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¡Hola! O3O/ Este fic será para escribir de ships que no sean Jerza. No que el Jerza no aparecerá camuflado :x Para inaugurar el fic inicio con el Stingue que me pidió la ganadora de la rifa entre los reviews de "Mi Maid" NwN/ Que lo disfruten.

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Dedicado a:

Ely Vazquez

~Me tardé un poco. Pero espero lo disfrutes igual Dx~

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Disclaimer I: Fairy Tail no me pertenece. Pertenece a Hiro Mashima. La historia cursi y fluffera es mía.

Disclaimer II: El Stingue pertenece a la diosa Nym. Yo solo intento dar una ofrenda digna de ella. QwQ


Apostilla:

Rated: T.

Pairing: Stingue.

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01

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Oportunidad

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El paquete tocó la madera oscura de la barra barnizada y él sonrió.

Los miércoles se habían convertido en su día favorito de trabajo.

Firma y sonrisa ―colocando la tablilla con la hoja de recibido en la mesa, le pidió al chico de cabello oscuro que secaba un par de vasos a unos pasos de él, al igual que cada miércoles desde hacía poco más de un mes el joven solo se acercó a firmar y a tomar el paquete que iría luego a la oficina de la dueña del bar Jupiter´s Daughter.

Que la puerta de empleados esté abierta no te da el derecho de entrar ―el azabache le recordó como siempre hacia.

Sabía que estarías ocupado y no quería molestarte ―el mensajero posó su codo sobre la barra y recostó su cara en la palma de su mano.

No deberías preocuparte por eso, es mi trabajo y por eso me pagan, por otra parte, si la señorita Minerva te ve haciendo eso no saldrás bien librado y yo también pagaré por eso. No vuelvas a hacerlo o te sacaré a patadas ―amenazó mientras colocaba un vaso con refresco frente al rubio y un platillo con maní.

Sting sonrió divertido.

Una de las cosas que más le causaba interés en el chico del bar era esa dicotomía de palabra y acción, mientras que sus palabras eran una oscura amenaza, sus acciones eran gentiles.

Y por eso le gustaban los miércoles.

El único día en que su ruta como mensajero de medio tiempo le permitía ir a ese bar, y por eso él elegía pasar justo una hora antes de que el bar abriese al público, ya que así podía encontrarlo a él solo y podía aprovechar la oportunidad para hablarle.

Rogue ―llamó el mensajero al joven que continuaba secando vasos, había averiguado su nombre leyendo su firma porque él nunca se lo quiso dar―, ¿qué día tienes libre?

Eso no te interesa ―respondió sin inmutarse para luego agregar con una sonrisa torcida―, Sting

El rubio tosió porque casi se atraganta con el maní al escucharlo decir su nombre.

«¿Desde cuándo lo sabe?»

Tu tablilla tiene ese nombre escrito por todo lado ―continuó Rogue como si le hubiese leído la mente―, no sé si eres narcisista, tienes problemas de aceptación, amas a ese cantante como una quinceañera en celo o pretendes ser famoso y prácticas tu firma ―apuntó pasándole una servilleta para que se limpiase la boca―, aunque si es lo último te aviso que ese nombre ya fue tomado y tiene un peso de fama demasiado grande como para que te sirva.

Sting rió.

Mi mamá estaba enamorada de ese cantante, así que me nombró así.

No la culpo ―Rogue subió los hombros―, aunque si me pregunto si tu padre sabe que no eres su hijo legítimo, es obvio que tu madre guarda un gran secreto de su época de fan.

Sabes, puedo contarte sobre mi escandalosa concepción en tu día libre ―aprovechó la burla de Rogue para invitarlo a salir, esa había sido su intención desde que había entrado al bar―, me desnudaré por completo ante ti ―apuntó socarrón y por fin escuchó una risa del joven bartender.

Ahora estaba más interesado en él.

Salir con un chico adinerado nunca ha sido mi estilo ―Sting le miró sorprendido y Rogue tomó el vaso vacío de su mano―, y mis días libres no existen.

Oye, ¿cómo-?

Has venido aquí durante más de un mes y cada día traes una cara chaqueta diferente, eso sin contar las camisas de marca. Algo bastante extraño para un simple mensajero ―los ojos rubí del chico brillaron inteligentes.

Sting se sonrojó.

Pensó que estaba haciendo bien su papel de persona común y trabajadora, pero al parecer era inepto en ello o ese chico era demasiado observador.

Por orgullo propio se decidió por la segunda opción.

Así que ―carraspeó para tratar de recuperar su temple―, me has estado observando atentamente ¿eh? ―intentó ladear la mejor de sus sonrisas pero está flaqueó al ver la que Rogue ya había puesto en la de él.

Maldito fuese. ¡A la hora que se le ocurría sonreír!

