Capítulo 3: Chat Noir
Baje inmediatamente cuando me llamaron mis tíos, realmente quería saber más sobre el misterioso anillo pero corría el riesgo que si no bajaba ellos subieran y se toparan con la criatura y realmente no quería que ellos estuvieran cerca de un ser que pudiese destruir cosas. Al bajar vi a Nathalie la cual me dijo que mis tíos tomarían el té en la terraza así que me dirigí hasta ahí. Al llegar a la terraza vi que ambos ya se encontraban sentados en una mesa mientras que el pequeño Adrien estaba dormido en un moises. Habían regresado de su reunión de lo más felices tanto que me platicaron todo, aunque yo realmente no les entendía nada y solo asentía a su entusiasmo; lo mínimo que pude entender es que el trabajo estaba casi listo, solo unos retoques y estaría todo en su sitio para presentar la nueva línea de Gabriel Agreste. Sus caras sonrientes me hicieron recordar a mis padres cuando llegaban a casa y solíamos platicar en el salón antes de la cena, y a pesar de la nostalgia que me invadió no pude más que ponerme feliz por su éxito. Una mucama apareció llevando consigo un juego de té y bocadillos, cortando la plática de mis tíos y dándome un respiro a todo lo que me contaban.
—Y dime Félix, ¿Qué te está pareciendo Paris?—dijo mi tío sacándome de mis pensamientos, mientras este tomaba su taza de té.
—Muy bien, es agradable y tranquila, casi que no quiero que inicien las clases—dije en broma a lo cual ambos tíos rieron. En eso el pequeño Adrien se despertó y me miro como si quisiese que le cargase, pero yo estaba más entretenido en el croissant que estaba frente a mí, así que extendí mi mano para tomarlo y justo olvide que era aquella en donde portaba aquel extraño anillo.
—Oh, Félix, ¿y ese anillo?—dijo mi tía y yo me quede mudo al recordar todo lo que me había pasado en la mañana.
—Bueno… pues yo…— sí, estaba nervioso, como explicaba ahora esto. ¿Me creerían? Iba a hablar cuando de repente una sensación extraña me invadió, algo me decía que no debía contarles así que solo me quedo mentirles—… lo compre cerca de la librería, fui esta mañana a buscar algún libro para pasar el rato.– Odiaba mentir, pero algo me decía que era mejor resolver este tema por mi cuenta.
—Vaya es original, nunca había visto algo así, en fin, esta noche iremos a una cena con unos amigos, quisiera que nos acompañaras, Félix.
—Claro, me iré a mi habitación a empezar a prepararme—dije levantándome de la silla, entonces escuche como el pequeño Adrien empezaba a llorar, al voltear, vi que este extendía sus manitas hacia mí, por lo que decidí cargarlo y le dije a mis tíos que podían tomar su merienda mientras yo cuidaba al bebe. Ellos asintieron y me dirigí a mi habitación para hacer hablar a aquella criatura y que me dijera como quitarme ese extraño anillo.
Al llegar me percate que aquel ser se encontraba de lo más tranquilo sentado sobre un almohadón, tanto que ni siquiera sintió mi llegada. Carraspee un poco y este levito y se dirigió hacia mí.
—Muy bien, Plagg, ahora que al parecer estas descansado, podrías decirme como quitarme esta cosa—lo dije levantando mi mano para que esa criatura viera a lo que me refería. Adrien empezó a reír y a balbucear en cuanto vio al kwami por lo que lo deje sobre mi cama, tendiéndole su gato de peluche para que se entretuviera, no quería que tocara a la criatura.
—Que interesantes son los humanos, ese pequeño ser hasta se burla de mi…—dijo Plagg ignorando mis palabras, iba a reclamarle cuando se elevó hacia mi rostro y me dijo de lo más serio—Niño, tu no debiste haberte colocado ese anillo, mejor dicho, tu ni siquiera tuviste que encontrar el anillo, pero en fin tendré que ponerte al tanto, como ya te lo mencione, este anillo es un miraculous, el cual te brindara el poder de la destrucción, es tan fácil como decir: Plagg transfórmame y listo, podrás acceder a ellos. En cuando a quitártelo, solo el usuario del miraculous de la buena suerte te lo puede quitar al recibir un beso.
