Hola! Primero este pequeño muto nació de una conversación muy rara en donde descubrimos que solamente sirvo para escribir relaciones destructivas y toxicas.
Este fic estará lleno de drama medio telenovelesco, temas sensibles en una relación como lo es el engaño, y muchas otras cosas malas, asi que lealo teniendo eso en cuenta.
Esta historia va para mi amor que hoy me convenció de salirme del hiatus con esta nueva historia. Corazón gracias, siempre estas allí para escucharme aunque sean medias tontas mis preocupaciones y fue divertido como este fic salio, prometo integrar más o menos decente lo de los nerds y el geeks. Love you.
Bien, las parejas seran KaraIchi y OsoIchi, no necesariamente finalizará en ese orden.
Y gracias a quien esta leyendo esta cosa.
Yo odiaba a Karamatsu.
Su voz; pretenciosa y profunda, capaz de opacar cada sonido en la habitación para imponerse, tan rasposa, repleta de mentiras y promesas a medias.
Sus ojos; demasiado azules para ser reales, de pestañas delgadas, aunque abundantes, de mirada insondable y preocupada, debajo de un arco de cejas descuidadas y sobre unas ojeras que delataban los sueños por los que ya no valían la pena llorar. Se los habían robado.
Su sonrisa; ridículamente perfecta, con los dientes de arriba más rectos y parejos que el desastre que existía sobre sus labios, gruesos, marcados, con sabor a nostalgia, con textura de memorias, con mi nombre en medio grabado.
Me enfermaba la manera tan dulce en que él me daba la mano para cruzar la calle, la forma en que un suspiro de enamorado se le escapaba al contemplarme, las fotografías que él con tanto esmero por el apartamento colgó, sus planes ridículamente ingenuos, sus tiernos y cálidos abrazos por las mañanas. Todo eso lo detestaba; patético y repulsivo.
Yo odiaba a Karamatsu porque estaba perdidamente enamorado de él. Una terrible debilidad.
Aún recuerdo la primera vez que mis ojos atraparon su delgada silueta en los pasillos de la universidad, con un par de audífonos celestes demasiado grandes para una cabeza repleta de magia, con una camisa a cuadros de mal gusto a medio abrochar sobre una polera blanca, y unos lentes gruesos que se utilizaban por mera moda. La sensación que él me provoco; a magnetismo, a romance con su toque de locura, fue algo que jure atesorar, algo que, con los años, como todo lo demás, se gastó.
Yo era un gótico perdido con ridículas convicciones; de pensamientos perturbados, de amigos escasos y futuro a medio sembrar. Ser correspondido por él fue como si mis rezos hacia la Luna hubiesen sido acunados. Fui feliz, joder, fui muy feliz a su lado. Los primeros meses de enamorados embriagados, buscando cualquier excusa para rozarnos los dedos, gozando de la compañía ajena, de absorber al otro en una mirada, sufrir cuándo llegará el momento de la separación en la estación de autobús, fue lindo. Demasiado bello mientras duro.
Cuando esa sensación se convirtió en años y en un matrimonio simbólico se consolidó, profese que mi final de cuento me había alcanzado, sin embargo, a nada más que tragedia pasó.
El cariño se gasta.
"Ichimatsu, my love, no te arrepentirás" Las palabras también.
"Que mal sabor" Mi voz escapó gangosa entre los primeros rayos del amanecer en la habitación, mi antebrazo, desnudo, se posó sobre mi frente "Que mala sensación" Balbuceé esforzándome por abrir los ojos. De regreso a la pesadilla, una hermosa realidad.
"¿Qué hora es?" Con pereza y resignación aprecie el cuerpo a mi lado; delgado, agotado, viejo y gastado, con la ropa aún puesta "¿Ichimatsu?"
"Van a ser las siete" Respondió la rutina mirando el reloj de la pared "Ya te deberías ir" De lo más profundo de la garganta de Karamatsu escapo un quejido, él se envolvió entre las sabanas con fuerza, aún demacrado "Oye" Ni siquiera se había quitado los zapatos "Kusomatsu" Ni siquiera lo había escuchado anoche llegar "No estoy jugando" Me había dejado de importar.
