresa se estaba poniendo nerviosa por la actitud de todos, ¿Se estaban burlando de ella? – Desde lo de Kai.

- ¿Quién? – Mono tenía el cuello arqueado con la cabeza hacia atrás.

- Kai – Repitió Tigresa. Todos la miraban extrañados, ¡Malditos idiotas! Ya estaban de nuevo con la bromita de no saber quién era Kai. Se les había vuelto costumbre reírse del complejo que tenía el yak porque nadie le recordara. – Ya corta con el chistecito Mono, sabes perfectamente quien es Kai.

- No … - Mono repitió. – No tengo la menor idea.

- Yo tampoco – Víbora miró al Maestro Shifu, que parecía … ¿preocupado?

- Hija…

Las pupilas de Tigresa se dilataron, estuvo dos segundos manteniendo la respiración. Shifu seguía hablando, pero Tigresa ya no escuchaba. ¿Acaso había oído bien? ¿Le había llamado "hija"? ¿Por fin? Pero eso era ridículo.

"En todos estos años él no ha … no ha podido … yo no he logrado que… He entendido mal, debo haber entendido mal. Eso es imposible" Pero la angustia de Tigresa no la abandonaba. Siempre quiso escuchar esa palabra, y para una vez que lo hacía, era por un error de sus afinados oídos. Sus sentidos no la fallaban desde hacía años, y la primera vez que lo hacían, tenía que ser con el asunto que más dolor la ha causado a lo largo de su vida. Parecía una maldita broma de mal gusto. Sintió como la garganta se le obstruía por la emoción que intentaba contener. Debía controlarse, ya no era una cachorra, hacía años que había superado esto, ¿Verdad? Por supuesto que no. Llevaba años ocultándolo a la perfección, pero nunca lo había olvidado, siempre quiso que Shifu la quisiera como un padre. Pero eso nunca fue posible, ¿Por qué iba a serlo ahora? No había ningún motivo racional para que de repente el panda rojo la hubiera llamado de esa manera… ¿Y si no hubiera sido de repente? ¿Y si simplemente al maestro se le hubiese escapado? ¿Y si él llevaba reprimiéndose esos sentimientos todos esos años, al igual que ella? ¿Pudiera ser que la quisiese en secreto durante tanto tiempo? ¿Pudiera ser que el siempre la hubiese considerado una hija, sin nunca dar una prueba de ello? Eso no tenía ningún sentido, pero resultaba una idea tan dulce … que ni siquiera la Maestra Tigresa pudo contenerse de soñar despierta con ello. Era absurdo hacerse ilusiones, pero no pudo evitarlo, era aquello con lo que había soñado durante toda su vida. Años de duro entrenamiento, renunciando a todo: los amigos, la familia, el amor, la diversión, las locuras de adolescente… todo para poder obtener el cariño del panda rojo. No se iba a privar además de soñar con que pudiera ser cierto, no iba a impedirse creer que había una posibilidad de que la quisiera como algo más que una estudiante. Tenía que preguntar.

Tigresa miró a todos sus compañeros, que habían formado un corro a su alrededor, con el Maestro Shifu en el centro.

- Tigresa … ¿Qué tienes? – Víbora se veía preocupada.

- ¿Cómo me ha llamado, maestro? – La felina tenía la voz un poco rota, pero nadie lo notó.

El panda rojo la miró extrañado, y volteó para decirles a los demás que se alejaran, que la dejaran respirar.

- Tigresa … - Fue interrumpido antes de terminar.

- Por favor maestro … ¿Cómo me ha llamado? – Tigresa tenía las orejas gachas, de eso, si se pudo dar cuenta todo el mundo.

- Te he llamado "hija", Tigresa. – La felina no pudo respirar durante unos segundos, el llanto contenido no se lo permitía. – Es lo que eres. Eres mí hija ¿Qué es lo que te pasa?

"Eso … él ha dicho que … Esto no puede … no podría ser …" Un par de lágrimas asomaron a los ojos de Tigresa, si esto era un sueño, debía ser el más feliz de su vida. Pero había algo que no aún no comprendía.

- ¿Por qué? – Preguntó con firmeza, en su tono. Shifu y los demás se quedaron callados unos segundos, mirándose entre ellos, como si todo esto no tuviera el más mínimo sentido.

Bueno, para Tigresa tampoco lo tenía.

- ¡¿POR QUÉ?! – Tigresa exclamó con todas sus fuerzas. Haciendo reaccionar a todos sus compañeros, que se alejaron débilmente.

- No te entiendo Tigresa, ¿Qué te está pasando? – Shifu, preguntó, él era el único que se había quedado en el sitio, sin alejarse de la felina. Estaba verdaderamente preocupado.

