Piollo: - Feliz cumpleaños Martín :D

Kashike: - ¿Quién es marrtín?

Piollo: - un lector :3 hola hermano, este de aquí es tu regalo, el estreno del nuevo fic, pa ti compadre.

Kashike: "entresierra los ojos" - ¿y porqué a mi nunca me regalas nada?

Piollo: - por mis huevos, bueno, compañeros, esta no es la tercera parte de "LODM" ¡AKNFIHADSBFDS! Es un spin off, tómenlo como un LODM 2.5 no continua directamente la historia, pero extiende este universo de fanfics :3

Kashike: - y la mejor parte, es que yo supervisaré el proyecto.

Piollo: - lo que dijo es que él se rascara la panza diciéndome que hacer mientras yo me mato redactando :D

Kashike: - hahahaha, serás imbécil, si los dos redactamos el fanfic será amorfo, además, tienes mas facilidad para las escenas de acción.

Piollo: "sonrrojado" 7u7r- ay papu.

Kashike: - no empieces con tus puterias.

Piollo: - okey XD

Kashike: - si leyeron los dos anteriores fanfics de LODM sabrán las reglas de este universo, tomando como base las primeras 4 temporadas de MLP, volviendo a los personajes anthro y modificando Equestria al darle más ciudades y tecnología, tomando el reino como un continente y en medio de un apocalipsis zombie.

Piollo: "se aclara la garganta"

Kashike: - ¿Qué traes wey?

Piollo: - son zombis, no zombies.

Kashike: - se escribe zombies, pelele azul.

Piollo: - ya te crees gringo XD en español se escribe zombi, te guste o no, además :D ¿Quién redacta?

Kashike: -.- pues en eso tienes razón, HAHAHAHAHAHA

Piollo: - si algo de la historia no les gusta, es porque fue idea de Kashike :v

Kashike: - oye!

Piollo: - también lean sus fanfics, están bastante bien, especialmente el de "el plan perfecto"

Kashike: - lo dices porque es el único que has leído completo.

Piollo: - y el único que tu has terminado del todo XD

Kashike: – HAHAHA, tu que sabes.

Piollo: - ¡ya cabrón! Que esta mamada no empieza.

Kashike: - va pues, esto es un experimento, de ustedes depende si esta historia continua pronto, dejen sus reviews y eso que a piollo le viene como la droga del jueves.


Oscuridad… así empieza esto, la negrura más espesa que la leche cuajada, aquella que no permitía verte las palmas así las pusieras a 2 cm de tus ojos, la suavidad de una sábana al rozar con la piel, ella despertó y como siempre, abrió los ojos solo para apreciar la oscuridad antes mencionada.

Nada le indicaba la llegada de un nuevo día, simplemente el sueño había terminado y no se quedaría en cama más tiempo, cuando sus cascos tocaron el frio suelo ella supo exactamente donde estaba, se incorporó y caminó entre la gigantesca sombra sin chocar con nada ni nadie.

Esta era su casa, la conocía mejor que a ella misma, pues pasó toda su vida en este sitio, las tablas rechinantes que ahora presionaba paso a paso eran las mismas donde talló un par de dibujos con una piedra afilada muchísimos años atrás.

El marco de la puerta que cruzó, fue el mismo con el que se estrelló, perdiendo su primer diente de leche, la ventana que acarició con las llenas de sus dedos al ir por el pasillo, era el recuerdo del sol entrando por la misma… solo que ya no emerge, sino que se queda quieto en el cielo…

Bajó las escaleras, de donde su hermana la aventó por error a los 10 años y se rompió la muñeca, durando 8 meses incapacitada.

Daba igual arreglarse, pasó por el baño sintiendo el fantasma de un cepillo con cabellos rosas arrancados, tocó la manija de la última puerta, respiró profundo, era hora de trabajar.

Paró el oído, estar fuera era peligroso, pero ella, sus hermanas, sus padres hicieron mucho por hacer de la granja el sitio ideal para vivir en estos tiempos de decadencia.

Silbó, colocando dos dedos en su boca y soplando tan fuerte que sus mejillas se inflaron y volvieron rojas, no sonó ni un alma, ni un gruñido o pisada, era un silencio tal que escuchó los calmados latidos de su propio corazón.

Eso era nuevo, nunca había escuchado su corazón… o al menos no le prestó atención, pero hoy era uno de esos días en los que uno se levanta par intuitivo, ella lo sabía, algo se sentía diferente, talvez, solo tal vez, su corazón tenía un presentimiento, no bueno ni malo sino… diferente.

Caminó, el crujir de las hojas secas en el suelo parecía tan escandaloso como los cohetes de fiesta que solía usar cierta pony rosa, tras la caminata tranquila, Limestone puso manos al frente, y acarició en enrejado, apreciando el cosquilleo del frio en sus dedos, respiró profundo, el aire era limpio, se ruborizó, sintió un escalofrió.

¿por qué la melancolía le agrede justo hoy?


Los primeros rayos de sol llegaron 2 horas después, entraron por la ventana de la habitación de las chicas, quien despertó en ese momento fue Marble Pie, despegando su cara de la almohada, impulsándose con sus brazos para ver por la ventana, enserio… extrañaba el atardecer y siempre tenía la esperanza de verlo una vez más.

Suspiró, giró la cabeza y dio con una cama bacía junto a la suya.

- ¿Dónde está Limestone? – preguntó preocupada.

Maud estaba sentada en su cama, encorvada, estática cual roca, sus ojos cansados no se movieron cuando pronunció su respuesta.

- La fecha nos afecta a todos, que no te sorprenda.

La chica de largo cabello gris se levantó y caminó hasta el calendario que Maud había improvisado, un grupo de rocas acomodadas en filas, la fila era el mes, las rocas se contaban de arriba a abajo, eso era el día y sabían en donde se encontraban gracias a un sombrerito de paja que cambiaban todas las mañanas.

Marble tomó el sombrerito y lo bajó una roca para comenzar a contar las rocas.

El mes es el 5, el día, 14.

5, 14, ultima vez… que supieron de Pinkie.

Un día al año, los Pie adquieren algunos comportamientos inusuales en su personalidad, el dia en que Pinkie les visitó solo para avisar de la situación en los sitios poblados, solo para suplicar que no salieran de la granja y prometer que ella… pronto arreglaría todo y volvería con su familia, como llevaba diciendo tantos años atrás.