"I´m sorry my boy" El idiota se volteó encima del colchón para entrelazar nuestras miradas "Es solo que" No era ni el vestigio de sombra de quien alguna vez amé "Ayer renuncio la chica de recursos humanos" Sus orbes se escondieron detrás de un grueso par de ojeras y unos parpados hinchados "Y yo tengo que reemplazarla" Una risa sarcástica fue la respuesta que resonó. Sacando con pereza mi cuerpo de las sabanas apoye mi rostro sobre mis rodillas, apreciando mi tan esperado final feliz.
"Tú no trabajas en esa sección" Su sonrisa fue lo único que él logro sostener al cerrar los ojos otra vez, comenzando a babear en el colchón. Cuanto atractivo "Quizás deberías delegar en alguien más" Sus cejas se fruncieron ligeramente, aun así, no fui digno de su atención.
"¿En quién?" El más alto con dificultad hundió ambas palmas entre las frazadas de la cama, fracasando en su intento por levantarse del lugar "Mi equipo confía en mí" Que miserable ni siquiera se podía parar.
"Nadie te está pidiendo esos sacrificios" Con la mano derecha apreté sus mejillas, golpeándolas ligeramente, consiguiendo que él se estremeciera por el tacto; frío y distante "Si sigues bajando así de peso y te descuidas tanto para dormir vas a acabar desapareciendo" Un desagradable burbujeo inundo mi estómago ante la falta de reacción.
"Si yo fuese nuevo agradecería la ayuda" Karamatsu finalmente despertó al imitar mi posición "Es mi deber con ellos" El pecho me ardió.
"Pero" Lo triste de esto "Yo me preocupo por ti" Es que uno se acaba acostumbrando a vivir con un constante dolor "Más que ellos" Uno entre el alma y el corazón "¿No merezco la misma consideración de tu parte?" Escrito con tinta en la decepción.
"I´m sorry" Sus labios chocaron con pereza en contra de mis nudillos "Pero ya conoces la respuesta, Ichimatsu" La espalda se me encorvo, un abismo aún más grande que el ayer entre nosotros nació.
"Sí" Con nula sutileza me aparte de él "Ya lo hago" Bajándome de la cama con el crujir del colchón, escupiendo decepcionado en lo que fue un lecho de amor.
"Yo"
"Me iré a duchar" Sus ojos me recorrieron con ingenuidad mientras me desprendía del pijama "¿Me quieres acompañar?" Dejando hasta la última prenda en el suelo. Arma para seducir.
"No" Humillante al fracasar "Tengo que arreglar los informes de la presentación" Típico, Ichimatsu. Ya no te debería importar.
"Suerte" Pero lo hacía "Estaba pensando qué" Y aquello te lastimaba y te hacía enfadar "No importa" Porque sabías que eres idiota.
Muy tonto por aguantar.
Con pasos tímidos y entorpecidos me encamine hacia la ducha, dejando que el agua caliente fuese la que limpiase mis penas y mis pensamientos se viesen opacados por la densa capa de vapor en la que ahora me encontraba asfixiado. Con una esponja empecé a tallar una piel que hace meses se dejó de mimar, contemplando en los azulejos de porcelana como cada día yo lucia peor. Me estaba descuidado, me había dejado de importar mi final. Era un sádico juego, en donde se respiraba por respirar y se vivía por vivir. Que trágico y amargo, un mártir de la pasión.
"My kitty, nunca he estado tan seguro de algo" Mis dedos se deslizaron por las hebras delanteras de mi cabello, jalándolo con rabia, con una reprimida sumisión "Me gustaría compartir el resto de mi vida contigo a como dé lugar"
¿Cuándo había sido la última vez que me había besado?
¿Cuándo había sido la última vez en que me había prestado una mísera gota de atención?