- ¡Soy yo la que no lo entiende! – Tigresa reclamó. No se sentía tan feliz como debería. - ¿Por qué ahora? ¿Por qué tan repente? ¿Por qué no durante todos estos años? ¡¿Por qué?!- Un gruñido empezó a salir de su garganta, no muy fuerte, pero si audible … y aterrador.

- Tigresa … este comportamiento es inaceptable. – Shifu, dijo con voz calmada.

Ninguno en ese pasillo esperó oír el terrible rugido que Tigresa lanzó a su aire, haciendo vibrar las paredes de cada habitación que les rodeaba.

- ¡Tigresa! – Víbora exclamó, incrédula por el comportamiento de su mejor amiga, mientras todos los demás se frotaban los oídos. – Me estás asustando.

La felina dirigió su atención a la serpiente. Ya se había olvidado de la presencia del resto de los Cinco Furiosos.

"Un momento…. Víbora, … Mono, … Grulla, … Mantis … y el Maestro Shifu …"

- ¿Dónde está Po?


Tigresa aguantó la mirada a la su compañera que la miraba desde el suelo. Víbora parecía tan calmada … que enervaba a Tigresa, ¿Cómo mierda podía quedarse ahí parada mirándola con todo lo que pasaba? ¿Es qué todos se habían vuelto locos?

- Sí … me gustaría aclarar lo de esta mañana.

- ¡Bien! -Víbora mostró una sonrisa de esas que alegran la mañana a cualquiera. Tigresa sintió ganas de estrangularla, pero se aguantó. – Entonces quisiera preguntarte un par de cosas.

- ¡NO! – La sonrisa de la reptil desapareció. - ¡Soy YO quien tiene cosas que preguntar!

- Tranquila Tigresa… - Víbora movía la punta de su cola de arriba abajo… suavemente. – No te alteres. Te prometo que estoy aquí para que todo esto se aclare. Solo confía en mi Tigresa … ¿Confías en mí? – La reptil abrió los ojos enormemente, y miró a la felina con ojos ligeramente vidriosos … no era una mirada de súplica falsa … Víbora de verdad deseaba una respuesta afirmativa. A Tigresa le costó responder, no entendía lo que pasaba. Quería confiar en su compañera… solo esperaba no arrepentirse de ello más tarde.

- Sí, Víbora – Las facciones de la serpiente se relajaron. – Confío en ti.

- Genial. Dime Tigresa … ¿Sabes quién soy?

"¡Oh por los ancestros de Oogway! ¡¿Qué ridiculez de pregunta es esa?!"

- Si. Víbora … sé exactamente quien eres.

- Bien, bien. – Víbora permanecía calmada. – Soy tú amiga … ¿Cierto?

Tigresa se estaba empezando a impacientar mucho con esto, las pequeñas venas marcándose en sus ojos así lo demostraban, pero decidió continuar con el jueguecito de la reptil.

- Sí Víbora … somos amigas.

– Y … ¿Sabes quién eres tú? – Tigresa no pudo evitar fruncir el ceño. "Ohhhh vale, ya tuve suficiente"

- ¡¿A qué viene esto Ví …?! – No pudo acabar la frase

- Por favor Tigresa … por favor. – La felina miró a los ojos a su amiga, sabía que algo debía estar pasando por la cabeza de la reptil. Los ojos que normalmente destilaban dulzura y encanto ahora estaban … ¿Preocupados?... En fin… no pasaría nada por ver a que llegaba esto…

- Soy Tigresa. La Maestra del estilo del Tigre del Palacio de Jade.

Víbora sonrió ante eso.

- ¿Te importa si …? - Señaló con la punta de su cola a la cama de su compañera.

- Adelante. – Víbora se sentó al lado de Tigresa antes de volver a hablar.

- Dime Tigresa … ¿Sabes quiénes son tus padres?

Tigresa tuvo que utilizar todo su autocontrol para no gruñir. Esa serpiente sabía que ese tema era tabú. No le gustaba hablar de eso y ella debía respetarlo … ¿Además que relación tenía aquello con lo que pasaba?

- No … - Respondió con firmeza, mirando intensamente a la reptil. – Nunca los conocí, me crie en un orfanato.

Víbora asintió, pidiéndole disculpas con la mirada a su amiga.

- Bao Gu.

- Sí, el orfanato de Bao Gu.

- ¿Me contarías como era tu vida allí?

Tigresa agachó la mirada. ¿A qué venía todo esto? No quería rememorarlo todo de nuevo. Se reprendió mentalmente, era una maestra del Kung Fu. No debía achantarse como un cachorro asustado por contar algo que le pone triste. Debía ser fuerte, y comportarse como es debido.

