¿Debería hacer un chiste sobre cuánto tiempo me tarde? ¿Dar una excusa misteriosa que al final sólo sea un chiste? ¿Habrá gente que siga leyendo esto? Bah, sigamos.

Muy buenas a todos y a todas, y bienvenidos a éste el capítulo final final, sumado al epílogo.

Quisiera disculparme personalmente con todos el hecho de que me haya retrasado tanto con ésta entrega, pero la escuela me azotó sin que yo supiera ni cómo ni cuándo. Súmenle eso a problemas personales que he llegado a tener, como lo de mi pierna, problemas típicos que hay en Venezuela, una gripe horrorosa, etc.

Hace ya tiempo que no escribo con ánimos, y como los ánimos solo vienen ocasionalmente, decidí hacer éste cap sólo cuando me sintiera inspirado (y vaya que me tardé).

También creo que no me hubiera atrasado ni motivado a seguir escribiendo si no es por Ganctus, pero bah, ahorita explico todo más detallado al final.

Respuesta a las Reviews:

Ficlover93: Lamento tanta confusión que te generé. Con éste capítulo espero aclarar las incógnitas que, creo yo, son las que me faltaron por responder.

CSR Stories: Ojalá no te decepciones. Dime mis errores, mis fallos… da igual, estoy listo.

Ganctus: Como te dije, gracias por tomarte las molestias de leer mi historia… Pero es tu culpa que me haya tardado tanto (Ése concurso de One-shots… dios santo, jamás me divertí y sentí tan presionado en mi vida.)

Y ya… Antes de comenzar, esto se consideraría spam, pero bah.

Les recomiendo que, si tienen Wattpad, apoyen al grupo Supremo Consejo Loud. Un grupo de escritores amateurs, artistas, ¡etc etc etc! De ésta comunidad (TLH) bastante talentosos. Me encantaría que los apoyaran tanto en Wattpad como aquí en Fanfiction. Ya que, aunque soy miembro del grupo, soy más individual que el resto. (A parte ahí está un fanfiction mío que no puedo publicar aquí porque si no Ganctus secuestrará a mi pez payaso)

Bueno, ya, ahora sí. Que empiece esto.


Capítulo extra (Epílogo): Lincoln Loud. El verdadero… ¿Final?

Lincoln había vuelto hace sólo una semana, y la ley de Murphy le vino encima sin piedad alguna. Como si un dios hubiera esperado el momento preciso para lanzar a los cuatro jinetes del apocalipsis sobre su vida. El por qué, bueno.

Había llegado y tuvo que afrontar las lágrimas de todas sus hermanas (exceptuando a Lynn) y su madre. Siendo testigo de la furia iracunda de la última mencionada por enterarse que Lincoln estuvo casi medio año desaparecido por obra y gracia del patán con complejo de dios, adicto a las pastillas, con ojos con Heterocromía, y que era más que obvio que jamás vivió su adolescencia sino hasta ahora. Los insultos y los gritos se hicieron presentes, pero se calmaron cuando vieron al joven con nieve en el tejado.

Sumado a eso, las actividades que recordaba que sus hermanas lo forzaban (la gran mayoría de las veces) a realizar, jamás llegaron. Lincoln se sintió no incómodo. Sino lo siguiente.

Esa no era la casa que el recordaba… o al menos no la que creía recordar.

El cambio principal que notó, era que todas sus hermanas querían pasar tiempo con él, pero no para molestarlo, sino… para hacer lo que el albino quisiera… Cosa que era incómoda, ya que después de que Lynn explicó lo de su amnesia, Lincoln no recordaba ninguno de sus pasatiempos o cosas favoritas. El doctor sólo le recordó un vago interés por los juegos de paciencia y rompecabezas, aparte de recordarle gracias a aquél suero amarillento lo esencial de su anterior vida.

¿Sería correcto decir "Anterior"? Seguía teniéndola… Pero… Cambiada…

Luego de una semana donde todas sus hermanas lo atendieron como si fuera Julio Cesar, una patrulla de policía fue a la casa Loud para darles una noticia desagradable. Una que afectó a la Loud Rockera más que al resto.

Fue la noticia de la masacre que asaltó tanto a las noticias como a la radio, no locales, sino internacionales. La cual provocó un estado de ansiedad en la rockera. Primero porque su hermana mayor corrió el riesgo de poseer psicosis, ya que según interrogatorios fue la que más vio. Más no sufrió daños. Ser testigo de algo tan horrendo, como de ver a tu novio en un casillero sin brazos ni piernas, con una raja en todo el abdomen, sin ojos y en el pecho perforado un pentagrama… suena digno de una película de horror.

Y Segundo… porque su novia había, aunque sobrevivido, sido víctima del Caníbal. Hubiera muerto de sangrado de no ser porque una bomba ignífuga explotó justamente para abrir la puerta. Aunque estaba colocada para que incendiara el cuarto de Sam, los oficiales lograron reaccionar a tiempo.

Pero enterarse que su novia sufrió abuso sexual, físico, y psicológico durante cinco horas… y que tenía frases en latín que le decían "Perra de Babilonia, Golfa, Propiedad del Incubus". Marcadas en su piel… Hechas con la misma daga clavada en su abdomen…

Fue un milagro no sólo médico, sino… mierda… un puto milagro de dios que la chica no hubiera muerto…

La noticia afectó a toda la familia Loud (con excepción de Lincoln que no comprendía casi nada de lo que pasaba). Ya nada podía ser peor, pensaba el albino… Pero las cosas siempre podían empeorar, tal como lo dicta la Ley de Murphy.

Luna después de recibir la noticia, no dejaba de ir al hospital y quedarse desde las siete de la noche hasta las nueve de la mañana. Aunque faltó cuatro días seguidos, no le importó. No dejaría sola a Sam de nuevo.

Después del incidente de la masacre, las cosas en la familia Loud se tornaron oscuras y tensas en tan solo dos semanas. Lincoln trataba de apoyar a todas y cada una de sus hermanas y a su madre, Lincoln comprendió porque Scal no quería que volviera a su hogar. Porque en una familia tan caótica e inestable como esa, solo alguien tan normal y puro sería el pilar de apoyo de la familia. Y eso era demasiada carga psicológica para un niño de once años. Y el que tuviera catorce no ayudaba mucho. Seguía siendo un niño después de todo.

Un niño que intentó suicidarse, que aún tiene vagos recuerdos sobre un oficial dentro de una caja en una chatarrería, que a sus trece años probó la marihuana, que poseía impulsos suicidas, y que mantiene una relación amorosa, profana, carnal y prohibida con su hermana instantáneamente mayor.

¿Hace cuánto que Lincoln se dio cuenta que ya no poseía inocencia? ¿O si quiera cordura? Debió ser desde que le gritó al psicólogo por teléfono y huyó con su hermana para volver a casa. Aunque jugó con aquellos niños en el parque en una tarde tranquila, se dio cuenta que no sentía nada. Aun cuando estaba con su hermana, y sentía la felicidad. El vacío estaba al lado de aquellas pequeñas emociones. Eso o el mismo era demasiado. Tal vez si está roto después de todo.

Pero no le importaba. Estaba en casa, y eso era lo que quería, ¿No? Estaba ya en su vida anterior, con sus hermanas, su madre, siendo el mismo pilar para aquella familia que se le concedió el don de la fertilidad, a cambio de la marca y sello personal, que vendría a ser el caos.

Entonces… ¿Por qué desde que sucedió aquello no se sentía ya como en casa? Sentía un vacío enorme, algo faltaba, algo para completar la imagen. Sentía que necesitaba una respuesta. Ayuda tal vez.

Los meses pasaban para el joven Loud y la situación no mejoraba en lo absoluto.

A pesar de que Luna decía que la situación de Sam había mejorado, los policías en Royal Woods ya era tan común como ver niños pobres en un barrio de Brasil. Por el hecho de que, desde aquél atentado, la actividad del caníbal no fue vista de nuevo. Generalmente los terroristas actuaban no de inmediato, pero si en lapsos de tiempo cortos para mantener el temor y la anarquía en la ciudad. Lincoln al caminar con sus hermanas oía a los oficiales decir cosas como "Si es un terrorista, su mensaje no llegó… o simplemente sólo lo hizo porque pudo". Cada cosa que decían era extraña. Hablaban del caníbal, era obvio. Pero… exactamente de qué…

Daba igual por donde se mirara la situación. Desde que el caníbal actuó, todo Royal Woods vivía en el miedo absoluto. Con el miedo a que un grupo terrorista apareciera, secuestrara un vecindario, y se los comieran a todos en nombre del famoso caníbal. Había miedo y desconfianza. Era lo lógico. ¿Cuántas veces al año un asesino serial aparece, mata sigilosamente a casi doscientas personas en Europa, desaparece, y muestra actividad en otro continente, aparte de realizar un acto terrorista? Lincoln creyó haber visto eso sólo en los comics donde un bufón con una sonrisa cortada hacía cosas por el estilo. Sólo que más exageradas y con los objetivos más sin sentido de todos. ¿A quién se le ocurre asaltar un banco, robar todo el dinero, y quemarlo en frente de las personas que te contrataron para robar el dinero? Sólo a aquél desquiciado…

Sólo que en los comics los héroes como Ace Savvy detenían a los malos, o en los Mangas Japoneses el protagonista hacía algo. Y generalmente las cosas iban bien. Con mucho sacrificio, pero salían bien. El Bien triunfaba sobre el Mal.

Pero ésta era la realidad. Un psicópata como de los comics realizo una monstruosidad que se cobró la vida del novio de su hermana, y muchas más. Sin mencionar las que cobró mucho antes de llegar a los Estados Unidos. Y parecía que no lo iban a atrapar ni en éste año, ni en varios más. Si logró escapar de la Scotland Yard por catorce años, ¿qué le impediría burlar al FBI por otros catorce más? Total, cuando el anonimato es tu arma, el tiempo es tu recurso más amplio.

Tal vez por eso Lincoln se sentía vacío. Perdió su inocencia al entender que el criminal iba a terminar libre y sin ser capturado. Porque al parecer era inclusive más listo que el FBI o la Scotland Yard. Bueno… Su inocencia la había perdido gracias a cierto patán imbécil que por hacerle la gracia, dejó que tuviera relaciones sexuales con su hermana por más de una semana… Lincoln ya no poseía inocencia

Pero tal vez… Tal vez el vacío era por otra razón. Pero el albino no le daba tanta importancia. Después de todo, tenía cosas más importantes que hacer. Como por ejemplo jugar con las gemelas en el parque para que pudieran estar más cerca de su hermano mayor, o el ayudar a la pequeña genio con sus investigaciones (Aunque había una en específico que parecía inquietarle). Ahora que Lincoln volvió, debía ser, una vez más, el pilar de la familia Loud. Sobre todo debía estar ahí para la rockera. La experiencia que vivió Sam es una muy mórbida. Ser violada por casi dos horas, y ser apuñalada para morir lentamente en poco menos de una semana. Que fue el tiempo que tardaron en encontrar, y de pura suerte, a la joven…

Suerte… Esa maldita palabra perseguiría al joven Loud devuelta. ¿Cuánto sufrió por culpa de la suerte? Si no es porque el Dr. Scalizander intervino….


El primer encuentro


Un chico con traje de ardilla sucio estaba corriendo asustado en plena lluvia hacia quien sabe dónde. Estaba asustado porque unos bravucones lo perseguían para apalearlo porque sí. Mientras corría para intentar perderlos, terminó en un callejón con una puerta trasera iluminada, que estaba conectada a una casa, o mejor dicho, a un apartamento relativamente alto. Tocó sin cesar la puerta esperando a que alguien lo escuchara. Gritando por ayuda, esperando que lo acogieran. Si iba a su casa, se calaría toda la lluvia torrencial y correría riesgo de enfermarse o hasta de entrar en hipotermia. Sin mencionar que nada le garantizaba que volver a su casa ileso fuera posible. Posiblemente lo apalearían y el traje se rompería, y lo castigarían.

-¡Ayuda! ¡Por favor! ¡Ábranme! ¡Me están persiguiendo y necesito ayuda! – Las súplicas de un niño con traje de ardilla, golpeando sin cesar la puerta. Pensó que no serían escuchadas nunca. Que su mala suerte lo condenaría a recibir la paliza de su vida. Si existía un dios, pues éste estaba dándole desgracias al pobre albino en ése asqueroso traje. Y viendo su racha de mala suerte, posiblemente la Dama Fortuna no le sonreiría.

Quién diría que sí le sonrió. Pero de forma muy maliciosa claro está. Cuando la puerta fue abierta por un señor aparentemente joven, con una barba de tres días, con el cabello largo hasta la espalda atado en una coleta, y con la mitad de la cabellera blanca. Pero con unos ojos penetrantes, uno oscuro y otro pálido como el de un muerto. Vestía ropa elegante oscura, unos guantes de cuero negro y unas botas Neoclásicas. Parecía un Barón de la edad media. Y abrió justo cuando los bravucones vieron al niño.

-¡Ja! ¡El niño ardilla! ¡Ven aquí, vamos a quitarte el tra-! – Ni bien pudo terminar la frase, el barón de apariencia gótica apuntó con una pistola al hablador. Esto lo dejó en seco. Ya que la cara del sujeto era amenazante.

-Qué les dije… Odio ver mocosos insolentes que debieron ser abortados cerca de mi propiedad. Ahora… o se van, o… - acto seguido, el sujeto apuntó al cielo y disparó justo cuando cayó un relámpago. Amortiguando el sonido en un amplio perímetro, mas no en una distancia tan cercana.

Unas horas pasaron después de que el señor cortara el traje de ardilla con su navaja color naranja, y le dijera al chico donde bañarse. Para luego darle ropas apropiadas para chicos de su edad (no era la primera vez que tenía ropa para chicos de once años, sobre todo porque sus pacientes pueden llegar a tener tendencias exhibicionistas por estrés post traumático). Y brindarle algo de comer. Pero en todo ese tiempo, ninguno dijo una palabra hasta que llego la cena.

