¡Hey!
Lo sé, esto también es una sopresa para mí. Escribí algo que no es sobre Hetalia, ¡corran, se va a acabar el mundo!
Pero bueno, no pude evitarlo. He estado tan obsesionada con esta pareja últimamente que simplemente debía escribir algo sobre ellos. No podía estar en paz hasta hacer algo sobre ellos.
No creo volver a Hetalia, mi obsesión es esta serie y esta pareja. Los amo.
Alerta: Modificación de información canon.
Disclaimer: Winx Club no me pertenece, todos los créditos van a Iginio Straffi.
Prohibido.
Primer Capítulo: Una respuesta.
Miró al cielo sobre ella, lágrimas bajando por sus mejillas como si no hubiera una forma de detenerlas. Sabía demasiado bien por qué estaba llorando, pero la última cosa que quería reconocer era especialmente eso.
Admitir eso era admitir que había traicionado a sus amigos. Amigos que habían mostrado sólo lealtad hacia ella. Parecería que no se preocupaba por sus amigos, cosa que obviamente hacía, pero…
¿Por qué, de toda la maldita gente en la Dimensión Mágica, tenía que sentir algo por su enemigo?
No tenía ningún sentido, tampoco lo tendría en un futuro. La sola idea de considerar algo tan fuera de lugar como una relación con Baltor estaba cercana a la locura. Además, ella era la líder de las Winx, no podía sólo darles una puñalada en la espalda a las chicas por irse tras un enemigo del cual tuvo una inesperada atracción, pero para poner la cereza en el pastel, un enemigo en el cual no podía confiar. Ella sabía muy bien que Baltor no era alguien en quien podía tener confianza, como sus actos decían.
Él ya le había mentido, dos veces. ¿Por qué carajos estaba siquiera enamorándose de alguien como él?
Porque es algo prohibido.
Trató de acallar la voz en su cabeza, llevando sus pensamientos a algo más. Alguien más. No le importaba lo que era, pero cualquier cosa que le hiciera parar de pensar acerca de Baltor podía funcionar.
Era una mala idea ir a territorio prohibido siendo tan ingenua como era.
Había empezado a sentir algo por Baltor desde ese día en Andros donde él la salvó de haberse ahogado. En un principio pensó que se trataba sólo del shock, pues nadie se esperaría que su enemigo jurado le salvara de la muerte; en especial cuando verte muerto es lo que quiere. Pero había pasado y mientras los días se iban su mente se disipaba, dejando en claro lo que sentía. Más que dispuesta a mentirse a sí misma se dijo entonces que sus sentimientos hacia Baltor no existían, dejando meramente odio en contra del mago que había destruido Domino. Eso era lo que debería sentir por él, ¿no era así? Él era el responsable de haber destruido su hogar, de haber desaparecido a sus padres biológicos, de haber asesinado a su hermana mayor…
Entonces, ¿por qué su corazón la traicionaba, haciéndole sentir una mortal atracción hacia aquel mago?
Salió de su ensimismamiento en cuanto sintió cierta vibración en su bolsillo, sacando su celular de éste. El nombre Sky brillaba en la pantalla, haciéndole sentir una punzada de culpa. Claro, después de todo aún seguía siendo la novia de Sky, ¿cómo era que estaba pensando en otro hombre, cuando ya tenía uno al cual amar?
Contestó, soltando un suspiro para que su voz no la traicionara sonando temblorosa de repente.
— ¿Sí, Sky?
— ¡Bloom! Qué bueno que al fin contestas, me había preocupado. Es la quinta vez que te llamo. ¿Todo bien?
—Hmn, sí, todo está absolutamente bien. Perdona por no haber contestado antes, no tenía el teléfono cerca… —Vil mentira—. ¿Sucede algo?
—Ah, sí. Llamaba para invitarte a la fiesta por el milenio de existencia de Eraklyon. Lo haría personalmente pero hay tantas cosas por organizar que papá no me deja salir del reino —Bloom oyó una risa nerviosa del otro lado de la línea, eso simplemente aumentando la culpa que sentía—.
—Claro que sí, Sky. A las chicas y a mí nos encantaría ir, después de todo es un momento especial para ti.
—Además, planeo anunciar oficialmente ante mi padre y todos los invitados sobre nuestro noviazgo.
