Notas del Fanfic:

Yuri! on Ice © Mitsuro Kubo, Saya Yamamoto y MAPPA.

Este fanfiction fue escrito sin fines de lucro. Este fics es un poco sad y algo misterioso, ya era hora, solo escribía comedia y fluff. (Aunque escribí esto pensando en cosas terroríficas lol).

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I. Tormenta

Nuevamente todo cambiaba ante sus ojos, nuevas personas, nueva escuela, nuevos amigos, nueva casa.

Un nuevo lugar.

Un lugar que no conocía.

Estaba en un territorio desconocido. Yuri ya había olvidado la razón por la cual sus padres, su abuelo y él se mudaban siempre, solo dejaba que todo fluyera.

Había perdido la cuenta de cuantas veces le había pasado. Estaba cansado y más que nada totalmente estresado, ya no tenía fuerzas para discutir la razón con sus progenitores.

Aunque tampoco recordaba como terminaban todas esas peleas.

Ya todo había quedado desempacado, solo quedaba acomodar las cosas en su lugar, su habitación estaba al rincón, la ventaba daba la vista al muelle y un puente que se usaba para cruzar y más allá se podía ver el mar.

Yuri subió para conocer su nuevo dormitorio, no quería guardar sus pertenencias en los cajones pensaba que en poco tiempo; otra vez, se mudarían y ya no tenía sentido empacar y desempacar, saco algunas de sus cosas, las necesarias para una semana, su madre le había dicho que podía pasear por la casa para conocerla mejor o tratar de habituarse a ella, no le respondió, ella suspiro, la vio irse cerrando la puerta que había abierto.

De repente escucho sus llantos, era normal.

Era normal.

Ya no le importaba.

Más tarde su padre le trajo el almuerzo, como estaba tirado en su cama solo le dirigió una mirada cansada, él puso una cara de dolor, casi como si no pudiera contener su rabia, pero esa ira no iba hacia su hijo, sino hacia su persona.

Yuri recuerda escuchar a su padre culpándose así mismo mientras se mordía su labio inferior haciendo que sangrara, además de apretar muy fuertemente los puños de sus manos.

Comió un poco, pero no bajo al primer piso para nada, la ventana que estaba en su habitación era muy grande y su cama estaba al lado, la abrió y se sentó apoyando uno de sus brazos en la baranda de la ventana.

Estaba haciendo mucho frio, era temporada de lluvias pero aun no caía ni una gota, el sol tampoco aparecía, el pequeño pueblo estaba cubierto por un cielo gris, tan gris que sus ojos verdes se perdieron en ese color tan muerto. Una fría brisa le golpeo el rostro.

Escucho golpes en su puerta y luego la voz de su abuelo.

— ¿Puedo pasar? —pregunto asomando su cabeza.

— Claro...

— ¿Qué te parece este lugar? —arrastro la silla que estaba ahí y se sentó a su lado.

— Muy gris, muy muerto. —Su vista seguía perdida en el cielo, en el horizonte, hasta sintió que el mar se había vuelto más oscuro.

Nikolai suspiro.

— ¿Quieres pasear por el lugar? —pregunto, Yuri giro su cabeza, habían llamado su atención.

— Pero iré solo —se levantó de la cama.

— Llévate el paraguas que está cerca de la entrada... —Vio cómo su nieto salía de la habitación, escucho las escaleras de madera vieja crujir.

Estaba a punto de salir, cuando de repente comenzó a llover. Alzo el paraguas con ambas manos y la abrió, cerró la puerta y se encamino mirando de un lado a otro, no había nadie caminando.

Claro, era un lugar con pocas personas, cuando vinieron en el auto de su padre pudo observar que había una pequeña tienda girando la cuadra, en dirección hacia el muelle.

Busco en su bolsillo alguna que otra moneda, no tuvo éxito.

Se olvidó de comprar algo de ahí.

Que más daba, siguió su camino, giro en la esquina en dirección hacia el mar luego se dio la vuelta, podía ver desde ahí su nuevo hogar, y también vio su habitación, era el único cuarto que tenía la ventana más grande.

La lluvia caía, era un ritmo suave, pero aún seguía siendo agua que podía mojarte.

Siguió avanzando, era extraño, hasta ahora solo vio a una señora correr hacia una casa porque no tenía una sombrilla para cubrirse, pero además de ella no había nadie.

Fue hacia el puente que vio desde su alcoba.

Seguro la corriente de agua estaba incrementando por la lluvia, así que decidió ir a curiosear un poco.