Primero, el aparente doctor rezó junto a Lincoln antes de comer, y comprobó que tenía una voz… no muy profunda… pero para nada chillona. Lincoln por mera cortesía, unió las manos esperando a que el doctor terminara sus rezos, para posteriormente realizar la señal de la cruz, y Lincoln para no ser descortés, la realizó igual. Acto seguido, el doctor dio el buen provecho, dando señal así a que empezaran a comer.

A penas Lincoln dio el primer mordisco a aquel lomo de ternera término 3/4, se deleitó con la cantidad de sabores que la carne condimentada le ofrecía en sus papilas gustativas. Una explosión de sabores. Condimentos cuidadosamente seleccionados, y la carne jugosa por el vino que se utilizó. Lincoln anonadado, porque su padre jamás sería capaz de realizar una comida de tamaña calidad. Digo, ya que la última vez que trataron de cambiar el menú semanal, no salió muy bien.

Lincoln ya había probado lomo, y era sin lugar a dudas la parte más deliciosa si se preparaba bien. Parecía que lo había cocinado un chef de la alta sociedad. El puré de papas no se quedaba atrás. Sazonado con una ligera pizca de sal, y aderezada con una salsa color miel. Con una capa de queso por encima. El pan sólo notó que era preparado a mano, pero en todo ese deleite de sabores el chico quedo casi totalmente perdido en nada más que su boca. Y era comprensible. Después de haber comido comida para perros. Pero de todo ese deleite… Había algo raro. Tal vez sea el sabor de la carne, o el tamaño, pero había algo diferente. Tal vez…

-Chico, ¿Eres creyente?

La pregunta repentina del doctor lo sacó de sus pensamientos. Y a pesar de que la misma bastó para que el joven albino dejara de perderse en sus papilas gustativas, no pudo oírla del todo bien.

-¿D-disculpe?

-Lo que oíste. ¿Eres creyente?

Lincoln había oído que el decir que uno no era creyente era algo muy ofensivo para los que sí lo eran. Y Lincoln no quería ofender a la única persona que le ofreció comida y techo desde hace meses.

-P-pues… Sí…

-No mientas chico. –Lincoln abrió los ojos sorprendido. ¿Cómo supo que estaba mintiendo? De hecho… ¿Cómo sabían los creyentes quien lo era y quién no? – Cuando digo creyente, me refiero a la Religión católica. Y al juzgar por cómo te ves… Supongo que no eres creyente. No tienes un rosario o un crucifijo pequeño de metal por lo menos, y sólo acomodaste las manos sin inclinar la cabeza al rezar. Eso sin mencionar el traje de ardilla… No serás católico, pero o tienes una religión rara, o sólo estás loco.

Las palabras del contrario fueron muy rápidas para Lincoln. El contrario realizó una serie de deducciones rápidas y simples. Y acertó en todo… Menos en lo último.

-L-lo siento señor…

-Chico, no estoy enojado. Prefiero mil veces un gesto de cortesía que la mal educación. Lo que hiciste es un gesto educado. No muchos niños hoy en día son así.

-B-bueno… - De hecho, no era la primera vez que le decían a Lincoln que era un chico muy cortés. En una familia tan grande como la de él, ser educado no era algo que todas sus hermanas pudieran realizar por lo hiperactivas que son la mayoría. Pero Lincoln siempre estaría ahí para apoyarlas y hacer lo que ellas necesitaran que él hiciera. Y no sólo con sus hermanas, si hasta cuando tuvo que salir con cuatro chicas a la vez, lo hizo para no verse mal. Y pues… también para evadir a cierta latina.

Pero Lincoln siempre ha sido alguien muy considerado. Siempre atento, amable, y valga la redundancia, considerado con todos los que lo rodeaban.

¿Cuándo fue que todo cambió? Sólo por mentir… terminó usando un traje de ardilla… Pero trató de enmendarlo, y como dicta la ley de Murphy, todo lo que puede salir mal, saldrá mal.

-Dime, ¿En qué crees? – La pregunta inicial volvió. Y en parte desanimaba un poco. Porque gracias a una creencia fue marginado de su hogar.

-La verdad… no creo en nada señor… Lo siento… - Respondió el albino bajando la cabeza.

Un suspiro de fastidio fue lo que el joven Loud escucho en respuesta. Alzando la mirada, vio que el doctor se había sentado de forma más informal, ahora que había terminado su cena. Apoyando los codos en la mesa y sosteniendo su cabeza. – Uno nunca debe disculparse por creer o no creer. Está en nosotros decidir si creemos en algo que sólo nos beneficie, por necesidad… o si de verdad queremos un dios al cual idealizar… Perdón, no se debe hablar de religión en la mesa. Una muy mala costumbre mía.

Después de decir aquello, Lincoln procedió a terminar lo que le quedaba de cena, y cuando estaba sorbiendo de un jugo de naranja, su anfitrión volvió a hablar.

-Disculpa mi falta de respeto, pero… es por curiosidad. Si no crees en nada… ¿Por qué estabas usando aquél traje de ardilla? – Después de decir esto, Lincoln bajó la cabeza, apenado y algo asustado. Olvidó por completo que cuando volviera a casa sin el traje lo castigarían por casi todo un año. El contrario al ver la reacción del albino, atinó a hablar de nuevo – No es por molestar ni hostigar. Es que… es raro ver que un niño use un traje por lo que parecen más de dos meses sin bañarse… ¿Alguna apuesta o ritual? ¿O es algún fetiche sexual? – Lo último hizo que Lincoln lo mirara directo a los ojos apenado e indignado. Sabía qué significaba "Fetiche Sexual" y no entendía cómo podía decir que él disfrutara y se extasiara al estar dentro de aquella prisión de tela sintética y gomaespuma para el relleno. – Hey no me mires así. Debes tener once, ¿Verdad? A esa edad se descubre la orientación y se entra en las desviaciones sexuales fácilmente. Y bueno…

-¿Puede dejar de hablar? No me gusta ese traje… ¡No me excito con ése traje! ¡Es asqueroso y repulsivo y…! – Lincoln con más calma, le y con lágrimas dijo, en una voz baja – Apesta… y me ahoga…

-Entonces, ¿Por qué lo usas?

Lincoln volvió a quedarse callado en su silla. No quería decirle a su anfitrión, porque lo tomaría de idiota o loco. Y sería solo darle más molestias de las que debería tener.

-Vamos chico, soy Psicólogo. Puedes contarme si quieres. No diré nada a nadie porque la ley me lo dice.

Lincoln luego de un buen tiempo, suficiente como para acabar su comida, comenzó a contarle al psicólogo todos sus problemas desde el inicio. Cómo fue que empezó el rumor de la mala suerte, el que lo hayan sacado de su propia casa, y posteriormente colocarle el traje de ardilla y ser sometido a todo tipo de ridiculizaciones por un simple rumor que él comenzó. El psicólogo se mantuvo concentrado en cada pequeño detalle, y cada vez que avanzaba la historia, recordaba los abusos que había recibido de parte de su tutor y la negligencia de su propio padre. Tal vez si aquél que pasaría a ser su padrastro…

-A veces siento… que sí tengo mala suerte señor… De toda mi familia soy el único que no posee un talento extraordinario, casi nunca hago algo de lo que todos estén orgullosos, y hasta ahora… siempre los problemas los he causado yo con mis planes y operaciones… No lo sé… tal vez… si debería seguir en ese traje de ardilla…

-Chico, te seré sincero. – El psicólogo se acomodó en su silla y agarro los platos, haciendo ademán al muchacho a que lo siguiera mientras éste los llevaba a la cocina para lavarlos – Nada de lo que has dicho, es del todo tu culpa. – Dicho esto, el doctor comenzó a lavar los trastes.

-Pero… Mentí señor… y por mentir termine así.

-No chico – Mientras el psicólogo fregaba los trastes le decía con frustración. – Mentir está mal, porque ocultas la verdad. Pero a veces hay que hacer… cosas malas… por un bien mayor, o en su defecto, un mal menor. – Suspiró. El ponerse reflexivo parecía hacer que el doctor se sintiera mareado. – El mejor ejemplo que te puedo dar es el de hace unas horas. Me mentiste sobre tu religión. Y eso está mal. – Acto seguido, el joven Loud bajó la cabeza en señal de vergüenza y arrepentimiento – Pero, como te dije, fue una mentira cortés. Lo hiciste por respeto a mi creencia. Y aunque fuera una mentira, lo hiciste con las mejores intenciones, y obviamente para no ofenderme.

A partir de aquí, Lincoln se quedó algo pensativo. ¿Mentir no siempre está mal? Sus padres siempre han dicho que la verdad va sobre todo. Y es diferente claro, cuando se trata de cubrir a tus hermanas, o guardar un secreto. Pero… ese no era el punto.

- Claro, - El psicólogo continuó mientras la espuma corría de los trastes al drenaje del fregadero – Mentir por el beneficio personal, sí es malo. Y aunque no haga daño a alguien más, mentir por tu beneficio personal, es muchísimo peor que mentir por cortesía. Por ejemplo, cuando rompes algo y dices que tú no lo hiciste, o mientes sobre que el perro se comió tu tarea. Eso sí está mal. – Lincoln oía atentamente al psicólogo. Cada una de sus palabras era muy educada, pero no complicada para él. Comprendía a la perfección lo que decía, y entendía a donde quería llegar – Claro… Lo que hiciste estuvo muy mal Lincoln. Mentir por querer tiempo a solas estuvo mal. Y más al jugar con las creencias poco comunes de tu hermana. Y por eso merecías una reprimenda. – Luego de esto, el albino bajó la cabeza en señal de vergüenza una vez más – Más sin embargo… Lo que hizo tu familia… no es malo… es horrible. – Dicho esto, el psicólogo terminó de fregar los platos, y miró al drenaje del fregadero por un rato – Tu familia cometió… algo que la ley no permite Lincoln. Y eso se llama "Maltrato Infantil". ¿Sabes qué es eso?

Lincoln sólo dijo que sí, pero a medias.

-Te explicaré fácilmente. Es cuando los padres y o miembros mayores de dieciocho años cometen abusos a los menores de ésa edad. Entre ellos están los golpes, el maltrato psicológico, descuido… Y cualquier acción que signifique dañar en cualquier sentido al menor… - Lincoln oía ésta vez sin entender el punto del psicólogo – Dejarte dormir en el patio… alimentarte con comida de perro… forzarte a usar ese traje y perderte por una semana… Es algo que la policía vería de forma muy mala.

Lincoln a éste punto ya comenzó a asustarse. ¿Policía? ¿Por qué mencionaría a la policía? ¿Qué tenían que ver en esto?

-P-pero… Mamá y papá no son malos… yo solo…

-Lo sé Lincoln… Pero hicieron algo muy malo… muy muy malo… te lastimaron en varios sentidos…

-N-no es así… Sólo tengo algunos moratones pero… son por los bravucones, es todo…

-¿Tienes padres?

-S-si señor… Papá y Mamá y… D-diez hermanas.

El alma casi se le cae al suelo cuando oyó la cifra, formando ya una expresión totalmente impactada, y pues… sólo atinó a preguntar como broma de mal gusto, más no con la intención de ser gracioso, sino como un comentario estúpido inevitable del momento, preguntó. - ¿¡Tus padres saben qué es el condón!? –

-¿C-cómo?

-Perdón chico… Es que… -Pasando una mano por su cara, suspiró pesadamente – Wou… diez hermanas… A que eres el del medio ¿No?

-S-si señor

Maldita sea, se sacó la lotería. Siempre le causaron intriga las familias grandes, y por la anécdota del joven Lincoln, ésta era grande y unida. Todo el paquete para atraer la curiosidad del psicólogo sobre el joven albino. El poseía algo que el contrario jamás tuvo, una familia unida… Y le daba intriga conocer la situación un poco más a fondo.

-Chico, para acabar con ésta sesión… ¿Podrías decirme tu nombre completo?

Lincoln con un notorio nerviosismo, agarrando sus manos y moviéndolas dijo su nombre y apellido.

-L-Lincoln Loud.

Cuando el psicólogo oyó el apellido, la expresión de éste se tornó a una más… inexpresiva. Como si le hubieran dado la noticia de que el rubio anaranjado le declarara la guerra a la Corea del Norte. O algo por el estilo. Una noticia que le causó desagrado, fastidio, molestia, enojo, cansancio… Aunque era una cara vacía, eso era lo que se podía sentir de aquella expresión. Una que había sentido muchas veces.

Pero al mismo tiempo, era liberador. Se sacó la lotería oficialmente. Un chico con traumas severos, entre ellos el maltrato infantil y físico. Criado en una enorme familia, totalmente unida (puntos extras para el abuso infantil, tal vez generando un posible masoquismo) sumado a la familia más problemática, curiosa y divertida que el doctor conocía. El apellido Loud nunca fue bien visto en Royal Woods, y el psicólogo sabía el por qué, ya que le dio sesiones de terapia infantil a cada hermana, y terapia de pareja a los padres. Sólo confirmó que estaban no locos, sino que eran idiotas.

-¿S-señor?

-Em… chico… ¿Podrías recoger los platos y llevarlos a la cocina?... tengo… que llamar a tus representantes.

A penas el joven Loud salió del comedor, Scalizander sonrió de forma algo… cínica… Volvería a ver a su vieja colega de John Hopkins. Y lo mejor… podría gritarles como se lo merecían.


