Summary: Los dos amaban profundamente a alguien, pero ninguno de los dos eran correspondidos. Por eso, intentaron rellenar el vacío con el otro.
Deseos de escorias.
"Tell me we both matter, don't we?"
-Running up that hill, Kate Bush.
Capítulo Uno:
Observó las copas de los árboles en el campo del instituto agitarse vigorosamente al ritmo que el viento les marcaba; algunas hojas se desprendían de sus ramas y salían disparadas a revolotear por el aire.
Ansiaba estar allí, en alguna rama alta de uno de los tantos árboles, sintiendo la ventisca golpear contra su cuerpo y envolviendose con el sonido de las hojas chocando unas con otras.
Entrecerró los párpados, como si con eso pudiera trasladarse allí. Cerró los ojos e inhaló profundamente, largando el aire al mismo tiempo que dejaba caer sus hombros con resignación.
Tan ensimismada estaba, que casi suelta un pequeño grito cuando sintió un repentino y suave golpe en su cabeza.
-Concentrate, ¿quieres? -cruzó los brazos con gesto reprobatorio -Ya te lo dije el primer día que empecé a trabajar aquí. No creas que porque te conozco y somos buenos amigos, no te castigaré como a los otros estudiantes si te veo holgazaneando en mi clase -frunció el ceño, enojado.
Sonrió escuetamente.
-No estoy holgazaneando, profesor Shiba -refutó, la burla pululando en su tono al decir lo último -Ya termine los ejercicios que dió.
-No mientas, los di hace apenas unos 15 minutos y eran bastantes -murmuró él con desconfianza.
Rukia le extendió su cuaderno, una altanera ceja levantada en alto, ante lo cual Kaien se lo quitó de un manotazo, resoplando, y revisó sus hojas.
-Si que eres nerd -dijo con un poco de resignación y burla, devolviéndole la carpeta al comprobar que efectivamente, todos sus problemas ya estaban resueltos y de manera correcta. Curvó sus labios ladinamente -Después de todo, eres el pequeño orgullo de Byakuya, ¿no? -le revolvió el cabello con cariño. Kuchiki sintió sus mejillas arder -Pequeño, muy muy pequeño orgullo -y le dio una última palmada en la cabeza antes de alejarse de su asiento y continuar pasando por los pupitres de los demás estudiantes.
Rukia no alcanzó a reaccionar a tiempo para responder a la clara burla a su estatura; para cuando lo hizo, Kaien ya estaba con otro compañero de clases respondiendo sus dudas. Bufó y se peinó con los dedos el desorden que le había hecho en su cabello. Echó una rápida mirada en su dirección. Agachó la cabeza para ocultar su sonrojo con su flequillo y le costó contener la pequeña sonrisa que luchaba por aparecer en sus labios.
Le gustaba Kaien Shiba.
No sólo le gustaba, estaba enamorada de él.
Nunca se había sentido de tal manera por otra persona pero estaba segura de sus sentimientos.
Era su primer amor.
Y estaba absolutamente bien con ello.
Estaba bien con que él era mucho más mayor que ella, no era algo que la molestase.
Estaba bien con que él la viera como a una amiga de la infancia solamente. Tenía la esperanza de que si sus sentimientos de amistad hacia él habían cambiado, ¿por qué no podían los de él también? Sólo debía demostrarle que ya no era tan pequeña como él la veía.
Estaba bien con que él esté con otras mujeres. Estaba muy consciente de su diferencia de edad y no era lo suficientemente ingenua como para creer que él no tendría esos deseos. No le inquietaba, no mientras supiera que las mujeres con las que estaba no eran más que algo del momento o una simple atracción.
Pero…
No estaba bien con que se estuviera enamorando de otra mujer. En absoluto.
Lo conocía, por eso se dio cuenta antes de que él mismo lo hiciera.
En el pasado había visto cómo se involucraba en pequeñas relaciones, pero no vio que desarrollara ningún sentimiento serio hacia ellas.
Nunca se tuvo que preocupar por eso.
Hasta ahora...
Se apoyó en la pared y los observó a través de la pequeña ventana en la puerta del salón.
Las clases ya habían terminado y ella había ido a esperarlo afuera de la última aula en el que había tenido que dar clase.
Le había prometido que la acompañaría hasta su casa, le haría de cenar y se quedaría un rato con ella.
Kaien sabía que Byakuya estaba en otro de sus viajes, que no lo veía hace meses y que llevaba todo ese tiempo viviendo sola en el amplio y lujoso departamento que su hermano había comprado para ambos (aunque estaba segura de que él lo había elegido ostentoso porque estaba consciente que la mayoría del tiempo, estaría ella sola habitandolo); sabía que era realmente mala cocinando, por eso se alimentaba de comidas chatarras o precalentadas; sabía que lo odiaba; sabía lo sola que se sentía.