Maud creía firmemente en esa promesa, de hecho, era la única con esperanza, pero no decía nada, sabia que si hablaba del tema, su hermana comenzaría a tratar de hacerle entender que Pinkie Pie murió hace mucho tiempo y la discusión se resumiría en lo siguiente.

Maud calmada, repitiendo a cada cosa con "ella siempre encuentra el modo" y Marble, alterándose a cada segundo con su hermana por darle falsas esperanzas.

Tal vez luego entren sus padres y arreglen la situación, el resto del día seria tenso y sumamente incomodo, así que solo se limitó a guardar esas ideas en su cabeza y sellar su boca con cinta adhesiva invisible.


Limestone esbozó una apenas perceptible sonrisa, cuando observó a sus padres salir de la casa, platicando entre ellos con solo la vista, pero… había algo raro… su madre parecía preocupada, lo entendió mejor cuando su padre se colocó el sombrero, el que usaba cuando salía de la granja.

La chica frotó su frente y parte de su cara, detestaba que su padre saliera, principalmente porque tenía que tratar con los ponys de fuera, quienes, a sus ojos, es mejor evitarlos.

Esta vez era diferente, aún no entendía porqué, pero quería salir de la rutina, buscando llenar el vació que apareció esta mañana sin razón aparente, caminó con decisión, interceptando a su padre a medio camino de llegar a la camioneta.

Se paró frente a él y él dejó de caminar, sus miradas se cruzaron, ella con los brazos entrelazados, él con un palito de paja en su boca.

- Llegó un mensaje esta mañana – dijo Igneous Rock, con una patillas tan largas que el viento las sacudía como el trigo a sus espaldas.

- No tenemos buzón – dijo Limestone mirando el rostro de su padre en lo alto.

- Mensaje por paloma – dijo el hombre – quieren hablar conmigo y seria descortés rechazar una invitación de esta índole.

Limestone frunció un poco el señor barajando alguna opción – yo voy contigo.

Su padre acomodó su saco negro y giró la cabeza para ver a su amada, los lentes que colgaba de la nariz de Cloudy Quartz soltaron un brillo por los espejuelos cuando ella asintió con la cabeza.

- Si tu madre lo aprueba – declaró pacíficamente mientras giraba la cabeza para ver nuevamente a su hija – creo que es momento de tener un poco de ayuda en el exterior.

Limestone sintió como su abrieran una enorme puerta frente a ella, a decir verdad, no esperaba eso y menos ahora.

Su padre pasó, por un lado, indicándole que lo siguiera a la camioneta.

En la misma, estaba una yegua sobre el cofre, era Marble, quien sabiendo lo que estaba por suceder puso protesta al estorbar a su padre y hermana.

- Marble…

La chica ignoró a Limestone mirando a otro lado de brazos cruzados.

- no seas infantil – Limestone miró a Marble como a una niña estúpida en pleno berrinche.

- cariño, por favor- su padre intentó dialogar con ella – no tardaremos.

La chica negó con la cabeza y cruzó los brazos.

- quiero golpearte – dijo Limestone en busca de calmar la desesperación que podía llegar a causarle Marble, ella prefería un millón de veces más a la Marble que hablaba y hacia poco por tímida, esta "rebelde" de aquí había tomado demasiada confianza para gusto de Limestone.

Finalmente llegó la madre, Cloudy, quien de una sola mirada penetrante consiguió que la yegua se bajara, con la cabeza baja y sobándose el brazo derecho con su mano izquierda, Marble Pie se posicionó a derecha de su madre y sonrió los ojos con fuerza al escuchar las puertas de la camioneta abrirse y serrarse.

Alguien chitó, abrió los parpados pero solo vio de reojo a Limestone en el haciendo del copiloto.

- entiendo tu preocupación… pero volveremos, es una promesa.

- ¿Cómo la que hizo Pinkie…?

Limestone sintió como un nudo se hacía en su estómago, uno tan fuerte que su interior comenzaría a sangrar dentro de poco, le quitó completamente al habla, Igneous aceleró despacio, la camioneta salía de la reja y tras esta, Cloudy serraba el portón, colocando el candado y viendo a las luces rojas de la camioneta desaparecer en la maleza.

Cuando la yegua de cabello recogido giró la cabeza, mirando con pena a su hija temblorosa, tenía un ataque de ansiedad y debía de hacer algo para tranquilizarla.

Cloudy Quartz llegó con calma y acarició el cabello de su hija mientras esta apretaba los puños, besó su frente y tomándola de la mano la guio a un sitio más tranquilo.

A medio camino, Marble miró a Maud subida al techo de la casa, con unos binoculares apuntado de aquí para allá, de los nervios imaginó que Maud había visto algo… tal vez algo horrible, la imagen de la camioneta volcada y rodeada de cadáveres le heló la sangre


Más pronto de lo que imaginaba, ella ya estaba entrando a la zona donde cultivan trigo.

El trigo era tan grande que ni el hombre de la casa era capaz de ver por encima de él en este momento, el trigal era tan extenso, que tardabas 20 minutos en cruzarlo de lado a lado y era tan espeso, que era bastante fácil perderse en el mismo.

En este lugar, contrario a lo que muchos creían, Marble encontraba un sitio mejor, y su madre lo sabía, pues la gracia con la que el trigo se sacudía tiernamente y ese olor que emanaba, llevaba a la chica a un mundo mejor, más bello y donde su hermana, Pinkie pie, no solo estaba con vida, sino, que estaba con ellos, fue ella quien insistió en plantar trigo, para crear pasteles y demás dulces.

- cariño – le llamó su madre con dulzura - ¿hay algo que no me estés diciendo?

La chica se mordió la lengua y negó con la cabeza, sacudiendo su preciosa pero algo descuidada melena al igual que hacia el trigo, un par de largos pelos grises se cruzó en la parte de su rostro que no se cubría por la melena.

- cariño – insistió una vez más – sé que no es fácil para ti.

La chica baja la mirada y un brillo indica que sus ojos se humedecen, ella no quería aceptarlo, pero era evidente por su comportamiento y ataques de ansiedad, que su estrés estaba subiendo a niveles peligrosos.

- ¿Qué me ocultas, mi niña?


- ¿Qué es lo que ocultas, mi niña?

La repentina pregunta separó la mirada de Limestone de la ventana del vehículo, giró la cabeza y sorprendida miró a su padre con una mescla entre confusión y atención total.

Las rocas en el suelo hicieron a la camioneta tambalearse un poco, seguido de esto, Limestone se animó a preguntar.

- ¿Por qué ocultaría algo?

- Estás distraída.