-Fin del Primer Encuentro-


Lincoln no lograba sentir nostalgia con aquellos vagos recuerdos. Su primer encuentro con el psicólogo fue lo que logró detener una rutina basada en maltrato infantil. Y se sentía bien el que su familia lo tratara de mejor forma (el caos seguía presente, y los juegos y momentos con sus hermanas igual, pero logró afrontarlos mejor con ayuda del psicólogo). Pero… No se dio cuenta de en qué momento empezó a dañarse. Tal vez desde que sintió curiosidad por el material para adultos, y terminó viendo aquellos videos prohibidos siempre en la ventana de incógnito, tal y como se lo explicaban algunos de sus amigos. O cuando vio a Lynn… tocar ciertas zonas de su cuerpo y no de forma aeróbica como en los videos, mientras gemía su nombre. O tal vez porque después de que Lynn lo descubriera, no dejara de golpearlo y forzarlo a practicar con ella de forma mucho más extrema y hasta exagerada. Y entendía el por qué… Es vergonzoso y… está mal al fin y al cabo… O tal vez desde que el Bullying aumentó cuando cierto gracioso recordó el Bum del traje de ardilla, y revelara que Lincoln aún conserva a su conejito de felpa.

Posteriormente su hermana Lynn intentaría limpiar un poco del honor de su hermano, pero claro, al llegar a casa las burlas no tardarían en llegar. Y luego… ver que su novia y su mejor amigo se besaban… una cosa llevó a la otra, a tal punto que todo, tal y como lo dicta la Ley de Murphy, todo lo que puede salir mal, saldrá mal. Y cada una de esas se acumulaba en un efecto mariposa. Las cosas malas pequeñas generaban otras un poco más grandes, hasta que llega un momento en donde todo se desata en caos total, y no uno al cual el albino estuviera preparado. Irónico, pensando que alucinó con algo sobre el efecto mariposa una vez.

Lincoln entendió que en tan sólo dos años su vida puede acabarse nada más por entrar en la adolescencia, sin tener un talento sobresaliente, y con una hermana que abusa físicamente de ti hasta enloquecer. Fue en ése momento cuando atacó al doc por la espalda con aquella navaja naranja, con la cual lo sacó de ése traje. Para luego, por miedo, poner en práctica lo que el doctor le enseñó en defensa personal, y asesinar a sangre fría a un guardia con una barra de metal.

¿Por qué probó hierba en primer lugar? No, pregunta idiota diría el doctor. ¿Por qué simplemente atacó al guardia? Lo llevarían a casa y él se sentaría frustrado en su cuarto enojado, esperaría a la escuela, y le reventaría la jeta a su amigo por celoso. Para luego recibir una paliza de parte de la "Furia Latina". Pero… El homicidio del guardia fue la peor cosa que pudo realizar.

"Cuando asesinas a alguien, da igual la excusa que sea, ya no eres considerado un ser humano. Porque asesinaste a tu prójimo. Aun si es defensa personal Lincoln… estás marcado de por vida… Y créeme, con tu historial psicológico… se repetirá, y te gustará que es lo peor".

Las palabras rígidas del psicólogo resonaron… pasaron de ser palabras sin detalles, a las palabras exactas que usó. Efecto de aquel suero amarillo ardiente que el psicólogo le inyectó en el cuello.

Lincoln se perdía en la laguna de todos sus recuerdos. Tal vez era el efecto del mismo suero… o tal vez…

Su mente sólo empezó a indagar cada vez más en sus recuerdos, y eso lo confundía cada vez más.

-¡Linky! – La gemela amante de los animales lo llamó y le lanzó lodo - ¡Guerra de lodo!

-Ya verás pequeña lagartija – Lincoln apartó sus recuerdos un momento y arrojó un poco de tierra a la contraria. Ésta no se iba a dejar lanzar así como así, y respondió con otro poco de lodo, y ahí comenzó un juego entre hermanos. Lana y Lincoln pasaron de lanzarse tierra a jugar a las atrapadas. Lana aunque era más pequeña, corría rápido, y cuando tocó a Lincoln, el albino dando un pequeño traspié tropezando sólo un poco, comenzó a perseguirla. En aquél vaivén infantil se la pasaron los jóvenes, hasta el punto en que la gemela princesa, celosa porque su hermano mayor le prestaba más atención a su gemela sucia, se levantó de la caja de arena donde jugaba a ser una princesa exigiendo que le prestaran atención. Lincoln anticipándose a otra posible pelea tocó a Lola, y ella al captar la idea de lo que había pasado, con una sonrisa se unió al juego. Los tres hermanos pasaron horas jugando hasta que las gemelas terminaron extenuadas (exceptuando al albino, después de todo, estuvo teniendo relaciones y jugando con su hermana Lynn en el consultorio).

-Vaya… sí que tenían energía chicas… -Decía no tan cansado el albino, viendo a sus hermanas menores exhaustas. Si no fuera porque, literalmente, la edad de las chicas indicaba que era imposible para Lincoln cargarlas a las dos, el albino lo haría con gusto. Agarrándoles las manos, Los hermanos Louds en pleno atardecer se dirigieron a su respectiva casa.

Mientras Lana y Lola hablaban de cosas que no le importaban a Lincoln, (aunque las peleas seguían, las dos hermanas se estaban llevando mucho mejor que hace tres años antes. Y eso era algo bueno). Lincoln volvió a perderse en la laguna de sus recuerdos. Ésta vez con recuerdos de los momentos que tuvo con Lynn, y de los libros que leyó sobre sepultura y canibalismo del psicólogo. A parte de los dos libros escritos por el mismo. Hubiera leído un tercer libro que no tenía título, pero Lynn insistió en jugar y… bueno, lo otro.

Lincoln ha de reconocer algo, da igual que la amnesia le quitara los traumas que vivió, seguía sintiendo una sensación de vacío interminable. ¿Por qué ocurría eso? ¿Sería la psicopatía que el doctor le advirtió cuando mató a aquel guardia? ¿O algo más? Su cabeza era una amalgama de recuerdos, pensamientos, sentimientos, y dolores. Todo mezclándose continuamente en un vórtice sin control aparente. Para crear una masa sin forma que no podía comprender su significado, pero pasaba de su cabeza, a su brazo perforado con la palabra "Sonríe". De forma continua.

El albino seguía pensando por qué sentía aquella… cosa… No lo comprendía, hasta que una palabra lo sacó de sus pensamientos.

El albino sólo le intrigó una palabra.

Dolor.

¿Qué era?

Una sensación extraña que advierte de daño y o peligro. Un derivado del miedo. Pero que no pierde tiempo al aparecer. A algunos les excita, otros le temen al dolor. El albino sentía ese mismo dolor en aquél momento, y lo sintió cuando despertó.

Dolor en la cabeza.

El cuello.

La espalda

El brazo.

Volviendo a la cabeza instantáneamente.

Lo sentía constantemente cuando recuperaba la conciencia. ¿Efecto de las drogas? Si es así, jamás probaría una droga de nuevo.

Tanta confusión… tantas cosas que habían pasado… sus recuerdos eran una sopa. Y su cerebro solo daba sorbos al azar. El caldo era el dolor de cabeza y el mareo, y los ingredientes… el pollo, los fideos, algunas verduras, vendrían a ser los fragmentos de recuerdos que venían. Todos mezclados… Si tan sólo el doc estuviera.

Doc… pensar en él le daba esperanza a Lincoln. Siempre podría disculparse, y pedirle charlar por lo menos. Sabía que el psicólogo no se negaría. Sobre todo si le daba algo para compensarlo. El psicólogo era una balsa para él, algo de esperanza. Siempre podría volver y pedirle disculpas. Hacer lo que sea con tal de seguir con él. Si el psicólogo le perdonó el que casi lo apuñalara, podría perdonar que escapara. Sobre todo teniendo en cuenta su aparente psicopatía…

Un poco de esperanza florecía en el joven, cuando ya estaba llegando a la Franklin Av. A aquella casa totalmente caótica. En la cual volvió y se sintió casi como en casa… casi… aunque era su casa.

Al llegar a casa, el albino fue recibido por los brazos de sus hermanas, su madre… y de dos personas más.

Una era una chica con lentes de sol rubia y que se veía muy alegre al abrazarle, la otra… se notaba las lágrimas por el maquillaje descorrido, y tenía el cabello más corto que la primera, que lo tenía a la cintura.

Debían ser Leni y Lori, las hermanas que faltaban. Y al ver a Lori supuso que tenía que ver con el atentado provocado por aquel criminal tan famoso en la radio. Cuando le dijeron que una de sus hermanas estuvo ahí, pero que salió viva, su miedo y alegría fueron como un tornado que se genera por el aire frio persiguiendo al caliente. Generando como resultado otro caos en su momento. Después de recibir abrazos y besos de sus hermanas (y una apretada pícara de cierta castaña) Lincoln logró visualizar un oficial sentado en el sofá, que parecía esperar a que el abrazo se deshiciera.

-E-em… C-chicas, ¿Quién es el señor sentado ahí? – El oficial parecía no haber dormido, o no haberse arreglado, o haber conocido a las Louds. Porque estaba con el cabello largo desordenado, y sentado con los pies encima del sofá sin zapatos.

-El, mi unidad fraterna mayor, – Atinó a responder Lisa – Es un detective privado especializado en la visualización de eventos de escenas del crimen, contratado por el FBI y la Scotland Yard. El cual tiene como objetivo-

-Disculpe, señorita Einstein, pero quisiera presentarme yo mismo, si no te importa. – El oficial se notaba tranquilo a simple vista, pero parece que el hablar de la chica lo irritó – Detective especial Spencer Should. Trabajo en perfiles criminales y homicidios. – Saludó con la mano al albino, mas no recibió respuesta de éste – Me gustaría hacerte unas preguntas especiales. Si no te importa claro.

-N-no, por supuesto que no… - Lincoln con nerviosismo, se acercó al oficial Spencer. Sentándose frente a él, y a continuación el oficial miró a la familia.

-Si no les molesta, me gustaría hacerle las preguntas en privado. No es por nada, pero es principalmente por la influencia y presión que la familia puede ejercer en un interrogatorio.

-¿Interrogatorio? ¡¿Dice que mi bebé es un criminal?! – Rita Loud se puso algo histérica en ése momento por el comentario del oficial.

-No señora, pero necesito que el chico esté conmigo asolas. Por favor. – El oficial aunque lo dijera con un tono calmado y amable, había cierta autoridad inquietante en esas palabras. Como si no lo dijera con miedo o nervios.

Todas las hermanas, obedeciendo al oficial, decidieron de mala gana irse a la cocina. No querían causar molestias, pero tampoco querían separarse de Lincoln.

-Bien, ¿Lincoln, verdad? – El albino asintió cuando preguntó por su nombre – Sé que eres un chico normal, y por tu cara se nota que no lastimarías a nadie… A simple vista. Pero tengo que hacerte unas preguntas un tanto serias por una investigación.

-Estoy en… problemas ¿verdad?

-No Lincoln, por supuesto que no. Pero me gustaría que respondieras a las siguientes preguntas. Son sencillas, pero quiero que seas honesto.

-S-sí señor.

El oficial sacó una libreta de una mochila que estaba al lado del sofá, y al abrirla le enseñó una foto familiar. ¿Dónde la habría visto?

-¿Reconoces a esta chica?

Latina, cabello negro liso, mismos dientes poco comunes y pecas. Era linda, pero tenía una expresión sobrada.

-P-pues… c-creo que sí…

-¿Cómo que crees?

-N-no puedo recordar bien su nombre, señor – Cuando necesitaba un recuerdo repentino, no llegaba. Vaya que si tenía mala suerte oportuna.

-Su nombre es Ronnie Anne Santiago. Compañera tuya, y según tu familia… en específico tu hermana más grande, fueron algo como una pareja por un largo tiempo. ¿Por qué dejaron de ser pareja?

-Creo que… se mudó… Y sólo recuerdo que a veces hablábamos por Skype.

-Interesante… - Posteriormente, sacó una foto de una muchacha bronceada, rubia con un mechón azul - ¿La reconoces?

-No señor. No la reconozco.

-Se llama Sam. Tiene cierta relación con tu hermana mayor Luna. Su apellido por ahora está protegido. Pero bueno. – Pasó la hoja, y ésta vez era un rostro reconocible.

Joven, no debía superar los diesciciete, cabello largo y negro, pero con algunos mechones pintados de morado. Una chiva rebajada, pálido, pero lo más destacable, eran aquellos ojos totalmente independientes en color. Uno color negro, el derecho, y el izquierdo color verde aguamarina pálido. Como si el color en éste estuviera ausente. Más en aquella zona había rastros de una leve cicatriz. Como una raja leve que se dividía en tres partes. Estaba decolorada, pero parecía una cicatriz.

-¿Lo reconoces?

-S-se parece al Dr. Scalizander. – El albino jamás confundiría aquella expresión de aburrimiento, ni esos ojos semimuertos. Se veía joven, y con apenas vello facial. Pero lo reconocía perfectamente.

-Atinaste. El Dr. Demon Aleccal Scalizander. Un genio prodigio de Inglaterra, y que realizó investigaciones secretas protegidas por cierta sociedad anónima, la cual es apodada informalmente como PGPI. Da igual. ¿Tienes una relación con él?

-Es mi psicólogo y… creo que dijo algo como niulólogo… neulólogo, neu… neu…

-¿Neurólogo?

-Sí, eso…

-Bueno, chico, quiero preguntarte si viste al Dr. Scalizander hace una semana.

-N-no señor. V-verá… - No quería dar toda la historia, porque aún le confundía, una mentira pequeña bastaría – Él me internó en su consultorio para tratar... un problema con mi memoria… lo olvidé todo, pero me harté de estar ahí cuando recuperé muchos de mis recuerdos y… escapé…

-Hmmm… ¿Amnesia? – El oficial no dudo en empezar a escribir en otra página de su libreta, y conforme Lincoln seguía contando cosas sobre el doctor y su relación, el oficial lo miraba de reojo. Cosa que Lincoln notó.

-¿Cómo describirías al Dr.?

-Muy extraño… pero… es el único que me ha comprendido…

-¿En qué sentido te ha comprendido el psicólogo?