Lo trataba de comprender, el trabajo de Karamatsu era complicado y demandante, un cargo de sub-director en una empresa de seguros no era un empleo que se le asignase a cualquiera, sin embargo, me agotaba. Pretender con sonrisas temblorosas que entendía la lejanía y aceptaba el desconocimiento, danzar con la mediocridad, ser quien soltará la cuerda en un torcido juego de control, convertirme en una figura casi maternal en las noches que él no conseguía dar más. No fue lo que imagine que en los hilos de nuestras manos se trazaría, pero por alguna razón sin él no soy capaz de seguir. Que masoquismo el estar aquí. Una enfermedad crónica que lentamente nuestra fecha de caducidad sentencia, sin embargo, me elijo quedar.
"My kitty" Aspire hondo la calidez y humedad del vapor antes de cortar el agua de la ducha para empezarme a secar "Hoy es fin de mes" Era mentira, apenas íbamos acercándonos a la quincena "Significa que me tendré que quedar dos horas más tarde" Me tuve que morder los labios para no soltar de manera tan evidente mi quejido.
"Si eso es lo que quieres" Me amarre la toalla a la cintura, rodando los ojos ante esa hipócrita expresión de cordero que su rebaña ha dejado. Falso y tóxico.
"No es lo que quiero" Él de intensa mirada azul se acomodó una corbata negra sobre una camisa recién lavada "Pero" Metiendo de manera frenética y compulsiva un gran folio de papeles reciclados a su maleta "Es lo que tengo que hacer" Mis brazos se cruzaron sobre mi pecho, con la indignación tatuada.
"Lo de siempre nada más" Pude percibir las gotas descendiendo desde mis brazos hacia mis tobillos "No necesitas pedirme permiso para esa mierda si de igual manera lo vas a hacer" Hacia frío en la habitación. Sus labios se abrieron pidiendo en silencio perdón, sus manos juguetearon ansiosas con el borde del maletín.
"Darling" Que insolente, creyendo que con cientos de apodos que costillas han de romper y muecas infantiles me va a comprar "Entiéndeme" ¿Qué mierda hacíamos siendo pareja nosotros dos?
"¿Sabes qué? Me da igual" No lo comprendía.
"Fantastic!" Con un apresurado caminar él se posiciono a mi lado depositando un beso superficial sobre mi mejilla "Sabia que lo comprenderías" Apreté mis puños incrustando mis uñas en la toalla y mis dientes contra mi lengua ¡Pero por supuesto que no lo hacía!
"Llega a la hora que quieras" Y detestaba que él no lo pudiese comprender.
"Gracias" Supuse que era más fácil el pretender no hacerlo "Adiós" O quizás él ni siquiera me conocía lo suficiente para percatarse de aquello.
Triste, triste realidad.
Con un portazo y una expresión digna de una revista él abandono nuestro apartamento, dejando detrás suyo el aroma de una colonia que ahora solo era capaz de aspirar entre mis almohadas y un gélido que ya había personificado junto a mi locura. Era aceptar este carnaval de soledad, nosotros estábamos tan quebrados y gastados, pero no tenía ni la energía ni el valor para intentar algo más. Era una traba el seguir viviendo.
"¿Casarnos?" Una real estupidez "¿Qué acaso estás loco? ¿Todo ese estudio te mato las últimas neuronas que te quedaban?"
Agarrando una polera morada de mi armario al azar y unos pantalones deportivos negros me empecé a vestir, consintiendo que mi cabello se secará solo y fuese un desastre magistral, ordenando el caos de oficina que él solía consigo acarrear. Karamatsu era destructivo y violento, era un asesino silencioso que con cada respirar una parte más de mi vitalidad arrasaba.
"Te lo estoy proponiendo enserio" Tan joven, rebelde, e iluso "Haz esto conmigo, my boy" Repleto de esperanzas de cristal, encaminando líneas desconciertas de forma descalza y azarosa.
Éramos jóvenes e imprudentes.
"Sí" Y yo fui quien más de nosotros perdió.
Quien se enamora primero pierde ¿No?
"Deberías avanzar con tu manuscrito" Me regañe en voz alta imitando la voz de mi jefe, golpeándome ligeramente del rostro hasta encaminarme hacia mi solitario y viejo escritorio, sosteniendo un computador en una permanente suspensión.
