-No la mates. Crearás una mártir –Dijo Haymitch, con la mirada suplicante.
-Pensé que ya la teníamos. –Contestó Seneca Crane, irritado.
El mentor del distrito 12 se encontraba teniendo una importante conversación con el jefe de los Vigilantes. ¿La razón? Su tributo, Katniss, había formado una alianza con Rue, la niña del distrito 11. Ambas se habían acercado bastante en la arena, pero cuando mataron a Rue, Katniss, enfurecida, tuvo la idea de hacer algo que ocasionó que el distrito 11 se saliera de control, teniendo cosas como revueltas, manifestaciones, e incluso agresiones contra agentes del Capitolio. Razón por la cual Seneca estaba bastante molesto, como si no tuviera ya a un tributo causándole problemas.
-Escuché rumores del distrito 11. –Volvió a hablar Haymitch. –Se te puede salir de control.
-¿Qué es lo que quieres? –Dijo el jefe, queriendo ir ya al punto.
-Hay mucha furia afuera, sé que sabes controlar una multitud, lo has demostrado. –Decía Haymitch, intentando convencer al Jefe. Sus dos tributos habían causado un gran problema cada uno, así que debía hacer algo para ayudarlos o de lo contrario podrían eliminarlos a ambos –Si no logras asustarlos, entonces dales algo que alaben.
-¿Qué cosa? –Preguntó interesado Seneca.
Haymitch dio un suspiro con una media sonrisa, haciendo un gesto con las manos antes de decir:
-Un amor juvenil.
-Así que te agrada una marginada. –Decía el presidente Snow, mientras admiraba las rosas en el jardín de su mansión.
-Todo el mundo los quiere, señor. –Contestó Seneca Crane, a sus espaldas.
-Yo no.
Luego de la conversación con Haymitch, Seneca se había dirigido a hablar con Snow sobre la idea que tenía para poder poner en orden las cosas en Panem.
-¿Has viajado allá? –Preguntó Snow, aún de espaldas al Vigilante. -¿Al diez, al once, al doce?
-La verdad es que no.
-Yo sí. Hay muchos marginados. –Continúo el presidente. –Mucho carbón, claro. Cultivos, minerales, cosas necesarias. Pero hay muchos marginados, y creo que si los vieras, tú tampoco los apoyarías. –Seguía admirando sus rosas.
-La chica generó problemas, señor. –Habló Seneca. –Pero no es nada que no podamos manejar. –decía, tratando de no sonar nervioso.
-Cuento con eso. –Contestó Snow. La acción de Katniss le había generado bastantes problemas, sin embargo, no era de ella de quien realmente quería hablar. –Y dime, ¿qué has averiguado sobre su, compañero? –Preguntó aún de espaldas el presidente.
-Pues… –Empezó a hablar Seneca. –No hay mucho que decir, señor. Su nombre es Peeta Mellark, de dieciséis años. Sin antecedentes. Sin familiares. Su familia murió en un incendio hace varios años, toda la casa se quemó, él fue el único sobreviviente.
Así que ese tributo era el niño que sobrevivió en aquel incendió en el distrito 12 hace 8 años. Eso en verdad le pareció muy interesante a Snow. El presidente se mantuvo en silencio unos momentos mientras pensaba, y luego volvió a hablar.
-¿Alguna otra cosa? –Preguntó el anciano.
-Es… panadero. –Contestó Seneca, sin saber que más decir.
Casi de inmediato, Snow se dio la vuelta para mirar al jefe con una expresión bien severa en el rostro.
-¿Estás diciéndome, que un panadero huérfano, del distrito más pobre de todo el país pudo, por sí solo, vencer a un arma que, se suponía, acabaría con cualquier enemigo del Capitolio? –Preguntó Snow, con gran seriedad.
-Cuando… lo dice así… de verdad suena terrible. –Contestó Seneca, con una sonrisa nerviosa.
-Sí, es terrible. –Asintió Snow, sin perder su mirada seria. –Y ya sea, que ese tributo logró lo que hizo porque habrá estado entrenando para los juegos sin que nadie lo descubriera antes, o, –Entrecerró sus ojos hacia el Vigilante. – tal vez, debido a la incompetencia de ciertos vigilantes. –Esto hizo que Seneca se inquietara más. –Eso no es lo terrible. Lo terrible, es, que si alguien, con la descripción de ese muchacho, puede enfrentar, vencer, y sobrevivir a un arma del Capitolio, entonces, ¿qué impediría a la gente en los distritos el revelarse, si algún día deciden hacerlo? ¿Entiendes lo terrible que es esto?