Lincoln no sabía con seguridad cómo decirlo. Por el simple hecho de que ni si quiera el joven Lincoln comprendía por qué sentía esa unión con el psicólogo. Pero…

-Escucha todo lo que mi familia no puede escuchar, señor. – De forma firme y clara lo dijo.

Spencer al oír la declaración del albino, sólo sonrió un poco. Ya tenía una pequeña pista sobre la relación entre el psicólogo y Lincoln. No era nada más que Dr. Y paciente. Solo que Lincoln se sentía tan bien que por fin fuera escuchado, que no se daría cuenta de ello. Claro, no podría hacer un juicio de valor como aquel sin preguntarle al psicólogo sobre el joven albino. Pero eso sería imposible ahora… tendría que basarse en lo que dijera su colega y al parecer único amigo cercano. Y para ello estaban sus otros compañeros.

La peor parte del trabajo de Spencer era decir el por qué estaba en realidad ahí. Sobre todo si los involucrados son amigos o familiares. Pensó que sería sencillo. La familia Loud según la madre no tenía una relación amistosa o de empatía con el psicólogo. Y pensó que darles la noticia sería más fácil que pelar una mandarina. Pero después de ver que el chico se siente tan identificado y apegado con el Dr… Mierda… detestaba esta parte de su trabajo.

-Chico, tú y tu familia tienen que oír algo… es importante… -Alzando la voz dijo para que las hermanas y la madre escucharan- Familia Loud, vengan a la sala por favor.

Después de que la familia Loud se acoplara en la sala, parados frente al detective que estaba sentado con los pies sin zapatos, con las rodillas al pecho, estuvo dispuesto a buscar las mejores palabras para dar la noticia. Aunque ha tardado más de lo que debería. ¿Cómo se los diría? ¿Cuál sería la mejor forma de dar la noticia sin alterar o asustar a los Loud? ¿Sin provocar furia? Era difícil. Tenía que usar las palabras apropiadas… Si tan solo el criminal no fuera tan impredecible… El patrón es el mismo, pero más desesperado… la misma anarquía del incendio, pero mucho más desencadenada… se lamentaría por la víctima si hubiera quedado al menos el cuerpo de…

-¿Señor detective? – Dijo la madre de la familia para intentar sacarlo del trance por el cual el mismo se indujo pensando.

-¿Eh? Oh, discúlpeme. Últimamente no he parado de… no importa.

-¿Qué le dijo a Lincoln, y por qué le hizo preguntas a nuestras hermanas? – Dijo la deportista. Estaba muy inquieta para simplemente ser discreta o indirecta. Quería respuestas, y si no las tenía…

-Esto será duro para el chico… - Con sólo decir esto, todas las hermanas mayores (o que entendían el contexto de la situación) se tensaron totalmente. ¿Duro para Lincoln? ¿Por qué? Él no había hecho nada malo… ¿O sí? – Al juzgar por lo que he oído… creo que él será el más afectado si logra comprender lo que digo… espero que no lo comprenda pero…

-¿Qué está pasando? – Dijo Lori, ya con un grado de tensión y curiosidad que era dolorosa en muchos sentidos. Podría manejar la noticia y apoyar a su hermanito. – Lo que sea que sea díganos… Literalmente, podremos apoyarlo en lo que sea señor.

-Si… - Luna esta vez prosiguió a hablar. – Si es algo que tenga que ver con sus amigos… lo apoyaremos y ayudaremos señor…

-No creo que entiendan lo que significa la noticia, señoritas – puso uno de sus pies en el piso para relajarse un poco más y acomodarse un poco – Es demasiado cruda… y tal vez ustedes no la tomen muy bien.

-¿¡Pues qué más da!? – La mayor alzando la voz sorprendiendo solo un poco al detective Spencer. – ¡Da igual si es algo duro y que no sepamos manejarlo, lo haremos! ¡Si ya de todas formas estoy, literalmente, traumatizada! ¡Y mi hermana menor no se queda atrás! ¡Su novia está literalmente acabada físicamente por culpa de un psicópata suelto! ¡Así que díganos de una vez qué…!

- El Dr. Demon Scalizander está muerto.

Cuando lo dijo, Lori y las demás se quedaron un tanto en seco. Todas recordaban los ojos muertos del psicólogo, aunque si entendían que era algo trágico que quien, literalmente, salvó a Lincoln de ellas mismas, haya muerto. Pero no veían por qué sería tan duro. La más afectada de las hermanas sería Lynn, y tampoco es que lo sintiera tan… fuerte… el Dr. era un maldito patán.

Pero ninguna se dio cuenta que Lincoln sintió que algo se rompía en su interior. ¿Qué era ése sentimiento? Dolor no era. Era extraño… no sabía interpretarlo. Pero la noticia… no podía ser verdad ¿o sí? ¿El psicólogo muerto? No… no podía ser.

-¿Está bromeando? – El tono tímido de Lincoln desapareció, y esto hizo que todos (hasta Lynn) sintieran algo… extraño al oír a Lincoln decir aquellas palabras - ¿Cómo que está muerto? ¡Si hace sólo unas semanas estuve con él!

-Esa es la cuestión chico… - El oficial ya esperaba una reacción así. Sabía que ésas noticias cambiaban a todos los que las recibieran – El problema… es que quién lo asesino, presuntamente es el Caníbal de Belial.

Con sólo mencionar eso, todas las hermanas (en especial Lori y Luna) se quedaron totalmente en seco. Oír aquel nombre era como decir "Hitler" en un Bar Mitzvá. Era traumatizante y comprensible. Que un criminal sea el verdugo del psicólogo que, aunque patán, ha mantenido cierta normalidad en la familia… y sólo algo de normalidad para ser claros.

-Pero… c-cómo… - Lori no sabía ni qué decir. Vio lo que aquel verdugo hacía, y por las noticias, y también por lo que vio, sabe que ése sujeto está más que loco. Si logró incendiar el campus y matar a 65 personas antes del incendio… diablos…

-No lo sabemos, pero su casa muestra un alto indicio de violencia. Sólo puedo confirmar que… La escena en sí parece como si hubiera habido una pelea… A parte ya lleva más o menos unas semanas no se encuentran rastros de él.

Acto seguido, el oficial se levantó y estiró. Recogiendo su bolso y su libreta, y procedió a caminar a la puerta. – Si les sirve de consuelo… Posiblemente descubramos quien es la persona que está causando todo esto. – Nadie atinó a decir nada, solo a ver al oficial esperando a que siguiera – Si todo sale bien, podremos atrapar a quien le hizo daño a su amiga, y al psicólogo… y a todas las personas asesinadas por él. – El oficial abrió la puerta, y salió por la misma, dejando a una familia consternada, y sin palabras. Pero sobre todo, dejando a un niño albino sin la esperanza de que la única persona que tuvo la capacidad de escucharle y apoyarle en sus problemas, pudiera ayudarle a comprender su confusión. Lincoln después de que el oficial se fuera de la casa, decidió subir las escaleras y encerrarse en su habitación para poder analizar todo lo que vivió en tan sólo una semana. Caminando por el pasillo, y hundiéndose en un mar de emociones totalmente confusas que azotaron contra el conforme caminaba.

Recuerdos de cuando él y el psicólogo jugaban ajedrez.

Cuando lo ayudó a esconder el cuerpo de aquél oficial y le dio un hombro en donde llorar.

Cuando le explicó que lo que hacía con su hermana aunque estaba mal, si no llegaba a lo físico sólo serían juegos pasajeros.

Cuando sus padres iban a castigarlo en frente del doctor por no llevar el traje de ardilla, y para que el doctor se hiciera escuchar, le disparó con un pequeño revolver al teléfono de Lori, y casi rompe la muñeca de su padre.

Varios momentos cruzaron por su cabeza. Todos eran recuerdos los cuales jamás quiso reflexionar porque no los comprendía, y esperaría a que toda esta locura acabara para pedirle al psicólogo que le ayudara a comprender esos recuerdos. Pero ese momento jamás llegaría.

Al adentrarse en su habitación, Lincoln observó un conejo de felpa con una mancha roja en la frente. Cerró su habitación y miró con detalle al conejo. Aquella mancha hacía que la cabeza le doliera y mucho. ¿Por qué ahora todo tenía que doler? ¿Por qué Lincoln tenía que sufrir? No fue culpa del traje de ardilla. Debió comenzar cuando intentó suicidarse.

No comprendía nada. Pero la cabeza sí que le dolía. Se acercó inconscientemente al conejo, y lo abrazó. Bun Bun era como él le llamaba. El último rastro de inocencia que el chico poseía. Conforme cerraba los ojos las lágrimas densas, pero silenciosas descendieron de su rostro. Lo que sentía era dolor. ¿Pero por qué? Porque alguien que le ofreció tanto, y lo ayudó en tres años que se volvieron un infierno, ahora estaba muerto. Y el contactar con su novia después de lo que recordó sobre ella y su mejor amigo… El último mencionado tampoco era una opción viable.

Sólo quedaba Lynn. Ella sería su apoyo psicológico. Así como él era el de ella, y de toda su familia.

Dolía.

Dolía porque el sólo hecho de que alguien que te conoció tan afondo muera, es cómo perder a un amigo. De hecho, el psicólogo llegó a ser el nuevo amigo de Lincoln. Y que un chico de catorce años le diga que un amigo murió. Duele.

El conejo era la única calma de Lincoln. Aquél juguete de felpa, el cual era abrazado contra el pecho del joven albino, aquél que tenía una mancha roja en la frente la cual no pudo limpiar. Ya no quería pensar, las lágrimas pesaban y su cabeza lo mataba. Y aunque en su cuarto tocaran la puerta varias veces para saber cómo estaba, el sólo se haría el dormido para no tener que hablar de cómo se siente.

Lo que un chico de catorce años tiene que vivir.

-Por favor… que todo sea una pesadilla… por favor… - Lincoln abrazaba al conejo de felpa más fuerte, haciendo que éste entrara en contacto con su antebrazo, sintiendo una picazón familiar.

El joven se miró el antebrazo con dificultad, y al leer aquellas palabras un recuerdo doloroso le vino a la mente, recordándole que sin el psicólogo estaría más que condenado. Aquellas seis palabras, la primera ley, la primera regla, la más importante de todas. "SONRÍE" en mayúsculas, la cual ocupaba una buena porción de su antebrazo. Aquella palabra dolería y se reflejaría en él por el resto de su vida. Pero ahora… ¿Qué otra cosa podría hacer? No tendría un soporte como el que era Scalizander. Él lo entendía, lo apoyaba… Él parecía ser su único amigo…

Lo que un chico de catorce años tiene que vivir… Maldita sea…


-Entonces, Dr. López, ¿dice que el Dr. Scalizander no pudo haber sido asesinado por el caníbal?

-Si señores.

José Bautista López había recibido la visita de dos oficiales los cuales pasaron hora y media preguntándole cosas sobre el psicólogo colega suyo, Demo Scalizander. Desde dónde, cuándo y cómo se conocieron, hasta el por qué son amigos. Uno de los oficiales era caucásico con un notable sobrepeso, y su acompañante un afroamericano con una cara similar a la de un asesino serial.

-Y podría aclararnos ¿Por qué?

-Escuchen. – El Dr. López se acomodó en su silla y tomó un sorbo de té que había servido – Conozco a Demian desde hace casi nueve años. Y debo decirles que es imposible pensar que alguien lo mate… - La seguridad con la cual declaró era sospechosa. ¿Por qué el psicólogo sería imposible de matar para el criminal más buscado hasta ahora del mundo? – Si lo que me dicen es verdad… Pienso que más bien deberían buscar Suicidio. O mal herido. Pero homicidio… Están perdiendo su tiempo.

-¿Por qué está tan seguro? – El oficial caucásico con sobrepeso, Jaret Corner preguntó. - ¿Sabe algo que nosotros no sabemos, Dr. López?

Un suspiro con desgana fue lo que se oyó de parte del Dr. López. – Debido a mi compromiso de Dr. Paciente, no puedo revelar muchas cosas sobre Demian.

-¿Usted es su Psiquiatra? ¿Tiene alguna razón para no haber dado aquella información una hora atrás?

-Porque de por sí ya es muy antiético tratar a un amigo como paciente. No lo creí relevante. – López no se atrevía a mirar ni al oficial Corner, ni al oficial Afroamericano que lo acompañaba. Pero no por miedo, sino por cautela – Como sea. Lo que sí puedo decir… Es que Demian es un muchacho muy autodestructivo… Pero que le encanta llamar la atención. Más no como capricho. Siempre tiene un motivo para hacer lo que hace.

-¿Hacer lo que hace? – El afroamericano habló. Su voz profunda le pegó un poco al Psiquiatra. Pero éste no enseñó que se haya inmutado. - ¿Qué cosas hace exactamente?

-Miren. – López había cubierto a Demian durante casi nueve años. Desde que le salvó la vida con diecinueve o diecisiete años, siempre supo que era mejor callarse y mentir para no tener problemas, que arriesgarse a que aquél caníbal le hincara el diente. – Cuando lo conocí, en la conferencia de John Hopkins, presentó una tesis teórica de una posible cura contra el cáncer y enfermedades/virus que se comporten como tumores. Su tesis era perfecta, y sólo necesitaba ponerse en práctica para no sólo tener un doctorado… Ése chico con diecisiete años pudo haber conseguido lo que muchos científicos intentaron conseguir.

-¿Qué relevancia tendría éso con el por qué Demon no fue asesinado por el caníbal de belial?

Era hora de que López rompa el molde.