Por eso se lo había prometido.
Pero ella apareció en los pocos segundos que se demoró en llegar allí desde que sonó la campana, y él no se había percatado de su presencia fuera del salón ni parecía acordarse de que lo estaba esperando.
Dejó salir el aire por entre sus labios, sin apartar su mirada de ellos.
La sonrisa que Kaien le dedicaba a la profesora Miyako era amplia, feliz, y genuina. Más genuina de las que le daba a ella.
Volteó la cabeza hacia su derecha con un movimiento brusco y frunció el ceño.
No se quedaría ahí a verlos coquetear tontamente.
Comenzó a caminar por el pasillo, aún sin abrir los ojos, y sólo pudo dar unos pocos pasos antes de chocar contra algo suave. Cayó al piso, al mismo tiempo que escuchaba varias cosas desparramarse y un pequeño grito.
-¡Lo siento! -una chica pelinaranja exclamó, apenas abrió los ojos -¡No te vi! -agregó y ante la mirada atónita de la Kuchiki, se dio dos pequeños golpecitos en la cabeza, como si estuviera tocando a una puerta -Soy realmente descuidada, ¿eh? -murmuró, observando sus carpetas y hojas esparcidas por el piso -¿Estás bien? -indago mientras se las ponía a recoger.
Rukia agitó la cabeza para salir de su aturdimiento y asintió.
-No fue nada, también fue mi culpa -se arrodilló y comenzó a juntar algunas cosas, ayudándola -No estaba viendo por donde iba.
Estaba por juntar unas hojas que habían caído a un lado suyo, cuando alguien más se le adelantó y lo hizo por ella.
-¿Cómo es que siempre te las arreglas para chocar con alguien por los pasillos, eh Inoue? -murmuró el chico con llamativo pelo naranja que había llegado, pasándole sus cosas a la aludida.
Ella rió nerviosamente.
-No seas malo, Ichigo -reclamó antes de volver su vista a la morena -Entonces, ¿segura que estás bien…
-Rukia -completó, y le extendió las cosas que había juntado, ella los tomó y agradeció con una sonrisa-Y si.
Se puso de pie hábilmente y agitó el polvo de su falda escolar, por el rabillo del ojo notó como el pelinaranja ayudaba a la otra chica levantarse.
-Bueno, si es así entonces debo irme, me están esperando -aferrándose fuertemente a su mochila y sonriendo grandemente -¡Nos vemos Ichigo! ¡Adiós Rukia! -se despidió, y sin esperar más comenzó a correr hacia la salida.
La morena observó con curiosidad al chico de pie a su lado, parecía que todavía ni había caído en su presencia. Lo recorrió con su mirada de abajo arriba, hasta llegar a sus ojos que no se apartaban del camino por el que se fue Inoue, y no pudo evitar sorprenderse al verlos.
Conocía esa mirada.
Demasiado bien para su gusto.
Esos ojos se opacaban de la misma manera en la que los suyos lo hacían cuando pensaba en Kaien.
El anhelo de algo que sabes está muy lejos de tu alcance.
Sonrío, una mueca más triste que feliz, y ocultó la mitad de su rostro con su flequillo.
-Realmente apesta enamorarse así de alguien que no te corresponde, ¿no? -susurró, antes de que supiera lo que hacía y cerrara la boca.
Fue un impulso.
Macabramente le alegraba encontrar a alguien que se sentía de la misma forma que ella, que entendiera lo que era.
El pelinaranja se sobresaltó notoriamente y se giró en su dirección.
Pero Rukia no le dio tiempo a decir nada y se marchó sin más.
Todo le recordaba a ella.
Su cabello largo, su sonrisa, su personalidad amable, su constante preocupación por él, esa atmósfera que la rodeaba que te tranquilizaba cuando estabas cerca suyo.
Como Orihime lo hacía sentir, le recordaba a su mamá.
Estaba mal que se sintiera de tal manera por esas razones, estaba muy consciente de eso. Pero no podía evitarlo. Había sido tan apegado a ella de niño que desde que falleció, no hacía más que extrañarla y anhelar volver a verla.
Orihime no era su madre, pero lo hacía sentir igual de bien que ella. Su presencia era como un enorme paraguas que lo protegía del enorme diluvio en su interior.
No era su madre, estaba muy lejos de serlo. Ese fue el detalle que ayudó a que se terminara enamorando de ella, profundamente.
