—15—

Te busqué en el rostro del agua, entre mis manos, en las hojas, en la luz de la luna y para fin, entre las flores, fui tan idiota porque tú siempre estuviste ahí y ahora serás mi jardín.

Resumen: Acudir por un regalo para su novia cambió su destino, reencontrarse con quien verdaderamente amaba fue lo mejor que le pudo suceder en día tan terrible.

… . …

La situación que Inuyasha Taisho tenía con su novia se estaba volviendo difícil, habían peleado los últimos días y ahora debía arreglar todo, y sería únicamente él pues todo fue por su culpa.

Él logró dudar de ella enfrentándola poco después, claro, dejándola indignada. Claramente había problema pues el oji dorado reclamó infidelidad solo porque alguien le dijo haberla visto con alguien, un cierto peli negro de ojos rojizos, cosa que lo alertó.

Inuyasha era celoso así que le reclamó dejándola furiosa.

Lástima, ahora debía de componerlo.

Primer paso, chocolates. Acudió a la tienda más cercana pero prefirió pasar a cierta distribuidora, su novia fue la más deseada durante la Universidad, emanaba inteligencia y sensualidad, algo que no tenían muchas. Y por ello, merecía lo mejor, unos chocolates que no cualquiera podía pagar fueron colocados en el asiento de copiloto en su lujoso auto.

Suspirando la pérdida de su dinero encendió el auto, sus gastos nunca fueron problema pero últimamente la empresa de su padre tenía problemas por ello debía ser discreto en gastos pero ahí iba, a gastar en tonterías.

Sin embargo eso no importaba, con su reconciliación habría de más y disfrutaría de ello.

Una sonrisa llegó, ahora segundo y tercer paso sería un peluche y un enorme ramo de flores así que estacionándose frente a la florería después de haber comprado tan enorme peluche retiró su celular del bolsillo, aquel que sonaba sin parar.

No… claramente no es ella — gruñó al salir del auto.

Ya eran varios los comentarios que le hacían de su novia, eso de que la engañaba con otro pero nunca tuvo pruebas, no iba a creer hasta no ver pues claramente la amaba demasiado.

Una persona enamorada puede negarse todo

Sin prestarle mucho interés a la borrosa fotografía de "su novia" frente a un hotel entró a la refinada florería pidiendo cincuenta rosas rojas, el plan iba a ser el mismo, un mensaje anónimo no le echaría a perder el día, su punto era arreglar las cosas con ellas y tener un final feliz en cama.

Sin embargo, la impaciencia llegó a él. Tenía solo poco tiempo para llegar a su departamento antes de que ella se marchara al trabajo y ahí estaban, retrasándolo con mayoría pues lo que le entregaron fueron margaritas.

Claramente reclamó, su tiempo se perdía y aunque no lo dijera se encontraba de mal humor por el obvio mensaje anónimo, ¿quién rayos perdía su tiempo enviándole anónimos? Porque si, eso era todo el tiempo.

Las disculpas de los trabajadores pidieron disculpas reconfortándolo con darle unos finos chocolates o añadirle más accesorios a las flores, presuntamente rechazadas, él solo quería su tiempo de vuelta.

Pero solo lo empeoró, el trabajador humillado por ese arrogante peli plateado llamó a su gerente.

Ese gerente que veía la escena con sorpresa.

Vaya Inuyasha — una enorme sonrisa apareció, su emoción era tanta con cierta pizca de reproche — veo que no has cambiado en nada, sigues siendo el mismo desesperado de siempre — sonrió aquella peli negra, cuerpo esbelto pero prácticamente deseado, caderas anchas, pechos grandes y cintura torneada al igual que sus piernas.

¿Qué había pasado con la esbelta chica de preparatoria y parte de Universidad?

Kagome— dejó escapar, helado.

Ella sonreía emocionada pero aun así hizo su trabajo, apurar las rosas para que ese chico se fuera satisfecho pues a pesar de ser un conocido él era un cliente.

En solo un segundo traerán las flores, no tardaré, te lo juro — guiñó como solía hacer, logrando cautivarlo como años anteriores — puedo ofrecerte de la nueva adquisición de chocolates — sacó una refinada caja — son limitados, aun no salen a la venta y solo nosotros tenemos, al igual que algunas distribuidoras — sonrió.

Su dulce voz lo destrozó al igual que el riquísimo perfume que su novia una vez rechazó por ser tan dulce, que si ahora lo notaba, ese aroma no iba con Kikyo.