-Lo expulsaron de John Hopkins por emplear la práctica con pacientes con enfermedades mentales. – López habló con un gran peso, un nudo en la garganta se había formado, pero López se las arregló para hablar aún con éste en medio de su traquea. Decir uno de los más grandes secretos del psicólogo no era fácil, y menos si era en frente de dos oficiales del FBI. – Sólo una estudiante lo sabía… pero… No importa… Lo que hizo no era... No era normal ¿Ok?. Usó ciertas proteínas estimulantes en ellos para… formar tumores en sus órganos de manera espontánea… Casi… Casi instantánea… Eran siete pacientes. Todos con tumores horribles… Y la cura que desarrolló sirvió en parte…

-¿Cómo que en parte?

-Uno de los pacientes con esquizofrenia terminó perdiendo el brazo en sólo dos días. Se le pudrió como si se lo hubieran atado y éste se hubiera caído por falta de circulación. El segundo fue… casi como un arma biológica… No dejaba de retorcerse según sus observaciones. El tercero se le calló la piel –López tomó un sorbo con mucho miedo. Él no sólo leyó las investigaciones, las presenció y hasta el arrogante de su amigo se lo describió con orgullo- El cuarto y el quinto se suicidaron antes de que él pudiera hacerles la prueba. Pero se las hizo a sus cadáveres y comprobó que el suero pudo oxidar el hierro de su sangre… El sexto vomitó sus órganos necróticos… El séptimo…

-¿El séptimo qué?

-Es el único que no dio detalles en su informe… - Mentira, él sabía quién era el séptimo mejor que nadie, y por esa misma razón jamás perdonaría a Demon por lo que hizo...- Cuando John Hopkins se enteró de esto… lo expulsaron. Y su tesis quedó abierta. No sé cómo consiguió el doctorado. Pero parece que su cura funcionaba… - López casi dijo esto con desprecio, y los oficiales lo notaron.

-¿Y a usted no le agradó la idea de que su amigo tuviera éxito con una praxis más que ilegal? – El agente Corner ya impaciente, y asqueado por oír lo que López dijo, quería entender qué relevancia tendría en la investigación. Pero tal parece que su compañero si entendía qué tan relevante era todo lo que el Dr. López dijo.

-Demian mató y abusó de personas inocentes indiscriminadamente para demostrar que podía curar los tumores peligrosos en sus últimas fases como el cáncer. Es un genio, pero uno terco e… Inhumano… Nada lo detiene para demostrar que tiene razón. Ni si quiera… El dolor ajeno… o el sufrimiento… Y si es capaz de conseguir dos doctorados después de eso… - López miró de forma fría a los oficiales. Incomodándolos un poco, pero no intimidándoles – Les aseguro que nadie en su sano juicio lo mataría fácilmente… y menos porque sabe defenderse… Si van a buscar su cuerpo busquen suicidio… no homicidio…

-Antes de irnos, queremos preguntarle Dr López, ¿Qué relación tienen los Louds y el psicólogo?

La pregunta era sencilla, y si la evidencia era correcta, Demian no podría atacar a López por revelar ciertos datos sobre él. No los necesarios para decir que él es el caníbal de belial, pero si lo suficiente como para librarse del peso de saber tanto de… él.

-Creo que se lleva de forma regular… Excepto con el chico albino. Yo diría que él y Demian son… bastante cercanos.

Esa era toda la información que hacía falta. Después de eso, los dos oficiales se fueron del hogar del Dr. López.

Un suspiro fue todo lo que el Psiquiatra pudo dar antes de recostarse en su silla. No recordaba la última vez que había hablado así de forma tan… fluida sobre su colega y amigo Demian.

Hablando de él… Si es verdad que está muerto, entonces una carga menos para López. Es verdad, a veces López era una rata rastrera, pero siempre buscaba la mejor solución para su familia. El relacionarse con el Caníbal de Belial no fue más que una estrategia. Obvio que le agradaba Demian, pero su amistad inició por interés. Demian porque necesitaba que alguien guardara sus secretos, y López porque siempre podría pedirle a Demian que asesinara a alguien que fuera algún tipo de persona que tuviera rencor o algo por el estilo. Uno sabía manipularle para que matara a quien no le convenía, y el otro le servía de soporte y desahogo. Era una relación simbiótica.

López se sentía totalmente seguro de que ya nada malo podría pasar. Si Demian estaba muerto, no tendría influencia en López, y no mataría a nadie más en protesta, o por su estúpida patología de ser caníbal. Al fin y al cabo, sólo vio ésa peculiaridad como un simple capricho de niño malo. Demian jamás maduraría, y el suicidio llegaría tarde o temprano.

-Al fin puedo tener algo de calma… Sin Demian… vaya…

¿Cuándo fue que López logró suspirar y no sentir un dolor de espalda al recostarse en su silla?


Epílogo: Ojos.


Tres años Pasaron. Tres años en el que todo había cambiado para el joven albino. Esos tres años bastaron para que pudiera reintegrarse en la escuela. Y habían sido suficientes para que la mente del joven albino se volviera totalmente una amalgama sin sentido a la hora de dormir. Al menos aún tenía cierta prescripción de aquél psicólogo que lo ayuda a sobrevivir a su nueva y dura vida. Una prescripción de tiempo indefinido. Bastante conveniente de hecho…

Pero aun así era duro para el albino aguantar todo lo que pasó. Antes del Dr. Scalizander y de todo lo que pasó con el caníbal, Lincoln ya tenía unas notas muy buenas. De hecho, recordó que un tutor dijo que tenía talento para básicamente todas las materias. Claro, sólo faltó una profesora hermosa que lo hiciera ver como idiota de forma accidental… Pero ya no importaba eso. Desde que Lincoln empezó a tener esos sueños que, no dudaba que fueran recuerdos… el interés por las chicas, el sexo y demás se fue disminuyendo considerablemente. A tal punto que no le causaba ningún tipo de emoción. Ya con diecisiete, en secundaria, y a pocos pasos de ir a la universidad eran más difíciles las cosas. Pero no tanto para el albino (Aunque para cierta castaña no lo sería).

Desde que tuvo eso sueños, su mente ahora sólo se concentra en hallarle un significado lógico para detenerlos, habló con Lisa, y por indagaciones en internet, quiso saber con exactitud por qué tenía aquellos recuerdos en forma de sueños. Lamentablemente no encontró nada que no fueran recuerdos suprimidos por el cerebro que, dependiendo de su impacto o importancia, o de forma espontánea, saldrán a flote. Así es como inician los psicópatas patológicos en caso de que sea un trauma.

Ahora la curiosidad de Lincoln era verdaderamente exagerada. ¿Qué recuerdos eran aquellos fragmentos que salían a flote? ¿Por qué seguía recordando el primer encuentro entre el Psicólogo y él? ¿Por qué la palabra "Hambre" le estaba dando tanto miedo? Todo era confuso. Tantas cosas pasaron, y en tan poco tiempo… bueno, Tres años no es "poco tiempo" pero… bah…

Lincoln estaba más que adaptado a la secundaria. Pero no fue nada fácil.

Primero, porque tenía que estar con Clyde de nuevo por cinco años. Y aunque sea su mejor amigo… aun sentía rencor por lo que observó aquella vez… fue algo demasiado duro para el joven albino. Sólo tenía doce y ya sufrió su primera traición… bueno, que no fuera de parte de su familia.

Segundo, porque si bien tenía la presión de la escuela montada encima, no servía como escape al cien por ciento. La secundaria donde lo habían inscrito era una donde todas sus hermanas mayores ya eran reconocidas por sus hazañas, o por su popularidad. Por ende se esperaba que el chico albino (o al menos los profesores y alumnos mayores) esperaban que el joven Loud que no enseñaba nada en específico, fuera algo como un Mozart. Se esperaba mucho del joven Loud. Y no tuvo más opción que serlo. En seis meses de reintegrarse, el joven Lincoln demostró tener un potencial académico que sólo la Loud genio logró demostrar. Pero de una forma… alternativa podría decirse.

Es cierto, el joven Loud mejoró descomunalmente su desempeño académico. ¿Pero no era eso lo normal? ¿Demostrar que estaba a la altura de sus hermanas? Ese era el objetivo que el joven albino se puso a sí mismo.

Estaba en el salón de clases. Sentado hasta el fondo con una camisa holgada de cuadros naranja y negra y una camisa a rayas. El cambio que la apariencia de Lincoln demostró fue notorio. Desde que estuvo con el Dr. Scalizander su manera de ser cambió drásticamente. Aunque también se debía a la adolescencia.

Clyde igualmente había cambiado de forma significativa su apariencia. Ahora Lincoln y Clyde físicamente más atractivos en ésa etapa. El grupo de amigos de Lincoln y Clyde eran los mismos que en la primaria. Rusty, Liam y Zach. Cada uno de ellos había cambiado de forma relativamente drástica. Liam había crecido, pero era el más bajo del grupo. Zach adquirió contextura, y su cabello estaba peinado hacia atrás. Era más alto que Liam, pero del mismo tamaño de Lincoln. Rusty era el más alto del grupo. Tanto que pasó de apodarse "Rayos oxidados" a "El largo rayo oxidado". Clyde usaba lentes ya no de luna llena, y se notaba más arreglado. Lincoln… Pues... cualquiera lo confundiría con un Kurt Cobain albino. Era no muy alto, pero con el pelo poco más debajo de la nuca, y una pequeña barba en su mentón rebajada, pero de color blanco. Eran un grupo inseparable hasta cierto punto.

-Entonces, sólo falta el examen pedagógico para definir qué seremos de grandes… - Dijo Clyde ya más tranquilo que como era cuando tenía once.

-Sí. Dicen que el examen es un truco del gobierno o algo así. – Respondió Rusty. – Espero poder sacar una alta calificación. No quiero ser técnico de un garaje.

Cada uno de los del grupo mencionaba sus preocupaciones por el examen. Era algo para ver la inclinación de cada estudiante, pero se esparció el rumor de que el gobierno tenía que ver con el examen. Y quienes sacaran bajas notas, serían usados como sujetos de pruebas de drogas y armas biológicas o algo por el estilo.

-Se preocupan demasiado – Lincoln habló. Su voz era algo apagada y sólo miraba al techo.

-¿Y cómo no hacerlo Lincoln? – Clyde lo decía casi con indignación – Dependiendo del resultado dependerá nuestro futuro… ¿No te preocupa eso?

-Si Lincoln. –Liam habló – Si pudieras saber a qué estás destinado a ser, sería más fácil tener una idea de qué vas a ser en el futuro que quedar en el aire.

-Yo ya sé a qué estoy destinado a ser, Liam. – Liam, Zach y Rusty lo miraron extraño. Pero Clyde lo miró con más interés que los tres anteriores – Estoy destinado a ser un empleado mediocre con un salario inferior al de un trabajador exitoso, y superior al de un indocumentado. Tal vez en comida rápida o algo así.

-Siendo tan pesimista no me sorprende que seas la sombra de tus hermanas, Lincoln – Dijo Clyde en un tono ácido característico de las bromas de mejores amigos. Aunque Lincoln aprovechó esto para vengarse un poco de aquella traición.

-Me lo dice el que manchaba los boxers de blanco y la camisa de rojo cuando veía a mi hermana mayor. – Aquél comentario hico que el joven Clyde se sintiera más que avergonzado, y sacó las risas de los otros tres. – Pero tienes razón Clyde. – La mirada melancólica del joven albino era notoria. Clyde sabía entonces que dijo algo que no debía.

-Hey amigo, sabes que no lo dije con mala intención… ¿Verdad?

-No te preocupes… Todos vivimos bajo una cruz. Rusty no puede caminar bien sin tropezar con un poste o algo, y el acné no le mejoró. – Señalando al largo del grupo, haciendo que se avergonzara – Liam es el que más problemas tiene al hacer los trabajos escolares, y no puede seguirle el ritmo a Tabi… en más de un sentido – Liam se enojó un poco por aquello… Entendió la referencia de doble sentido – Zach tiene que vivir con los prejuicios de la gente y sus insultos por sus brackets y altas notas. Tú por tus padres homosexuales, pero eso lo opacan tus calificaciones perfectas. – Lincoln con los comentarios mordaces sabía que si no llegaba al punto lo matarían – Yo… Debo vivir bajo la sombra de todas mis hermanas. Lori y su capacidad de mantener el orden, Leni, aunque autista, tiene gran talento, Luna y su música, Luan con sus chistes haciendo presentaciones, Lynn… - Decir el nombre de la deportista era algo difícil. - ahora mismo creo que viajará a Europa… Incluso mis hermanas menores me opacan… Yo no… Simplemente… soy yo… El único logro que tengo es el de haber sido el único varón de mi familia… A, eso y el haber salido con Ronnie Anne… Je… lástima que se fue para Puerto Rico…

Lo que decía Lincoln era algo duro. Sus amigos lo apoyaban, pero sabían que era difícil animarle con tantas cosas que pasaron… aun después de tres años las noticias del caníbal fueron una cicatriz fuerte para Royal Woods, y aún más para ciertas familias. Entre ellas la Santiago y la Loud música a parte de la primogénita.

Lincoln recordaba perfectamente la última vez que vio a Ronnie Anne. Era el funeral de Bobby, ya que lo encontraron en un casillero mutilado. Lo único reconocible de sus restos era su mano derecha con un anillo de compromiso. Al parecer él y Lori habían planeado casarse después de los estudios. Había algo distinto en Ronnie Anne. Y era porque cuando quiso ir con ella, el oficial Spencer en traje elegante fue a interrogar de la misma forma que lo interrogó a él sobre lo que sabía. Pero lo distinto… eran aquellos ojos oscuros… Tenían escases de brillo… ¿A caso así debería verse alguien que perdió a un ser querido? Esos ojos le recordaban a los de Scal…

Sus amigos eran conscientes de aquello que había pasado. Porque Lynn le contó a Clyde, y Clyde le contó a los demás. Lincoln estaba en duelo aun. Pero pensaban que era porque su mejor amiga perdió a su hermano, por culpa del mismo imbécil que mató a la única persona que se dignó a escucharlo.

-Te aseguro Clyde, - Dijo Lincoln fingiendo un ánimo creíble – Que sacaré un cuarto menos que tú en el examen.