Cinco años de una exitosa carrera como escritor. Primero lo tomé cual pasatiempo, escribiendo mis experiencias entre las cortinas de lo oscuro y los versos que siendo gótico aprendí, no pensé que tendría éxito o resultaría ser un prodigo, fue una sorpresa a medio descubrir. Cuando aquellos traumas empezaron a tomar peso fue que el llamado al apocalipsis entre las paredes de mi mundo interior resonó. Yo me auto saboteaba, cuando estaba a escasos centímetros del premio de la felicidad, a una inspiración de gozarlo me dejaba caer al tener la consciencia de que yo no era un digno merecedor, y justamente esto estaba haciendo una vez más con mi carrera.
Era la primera vez que una empresa me contrataba sin tener precedentes de mis obras, o pedirme un avance de mis ideas, era una confianza total en un muchacho desastroso sometido a un drama de telenovela. Fue un grave error, estaba seguro de que no sería capaz, yo era una basura que tenía el talento de lo bello quebrajar con solo mirar, pero me había dejado llevar, por la adrenalina, por la codicia, y ahora de mi laberinto de decisiones era incapaz de salir. Torpe.
"Piénsalo bien" Murmulle acariciando las teclas del computador, mirando la maldita página en blanco "Es un capítulo importante" Balbuceé como si aquel monologo me ayudase "El protagonista finalmente acepta aquel amor"
Quizás estaba tan jodido en mi soledad que necesitaba de escuchar la voz de alguien más, aunque fuese la mía. Patético Ichimatsu, realmente estabas mal.
"Solo" Mis uñas resonaron en contra de las teclas, algunas tan viejas que yacían pegadas con cinta adhesiva "¡Escribe maldita sea! ¡Tú reputación depende de esto!" Permití que mi cabeza se estrellara en contra de mi ordenador presionando de manera fortuita vocales y consonante, llenando el documento de bazofias sin sentido. Yo era brillante, como me sabía arruinar.
"Esto te podría terminar gustando, creo que lo deberías intentar" ¡Todo era su culpa! "I belive in you my love" Él con su estúpida amabilidad y sus palabras hipnóticas. Él con su perfecta actuación de galante de novelas, con sus tactos eléctricos, con sus besos de menta, él con su…
"Ay" Con su recuerdo nada más. Lo extrañabas. Te estresaba.
Mi mirada se enfocó en una mancha sin importancia en el papel tapiz de la sala de estar, las teclas seguían resonando en el ordenador, marcando error en la pantalla del equipo, los brazos me colgaban al costado de las caderas mientras mis piernas continuaban cruzadas en la silla. Era como estar en confinamiento, no recordaba cuando aquella pesadilla empezó, no sabía cuántos años en ella llevaba o como escapar, de lo único que era libre de percatar era de que aquello me deprimía, ese enfermizo juego de poder y control, esa barra intermitente en negro pidiendo que se continuase con el camino dorado. Maldición.
Una estridente melodía de rock intervino en la habitación, sin tener la suficiente energía vital, o, mejor dicho, la motivación, arrastre las ruedas de mi asiento con un infernal sonido por la alfombra hasta llegar a la mesa del medio del salón, tomando mi celular, esbozando una mueca de desagrado al observar la foto de Choromatsu. Que daría por una condena de aislamiento perpetuo.
"¿Diga?" Su respiración se escuchó molesta del otro lado del altoparlante, de seguro él tendría el ceño fruncido y la boca torcida, sentado de manera imponente y ególatra en ese ridículo sillón de terciopelo negro. Karamatsu jamás fue buen consejero de tendencias.
"¿Dónde estás?" Un bostezo choco con mis labios, las pestañas me acariciaron los bordes de los pómulos.
"En mi casa" Por el chirriar que nació entre su mandíbula supe que aquello lo fastidio. Me encantaba.
"En un par de horas tienes una reunión con tu nuevo editor" Su respiración fue acelerada y caliente, la tensión en el ambiente como concreto me encerró "Quiero que te pongas presentable, te subas a la primera micro que pase y llegues primero que él para dar una buena impresión" Mi espalda se dejó descansar en el respaldo de mi silla, sosteniendo mi cabeza sin atribuirle importancia a esas palabras.