Nuevamente Inuyasha se estaba perdiendo en su sonrisa, en su amabilidad, sus encantos y esos malditos ojos color chocolate. ¿Qué acaso lo estaba haciendo sufrir?

No me interesa nada, perdón por la molestia, tuve un mal día — suspiró al acercársele, notando lo bien que se veía con ropa de vestir.

A los clientes hay que satisfacerlos — sonrió con ternura pero para él fue todo lo contrario, gracias a ese comentario un ligero albur pasó por su mente.

¿Cómo la trataría exactamente? Estuvo enamorado de ella hasta que se mudó y conoció a Kikyo poco después y ahora, aparecía así como si nada, como si esos años se hubieran borrado sin dejar ningún solo recuerdo o sentimiento.

Gracias— susurró, su shock ni siquiera le permitía pensar en algo — ¿cómo te… ha ido?

Todo bien — nuevamente sonrió, sabía bien que ella vivía para eso, solía decir que una sonrisa encantaba o mejoraba el día de cualquiera — de hecho excelente, todo después de mi operación y ya sabes, cambio de pulmón — encogió sus hombros.

Apenas y recordaba, Kagome Higurashi pasó años cargando un tanque de oxígeno, secundaria, preparatoria y ahora sabía, parte de la Universidad.

No tenía idea… te ves encantadora si tu Frank.

Él halagó haciéndola ladear su cabeza, fugazmente recordando viejos tiempos — ¿aún recuerdas el nombre de mi tanque? Me sorprende, siempre fuiste un poco lento.

Tonta — rodó sus ojos.

¡Ahí está! Lo logré, ese es el Inuyasha que conozco, arrogante, idiota y un poco tímido — sacó su lengua — pero en fin — entonó al alejarse, situarse tras la recepción y tomar un radio — rosas rojas, ahora — su tono de voz cambió al instante. Ella era dura en su trabajo, todo por sus clientes.

Está bien, no te preocupes — se presentó calmado, ¿qué acaso no tenía prisa? Ya no importaba con quien iba a ir, ahora tenía a su antiguo amor ahí enfrente, a quien no veía en años — ¿cuándo regresaste? — interrumpió el balbuceo que hacía mediante el radio.

Oh, eh… hace meses de hecho vivo cerca de tu madre — rio — ella y yo siempre nos tomamos un té, me sorprende que no te haya dicho.

Ah, bueno, hace tiempo que no la visito — rascó su nuca.

Mmmm — lo culpó entrecerrando sus ojos — ella ha dado mucho por ti, deberías de ser más considerado, digo, a mí me ayudó en mis crisis cuando cargaba con Frank y siento que… es como mi segunda madre — suspiró, realmente un recuerdo llegó.

Con su comentario por su mente llegó a pensar en el incesto pues con Inuyasha salió un buen tiempo y en su recuerdo solo había embestidas, sudor y gemidos. Siempre que Izayoi salía de casa esos dos intimaban con amor y cuidado gracias al oxígeno de Kagome.

Aquel que arruinó la relación.

Su historia fue fugaz, ambos se amaban pero la enfermedad de la chica pudo más con ello, sus padres la obligaron a irse de la ciudad para tomar medicamentos, hacer ejercicios especiales y por fin, tomar la dura y dolorosa operación.

No me regañes — rodó los ojos ante el tema.

Sí, definitivamente sigues siendo el mismo — negó recibiendo por parte de un empleado aquel bello y enorme ramo — gracias — le dijo a quién lo entregó, justo en las manos de Inuyasha quien ahora, ni siquiera quería marcharse — perdón por el retraso y… van por cuenta de la casa, solo no dejes de regalar flores y venir a mi local — sus cejas bailaron antes de echarse a reír.

Te lo agradezco, pero no merezco tanto de ti — y pagó dejándola suspirando.

Merecías todo de mí, cariño — susurró para sí misma pero como siempre, él escuchó.

Y su corazón logró golpear su pecho, una y mil veces.

Peor aun cuando llegó la hora de marcharse, él tenía pendientes y ella trabajo además no iba a estar ahí siempre pues solo terminó por encontrarla en coincidencia.

Ten un buen viaje — dijo ella, situada en la acera junto al rojizo y presuntuoso auto.

¿Siempre acompañas a tus clientes?

Hoy es distinto — fingió indignación — no volveré a verte así que te acompañaré, calla y por favor no dañes las rosas que me lastimé mucho al cortarlas.