De nuevo sus mejillas se calentaron.

Mi trabajo como bartender es servir tragos y mantener un ojo en cada persona que entra. No te vayas a sentir a especial.

¿Así que no lo soy?

No, no lo eres.

¿Y no quieres saber porque un niño rico trabaja de mensajero?

Nop, ya imagino varias razones ―de un momento a otro Rogue había dejado de arreglar la barra y había terminado sentándose frente a él, ni siquiera el notó ese cambio.

Dilas ―retó Sting con una ceja alzada y Rogue aceptó el reto con una elevación ligera y engreída de la comisura de su boca.

Odias tu apellido.

Para nada, ¿sabes a cuántos lugares puedo entrar gratis gracias a él? ―Rogue puso los ojos en blanco pero igual sonrió.

¿Quieres demostrarle a tus padres que eres más que tu apellido y herencia?

Nop. De hecho mi autoestima es bastante alta como para eso.

¿Eres el menor de la familia y no te toca nada del dinero?

Tengo el nombre de un famoso amado por mi madre ―chistó engreído―, es obvio que soy el preferido. Además ―le señaló con el dedo antes de lanzar un maní al aire y atraparlo con la boca―, soy hijo único.

Ya veo ―Rogue dio dos golpecitos con el dedo a la madera que soportaba el trajín de copas y botellas todos las noches―, eso lo resuelve todo.

¿Lo hace? ―volvió a retar con una ceja.

Tus padres quieren enseñarte el valor del dinero antes de dejarte la empresa, te han mimado mucho y por eso creen que debes ver lo difícil que es para algunos obtener lo que tú has obtenido solo con mostrar tus lindos y blancos dientes.

Sting soltó un bufido y alzó las manos en actitud de falsa derrota.

Acertaste ―bajó las manos hasta la barra logrando un sonido amortiguado con el golpe contra la madera que olía a desinfectante de limón― Ahora dime a dónde quieres ir y te llevaré como premio.

Buen intento en alguien con cero interés en ti―contestó mientras se levantaba del banquillo―, y creo que es hora de que te vayas.

¿No me digas que cruce un límite?

―el azabache señaló a la ventana amplía de la parte frontal del bar―, creo que esa es tu tercera multa. ¿No?

Sting parpadeó confuso y siguió la dirección de su dedo.

¡Maldición! ―se quejó y se levantó corriendo, esa sí era ―o podría ser― su tercera multa del mes y todas en el mismo sitio por quedarse en el bar intentando hablar con Rogue. Si se la daban le iban a suspender la licencia porque aún no había pagado las otras. Tenía que llegar antes de que el inspector de tránsito terminase de bajarse de su patrulla.

Rogue rió mientras veía Sting suplicar para evitarla.

Tal vez había mentido un poco hacía un rato.

En realidad si había un cierto porcentaje de interés…

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] R & S [

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Colocó el paquete en la mesa y un vaso resbaló hasta él.

Ya iban más de tres meses con esa rutina.

¿Cuántas veces te he dicho que dejes de entrar por esa puerta? ―preguntó sin voltear a verlo.

Las suficientes veces como para que sea extraño que no te molestes en cerrarla todos los miércoles ―respondió sentándose en la barra,

Rogue ahogó una sonrisa y terminó de revisar el almacenamiento de hielo para luego sentarse frente a él, Sting sacó su móvil de la bolsa de su nueva chaqueta negra, lo desbloqueó y se lo pasó junto a la tablilla de firmas.

Tu firma y tu número.

Rogue solo firmó.

¿De verdad alguna vez esa técnica funciona en alguien? ―se burló devolviéndole la tablilla.

Te sorprenderías ―le apuntó con el dedo―, con la mayoría solo necesito una sonrisa y un guiño.

Claro, de seguro ellos ya saben tu apellido también, y el dinero detrás del apellido.

Eso… también ―Sting sonrió pero Rogue vio que no era una sonrisa sincera, no había llegado a iluminar sus ojos azules. Por primera vez se le vino a la cabeza que Sting padeciese del mal que siempre perseguía a los adinerados.

Lameculos interesados.

Se sintió un poco mal por eso, Sting le parecía interesante solo por ser Sting, pero al parecer estaba rodeado por personas que pensaban diferentes.

Su mano se movió sola.

Odio las llamadas, limítate a los mensajes de texto ―le amenazó mientras le devolvía el móvil.

Sting abrió la boca incrédulo.

Parece que el oficial Orga decidió dar su ronda temprano ―continuó Rogue mientras Sting veía el número de teléfono agregado a sus contactos―, yo que tu salgo corriendo.

El rubio ahogó una maldición y corrió a su motocicleta.

Hubo multa, pero no importaba, había obtenido algo que lo compensaba por mucho…

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] R & S [

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Era la tercera vez que salían juntos y aún no se arrepentía de haberle dado su número de teléfono.

