Capítulo 5

Bengalas

Se quedó pensativo unos instantes, trazando mentalmente un buen plan que beneficiara a ambos bandos de tal manera que en verdad la paz entre los reinos pudiera mantenerse. Debía confiar en sí mismo, sus conocimientos pero, también improvisar.

—Su majestad sabe que Mare está impulsando su desarrollo tecnológico. Los nuevos transportes y maquinarias que se están diseñando trabajarán con combustibles fósiles; y es ahí donde entra el Reino de Erdia —volteó a ver a Historia —se han escrito libros sobre la gran riqueza en cuanto a recursos que Erdia posee, y entre muchas cosas, tienen yacimientos de gas natural y petróleo; y son recursos que Mare necesita.

Ambos reyes escuchaban con atención; soldados y guerreros mantenían sus posturas defensivas pero, los ojos azules de cierta soldado de cabello rubio eran los más atentos a Armin.

—Propongo a sus majestades, el abrir un acuerdo bilateral de intercambio comercial; que ambas naciones se asocien, que sus ciudadanos puedan vender, importar y exportar sus productos sin los altísimos aranceles actuales. ¡Mare necesita los recursos naturales de Erdia! Y Erdia necesita el impulso de Mare para no estancarse económicamente al ser una isla.

—Así que, tu propuesta es un acuerdo de libre comercio —dijo Krueger, sosteniendo su barbilla y analizando las palabras de Armin.

—Yo estoy de acuerdo —dijo Historia, echando un vistazo hacia sus soldados —Sargento Levi, ¡Todos! Bajen sus espadas.

—Hi... Historia —dijo Reiner, dudoso de acatar la orden en aras de proteger a su amada.

La reina tocó el brazo de su guardaespaldas —no hemos venido hasta acá para ser nosotros quienes inicien la guerra.

Más a fuerza que por propia convicción, los erdianos guardaron nuevamente sus espadas, siendo Levi el último en hacerlo.

Ante eso, y correspondiendo a la orden de su ex prometida —¡Colt! ¡Galliard! Guarden sus espadas —ordenó Zeke, enfundando su arma mientras que sus escoltas hacían lo propio.

Rey y Reina caminaron el uno hacia el otro, hasta quedar frente a frente de nuevo —si está usted de acuerdo, Reina Historia, podemos entonces discutir los términos de este tratado. —Volteó a donde el joven de cabello rubio —¡Armin! La reina y yo necesitamos tu asesoría para plantear correctamente este acuerdo.

—Majestad, ¿Yo? —tragó saliva.

Krueger alzó la ceja —¡Obvio! La idea fue tuya a fin de cuentas.

El planteamiento y firma de aquel tratado tuvo lugar en un despacho del palacio real de Mare; y esto se prolongó por varias horas donde ambos reyes planteaban sus términos y condiciones, siendo Armin el mediador para que los dos reinos salieran beneficiados, y que el acuerdo resultara tan equitativo y justo como fuera posible, de modo que ambos reyes quedaron complacidos con el resultado.

—Te felicito, joven Arlet —dijo Krueger —has sellado la paz entre los reinos de Mare y Erdia.

Debido a que concluyeron mucho después de la media noche, y también como una muestra de paz y hospitalidad a raíz del acuerdo recién firmado; Historia y compañía se quedaron a dormir en el palacio, así también los hermanos Jaeger, Armin, Colt y Galliard.

A la mañana siguiente y después de desayunar con Krueger; Historia y los demás volvieron al puerto de Mare, donde el barco que les había llevado a dicho Reino aguardaba su llegada para volver a casa.

Los Erdianos aguardaban en el muelle mientras todo estaba listo para poder abordar, esto en compañía de Zeke, Eren, Armin, Colt y Galliard.

—Eres débil, pero muy valiente —dijo Annie.

Ante eso, Armin se sonrojó y tímidamente bajó la mirada —yo, pues... Sólo dije lo que creí mejor para ambos reinos.