De repente al levantar la vista vio a un chico que al parecer era más alto que el, estaba apoyado en el barandal, mirando hacia abajo, no parecía importarle que las gotas de lluvia lo mojaran.

Su sonrisa era nostálgica, se acercó y se puso a su lado, era como si fuera invisible porque el pelinegro no reacciono.

Dirigió su vista hacia abajo y en efecto la presión del agua se estaba haciendo cada vez más fuerte y crecía, la lluvia empeoro.

Pronto escucho el sonido de esta estrellándose contra el suelo haciendo un ruido muy fuerte, siguió ahí, el chico a su lado no dijo nada.

Yuri se estaba enojando al ser ignorado completamente.

— ¡¿No tienes frio?! —le había gritado para poder ser escuchado.

El chico de lentes levanto su mirada, le sonrió y cerró los ojos agitando su cabeza en negación.

— No —apenas y pudo escucharlo. Su voz sonaba tranquila, como nunca había oído de nadie.

Una tormenta se avecinaba, los rayos en el mar eran visibles y parecían acercarse poco a poco, el viento se hizo demasiado fuerte, los pocos árboles que existían ahí comenzaron a bailar del mismo modo que los cables de electricidad en los postes.

Yuri tomo la mano de ese extraño chico y lo jalo, a lo lejos pudo ver el garaje de una casa, no tenía puertas pero si un techo, no había ningún auto aparcando dentro.

Se refugiaron ahí hasta que pasara la tormenta (al menos esa era la idea), aunque fuera un poco, pero parecía que estaba empeorando. Cerró su paraguas y la sacudió. El muchacho se sacó los lentes y limpio las lentillas, estaba completamente empapado, el agua chorreaba hasta sus pies.

— ¿Por qué no llevas una sombrilla? —le pregunto curioso.

— No tengo necesito una... —dijo acomodándose los anteojos sobre el puente de su nariz.

— Te resfriaras...

— No lo haré —otra vez esa sonrisa.

— ¿Eres de aquí?

— Puede que si...

— ¡Responde bien maldita sea! —ahí estaba Yuri enojándose. El pelinegro soltó una risilla que descoloco al rubio.

— Debo irme —dijo mientras caminaba nuevamente en dirección al puente. La tormenta aún seguía fuerte y empeorando cada minuto.

— ¡Espera! —le grito. — ¿Cuál es tu nombre?

El otro lo merito un momento y luego respondió.

— Yuuri, me llamo Katsuki Yuuri. —No dijo nada más, siguió caminando.

— Yo también me llamo Yuri. —No era momento de estar sorprendido por compartir el mismo nombre, el de lentes paro unos instantes mirándolo de reojo, volvió su vista al muelle.

Plisetsky estaba algo confundido, de repente su celular sonó interrumpiendo sus pensamientos, era su abuelo. Contesto.

Al volver a casa se quitó los zapatos mojados afuera y entro, al parecer sus padres habían salido porque no vio el auto afuera.

Subió escaleras arriba para ver si por la ventana podía ver a Yuuri. Ahí estaba, agarrándose del fierro y la lluvia mojándolo, casi no podía verlo porque la tormenta era intensa, pero ahí estaba.

— Yuratchka, date una ducha o te resfriaras. —Entro a la habitación con algunas toallas en mano.

— Esta bien... —Yuri las tomo. — Abuelo, mira por la ventana, en el muelle, allá en ese puente hay un chico raro sin paraguas —se adentró al baño —es un idiota ¿verdad? —cerro la puerta y abrió la llave para que saliera agua caliente.

Nikolai se acercó a la ventana, curioso por saber qué tipo de muchacho era ese del que hablaba su nieto, lo busco.

No encontró nada ahí.

No había nadie en ese puente.

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II. Ventisca

Yuri no vio a sus padres hasta el anochecer, su abuelo ya se había dormido y él se había puesto a mirar la televisión, aburrido y echado en el sofá largo, ellos lo saludaron y el solo asintió mientras los veía subir a la habitación que se encontraba al rincón, lejos de la suya o la de su abuelo.

Hasta ahora no se había adentrado por la casa, ni siquiera sabía si existía un sótano.

Le entro una gran curiosidad, apago el aparato antiguo con el control remoto y se paró, decidió husmear todo el lugar ya que estaba solo abajo.