Seneca se quedó sin palabras viendo la expresión claramente enojada de Snow. Tenía toda la razón. Si un simple panadero podía hacerle eso a un arma tan poderosa, ¿cómo queda el Capitolio a los ojos de los distritos? ¿Cómo un chiste? ¿Bajo su mando permitió que un simple tributo los humillara de esa forma? El presidente no estaba nada feliz con esto. El Vigilante en Jefe se le quedó mirando, totalmente paralizado por el miedo que sentía al estar frente a frente con Snow en estos momentos.
Luego de un momento, Snow relajó su expresión para luego volver a hablar.
-Me agradas. –Dijo, con una expresión más calmada. –Mucho cuidado. –Habló para luego pasar a un lado del Vigilante y marcharse.
Cuando el presidente se retiró, Seneca soltó el aliento que había estado conteniendo. Nunca en su vida había estado tan nervioso como ahora. Snow no estaba nada feliz con lo que estaba pasando, pero aún le daba una oportunidad para poder arreglar las cosas. El Vigilante en Jefe sabía que debía hacer algo para poder calmar a la gente. Solo esperaba que su plan funcione, por su propio bien.
En la arena, Katniss se encontraba en medio del bosque sola, sentada tras un tronco con la mirada perdida, mientras su mente seguía divagando en lo que ha pasado en los últimos días, aún con la muerte de su amiga Rue en su mente.
Mientras Katniss estaba herida y desmallada debido a las rastrevíspulas, Rue le colocaba plantas medicinales en las picaduras y la vigiló por unos días mientras se recuperaba. Cuando Katniss finalmente despertó, vio que Rue no era una amenaza para ella, la había ayudado a escapar de los profesionales y la cuidó mientras estaba inconsciente, por estas razones, Katniss sabía que podía confiar en ella y aceptó formar una alianza con Rue.
Ambas habían formado un plan para poder equilibrar las cosas con los profesionales. Mientras Rue generaba humo desde un lugar apartado, atrayendo la atención de los tributos rivales, Katniss aprovechó para ir a su campamento y eliminar la pila de provisiones que tenían acumuladas. Rue había estado vigilando el campamento montado en el área de la cornucopia, así que sabía sobre la trampa de explosivos que habían montado los profesionales alrededor de las provisiones para protegerlas. Katniss aprovechó esto, y utilizando un tiro bien preciso con una de sus flechas, derribó una pila de las provisiones, haciendo que cayeran sobre las minas ocultas, detonándolas, y acabando con los suministros fáciles de Cato y los demás. El plan había tenido éxito.
Pero cuando Katniss usó el silbido de sinsajo que le había enseñado Rue para poder comunicarse y no recibió respuesta de ella, se apresuró a buscar a la niña, y al encontrarla atrapada en una red de trampa, Marvel, el tributo del distrito 1, apareció y arrojó su lanza contra ellas. Katniss respondió arrojándole una flecha, la cual impactó directamente en el pecho de Marvel, matándolo casi de inmediato. Desgraciadamente, la lanza del profesional logró darle a la pequeña Rue, provocándole una herida mortal. Katniss mantuvo a Rue entre sus brazos, mientras lloraba y le cantaba una dulce canción, hasta que finalmente Rue dejó de respirar y se escuchó el sonido del cañón.
Katniss cerró los de la pequeña con ternura y le dio un beso en la frente, antes de finalmente gritar de dolor. Rue no solo se había vuelto su amiga, le recordaba mucho a su hermana, y la forma en la que murió, asesinada por los juegos del Capitolio, hizo que finalmente empezara a odiarlos con toda su alma, compartiendo el odio que Gale siempre le había expresado sobre ellos. La chica en llamas sentía que esto no podía quedar así, deseaba poder hacer algo, algo para mostrar que la muerte de Rue no era solo un juego para la diversión. Fue en ese momento de ira y tristeza que recordó las palabras de Peeta.
No ser una pieza más de sus juegos.
Por fin había entendido lo que quiso decirle esa noche. Fueron estas palabras las que le hicieron tomar la decisión de juntar unas cuantas flores y acomodar el cuerpo de Rue entre ellas, para demostrar lo que la niña valía y la tragedia que fue su muerte. Utilizando el saludo con los tres dedos del distrito 12, Katniss honró a Rue y mandó un mensaje directo hacia la audiencia, sin saber lo que sus acciones habían causado.