—Estuviste muy bien, pocos se atreverían a dirigirse a un rey del modo en que lo hiciste. —Una vez dicho esto, la rubia se inclinó un poco, dándole a Armin un sorpresivo beso en la mejilla.

En otra parte del muelle, Mikasa estaba en la orilla contemplando el horizonte mientras el viento jugaba su cabello, así como con el extremo de la bufanda.

—Lástima que se tengan qué ir tan pronto.

Aquella voz hizo que la soldado volteara —¡Eren! —se encogió de hombros —era un viaje corto.

Sonrió —podrías quedarte... ¡Me refiero a unos días! Podría mostrarte Mare.

—O tú podrías ir a conocer Erdia —se quedó pensativa unos segundos —Eren, ¿Puedo preguntarte algo?

—Sí, ¿Qué? —pestañeó.

Volteó su rostro hacia el mar —cuando hablaste ante el Rey Krueger, dijiste que si la guerra iniciaba tú pelearías del lado de Erdia —volvió a voltear, fijando sus ojos azabache en los de Eren —¿Por qué elegirías pelear de nuestro lado?

—Mikasa, yo... —se acercó a ella para cerrar el espacio entre ambos.

—¡Ackerman!

Al escuchar la voz de Levi, Mikasa se sonrojó y dio un paso atrás para apartarse del joven, rodeándolo para caminar hacia su superior —Sargento Levi —lo saludó con el puño derecho en medio de su pecho.

Levi miró a su subordinada, y después al menor de los Jaeger con su característico desdén —el barco está listo, ¡Hora de irnos!

Mikasa asintió con la cabeza, aguardando a que el sargento tomara un poco de distancia —Adiós, Eren.

—Hasta pronto, Mikasa —sonrió.

Tras un par de horas navegando, el barco ya había logrado casi la mitad de su recorrido. En proa, Historia se relajaba contemplando el océano, y cómo el agua chocaba contra el navío.

Volteó hacia Reiner, sonriéndose mutuamente cuando sus ojos se encontraron —Ven.

Se acercó, manteniendo unos cuántos centímetros de distancia para guardar las apariencias, pensando en que ella querría que así fuera. Más se sorprendió cuando la reina tomó sus manos, y haciendo una especie de vuelta, terminó pegando su espalda a su pecho, envolviéndose en los fuertes brazos del soldado.

—¡Historia! —dijo sorprendido.

—¿Qué? —dijo entre risas —¿Crees que quiero estarme escondiendo del mundo? —suspiró, mientras observaba el enorme océano delante de ellos —¡No, Reiner! ¡Por fin soy libre! Y a partir de ahora viviré por mí, y seguiré a mi corazón.

Sonrió —¿Y qué es lo que dice tu corazón ahora?

Volteó, y rodeó el cuello del soldado con sus brazos, mientras que él colocó sus manos en la cintura de ella —Dice que quiero estar a tu lado, siempre.

Al verla sonreír, y perderse en el azul de sus ojos, Reiner se inclinó para rozar suavemente sus labios con los de su reina; roce que dio pie a un beso dulce, y que se convirtió en uno más profundo y lento, donde ambas bocas se buscaban, encontraban y amaban una y otra vez.

Hacia el último tercio del barco, sentados en las escaleras que llevaban hacia el timón; se encontraba el resto de la escolta de Historia, observando la romántica escena.

—¿Reiner y la Reina? —dijo Mikasa en voz baja, sorprendida al presenciar aquella demostración de afecto.

—¿Acaso te sorprende? Reiner siempre ha estado enamorado de ella —dijo Annie con ironía en su voz.

—Ya sabía yo que no iba a casarse con ese princeso.

—¡Sargento Levi! —pronunció Marco, sorprendido por las palabras de su superior.

—¿Qué? Una persona que tiene el carácter para devolver el golpe a alguien que lo supera en fuerza física no cede a hacer algo que no desea —dijo Levi antes de retirarse para irse a su camarote.


