(N/A: ESTO ES UNA TRADUCCIÓN. El fic original pertenece a GrnEydDvl.)
Con el Pie Izquierdo.
Capítulo uno: Un matrimonio arreglado.
-¡No!-
-¡Pero, Karin…!...-
-¡NO! ¡Absolutamente no! ¡No estoy lista para casarme!-
-¡Pero Karin!- gimoteó Isshin. –Cumplirás dieciocho en solo tres días. Si no te casas pronto ¡Yamamoto te reclutara!- esa era la ley en su tierra.
Cualquier persona que cumpliera dieciocho y no tuviera razones apremiantes para quedarse en casa sería reclutada inmediatamente para unirse al ejército imperial. El rey Yamamoto había establecido esa regla hace eras, y la gente que iba al ejército a menudo no regresaba por años, y sí volvían, no tenían nada bueno que decir al respecto. No importaba que Karin fuera una mujer, eso era irrelevante para Yamamoto, y se decía que las mujeres eran tratadas incluso peor que los hombres.
-¡¿No puedes poner otra excusa sobre porque no puedo ir?!- indago desesperadamente. -¿Cómo que estoy enferma o algo así? ¿O que tengo que cuidar de ti?- su padre la miró con el ceño fruncido.
-Karin, sabes que esas excusas no funcionan. Los cielos saben que la gente lo ha intentado… En tu situación, el matrimonio es realmente la única salida.- por desgracia para ella, lo que decía era cierto. Su hermano mayor se había casado hace unos años por la misma razón, y su hermana gemela Yuzu había accedido a casarse el año pasado para salvar a su ahora esposo de tener que ir.
-¡¿Pero con quién podría casarme?!- exigió casi a gritos. –Ichi-nii conocía a Rukia-chan desde siempre, ¡ellos querían casarse! Y Yuzu siempre estuvo enamorada de Jinta, ¡yo no tengo a nadie así!-
Isshin suspiró, sabía lo difícil que esto resultaba para su hija, pero también sabía que no tenían otra opción.
-Solo tienes una opción, Karin. Un matrimonio arreglado.-
-¡No!- exclamó con firmeza. -¡De ninguna manera voy a aceptar un matrimonio arreglado! ¡No es justo!-
-Bueno, sí puedes encontrar otra manera por la cual casarte antes de tu cumpleaños, ¡me encantaría escucharla!- se acercó a su hija y le colocó una mano firme en su hombro. –Lo siento, pero he encontrado un buen chico para ti. Él es…-
-¡¿QUÉ?!- chilló, abofeteando el brazo de su padre lejos de ella.
-Oh, Karin, ¡no trates a tu padre así!- lloriqueó con una mueca, pero aún no había ni empezado con él.
-¡Este no es momento para bromas, viejo!- gritó. -¿Cuándo organizaste esto?-
-Esta mañana.- respondió cautelosamente. –El chico es rico…-
-No me importa.-
-Apuesto…-
-¡Me importa aún menos!-
-Y es el hijo de una vieja amiga de tu madre. Sus dos padres fallecieron hace años, así que está por su cuenta.- la chica reflexionó sobre esto, al menos eso significaba que no tendría una familia política con la cual tratar, eso era una ventaja. Y el hecho de que sus padres fueran amigos de su madre significaba que no podía ser tan malo.
Todavía odiaba la idea de casarse con un perfecto extraño pero, considerando sus opciones, el matrimonio sonaba solo un poco mejor que el reclutamiento militar, pero solo por poco.
-Bien.- escupió a regañadientes. -¿Y cuándo será esta estúpida boda?- gruñó mientras Isshin se preparaba mentalmente.
-Mañana.- susurró débilmente y Karin de inmediato hirvió en rabia.
¡Mañana! ¿Así que esto era todo? Esta mañana se había despertado despreocupada (o bien, tan despreocupada como podía estar con su decimoctavo cumpleaños tan cerca) y de repente ¡resultaba que ahora este era su último día como una mujer libre! ¡Agh, odiaba esto! Pero… tuvo que forzarse a sí misma a pensar racionalmente, debería haber estado esperándolo. Simplemente no había forma de que su padre la dejara ir al ejército, ninguna. Suspiró largamente.
-¡Voy a salir!- pisoteó hacia afuera y su padre no hizo ningún intento por detenerla. Él sabía bien que habían pocas cosas más peligrosas para su salud que su hija enojada. Y ahora mismo, ella estaba más enojada de lo que la había visto nunca, por lo que era mejor dejarla hacer.