El corazón de Bloom dolió cuando oyó al príncipe decir esa frase. ¿Cómo era posible que alguien tan bueno como Sky siguiera fijándose en ella? Por supuesto que nadie conocía de sus supuestos sentimientos hacia Baltor, pero conociendo a sus amigas no tardarían en enterarse y entonces…
Entonces…
—La idea me encanta.
Sus ojos veían con shock hacia la pareja que estaba sobre aquel pedestal, besándose. Sky y Diáspora habían anunciado a toda la Dimensión Mágica sobre la reanudación de su compromiso, además de anunciarla a ella como la próxima reina de Eraklyon.
No pudo evitar soltar una risa amarga. ¿No era eso irónico? Primero ella se enamora de Baltor a espaldas de sus amigos –siendo que ni el mismo Baltor conocía de dichos sentimientos–, y ahora el que es, o era, su novio anunciaba a todos que volvía con su ex.
Lo que la llenaba de rabia no era aquella traición, no, sería más hipócrita de lo que había sido antes con todos si se enojara por eso. Lo que la llenaba de rabia era que un día antes la había llamado, diciéndole que anunciaría a todos su noviazgo con ella. Diciéndole que la amaba, que era lo más preciado para él.
¿Qué era lo que buscaba Sky con todo eso? ¿Dejarla en ridículo frente a todos?
Sentía que por sus venas corría lava de lo enojada que estaba.
— ¿Qué clase de mierda es ésta? —Oyó a Musa mencionar, el enojo siendo notorio en la voz de la hada. No sólo ella estaba así, todas sus amigas estaban rojas de la ira, queriendo arremeter en contra del príncipe de Eraklyon—.
— ¡Si Sky cree que se saldrá con la suya entonces-!
—No —Bloom interrumpió a Stella antes de que la princesa de Solaria dijera algo más, las lágrimas arremolinándose en la esquina de sus ojos—. No vale la pena.
Ella había sido la primera en traicionar a Sky.
Supone que esto era el karma golpeándola devuelta.
Antes de que algo más pasara se fue de allí, dejando a sus amigas detrás. No quería saber absolutamente nada más de esa fiesta.
Bloom sabía que Baltor estaba cerca de Alfea, podía sentirlo mediante la conexión que compartían gracias a la Llama del Dragón. Lo que no sabía era dónde estaba. Hasta donde sabía debía estar escondido en Andros, siendo que había tomado bajo su control a todas las sirenas que guardaban los mares del planeta. Entonces, ¿dónde estaba?
Entonces a su mente llegaron las tres brujas que estaban aliadas con el hechicero.
Y todo hizo clic.
Se apresuró a salir de la escuela antes de que sus amigas o Faragonda llegaran a hacerle preguntas. Entró en el bosque que rodeaba las tres escuelas y no tardó en convertirse en hada, volando lo más rápido que podía a Torre Nubosa.
Mientras más se acercaba a la escuela rival más fuerte se hacía aquel presentimiento que sentía por la conexión que compartía con su enemigo. No había duda alguna de que estaba allí, pero entonces se detuvo.
¿Por qué quería ver a Baltor con tanto afán?
Tenía que seguir repitiéndoselo a ella misma, ellos dos eran nada más que enemigos. Nada que no fuera una relación de odio podía formarse entre ellos dos, era algo que tenía que tener en cuenta. Algo que no debía olvidar.
Pero aunque su mente le dijera eso, su cuerpo ignoró aquello y continuó avanzando a la escuela de hechiceras. Su mente no tenía control allí, lo tenía su corazón.
Avanzar por la escuela no fue difícil, todas las alumnas parecían estar bajo un hechizo, cosa que no le sorprendería si resultaba siendo verdad que Baltor había tomado refugio allí.
Ahora el dilema era encontrarlo.
Si ella fuera una poderosa hechicera y tomara control de una escuela, ¿dónde se instalaría?
… Bingo.
Abrió de golpe la enorme puerta que dirigía a la oficina de Griffin, siendo recibida por una familiar sonrisa. Le sorprendía que las Trix no estuvieran allí siendo las seguidoras de Baltor, pero no era momento como para concentrarse en ellas.