- Pues… si, pero no estoy escondiendo nada.

- Eso espero, no me gustaría otro incidente.

- Tampoco me gustaría, pero… sabes cómo es Marble, demasiado…

- ¿Débil? – el potro miró a su hija de una forma algo acusadora.

La chica se sintió culpable, la última vez que se refirió a su hermana de esa manera, las cosas se pusieron realmente mal.

- estaba por decir… sensible.

El potro dio un cuarto de vuelta al llegar a la carretera para seguir la desgastada línea amarilla que está pintada, en curvas una línea, en rectas una serie de rectángulos.

- ¿sabes que día es hoy? – preguntó su padre, a lo que ella se encogió de hombros, perdió la noción del tiempo hace mucho, sabia del calendario que hicieron, pero por diversos motivos dejó de darle importancia.

- ¿Cumpleaños de quién? – se rindió, aceptando que había olvidado la fecha, fuese, cual fuese.

- Ojalá fuera un cumpleaños.

El potro dio un girón, estacionando en una gasolinera en medio de la nada, se bajó, Limestone se quedó un rato más en el vehículo.

- Un día muy raro – dijo para sí misma, suspiró y se tomó la cara con ambas manos, al retirarlas se percató de la fila de coches que estaban junto a ellos ¿cómo no los vio?

Frunció el ceño, demasiados "intrusos" para estar tranquila.

Se bajó y acompañó a su padre.

Las bolsas de su pantalón se contoneaban con sus caderas al caminar a prisa, y su cabelló había comenzado a picar sus ojos, pero estaba acostumbrada, solo hizo un movimiento rápido para echar parte de su pelo a un costado y continuó su camino.

Cual cantina, El potro entró abriendo las dos puertas con sus manos, quedando un segundo quieto para que todos dentro le miraran y no atacaran al tenerle cerca de improviso.

El lugar era bastante aterrador, Limestone estaba detrás de su padre y alcanzó a ver a bastantes ponys, muchos con mala cara, cicatrices, ojos tuertos y con olores bastante horribles.

Igneous Rock entró cuidadosamente, pero sin perder esa postura firme que lo caracterizaba, la verdad, la presencia de los dos ponys era muy notoria, las malas miradas no se hicieron esperar.

El pony que afilaba su chuchillo en la barra de lo que antes era una tienda de víveres, se levantó, era bastante grande, más que Igneous y eso es mucho decir.

El Pony canoso se acomodó el sombrero, esperando que aquel grande y horrendo caballo hablara.

- La tienda de sombreros maricas está a cuatro kilómetros.

Unas risas aparecieron, sin ser exageradas ni duraderas, eran los compañeros de aquél tipo, Igneous selló la boca, era un potro de pocas palabras y responder a esta falta de respeto (para él al menos) equivaldría a ponerse a discutir con un niño de menos de 10 años.

- ¿cómo sabes eso? ¿bienes de allí? – Limestone era otro caso.

El abucheo infernal llegó inundando el feo sitio, esto encendió más al estereotipo de macho frente a los ponys granjeros.

- Controla a tu perra – advirtió el tipo.

- Ya déjalos en paz Slow – una voz con timbre agradable llegó desde el fondo.

Los ponys se apartaron, mostrando ante Limestone e Igneous una mesa, donde hasta el fondo, un hombre de sombrero negro y corbata jugueteaba con una baraja, moviéndola al igual que haría uno de esos ilusionistas urbanos, Limestone juraría que en cualquier momento diría algo como "toma una carta"

El hombre levantó la cabeza, y su rostro dejó de ser tapado por aquel sombrero, valla… ella no lo aceptaría nunca, pero él hombre es bastante atractivo y esa sonrisa pequeña, sincera y sin necesidad de mostrar dientes, derretiría a más de una.

Pero Limestone no se dejaba encantar tan fácil, ella era firme con sus creencias, y lo que creía, era que ese tipo estaba mejor lejos de las tierras de su familia.

- recibieron mi mensaje – dijo aquel misterioso hombre colocando las cartas en la mesa, acomodó sus codos en la misma y entrelazó sus dedos morados, recargando su barbilla sobre sus manos – empezaba a creer que no entrené bien a esa paloma.

El incómodo silencio hizo que nuestro "gambito de pelaje morado" prosiguiera - ¿Qué tenemos aquí? ¿son amigos…? No – deduce por sí mismo – son familia, una pareja… que bruto, padre e hija ¡¿cómo no lo vi antes?!

Limestone miró a su padre, él tenía la mirada fija en aquel hombre, esperaba que en algún momento Diera uso a su profunda voz y mandara a la mierda a este "payaso elegante"

- ¿Gustan sentarse?

El silencio de los Pie comenzaba a cansarlo, por lo que dejó de esperar y se puso de pie – quieren hablar de pie, de acuerdo- camina rodeando la mesa y a sus colegas, con el mazo de cartas en las manos, barajándolo como un experto.

- recuerdo el día en el que a Grifther se le ocurrió mirar al norte con sus binoculares, pasábamos por este sitio en busca de un sujeto cuyo nombre no recuerdo, y ¡sorpresa! Una bella granja a pocos minutos de aquí.

- ¿Qué es lo que quiere? – dijo Igneous tranquilo, pero contundentemente.

- lo que quiero, lo que queremos todos, imagine un futuro, seguro para su familia.

-nosotros estamos seguros – contestó Limestone recta.

- ¿no te han enseñado a respetar a tus mayores? – dijo el hombre. Él no lo sabía, pero Limestone era más grande de lo que aparentaba – deja que tu padre hable.

- continúe – dijo Igneous.

- perdonen mi descortesía, yo, soy Gladmane – se retiró el sombrero e inclinó la cabeza dejando ver esos cabellos blancos y sedosos que tenía sobre la cabeza y abrazaban sus orejas moradas.

- Igneous Rock – dijo el corcel de una forma tan elegante como su anfitrión.

Limestone guardó silencio, por desgracia, fue su padre quien otorgó a Gladmane el nombre de la yegua.

- y ella es mi hija, Limestone Pie.

- Bien Igneous, ¿Qué te parece si hacemos unos arreglos?

El corcel de patillas largas entrecerró los ojos y serró la boca.

- ¿Que dirías si te informó que puedo asegurar el futuro de ti y tu familia por un costo ridículamente pequeño?

- Diría que no soy tan ingenuo.

La sala entera sintió la pesada tención caer cual edificio derrumbado.