Tras despedir a Historia y compañía en el muelle; los hermanos Jaeger y compañía llegaron finalmente a la Mansión Fritz.

—Pieck... —dijo Eren en silencio al ser recibidos por la joven de cabellos negros, sólo moviendo sus labios como si en verdad pronunciara el nombre de ella.

—Pieck —dijo Zeke en voz alta, y una sonrisa se formó en su rostro.

—Colt, vamos a revisar los accesos —dijo Galliard, haciendo una mueca a su compañero para dejar a solas a Zeke y Pieck —¿Vienen? ¿Eren? ¿Armin?

Colt tocó el hombro de los otros dos jóvenes; Armin entendió la intención enseguida —vamos, Eren —dijo el joven Arlet.

—¡Oh! Sí, voy.

Sus ojos adormilados se enfocaron en los del príncipe —¿Todo bien? —preguntó en un hilo de voz.

Zeke dio un paso hacia ella, abrazándola y con ello, levantándola en el aire, a lo que Pieck correspondió —literal— colgándose del cuello de él, y elevando sus pies mientras el príncipe daba una vuelta con ella en brazos.

—Supongo que eso fue un sí —dijo entre risas una vez que sus pies volvieron a tocar el suelo, para entonces sujetar el puente de su nariz.

—¡Pieck! ¡¿Qué te pasa?! ¡¿Qué tienes?! —dijo asustado, temiendo que la historia con Frieda se repitiera, y que quizás Pieck tuviera el mismo padecimiento, o algo parecido al de la difunta princesa.

Recargó su cabeza en su pecho unos segundos, y después lo miró a los ojos —no te preocupes, los mareos son normales.

—Ma... ¿Mareos? —pestañeó, confundido.

—No importa, primero dime, ¿Qué pasó? ¿A qué vino la Reina Historia? ¿Qué fue esa visita al Rey? —preguntó, si llevada por la curiosidad, además de que obviamente involucraba al hombre que amaba. Por otro lado, es cierto, quería evadir el tema del embarazo, al menos por ahora.

Zeke tomó las manos de Pieck entre las suyas —Historia y yo cancelamos oficialmente nuestro compromiso; se firmó un tratado comercial y de intercambio mutuo entre Erdia y Mare.

—¡¿De verdad?! —exclamó sorprendida.

El príncipe asintió con la cabeza —Pieck —la miró a los ojos —¿Te casarías conmigo?

La propuesta la dejó en silencio, aunque después de unos segundos, su sonrisa tuvo un destello de malicia —es mejor que nos apresuremos a casarnos cuanto antes.

—¿Por qué tanta prisa? —no es que no quisiera casarse, incluso en ese momento si hubiera un sacerdote en su residencia, simplemente no esperaba esas palabras.

Tomó la mano de Zeke —porque más o menos en unos tres o cuatro meses, creo —y entonces la puso sobre su vientre, brindándole al príncipe una dulce sonrisa —se me notará el embarazo.

Se quedó perplejo, no esperando en absoluto una revelación así —Pieck, tú... —fijó sus ojos en la mano que tenía sobre el vientre de ella —¿Estás...? —se quedó sin palabras, ¡Iba a ser padre!


El barco real llegó a las costas de Paradis, y tan pronto los tripulantes descendieron, abordaron sus caballos para adentrarse en las murallas del Reino de Erdia.

Tras llevar a su caballo al establo, Mikasa se dirigía desde las caballerizas reales en dirección al castillo.

—Ackerman.

Volteó a su derecha —Sargento Levi —se acercó a su superior.

—Espero que no vuelvas a estar tan distraída en una misión —dijo con severidad, cruzado de brazos contra la pared.

—¿Perdón? —no entendió el por qué del regaño, de hecho, le enojaba.

—Se supone que íbamos a Mare para proteger a la Reina, ¡No a ver a tu novio!

Se quedó impactada por esas palabras —Eren y yo no... —no sabía qué decir; y sí, aunque había una atracción mutua, técnicamente no había nada entre ellos... Aún.