"Ya estoy en camino" Estirando con una impresionante lentitud mis piernas para ponerme un par de feos zapatos "No dejaría mal apropósito a tu preciada empresa" Hubo un suspiro del otro lado de la línea; uno largo, amargo y resignado.
"Ichimatsu" Podría adivinar que él se estaba frotando el entrecejo "Por favor" Acomodándose un par de gafas innecesarias "He tenido mucha paciencia contigo" La culpa desde mis escrúpulos se colgó "Trata de cooperar"
"Si, si" Mis músculos crujieron al volverse a usar "Estoy en camino" Murmulle antes de colgar para salir del apartamento. El día estaba nublado. Que cliché.
El bus estaba repleto y mal cuidado, me fui de pie por más tiempo del necesario, mirando por la ventana con una melancólica monotonía inyectada en mis pupilas. El recuerdo de su beso me supo a nada, la memoria de sus brazos alrededor de mi cintura había desaparecido en un atardecer, sus sonrisas, y aquellos preciados días, los habíamos marchitado. No los supimos cuidar.
El edificio en donde trabajaba Choromatsu era grande e imponente, de paredes de cristal traslucido, con puertas adornadas con pilares y pisos que parecían al cielo anhelar llegar. Cuando toque la puerta él me recibió con esa densa y desabrida expresión; predispuesto a mi fracaso y arrepentido por haber firmado con su peor error. Las ventajas de ser una pesadilla camuflada de un lindo sueño.
"Al menos llegaste a tiempo" Suspiro invitándome a tomar asiento en frente de su escritorio "Una cosa menos para preocuparse"
"Ahora explícame eso del nuevo editor" Le pedí intentando permanecer recto y profesional en ese doloroso sofá "El viejo no tenía problemas con mi método de trabajo"
"El anterior editor renuncio hace semanas" Sus zapatos comenzaron a golpear con impaciencia las baldosas de cerámica "Presento una licencia por depresión" Sus brazos se cruzaron sobre su pecho con inflexión "Has acabado con cada hombre que te hemos traído" Encogí mis hombros intentando restarle importancia a ese ardor, reclamando por la cólera y el mal sabor.
"No es mi culpa que sean idiotas sin paciencia" Era de cobardes el no poderme confrontar "De seguro les hice un favor" La palma del de orbes jade se dejó caer sobre mi clavícula, apretándola ligeramente.
"Esta es la última oportunidad que te concedemos" Sus uñas recorrieron mi piel, incrustándose en ella con el sonido de un infantil golpetear "No la arruines" Gruño recobrando su postura profesional. Escalofrío.
"No lo haré" Le prometí al aire antes de que abriera la puerta, dejando entrar a un joven con el cabello revuelto, con la mirada apasionada y encendida por un curioso escarlata, algo en él me estremeció.
"Él es Osomatsu Matsuno" El nombrado me sonrío de manera traviesa antes de inclinarse "Tu nuevo editor" Con un aire petulante y arrogante alrededor "Bien" Que perdedor "Los dejaré para que se conozcan" No había modo de funcionar.
El chico tenía una camisa roja a medio meter en un par de jeans rasgados, la corbata estaba mal colocaba, los zapatos embarrados. Él era un desastre. Cuando se sentó sobre el escritorio, apoyando los pies sobre el sillón favorito de mi jefe el pretencioso, manchando las fundas con barro, lo comprobé.
"Así que" Desvié la mirada nervioso por la insistencia que la suya presento "Trabajaremos juntos de ahora en adelante" Dentro de sus orbes se lograba observar el infierno de una creación, tan vivos y apasionados, traviesos, con toques de mentiras y falsa voluntad "Te deseo mucha suerte" Cuando él rio mis piernas se estremecieron, alertas.
"Es un gusto poder trabajar contigo" Sus manos se enredaron en su flequillo, exponiendo su frente "Ichimatsu" Mi nombre por primera vez en años fue un objeto de seducción.