Su mirada se enfoco en el rostro de su enemigo, frunciendo el ceño.
— ¿Por qué? —Fue su única pregunta, su voz envuelta ligeramente en molestia—.
— ¿Qué? ¿No vas a preguntar cómo me encuentro? Vaya, eres una princesa muy descortés.
— ¿Por qué me salvaste en Andros, Baltor?
No hubo respuesta alguna por parte del hombre frente a ella, siendo eso suficiente para que su molestia se acrecentara. Definitivamente no estaba de humor después de lo ocurrido en Eraklyon.
Iba a repetir la pregunta, pero el movimiento ajeno la detuvo de cualquier cosa, manteniéndola alerta a cualquier ataque que pudiera enviar contra ella.
Haber venido sola era una estupidez y sólo ahora se daba cuenta de ello.
—Mejor respóndeme tú algo, ¿por qué estás aquí?
—Yo pregunté primero.
—Si esperas que esta conversación se dé a partir de lo que es o no justo entonces estaremos perdiendo nuestro tiempo, querida.
Sintió un poco vergüenza al reaccionar en que Baltor decía la verdad, resoplando un poco. Dejó que sus pies tocaran el suelo, volviendo a su ropa anterior. Por suerte se había cambiado el enorme y molesto vestido a una pijama más que decente, por lo que no tendría que lidiar con la absurda cantidad de tela entorpeciendo su andar.
Caminó hacia Baltor, mirando curiosa los libros que había en la oficina de Griffin– aunque suponía que ahora era la de Baltor. Miró de reojo hacia dicho hechicero, notando que la miraba de forma fija sin quitar esa sonrisa de sus labios. Se sintió incomoda por un momento, no sabiendo cómo actuar estando bajo una mirada casi hambrienta.
Sabía que Baltor era un hechicero hambriento de poder, por lo que ir por su parte de la Llama del Dragón era algo más que lógico de creer. Y ella le había dejado tal oportunidad en bandeja de plata, yendo a encontrarse con él sola.
Pero eso era lo último en lo que se iba a concentrar, la respuesta a su pregunta aún no había sido dicha.
—Si estoy aquí es obviamente para obtener una respuesta, ¿no?
—No me refiero a eso… ¿Por qué estás aquí, ahora?
Estuvo tentada a rodar los ojos, repitiendo su anterior respuesta, pero el que hubiera destacado el "ahora" la detuvo de hacer aquella idiotez. ¿Por qué había ido con Baltor justo horas después de lo ocurrido en Eraklyon? ¿Por qué, de todas las personas, él era la primera que buscaba ver?
No era que estuviera buscando consuelo, aquello sería irracional, era que… quería oír algo de un hombre que no ocultara sus verdaderas intenciones contra ella, incluso si aquellas intenciones eran asesinarla y tomar el control de la Dimensión Mágica.
Quizás había terminado por perder la cabeza, resultado de tantas peleas contra tantos enemigos incluido Baltor. Quizás el impacto del compromiso de Sky con Diáspora había hecho de su mente un desastre, no dejándola pensar con lógica.
Habían muchas suposiciones, pero quererse engañar con ellas era contraproducente.
Se convencía de que había venido por cualquier otra razón, ¿y después qué?
—… Quería verte.
La sorpresa se dejó ver por un corto segundo en el rostro de Baltor, siendo reemplazada por su usual expresión calmada y misteriosa. Se acercó hacia Bloom, levantando el rostro de la chica para verla directamente a los ojos.
—Bueno, eso no es algo que alguien espere de la chica buena hacia su enemigo.
— ¡No estoy de humor para bromas, Baltor! Ni siquiera yo entiendo por qué quiero verte, sólo…
—No es necesario que me expliques nada. Viniste para conseguir una respuesta, ¿no es así? Déjame dártela.
—No. Ni siquiera sé si quiero saber esa respuesta.
El hechicero levantó sus cejas, soltando una risa. No entendía por qué el hada debía ser tan obvia.
Primero le dice que quería verlo, pero después no quiere saber la respuesta a una pregunta que podía disipar las dudas que tendría más adelante.
Ni siquiera le hizo caso, sólo se acercó a ella y la besó. Un beso que no dejó que ella correspondiera.
—Esa es mi respuesta, Bloom.