¿Las cortas? — inquirió al subir el ramo para después cerrar la puerta de copiloto.

También las planto, cuido y después mato — bromeó — pero es para hacer feliz a la gente.

Guiñó haciéndolo suspirar, ella sí que lo dejaba encantado y ni siquiera lograba darse cuenta ¿pero, por qué pensaba eso? ¿Por qué se encantaba? Él tenía novia y ahora debía de ir a verla.

Para cuando salió de sus pensamientos Kagome se reportó mediante el radio donde le daba las órdenes a sus empleados, una lástima, como dueña de la empresa ya pedían su presencia dentro.

Ten un buen día Inu y suerte con lo que sea que hagas. Da esas flores a quien valga la pena, ¡oh! Y visita a tu madre.

Me haces sentir joven.

Ni tanto — ambos rieron.

Grandioso, un momento grandioso.

Pero ambos tenían que separarse y aunque se notara ninguno lo diría, sería ilógico pues solo por un motivo terminaron su relación hace años.

De igual manera Inuyasha la vio marchar, la notó caminar con emoción, como siempre a excepción de aquel tanque de oxígeno. Entonces suspiró. No estuvo con ella en su operación, ni siquiera estuvo enterado. Maldición, ni siquiera sabía que la volvería a ver.

Una vez que Kagome regresó a su trabajo dejó escapar el aliento, tomó aire y sujetando su pecho volvió a sonreír, diciéndose a sí misma no haber sentido algo.

A quién engaño, él sigue encantándome, aunque lo niegue.

Se dijo, claramente ella no era de las que ocultaban sentimientos, si habría que decirlo lo haría pues suficiente tuvo con ocultar sentimientos años antes, ahora era todo lo contrario.

Ella había cambiado completamente.

Pensativo observó su segundo asiento, lleno de detalles y cosas femeninas, lo único que quería con anterioridad era que todo funcionara, que la pelea que tuvo con su novia mejorara y terminara con un buen final pero ahora tan solo quería regresar a la florería.

Pero no más, él tuvo su relación con Kagome y la dejó ir. La dejó marchar junto a su madre y Frank. Y todo gracias a la distancia, el amor no pudo con tanta lejanía, ambos necesitaban del cuerpo del otro sin embargo ninguno tuvo fuerza de voluntad, pues realmente, quien aguantaba años sin sentir caricias, amor.

Esto es una mierda — gruñó molesto pero lo hecho, hecho estaba. Ahora necesitaba ver a Kikyo y… hablar, ahora tan solo quería hablar y fijar su situación.

Ahora por fin podía notar que en esa relación había un grave problema, él era quien ponía todo.

… . …

Antes de entrar al edificio de departamentos su celular timbró, por suerte no fue un mensaje anónimo sino su mejor amigo Miroku — hey hermano, qué ya has visto a Kag? — dijo tras el teléfono.

¿Qué dices? ¿Lo sabías?

¿Y que querías? Es mi amiga— rio — además ya tienes novia, ustedes se dejaron, no es mi culpa.

Pero me interesa, Miroku.

Bla, bla, solo te llamaba para cancelar lo de la noche, iré a comer con Sango y Kag, así que… disfruta a Kikyo.

¡Hey, carajo! ¡Déjame ir! Necesito verla, imbécil.

Sorry not sorry, te la debo. Sabes que Kag no tolera de tu esposa.

No es mi esposa — gruñó — iré solo.

¡Ja! ¿Y qué le dirás a Kikyo? Amor, iré con mi ex a comer, si claro. Nos vemos loco.

Miroku, me la debes.

Con esas palabras bastó para que Miroku "lo pensara".

Colgó su celular, llamó al ascensor y a duras penas lo dejó, eso de cargar flores, un peluche, chocolates y perfumes le era difícil. Nuevamente suspiró. Esa Kagome lo hizo pensar demasiado. Pensar en que jamás dejó de quererla y quizá hasta amarla.

Basta de tonterías — se dijo al caminar por el pasillo.

Todo en su mente se fue despejando poco a poco, ahora solo pensaba en lo que le diría a Kikyo pero por lo visto, iba a hacer más que arreglar un simple problema de celos. El hecho de abrir la puerta del departamento que compartían lo dejó en shock.