- Te pones rudo ¿he? No importa, cuando entiendas de lo que hablo, cambiarás de parecer.

Tras él un mapa dibujado en un mantel se desenrolla, mostrando como se vería parte de Equestria desde las alturas.

- Estratégicamente hablando, su granja está en el sitio ideal, escondida… lejos de los zombis… lejos de enemigos y con ayuda podría ser incluso más difícil de encontrar.

- algo me hace pensar que no es lo único que le interesa.

Gladmane sonríe complacido – muy bien, queremos los cuarzos.

En ese momento tanto Limestone como Igneous entendieron.

- los cuarzos no están a la venta – adelantó Limestone – ni nuestra granja, y mucho menos nosotros.

El elegante pony inclinó la cabeza – debe de haber algo que quieran.

- ya lo dijo mi hija, no está a la venta.

Cuando Igneous se disponía a irse, la frustración de Gladmane le hizo intentar algo, detenerlo para así darle otra oferta, pero en cuanto tocó la manga del traje, una veloz mano robó el revólver del cinturón de Igneous, y dejó la boca del cañón sobre la frente de Gladmane.

Limestone se veía furiosa, el resto de ponys habría atacado, de no ser porque su jefe levantó ambas manos, señal de que no era el momento de actuar.

El pecho de Limestone inflaba y comprimía remarcando su exaltación, sus ojos solo miraban a ese tipo de corbata.

- No quieres ponerme nerviosa – advirtió tan seria y fría que uno se congelaría al rozarla – intenta tocar a mi padre una vez más, y no volverás a anudarte la corbata.

Gladmane retrocedió – Si quieren ser unos inadaptados toda la vida, no soy quien para juzgarlos.

Un tirón del hombro le indicó a la yegua que era hora de irse, pero antes de cruzar la puerta, el corcel volvió a llamar su atención.

- Limestone ¿verdad?

La chica le miró por encima de su hombro.

- es una lástima… ahora me sé tu nombre.

Otro tirón, su padre insistía en irse, y ella tampoco tenía razones para quedarse un segundo más.


El camino a la granja fue incomodo, Ninguno habló durante la mitad del mismo, la camioneta volvió a temblar con los baches y piedras del camino.

- no toques mi arma – regañó Igneous – pudiste haber comenzado una guerra.

- habríamos acabado con ellos – contestó con firmeza.

- no puedes hacer eso- la poca atención que parecía mostrar su hija le enfadó- ey, Limestone.

- no quiero amigos, no son de confiar.

- no importa que no quieras amigos, pero no te busques enemigos.

La camioneta se detuvo lentamente delante del portón, la madre de Limestone no tardó en abrir, ahora todos estaban en casa.


Una vez los platos fueron colocados en sus respectivos sitios, los Pie podían comenzar.

La cena, un estofado, hecho con hongos y una variedad de especias entre las que se encontraba la pimienta cayena y el ajo que crecía en los jardines de la granja.

Muchos arrugarían el rostro al notar que al fondo de dicho estofado se encontraban alrededor de 3 piedras del tamaño de una pelota de ping pong, de un color gris y con ligeros brillos en algunas zonas.

Muy pocos conocían lo que ciertos guijarros podían hacer en cuanto a alimentación, no hablamos de rayarlos y ponerlos sobre algún platillo cual queso, si no como algo extra, que otorgaba ciertos sabores debido a las sales en los mismos.

El silencio era absoluto sería posible de no ser por el constante choque de las cucharas de plata contra el plato naranja de cerámica donde estaba la cena de todos.

Limestone disfrutaba mucho, era de sus platillos favoritos, en cualquier momento hubiese agradecido a su madre por el gesto (Cloudy sabía a la perfección como ganarse a sus hijas) pero había algo fuera de lugar, una sensación de que algo sobra.

La chica no podría estar más equivocada, pues más que sobrar, algo faltaba.

Un plato yacía sobre un tapete, uno al que nadie tocó y una silla colocada para llegar a dicho plato.

Valla "el hombre invisible" pensó la chica.

Quien lo puso allí, fue Maud, llámalo homenaje o que dé a tiro ya se volvió loca, pero ese plato, no era para otra más que para Pinkie Pie.

- ¿Qué querían los ponys de la paloma?

El repentino chocar de las chucharas contra los platos fue la marca para un silencio incomodo, dejaron de comer, la única que sostenía su utensilio era Cloudy, algo aturdida por la reacción de su familia.

Por un lado, estaba Marble, quien miraba a su padre con interés, ella más que nadie deseaba saber a qué se debió esa salida repentina.

Del otro lado de la mesa, Limestone clavaba los ojos en su padre, ella ya estaba alterada con lo sucedido, no hacía falta pasar la histeria, en su mente le rogaba que inventara cualquier cosa para preservar la paz en la mesa.

Y al fondo de la mesa estaba Maud, quien observaba a sus hermanas con una expresión tan neutral como siempre.

Había reglas en la mesa, estaba prohibido hablar de religión, de amores fallidos y por supuesto, temas sexuales.

No es que los Pie sean unos mojigatos, es solo que de esta manera la hora de la cena es más amena.

Igneous Rock intentó meter el tema dentro de una de esas categorías para esquivar la pregunta, pero no era posible, a menos que fingiera haberse topado con una antigua pareja (todos saben que la única chica en su vida ha sido Cloudy) podría excusarse alegando que era algún culto a un dios cuyo nombre es difícil de pronunciar, pero eso sería malo para él.

Ya se visualizaba en la cama, esforzándose por dormir mientras su mujer cuestiona todo acerca de ese nuevo dogma y haciendo puntos de comparación innecesarios con sus creencias y costumbres.

¿Tema sexual? A menos que quiera enfurecer a Cloudy con la posibilidad que su mente imagine que alguien se le insinuó a su marido, no es la mejor opción.

Igneous no mentiría, por las razones anteriormente nombradas y principalmente, porque no tiene imaginación.

Su modo de vida cuadrado lo llevaba a siempre decir la verdad y por más que sabía que esta vez era mejor una mentira, contó lo sucedido, algo seco y sin mucho detalle, pero lo básico, tal como él hablaba.

- un potro quería comprar nuestras tierras.

Las orejas de Marble Pie se levantaron cual alas de un pegaso al emocionarse de más.

Limestone sintió como si su estómago callera desde su pecho hasta donde terminaban sus intestinos.

Cloudy levantó ambas cejas y se quitó los lentes dando un efecto algo dramático.

Maud permaneció quieta cual maniquí (como siempre)

- ¿Cuánto ofrecían? – preguntó Marble intranquila.