Entro a la cocina, era grande y modesta, estaba amoblada, luego fue hacia el comedor que tenía conexión con la cocina, dio una vuelta volviendo a la sala que ya conocía, debajo de las escaleras había una puerta y más allá un pasillo sin salida.

Abrió esa puerta y solo vio uno que otro utensilio de limpieza, algo llamo su atención, vio una pequeña puerta en el piso que al parecer no tenía ningún seguro así que retiro lo que estaba encima de esta y la abrió, estaba llena de polvo, bajo las gradas, había un socket viejo a su lado lo subió arriba y se prendieron las luces.

El lugar no era muy grande, estaba lleno de cosas viejas, desde las más antiguas como una tele cuadrada de mediano tamaño hasta papeles, muchos papeles, al rincón había varios libros, todos llenos de polvo.

Algo entre las cosas le llamo la atención, los periódicos apilados, algunos con cuerdas y otras sin ellas, en el suelo vio uno tirado lo alzo y leyó el encabezado.

"Joven de 15 años se suicida en el muelle."

Yuri vio bien la foto, en efecto era el mismo puente de allá afuera, agudizo la vista para poder ver bien la foto a blanco y negro, el clima era nublado como lo estaba ahora, el mar estaba turbulento. Busco arriba del encabezado la fecha:

"24 de Junio de 1989"

Considerando que en estos momentos era el año 2001, calculo que noticia databa de hace 12 años atrás, casi porque estaban en los primeros días de Junio, la escuela aun no empezaría por el invierno que se avecinaba.

No indago más en el asunto, aunque si leyó el nombre del difunto.

"Victor Nikiforov"

Llevo la revista en sus manos, sacudiendo un poco el moho que se había juntado con la humedad, olía a mil demonios pero no importaba, subió arriba y cerro todo dejándolo tal y como estaba.

Seguro ya era media noche, la tormenta había pasado pero seguía lloviendo un poco.

Llego a su habitación y se encerró, tiro el periódico en un rincón a lado de las cajas que aún no desembalaba, cerro la ventana sin olvidarse de ver bien por si ese chico seguía ahí, era imposible, ya casi amanecía, no había nadie y solo se recostó.

Se quedó profundamente dormido.

A la mañana siguiente, la lluvia seguía pero más fuerte que el día anterior, no paraba. Su abuelo había salido de compras, de manera que su madre entro a su habitación para intentar acomodar algunas cosas, no hablaron mucho aparte de saludarse y preguntarse algunas cosas.

Yuri no tenía hambre, no desayuno.

Una vez más miro por la ventana, el muchacho misterioso estaba ahí, mojándose en la lluvia.

Salió de la casa con el mismo paraguas en mano a su encuentro.

Corrió.

— ¡Yuuri! —le grito. El otro se giró encarándolo.

— Hola, Yurio —le sonrió.

— ¿A qué viene ese apodo?

— Nos llamamos igual y creí que sería confuso...

— Y una mierda, no me gusta.

Yuuri lo ignoro y volvió su vista hacia abajo, Yuri recordó lo que había leído ayer en ese viejo periódico.

— ¿Piensas suicidarte? –soltó sin pensarlo dos veces.

— ¿Qué?

— ¿Cuántos años tienes?

— 23 —Respondió aun sorprendido por la pregunta anterior.

El rubio volvió a calcular las edades, en ese entonces el pelinegro tendría como 11 años de edad cuando sucedió el incidente.

— ¿Por qué siempre estás aquí?

— Es un secreto.

No quiso preguntar más, los días pasaban y la lluvia no daba señal de cesar y si lo hacía de vez en cuando, el cielo seguía nublado; era como si no existiera el sol, Yuri no recuerda haber visto el sol ni una sola vez desde que llego.

Ya eran dos semanas desde que llegaron a ese vacío lugar, la escuela no empezaría si no hasta principios de agosto y ahora estaban en mediados de junio.

Ahora que lo pensaba no recuerda haber visto una escuela secundaria o alguna preparatoria por el lugar, decidió dejarlo para después, más tarde preguntaría a su abuelo o a sus padres, si es que los encontraba, casi no se veían seguido a pesar de vivir bajo el mismo techo.

Yuuri seguía en el mismo lugar de siempre. Yuri lo iba a ver casi todos los días, en esas dos semanas se dio cuenta de dos cosas:

Yuuri no se aparecía por el lugar cuando no llovía.

Yuuri nunca le respondía preguntas respecto al porque se encontraba siempre ahí.

Una noche, curioso y algo ansioso decidió terminar de leer el artículo de ese periódico que encontró en el sótano semanas atrás.