Kikyo dormía desnuda en el sillón junto a un peli negro, aquel del que más de una vez fue advertido. Juntos yacían en el sofá. Algo que le dolió mucho más pues su amada y albina novia jamás le permitió hacerlo en lugares incómodos porque nunca se sintió a gusto.

Ahora resultaba ser una mentira, sus seis meses de relación una vil mentira. Él se entregó a ella y prácticamente lo apuñaló, ¿desde cuándo le estaba viendo la cara? Ni idea, y no quería pensar ahora así que decidió salir de su propio departamento, sin armar problema pues su cabeza yacía vacía.

Logrando un alboroto al dejar caer las cosas suspiró y se marchó reprochando ¿cómo podía ser que aun viendo lo que vio, Kikyo podía justificarse? ¿Qué pretendía hacer? ¿Arreglar las cosas? Prácticamente estaba desnuda junto a otro hombre.

Despecho y rabia emanaban al caminar por el pasillo.

Ahora lo extraño era que no se sentía sumamente triste, sí, la amaba y la traición llegó a su ser ¿pero por qué no sentía nada? Sería que… la había dejado atrás? ¿Fue tanto problema que logró entender lo que ocurría en su relación? No tenía idea pero si lo pensaba bien, fue esa maldita de Kagome.

No tuvo tiempo para lamentarse por Kikyo, de hecho ni siquiera pasó por su mente en cuanto Miroku lo invitó a cenar después de haber transcurrido una hora en un hotel. Así que basta de lamentos.

Después de unas cuantas vueltas con la mirada sumamente perdida ahora se perfumaba preparándose para salir al restaurante donde ya lo esperaban sus amigos pues logró demorarse al escoger un atuendo, debía arreglarse bien para ella, necesitaba entablar una larga conversación con su antiguo amor, realmente era necesario.

… . …

No puede ser Coral, ¡¿por qué dejaste que dijera que si?! — Kagome se alteró — gracias — con una voz tan tierna y amable se dirigió al mesero quien situaba la bebida ordenada.

Dijiste que no habría problema — justificó Miroku.

Sí, dije que Inuyasha podía venir ¡pero no sabía que aceptaría! Es duro verlo ¿entienden? Digo es bueno ¡pero me mata!

¿Aun lo quieres? Son muchos años, olvídalo — Sango fulminó — además tiene

¡Lo sé, lo sé! Y no sólo tiene novia sino que es Kikyo — una molesta mirada llegó a ella.

Sin embargo, ya no estaban solos.

Inuyasha logró escuchar la mayoría y se lamentó por sentirse algún tipo de espía pero ahora sólo iba a fingir para después solucionar todo.

Por el momento esa era su única meta así que saludó a cada uno aprovechando sentir los dulces y delicados labios de Kagome en su mejilla. Algo que lo dejó suspirando.

Algo que ella notó.

¿Qué hay? ¿Por qué en este restaurante? — Inuyasha ocultó sus sentimientos. Por suerte se calmó con el rico aroma de su amor.

Yo lo he escogido ¿algún problema? — amenazó Kagome, ese lugar era elegante pero nada comparado a lo que solía asistir junto a su novia, o bien, ex novia.

Solo decía — evadió su achocolatada mirada, por desgracia — ¿qué? — su tono de voz cambió en cuanto notó la mirada de Sango, aquella molesta y con reproche.

Nada — sonrió cómplice — ¿y Kikyo? — bien, buen modo para comenzar a molestarlo.

Kagome por su lado suspiró, sabía bien que Sango solo lo hacía para molestarlo pero ella realmente no quería escucharlo.

En cama, supongo que con su nuevo novio — confesó tranquilo, tanto que los dejó helados, parpadeando en silencio — tranquilos, de algún modo no me duele.

Bueno, así tendrás más dinero en tu bolsillo — Miroku rio.

Te lo dije — atacó Sango para después girar indignada hacia Kagome — solo falta que Kag termine con su intento de novio — mencionó severa, el peli negro tosió e Inuyasha prácticamente quedó en shock.

Sabes que eso es historia — entonó molesta así que prefirió llamar a un mesero para que tomara las ordenes, sin esperar de nadie pues eso realmente logró molestarla.

El peli plata quedó hueco, sus amigos se miraban de manera extraña dándole a entender lo que habían hecho por él pues lo comprendió en cuanto Miroku le susurró acaba con ella tigre, algo que le molestó pero irremediablemente haría.

Cuando el momento de ordenar llegó para la pareja ellos se pusieron de pie, Sango ni siquiera llevaba bolso cosa que alertó a Kagome.