Ok, eso no me lo esperaba. Un beso, enserio. — ¿Un beso? Y porque un beso— dije levantando mi voz y con un tic en mi ojo.
—Oh es una larga historia pero a resumidas cuentas es parte de una maldición que ocurrió hace muchos años…—su mirada se volvió triste por lo que decidí no volver a preguntar sobre eso.
—Bien, entonces donde puedo encontrar a esa persona– Dije con apuro, no quería tener esta cosa conmigo.
—Pues, ni idea…—dijo riéndose—… llevo años encerrado en el anillo no tengo idea de donde este el portador ni el kwami, pero si una cosa estoy seguro, es que hay algo que se aproxima y no parece ser nada bueno.
Eso me dejaba más nervioso aun, pero cuando pensaba hablar el ser voló cerca de Adrien y se puso a dar vueltas alrededor de él, mientras este reía. Al ver la hora, decidí dejarlo y viendo que empezaba a atardecer y al ver que mis tíos no venían por él bebe, no tuve más remedio que pedirle a Plagg que lo observara de lejos, mientras yo me duchaba y arreglaba para ir a aquella cena a la que me habían invitado. Este solo asintió con su cabeza y continúo sacando risas al pequeño bebé.
Ya solo, pude pensar en que rayos me había metido y como saldría de esa. Mi cabeza empezaba a dolerme de tanto pensar, así que mejor por el momento era dejarlo por la paz. Al salir de la ducha, vi como Nathalie estaba con él bebe en brazos y me observaba con un rostro de enfado.
—No es bueno que dejes al bebe solo, Félix, puede caerse y lastimarse—Claro, eso era muy obvio pero yo no lo había dejado solo, intuí que Plagg se ocultó al ver a otro humano por lo que le dije que él bebe estaba dormido al momento de tomar una ducha, obviamente siendo esto una mentira la cual ella ni dudo.
—Muy bien, termina de arreglarte, yo me quedare con él bebe en casa mientras ustedes salen, así que divierte— me dijo entonces con una sonrisa y salió de mi cuarto sin más. Vaya carácter, primero me reprende y luego me dice que me divierta, en fin. Llame a Plagg pero este no contestaba por lo que intuí se había escondido muy bien, no me deje distraer con eso y continúe con mis cosas. Ya buscaría a ese gato volador.
La hora de salir se llegó y me dirigí con mis tíos y su enorme guardaespaldas a un lujoso restaurante que se encontraba algo lejos de la casa. Al bajar una pareja nos recibió y se notaba que estos eran amigos, al ver el trato con el que se llevaban.
—Félix, este ellos son amigos de la familia, ella es Audrey Bourgeois y su esposo André Bourgeois. Audrey es diseñadora y André es dueño de uno de los mejores hoteles de Paris y próximo candidato a alcalde de la ciudad.
Salude a ambos, ambos eran la típica pareja adinerada e inalcanzable de Paris se le notaba en los poros, así que solo asentí y tome las manos de ambos.
—Así que por fin conocemos al famoso Félix, Gabriel se la pasa hablando de ti, espero que encuentres en Paris una nueva oportunidad de dejar el pasado y tener un futuro más cálido y feliz—dijo André con una sonrisa amistosa al estrechar su mano. Eso me dejo fuera de mí unos segundos, intuí que él conocía mi pasado, por lo que al principio me saco de mi zona de confort por unos segundos, pero rápidamente recuperando el habla le agradecí y pudimos entrar al restaurante.
El lujo se notaba en cada rincón del lugar y ya teníamos una mesa en una terraza privada donde cenaríamos. Al sentarme los adultos comenzaron a platicar entre ellos, cosas como nuevos estilos de moda, como estaba Adrien y Chloe, la que intuí era hija del matrimonio Bourgeois; que los negocios iban bien y entre otras cosas que para mí no eran de mi interés. Hasta que la Sra. Audrey se dirigió hacia mí.
—Y ¿Cómo está tu abuelo, Félix? No se ha dejado ver desde el accidente—y eso me confirmo lo de antes, esa gente sabia más de mí y mi familia, claro siendo amigos de mis tíos eso era más que obvio.
