Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen
Capitulo V
-Papá…
-Aprisa Saga, tenemos que irnos -Saco un pantalón y una remera cualquiera, se la arrojó al chico.-Tenemos que irnos.
-¿Que pasa? -pregunto adormilado mientras se sentaba en la cama.
-Aspros. -Fue lo único que dijo antes de salir del cuarto con destino al cuarto de su otro hijo.
Primero fueron con la policía, como se lo habían sugerido desde el hospital. Luego de varias horas en la comisaría, en donde los menores temblaban de miedo a pesar de estar a salvo en el despacho de un detective, su padre ingresó acompañado del comisario a cargo.
Volvieron a Santorini, poco después.
Llegaron a la casa de Santorini en plena noche, no habían pasado por la casa de Atenas a recoger ropa limpia. Se habían ido con lo puesto y algo que Defteros había comprado en una tienda de segunda para que los chicos y él pudieran cambiarse…
Habían estado el día previo en casa de Asmita, el amigo de su padre, los menores se sintieron un poco seguros ante el hecho de ser mencionado que Aspros ignoraba quién era Asmita.
La casa isleña de dos pisos le proporcionó una sensación de seguridad a ambos menores apenas bajaron del auto. Ya estaban al tanto de todo, del escape y que posiblemente el loco de remate que tenían como progenitor estuviera tras ellos. Estaban en Santorini, en casa, lejos de Esparta… Muy lejos.
Defteros fue el primero en entrar a la casa, seguido por los gemelos que ingresaron casi atropelladamente y cerraron la puerta de golpe.
-¿Papá? -Defteros observó al menor que le hablaba- ¿Quieres un café o un té?
-Té… -Dijo mientras tomaba la correspondencia que había quedado sobre la alfombra de ingreso, cuyo papel estaba manchado por la marca de las pisadas. El menor se dirigió hacia la cocina.
-Papá…
-¿Que sucede Saga?
-¿Estaremos a salvo? -La pregunta le pilló desprevenido, dejó salir un suspiro para luego observar a su hijo.
-Si, Saga, lo estaremos… -Le sonrió como pudo, tratando de ocultar nuevamente el terror que le daba la idea de que "eso" estuviera suelto- Ven vamos… vamos a decirle a Kanon que te prepare un té a ti también. -Le sonrió amistoso, para darle un poco de calma y le acarició la cabellera con afecto. Calmando sus tormentos en ese proceso. Para Saga esa caricia significaba "Nada va a pasar", que era exactamente lo que quería escuchar.
Cocina.
-Que bueno verlos, ya me preguntaba cuándo vendrían a la cocina -El arma estaba contra la sien del muchacho, los labios acallados por una mano. La misma que había aferrado el lazo corredizo, en las muñecas del menor a la primera oportunidad que se le había presentado.- Creo que tendremos una cena familiar, los cuatro -Pateó una soga a los pies de Defteros- Amarra a Saga a la silla, si no lo haces. Mandaré a Kanon con la idiota… -Dijo mientras su dedo se afirmaba en el gatillo.
-No es necesario que lastimes a los chicos… Aspros…
-Sabes que no soy Aspros, que no tengo el menor sentimiento hacia este crío inmundo… -Replicó el hombre con una sonrisa por demás burlesca y sardónica.- Haz un buen nudo marinero en las muñecas de Saga… Te he dejado un poco de cinta de embalar sobre la mesa, ponla en su boca. -Miro a Saga- ¿Acaso no amas a tu hermano? ¿Que esperas para sentarte en la mesa? -Temblando de miedo, comenzó a caminar hacia el comedor. Se sentó en una de las sillas y puso sus manos en la espalda. La soga no tardó en rozar sus muñecas.
-Lo siento… -Escucho que susurraba su padre.
Defteros sabía que no les mataría, no desde el primer momento. Él se deleitaba con el martirio psicológico primero, colocó de forma floja los amarres en Saga. Tal vez el chico pudiera soltarse e ir a pedir ayuda. Si se presentaba la oportunidad de enfrentar a "eso" lo haría y trataría de darles tiempo a los menores de escapar.
-Defteros, puede ser más ajustado. -El arma se movió, peinando parte de la cabellera dorada del menor- No querrás que se me escape el dedo y apriete el gatillo ¿Cierto? -Hizo una pausa mientras observaba cómo el hombre ajustaba un poco más las cuerdas en las muñecas del chico. -Se buen niño, Defi, como cuando eras pequeño qué hacías todo lo que te decía…-Defteros no replicó nada ante las palabras. Su lengua estaba paralizada por el miedo- La cinta -El hombre cortó un pedazo y la puso sobre los labios de Saga. -Ahora… ¿Ves el vaso de whisky? -Pausa nuevamente mientras saboreaba lo que estaba apunto de decir- Tómalo todo. -Con el pulso claramente tembloroso tomó el vaso y se lo llevó a los labios.- Completo, Defteros, los dos sabemos que no quiero matarles… Necesito a los dos críos…
Solo fue cuestión de escasos minutos hasta que Defteros cayera semi inconsciente al suelo. Escucho el ruido de los pasos y el de la silla, uno minutos después sintió como era movido a otro lugar. Su mente terminó por nublarse...