Todo había sido una trampa.

Tenemos cosas que hacer, disculpen de verdad, los llamaremos en cuanto… eh… después nos vemos — decían ambos huyendo prácticamente de ahí.

Sí, definitivamente había sido una trampa.

No tengo idea, de verdad — justificó él al notarla nerviosa.

No… de hecho, creo que ya entendí su juego — rio al negar — quieren juntarnos o al menos quieren hacernos hablar, digo, ¿por qué se irían después de que ambos dimos a entender que somos solteros? Es algo obvio Inu.

Ese apodo

Eso llegó directo a su pecho

Tienes razón.

Siento lo que te pasó, yo dejé a mi ex pero nunca pude comprobar que me engañara, aunque creo que fue obvio ¿quién querría salir con alguien que porta un tanque? Y todo el tiempo — rio, esa platica quería ser liberada y vaya que funcionaba, la confianza que tuvieron estaba volviendo en sí o bien, jamás se había ido, solo quedó ausente por cierto tiempo.

Yo querría salir con alguien así dejó escapar, en un gratificante susurro.

Pues… lo nuestro ya no puede ser.

El escucharlo perforó su pecho, una punzada llegó a él dejándolo en shock, dejándolo vulnerable ante ella, esa atractiva peli negra de mirada y sonrisa encantadora. Aquella sonrisa que se presentaba con una gran burla.

Pero Kagome…

Ella se deleitó — es porque ya no tengo a Frank — negaba sonriente.

Su piel se volvió a colorear, al igual que su calma. ¿Entonces quería decir que estaba dispuesta a estar con él? ¿De nuevo? Bueno, por ahora iba a cortejarla, recuperarla de cualquier manera.

Tu sí que estás loca — bromeó.

Si quería recuperarla habría que mostrar al Inuyasha del que se enamoró, aquel chico atlético, arrogante y desinteresado en el hecho de tener mucho dinero.

A ella jamás le importó porque así lo quería, Kagome jamás se interesó en su dinero.

Los momentos amenos llegaron, ambos comían entre bromas, pláticas e incluso molestas miradas, definitivamente todo era como si nada hubiera cambiado, como si siguieran siendo los mismos de siempre, incluso la pareja que solían ser.

Gracias joven, todo ha estado maravilloso — Kagome halagó al mesero, ese que babeó por ella al notar su sonrisa.

¿Nos vamos? — interrumpió — chiquillo trae la cuenta — ordenó de manera soberbia.

Tanto que dejó a Kagome sorprendida — vaya, Inu — rio — espantarás a mis pretendientes.

Calla, ¿por qué no esperas en el auto? Yo pago, ve, anda, shu, shu.

¿Y quieres volver a conquistarme tratándome como un perro? — alzó su ceja — vas mal.

Eso lo dejó indignado y con los ojos entrecerrados, sin embargo molestia llegó en cuanto el mesero le llevó la cuenta añadiendo una pregunta para Kagome, su número telefónico.

Oh… — rio nerviosa, claramente sentía la mirada del peli plata — …lo siento pero no estoy buscando a alg

Ella está conmigo imbécil.

Con ello ambos se levantaron de la mesa, Kagome permaneció en silencio, completamente avergonzada pero a pesar de ello le sonrió al mesero disculpándose sin voz sino Inuyasha seguramente haría una pelea.

¿Y qué si quería una cita? — cuestionó situándose junto a su automóvil.

Nuevamente una punzada llegó al pecho del peli plata, él había hablado por celos y al verla prepararse para rechazarlo decidió ayudarla, ahora ¿y si en verdad Kagome quería eso?

Solo bromeo — rio completamente distinta a su frío tono anterior.

Entonces… ¿estás o no interesada en salir con alguien? — inevitablemente preguntó, ya era hora ¿o no? Ya comenzaba a avergonzarse pues ella sonreía al negar en silencio.

De pronto ella echó su andar, colocando tan solo la alarma del auto — ¿quieres conquistarme? — entonó coqueta pero al conocerse bien sabía Inuyasha que ella solo estaba jugando.

Sería un estúpido si no, pero… de algún modo sé que no tengo oportunidad.

Ella se detuvo, se disponía a caminar por el parque cercano pero ahora sabía no iba a llegar, esa platica terminaría en algo y no sabía si sería bueno o malo.