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Hitsugaya Toshiro estaba de mal humor.
-No puedo creer que esté recurriendo a un matrimonio arreglado.- murmuró sacudiendo la cabeza. –Nunca pensé que llegaría a esto.- su prima Momo lo miró con lastima.
-Oh, vamos, los matrimonios arreglados no son tan malos.- trató de alentarlo. –Mírame a mí, estoy perfectamente feliz.-
-Sí, pero tú te enamoraste de Aizen desde la primera vez que posaste tus ojos en él.- ella se sonrojó.
-¿Qué tiene de malo estar enamorada de mi esposo?- inquirió tímidamente. Hitsugaya suspiró.
-Nada.- respondió despreocupadamente, volteándose para mirar por la ventana.
En realidad, se consideraba afortunado de casarse. Su cumpleaños número dieciocho era en dos semanas y no tenía ni idea de cómo salvarse de entrar al ejército. Las únicas mujeres solteras que conocía eran las hijas de sus criados, pero no podía casarse tan fácilmente con alguna de ellas. Y aunque él había asumido el negocio de su padre después de su muerte, y por lo tanto tenía un buen número de conexiones, ninguna de ellas logró ayudarlo a encontrar una chica en edad para casarse con él que no estuviera comprometida ya. Las solteras de diecisiete años eran un bien preciado en este reino.
Ya había perdido la esperanza, incluso inició los preparativos para que su patrimonio estuviera en orden en cuanto volviera del ejército, cuando recibió la visita sorpresa de Kurosaki Isshin. Antes lo había conocido solo una vez cuando tenía tres años, y apenas lo recordaba, pero reconoció el nombre de Kurosaki Masaki, su esposa, en cuanto lo mencionó. Su madre había crecido con la mujer, y a menudo hablaba de ella con mucho cariño, pero había perdido contacto con la familia Kurosaki después de la muerte de Masaki hace trece años.
Al parecer, Isshin tenía una hija soltera que estaba a punto de cumplir dieciocho años, y en su desesperación por mantenerla fuera del ejército, se acordó de él, así que le hizo una visita esa mañana y Hitsugaya aceptó la propuesta en su reunión porque realmente no tenía otra opción. Pero eso no significaba que estuviera entusiasmado con la idea de casarse con una perfecta extraña.
Un golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos.
-Adelante.- exclamó Hitsugaya y la jefa de personal, Matsumoto Rangiku, entró con una bandeja de té. –Gracias, Matsumoto.- agradeció mientras la colocaba frente a ellos. -¿Cómo van los planes para la boda?-
-¡Excelentes, Hitsugaya-sama!- chilló tratando de ser lo más alegre posible. –Preparamos el jardín exactamente como usted lo pidió y los cocineros ya están preparando el banquete. Ya avisamos al sastre y está preparando un traje para usted, por lo que le recomendaría ir a verlo en algún momento de hoy para asegurarse de que todo esté bien.-
Toshiro suspiró tal vez por milésima vez. Aún no estaba mentalmente preparado para todo esto. Solo había decidido casarse hace unas horas pero de repente ya todo estaba listo para su boda. Era un poco surrealista, y el hecho de que no sabía nada de su prometida lo hacía aún más extraño. Él no había esperado que esto pasara.
-Gracias, Matsumoto. Iré a verlo ahora mismo.- se levantó para marcharse.
-¿Quieres que vaya contigo, Shiro-chan?- indagó Momo suavemente, a lo que negó con la cabeza.
-No. Iré solo. Gracias.- contestó en un susurro. –Quiero estar solo por un tiempo.- salió de la habitación y las dos mujeres intercambiaron miradas de pesar.
-Ni siquiera me regañó por llamarlo Shiro-chan.- notó Momo con tristeza. –Debe estar realmente afectado.-
-No lo culpo.- murmuró Matsumoto. –Nadie quiere casarse con un extraño. Solo espero que se lleven bien… Hitsugaya-sama ya tiene suficientes problemas en su vida, no necesita más.- la castaña asintió con la cabeza en acuerdo.
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Karin vagaba sin rumbo por las calles de Karakura, haciendo lo posible para disfrutar de sus últimos momentos de libertad, pero no era nada fácil. Los pensamientos de su cercana boda la consumían y ella se encontró pensando sin saberlo sobre su futuro esposo, y no cosas buenas.