Caminó hasta la joven —¿Qué diablos le ves a ese mocoso que es igual de princeso como el princeso mayor?

—Levi.

Ambos voltearon cuando escucharon aquella voz, además de los pasos que se acercaban a ambos.

—Sargento Hanji.

—Hanji.

Dijeron Levi y Mikasa respectivamente, ambos al mismo tiempo una vez que divisaron a la mujer de cabello castaño y anteojos.

Colocó su antebrazo en el hombro del sargento —Mikasa, ¿Podrías dejarme a solas con Levi?

—Sí, claro, con su permiso —dijo aliviada, e hizo el saludo militar antes de retirarse.

—¡Más atención en futuras misiones! —dijo Levi antes de que ella se fuera.

Hanji dio un paso al frente, y con sus manos en las caderas arqueó una ceja —¿Qué fue esa escena tuya reclamando cosas a Mikasa como si fueras un amante celoso? —Se cruzó de brazos.

—Tú y yo sabemos que siempre debemos de priorizar nuestra misión por encima de intereses personales —se acercó, cerrando el espacio entre ambos —¿Y no será más bien que eres tú la que está celosa?

Antes de que pudiera hacer o decir nada, los labios de Levi se habían apoderado de los suyos y como siempre, sus besos eran pasionales y furtivos, haciéndole sentir que las piernas le temblaban cada que sentía la lengua de Levi deslizándose dentro de su boca.


Como cada noche, Reiner escoltó a Historia hasta su habitación —debes estar cansada —dijo una vez que entraron. Hasta ahora, Reiner sólo la dejaba en la puerta, o entraba por muy breves instantes si la notaba más agotada de lo usual, requería ayuda en llevar algunas cosas, etc.

Pero en esta ocasión, y después de lo ocurrido en Mare, simplemente no quería apartarse de ella, aunque en unos instantes tuviera qué irse para dejarla dormir.

—Un poco... —suspiró al sentir los brazos de su amado alrededor de ella, y recargó su rostro sobre el pecho del soldado.

—Entonces descansa —la besó en la frente, para entonces besar suavemente sus labios; y dando un pequeño paso hacia atrás con la intención de irse.

—Reiner...

—¿Sí? —acarició el rostro de ella.

Lo abrazó —¡No te vayas!... Quédate.

—Historia... —sostuvo su barbilla, y se perdió en los ojos azules de su amada, no pudiendo hacer otra cosa que volverla a besar.

El beso fue suave, aunque pronto se tornó más profundo. Las manos del soldado pasaron de la espalda de la reina hacia su cintura, acariciándola y yendo hacia su espalda baja mientras sus bocas volvían a encontrarse una y otra vez.

—Reiner... —pronunció al sentir los besos de su amado explorando su mentón, y después su cuello.

—Mi diosa —susurró en el oído de ella, mirándola confundido cuando lo frenó al colocarle un dedo sobre sus labios como silenciándolo.

—No soy una diosa —dijo con una sonrisa maliciosa —no pretendo serlo; y más allá de mi deber con Erdia, soy sólo una mujer.

Sonrió —está bien —"Aunque siempre serás mi diosa".

Alzó sus manos para traer el rostro de él hacia ella —¿En qué estábamos? —dijo entre risas, para entonces besarlo; beso al que Reiner correspondió.

Sus labios volvieron a viajar hacia el fino cuello de Historia, mientras sus manos acariciaban suavemente la espalda y costados de su reina; quien buscó su boca, y tomó una de sus manos, llevándola hacia su pecho.

—Tócame...

Sus miradas se encontraron una vez más mientras respiraban de manera acelerada, y las mejillas de ambos ardían.

Otro beso tuvo lugar mientras la mano de Reiner, alentado por la propia Historia, se dedicaba a tocar los pechos de ella por encima del vestido que portaba.

Llevó sus manos hacia el pecho de él, intentando retirar la chaqueta militar que portaba.

—Historia... ¿En verdad? —dijo sorprendido.