Era extraño y a la vez agradable.

Desde que había dejado su pequeño pueblo para poder estudiar en la universidad Sabertooth solo se había enfocado en trabajar para pagar la alta matricula ―a pesar de su beca―, sus libros, su pequeño apartamento, y la comida de su gato que siempre iba primero que la suya propia.

La verdad fuese dicha sino fuese por él bar y su comida de empleados estaría en los huesos.

¿No te gusta? ―la voz de Sting lo sacó de su pensamiento.

Está buena ―respondió Rogue comiendo de su pizza―, ya que tú pagas no tengo nada de que quejarme.

Si no te gusta solo dilo.

No me quejo de la comida gratis ―terminó de comerse el trozo de pizza―. Menos cuando es a costa de un pobre mensajero de medio tiempo.

Sting rió.

Cuando mis padres me devuelvan mi crédito te llevaré a un lugar mejor y no tendrás que sentirte mal por mí.

Cuando tus padres te devuelvan el dinero empezaré a pagar yo ―respondió Rogue con un inicio de sonrisa―, no es molesto que lo hagas siendo un pobre asalariado, pero sería odioso recibirlo de un niño rico.

Snob ―chistó Sting.

Tal vez ―aceptó Rogue con una sonrisa.

¿Cuándo me presentarás a tu gato? A Lector le encantará conocer a un nuevo amigo―cambió la conversación el rubio.

Rogue mordió otro pedazo de pizza para evitar contestar.

Era un tema difícil de tratar.

Presentarle a Frosch no era problema ―a menos que Sting lo odiase, pero eso solo significaría que era un imbécil que no merecía su interés―, el problema es qué, presentarle a Frosch podría ser un eufemismo para "Quiero conocer tu casa" "Quiero cenar contigo allí" "Quiero ver el orden en tu baño porque eso habla mucho de las personas" y no era lo peor, porque también podía derivar en cosas como: "Veamos una película en tu casa" "¿Me puedo quedar a dormir?" "Estoy afuera de tu puerta, abre…"

Rogue sintió la pizza subir por su estómago.

No estaba seguro de desear eso, no estaba seguro de querer una relación.

Sting se levantó de su asiento y le indicó con la cabeza su destino, Rogue asintió y mientras Sting iba al baño su mirada rubí vagó por todo el patio de comidas del centro comercial al que habían ido después de ver una película, las personas hablaban y hablaban, se sentaban y levantaban, un niño lloraba, un conserje limpiaba y una pelirroja se ponía de puntillas para besar a un azulado que acababa de llegar para luego tomarlo de la mano en donde brillaba un anillo igual al de ella y con una sonrisa idéntica en ambos rostros terminaban desapareciendo en las escaleras eléctricas que llevaban a las salas de cine.

Rogue suspiró.

Era verdad, él no estaba seguro de desear una relación, pero tampoco estaba seguro de no querer estar en una.

Creo que tengo que irme ―Sting volvió con su móvil en la mano―. Mamá descubrió mi nueva multa y quiere darme una charla de responsabilidad vial ―puso los ojos en blanco.

¿De verdad podrás ser independiente algún día? ―Rogue se puso de pie mientras Sting se comía el último trozo de pizza en dos mordiscos y subía los hombros como respuesta a su pregunta, una de las razones por las que Sting solía pagar más que él cuando salían es que el rubio tenía un apetito voraz, algo bastante contrastante con su cuerpo en forma.

Un cuerpo que Rogue notó desde el primer día que entró al bar.

El viento frío de la noche al salir movió el cabello de ambos de lado a lado y al llegar al lugar donde Sting parqueó la motocicleta Rogue se encontró deseando poder enredar sus dedos en ese cabello dorado.

Tal vez para acariciarlo.

Tal vez para jalarlo con algo de fuerza.

Ten ―Sting le pasó el casco con el que él había venido pero Rogue negó― ¿No quieres que te lleve?

Aprovecharé que estoy aquí para ir a la librería ―Sting asintió con una sonrisa casi infantil y Rogue no pudo evitar ese momento en que su cabeza se inclinó a besarlo.

Un roce rápido, pero estimulante.

Rogue… ―Sting susurró contra sus labios pero el azabache respondió besándolo con un poco más de fuerza y no permitir preguntas sobre ese hecho.

El sábado solo tengo una clase en la mañana ―se separó de él―, si no tienes planes para ir a algún spa con tu madre, puedes venir en la tarde a… ―«mi casa» estuvo por decir a conocer a Frosch… ―prefirió el eufemismo.

Cancelaré mi pedicura ―le aseguró el rubio con un guiño y su sonrisa siempre radiante.

Rogue rió.

Lleva a Lector, solo te invito por él.