"Apuesto que es un pequeño bastardo alcohólico controlador que se la pasa echado todo el día engordando", pensó furiosamente, dotando a este esposo imaginado de los peores rasgos que se le pudieran ocurrir. "Probablemente es un mimado mocoso echado a perder que está acostumbrado a que se arrodillen ante él y espera que yo actué como una de sus sirvientas. ¡Estoy segura de que no hace nada por sí mismo, ese perezoso! Oh, y seguro no tiene ningún sentido de la aventura. Prefiere ver los deportes a jugarlos y nunca ha dejado su trono en la vida, ¡mucho menos habrá viajado!"
Sabía que probablemente estaba siendo injusta con esta persona que nunca había conocido, pero por el momento realmente no le importaba, esto era mucho más satisfactorio que simplemente deprimirse.
Pasó junto a una dulcería muy familiar y decidió que un poco de helado podría hacerle bien, al menos podría ahogar sus penas en chocolate. Entró a la tienda y un hombre con sombrero de rayas verdes y blancas y unas sandalias de madera la recibió.
-¡Ah, Karin-chan! ¡Qué bueno verte!- canturreó jovialmente, ondeando un abanico blanco frente a su rostro. -¿Cómo te está tratando está hermosa mañana?-
-No tan bien, Urahara-san.- respondió cortante y el hombre suspiró, dejando caer un poco su actitud despreocupada.
-Bueno, todo el mundo se siente así antes de entrar en el ejército. Ururu era de la misma manera y no resultó tan mal, ¿verdad?- aquello, Karin sabía, era una mentira descarada.
Urahara era un viejo amigo de su padre, así que ella había conocido al hombre y sus hijos de toda la vida, su hermana Yuzu incluso se había casado con su hijo Jinta. Pero su hija Ururu no había tenido tanta suerte. Ella no pudo encontrar un marido, así que sucumbió a su destino y se fue al ejército.
Recordaba a Ururu como una chica valiente y alegre, siempre riendo y jugando. Karin la había admirado. Ella fue al ejército cuando tenía diez años y solo regreso el año pasado. Pero ella estaba rota. Sus risas, las escasas veces que brotaban, eran cortas y se interrumpían abruptamente. Se volvió dócil y tímida, saltando ante los pequeños ruidos. Sin embargo podía ser mortalmente seria cuando surgía un problema, casi como una máquina. Eso era lo que el ejército le hacía a las personas, las destruía.
-En realidad…- comenzó a corregirlo. –No voy a ir al ejército. Me voy a casar.-
-¿Oh?- inquirió con curiosidad. -¿Cuándo pasó esto?-
-Esta mañana.- respondió a regañadientes. –El viejo lo arregló.-
-Estoy realmente sorprendido.- murmuró pensativamente el tendero. –Nunca pensé que serías alguien que aceptaría tal cosa.- Karin sonrió valientemente.
-¿Qué otra opción tengo?- bajó la cabeza examinando el suelo y Urahara no respondió, no era necesario.
-¿Y quién es el afortunado?- preguntó curioso y ella lo fulminó con la mirada.
-No lo sé, no me importa… ¡ni siquiera sé su nombre!- se dio cuenta de pronto. Su padre no se lo había dicho antes de que se fuera de la casa… Bien, no le importaba de todas formas.
-Oye, ¡déjame conseguirte algo para animarte!- ofreció de pronto. -¿El helado de frambuesa y chocolate suena bien? La casa invita.- Karin sonrió, ese era su helado favorito.
-Gracias, Urahara-san.-
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El helado no hizo realmente nada para aligerar el estado de ánimo de la futura novia. A medida que continuaba con su paseo y comía distraídamente su mente comenzó a desarrollar nuevas maneras de odiar a ese tipo del que no sabía nada aun.
"Apuesto a que odia los dulces", pensó vengativamente, lamiendo su helado.
Dobló en una esquina y se estrelló contra alguien, tirando el helado de su mano.
-¡¿Qué demonios?!- gritó la persona mientras miraba su pecho cubierto de chocolate y frambuesa.
