Disclaimer: El mundo de Harry Potter no me pertenece, todo es obra de J.K Rowling. Este fic tampoco es de mi autoría, es una traducción autorizada del fic escrito por Colubrina.


LA VARIANTE EQUIVOCADA

(The Wrong Strain)

por Colubrina

Capítulo veintiseis: La Poción


Hermione se sentó en la mesa de la cocina de Grimmauld Place y observó a Harry consultar su libro de texto robado de pociones. A Severus Snape le debía gran parte del tiempo sin dolor que había tenido antes de encontrar a Draco mientras estaba afligida por la variante de la Veela. Maldecía al hombre por ser brillante. Ella prefería ser capaz de odiarlo sin tener que reconocer que él también tenía buenas cualidades.

Harry sacó los ingredientes que aún tenía del almacén y comenzó a cortar. Nunca había sido realmente bueno en pociones, pero era lo suficientemente bueno, y con las anotaciones de Snape podía mezclar medicamentos contra el dolor que dejaban las opciones legales, e incluso ilegales, en el olvido. —Nunca pensé que tendría que mezclar esto de nuevo —dijo.

—Yo tampoco —admitió Hermione. Ella dejó que sus pies se balancearan mientras él trabajaba. Draco había ido a ver a Pansy esa mañana y la historia que contó era demasiado familiar. Ella había estado lo suficientemente bien esa mañana como para tomar una ducha, pero eso había agotado todas sus reservas y ni siquiera había podido cambiar sus sábanas.

Draco las había cambiado.

Él también había llevado a algunos de sus amigos y había dejado que la tocaran. Ella le había siseado, lo había llamado tonto, pero la mañana había determinado que no estaban buscando a Greg Goyle, Theo Nott, o cualquiera de los otros cuatro Slytherins que Hermione dudaba que pudiera nombrar. Cuando llegó a casa, Draco la había besado lo suficiente para dejarla perturbada, la miró como si quisiera memorizarla y luego desapareció en su habitación. Él no había emergido cuando ella se fue.

—Ojalá supiera por qué Draco —dijo ahora mientras Harry deslizaba pedazos de esto y aquello en su caldero. —No puede ser aleatorio. La magia no funciona de esa manera.

—Si tú lo dices —dijo Harry. Comenzó a rallar lo que parecía un nabo, salvo los ojos deslumbrantes en el tallo de la planta. Esperaba que no fuera un ser consciente. —Nunca fui bueno en la teoría. Leer e investigar era tu especialidad.

—Fuiste mejor de lo que esperabas —dijo Hermione.

Harry se rio. —¿Tal vez sea Draco porque es la persona menos agradable?

—Ese habría sido Greg Goyle —dijo Hermione—.O incluso a Pansy misma. ¿Puedes imaginarlo?

—¿Imaginar que? —preguntó Ron. Ella giró la cabeza y le sonrió mientras él tiraba su mochila al suelo y se quitaba los zapatos, dejándolos en el medio de la puerta. Su rostro ancho le devolvió la sonrisa y ella sintió que su corazón se aceleraba al verlo.

—Imagínate si mi cura mágica hubiera sido Goyle —dijo.

—Oh, Merlín —dijo Ron—.Como si Malfoy no fuera lo suficientemente malo. —Se inclinó mientras pasaba a darle un beso y ella se apartó.

—Ron —dijo ella. Le irritaba que siempre se olvidara de no tocarla.

—Lo siento —dijo. Él suspiró ante su mirada. —Es difícil recordar que no puedo tocarte, ¿de acuerdo? El hábito de toda una vida.

Ella gruñó, pero lo dejó allí. Tenía razón. Ron se asomó al caldero de Harry. —¿Eso es más del Especial de Hermione? —preguntó—. ¿Se escapó Malfoy o algo así?

—No es para mí —dijo Hermione.

—Es para Parkinson —dijo Harry antes de que Ron pudiera preguntar.