Habían pasado un par de días desde esta tragedia, y la chica del 12 de momento sólo se enfocaba en mantenerse con vida, intentando cumplir con la promesa que le hizo a Rue, ganar los juegos y sobrevivir.
-Atención tributos, atención. –La voz de Claudius sonó en toda la arena, captando un poco la atención de Katniss. –La regla que exige un solo vencedor ha sido… suspendida. –Esto saco por completo a la chica de sus pensamientos, captando toda su atención. –Desde ahora podrá haber dos vencedores, si ambos provienen del mismo distrito. Este será el único anunció.
A Katniss le tomó solo un segundo en asimilar las palabras de Claudius.
-Peeta… –La chica en llamas se levantó inmediatamente y comenzó a moverse. Necesitaba encontrar al chico del pan.
Los pensamientos de Katniss sobre Peeta habían cambiado bastante durante los últimos días. Cuando lo vio con los profesionales no dudó en sentir odio hacia él, pensando que de verdad se había unido a esos asesinos. Sin embargo, recordaba que antes de desmayarse por las picaduras de las rastrevíspulas, Peeta la hizo alejarse de la zona e incluso detuvo a Cato para que no la persiguiera mientras huía. En ese momento Katniss estaba muy confundida por el veneno de las picaduras, así que no estaba segura de si lo que había pasado con Peeta era real o fue sólo su imaginación, hasta que Rue se lo confirmó.
Rue aún estaba escondida en los árboles cuando Peeta volvió por Katniss, y desde ahí observó todo. No solo le confirmó que lo de Peeta era real, sino que vio cómo él solo se enfrentó a los profesionales para que ella pudiera escapar. Esto dejó sin palabras a la chica del 12 e hizo que empezara a examinar con mejor ojo las acciones del chico del pan. Al comienzo de los juegos él le había indicado con la cabeza que no corriera hacia la cornucopia. Luchó contra los profesionales para que no la atraparan. Si no quería que le hicieran daño, ¿por qué unirse a ellos para cazarla? Pero recordó aquella noche en la que habían cruzado muy cerca de ella. Peeta había mirado justo en la dirección en la que Katniss se encontraba, entonces él sí la había visto, sabía que estaba ahí, pero no guío a los cazadores hacia ella, lo que hizo fue alejarlos de ese lugar. Eso quiere decir que, ¿todo este tiempo la estuvo protegiendo? Una sonrisa irónica cruzó por la cara de Katniss, el público seguramente habrá quedado conmovido por las acciones del enamorado.
El público. El acto de amor. Eso debía ser.
Por primera vez en la historia de Panem, se declaró que este año en los juegos podía haber más de un solo vencedor, siempre que los tributos fueran del mismo distrito. Katniss recordaba lo conmovida que estaba la gente con el acto de amor de Peeta hacia ella. Haymitch había dicho que jugar a los amantes podía conseguirle buena atención y patrocinadores. ¿Este acto fue capaz incluso de conmover tanto a la gente como para convencer al Capitolio de que los amantes trágicos del distrito 12 tuvieran una oportunidad de sobrevivir?
Peeta ya había jugado bien el rol de proteger a su enamorada. Ahora le tocaba a ella encontrar a su enamorado. Katniss se dirigió en dirección hacia el río, que según Rue, era la dirección hacia la que iba Peeta la última vez que lo vio. Sabía que Peeta aún seguía vivo, durante los días en los que estuvo inconsciente Rue le dijo cuales tributos fueron mostrados en las pantallas del cielo indicando sus muertes pero en ninguna ocasión apareció el rostro de su compañero. Tampoco había aparecido su imagen durante las noches en las que estuvo sola, así que el chico del pan aún seguía en la arena.
Utilizando sus habilidades de rastreo como cazadora, Katniss avanzaba por el bosque, tratando de encontrar el rastro de su compañero de distrito. Mientras iba avanzando cada vez más hacia el río, entró en un pequeño claro en el bosque, pero tuvo que detener su paso ante lo que vio en ese lugar.
"¿Qué pasó aquí?" Fueron sus pensamientos. Alrededor del claro, su visión captó varios árboles con ramas destrozadas y con grandes huecos en su tronco. Varias partes del suelo estaban removidas y esparcidas por todos lados, parecería que hubo una pelea por aquí. Katniss se acercó con cuidado a uno de los árboles para examinar mejor el huego que tenía. Era bastante extraña la forma que tenía, parecía la hubiese hecho golpeando fuertemente con un martillo. Mientras seguía examinando el lugar su vista capto algo en el suelo, algo de color rojo. Sangre.