"Sí" Me profese frágil bajo aquel depredador, no me quedo más que hundirme en el sofá "Supongo que para mí igual" Las manos me sudaron, la atmósfera peso.
"Entonces" Él acomodo sus brazos sobre su regazo, inclinándose al frente mío "¿Me puedes decir porque te niegas a mandarles un avance de tu novela?" No lo mire.
"Porque no puedo avanzar" Ni siquiera cuando una ligera y divertida sonrisa él libero. De aliento helado y coqueto.
"Eso me parece un poco obvio" Salté en los cojines del sofá al percibir su respiración sobre mi cuello "Déjame hacer memoria" El muy imprudente no conocía el espacio personal "Esta es la historia de una chica que busca su identidad en medio del mundo de la mafia, batallando con un pasado conflictivo y una latente muerte" Su perfume olía muy bien.
"Lo dijiste bastante bien para ser un novato" Me mofe tratando de no retroceder. Ocultando lo enigmática que me resultaba aquella mueca. Quizás.
"El tango de Choromi, un éxito que parece prometer" Su sarcasmo me fastidio "Lo poco que leí de eso también me logro engatusar" Sus manos se posaron sobre mis rodillas, con una confianza inventada "¿Por qué no lo sigues?" Golpee sus palmas recobrando los límites de esta batalla mental. Los acordes de la tragedia.
"Viene una escena de romance" Su nariz se arrugo "Me cuestan esas cosas" Su atención de focos cambio.
"Qué curioso" Su mano la mía atrapo "Yo habría dicho lo contrario" Acariciando ese anillo de escenas falsas y oro que no se consolido "¿Estas casado?" Roles y papeles que no se utilizaron.
"Si" Identidad sin construcción "No" Y besos que no le pertenecen a nadie "Algo así" Osomatsu alzó una ceja, curioso ¿Lo culpaba?
"Con mayor razón lo deberías poder hacer" Claro que no.
"Escucha solo" La saliva se me atoro en la tráquea ante la imprudencia que él mostro con su cercanía "Dame una semana de aislamiento y voy a tener listas un par de páginas, no es necesario si quiera que hablemos, con tres mensajes estará" El más alto movió la cabeza cual negación, imitando mis movimientos al levantarme frenético del sofá.
"No fue lo que el amargado me señalo" No retroceder fue un desafío personal "Además de que yo no escogí este trabajo al azar" Sus ojos desprendieron magnetismo "Yo quería trabajar contigo Ichimatsu"
"¿Qué?" Aquellas palabras no se lograban procesar dentro de mi conflictiva mente, elegirme por libertad, imposible "¿Por qué?" Antes de que él pudiese responder la repetitiva melodía de mi celular me interrumpió "Espera" Del bolsillo de mi pantalón saque el aparato observando un mensaje de texto.
"Lo siento si fui muy frío en la mañana. Estoy afuera de tu edificio ¿Quieres ir a comer algo?"
Odiaba la facilidad con la que Karamatsu me ilusionaba, como una tonta sonrisa nacía entre mis labios de forma casi inconsciente, como el corazón parecía danzar un dulce vals adentro de mi pecho y las amarguras quedaban en un cajón de olvido, siendo quemadas con la fotografía de la traición. Aquella sensación me enfermaba.
"Yo" Era tan irresponsable cuando se trataba de él "Lo tendremos que discutir más tarde" Porque no le tomaba peso ni a las consecuencias ni a nada "Hablamos después" Tan solo salí de la oficina omitiendo los gritos frenéticos de Choromatsu.
Es tan patético el ceder, sin embargo, lo quería ver, y si yo no era quien cedía nunca lo vería.
Karamatsu, con el rostro aún destrozado, una sonrisa ya más que gastada y un cuerpo cada instante más delgado me estaba esperando; con una esperanza de parchar esta monstruosa pasión entre sus manos, pidiéndome con fuerza que lo ayudase a cooperar. Yo era huraño y desagradable, terco, y odioso. No por eso dejaría de tratar.