—Dije que haría lo que mi corazón dicte —lo besó de manera rápida.

Sonrió, y devolvió el beso —te amo, Historia.

—Te amo.

Entre besos y caricias, las prendas cayeron de sus cuerpos una a una, hasta que no hubo nada que los cubriera.

Con un nuevo beso profundo, rodeó la cintura de ella, y la cargó hasta llegar a la cama de la reina; depositándola en el lecho con delicadeza.

Se dedicó a explorarla con dulzura y delicadeza, recorriendo la suave piel blanca de ella; recorriendo con sus labios sus piernas... su vientre. Besó sus pechos suavemente, recorriendo cada centímetro de ellos, y jugueteó con los pezones entre sus labios, arrancando más de un gemido de la boca de ella.

—Reiner —susurró cuando sintió la firmeza de él rozando su intimidad. Sonrió, y levantó su rostro para buscar los labios de su amado, y moviendo su cuerpo para acercarse más a él, dio su aprovación para que continuara.

Muchas veces soñó en compartir ese momento con ella, aunque jamás pensó que fuera posible. Sin embargo, ahora mismo estaban juntos, desnudos y en la misma cama, amándose.

Comenzó a introducirse en ella de manera lenta, siendo lo más cuidadoso y delicado posible; pendiente de cualquier dolor o incomodidad que pudiera ella sentir.

—¡Oh! —exclamó, mordiéndose el labio inferior.

—¿Estás bien? —preguntó preocupado.

Ella asintió con la cabeza —no pasa nada, de verdad. —Y era cierto, pues en realidad, tan sólo era el dolor e incomodidad inicial propio de la primera vez.

Reiner continuó su camino, sintiendo que casi se volvía loco al abrirse paso en el interior de ella, rodeado de su humedad y su calor; mientras una mancha de sangre quedaba sobre las sábanas blancas del lecho real.

—Historia, te amo —dijo agitadamente una vez que estuvo dentro de ella, y unió sus labios de nuevo con los de ella.

—Te amo, Reiner —sonrió, y devolvió el beso.

El ritmo de sus embestidas era lento y sensual, siempre cuidando de ser lo más delicado posible.

Después de un rato, la incomodidad inicial comenzó a darle paso al placer, a lo que ahora Historia sólo se dedicaba a sentir y disfrutar de su amado, de sus manos recorriendo su cuerpo, sus labios, el roce de la piel de él con la suya, y de la firmeza de él hundiéndose en ella una y otra vez.

Entre gemidos, suspiros y respiraciones agitadas, el orgasmo se hizo presente en ambos amantes, quedando totalmente exhaustos, y durmiendo así, juntos y abrazados por primera vez.


Su real Majestad Eren Krueger, Rey de Mare, se complace en invitarles al enlace nupcial de su sobrino, Zeke Jaeger, Príncipe de Mare y Duque de Liberio; con la General Pieck.

La invitación fue recibida no sólo entre miembros de la aristocracia y milicia de Mare; sino que también se hizo extensiva a mandatarios de otros reinos, incluyendo Erdia.

Varios de los invitados tenían suspicacias de cómo es que el Príncipe se casaba con una general del ejército, si apenas un mes atrás la Reina de Erdia había estado en Mare y el compromiso había sido disuelto; sin embargo, todos se reservaban sus teorías y conclusiones para sí mismos.

Durante el banquete, Eren se acercó a los soldados erdianos quienes, obviamente, acompañaban a Historia para protegerla; aunque a insistencia de la propia reina, todos ellos vestían de gala para estar como invitados, y no sólo como guardias de la monarca de Erdia.

Los ojos de Levi se centraron en el joven Jaeger cuando se percató que hizo una señal con la cabeza a Mikasa, quien de manera discreta, le siguió para salir del gran salón del palacio.

—¡Déjala! —dijo Hanji en voz baja, pero firme; deteniendo a Levi del brazo.

—Estamos en una misión, le dije que no quería distracciones —dijo de manera severa.