- eso no importa – se adelantó Limestone – la granja no se vende ni por todo el oro de Equestria.

Igneous sorbió un poco de sopa mirando la escena, a decir verdad, Limestone decía exactamente lo que él pensaba, no hacía falta dar su opinión.

- Pero si era alto el precio… ¿por qué nuestra granja? ¿y qué tan desesperados están para hacer algo malo?

- todos tenemos muchas preguntas – declaró Cloudy – eso incluye a tu padre y hermana, conociéndolos, ni siquiera escucharon cuanto ofrecía.

Igneous Rock asintió con la cabeza – no hay punto de negociación.

- ¿y si querían los cuarzos?

Limestone casi hizo un gesto caricaturesco al sentir que el estofado se le iba por otro lado, Marble habló justo cuando estaba en medio de un trago en donde dejó la cuchara a un lado y bebió directamente del plato.

- ¡JODER! – alcanzó a declarar por el dolor – ¡tenías que ser una adivina en el peor momento!

- ¡¿nos quitarán los cuarzos?! – preguntó Marble toda alterada.

- Eso sería terrible – dijo Maud recargando la cara en la mesa.

- ¡Sin ellos los monstruos vendrán!

- Mis bebes… - Maud acariciaba la mesa imaginando que se trataban de aquellos cuarzos con propiedades extraordinarias.

Las piedras en cuestión rodeaban (desde el interior de la reja) la granja, concentrando energías que provocaban que los muertos vivientes de afuera se la pensaran dos veces en acercarse, un efecto parecido al de los silbatos para perro.

- nadie quitará esos cuarzos de su lugar – Igneous intentó imponer la calma – no hay manera de que sepan de los cuarzos.

- pero lo saben ¿no? – Cloudy miró a Igneous haciéndolo sudar, no podía mentirle, así que solo asintió con la cabeza.

Marble se sujetaba fuertemente a la mesa, y tal cual como le nació, pronunció una par de cosas que marcarían el momento – oh…oh…


3 Horas después, Maud lavaba los platos, Marble pulía la mesa con una franela, Limestone hizo lo imposible por convencer a sus padres de descansar mientras ellas recogían todo.

Limestone Pie serró con llave la alacena (era bien sabido que algunos llegaban a buscar bocadillos nocturnos) se giró y de brazos cruzados dijo lo que tanto se guardó.

- ¿Marble, que hiciste?

La chica levantó la vista, su hermana lucia molesta, otra vez… - n…n- negó con la cabeza apresurada, no tenía idea de que hablaba Limestone, esto solo la hacía ponerse más nerviosa impidiéndole hablar claramente.

- ¿No? ¿no qué?

- Sea lo que sea yo…

- ¿Qué no fuiste? ¡estás preocupando demasiado a Má y Pá! Dudo mucho que Má haya echo esa pregunta por convicción propia.

- ¡Yo no la convencí de nada! – contestó aterrada, frunciendo las cejas y abriendo los ojos.

- Pero es lo que siempre haces.

- Se pelean tanto que Boulder se asusta – Maud se giró, con una roca en su mano, extendiéndola casi como si la alabara – discúlpense con Boulder.

- Tienes problemas, Maud – afirmó Limestone.

- Todos los tenemos – prosiguió Marble.

- No es verdad.

- Claro que sí, Limestone, Má no dice lo que piensa, Pá nunca dice nada, Maud no se expresa.

- Eso dolió – declaró Maud con su típico tono neutro.

- Y si, a veces me altero demasiado.

- ¿A veces? – Limestone soltó la pregunta irónica del día.

- Pero tú tienes problemas de ira hermana, es hora de que lo enfrentes.

- Concuerdo con Marble – Maud colocó la roca en su hombro – no tienes razón para enojarte esta vez.

- ¿ah no?

- no, tienes miedo.

- esto es absurdo

- Limestone- siguió la chica de mirada neutra – tienes miedo, Boulder tiene miedo, yo tengo miedo, no tienes por qué avergonzarte.

Limestone y Maud se vieron fijamente, error por parte de la pony gruñona, pues en una pelea de miradas, Maud siempre gana.

Los ojos de Limestone cambiaron, aceptando su derrota, abrazó a su hermana, segundos después susurró a su oído – solo quiero protegerlos.

- lo sabemos- se separan- todos lo sabemos, pero tienes que dejar de ser tan cerrada, no estás sola.

- entonces… - las dos hermanas miraron a la tercera - ¿ya podemos ir a dormir?

Maud mostró una sonrisa, la más grande que podía mostrar (eso no le quita el hecho de que es casi imperceptible) – ya hemos terminado, solo antes, háganme una promesa.

Marble y Limestone miraron a su hermana curiosas.

- No importa cuántas veces discutamos o en cuantas ocasiones se coman el almuerzo ajeno.

Marble miró a otro lado con culpa.

- somos familia, nos cuidamos entre nosotras pase lo que pase.

- siempre ha sido así – dijo Limestone mostrando que tal vez esa promesa era algo innecesaria – y siempre será así.

- lo prometo- dijo Marble dejando a Limestone como una antipática.

La chica suspiró – de acuerdo, lo prometo.

- y yo también – finalizó Maud y otorgó un beso en la frente de sus hermanas, se dio la vuelta y caminó recitando la siguiente oración – terminen de lavar los platos.

- pero eso era tarea tuya- renegó Marble.

- es su castigo por pelearse.


Cuando Limestone abrió los ojos, se dio cuenta de que el sol ya había salido, para poner las cosas más raras para ella, ninguna de sus hermanas estaba en su cama.

La escena le recordó a un momento lejano, en su niñez, la última vez que se levantó tarde tenía 13 años, nuevamente, la melancolía estaba en el aire, Limestone ya no sabía si era un buen o un mal augurio.

Giró la cabeza, una mesita de noche acariciaba su cama, con una lámpara inservible, un despertador sin pila y algo nuevo, un collar de rocas de dulce.

El hilo con dulces duros de textura rocosa era la gota que derramó el vaso, si levantarse tarde la hacía sentir como una niña, esto solo reforzaba el sentimiento.

Era para ella, no habría duda, seguramente fue Maud quien estaba de graciosa.

Lo primero que hizo al sentarse en la cama, fue tomarlo, olerlo un poco… valla, los dulces estaban algo añejos, pero que más da, a Limestone le gusta participar en las tonterías de sus hermanas (aunque le cueste haceptarlo)

Se lo puso, además de esto, lo único que tenía encima, era una camiseta sin mangas de color blanco, y unos calzones rosas con elásticos obscuros, pero no por mucho.