Ese maldito, había aprovechado la visita de los gemelos para obtener esa información que de ningún labio había salido. Había sospechado que algo se tramaba, pero no esperaba algo así… Con ese pensamiento en mente, terminó cayendo en la oscuridad de la inconsciencia.
Cuando volvió a estar plenamente consciente, estaba acostado en su cama. Había absoluto silencio en la casa y eso le preocupaba. Bajo por las escaleras con un andar por demás atontado y llego al comedor.
Los gemelos estaban amarrados a las sillas se aproximo a estos y con movimientos torpes comenzó a desatarlos. En eso noto los labios de Saga, sentado en frente suyo, como así también el mentón. Estaba cubierto por una sustancia carmín reseca, estaba seguro que esa no era otra cosa más que sangre.
Lo mismo se aplicaba para Kanon, sus labios estaban empapados de la misma sustancia al igual que su mentón al escupir esté la sustancia. La brisa marina le llegó desde la puerta balcón de la cocina, anunciando por donde se había efectuado el escape final...
Varios meses después.
El agua se tiñó de rojo, a medida que se lavaba. La tibia agua cristalina removió de sus manos la evidencia de lo que hasta hace solo unos minutos atrás había estado haciendo.
No dejó de lavarse las manos hasta que estas quedaron completamente libres de la sustancia roja.
Libres de toda evidencia.
De fondo escucho los minúsculos ladridos del pequeño cachorro, de labrador, que su padre les había regalado. Hasta hace solo unos minutos atrás, había estado pintando de rojo el tejado de la casucha de madera en que habitaría el animal.
Se miró las manos y luego se observó en el espejo. Todas las noches soñaba con que la copa de sangre volvía a ser depositada en sus labios, mientras él susurra esas extrañas palabras en latín. Luego de un tiempo, y usando la navegación incógnita del buscador, había buscado su significado.
Marcare sanguinem victimæ meæ, relinquo vobis manus electionis fuisse transmissum. (Marcare con mi sangre a los sacrificios, dejo en tus manos la elección).
-Para que elijas al correcto… -Repitió mientras miraba la imagen que le devolvía el espejo. -Yo soy el correcto, supongo… ¿Pero el correcto para que?
¿Ya sabes la respuesta? Le dijo la persona en el espejo dentro de su cabeza. ¿Para que preguntas? Soy parte de la herencia familiar… Soy parte de ti ahora.
Sonrió, esbozando esa sonrisa que por años había causado pavor a su padre… Aspros había desaparecido para siempre espiritualmente, su cuerpo había aparecido flotando a las orillas de una playa.
Si, Aspros se había lanzado al mar siguiendo por última vez la indicación de esa voz. A pesar que una parte de él había intentado pelear en su último minuto de vida. La pelea había sido en vano... Ya no era útil y lo inútil se descarta.
Pero que Aspros se hubiera ido no representaba nada, dado que aún estaba él… Él había sido el elegido… Guiado por la voz interna de su mentor sería mejor que Aspros. Él sería más astuto que su predecesor (que todos sus predecesores), porque él no era Aspros era…
-¡SAGA! -llegó el grito desde la planta baja- ¡YA ESTÁ EL ALMUERZO!
-Ahí voy… -Se terminó de secar las manos y colgó la toalla en su lugar. Aún era muy joven, pero pronto crecería y mientras el metal aun pudiera trabajarse… Esa voz le diría como moldearse. Como había hecho con Aspros, se aseguraría de que Saga siguiera los pasos de este… Pero perfeccionando los lugares donde hubo errores…
Por ejemplo Defteros y Kanon, que ellos vivieran en el futuro sería un terrible error. Pero eso se resolvería en un futuro lejano, aún era demasiado joven para andar orquestando dos asesinatos parentales.
-Es mejor no cometer el mismo error, pero de momento me conviene tenerlos… vivos. -Susurro el dueño de aquella voz en su cabeza, transmitiendo su pensamiento a sus labios y dejando que estos le dieran voz.
Aún faltaba mucho tiempo para empezar a orquestar sus planes, por lo tanto disfrutaría del cariño de un padre y la compañía de un hermano por varios años más. Hasta que ya no sirvieran de nada...
Fin.