Nos sentamos en la misma cafetería de todas las semanas, pedimos lo que ya en nuestro menú era habitual para quedarnos en silencio, con una postura incomoda y una risa nerviosa aguardando ser puestas de tema. Esperé que él acercará su mano para rozar de manera tímida mis dedos. No paso. Hace más de tres años no pasaba.
"Y" Él tomó con fuerza su taza, bebiendo el café cargado con un gran sorbo "¿Cómo ha estado tu día?" No hubo tacto, no me miro. Rutina.
"Bien" Mis piernas se rozaron bajo la mesa de madera, mi mirada se enfocó por un instante en el gran ventanal que se encontraba al lado "Ya sabes, lo normal" Jamás fui expresivo, eso me fastidiaba.
"Ah" Pero antes a él le importaba lo suficiente para insistir "Yo estoy agotado" Ya no más "Me han dejado a cargo de las demás áreas de la chica que renuncio" Acá vamos otra vez "Es complicado" Apoye mi rostro sobre la palma de mi mano escuchando aquel eterno monologo, era como sí él solamente me hablase para reportarme las trabas de su historia.
"Eres lo suficientemente adulto y responsable como para poner un límite en eso" Lo regañe sin tocar mis alimentos, alzando una ceja al ser incapaz de conectar con esa mirada perdida. Él tenía la mente hastiada con preocupaciones. Yo no sería una más.
"Lo soy" Balbuceó trepitando en el asiento con un vibrar "Espérame" Sacando ese maldito teléfono para ponerse a escribir en la única hora del día que me regalaba ¿Tanto le costaba entregarme un pedazo de atención? No le reclamaría nada. No lo valía.
"Kusomatsu" Él hizo un sonido con los labios para indicarme que se encontraba escuchando, aunque sus orbes recorrieran de manera obsesiva las letras en el celular "Yo he estado pensando algo con todo este drama que he tenido con la editorial"
"¿Sí?"
"Y he estado pensando en llevarles un manuscrito mío, más original" Infle mi pecho con valor, apretando mis manos en mis rodillas antes de preguntar "Y me gustaría que tú" Temor, cobardía "Pudieses ser el primero en darme la opinión sobre"
"Maldición" Él se paró de forma violenta en la silla "I´m sorry my love, ha ocurrido una emergencia en el trabajo" Karamatsu no volteó al tomar su portafolios y salir del café.
"Quisiera que tú fueses el primero en leerlos" Musite observando como su silueta desaparecía del local y una desbordante tristeza me tiñese de azul.
Odiaba la facilidad con la que él me ilusionaba, porque esa misma facilidad era con la que él me decepcionaba.
Era cuestión de prioridad. Típico, cotidiano, algo primordial.
Karamatsu me enfermaba, me hería, me lastimaba, y lo único que hacía era que yo quisiera todo el día llorar. Lamentarme por su ausencia, desquitarme en su presencia, celarlo de los demás, era una jodida tortura esta relación, se había podrido cuando el apartamento comenzamos a compartir, y yo estaba aterrado. No sabía dónde correr. Había arruinado mi vida por él, y me molestaba la carencia de retribución. Era un egoísta. Al menos me aceptaba.
"Así que" Aquella tercera voz destrozo por sorpresa mi mar de barreras "Esto acabo siendo más interesante de lo que pensé que sería" Esos ojos escarlatas me había seguido hacia el café, parados al frente de un hombre que todo motivo perdió.
"No te incumbe" Gruñí a la defensiva.
"¿No?" Osomatsu me entrego una sonrisa coqueta "Me parece que tienes un espacio en blanco en tu corazón" Antes de extenderme una mano "¿Te parece si me lo cuentas en un bar?" Él lucia como yo me imaginaba mi siguiente error, pero estaba cansado de odiar el amar. La mejor opción era el alcohol.
Las personas solo quieren amor cuando es tortura. Me lo advirtieron.
Como en tres semanas sere una Chiaki más libre y feliz, que actualizará regular, por mientras de aqui a dos semanas tendrán el capítulo dos de este experimento.
Gracias a quien leyo!