Comenzó a leer...

"Se reportó a las autoridades sobre la desaparición de un joven de 15 años tres meses atrás, al parecer este había llegado a este pequeño lugar por alguna razón, la gente del pueblo dijo que él les había dicho que era huérfano y que decidió venir para buscar trabajo, cuando en realidad no era así. Este domingo 25 de junio, la policía atendió un llamado de emergencia, dijeron que este muchacho había saltado del muelle el sábado 24 a eso de las 1400, como las lluvias son demasiado fuertes en esta época se presume que la corriente lo llevo lejos hacia el mar en dirección a aguas profundas, un grupo de rescatistas buscan el cadáver sin ningún resultado, esperemos que lo hagan pronto."

Tiro el papel viejo al suelo, vio nuevamente por la ventana, no estaba lloviendo, el pelinegro no estaba ahí. El gris lo cubría todo.

"¿Quién eres Yuuri Katsuki?"

Yuri tenía ya algunas deducciones en su cabeza, cada vez que llovía salía para intentar sacarle respuestas a Yuuri, pero este siempre cambiaba de tema.

Hablaban sobre muchas cosas, gustos, lo que odiaban, defectos y otros temas triviales como el tiempo, las personas, algunos lugares en específico.

El rubio creía fervientemente que Yuuri tenía algún tipo de conexión con Victor Nikiforov, lo nombro una que otra vez, pero nada, seguía sin hablar sobre el tema, aunque había reaccionado ante ese nombre y se puso algo nervioso, eso solo confirmaba más sus sospechas.

Paso una semana, en un par de días seria 24 de junio y con este se cumplirían 12 años del suicidio del joven Victor Nikiforov. Más tarde Yuri descubrió que era ruso igual que él.

Ese día a pesar de estar lloviendo, Yuuri no apareció. Yuri no salía de su habitación si no veía a nadie por la ventana.

Los días que no veía a Yuuri, se quedaba esperándolo apoyado en el barandal, se había hecho costumbre.

Luego se cumplieron cuatro semanas, el ojiverde ya se había acostumbrado a su apodo y en venganza le puso "cerdo" al de lentes porque en una ocasión le dijo que subía de peso con facilidad, no se discutió más sobre el tema. Yuuri a veces le contaba sobre el pueblo, la gente y el por qué no habían tantas personas en el lugar o la razón por la que no salían cuando llovía.

Era casi un lugar abandonado al que solo venían turistas de vez en cuando, la infraestructura de ese lugar era mitológica y databa de los años 50, así que era un atractivo turístico para los extranjeros.

Un mes, un mes entero. Si ya había pasado un mes, Yuri de alguna forma volvió a sonreír, le gustaba hablar con Yuuri, le gustaba pasar su tiempo con él, aunque a veces le daba punzadas en la cabeza cuando intentaba recordar su pasado, solo sabía que se mudaba mucho, tenía dos padres y un abuelo, pero nada más...

No podía recordar nada más aparte de eso.

Era extraño.

Agradeció internamente que el pelinegro no le preguntara mucho sobre su vida, porque de lo contrario no sabría qué responder, su mente estaba en blanco, el rubio creía que era a causa de tanto ir de un lado para otro y le quito importancia, no le gustaba sentir esas punzadas cada vez que intentaba.

Por otro lado Nikolai estaba muy preocupado, no sabía si ese muchacho; Yuuri, realmente existía, nunca los vio juntos y nunca pudo ver nada por la ventana, en más de una ocasión vio a Yuratchka solo en ese lugar, no sabía qué hacer.

De repente, sin previo aviso un día Yuuri ya no volvió a aparecer en el puente.

Su cabeza seguía doliendo cada vez más.

Su sonrisa desapareció.

Todo se volvió gris.

Los días pasaban.

Se arrepintió de no preguntarle en donde vivía.

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Notas Finales:

Hoy en la madrugada empezó a llover en mi casa (sigue lloviendo ahora), se me ocurrió esta cosa y empecé a redactarla. ¿Qué creen que pasara? ¿Sera Yuuri un fantasma o será real? ¿O Yuri tiene problemas mentales que se lo imagino? ¿Victor tiene algo que ver?

Yuri se está enamorando de Yuuri. De manera retorcida, pero lo hace, aunque no es como si recordara si alguna vez estuvo enamorado...

Recomiendo no leer los siguientes capítulos, les va a doler. [?]

¡Nos leemos!