-Je, ver para creer Loud. Conozco tus talentos, amigo.

-Ya lo veremos McBride.

Había empezado la clase, y Lincoln esperaba a su profesor guía para que dé el examen tan temeroso del cual se rumoraba. Lo que le impresionó tanto a él como a sus compañeros era que el profesor no era el… sino…

-¿La señorita DiMartino? – Liam dijo en susurro.

-V-vaya… La edad no le afectó en lo absoluto – Zach lo decía balbuceando y algo apoyado a su pupitre. Lincoln podía decir que le provocó una erección el trasero de la profesora.

-Está que arde – Dijo el afroamericano. Una leve gota de sangre pasaba por su nariz.

-Diablos… es más bella que cuando estábamos en primaria.

-Ajam. – Lincoln no podía negar que le parecía bella. Pero todos los días antes de que Lynn se fuera de casa tuvo el deleite de experimentar el sexo de todo tipo. Cosa que la belleza de la profesora no podía comparar. No es lo mismo tener sexo que ver a una mujer linda – Es muy linda. –Aunque sonó frívolo, sus amigos no le prestaron atención.

-Buenas tardes clase, soy la Señorita DiMartino, y seré su profesora sustituta por hoy para el examen. – Moviendo las caderas con cada paso, entregaba las hojas de examen a todos los compañeros. Uno por uno. Esto le pareció extraño a Lincoln, ¿No era más fácil dárselo a los primeros y que éstos pasaran las hojas a los de atrás? Cuando le entregó la suya, Lincoln pudo notar que traía una falda muy corta pegada, y una lencería. Y al parecer no traía sostén. ¿Era acaso una película porno?

-Tienen exactamente dos horas para contestar el examen. Consiste en cinco partes donde se trabajan cinco materias primordiales de forma indirecta – Hablaba la profesora cuya belleza volvería hasta a las chicas del salón lesbianas – Matemática, Biología, Lenguaje, Artes Y Una materia extra. Que si prestaron atención a sus clases de psicología, historia, entre otras, sabrán que es una muy relacionada al gobierno. – La señorita DiMartino se sentó en el escritorio – Bien, les recomiendo que contesten todas y cada una de las preguntas, y que se salten las más complicadas, para finalizarlas después. Éste examen chicos – La señorita DiMartino dirigió sus ojos al joven albino de cabello largo para luego dirigirla al resto de alumnos – No es sólo un examen para ayudarles a seleccionar una carrera, sino que aumentarán su promedio académico total en un 45%.

Aquellas palabras hicieron que Lincoln, Clyde y Liam se sobresaltaran un poco (aunque el albino solo miró a la profesora para luego ver su examen). 45%... sus notas aumentarían un 45%... eso era una oportunidad casi regalada. Pero significaba que el examen iba a ser difícil, y que un solo error significaría el fracaso del mismo. Por un lado Lincoln podría garantizar tener un futuro decente, y por otro lado, Clyde podría sumar otra nota perfecta a su historial de perfección.

Ahora entendía por qué el examen era tan temido. Era gran parte de la calificación final. Y sólo tenían ésta oportunidad.

-El examen empezará… Ahora. – Tras decir esto, el examen comenzó generando un ambiente de tensión absoluta. Todos los estudiantes procedieron con su examen. Cuando Lincoln abrió el suyo, se encontró con una sección de matemáticas muy compleja. Pero que el joven entendía los problemas planteados. Tampoco es que fuera un supergenio como Lisa, pero estudiar basta y sobra para resolverlos. Empezó con despeje de ecuaciones con incógnitas, realizando una serie de cálculos a lápiz en una esquina de la hoja. Sabía calcular mentalmente, pero no quería arriesgarse y cometer un error en algo que le guste tanto como las matemáticas. Cinco minutos y terminó de resolver la extensa ecuación. Algo fácil, pero tardada. Prosiguió con trigonometría. Ésta vez notando que la complejidad del problema era nula. Encontrar el seno, coseno y tangente, y sus inversas. El joven Lincoln logró hacer esto en poco menos de un minuto con cada uno de los ejercicios (3 en total).

De pronto el joven Loud se encontró un problema poco común. Algo que se le hacía familiar, pero que nunca vieron en clases normales, pero el profesor de matemáticas lo mencionó. Eran ecuaciones con símbolos raros, pero que cada símbolo era igual a otro símbolo. Como si fuera un acertijo. Pero habían partes del problema que estaban en signos de interrogación, y sin esos no se podría dar la respuesta. Esto llamó la atención del joven Loud, pero no le prestó atención. A parte donde aparecía el puntaje decía "Puntos extra". Por ende no debían ser necesarios.

Prosiguió con lengua. Eran cosas que un niño de primer año podría hacer sin problemas. Realizar un informe profundo de una historia complicadita de comprender, algo tenebroso. "La gallina degollada". Era solo el fragmento, y había que analizar todo el fragmento nada más, obviamente evitando cualquier error de redacción u ortografía. Algo que se percato fue de un símbolo raro en la esquina del problema. Le llamó la atención pero no le puso demasiada importancia.

Continuaba con todas las partes del examen. La parte de biología fue la más extensa, y esto porque se mesclaba demasiado con una parte de ética. Maldita sea… ¿Qué importaba la ética en la biología? Tuvo que hacer un pequeño ensayo de aproximadamente toda una hoja para poder responder la respuesta. Pero daba igual en ese aspecto. La ética no era lo suyo.

Yendo a la sección de artes, se sintió más relajado. Era sencillo, dar un resumen de la teoría de los colores, nombrar algunas pinturas y sus autores, con fecha de creación. Pero volvió a cierta parte humanitaria que le aburría. Una explicación detallada de qué es el arte. Era aburrido y tedioso dar explicaciones de por qué algo es arte, qué es el arte, que puede ser y por qué puede ser o por qué no… es fastidioso y tedioso.

Lincoln dio un vistazo rápido al resto de la clase. Todos parecían estresados y otros abstraídos. Mirando la cara de Rusty, se dio cuenta que la altura no hacía crecer su CI. Parecía más perdido que una gallina ciega. Lyam no le salía mejor… Se notaba estresado, y que aunque respondía a una buena velocidad, le costaba mantener un ritmo constante. Zach no parecía tener problemas, más que aquella pierna que tiembla a cada rato. ¿Será alguna mala maña? Y Clyde… Bastante sereno, pero cuando la profesora DiMartino pasaba frente a él, se distraía perdiéndose en las caderas de la profesora, para luego despertar y perderse en el vacío.

Lincoln pudo ver en su reloj que faltaban aún veinte minutos. Ya respondió todo el examen, menos las preguntas extra con símbolos y las secciones de preguntas múltiples que tenían que ver con el gobierno. Eran preguntas sin sentido. Todas basadas en moralidad, y ninguna opción parecían tener que ver con la pregunta. Lincoln miraba las preguntas y la ecuación que le faltaban. Y sólo se confundía cada vez más. Decidió dejarlo así. El problema es que cuando leyó los porcentajes, las preguntas extra y las del gobierno significaban un 40% de toda la calificación si estaban juntas. Si Lincoln no respondía y se equivocaba en las que ya respondió, estaría más que jodido. Reprobaría y no saldría del infierno que es la escuela. Miró la primera hoja para saber si había un enunciado oculto, pero no encontraba nada, nada de nada. Excepto…

Con curiosidad usando el lápiz, notó que las manchas de tinta de las esquinas inferior izquierda y superior derecha, tenían algo raro en común. Lo entretuvo un poco. Culpa del déficit de atención. Y empezó a unir los puntos de la mancha de tinta porque le dio curiosidad. Cuando los terminó de unir… Se quedó estupefacto. Al unirlos notaba que habían algunos puntos que se encerraban en círculos, y esos puntos conformaban una imagen… o mejor dicho, algo como una chuleta con letras y números…

12= D, C, C, E, C, A, C, D.

7= ¿X?= TY-M2+E% / Calc= 11 Izq Inf. Afincar, Lápiz 2H

Lincoln las vio extrañado, y lentamente se distrajo tratando de encontrarle significado a cada una de las cosas que vio en las esquinas. Lo distrajo un poco pero…

-Les informo, que quedan cinco minutos, así que por favor vayan terminando el examen.

Mierda, ¿ya sólo faltaban cinco minutos? Pero su reloj indicaba que quedaban veinte… Debía estar dañado. La frente de Lincoln sudó un poco, y fue porque comprendió qué era lo que acababa de descubrir. Eran las respuestas de la pregunta extra y la del gobierno. Lincoln no tardó en ubicar la página once y siguiendo los pasos de la página siete, sacó su cartuchera, de ahí su lápiz dos H, afincó y comenzó a revelar lo que se veía a lo más cercano que Einstein hizo al formular la ecuación más famosa de todas. Era largo, sí, pero ocupaba casi todo el borde de la hoja, y Lincoln comenzó a transcribirlo en todo el espacio libre de la página siete.

Luego se dirigió a la página doce, y rellenó los puntos de selección múltiple. Los ocho completos.

Justo sobrándole cinco segundos antes de que sonara una alarma que lo sacó de sus pensamientos.

-El examen culminó. Por favor, cierren sus hojas y dejen a un lado sus lápices.

La señorita DiMartino comenzó a pasear por todas las filas, y retiró los exámenes de cada uno. Lincoln era el último de su fila, pero estaba en la segunda. Así que no tardaron en quitarle su examen. Y Lincoln decidió recostarse en su mesa para tratar de recordar alguna pregunta que no haya respondido, o que haya respondido mal.

Éste era un ejercicio algo práctico para el albino, ya que así reconocía cuales eran sus errores, y lo ayudaban a corregirse a sí mismo cuando recuperaba sus exámenes. No es que fuera tonto, sólo le gustaba ver cuáles eran sus más comunes errores para no repetirlos. Lincoln agarró su lápiz, sacó una libreta de su bolso y comenzó a hacer garabatos en la misma. Garabatos totalmente sin sentido mientras pensaba en qué pudo haberse equivocado.

Pasó el tiempo muy rápido, puesto a que después de que la señorita DiMartino recogiera todos los exámenes, dijo que faltaba media hora para el final de clases y que todos pudieran retirarse a sus casas cómodamente. Y Lincoln sólo aprovechaba para hacer dibujos en su libreta. Todos sin sentido o significado exclusivo. Eso lo relajaba mucho, y últimamente pocas cosas buenas lo relajaban.

Lincoln no dejaba de pensar en aquellos puntos en la esquina de la hoja. ¿A caso era un error y sólo fue algo que salió de la cabeza de Lincoln por aburrimiento? ¿O simplemente tuvo mucha suerte? ¿O acaso será algún enigma específico? Las preguntas surgían de la cabeza de Lincoln, y su curiosidad sólo aumentaba. Perdiéndose en su mundo haciendo garabatos, mientras pensaba cada vez más y más en lo que significaba aquél cifrado en la hoja. Lincoln sólo se dejaba llevar por sus pensamientos. Se abstraía en ellos. Y conforme las preguntas continuaban, otras más surgían. Era una curiosidad infinita la cual no tenía control alguno. Parecía un vórtice sin fin alguno, el cual lo llevaba muy fácilmente a otro mundo en el cual sin darse cuenta estaba perdido. El mundo era su mente, estaba perdido, y sólo caminaba por aquél abstracto pasillo de pensamientos que lo aislaban de todo, para conseguir-

-Lincoln vamos despierta.

Lincoln despertó de lo que parecía un trance. Sólo se sintió así la vez que despertó del coma inducido químicamente.

-¿Eh? ¿Qué pasó?

-Las clases terminaron Lincoln, hora de volver a casa. – Clyde estaba parado, con su morral preparado mirando al albino desde arriba.

-¿Y tú que haces aquí? – Lincoln preguntaba con desgana, muy típica de él en estos últimos meses. La apatía del joven Loud era más que evidente.

-¿Pues qué crees? Esperando a mi mejor amigo para salir de aquí y volver a casa.

Lincoln agarró su libreta y la guardó junto a su cartuchera y celular en su morral. Se levantó aunque con dificultad porque las piernas se le durmieron levemente. Cuando se levantó sintió la mano de su amigo agarrar algo de su morral y sacarlo con estrategia. No era un vándalo, pero sabía cómo robar… maldita sea.

-Me puedes explicar, ¿Qué es esto Loud? – Clyde agarraba el cuaderno en la página más reciente, enseñando lo que para Lincoln eran garabatos, pero para los demás eran mandalas.

-¿Qué te importa McBride? – Lincoln trató de quitarle el cuaderno, pero Clyde era rápido. - ¡Devuélveme eso!

-¡¿Volviste a hacerlos?! – El enojo de Clyde se hizo presente. Agarrando el cuaderno y apartando al Loud albino para que no lo alcanzara – Lincoln ¿Qué paso?

-No pasó nada niñita, sólo son garabatos. – Lincoln logró arrebatarle el cuaderno al chico McBride y guardarlo en su morral. Se notaba enojado. Detestaba que le quitaran sus cosas así como así. Ya bastante tenía con unas hermanas así.

-Lincoln, sólo dibujas esas cosas cuando algo te pasa – Clyde lo miraba, pero Lincoln desviaba la mirada.

-Sí, ¿Y qué importa?

- Que llevas más de un año sin dibujarlos Lincoln.

Lincoln asistió a terapia con la psicóloga de Clyde, y el último lo acompañaba en sus sesiones. La Dra. López le había dicho a Lincoln que cada que sienta enojo, melancolía, o alguna emoción que no comprenda, dibujara ésos garabatos. Un tipo de terapia que se le hizo muy familiar a la del Dr. Scalizander, sólo que con él sería realizar un dibujo, él lo volvería rompecabezas, y Lincoln debería armarlo mientras charlaban. Era relajante… esto es lo más parecido a lo que hacía con Scalizander.

