Epílogo

La tranquilidad de ese día era increíble. Caminó por el pasto mientras el viento desacomodaba su cabello y hacía que algunas hojas se adhirieran a su mokomoko. Esa colina estaba muy cercana a su hogar. Allí no había árboles y estaban creciendo flores nuevas. Pensó que tal vez su pequeño hermano disfrutaría ir a ese lugar. ¿Cuándo fue la última vez que salieron a dar un paseo? No se acordaba. Ahora las cosas en el palacio estaban algo intensas, sería una buena opción caminar allí para relajarse, al menos hasta la próxima guerra.

Se quitó el cabello blanco del rostro y su cuerpo, ataviado por un kimono blanco y armadura fuerte, se giró cuando sintió un aroma en particular. Al fin llegó a quien estaba esperando.

—¡Ryūsei!

Oyó un grito a lo lejos y sonrió cuando Raiden bajó del cielo hacia él. Ryūsei miró a su hermana bajar del hōkō y se acercó a él corriendo. Yuzu estaba hermosa, mucho más grande, ambos lo estaban. Ya eran prácticamente adultos en el mundo humano, pero seguían siendo muy jóvenes para los yōkai. Sin embargo, hacía mucho tiempo que Ryūsei la pasó en altura.

—¿Te viste con Koga? —preguntó y su hermana pareció sorprendida, pero al instante su cara se puso roja.

—¡No seas tonto! —espetó molesta, aunque Ryūsei ya sabía que tenía razón—. Mejor vayamos antes que alguien pregunte por nosotros.

Él arqueó una ceja mirándola volver a subirse en Raiden para irse y le pareció gracioso verla avergonzada. Era una secreto entre ellos y no planeaba decirle a nadie. Si él la esperaba allí, era para que nadie sospeche hacia dónde se dirigía en realidad. De todas formas, es verdad que debía volver.

No tardaron mucho en llegar a su hogar y todos los recibieron de una forma cálida. Atravesaron las puertas del palacio y alguien corrió hasta ellos. Ryūsei al instante se inclinó cuando vio al pequeño niño y lo abrazó levantándolo en sus brazos.

—¡Al fin volvieron! —dijo muy feliz alzando sus manos.

—¿Nos estabas esperando, Haru? —preguntó Yuzu acariciándole la cabeza. Sus dedos tocaron el cabello blanco junto entremedio de las orejas idénticas a las suyas.

Su pequeño hermano, Haru, apenas tenía seis años y era otro hanyō. Inuyasha junto con Yuzu se habían asombrado al ver que el cachorro cuando nació era como ellos, pero no les importó. El pequeño era muy alegre y animado. A pesar que ya eran grandes cuando él nació, fue divertido volver a tener un hermanito.

Haru abrazó a Ryūsei muy contento como si hubieran pasado años desde la última vez que se vieron. Ambos tenían una relación muy cercana.

—Estaba aburrido —explicó el niño—. Todos están corriendo y no me dejan entrar a ver a mamá, creo que se sintió mal.

Al oír eso, Yuzu y Ryūsei se miraron impactados. ¿Ya estaba pasando? Ambos suspiraron y se rieron imaginando el caos que debía haber dentro del palacio.

—Al parecer nuestro nuevo hermano llegó —comentó ella mientras caminaban para adentrarse en los pasillos—. Quizá sea una niña.

Sería agradable no ser la única en esa familia, pero eso lo sabrían dentro de poco.

—Tal vez —contestó Ryū mientras bajaba a su hermanito para que caminara con ellos—. Serán unos días difíciles.

Haru no entendió por qué decían eso, pero era demasiado pequeño para comprender. Inuyasha ya había tenido 3 hijos y eso era suficiente para él, pero decidieron uno más. Estaban hartos de oír a su madre que esta sería la última vez.

Cuando llegaron a las habitaciones, se encontraron con Aya y Maya, quienes los saludaron muy animadas con grandes noticias.

—¿Dos? —repitieron al oír a ambas mujeres emocionadas. ¿En serio oyeron bien? ¿Habían sido dos?

—La señorita Satomi dijo que fue una sorpresa —contestó Maya y luego su hermana continuó.

—Son un niño y una niña.

Parpadeó sorprendida mirando a Ryūsei pero al instante se rió alzando los hombros. Al parecer ahora tenían dos hermanitos nuevos.

Cuando creyeron que podían pasar, tocaron la puerta y dentro se encontraron sus padres. Ambos estaban en el futón con sus nuevos cachorros. El olor de ambos bebés les inundó y se sintió suave, agradable, tanto que les provocó inexplicables sonrisas.

Ambos niños eran demonios completos. Tenían sus orejas puntiagudas, marcas en el rostro y una pelusa de cabello blanco. Lucían diminutos, pero eran demasiado lindos. Yuzu se acercó más a verlos y se animó a sostener a uno. Su nuevo hermano la miraba con los ojos entrecerrados y ella se lo puso en el pecho para abrazarlo.

—Hueles... —Inuyasha meditó mirando a su hija. Aún estaba algo mareado, pero su olfato no fallaba—. ¡¿Te estás viendo con ese idiota?!

Yuzu se sintió confundida, atrapada, y Ryūsei sonrió riéndose por dentro.

—No... No es lo que parece —intentó defenderse pero en realidad no tenía excusa.