La arquera se agachó para examinar ese lugar. La sangre ya estaba seca, parece que lleva unos días. Junto a la sangre tierra esparcida, yendo en una dirección, como si alguien hubiese estado arrastrándose. Entonces le entró un pensamiento a la mente. ¿Este rastro podría ser de Peeta? ¿Esa sangre era de él? ¿Podría estar herido? Debía moverse rápido y encontrarlo.
Katniss siguió el rastro que encontraba por el suelo y vio que la llevó directo hacia el río.
-¿Peeta? –Preguntó Katniss, mientras iba avanzando por la orilla del pequeño río.
En su camino Katniss encontró más sangre en el suelo. Esta aún estaba algo fresca, sin duda alguien herido habrá estado por aquí.
-¿Peeta? –Volvió a preguntar la chica, pero sin obtener respuesta aún.
Se quedó parada mirando a su alrededor, pero no veía a nadie por ese lugar. Justo cuando estaba por volver gritar el nombre del chico del pan, sintió que algo le sujetó la pierna.
-¡Ah! –Dio un grito de sorpresa y miró hacia abajo, para ver una mano que la sujetaba y un rostro apareciendo del suelo mientras le sonreía.
-Hola. –Decía una voz cansada, la voz del chico del pan. Era Peeta.
-¡No puede ser, Peeta! –Katniss se agachó para poder verlo mejor.
El cuerpo de Peeta estaba todo escondido entre plantas y tierra, mientras que su rostro estaba todo pintado de manera que su cara se camuflaba con el color de la roca. Por eso no lo había visto antes, al tener los ojos y la boca cerrada se camuflaba perfectamente con el ambiente. Katniss recordaba cómo había pintado su brazo durante el entrenamiento, su habilidad con la pintura sí que le fue útil para camuflarse.
-Dieron un anuncio. –Empezó a hablar Katniss. –Puede haber dos vencedores este año.
-Lo escuché. –Contestó Peeta, con voz cansada.
-¿Qué dices? ¿Nos unimos? –Preguntó Katniss.
-Somos enamorados, ¿no? –Respondió con una sonrisa sarcástica Peeta. Esto le hizo soltar una pequeña risa sincera a Katniss.
-Ya, ven. –Si, debían jugar a los amantes.
Katniss ayudó a Peeta a salir de la tierra y a sentarse para luego abrazarlo. Este abrazo era tanto para el público como para ella, le alegraba no tener que estar sola en la arena. Mientras la chica en llamas ayudaba al chico del pan a limpiase se quedó sin aliento cuando vio su pierna. La pierna de Peeta se encontraba hinchada, con un corte profundo en ella que parecía estar infectado.
-Peeta… ¿qué fue lo que pasó? –Preguntó con preocupación la chica.
-Una pelea. –Fue todo lo que contestó el rubio, no queriendo hablar de su batalla contra el exterminador.
Katniss sólo asintió. Había visto como estaba ese claro en el bosque, debió haber sido él quien estuvo ahí. Por ahora era más importante tratar de limpiar su herida y de encontrar refugio. La chica trató de contener las ganas de vomitar cuando tuvo que sacar el pus que se había acumulado en la herida de su compañero, mientras que él se esforzaba por soportar el dolor.
-Katniss, escucha… –Empezó a hablar Peeta.
-¡No! ¡No voy a abandonarte! –Lo interrumpió Katniss, sabiendo lo que estaba por decirle.
-¿Por qué no? –Preguntó Peeta, con sorpresa.
Katniss solo se le quedó mirando sin poder encontrar una respuesta para eso.
-Debemos encontrar refugio. –Dijo la chica, para luego pasar el brazo de Peeta sobre sus hombres y ayudarlo a levantarse para empezar a moverse.
Avanzaron a paso lento por el río hasta que Katniss vio lo que parecía ser la entrada a una cueva, sería un buen lugar en el que podrían esconderse mientras Peeta se recuperaba. Entraron en la cueva y la chica ayudó a su compañero a recostarse contra la superficie del suelo.
-¿Cómo te sientes? –Preguntó Katniss.
-Me siento mejor. –Contestó Peeta, aunque se notaba su respiración agitada. –Katniss…
-¿Si?
-Gracias. Por venir a buscarme.
La chica se quedó mirándolo por un momento antes de contestar con una leve sonrisa.
-De nada.
Peeta miró hacia su pierna, sentía como dolía pero ver el estado en el que se encontraba era otra cosa.