Eso pensé ―Sting seguía sonriendo luego de ponerse el casco y encender la motocicleta―, estará tan feliz como yo.

Rogue soltó otro fuerte resoplido.

Se estaba hundiendo.

Y lo peor era que lo estaba disfrutando…

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Se había llevado bien con su gato.

Y no solo eso, Frosch estaba encantado con el rubio y aún más con Lector, el gato de Sting. Hasta parecía que conocía a ambos de toda la vida y en todo ese sábado y los siguientes cinco sábados tras ese, no hacían más que jugar por todo su apartamento ―no que fuese tan espacioso como para no necesitar usar todo el espacio para jugar decentemente―; y, hasta en cierta manera, estaba algo celoso de eso.

Pero solo un poco.

Él también se divertía jugando.

Y bien, ¿terror o comedia? ―preguntó Sting tirándose en el sillón a la par de él.

No soportas el terror y lo que para ti significa comedia, para mí significa otra cosa por completo.

Eso es mentira ―Sting hizo un puchero―, después de todo siempre te hago reír.

Reírme de ti es muy diferente a reírme contigo ―Rogue dejó reposar su cabeza en la cabecera del viejo sofá de segunda mano, sus ojos brillando divertidos enfocando a Sting a su lado.

¿De verdad lo es? ―la voz que usó Sting le sorprendió más que tener su rostro a unos centímetros de él tan repentinamente.

Lo es… ¿Te molesta?

Naaa ―negó mientras su dedo repasaba la cicatriz en la nariz del azabache―, que te rías ya es mérito ―Rogue rió y Sting destruyó los centímetros entre ellos para besarlo.

Labios compartiendo el deseo de ambos.

Luego de eso, ya no hubo necesidad de escoger una película…

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El nuevo apartamento era pequeño y acogedor.

Pero lo mejor era que pertenecía a ambos.

Sting había decidido que si sus papás querían seguir con eso de "mostrarle el valor de las cosas" él lo haría del modo correcto y no a medias, del modo en que había visto a Rogue esforzándose por ya casi un año en hacerlo.

En solitario.

O al menos los primeros tres meses, luego habían encontrado una gran solución y oportunidad para el limitado ingreso de ambos, obviamente la respuesta había sido compartir el alquiler.

¿Y qué importaba que ese nuevo apartamento solo tuviese un par de metros más que el anterior?

De hecho era una gran ventaja, porque de esa manera era más fácil encontrar la cama.

Lector y Frosch dormían en el sofá de la sala mientras los dos jóvenes dejaban un camino de ropa y risitas luego de un día pesado lleno de estudios y trabajo, los dos gatos ni se inmutaron cuando la puerta de la habitación de ambos se cerró con fuerza. Los dueños tampoco se preocuparon por el ruido mientras ambos cuerpos caían sobre el colchón que no ayudó a minimizar el chirrido de la cama vieja, ni el sonido contra el suelo de una pequeña botella que les facilitaba ciertos movimientos invasivos.

En ese momento solo existía el calor, y la exquisita fricción de ambos cuerpos gracias al fervor de su accionar, para Sting la respiración del azabache contra su cuello, el pecho duro de Rogue contra su espalda y el trabajo que ejercía su abdomen era más importante, aunque no tanto como la mano que se cerraba contra su empalme endurecido, para Rogue solo había cabida para los gemidos de ambos y la sensación de los besos húmedos que Sting dejaba contra la parte interna de su brazo que mantenían al rubio en un cautiverio consentido bajo él.

Solo eso.

Sudor, fricción, estrechez y deseo.

Mucho deseo en muchos minutos.

Dejando un par de besos húmedos en la espalda de Sting y con un par de empujes fuertes de su cadera, el rubio soltó su nombre mientras su mente quedaba en blanco, llevándoselo a él también con un gruñido.

Y luego exquisita languidez mientras recuperaban la respiración.

Rogue… ―el azabache se acomodó a un costado y abrió los ojos con pereza.

¿Qué?

Necesitamos comprar una cama nueva. Mi apellido aún puede conseguirnos descuentos…

Rogue rió y dejó que Sting se acomodara junto a él y bajo las mismas sabanas.

No había estado mal darle oportunidad al niño rico.

No había estado mal permitir algo nuevo en su vida…

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¿Review?

Gracias por la amabilidad de comentar. Significa mucho.

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Rincón De La Escritora En Proceso:

¡Elyyyyyyyyyyyyy! Traté de usar la idea que me diste por completo, espero que te guste. QwQ Gracias por el apoyo y por la paciencia. xD

Este fic queda como "Completo" pero si me entran las ganas de escribir de ships aparte del Jerza los colocaré aquí. 7w7)r

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Gracias por comentar.

Gracias por leer.

Nos vemos.

Adieu!

QwQ/

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