- No muy agradable. – Tigresa apartó la mirada de los ojos de la reptil. - La gente de allí no estaba costumbrada a convivir con un cachorro de Tigre. No estaban preparados para la fuerza que iría desarrollando, ni tampoco la furia. Cuando fui lo suficientemente mayor, los objetos que cogía entre mis patas de rompían. Si cogía de la mano a alguien … le hacía daño. Los demás niños dejaron de querer acercarse a mí, por qué me tenían miedo. En poco tiempo las cuidadoras también empezaron a tenerlo. No me permitían salir a jugar con los demás niños, ni siquiera comer a la misma hora que ellos. Me sentía frustrada… dolida … furiosa... y un poco sola. Empecé a romper los muebles de mi habitación, y a destrozar la puerta para poder salir y ver a los demás cachorros. Pero ellos … solo salían huyendo de mí, como si fuera un … un monstruo. – Tigresa se obligó a recomponer su voz, no debía aparentar debilidad. – Pero claro eso ya te lo había contado. – La felina volvió su mirada a la hembra que estaba sentada a su lado. No quería que sonase a reproche, pero no pudo evitarlo. Ella sabía que ese tema era doloroso, ¿Qué ganaba haciéndoselo recordar?

- Es cierto, ya lo sabía. – Víbora se disculpó con la mirada, pero no dijo nada más.

- Las cuidadoras, me encerraron en una habitación con puerta forjada. Creyeron que de allí no podría escaparme… la realidad es que ya había dejado de intentarlo. Sabía cómo me veía el mundo… empecé a creer que de verdad era un monstruo. Así que me quedaba en mi … "cuarto" …

El silencio se hizo presente durante un minuto entre las dos. Tigresa casi se había olvidado de el motivo de esa conversación …. casi.

- ¿Qué pasó luego?

- Bueno. El Maestro Shifu fue al orfanato.

- ¿Y?

- Víbora. ¿A qué viene todo esto? – Tigresa se volteó exasperada. – De verdad que no estoy de humor.

- Se que estas confundida Tigresa, pero no hago esto sin motivo. – Víbora colocó la punta de su cola en su hombro. – Solo quiero saber la razón del malentendido de esta mañana.

- Yo también quiero eso. – Esta vez no se molestó en esconder el reproche.

- Entonces sigue hablando. Y las dos lo encontraremos.

Tigresa suspiró sonoramente mientras miraba al suelo y arqueaba la espalda.

- El Maestro Shifu me enseñó a controlar mi fuerza. Tardó meses, pero lo logró. Ya no rompía los muebles o los juguetes. Con el tiempo, los niños dejaron de tenerme miedo. Pude salir de mi habitación y hacer vida de un cachorro normal. Pero nadie quería adoptarme … hasta que un día el maestro volvió al orfanato… y me trajo con él al palacio.

- Sí. – Víbora asentía con la cabeza. – Esa historia la conocía. – A Tigresa se le hacía rara la actitud de su amiga. Parecía creer que sabía mejor su historia que ella misma. No le gustaba nada eso. - ¿Qué pasó después?

- Comencé a entrenarme en el Kung Fu.

- Sí. ¿Qué hay de Shifu?

- Bueno, él era mi maestro. Yo quería pensar que era algo más, pero ... – Tigresa esperó un par de segundos antes de continuar. – Pero eso nunca sucedió.

- ¿Nunca? – Víbora pareció entristecerse. "Ya vale señorita sentimental. A esta historia tú ya deberías estar acostumbrada"

- Nunca. – Tigresa remarcó con fuerza. – Yo intentaba llamar su atención con mi habilidad en los entrenamientos. Pero él estaba dolido por lo sucedido con Tai-Lung. Nunca me vio de la misma forma que a ese traidor. Pasaron los años, … y supongo que me acostumbré a la idea. Él no iba a ser un padre para mí. – Tigresa calló y volteó para mirar a Víbora. La historia había acabado.

O eso creía.

- ¿Pero …? – La serpiente parpadeó dos veces al insistir, era un gesto dulce que hubiera podido derretir el alma de casi cualquiera. Menos la de Tigresa claro.

- Pero … no sé… supongo que en mi época adolescente aún seguía teniendo esa ridícula fantasía. – Tigresa comenzó a golpetear el suelo con el pie. Si bien esa parte de la historia era dolorosa, no lo era tanto. Le era peor la impaciencia de tener que soportar ese interrogatorio. – Si no podía ser su hija … si solo iba a ser su estudiante, pues me esforzaría en ser la mejor estudiante posible. En hacer que se sintiese orgulloso de mí. En conseguir que se alegrase de verdad de haberme traído al palacio.

- Sí. – Víbora asintió de nuevo.

- Durante años, fracasé. – Tigresa comenzó a juguetear con un trozo de tela de su chaleco. – No era lo bastante rápida, ni lo bastante fuerte, ni lo bastante poderosa … no era bastante.