-Se ve muy mal. –Dijo el rubio.
-No te preocupes. –Contestó la castaña. –Te conseguiré medicina. –Lo pensó un momento, y luego se inclinó para darle un pequeño beso en su mejilla.
Necesitaban algo para poder atender sus heridas. Esperó que Haymitch pudiera enviarles algo porque de verdad les hacía falta.
Poco tiempo después, afuera de la cueva se empezaron a escuchar varios pitidos. Katniss salió de la cueva para investigar y vio cerca de la entrada no uno, sino tres contenedores que habían llegado en con su paracaídas. La chica se acercó hacia ellos y uno por uno los fue destapando. Para gran sorpresa de Katniss, uno de los contenedores traía dos platos de sopa caliente. El segundo un paquete de vendas acompañado de un tarro de crema desinfectante. Y el tercero dos botellas de agua fresca y limpia y un par de toallas.
"Debería besarlo más seguido" Pensaba la chica, sorprendida de que Haymitch le hubiese podido mandar todo esto.
Pero Katniss no tenía idea de la pelea de Peeta contra el Terminator, cosa que volvió a Peeta muy popular entre las personas del Capitolio, dándole a Haymitch buenos recursos para poder ayudarla. Katniss no había tenido problemas durante días, por lo que Haymitch guardó las cosas que podía enviarle para cuando realmente fuera necesario. Ahora que ella y Peeta estaban juntos, y Peeta estaba mal herido, era el momento de mandarle lo que necesitara.
La chica notó en una de las tapas una nota como la que había recibido la última vez. La tomó y leyó lo que decía.
¿A eso llamas un beso?
Katniss entendió lo que su mentor quiso decirle con eso. Si quiere más cosas debe mostrar más que solo un beso en la mejilla. Pero por ahora todo lo que le recibió servirá. La chica del doce volvió a entrar a la cueva con los recursos obtenidos. Inmediatamente limpió la herida en la pierna de su compañero y le aplicó la crema desinfectante para luego envolver su herida en vendas. Peeta se sintió bastante aliviado cuando terminó. Después, cada uno tomó uno de los platos de sopa con una cuchara y se dispusieron a disfrutar de una buena comida caliente.
-Está muy buena. –Comentó Katniss.
-Muy buena. –Asintió Peeta, aliviado de por fin poder llevar algo a su estómago luego de días de estar escondido entre la suciedad del suelo.
Pronto terminaron de comer, ya era de noche y se empezó a escuchar el himno del Capitolio mientras pasaban el conteo de muertes en el cielo. No apareció el rostro de ningún tributo, pero sabían que seguramente ya deben quedar muy pocos en la arena. Ahora necesitaban descansar, pero no podían dormir al mismo tiempo, porque debían estar alertas por si los tributos restantes se acercaban a la cueva en la que se encontraban.
-Tomaré la primera guardia. –Dijo Peeta. –Tú descansa. Debes estar muy cansada.
Katniss quería protestar pero él tenía razón, el día la había agotado.
-Bien. –La chica se acomodó en el suelo. –Despiértame en unas horas. –Intentó cerrar los ojos y dormir, pero unos minutos después descubrió que no podía, porque empezó a temblar de frío.
-Hace bastante frío aquí. –Dijo Peeta, al verla temblar.
-Me di cuenta. –Dijo Katniss, irritada. –Y no tenemos ninguna manta. –De todo lo que le mandó su mentor, ¿era mucho pedir que les mandara una simple frazada?
-Ven. –Peeta abrió sus brazos hacia ella, indicándole que se acercara.
Katniss dudó por un momento, no muy segura de acurrucarse con él, pero luego recordó que se supone que estaban enamorados, lo lógico sería que se abrazaran, ¿no? Tal vez por eso Haymitch no les mandó nada para taparse. Además, tenía bastante frío, así que decidió aceptar la oferta de Peeta.
La chica en llamas se acercó lentamente a su compañero y recostó su cabeza contra su pecho, mientras Peeta la rodeo con su brazos. Inmediatamente empezó a sentir calor, era agradable y más cómodo que estar directamente contra el suelo, aunque se sentía algo nerviosa escuchando el latido de su corazón.
-Trata de dormir. Te despertaré si algo pasa. –Dijo Peeta, mientras le iba acariciando el cabello suavemente.
Era bastante agradable sentir esa caricia sobre su cabeza, no quería que dejara de hacerla. Finalmente, la chica se relajó por completo y dejó que el sueño viniera.