En una abrir y cerrar de ojos, Limestone se vistió, no tardaría una eternidad en elegir su ropa como harían otras chicas, ella solo tardó un minuto en salir de su cuarto, ya con un pantalón de mezclilla algo acampanado, encima de la camiseta un suéter con cuello de tortuga color violeta grisáceo y un chaleco morado obscuro, sin mangas.

En sus manos, un par de guantes negros con anillos violetas en la base de los dedos, desnudes en las palmas, hachos de alguna fibra resistente con la cual podría trabajar con las piedras más afiladas sin cortarse.

Sus gruesas botas le permitirían caminar por toda la granja y no se desgastarían, su cabello se meneaba paso a paso, las rocas de dulce que colgaban de su cuello chocaban entre sí con el sube y baja de su pecho, ella estaba lista para empezar sus tareas, positiva, volviendo sonreír como cuando iba de "exploración con sus hermanas"

"el armario embrujado de mamá" "los duendecillos bajo los cristales de la caverna" "la sociedad secreta de los gusanos en el fondo del pantano corshok (osea, los bichos que se acumulaban en el charco que se formaba tras la casa)"

Limestone se ruborizó, esos juegos eran muy estúpidos, pero si tenía que ponerse un poco tonta para estar con sus hermanas, adelante.

Cuando la pony salió por la puerta, lo primero que vio fue el tractor sucio frente a su casa, seguido, la torre de madera donde Maud vigilaba con binoculares los alrededores (ordenes de su padre al estar un poco preocupado por los ponys del día anterior) sorpresa, ella también tenía un collar de rocas de dulce.

Limestone caminó hasta quedar bajo aquella torre de 5 metros, miró para arriba y rodeando su boca para crear una especie de megáfono, llamó a su hermana.

- ¡MAUD!

La pony se asomó, su expresión era neutral, como siempre pero no por eso no saludaría a su hermana mostrando su mano izquierda.

- ¿DE DONDE LOS SACASTE? – Limestone tomó con una mano y agitó las piedras que colgaban de su cuello.

- Creí que los habías hecho tu – dijo la yegua tranquila, solo para dejar a Limestone con el ojo cuadrado.

- ¿HABRÁ SIDO MARBLE?

- si lo hizo dale las gracias de mi parte – Limestone se sintió algo tonta al notar que estaba gritando de más, ella entendía a Maud a pesar de su pasividad al hablar.

Ella respiró profundo, y caminó al tractor, debía limpiarlo (al menos eso se propuso)

Sus herramientas, tres trapos, dos cubetas de metal, el una había agua limpia, en la otra, agua con jabón, un palo de escoba para alcanzar los sitios difíciles, amarraría uno de los trapos a la punta y así se usaría en caso de que sus manos no quepan en ciertas superficies.

Allí estaba la chica enjabonando, cuando Marble llegó detrás de ella, haciéndola voltear a la vez que enjuagaba el trapito en el jabón para retirar la mugre adquirida.

Marble tenía una sonrisa tan tierna he inocente que Limestone casi suelta un "AWWW" al verla.

- ¿Ahora qué pasó?

- ¿Tu hiciste esto? – Marble señaló al colar de rocas que ella llevaba puesto.

Limestone torció los ojos - ¿tú tampoco fuiste?

La chica de cabello largo se descubrió el ojo retirando el largo y lacio copete- espera, ¿no eras tú?

- Tampoco Maud.

- ¿Entonces quién?

Ambas quedaron un rato calladas, imaginando quien era el culpable, sin embargo, la respuesta fue rápida, llegó junto con una extraordinaria coordinación de un chasquido de dedos y que las dos hermanas hablaran a la vez como un mismo ser mientras se señalaban con el índice perteneciente a la mano con la que tronaron los dedos.

-Má.

Esa era la conclusión, era su madre quien quería regresarlas a la época cuando eran niñas, ella es bastante simpática con su familia y la idea de ponerles regalos a sus hijas en un día donde las cosas estaban un poco más tensas de lo normal entraba bien en la cabeza de las hermanas Pie.

Después de todo, era Pinkie Pie quien les pegó ciertas manías con las sorpresas.

Mientras Limestone volvía a sumergir por segunda ocasión el trapo dentro de la cubeta (porque con lo acontecido olvidó que ya lo había hecho) notó como su hermana miraba algo asustada en dirección a la puerta del portón de rejas que protegía el interior de la granja.

Limestone giró su cabeza incrédula, fue un estallido, algo muy rápido y ruidoso lo que abrió las puertas reventando el candado.

Las chicas se cubrieron detrás del tractor por puro instinto, al asomarse, vieron una camioneta sucia, un objeto intruso dentro de su propiedad.

- quédate aquí- dijo Limestone antes de dejar a su asustada hermana.

Con el palo de escoba en las manos, se acercó cautelosa, agachada, el reflejo del sol impedía ver dentro del vehículo.

- LIMESTONE ¡REGRESA AHORA MISMO!

Su padre gritaba, estaba bastante lejos, pero ella le dio poca importancia, quizás porque ya estaba muy cerca, o solo porque la curiosidad la mataba.

Al llegar, asomó la cabeza.

- ¡¿vacío?! – exclamó como un reclamo a la existencia.

- ¡VUELVE AHORA!

Las orejas de Limestone se agacharon cuando lo notó, esta camioneta tenía algo raro, era… era como una caja llena de componentes que sabrá celestial que eran, algo parecido a ver el interior de una computadora.

Si a esto le sumamos los tres cristales que sobresalían de la máquina, y ver cómo giraban lento pero constante mientras comenzaban a emitir un brillo que se volvió más y más intenso, la chica tenia razones para entrar en shock.

Un último grito la regresó a la realidad, su madre, alterada como nunca marcó el nombre de Limestone alrededor de 5 kilómetros a la redonda y solo en este momento, la chica se dio media vuelta y comenzó a correr.

Un estallido, del equipo dentro de la camioneta emergió una honda expansiva transparente que rompió los vidrios de la camioneta y abarcó un perímetro gigantesco.

Limestone se tiró pecho tierra, solo para sentir un látigo de energía pasar por su espalda y dejarle los pelos de punta.

Cuando entre agitadas respiraciones y el aturdimiento, la pony miró a su alrededor y comprobó que aquello no había hecho mayor daño visible más allá de los vidrios de la camioneta, se levantó.