—Estamos todos los demás para proteger a Historia —dijo Hanji, para entonces esbozar una sonrisa maliciosa —además, no todos los días me pongo un vestido lindo como hoy, deberías sentirte afortunado.

Annie se quedó mirando a su compañera alejarse detrás del joven Jaeger.

—Yo tuve la misma idea —dijo Armin, quien llegó junto a Annie de manera sorpresiva —pero ahora el pasillo está ocupado.

La rubia le miró, y sus ojos después recorrieron el salón como buscando algo —podríamos ir a aquella terraza —sonrió.

Berthold no perdió detalle de como Annie se alejaba junto con Armin, hasta que una copa de vino que le pusieron en frente lo sacó de sus pensamientos.

—Toma —dijo Jean, quien bebió un trago de su copa —por las mujeres que amamos y que nunca nos voltearon a ver.

Berthold tomó la copa que su camarada le ofrecía, haciendo el ademán de brindar, y tomando un trago. Él no era de beber casi nunca, pero si un compañero lo ofrecía, por una vez que lo hiciera no iba a pasar nada.

Annie y Armin se recargaron en el barandal de aquella terraza, observando la enorme luna llena que había esa noche.

En realidad era Annie la que miraba el cielo nocturno, ya que Armin estaba ocupado contemplando el vestido rojo con rosetones en la falda que portaba la rubia.

—¿Pasa algo? —preguntó ella al sentir la mirada de Arlet.

Se sonrojó —t... tu vestido es muy b-bonito.

Sonrió —Gracias.

Armin se acercó a ella —Annie, yo... —acercó más su rostro —quiero decirte que...

Pero fue ella la que finalmente pegó sus labios con los del joven, quien después de unos segundos cerró sus ojos azules para disfrutar de —por fin— ese beso que ambos deseaban.

En el pasillo, Eren volteó cuando escuchó los delicados pasos de la soldado erdiana acercarse. Era innegable la belleza de ella, enfundada en aquel vestido celeste en línea "A".

—¿Y tu bufanda? —preguntó entre risas, aunque más que curiosidad fue para romper el silencio inicial.

Sonrió tímidamente —en el barco.

—Ya veo —se acercó a ella —me da gusto que hayas venido, tiempo sin vernos.

—Pero si apenas hace un par de semanas que fuiste a entregar la invitación a la reina.

Flashback

Los miembros de la guardia real habían terminado de cenar, y pronto, el comedor de los soldados había quedado casi vacío, excepto por Mikasa, quien aguardó a que todos salieran para retirarse ella. Y así lo hizo.

—Oye M... Mikasa.

Volteó —Jean, ¿Dime?

El joven se acercó de manera tímida —q-qué bien que estés dejando crecer tu cabello... Es m-muy bonito.

—Gracias —dijo de manera cortés.

—Me preguntaba sí...

—¡Mikasa! —exclamó una irritada voz que llegaba de manera sorpresiva.

Mikasa sintió su corazón acelerarse, y fue más cuando sus ojos confirmaron lo que sus oídos habían captado —¡Eren!

El joven Jaeger había llegado una hora antes al Castillo erdiano para entregar la invitación de la boda de su hermano y Pieck; preguntando a sirvientes y otros guardias, fue que pudo encontrarla.

—Te estaba buscando —dijo Eren.

—Disculpa —interrumpió Jean —estábamos en medio de una conversación y ¿No estás algo extraviado? Mare queda al otro lado del mar.

—No tengo por qué darte explicaciones —replicó Jaeger.

—Eren, qué sorpresa.

Al ver los ojos de ella fijados en Eren, Jean la tomó de la muñeca —Mikasa, ¿Quieres ir a dar un paseo? —dijo en un último intento por captar su atención.

—Yo...

Eren se interpuso entre Mikasa y Jean, liberando así a la joven del agarre —¿No tienes algo qué ir a resguardar ahorita?