Pero la Dra. López le pidió a Clyde, que vigilara y apoyara que Lincoln realice menos de ésos dibujos. Por el bien del albino.

-Dime, ¿qué pasó?

-Nada Clyde, sólo es estrés. Es todo.

-¿Por el examen?

-Si… estuvo muy duro. – Lincoln mintió. Pero su voz cansada y su expresión derrotada serían suficientes para convencer a su amigo… o al menos eso esperaba. La verdad es que empezó a hacer los mandalas cuando se puso a reflexionar sobre la parte trasera del examen… el código y quién o quienes pusieron aquella trampita.

Al inicio, Lincoln pensó que Clyde no sería tan tonto como para creerle a Lincoln, y su expresión lo decía. Una cara de análisis profundo, como buscando algún rastro de mentira en aquella excusa barata… Y Lincoln ya estaba preparado para sentir la fastidiosa insistencia de su amigo para que le dijera la verdadera razón de recurrir al dibujo de mandalas para aislarse del mundo real.

Que aliviado se sintió de la idiotez de su mejor amigo al ver una sonrisa de compasión y una mano en su hombro para brindarle consuelo.

-Vamos Lincoln, saldrás bien. Conozco tus talentos hombre del plan. – La sonrisa que le brindó a su amigo era cálida, y aunque Lincoln se volviera tan diferente por todos los sucesos…

Agradecía mucho tener un amigo como Clyde. Alguien que, da igual que no sepa las verdaderas razones de Lincoln para ser como es, siempre lo apoyará. Aunque aún a día de hoy sintiera rencor porque él fuera la última persona que Ronnie Anne besara, daba gracias a dios que siguieran siendo amigos… Claro, hubo un momento donde ambos se dieron golpes y ganchos fuertes por ésa razón (Lincoln por rabia y Clyde por pura defensa).

Ambos salieron del colegio como los últimos estudiantes, en una bella tarde con el sol dando paso al ocaso. Ambos iban caminando la ruta típica hacia sus casas, e iban charlando como los amigos que eran.

-Entonces, ¿Es verdad que Ian tiene nuevos sabores?

-Hasta donde oí, tiene una que la llaman "Santa María". Rusty dijo que cuando la probó no sentía sus dedos.

-¿Y tú desde cuando confías en la palabra de Rusty?

-Es más fácil que confiar en la tuya Loud.

Típicas conversaciones sobre un amigo que trae algo para fumarse. Y era de gran ayuda para Lincoln aislarse un poco de tantos conflictos que su cabeza generaba.

No… Que él generaba. Su cabeza sólo actuaba. Si Lincoln hubiese deseado dejar de tener tantos problemas, sería honesto con su familia, con Lynn, con su amigo, con la Dra. López… hasta con el Director Hugins. Lincoln estaba tan ensimismado en sus pensamientos que se metía en líos nada más por curiosidad. Y él no ser honesto era porque… de alguna forma le gustaba tener esa curiosidad. No iba a dejar que una prescripción o algo por el estilo le arruinaran eso.

Su curiosidad era gigantesca, y eso llevó a que fuera no mejor en clases, pero si el alumno favorito de muchos profesores. Porque siempre tenía una duda que plantearle a un profesor para que éste se la aclarase. Pero a veces su curiosidad sólo le daba dolor de cabeza. Y a veces para evitar el dolor de cabeza, o mejor dicho, siempre, usaba los mandalas como recurso para dejar sus pensamientos fluir.

Ya Clyde había partido a su casa, y Lincoln caminaba pacíficamente pero a paso lento a la suya. Miró su entorno y lo calmaba el ver los árboles, los pájaros, la tenue luz del ocaso se disipaba para darle paso a la noche. Lincoln caminaba muy pero que muy distraído y abstraído en sus pensamientos, caminando en una especie de piloto automático hasta su casa. ¿Qué significaba aquél código? ¿Por qué estaba ahí? ¿Debió decirle a Clyde en lugar de mentirle como lo hizo? ¿Debería decírselo a la Dra. López? ¿Qué diría Scalizander…?

-Scalizander… - Ése nombre era la única cosa que ponía vulnerable al joven Lincoln. El doctor que lo marcaría de por vida. Rayos… ¿Por qué tuvo que morir? ¿Por qué ése caníbal lo escogió? ¿Por qué?

La peor cosa que pudo pasarle a Lincoln fue asesinar a un guardia por ser descubierto mientras fumaba hierba… que idiota fue en ése momento…

-"Cuando asesinas a alguien, da igual la excusa que sea, ya no eres considerado un ser humano. Porque asesinaste a tu prójimo. Aun si es defensa personal Lincoln… estás marcado de por vida… Y créeme, con tu historial psicológico… se repetirá, y te gustará que es lo peor". – Las palabras del doctor resonaban en su cabeza una y otra vez. Aquél accidente dejó traumatizado de por vida al joven Lincoln. Ningún niño de trece años debería haber probado la hierba, y aun peor, debería ser el asesino de un oficial de policía. Aún recordaba la cara machacada del oficial. El golpe que le dio en la cara rompiéndosela. Sus gritos de agonía por los huesos rotos. No fue sino cuando dio el golpe de gracia directo en la cabeza que el oficial por fin murió… Y aún peor cuando Scalizander le enseñó a esconder el cadáver. Esperaba que nadie nunca lo viera. Ya llevaba casi 4 años de descomposición, y aunque fue muchas veces a revisar si aún seguía ahí, la última vez que lo localizó fue cuando vio en los periódicos que habían encontrado el cadáver de un policía en un contenedor de basura abandonado.

Y ya que estaba reviviendo traumas… era momento de recordar aquella palabra marcada en su antebrazo. Pasó… ¿Antes o después de lo del asesinato? No lo recordaba maldita sea… El tiempo siempre fue difícil de recordar…


Lincoln la miró detenidamente. Y recordaba lentamente cómo sucedió todo. Había un juego. Si, era eso. Un juego… Lynn había vuelto con una expresión enojada, y agarró al albino del cuello de su camisa hasta su cuarto. No había nadie. Lynn le estaba reclamando algo… algo sobre que perdió un partido importante… Lo amenazó con que si volvía a perder, esparciría el rumor sobre la mala suerte una vez más, y que no le importaba si el doctor Scalizander se entrometía, que lo haría sufrir.

Lincoln en ése momento se armó de valor y la empujó. Lynn lo golpeó, y Lincoln le devolvió el golpe. Esto hizo que Lynn soltara no un quejido… algo como… un gemido… Lynn cuando se percató de lo que hizo su hermano, agarró su bate, y bajó hasta la sala, dirigiéndose a su consola. Destruyéndola en frente de Lincoln. En aquél momento Lincoln gritaba porque parara, y cuando se detuvo, Lynn sólo alcanzó a decirle "A ver si así te vuelves un poco más hombre, mariquita".

Lincoln no dijo nada sobre su consola, no quiso desafiar a Lynn, y se quedó sollozando en silencio en su cuarto durante dos días (Viernes y Sábado). En aquél momento ni si quiera fue a las consultas con Scalizander. Aprovechó que todos iban a salir, y él usando de excusa que se sentía enfermo, que se quedaría en casa sólo o algo así. No recordaba la excusa. Preparó una nota y la colocó en su almohada. Preparó su navaja, un suéter… y una mochila si mal no recordaba.

Volvieron los Louds, y cuando ya todos se estaban preparando para dormir, en plena noche, con mucho sigilo, Lincoln escapó por la ventana golpeándose el brazo y el pie, pero no lo suficiente como para que se rompiera. Le costó incorporarse, y con dificultad fue hasta donde estaría Scalizander. Tras llamar a su número de teléfono (tanto privado como del consultorio) pensó que se habría ausentado. Hasta que vio que había un frasco naranja justo en lo que parecía ser el buzón. Diciendo "Si lees esto Lincoln, llévatelas y úsalas como te dé la gana".

Lo próximo que recordaba era que estaba en el estadio de Futbol donde entrenaba su hermana, y se adentró a los vestidores. Olía a sudor femenino, pero había uno en específico que olía familiar. A Lynn.

Sólo una vez olió así a Lynn, y fue cuando ella le pidió que… ellos tuvieran sexo por primera vez. Todo porque Lynn decía que el Himen dificultaba su flexibilidad, y al perder la virginidad sería mejor en deportes o algo así… Pura mierda. Lincoln se adentró más a los pasillos de los vestidores, y observó el casillero de Lynn. Y sólo alcanzó a leer una nota que no recordaba que decía… lo que sí recordaba, era que sintió mucho dolor después de leerla.

Lincoln salió de los vestidores, subió a las gradas, y observaba la lluvia.

"A ver si así eres más hombre"

Esas palabras dolieron más que el que perdiera su consola de videojuegos. Dolió más que el golpe que Lynn le dio… Lynn no lo consideraba un hombre entonces. Y a lo mejor el sexo sólo fue para ver si Lincoln dejaba de llorar y ser uno al fin. La cabeza le dolía y sentía ganas de llorar viendo la lluvia.

"Primera regla para una vida Lincoln. Sonríe"

Sonreír… ¿Cómo podría sonreír ahora?

"Tal vez sea la mayor hipocresía, tal vez te mueras de cáncer, tal vez tu tío te vio… violó – esto último diciéndolo con dificultad – Pero siempre debes sonreír. A veces ser hipócrita es la única forma de sobrevivir a ésta vida. No te ayudará a ti, pero si hará que lleves las cosas más fácilmente."

¿Cómo era posible ser hipócrita en ése momento? ¿Cómo?

"A veces sonriendo, la vida es menos cruda… Es mejor ser hipócrita y sonreír, para poder soportar más fácil el dolor, que tener una cara amargada y ser rechazado o etiquetado por el mundo como un imbécil"

Lincoln no podía sonreír, lo intentaba, pero… diablos su cabeza…

Sacó unas cinco pastillas de las que tomó del buzón de Scalizander, se las tomó, empuñó la navaja, y recordando las palabras del doctor Scalizander la puso en alto.

"A veces sonriendo, el dolor es más llevadero"

Empezó a mutilarse en el antebrazo la palabra "Sonríe" en mayúsculas. Carajo cómo dolía tallar en su piel la letra S, luego la O, seguido de una N no recta, sino curva… Joder como dolía. Siguió así hasta que terminó de escribirla…

-¡¿Lincoln?! ¡¿Dónde te metiste?!

Esa voz… ya sentía las lágrimas, pero ahora el dolor en el pecho se pasó al del antebrazo. Ya podía empezar a mover nerviosamente la boca, intentando hacer un gesto.

Conforme aquella voz femenina desesperada gritaba su nombre, él sólo reía. Ya no le dolía el antebrazo. Ahora sentía paz. Paz y pura paz.

-¡Lo siento! ¡¿Está bien?! ¡Lo siento! ¡Por los golpes, lo del traje… Todo!

Lincoln se levantó y empezó a caminar a donde estaba aquella chica. Su cara de consternación… dios su cara… era graciosa… Estaba asustada.

-Lincoln… que te…

Ya podía sentir el gesto. Era muy sencillo. Ya no le dolía ni el brazo ni la cabeza… Estaba…

Estaba sonriendo.

¡M-mírame! ¡Y-ya no lloro! ¡Ahora s-soy un… un hombre! ¡¿No?! ¡Ya no lloro! – Las risas de Lincoln eran intensas. Las risas que oía tanto en su cabeza como las que salían de su propia boca. Lincoln estaba riendo y llorando.

Pero, ¿Cómo negarle una sonrisa inocente? No era forzada, era la sonrisa de un niño desesperado, pero… no había nada más que desesperación en ella.


Sin darse cuenta, Lincoln ya había llegado a su casa. Estaba en frente de aquella puerta. Una puerta que sería el inicio y el final de sus traumas. Aquellas experiencias que lo forjaron como lo que ahora, a sus diecisiete años es. Recordar aquellas experiencias lo llenaban de tristeza, de furia, enojo… desesperación… ¿Por qué no simplemente huía de casa? ¿Por qué no le hacía caso a la razón y escapaba? ¿Por qué?

Lincoln abrió la puerta y sólo se adentró a su morada. El caos tan característico de la casa, aún con unas 5 integrantes menos, seguía vigente. En menor medida, pero vigente. Dio solo un par de pasos y ya pudo oír una explosión fuerte proviniendo de arriba. Lincoln se tensó un poco esperando oír algo, y lo que oyó fue un "¡Aún sigo viva!" de parte de su hermana genio. Eso lo alivió un poco. Por otro lado tenía a las gemelas ya no peleando, sino más bien discutiendo sin llegar a los puños y jalones de pelo. Una gran cantidad de mascotas, más que las del año pasado, ladraban y hacían ruidos en forma de juegos. Su hermana Lily tenía una blusa morada, medias de rayas del mismo color que hacían juego con la misma, y una falda azul oscuro. La pequeña Lily Loud con siete años hacía lo que Lynn dijo que era su pasatiempo. Rompecabezas y mecanismos extraños que, o bien asustaban, o eran para hacer bromas, o eran para entretener. Sus rompecabezas siempre eran basados en todas y cada una de sus hermanas mayores.

Lincoln empezó a subir por las escaleras con tranquilidad para ver el pasillo. Ahora se sentía más vacía la casa sin todo el clan. Pero Lincoln aprendió a convivir en eso. Conforme caminaba en el pasillo recordaba muchas veces el caos que todas y cada una de sus hermanas causaban a su paso. El estruendo de la música de Luna, las peleas entre Leni y Lori, las bromas de Luan, los juegos bruscos de Lynn…

Era muy melancólico todo, pero Lincoln ya había aprendido a vivir sin varias de sus hermanas. Logró afrontar y superar la muerte de una, ¿Qué tan difícil era lidiar con que las demás simplemente se fueran a la universidad? O en caso de Lynn, del continente. De todas formas, tampoco es que pudiera decir fácilmente que se sentía mal que se fueran. Porque estarían realizando sus sueños. Pero se sentía vacío… casi como cuando…

-¡Linky!