—¡Mataré a ese lobo sarnoso cuando lo vea! Debe estar loco si piensa que puede acercarse a mi hija.

—¡Que no es así!

Los gritos provocaron que los niños lloraran e interrumpieran la discusión, para suerte de Yuzu. Olvidó ir a bañarse luego de regresar, la noticia de sus nuevos hermanos la distrajo por completo. Inuyasha luego hablaría con ella.

—Recuérdame que te mate antes que me vuelvas a tocar —espetó mirando a Sesshomaru—. No pienso tener uno más.

Aunque Inuyasha dijera eso, sabía que no podía asegurar nada, pero estaba harto. ¿Cinco hijos no eran suficiente? Al menos para él sí.

Cuidar a dos niños no fue una tarea fácil, pero no estaba solo para hacerlo. Sesshomaru y sus hijos mayores estaban allí para hacerlo juntos. Haru era el único que estaba más confundido por la situación. Era un cachorro juguetón y alegre, pero estaba algo celoso porque, debido a los bebés, ya no tenía tanta atención como antes.

Desde que nació, se vio muy reflejado en ese niño, porque también era un hanyō y no tenía ninguna marca en el rostro a diferencia de Yuzu. Posiblemente era el más parecido a él.

A veces incluso le daba impresión verlo junto a Ryūsei porque se veía a Sesshomaru y él en otra época. Cuando era así de pequeño, le hubiera gustado tener un hermano que lo cuidase, pero ese no fue su caso. ¿Sesshomaru se habría convertido en su compañero de todas formas? No tenía ninguna duda. Quizá lo hubieran sabido mucho antes inclusive.

No era el único que notaba esa semejanza.

Ryūsei permaneció apartado mirando cómo Yuzu le hablaba a Haru con uno de los bebés en brazos y él niño lo miraba como si se tratase de alguna clase de bicho. Se rió porque, cuando Haru nació, él también tuvo una reacción similar, pero ahora sentía todo lo contrario a la aversión.

Sesshomaru se acercó a su hijo y lo tomó del hombro indicando con la cabeza hacia la puerta. Le pareció extraño, pero siguió a su padre afuera de la sala donde su madre y sus hermanos conocían a los nuevos integrantes de la familia.

Se detuvo cuando vio a Sesshomaru pararse detrás de esa puerta. Todos los empleados y guardias de su hogar estaban ocupados con la llegada de los dos gemelos yokai y no había nadie que pudiera escuchar su conversación. Detrás de Sesshomaru un ventanal gigante, que ocupaba todo ese pasillo, mostraba la increíble vista de las Tierras del Oeste. Esa extensión que de niños les había parecido infinita y que ahora, ya siendo los guerreros que sus padres les enseñaron a ser, tenían que defender.

Vio a Raiden echado con la panza al aire, debajo de uno de los árboles a los que su hermanito Haru solía trepar para molestar a Inuyasha. Sin pensarlo, sonrió.

Sesshomaru también. Porque lo vio absorto en esa ventana, viendo sus tierras, y supo por quién sonreía.

Cuando sus miradas se encontraron, Sesshomaru respiró hondo y lo miró con la seguridad del guerrero que era, pero sobre todo, con la sabiduría del padre que tuvo y que estaba siendo él mismo.

Y lo dijo. Dejó salir de su boca esas cuatro palabras que lo volvieron loco hacía tantos años y que ahora eran fuentes de su felicidad. Algo que terminaría de cerrar un ciclo y comenzaría otro.

Le tocaba a Ryūsei esta vez. Pero supo que para él no sería tan complicado.

—Él será para ti.


Notas finales: Hola. Bueno al fin terminamos esta historia después de 3 años. Disculpen todas las demoras, pero lo quería terminar de escribir todo y subirlo de una sola vez para no hacerlos esperar más. ¿Les gustó la historia? ¿Su final? Lo tenía pensado hace años jajaja Me divertí mucho escribiéndola y siento que fue algo muy importante para mí. También estoy conforme porque, a pesar de las cosas que quizá no me gustaron tanto cómo quedaron, logré hacer una historia que me gustó y yo leería. Le dediqué mucho amor. Así que agradezco a todos los que leyeron. Perdón si no contesto los mensajes o comentarios. No soy muy divertida y casi nunca sé qué decir.

En fin, quizá haya una segunda temporada porque la tengo medio pensada, pero con mi ritmo de escritura y actualización saldrá dentro de 10 años(? Por las dudas estén atentos jajaja

Un millón de gracias a Annie de Odair. Sin ella quizá yo no habría terminado esta historia con los bajones emocionales que tengo, pero supo darme los ánimos que me faltaban como siempre. Además ella escribió varias partes y el final del epílogo. Es tanto suya como mía.

Para todos lo que me preguntaron cómo estoy, cómo está mi salud, con respecto a la situación actual del mundo: Estoy bien, haciendo cuarentena y sin ninguna complicación. Trabajo desde mi casa y exploto de ansiedad de vez en cuando, pero eso ya me pasaba antes de la pandemia jajaja Espero que todos se cuiden mucho, en su salud física y mental, se laven las manos y cuiden al otro para que esta situación mejore. Les mando muchos saludos desde Argentina y buenos deseos para que todo pase pronto y sin más catástrofes en este 2020.

Muchas gracias nuevamente por haber leído mi historia y ya nos encontraremos en otra aventura. Saludos!