Ron los miró de uno a otro, seguro de que tenía que ser una broma, luego, cuando sus rostros dejaron en claro que no era así, gritó de alegría. —¿Pansy Parkinson? —preguntó—.¿La pequeña perra que hizo que la vida de todos fuera miserable durante años, la que trató de entregar a Harry a Voldemort y luego quiso exponerte en su horrible columna de chismes?

—Esa es la única —dijo Hermione—.Y a tu madre le gusta esa columna.

Ron desestimó los hábitos de lectura de su madre. —Es Navidad —dijo, incapaz de dejar de sonreír—. Es mi cumpleaños. Es la venganza más perfecta y bella de todas.

Ella lo miró con horror, segura de que él no había pensado en esto. Ser una perra desagradable no significaba que la mujer mereciera lo que le había sucedido. —Ron —dijo Hermione lentamente—, sé que a ti no te agrada. A mí tampoco. Pero no es como si tuviera un castigo y tuviera que ordenar los registros antiguos. Va a morir.

Eso lo tranquilizó. —Pero le encontrarás quien sea su Malfoy, y ella estará bien, ¿verdad?

Hermione se encogió de hombros. Eso estaría bien. Eso sería ideal. Simplemente no quería dar falsas esperanzas. Había muchos magos en el mundo y ni siquiera sabían por dónde empezar a buscar. En este momento, el mejor plan parecía ser mantenerla con tanto control del dolor como pudieran manejar y esperar que el felix felicis de Blaise la ayudara a tropezar con la persona adecuada.

—Oye, tal vez tenga a Goyle —dijo Ron. Era evidente que estaba vacilando, tratando de encontrar una manera de compensar su alegría por la que Parkinson se había enfermado. —Eso sería divertido, ¿verdad? Podría reírme de eso, ¿no?

—Draco se lo llevó esta mañana y lo probó —dijo Hermione—.Fue un fracaso.

—¿Draco? —preguntó Ron. Buscó el rostro de ella y dio un paso hacia atrás. —Te enamoraste de él —dijo acusadoramente—.Fuiste y te enamoraste del hurón. Hermione, ¿cómo pudiste?

—Él es agradable —dijo ella. Sabía que sonaba débil pero no sabía cómo explicarse a Draco Malfoy para sí misma, y mucho menos para Ron.

—Era un mortífago. —La declaración tenía la plena condena de la absoluta certeza. —¡Se quedó allí y vio a su tía loca torturarte y no hizo nada!

—Y Parkinson trató de entregar a Harry, pero él está de pie aquí mezclando ingredientes en una poción para ella —dijo Hermione—.La guerra terminó. Estaban asustados. Todos seguimos adelante.

—Yo también estaba asustado —murmuró Ron.

—Y mírame, aquí hablando contigo a pesar de la forma en que huiste —dijo Hermione.

Ron se puso de un rojo intenso que se arrastró por su cuello y lentamente tiñó las mejillas con pecas. —He dicho que lamentaba eso —dijo—.Pensé que lo habíamos superado.

—Y Draco se ha disculpado de manera similar —dijo Hermione.

—¿Pero enamorarte de él? —Ron apenas pudo ocultar su disgusto—.Está bien, perdona al infame. Ha tenido razón con respecto a lo de la Veela, le doy crédito por eso. Tal vez no sea un total... pero... Merlín. —Una idea horrible pareció golpearlo de la nada—.No estás besando al bastardo, ¿verdad?

Hermione lo miró fijamente. La decisión de Ginny de mantener en secreto su relación con Blaise comenzó a tener más y más sentido. —No es que sea asunto tuyo —comenzó ella.

Era todo lo que Ron necesitaba escuchar. —Los haces —dijo. La señaló con un dedo y se estremeció con la fuerza de su indignación. —Ese bastardo se está aprovechando de ti. Todos sabemos que no puedes controlarte desde el momento en que te toca, y...

—¡Suficiente! —Hermione casi tuvo que gritar la palabra, pero Ron escuchó el peligro en su tono y se detuvo. —Esto puede ser una sorpresa para ti, Ronald, pero Draco y yo hemos estado trabajando para aumentar mi tolerancia al efecto que tiene sobre mí.