Fin del flashback

Eren se rascó la cabeza —tienes razón, aunque pareciera que todos conspiran para que no pueda pasar tiempo contigo.

Mikasa volteó hacia todas direcciones —estamos solos ahora.

—Lo sé —suspiró nervioso —es ahora o nunca —y finalmente, sin que alguien los interrumpiera, Eren acercó su rostro al de Mikasa, besándola suave y brevemente; a lo que ella respondió regresando el beso inmediatamente a que él lo hubiera concluido.


—Aquí estoy, después de tanto tiempo —dijo Zeke, leyendo la inscripción en la lápida.

"Frieda Reiss,

Princesa de Erdia,

Duquesa de Sina,

Amada hija."

Colocó las rosas blancas en el florero de mármol integrado en la tumba —perdóname que ya nunca volví aquí a visitarte, aunque sé que sabes lo duro que fue decirte adiós.

Miró al cielo por unos segundos, y nuevamente hacia la lápida —espero que no te pongas celosa por haberme enamorado y casado con Pieck —dijo entre risas —¿Qué estoy diciendo? Conociéndote, sé que el verme feliz te hace feliz.

Una brisa de aire fresco alborotó el cabello del príncipe —¿En verdad estás aquí? ¿O simplemente soy un loco hablando solo? —sonrió. —Eres tú, lo sé.

—¿Zeke? —dijo Pieck a lo lejos, acariciando su abultado vientre de ya siete meses de embarazo.

Volteó a ver a su mujer, y fijó su mirada en la tumba de la princesa —Siempre serás parte de mí, Frieda.

Observó a su esposo acercarse a ella —hay qué darnos prisa si queremos llegar a tiempo.

—Espero no te moleste que haya insistido en venir.

Negó con la cabeza —Sería una idiota si tuviera celos de alguien que ya falleció y —miró en dirección a la tumba de Frieda, volviendo a observar a su príncipe con una sonrisa en sus labios —supongo que lo necesitabas.


Mi reina... ¡No! Mi diosa.

Jamás creí que esto pudiera convertirse en realidad, verte caminar hacia mí con tu vestido blanco y el velo cubriendo tu rostro... ¡Te ves hermosa!

El comandante Erwin me saluda con el brazo que le queda justo después de entregarte conmigo en el altar, y obviamente, devuelvo el saludo con el juramento de amarte, protegerte, y entregar mi corazón y mi vida por ti, Historia.

Al dar un vistazo hacia atrás; creo que es divertido que les hayas pedido a Annie, Sasha y Mikasa que fueran tus damas, ¡Jamás vi a Annie usar un vestido rosa! Y eso que somos de la misma aldea.

El Pastor Nick habla y habla, pero yo sólo puedo verte a ti como siempre lo he hecho, adorándote, mi Diosa.

Los votos que nos dedicamos no hacen sino reafirmar lo que ya tenemos y sentimos, y lo que vendrá en el futuro para nosotros.

—Los declaro, marido y mujer.

Reiner levantó el velo que cubría el rostro de Historia, inclinándose para besar a la novia de manera dulce, tan sólo un suave roce de labios.

Las campanas del templo comenzaron a sonar, y de ahí, le siguieron las campanas de otros templos y de puestos militares, a la vez que, desde la muralla Sina, grupos de soldados disparaban bengalas al aire para celebrar el enlace de Historia y Reiner.

F I N


Sitting in our cage shall we see innocent scarlet?

Lauri Haro, Valen Minene, Sophie Briefs, Ariazu, Lector Shenlong, Isabel Cordy, Bri 17, Y-Men, Jennifer, Wendy, Uri, Chocolat Mint, Diosa de la muerte y lectores anónimos. Muchísimas gracias infinitas por cada review, por su cariño y porque les haya gustado este fanfic.

Hemos concluido esta historia y pues, ya saben, me gustan los finales felices y como buena telenovela, esto terminó en boda XD

Espero les haya gustado, nos leemos en alguna otra locura que se me ocurra.

Besos! ¿Reviews?