-¡¿Por qué no miras por dónde vas?!- gritó ella, también cubierta de helado que no era particularmente agradable de sentir en toda su ropa. Miró a la persona con la que había tropezado. Era un chico un poco más alto que ella con el cabello blanco y los ojos sorprendentemente turquesas. Debía tener diecisiete años, pensó racionalmente, puesto que los de dieciocho años no existían en las calles de Karakura.
De no haber estado tan furiosa, probablemente lo habría encontrado atractivo pero por el momento solo quería gritar.
-Oh, ¿así que crees que es mi culpa?- exclamó el chico.
-¡Eso es lo que dije!-
-Maldita sea.- gruñó mirando hacia el paquete que tenía en las manos que, al examinarlo más de cerca, notó que era un traje bastante caro que, por desgracia, también estaba goteando de helado. –Estas manchas nunca saldrán. Acabo de pasar la última hora preparándolo y ahora esta arruinado.-
-Bueno, discuuuulpa.- ironizó con desprecio. -¿Acaso ensucie tu precioso traje?- el chico la fulminó con la mirada.
-Sí, lo hiciste. ¿Piensas pagar por esto? Es caro, ya sabes.- Karin rodó los ojos.
-Tú también me golpeaste, no me culpes. ¿Ni siquiera piensas disculparte por haber chocado contra mí?-
-¿No lo harás tú?- replicó él. –Acabas de hacerme perder un montón de tiempo y dinero.-
-¡No es mi problema!- gritó antes de girar sobre sí misma y salir corriendo. Realmente necesitaba un baño.
Sin embargo, después de caminar algunas cuadras, Karin se dio cuenta de lo grosera que había sido. Arruinó algo que claramente era valioso para esa persona pero estaba tan absorta en su resentimiento que ni siquiera se disculpó adecuadamente. Se dio la vuelta y corrió de regreso a la escena del crimen, pero para entonces el chico ya se había ido.
Sintiéndose culpable, Karin se dirigió a su casa, decidiendo que sí alguna vez volvía a ver al chico se disculparía.
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-¡Hitsugaya-san!- el sastre jadeó mientras miraba el traje manchado. -¿Qué pasó?-
-Una chica se estrelló contra mí y derramó su helado.- explicó el albino. -¿Puedes arreglarlo?- el sastre sacudió la cabeza tristemente.
-Lo siento, pero estas manchas no se quitan. Tendré que hacer otro. No se preocupe, ¡aún puedo tenerlo listo para mañana!- Hitsugaya gimió, no quería estar corriendo de ida y vuelta a ver al sastre, pero pareciera que no tenía mucha más opción, desgraciadamente.
Pensó en la chica con la que había tropezado. Parecía bastante simple, a pesar del hecho de ser muy voluptuosa, no especialmente atractiva, aunque tampoco fea. Pero estaba intrigado por ella, no obstante. Había conocido a pocas chicas con una lengua así, la mayoría de las mujeres que conocía se disculparían profundamente al tropezarse con un extraño, sin importar de quién fuera la culpa.
Sí, había sido increíblemente grosera con él, y sí, había arruinado su traje de bodas. Pero por alguna razón, Hitsugaya no estaba del todo enfadado con ella. Ella tenía una mirada enloquecida en sus ojos, como sí todo lo que le había gritado fuera más una excusa para desahogar una furia reprimida que cualquier otra cosa. Casi la compadeció.
Se preguntó vagamente si alguna vez volvería a verla.
"Me voy a casar", pensó. "No debería involucrarme con otras mujeres." Empujó a los pensamientos sobre la chica en un rincón oscuro en su mente y volvió su atención a concentrarse en el sastre.
Continuara...
(N/A: ESTO ES UNA TRADUCCIÓN. El fic original pertenece a GrnEydDvl.)
Holaa! :D
Aqui una traducción a pedido de no me acuerdo quién :v
Este es un clasico HitsuKarin! *-* Tiene bastantes tributos hechos por otras autoras en el fandom ingles, es uno de los más famosos y amados *w*
Ojala les guste la traducción uwu Tiene 21 capítulos xD Así que solo lo voy a actualizar cuando me sienta con ganas de traducir v: A menos q sea muy solicitado, claro... pero estoy segura de q todas las q leen en ingles ya lo habran leido así q lo dudo XP
Bueno, los personajes de Tite y el fic de GrnEydDvl n.n
Tengo una semana muy agitada así q no sé qué día actualizare Extraterrestrial, pero creo q será esta semana, tenganme paciencia, pliss n3n
COMENTEN! *o*
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!