-¿Eh?

-¡Acabo de diseñar un nuevo candado! ¿Lo quieres probar?

La voz inocente de su hermana más pequeña siempre le devolvía la sonrisa. Esta vez no hipócrita. Su hermana más pequeña, Lily, el símbolo máximo de la inocencia que el joven Lincoln perdió a los catorce años. De todas las hermanas, Lincoln pasó más tiempo con Lily que con las demás desde que el oficial del FBI llegó a la casa Loud. Fue su soporte principal, y siempre la ayudaba a desarrollar su talento, porque ella no había descubierto aun su vocación. No fue sino a los cinco años que, viendo los mandalas de su hermanito dejó a un lado los rompecabezas y los dibujos a pasarlos a la construcción con él. Construían cajas sencillas al inicio, pero Lily poco a poco comenzó a desarrollar mecanismos más complejos. Desde cajas hasta candados, todo gracias a la genio de la familia y al único varón de la misma.

Ver la cara de aquella niña… hablándole mientras él estaba en un momento de suma vulnerabilidad… Lincoln no se sentía apto para probar nada en ése preciso momento.

-Lily… verás yo…

No por dios, esa cara no… Esos ojos tristes de súplica, esa expresión triste… Carajo ¿por qué todas tienen aquella habilidad de llegar al pecho de Lincoln, aun cuando ahora es más frívolo que nunca?

-Claro Lily, vamos.

¿Cómo decirle que no a aquellos ojos?


Había pasado ya un tiempo desde que el Dr. López se sintió por primera vez en años totalmente libre. Demon Scalizander, su viejo amigo y colega, había sido confirmado muerto por la cantidad de sangre encontrada en su departamento adaptado a consultorio. Un abogado anónimo con cierto acento francés llamó al Dr. López explicándole el testamento de Demon sólo había dejado tres cosas para tres personas.

La primera era un maletín actualmente perdido para algún posible descendiente que éste posea, la segunda era un cheque gordo de hasta cincuenta mil dólares a una tal Annabelle Rhozes. López conocía perfectamente quien era aquella mujer, y debido a que actualmente, para el mundo entero, ella estaba desaparecida, el cheque pasaría al último en el nombre del testamento. Y esto dejó una gran y desagradable sorpresa al Dr. López.

El dinero sería dirigido a Lincoln Loud una vez éste cumpliera los dieciocho años. Y legalmente aún tenía diecisiete. La razón por la cual aquél abogado francés llamó al antiguo colega del psicólogo actualmente declarado muerto, fue porque así se le hizo ver en el testamento del mismo. Darle el cheque al joven Loud él en persona, y próximamente se le depositarían catorce mil dólares. A López no le importó cumplir con la última voluntad de su "fallecido" amigo. Después de todo, no es algo tan desagradable. Considerando que es el último deseo del ya muerto Caníbal de Belial.

López se sentía por primera vez en años libre. Al fin ya no debería preocuparse de lo que sea que hiciera su amigo. Pero de alguna forma se sentía… mal… Primero porque era la muerte de un amigo, aunque no lo haya matado el caníbal porque, carajo, él era el caníbal, pensó que tal vez si lo hubiera detenido antes… Demon podría ser otra persona. Podría haber cambiado su patología, haberlo llevado a un hospital psiquiátrico. Haberlo convencido con el joven Loud si era necesario para realizar esto. Siempre tuvo la esperanza de ayudar a su mejor amigo. Detestaba ver el cómo llegaba a autodestruirse nada más por querer tener la razón.

-¿Cuándo fue que te volviste tan inestable, Demian? – Veía aún lado lo que parecía una pluma de color negro. Un regalo de cortesía del ya antes mencionado - ¿A caso fue por ella?

López recordaba muy bien el momento más vulnerable de Demon, su colega. Fue hace tanto tiempo…

-¿Lo recuerdas Demian? Habías salido del hospital Princeton Place Boro… Era de tarde… te habían notificado que ella estaba ya en sus últimas etapas… - Decía esto con un tono sombrío, esperando obtener una respuesta de aquella pluma negra. Recordaba aquella escena. Un joven de cabello hasta los hombros, con las puntas teñidas, una barba no muy bien rebajada, y con aquellos rasgos tan característicos. ¿Alemán o asiático? Tenía los ojos no muy cerrados, pero sí con una forma similar. Lo más característico, aparte de aquellos rasgos faciales, eran los ojos. Uno verde aguamarina y el otro oscuro. Casi de color negro puro. – Jamás te vi tan… con una cara… Mierda… debí suponerlo… - López se lamentaba hablando con lo que parecía un fantasma. – Desapareciste por casi dos meses… ¿Habrás intentado curarla? ¿Qué fue lo que pasó en ése tiempo? ¿Qué pasó Demian, qué pasó?

Recordaba a un joven ya no con un cinismo característico por su sentido del humor. Sino a uno totalmente apagado, centrado, y hasta… desesperado en busca de algo. Recordaba haberlo visto en más de una ocasión en una iglesia, de rodillas, rezándole al nazareno.

-"Dios, sé que no soy digno de suplicarte nada, sé que soy un monstruo que desde niño merecía lo peor… Pero te lo imploro… no te la lleves a ella… no a ella por favor…" – Recordaba las lágrimas del desesperado Scalizander. Una era color rojo leve, la que salía de su ojo aguamarina. Nunca entendió por qué pasaba eso… pensó que era maquillaje… Un Demon Scalizander desesperado, buscando la salvación no para él, para alguien…

Recordó también cuando realizó los experimentos en aquellos pacientes, y saber que el séptimo, aunque fue por puro accidente, logró el objetivo y el resultado que quería. Arriesgándose a ir a prisión y perder sus oportunidades, desapareció durante casi dos meses… Dos meses en los que, cuando volvió, se notaba algo roto en su ser. Jamás creyó que alguien como él, un asesino, alguien que desde los doce años cometió su primer homicidio y su primera masacre, que desde quien sabe cuándo tenía trastornos caníbales, jamás pensó que lo vería tan… Roto…

-Tal vez… Tal vez si te hubiera hablado… No hubieras lastimado a Annabelle… - Lo decía con pura melancolía. Pensar en las acciones que pudo haber realizado… siempre decía que era mucho más fácil no pensar en lo que pudiste haber hecho, claro, para sus pacientes… pero seguir su propio consejo… - ¿Por qué ella y no yo?... ¿Por qué?...

Tocaron en aquél momento su puerta. Algo extraño. No tenías citas planeadas para ésta hora. Se levantó, se dirigió a la puerta, y al abrirla, vio lo que parecía un abogado… diablos, un sujeto con un chaleco del FBI, al lado de él venían otros cuatro oficiales en el caso.

- ¿Puedo ayudarle?

-¿Doctor José López?

-Sí, soy yo. ¿Qué se le ofrece? ¿Tiene cita previa o algo?

Los hombres del FBI entraron a su consultorio casi a la fuerza, y el que tocó la puerta procedió a esposar a López. - ¡Oiga! ¡¿Qué cree que está haciendo?!

-Dr. López, queda detenido por ser el principal sospechoso sobre el caso del caníbal de belial. La evidencia analizada nos lleva directo a usted.

-¿S-sospechosos? ¿D-de qué habla? Oiga yo no – El forcejeo hizo que le colocaran las esposas más rudamente.

-Tiene derecho a permanecer callado, todo lo que diga puede ser y será usado en su contra. Tiene derecho a un abogado, si no tiene uno el estado le otorgara uno.

-Oigan por favor, ¡esto es un error! – López se sentía desesperado, y lo sacaron del consultorio a la fuerza. Llevándolo a un auto policiaco afuera del mismo, montándolo en éste.

Esto era lo que faltaba. Era la primera vez en años que se sentía libre y ahora él era el principal sospechoso a ser el caníbal de belial… Maldita sea… Tenía que hablar, confesar todo. Tenía que decir que Demon era…

Demon… Maldita sea…

López ahora comprendía por qué… maldita sea… López estaba jodido. Muy jodido.


Roma, Italia


Eran las cinco de la tarde en Roma, una gran cantidad de turistas veía fascinados las obras de arte antiguas, pero también las más modernas y recientemente hechas. En lo que parecía una galería o una escuela de bellas artes se encontraba enmarcada un cuadro de un niño con un bozal y una piel de cordero cubriendo su cuerpo desnudo, manchado en sangre, y con una gran cantidad de cuerpos alrededor. El niño estaba sentado encima de uno, con un trozo de su carne, y detrás de él estaba una doncella de ojos verdes acariciando su hombro, mientras que por el otro lado estaba una bestia enorme con el mismo bozal, pero con una piel de oso en lugar de cordero, y el sector del bozal metálico estaba abierto, enseñando unas fauces hambrientas y ensangrentadas.

"Innocenza, mostruosità e dipendenza"

En italiano: Inocencia, Monstruosidad y Adicción. Era el nombre de la obra.

Muchos artistas se sentían fascinados por aquella obra. Un niño, una doncella, y una bestia… Un señor con apariencia robusta, notables canas, pero vestido de forma elegante vio el cuadro. Le intrigó mucho saber quién era el artista, preguntándole a uno de los estudiantes, todos dijeron lo mismo. "Es de uno de los profesores. Es el de ayá". Cuando el señor elegante fue a ver al artista, esperaba que quien realizó el cuadro fuera algo elegante, refinado, etc. Que sorpresa inusual se llevó al ver a un sujeto pálido, con una vestimenta semi punk, y con el pelo pintado de rojo en las puntas.

-Mi scusi, signore, mi stavo chiedendo se tu sei l'autore di quella foto.

-Mi scusi, parli inglese, spagnolo o tedesco?

-Solo Spagnolo.

-Gracias al cielo. No tengo un italiano fluido. – La respuesta del artista con lentes de sol y una vestimenta Punk habló con voz profunda. Tenía el cabello corto, pero teñido. – Sí, soy el autor de aquél cuadro.

-¡Perfetto! – Dijo el señor italiano mayor – Yo preguntarme, ¿usted interesarle que esspongamos su obra di arte in il museo? –

-Me encantaría. – Respondió el sujeto de no más de treinta y dos años respondió con calma.

-¿Cual is su nombre?

Extendió su brazo, esperando que el contrario la estrechara, presentándose con su nombre – Alecx Turner Shinrai.

-Que nombre tan curiozzo. ¿Cuál is tu nacionalitale?

-Inglesa, pero descendencia alemana y asiática.

-Perfetto. Espero verlo en mi ofissina en la Galeria Borghese. A las seis de la nocce si no li importa.

-Estaré ahí con mucho gusto, señor…

-Lionardo Dileccio.

-Señor Lionardo. Estaré en la galería a ésa hora.

Después de aquella conversación fugaz, el artista sonrió de oreja a oreja. ¿Ahora trabajaría en un museo o algo por el estilo? No le parecía mala idea. De hecho, le relajaba mucho más un ambiente más maduro que la universidad de Bellas Artes.

Mientras sus estudiantes estaban fascinados con tamaña obra poéticamente morbosa y al mismo tiempo hermoso, el artista sacó su teléfono, visualizando lo que parecía la foto de un chico de no más de diecisiete años con un cabello inusualmente blanco.

-Perdóname por no estar ahí… Pero supongo que ya no me necesitas Lincoln. – Retiró sus lentes de sol levemente para mostrar dos ojos totalmente distintos. Uno oscuro, negro, con apenas brillo, y el otro pálido como el de un muerto, color verde aguamarina. Y ambos tenían un brillo poco común… un brillo que nadie sabría decir qué reflejaban.

Un ruido se sentía en el área de su abdomen, sintiendo algo como un vacío.

-Maldita sea… Bueno, supongo que dentro de poco tendré que salir a comer.


Bueno, al fin pude terminar éstos últimos capítulos.

Ya saben qué fue de Lincoln después de lo de la masacre, cómo lo afectó la acción de Scalizander, etc. Tal vez debí profundizar más éste aspecto… pero la verdad, me gustó mucho cómo quedó. No habrá sido el mejor desarrollo, pero vamos, hice lo mejor que pude y me gustó. Y hace ya bastante tiempo que no hago algo que pueda decir que me gusta. Quizá de aquí a unos años deje de gustarme, pero en el momento en que escribo esto, disfruté cada cosa que le agregué al capítulo. Cada escena… Todo… Y sólo espero que ustedes lo disfruten como yo lo disfruté.

Sé que es largo, y que nadie se terminara casi 17 mil palabras en un día. Pero quien logre terminarlas, se lo agradezco de corazón.

Ahora, el por qué me tardé tanto… bueno, La escuela es el principal motivo. También las clases extra de música, etc. Súmenle eso a que ahora tengo que trabajar con mis abuelos para pagar mi medicación por lo de mi pierna. A parte de un wifi malo… Y la razón principal, era que dejé de disfrutar la historia por culpa de mi depresión. Me distraje con tantas cosas para dejar de sentirme deprimido, que terminé posponiéndola durante casi dos meses. Pero bueno, mejor tarde que nunca, ¿No? Estos capítulos los disfrute mucho. Me divertí demasiado escribiéndolos, construyéndolos… Como en el cuarto capítulo. Y la verdad, me siento feliz por ello. Al fin puedo sentirme orgulloso de mi trabajo (Espero que no lo destruyan tan fácilmente. Por favor).

Un agradecimiento especial a:

CSR Stories.

J.K. SALVATORI.

Ganctus y a todo el Supremo Consejo Loud

A Ficlover 93

A Akroham

Jackobs-Snipper

A todos los que siguieron ésta historia de Inicio a fin.

A Banghg por el mensaje de apoyo que me dio.

Y a aquél sujeto con ingenio infinito que me motivó a escribir, Phantom1812.

Les agradezco de verdad el que hayan seguido ésta historia, de verdad.

Un abrazo, y nos leemos en otra ocasión.