Habían sido compañeros de clases desde pequeños en realidad, pero no fue sino hasta recién el segundo año de secundaria que realmente empezó a relacionarse con ella por medio de Tatsuki, una amiga que ambos tenían en común.
Rápidamente se hicieron amigos muy cercanos, rápidamente cayó por ella.
...Fue el único en caer.
Para ella, no era más que un buen amigo en el que podía confiar y apoyarse siempre que quería o lo necesitaba.
Y él estaba bien con eso, podría protegerla de esa manera.
No le importaba que ella no lo viese como él la veía a ella, no le importaba que ella estuviese con otros chicos. Él tampoco era un mojigato ya, estaba muy lejos de serlo.
Pero era diferente…
Para él, todas aquellas con las que estuvo no eran más que rostros borrosos que lo habían acompañado en alguna solitaria noche. Orihime sólo había estado con dos chicos (lo sabía bien, porque ella misma se lo había confesado entre murmullos, tartamudeos, y mejillas coloradas) pero esos no eran rostros borrosos, eran los rostros bien claros de las personas de las que se había enamorado.
Tenía un buen y numeroso grupo de amigos, con los que se divertía y quienes realmente le agradaban; a pesar de que se aseguraba de no demostrar ninguna de estas cosas. Sin embargo, de todos modos, no podía evitar sentirse solo. Ninguno de ellos podría entenderlo realmente.
Por eso fue que sintió curiosidad por ella, por eso fue que la buscó.
Porque había logrado identificar su sentir con sólo una mirada durante unos pocos segundos.
Finalmente logró encontrarla, durante uno de los descansos que salió a caminar por los pasillos. La alcanzó a ver por la puerta abierta de su aula, estaba apoyada en el marco de una de las ventanas abiertas. No podía ver su rostro ya que le estaba dando la espalda, pero por su espalda encorvada y su parar flojo, adivinaba que estaba aburrida.
Todos sus compañeros se encontraban hablando entre ellos en pequeños grupos, ella estaba sola.
Aparentemente cursaba segundo año de preparatoria, como él, pero en otro grupo.
Entró al salón sin importarle que no era el suyo, pasando desapercibido a la mirada de los demás estudiantes y directo hacia donde estaba ella. Se paró al lado suyo, dándose vuelta para quedar apoyado contra la pared mirando al salón y no afuera como ella, y guardó las manos en los bolsillos. Giró el rostro levemente en su dirección, ella lo miraba con clara curiosidad.
Se observaron fijamente unos segundos.
Se dio cuenta fácilmente porque ella supo distinguir cómo se sentía.
Resopló y volvió la cabeza hacia el frente, revolviéndose el cabello con una mano.
-Apesta bastante.
La morena lo vio unos segundos más sin inmutarse, cerró los ojos y cuando los volvió a abrir, curvó sus labios ligeramente hacia el costado.
Ichigo correspondió el gesto.
No dijeron más nada, ambos regresaron la vista al frente, clavándola en la nada y divagando mentalmente.
Se quedó allí hasta que el receso terminó y el profesor llegó; se marchó sin despedirse, con pasos apurados porque seguramente su profesor también ya había llegado a su aula.
Cuando el siguiente receso tocó, siendo la hora del almuerzo, él fue a su salón nuevamente. Ella lo estaba esperando en el marco de la puerta del aula y cuando quedaron frente a frente, simplemente le dijo que le gustaba almorzar en la terraza antes de comenzar a caminar por el pasillo.
Él la siguió.
Nada más subo esto porque es un proyecto cortito, tengo planeado que sea de unos 10 capítulos (o menos) nada más; y porque ya tengo un par de capítulos hechos.
Se podría decir que hay un poco de Ooc con Rukia e Ichigo? No sé, yo personalmente no lo veo así, nada más que en este fic en vez de hacerlos tan... como son (?), me voy a enfocar más en ese pequeño lado """vulnerable""" de su personalidad que se ve en algunos pocos capítulos en vez de su actitud peleona y tan ellos (? Así que por eso, yo no considero que sea un Ooc *carita pensante de wpp* pero ustedes opinen como quieran. Así que ya aviso esto por las dudas para el que no le guste el ""Ooc"".
Tenía muchas dudas de si ponermelo a escribir o no, porque no me quiero desenfocar de Sobrio que es mi proyecto principal, pero la idea no se me iba de la cabeza, y no me podía enfocar en el otro fic por pensar en este, y ya que no lo voy a hacer largo, me decidí por escribirlo de una vez así ya me lo sacó de la cabeza y me vuelvo a enfocar con Sobrio.
Trataré de subir un capí por mes/mes y medio.
Espero que les haya gustado y cualquier opinión es más que bienvenida :D
~Louchette.