Disclaimer: Todo lo que reconozcais le pertenece a Rick Riordan. Lo demás es mío. No obtengo beneficio alguno al escribir este fic.
Extra 03.
El día que Apolo se enteró del embarazo de Leo era lluvioso. El cielo estaba gris y lleno de nubes y el dios del sol estaba gruñón y cuando eso ocurría, la gente a su alrededor tenía que andar en puntillas cerca de él y tener cuidado con lo que hacía y decía. En esas ocasiones, ni Hermes podía animarlo ni tampoco ver videos de youtubers criticando a personas que se creían estrellas del pop pero que no lo eran en absoluto.
Su padre Zeus había tenido una rabieta por a saber qué cosa y conducir el carro del sol había sido una tarea estúpida porque las nubes lo tapaban.
-Esto es un asco. Compondré canciones tristes. Las canciones tristes se escriben durante días lluviosos porque la vista es deprimente. -El rubio se lamentaba. -A lo mejor hago un anuncio sobre perros abandonados o del hambre en el mundo. ¿Qué hay más triste que eso?
-La vida es más triste que un Happy meal sin juguete o un árbol de navidad roto. Es más triste que si a un ciego lo invitaran a ver las estrellas.
-La lluvia son las lágrimas de los chicos dark que se lamentan por las calles noche y día.
-Este día es tan gris como mi humor. Odio la grisedad de las nubes. ¿Por qué me haces esto, papá?
Leo Valdez estaba mortalmente aburrido. Su pareja cuando quería podía ser más dramático que nadie.
Pero a pesar de sus intentos por llamar su atención, el dios Apolo seguía ignorándolo. Se lamentaba y lamentaba cada vez más sombrío.
El hijo del dios de las fraguas se estaba deprimiendo y no a causa de la lluvia.
Su estómago rugió y le pidió a Apolo ir a comer pero cómo no, no le hizo ni caso.
Hasta que se hartó.
-Quiero salir a comer. -Leo le dijo con las manos en las caderas.
-Está lloviendo. No quiero salir. ¿Qué estúpido querría salir mientras llueve? -Apolo resopló.
-¡Yo quiero salir! Y por ende acabas de llamarme estúpido. Así que hoy dormirás en el sofá.
-No te he llamado estúpido. Solo he dicho...
-Sé lo que has dicho. Estoy embarazado, no sordo.
No era así como Leo pretendía darle la noticia, pero bueno. Cualquier momento serviría.
-¿Disculpa? ¿Has dicho embarazado?
-Sí. Tengo un bollo en el horno, una sorpresa en el huevo kinder... Como prefieras. Y te juro, que si no como un taco en los próximos minutos, voy a cargarme algo. Y te aseguro que tus instrumentos musicales serán lo primero en mi lista.
-Pero dragoncito de fuego... -El dios trató de negociar.
-¡Tacos! ¡Ahora! ¡Ya!
El rubio cogió su brazo con la intención de transportarlos a un restaurante.
-Quiero pasear. -Gruñó.
-pasear es estúpido cuando podemos aparecer ahí.
-¡Papá!
Apolo gimió. Hefesto acudía cada vez que Leo lo llamaba. Eso había ocurrido un par de veces en el tiempo que llevaban juntos y no había sido bonito para él.
Como el dios del sol había predicho, Hefesto apareció de inmediato.
-¿Qué le has hecho esta vez? ¿Si le has compuesto otra de tus horrendas canciones, voy a meter tu cabeza en un torno y la haré girar.
-Parece que papá está ligeramente cabreado. -Leo sonrió inocente.
-No le he compuesto nada. No sé por qué te cabreas tanto.
"Mi querido leo eo eo.
Cuando meo eo eo.
Tu preciosa cara veo eo eo.
Mi verdadero amor or or or.
A tu lado Matthew Dadario parece un horror or or.
Y las cloacas huelen mejor or or.
Es más soportable en mundo undo undo.
Cuando en tu interior me hundo undo undo.
Y te penetro profundo undo undo."
El dios canturreó entre dientes.
-No comprendo que tiene de malo esa canción. -Refunfuñó.
-¡la cantaste en mitad del campamento y cada vez que alguien me ve la canta!
-¿Y si no es otra canción, qué es? -El dios herrero preguntó.
-Este dios insensato no quiere cuidar apropiadamente a tu hijo embarazado.
-¡Apolo! -Hefesto tronó.
Sacó una taladradora gigante de uno de sus bolsillos y persiguió al dios del sol.
-¿Te has atrevido a poner un bebé en la matriz de mi hijo? ¡Voy a colgarte por los tobillos!
-Parece que la discusión no acabará pronto. Llamaré a Percy para ver si quiere ir a comer tacos. -Valdez murmuró.
Apolo se lamentó por su suerte y decidió que la lluvia no era tan mala después de todo.
Salió huyendo por la ventana pero Hefesto le seguía. Maldito condenado.
¿No podía hacer como él... Esto... otros dioses y desentenderse de sus hijos?
Pidió asilo a su hermanita pero ésta y sus cazadoras le echaron a flechazos. Y no de los buenos.
La vida de un dios es dura. -Pensó.
Nota: Y si queréis algún otro extra, podéis pedirlo.