- Sí.

- Un día, llegó la noticia de que un tal "Jabalí el Imparable" iba a atacar el Valle. No era algo fuera de lo habitual, de tanto en tanto solían aparecer idiotas a los que Shifu derrotaba fácilmente.

Víbora siguió asintiendo, con esa extraña sonrisa en el rostro de nuevo.

- Pero se puso enfermo, y no iba a poder pelear. Me envió a recoger a cuatro guerreros de Kung Fu de gran nivel… por algún motivo … no recogí a los que él esperaba.

- Ya … - Víbora soltó una risita juguetona. – Algún día nos enteraremos de como sucedió todo aquello. Quizá fuese el destino. ¿No?

- Yo solo sé que tenía el rollo con los guerreros que debía reclutar, fui a buscarlos y al llegar resultó que el rollo no tenía escrita la lista correcta. – Tigresa había pasado horas intentando descubrir que podía haber pasado, pero no lo había conseguido nunca. Quizá si hubiese sido el destino. – El caso es que el Maestro Shifu estaba decepcionado. Así que hice una tontería.

- Umm sí. – Víbora hizo una mueca al asentir esa vez.

- Me enfrenté a Jabalí … y le acabé derrotando. – Víbora miró expectante a la felina. Tigresa sabía lo que su amiga quería que dijera, así que decidió darle en gusto tras soltar un suspiro. – Con vuestra ayuda.

- Que no se te olvide. – Víbora asintió orgullosa, y contenta.

- Conseguí que Shifu estuviera orgulloso de mí. Y eso era suficiente. Fui feliz con eso durante muchos años. – Prosiguió Tigresa, estaba cansada, así que decidió que seguiría narrando más deprisa. – Fundé juntó a vosotros el grupo de los Cinco Furiosos.

- Es cierto. Lo hicimos bien. ¿Verdad? - Tigresa sabía que Víbora intentaba que la diera más detalles. Así que fingió no haberla oído

- Y con el paso de los años, llegó uno de los días más esperados de la historia de China, el día de la elección del Guerrero del Dragón.

- ¿Cómo te sentiste? – Tigresa suspiró internamente por tener que dar más explicaciones.

- Ansiosa, un poco nerviosa. Deseaba ese título. – Tigresa rememoró como era todo en aquel entonces. Ella misma había cambiado mucho desde aquellos días, por Po. – Consideraba que me lo merecía más que nadie. Que, habiendo peleado por mejorar durante tantos años, debía ser mío por derecho. Y … una pequeña parte de mí aún creía que Shifu me apreciaría más por convertirme en la Guerrera Dragón. Que quizá pudiera hacerle sentir aún más orgulloso. Quizá pudiera hacer que me quisiera más.

Tigresa no se había dado cuenta, pero el semblante de Víbora había cambiado drásticamente. Aún asentía, pero ya no parecía contenta, algo andaba mal. Algo perturbaba la mente de la serpiente. No es que no le gustara lo que Tigresa decía. No le gustaba la forma en que lo decía.

- Llegó el momento de la exhibición. – Tigresa continuó narrando, ajena a la preocupación de su compañera. – Todos estábamos dispuestos a dar lo mejor de nosotros mismos.

- Todos nosotros.

- Y lo hicimos, peleamos con todo lo que teníamos. Deseando ser elegidos por el Gran Maestro. – Víbora asintió en silencio.

- Cuando los combates acabaron, todos formamos frente a los maestros. – Tigresa parecía un poco perdida, aquel momento de su vida fue demasiado confuso. Demasiado intenso. – Y el Gran Maestro Oogway comenzó a caminar hacia mí.

- Sí.

- Y justo cuando iba a señalarme, justo cuando iba a recibir el mayor honor en la historia del Kung Fu. En ese instante en el que creía que todos mis esfuerzos habían servido para algo, que mi carrera como guerrera iba culminar de forma gloriosa … en ese momento … Po cayó del cielo y recibió el título de Guerrero Dragón.

Víbora guardo silencio, contemplando a la felina que sonreía ladinamente, casi de forma soñadora. La serpiente siempre disfrutaba con los momentos en los que Tigresa mostraba esa felicidad, esa alegría que podía traspasar la dureza que se había autoimpuesto. Cuando los labios de la guerra más poderosa y digna que la historia hubiese conocido se curvaban para mostrar al mundo que incluso ella podía ser feliz, con su vida de peleas y sacrificios. Pero a la reptil le fue imposible alegrarse por su amiga esta vez.

- No.


En fin... pues ya esta.

De todo la parte final es lo que menos me convence.

Ya sabéis ... se agradecen comentarios, sobre todo si encontráis algo que debería mejorar.

¡Agur!