Y desde entonces ya no la escuché nunca más, me limité solamente a ver cómo su cuerpo se hundía en el agua y ella trataba con desesperación salir de ahí: momentos después de gritar una promesa, un deseo de muerte que yo cumpliré en su memoria, se ahogó.
Gané el concurso de carreras del idiota de Calypso, creía que tendría problemas con asesinar a los otros competidores pero ¿Sabes qué? me daba lo mismo, todos eran la misma mierda, no me importaba en lo absoluto lo que sucediera con otras personas que también trataron de arrebatarme la vida. Esperaba al sujeto en lo que parecía ser un asqueroso vertedero, abundaban televisores rotos, animales muertos y bolsas con basura. Las ratas tenían un festín de carne podrida juntándose en grupo para proceder a devorar algo con un terrible aroma, poco a poco mientras las veía roer... sentía que ya estaba familiarizada, justo como si fuera mi casa.
Él llegó, postró su gordo culo en una gran pila de desperdicio, me miraba fijamente con ese único ojo azul que tenía, sin vida, su alma estaba igual que todo lo que se encontraba alrededor: negra, podrida. Sonreía ¿Por qué lo hacía? realmente empezaba a ser incómodo, al cabo de unos minutos de estar frente a frente me agradeció el jugar su estúpido juego y lanzó dos muñecas. Creía que se estaba burlando de Kelly y yo pero, cuando lo analicé, veía y entendía con claridad a dónde quería llegar.
Los tomé, enterré con cuidado un alfiler en los ojos de la muñeca, si funcionaba, lograría que quienes mataron a Kelly vieran lo mismo que ella observó cuando se hundía en lo más profundo del agua: oscuridad, un vacío. A la lejanía escuchaba sus gritos, esas voces pidiendo piedad, que su sufrimiento terminara, eso me daba motivos para meter y sacar sin parar el alfiler, sentía escalofríos cubriendo mi espalda. Mantuve las muñecas por si mis padres estaban cerca, quizás haría un buen uso a ambos.
Salí de ahí, conducía en la penumbra de la ciudad en medio de la noche, el clima era perfecto, a pesar de que la muerte abundaba ahí con edificios desprendiendo fuego desde las azoteas, automóviles explotando cuando la gasolina y el fuego cruzaban entre sí y... atropellar los cuerpos inertes de algunas víctimas, me sentía mal por ellos, quizás eran inocentes, tal vez culpables, nunca lo sabré. Había una hermosa noche estrellada y la luna llena imperativa desde el cielo.
Tomé un cigarrillo de una pequeña caja que contenía al menos doce, gracias al encendedor de plata que tenía a mi lado logré hacer que este prendiera, decidí ir al muelle a decirle a Kelly que todo estaba bien, pedirle disculpas por ser tan inútil y haber tardado tanto en hacer mi promesa de muerte, ojalá me perdone.
Llegué al lugar, lucía distinto, la madera que sostenía el muelle se había podrido, provocando que parte del mismo se desplomara por el suelo, sin posibilidad de ser construido.
Me incliné al suelo, sintiendo el frío aire de la muerte tocándome. Saqué mi pentagrama y lo puse en mi pecho, no podía evitar llorar, recordar lo que viví con Kelly y esos momentos de antaño que se murieron. Pensarás ahora que estás leyendo esto: "Raven idiota, pudiste haber deseado que Kelly reviviera" "Eres una sádica asesina" o algo así, no te culpo, si hubiera pedido que Kelly volviera a la vida, quizá Calypso la trajera como un bebé que olvidara mi existencia, o tal vez simplemente se muriera al poco tiempo ¿Vale la pena arriesgarla a un destino peor que la muerte? yo digo que no, ahora fallecida no habrá NADIE que le ponga una mano encima.
Sentí su presencia, olía su deleitante aroma, escuchaba su voz aceptando mis perdones. ella se despedía de mí con sus manos y me sonreía, quería seguir por su mismo camino pero comprendí que debo seguir viva por las dos y que en un futuro nos volveremos a encontrar.