Mientras tanto suspiró — ¿por qué lo dices? — un tono de tristeza apareció, ambos yacían detenidos en la acera, mirándose con dificultad por la diferencia de estatura, tan cerca pero a la vez tan lejos, un completo martirio.

No eres de las que da una segunda oportunidad, ambos terminamos.

Ambos — aclaró ¿acaso le daba una indirecta? — terminamos porque nos extrañábamos, extrañábamos sentir el calor de alguien, las caricias de una segunda persona, el amor… y terminamos para seguir nuestro camino.

Lo sé y…

Siempre interrumpiendo — rio para después morder sus labios, sin dejar esa radiante y gratificante sonrisa — …sin embargo Inu, solo tú lo lograste… solo tú conseguiste a alguien más… — su voz se quebró, alertándolo, claramente hablaba de Kikyo, un duro golpe para ella pues esa chica siempre fue más que Kagome, más que Sango, más que cualquiera en la secundaria — yo… yo solo me hundía en soledad pues… como dije… realmente quien saldría con alguien que siempre lleva un tanque de oxígeno… muchos… muchos me rechazaron Inu, y yo… yo solo te recordaba a ti… porque tú fuiste el único que me quiso.

Se sentía en un mundo oscuro, ni siquiera podía ver salida como en tiempo antes, cuando lo dejó, sin embargo ahora estaba ahí, frente a ella mirándola sin siquiera decirle nada.

¿Exactamente cómo hacerlo? ¿O qué decirle?

Inuyasha prefirió romper la distancia para abrazarla, sujetando con delicadeza su cabeza para que pudiera posarse en su pecho y soltar todas esas lágrimas que de silenciosas pasaron a dolorosas.

Un momento completamente mágico, ella sufría pero se sentía bien, ambos sintieron paz al tocarse, tanta que la hizo dejar de llorar.

Te he extrañado también, porque a pesar de haber tenido a alguien… prácticamente conviví con un pedazo de hielo… tú… eres mi luz— soltó susurrándole — déjame estar contigo, te prometo ser el de antes porque yo por ti… yo por ti cambié… desde que te fuiste no hice más que malgastar dinero, ¿viste mi auto no? Lo cambié por despecho, compré uno nuevo porque el anterior te gustaba y no quería recordar el dolor de mi corazón, creí que lo sanaría pero… solo empeoró.

¿Cambiaste por mi culpa? ¿Te volviste el típico niño rico? — sollozaba.

Me volví el típico niño rico — afirmó.

Y ella cayó en su pecho, suspirando una vez más — basta de lujos.

¿Cómo? — se alejó para verla, tan sonrojada como siempre.

Si vas a tenerme a mi basta de lujos.

A mí tampoco me gusta tener lujos, lo hice por idiota.

Bueno, seguirás siendo idiota — rio a carcajadas ― pero sin lujos ― derramó las lágrimas que quedaban, aquellas que fueron limpiadas por él en todo momento.

Te amo — susurró, tomó su mentón y sin más.

La besó

Algo mágico, estupendo y perfectamente coordinado, definitivamente nadie besaba mejor. Esos labios estaban para vivir de por vida juntos.

….…

Todo cambiaría después de ese día

Eso no solo sería un beso para la pareja, eso sería el futuro, ellos estaban destinados a estar juntos e iba a ser así por el resto de sus días pues ellos dos eran la pareja perfecta, fueron amigos, tuvieron confianza desde el principio por tanto se merecían el uno al otro.

Ellos eran únicos, nada encajaba más.

Yo nací para estar contigo Kagome.

Una de sus encantadoras sonrisas apareció de nuevo y por suerte, ahora serían solo para él.

… . …

Fin

… . …

Nenas… ¡mucho gusto escribir para ustedes! Les diré, yo he llorado jajaja un poco, la verdad… lloré al escribir lo final de Kag y no se ni por qué, supongo que me metí mucho al papel y eso que ni siquiera hay mucho drama ¿o no lo creen?

Bueno, la idea de su tanque de oxígeno la saqué de Bates Motel ¿alguien ha visto esa loca serie? Emma me ha ayudado a ingeniar algo para Kag y de hecho me llegó a última hora ;-;

Hablando de horas, terminé este oneshot en 24 horas uwu jajaja, me siento súper~! En fin, espero que estén teniendo días grandiosos, pásenla bien siempre. También espero me dejen un review sobre qué tal ya que actualizaré a base de ello.

Les dejo un beso, ¡gracias!