—Audrey, no es necesario hablar de esos temas en una agradable noche como esta–dijo mi tío Gabriel con una mirada seria.
—Él está bien, ha de estar metido en sus negocios, cuidando la empresa familiar y esas cosas—respondí de lo más serio, mi abuelo y yo no teníamos una buena relación por lo que él fue uno de los factores para que yo decidiera venir a Paris. De repente un mesero llego cortando la tensión que se había presentado y todos decidimos ordenar la cena, pero a mí, se me había ido el apetito. Vi que aquel restaurante tenía una zona de jardín por lo que le pidiendo permiso decidí pasear un rato y dejar a los adultos hablar de sus temas. Mi tío iba a replicar pero mi tía Emily me dijo que no tardara, vaya que ella al parecer si se dio cuenta de mi malestar.
Al llegar al jardín tome asiento en una banca y recostándome cerré mis ojos y recordé el día en que mi vida cambio, el accidente de mis padres. Vivíamos en Inglaterra y se suponía que solo harían un viaje rápido a New York para revisar unos negocios que ambos tenían, yo debido a que me había enfermado no pude acompañarlos, así que me quede al cuidado de una niñera. Al despertar la noticia de que el heredero de la familia Agreste y su esposa habían muerto en medio del mar me dejo sin habla. Los investigadores mencionaron que había sido un accidente y yo al quedar solo quede en manos de mi abuelo, el cual lejos de comprenderme me dejo solo mientras él se ocupaba de los negocios. Hasta que me entere que mi padre tenía un hermano en Paris y que deseaba adoptarme fue cuando vi una salida a mi soledad. Y ni siquiera lo dude, en cuanto tuve la oportunidad le dije al abuelo que vendría a Paris y el solo dijo que yo podía hacer lo que quisiera.
Todos esos recuerdos regresaron aplastando mi alma, tanto que no me había percatado de las lágrimas que bajaban por mis mejillas. Las limpie y decidí ir al sanitario y enjuagarme mi cara cuando de repente un estruendo me hizo caer de nuevo en la banca. Al levantar la mirada observe como la parte alta de aquel restaurante había sido golpeado con una especie de explosivo, ya que el muro tenía un gran agujero en el. Rápidamente pensé en mis tíos así que corrí, pero la gente asustada no me dejaba avanzar, necesitaba percatarme que estaban bien y entonces vi a una persona disfrazada de un mimo el cual simulo lanzar algo y esto hizo un gran estruendo rompiendo otra pared. El como podría hacer eso, estaba fuera de mi lógica, entonces él se volteo y me vio y yo por instinto corrí de nuevo al jardín perdiéndome entre los arbustos. No sabía que estaba pasando, mi corazón estaba que se salía de mi pecho y el miedo de perder a mis familiares me inundaba en mi cabeza.
—Vaya niño, ¿estás bien?— Esa voz familiar me hizo voltear con rapidez, a mi lado estaba Plagg de lo más tranquilo, y aunque no me lo esperaba verlo, su voz me hizo tranquilizarme.
— ¿Cómo llegaste? ¿Y sabes que rayos está pasando?—Mi voz sonaba paranoica pero no entendía nada de lo que había visto
—Haber primero tranquilízate, niño. Eso es lo que yo sentía, ese tipo ha de ser un akumatizado, y creo que tiene intención de destruir el lugar, lo más seguro es que no le guste la comida—dijo de lo más tranquilo, iba a replicar algo pero volteo hacia mí y lo que me dijo me dejo helado.
—Parece que te está buscando. Yo que tu huía o morirás aquí, al menos que quieras usar el poder del anillo y derrotarlo.
Derrotarlo, era enserio. No sabía pelear, entonces me percate que esa cosa estaba cerca de donde me encontraba, mis opciones eran pocas y el tiempo muy limitado. Morir o intentar ser un héroe, mi mente iba a mil pensando, entonces una voz en mi cabeza me llego de la nada, era aquella voz que había visto en mis sueños al llegar a Paris, era mi madre. Aquellas palabras que no había escuchado en aquel sueño llegaban a mi mente: "No tengas miedo". No lo dude y pronuncie las palabras que ese ser me dijo me transforme en Chat Noir.