—Apuesto a que sí —murmuró Ron. Se detuvo de nuevo ante su expresión, pero el terco empuje de su mandíbula sugirió que no había cambiado de opinión, solo debido a su obvia demanda de que se callara.

—Soy bastante capaz de mantener mi sentido común cuando me besa, lo cual hace, a menudo y a fondo —dijo. Podía sentirse agitada y el calor de su ira parecía querer escapar a través de sus poros. Podía sentir sus manos calentarse y las frotó contra la madera de la mesa sin pensarlo mucho.

—¿Follan? —Ron exigió.

Apretó los dientes y se negó a responder, y él, afortunadamente, no insistió en el asunto. No quería admitir que ni ella ni Draco se habían atrevido a pasar de besos acalorados que los dejaban sin aliento y con ganas de más. Él había rozado una mano contra la curva inferior de un seno una vez y ella había perdido el control de su mente. Draco lo supo de inmediato, ella no le había preguntado cómo, y la había apartado, las disculpas brotaban de su boca.

Difícil decirle que ella solo deseaba que Draco la dejara inconsciente. Ella supo, después de su participación en la guerra, que lo dejó mucho más aterrado que a ella. Ella confiaba en él. Tal vez algún día él también confiaría en sí mismo.

Hasta entonces, la última persona con la que quería hablar era con el ex que la miraba ceñudo.

—Si a los dos no les importaría —dijo Harry—, esta parte es un poco complicada.

Ambos se quedaron en silencio hasta que revolvió el último ingrediente, contó el número preciso de giros de la cuchara de madera en el sentido de las agujas del reloj y en el sentido contrario, y puso la mezcla a fuego lento. Un reloj de arena levitaba cerca de la estufa, los granos de arena marcaban el tiempo exacto antes de embotellar, y Harry se relajó. La parte difícil estaba hecha. Ahora todo lo que tenía que hacer era dejarlo reposar a fuego lento durante una semana, luego embotellarlo cuando el temporizador llorara.

Por alguna razón, el fabricante del reloj de arena había pensado que el sonido de un bebé llorando era una buena campana, y cuando el último grano pasó al fondo del reloj de arena, toda la casa se llenaría con los lamentos de un bebé enojado y con cólicos. Era algo, como Harry había dicho débilmente la primera vez que sucedió, imposible de perder. Nadie dejaría que se cocine nada demás con ese temporizador.

—Entonces, aparte de Pansy Parkinson teniendo sexo casual con tu ex y dándose una enfermedad mortal —dijo Ron—, ¿cómo fue la fiesta de Goyle?

—Ruidosa —dijo Hermione, feliz de cambiar el tema—.Sin embargo, tuve una buena cerveza de chocolate y bailé con Zabini.

—El chocolate no va con la cerveza —dijo Harry.

—Dice el hombre que acumula ranas de chocolate contra una posible escasez —dijo Hermione poniendo los ojos en blanco.

—¿Viste a Percy allí? —preguntó Ron.

—No. —Hermione lo miró con curiosidad porque ella habría pensado que el pelo rojo de los Weasley se habría destacado. Tal vez la había estado evitando. —Parecía haber más Slytherins.

Ron se encogió de hombros. —Supongo que el jefe de su departamento recibió una invitación. Estas cosas son bastante exclusivas, ya sabes.

Hermione no lo sabía y, según la cantidad de personas que estaban allí, dudaba que ese fuera el caso. Probablemente Ron estaba indignado que nadie lo había invitado.

—Sí —dijo—.Entonces le preguntó a Percy si quería ir, y tú conoces a Percy. Nunca se pierde la oportunidad de escalar socialmente.

—Bueno —dijo Hermione—, siempre y cuando lo haya pasado bien.

—Supongo —dijo Ron—. No es como si Percy, el aburrido, hubiera llevado a alguien a casa. Probablemente se presentó, tomó una bebida rara en el bar y luego se fue, sin haber dicho una palabra a nadie.


N/T: Espero no haberme comido ninguna palabra xD gracias y mil gracias por seguir la traducción. Ahora sí, a domir~