Su padre estaba en la puerta de la casa, con una expresión de horror y el corazón queriéndole escapar por la garganta.

La chica de chaleco morado miró a su hermana de cabello largo.

- ¿y eso que fue?

Una ola de gritos desgarradores y rugidos aterradores llegó para golpear a las chicas, al mirar, los arbustos fuera de las rejas comenzaron a sacudirse, y de pronto, ponys.

Ponys de pieles carcomidas y ojos en blanco que se empalmaban en la reja.

Los más agiles, los pegasos, saltaban la reja, los terrestres, al ser más fuertes, la tumbaron en segundos.

- ¡TODOS MÉTANSE A LA CASA AHORA! – Rugió Igneous dejando salir una voz desesperada, una que sus hijas nunca habían escuchado salir de él.

Limestone corrió espantada, era impresionante, la granja comenzaba a tapizarse de cadáveres vivientes y ella se veía como una ardilla en medio de un lago que se llenaba desde todos lados.

Frenó, faltaba algo importante - ¡MARBLE! Su hermana estaba paralizada del miedo, mirando al ejercito de zombis llegar.

Marble no escuchó a su hermana, más que el shock, lo que la ensordecía eran cientos, quizás miles de pasos furiosos de zombis inundar sus oídos.

Marble no hizo nada cuando el payaso saltó hacia ella, como un animal rabioso que la destrozaría para calmar esa ira irracional que lo dominaba.

Aquel zombi se detuvo cuando su cabeza explotó, una bala centró entre sus ojos, era su padre, disparando con su revolver mientras se acercaba.

Alguien la tomó del brazo, su hermana Limestone, cuando la vio al rostro comprobó que ella, aun siendo una chica ruda, estaba tan asustada como ella.

- ¡HARÁS QUE NOS MATEN! – alcanzó a escuchar antes de que la arrastrara a la casa, ni tiempo le dio a entender dónde estaba.

Pasaron junto a su padre - ¿DÓNDE ESTÁ TU MADRE? – les preguntó mientras ellas erguían dirigiéndose a la casa.

- NO LO SÉ- dijo Limestone, recordaba haberla escuchado, pero no la vio en ningún momento.

Se detuvo, era una locura hacerlo, pero escuchó a su madre como si estuviera desde un lugar alto, la torre donde Maud vigilaba.

- ¡allí! – Señaló la torre y efectivamente, las dos estaban allí.

- ¡ENTREN YA! – ordenó el hombre – ¡yo iré por tu madre y tu hermana!

Limestone quería ayudarle, pero ahora tenía una pony espantada a su cuidado, corrió llevándola de la mano, la dejaría en su cuarto e intentaría ayudar al resto de su familia cuando estuviera a salvo.

Igneous corría y disparaba los zombis que se acercaban, especialmente a los pegasos, quienes sobresalían de la multitud por su velocidad y forma de odiosa de desplazarse, arrastrándose cual animal rastrero.

Miró a su amada, ella parecía cómbense a su hija, Maud Pie, de usar la tirolesa antes para escapar.

Pareció resultar, pues Maud Pie se colgó de aquella cuerda con un trozo de franela, cuando se deslizó, se maldijo por haberlo hecho, en ese momento un pegaso llegó hasta la sima y atacó a su madre.

Igneous debía actuar, levantó su arma y apuntó al Pegaso zombi que forcejeaba con su esposa, otro ruido fuerte, esta vez, el de la madera quebrándose, cediendo, la torre se vino abajo producto de la cantidad exagerada de zombis que trataban de subir por los pilares de la misma.

El escandalo fue espantoso para las chicas que ahora subían las escaleras, como toque especial para hacer el momento más horrible, el derrumbamiento de la torre llegó hasta ellas, acompañado de un desgarrador grito.

- CLOUDY!

Seguido de esto, llegó un silencio sepulcral, mismo que Limestone vio terminar de la peor manera, con la voz de su hermana, sonando como toda una niña que llora en silencio.

-mamá…?

La puerta fue derribada, un pegaso la destrozó arrojándose a sí mismo contra ella, quedó a la vista de las hermanas y ellas, a la vista de la criatura.

-a tu cuarto- dijo Limestone antes de que el zombi corriera asía ellas, la pony con el palo de escoba en la mano, empujó a su hermana para que se alejara, y bajó las escaleras apurada.

En realidad, ella no era fan del golf o algo por el estilo, pero cualquiera habría jurado lo contrario, cuando se detuvo a la mitad de las escaleras, y golpeó el cráneo del zombi que se arrastraba, tirándolo de las escaleras y partiendo una parte del palo de escoba dejándolo más corto, pero con una punta afilada.

Ahora quien entraba por la puerta principal era su madre, parecía aturdida, como si se hubiera golpeado muy duro en la cabeza, pues se la sostenía con una mano y tambaleaba al caminar y había perdido sus lentes.

El pagaso que Limestone tiró, fijó su vista en Cloudy, después de retorcerse un rato en el suelo, en cuando se puso en dos cascos para llegar a la pony aturdida, Limestone llegó desde atrás, clavando la punta de madera en su espalda como lanza de espartano.

El pegaso se giró, con la lanza improvisada en su espalda, encorvado y gruñendo de dolor y furia.

Un zarpazo, Limestone lo evitó, con una mano lo tomó del hombro para llegar hasta atrás de él y tomarlo de las orejas.

Su rodilla rompió de varios golpes las vértebras pertenecientes a la espalda baja del huesudo pony.

Quedó en el suelo, sacó la lanza de su espalda y la clavó en la nuca, la desenterró, sabiendo que tendría que usarla pronto.

Y su madre… ¡no estaba!

Limestone corrió por toda la planta baja de la casa, la encontró en la cocina, parada cual estatua, con su mano en la sien derecha.

- ¡Má! – trató de hacerla reaccionar.

Lo consiguió, la yegua se giró lentamente, su rostro pacifico, su boca mostraba los dientes y describía una "D" recostada sobre su panza, sus ojos estaban llorosos y su nariz temblaba.

Se retiró la mano, dejando ver que tenía la palma ensangrentada, de la sien que sostenía comenzó a escurrir el tan temido liquido rojo, las lágrimas brotaron, ella dijo una palabra.

- corre…

La ventana junto a ella se rompió, unas esqueléticas y putrefactas manos la tomaron de la cabeza y la jalaron fuera de la casa.

Limestone explotó en furia, alcanzó a tomar a su madre de los cascos, no se la llevarían tan fácilmente, pensaba ella, sin embargo, la situación era absurda, se notaba la desesperación de Limestone al pelear, al forcejear contra una docena de manos que ya despedazaban ese trozo de carne que era su madre.

Cuando la pony emitió un desesperanzador alarido, soltó a su madre, pues miró claramente como su cráneo se desprendía del cuerpo, y esos monstruos devoraban los restos cual vagabundos ambirados.

La chica estaba tan desesperada, tan furiosa e impotente, que solo corrió lo más rápido que pudo, al llegar a las escaleras, escuchó como rompían más ventanas, como derribaban la puerta trasera y entraban por todas partes.

Llegó a su cuarto, solo para toparse con que su hermana Marble, no estaba y la ventana se encontraba abierta, temió lo peor y se asomó por la misma.

Fuera, los zombis formaban un espeluznante dibujo, en de un circulo, como una rosquilla, una dona hecha de cuerpos que se agachaban a un punto en específico… probablemente, donde estaban los restos de Marble Pie.

La escena era imposible, esto no podía estar pasando, si hogar entero, había sido demolido, su familia fue brutalmente asesinada y ella, estaba en el peor punto de la granja, en medio de todo.

Mas zombis entraban a su habitación, salió por la venta, se las ingenió para llegar al techo y se acurrucó cómo pudo, topándose los oídos, los zombis eran muy ruidosos, tal vez se estaba volviendo loca, pues juraría que esas cosas le hablaban,

Gritaba en un intento de que callaran, ella no se había dado cuenta, pero en ese momento, se rompió.


Han pasado 5 horas, Limestone aún mira el cielo, con los ojos enrojecidos y las mejillas pegajosas, la boca seca y los parpados rosados, si los serraba o abría, un dolor los llenaba, esto solo podía ser una pesadilla, y en cualquier momento debía despertar.

Finalmente, se movió, como un animal asustado se arrastró temblorosa hasta la horilla del techo y miró en el suelo, a los zombis metidos en un estado de reposo, donde apenas y se mueven más allá del tambaleo por su mal equilibrio.

Limestone serró los ojos con fuerza, le dolieron, sus dedos intentaban clavarse a la madera que apretaba, se giró para ver el cielo, se tapó los ojos, se enterró sus uñas a la piel de su rostro tratando de liberar el coraje, el dolor.

Limestone lloraba en silencio, no importa que ya lo haya hecho hasta el hartazgo, no era suficiente, ella era un pez rodeado de tiburones y no podría hacer nada para evitarlo.

Entre lamentos que rozaban lo inaudible dijo el nombre de sus hermanas, tras apretar su cabeza con furia entre sus manos gimió Pá… sollozó Má, chilló mientras inútilmente trataba de arrancarse las orejas, a ver si con ese dolor podía ignorar en actual.

Tal vez debió ser más cálida con todos, era horrible pensarlo… pero la verdad es que ella pensaba que no tenía que decir cuánto los quería para que lo supieran… y ahora ve que no era así.

Un par de horas más tarde, los zombis comenzaron a irse, ¿a dónde? Quien sabe, pero ese comportamiento inusual poco importaba, la granja estaba despedazada, los cuarzos que se supone mantendrían a los zombis a distancia ni siquiera fueron vistos por la chica.

Ella pasó caminando, con la cabeza baja, su casa parecía un queso gruyere de tantos abejeros, sus cascos temblaban con cada paso, sus manos parecían haber muerto, su mirada estaba perdida… su alma, estaba rota.

No todo estaba perdido, la silueta de un corcel entre los arboles le hizo sentir su corazón latir nuevamente.

Mientras apretaba los dientes y el yanto volvió a tomar fuerza, ella se arrojó hasta su padre, abrazándolo con tanta fuerza que a ella le dolía, pegando su rostro a su pecho, para que las prendas del pony que la crio ahogaran sus gritos desesperados.

Algo la enfurecía, su padre no hizo nada por consolarla, estaba totalmente quieto y de no ser porque lo oía respirar, Limestone pensaría que estaba muerto.

-hija…- musitó con un dolor profundo.

Limestone despegó la mitad de la cara de su padre, abrió un ojo y entonces lo entendió.

Ella se aferró a su padre con más fuerza que nunca, la rigidez que adquirió era similar al de la piedra, ella podía sentir como los cachitos de corazón que le quedaban eran pisoteados por el destino.

- eres la última de nosotros…

- ¡no! – chilló – ¡no por favor!

- Limestone…

- ¡no puedes hacerme esto!

- ¡Limestone!

Su padre la tomó de los hombros y regaló una fuerte sacudida para que entrara en razón.

- hija… me mordieron…

Limestone apretó los puños y guardó silencio mordiéndose la lengua.

- eres la última de nosotros, de ti depende si nuestro legado continua.

- papi…

Igneous la soltó con cuidado y antes de que se diera cuenta, él ya colocaba su revolver en las manos de su hija, envolviéndolo con las mismas.

- te amo mi niña.

Limestone dio un suspiro ahogado mientras su padre la soltaba y deba varios pasos atrás.

-papi… no lo quiero… no quiero tu arma, no quiero la granja… - levanta la mirada y sus ojos llenos de venas y humedad pegan con los cansados ojos de su padre – quiero a mi familia…

El hombre no pudo evitar ver a su hija con tristeza – sé que puedes seguir sin nosotros cariño.

La mano temblorosa de Limestone acomoda el revólver, y lo levanta lentamente.

Cuando por fin llegó el cañón a donde debía llegar, Limestone dijo la última cosa que su padre escucharía.

- Te amo.


En sus manos estaba el arma que acabó con la vida de su ultimo familiar, se ponía obscuro, la caverna donde estaba no parecía suficiente para pasar la noche, todo estaba en su contra… no tenía caso.

Sería tan fácil usar esta misma arma ahora, de hecho, lo fue, fue muy fácil llevarla hasta su sien, fue muy fácil colocar el dedo en el gatillo.

Lo que estaba por hacer, era algo que criticaba cada vez que tenía la oportunidad, era lo mismo que le reclamaba a su hermana Marble en sus múltiples intentos por dejar de sufrir.

Era estúpido no valorar la vida, pero… ¿Qué valor tiene ahora que ya no hay nada por lo que luchar? ahora que no podía verlos, ahora que no podía tocarlos, ahora, ahora que nadie le diría que no lo hiciera, ahora, que nadie le podía decir… no estás sola.


MLP LODM

Título del fic: La ultima Pie.